La mirada más suave
Por Ruby P. Black
Arnold siente que la situación es sumamente tierna. Pero evita decir algo para no levantar las defensas de su novia y que, de pronto, todo se vuelva frío otra vez. Prefiere quedarse allí donde está paradito. Donde no molesta a nadie y está casi estático, pero tiene un primer plano del hermoso momento.
Apenas unas horas atrás ella le sujetaba la camisa y lo sacudía violentamente echándole la culpa de toda la situación.
- "¡No te permitiré tocarme otra vez, zopenco! ¡Nunca más!"
Esperaba que bromeara.
Que todo fuera producto del dolor que estaba sintiendo y la poca resistencia a él que tenía. Los ojos llenos de lágrimas y la fuerza que debía hacer una y otra vez. Mientras su mano se enterraba en su ropa y no le dejaba ir. La enfermera se lo tuvo que pedir más de una vez.
Recordaba cuando le dijo que estaba embarazada, temiendo lo peor, mostrándose frágil.
− "Bueno, ¿qué? ¿no dices nada?" – tenía el rostro asustado, el ceño fruncido, los ojos azules opacados por una sombra de preocupación.
No podía culparlo. Lo había soltado así nomás y él sólo atinó a mirarla con sus grandes ojos verdes y parpadear con algo que se podía catalogar como asombro. No sabía que eso podía suceder. No porque fuera tan tonto, sino porque se estaban cuidando bastante bien.
¿Qué había sucedido?
− "¿Arnold?" – ella se retorció las manos – "Si no quieres tenerlo está bien, no hace falta que te quedes conmigo por esto, yo p…"
Y él la besó.
Le gustaban los besos sorpresivos, los que se había acostumbrado a darle cuando ella parecía desmoronarse. Cuando podía asustarla con algo afectuoso que tirara abajo todas sus defensas, sabía que era lo esencial, lo que bastaba para que pudiera rendirse a él y dejar de pelear para sabotearlos.
Para Arnold, que seguía siendo lento en muchas cosas y un poco bocón de más, ese momento de escrutinio silencioso cuando las enfermeras toman a la pequeña y se la pasan a la madre, envuelta en la mantita blanca, acurrucada, murmurando suavemente. Con sus deditos estirados al cielo tocando la mejilla empapada en lágrimas de la rubia. Es el momento que podría atesorar por toda la eternidad, donde el tiempo se detiene en un crujido y no puede creer que Helga esté llorando.
Aunque es lo que menos importa.
Siente que ha perdido el aliento y se siente bastante cansado también.
Entonces, ella levanta el rostro del cual se siente orgulloso, sus ojos intensamente azules que le devuelven un amor que no se puede medir en ninguna escala ni en las palabras más lindas que se han dicho, sino que está palpable allí en una pelusita revoltosa que ni siquiera puede comer por sí misma. Todo es suficiente.
Se observan, mudos. Las enfermeras los contemplan, riendo de esa pareja tan peculiar.
− "¿Qué miras Arnoldo?"
− "Nada, Helga, Nada"
Fin
Ese final, jaja. Me ha dado risa. Ella es tan única.
Espero que les haya gustado, tenía este fic en pendientes hace un tiempo. Y como tarea de la semana, he decidido sacar uno de la lista de pendientes. Les comento que la lista asciende a unos 71. ¡Carajo!
71 Fics pendientes de corrección y subida. Bueno, algunos son largos, de distintos fandoms. Pero allí están. Poco a poco me voy poniendo en ello, junto con otros proyectos.
Como siempre, les doy la invitación de pasar por Facebook, poner me gusta en mi página, se llama: Ruby P. Black. Subo cosas todos los días, son de índole original, hay de todo, cuentos en su mayoría.
Recibo críticas, tomatazos, sugerencias, lo que deseen. Prometo contestar, soy lentísima en eso, pero tarde o temprano lo hago. A veces, me confundo y más de una vez.
¡Muchas gracias a todos! Millones de besos.
Ruby