Epílogo.

Despertó sobresaltada por el llanto que procedía de otra habitación. Hundió la cara en la almohada y se mantuvo así varios segundos, pero el llanto no cesaba. Se giró para encontrarse con su marido y le depositó un suave beso en los labios. Se deshizo del agarre de sus brazos y tomó la camisa del hombre del suelo para taparse con ella. Salió de la habitación, notando el suelo frío bajo sus pies descalzos mientras se abotonaba la camisa. No pudo evitar bostezar. Tenía mucho sueño. Cuando salió de su dormitorio, miró el reloj que había en una cómoda del salón. Eran las 4:47. Se sonrojó al pensar que apenas unas horas antes estaba haciendo el amor con el hombre al que amaba y cruzó el umbral de la puerta donde una preciosa niña de 3 años se frotaba sus ojos verdes debido al llanto.

La mujer se arrimó a ella y se sentó en el borde de la cama. La pequeña, al verla se acercó y se lanzó a sus brazos. Ella la recibió encantada, mientras la susurraba cosas al oído intentado calmarla, a la vez que acariciaba los preciosos rizos rubios que tenía. Cuando notó que la pequeña se había calmado un poco, la cogió en brazos y se sentó en la silla de mimbre que había en la habitación, colocando a la niña en su regazo. La limpió las pocas lágrimas que seguían resbalando por sus mejillas y la dio un suave beso en el pelo.

- He tenido una pesadilla – Dijo la pequeña, mientras el hipo provocado por el llanto la hacía pararse en cada palabra.

- Lo sé. Pero ya ha pasado todo.

- No quiero quedarme sola – siguió hablando la niña, aferrándose con todas sus fuerzas a la camisa que llevaba la mujer.

- Y si no quieres, no me iré – La dijo tranquilizándola. Notó como sus manitas se soltaban del agarre de la camisa - ¿Qué tal si enciendes la lámpara de la mesilla y hablamos un rato? Pero no podemos montar mucho ruido que sino despertaremos a Papá.

- ¿Y qué pasa si despertamos a Papá? – Preguntó con una pequeña sonrisa, mientras se dirigía a encender la luz tal y como la había dicho la mujer.

- Que vendrá hasta aquí y… ¡Te hará cosquillas! – Dijo, cogiendo a la niña en brazos y haciéndola cosquillas. La pequeña empezó a reírse mientras se intentaba liberar del agarre de la mujer. Esta, al ver que estaban montando mucho ruido decidió parar para no despertar a su marido.

La mujer volvió a sentarse en la silla, y la niña llamada Noa, hizo malabarismos para sentarse en el regazo de su madre.

- Los papas de los niños de mi clase están juntos. Y tienen un anillo cada uno. ¿Eso qué significa? – Preguntó, mirándola a los ojos, esperando la respuesta.

- Que están casados.

- ¿Y por qué se casan?

- Porque se quieren mucho. Cuando dos papas son felices y se quieren mucho, celebran una pequeña fiesta que se llama boda y se ponen los anillos para sellar su amor eterno – Se sorprendió así misma de la frase que dijo y notó como su hija la tomaba de la mano para señalar su propio anillo.

- Entonces Papá y tú también estáis casados porque los dos lleváis anillo – La mujer sonrió al darse cuenta de la agudeza que tenía su hija para fijarse en los detalles. "Tal y como su padre" pensó.

- Si. Papá y yo nos queremos mucho. Un día me dijo que si quería casarme con él y yo le dije que sí. – Recordó el día en el que su marido se arrodillo frente a ella y le pidió matrimonio. Una pequeña lágrima resbaló por su mejilla y Noa se la limpió con cuidado.

- ¿Por qué lloras?

- Porque Papá me ha hecho muy feliz. Estas lágrimas son de alegría cielo.

- Ah. ¿Y cómo de lo pidió? – Volvió a preguntarla. Abrió los ojos y esperó a que su madre hablara.

- ¿Recuerdas a la tía Kate? – Al ver que asentía con la cabeza siguió – Pues ella y yo somos amigas desde hace muchos años. Nos conocimos en la escuela y desde entonces hemos sido muy amigas – Notó como la pequeña se acurrucaba en su regazo y la arropó con sus brazos – Cuando terminamos la escuela nos separamos y estuvimos más de diez años sin vernos.

- ¿Por qué os separasteis?

- Ella se quedó en Nueva York y yo vine aquí.

- ¿Y por qué viniste aquí? – Preguntó, sin dar tregua a su madre. Esta se rio al ver la cantidad de preguntas que la hacía y como escuchaba atentamente la historia.

- Porque el tío Tommy y el tío James estaban aquí.

- ¿Y la prima Annie?

- La prima Annie todavía no. Nacería unos años más tarde.

- Ah. Sigue – La dijo y ella obedeció.

- Un día el destino hizo que nos volviéramos a ver. Llevaba mucho tiempo sin verla y nos teníamos que poner al día.

- ¿Papá y tú ya os conocíais?

- Si, ya nos conocíamos, desde hacía unos cuantos años.

- ¿Y os llevabais bien? – Volvió a preguntar. La mujer se rio ante la ocurrencia de la niña y recordó como empezaron su marido y ella.

- Más o menos. Al principio molestaba mucho, pero luego me acabé acostumbrando a sus trastadas – Prefirió utilizar esa palabra, en vez de incumplimientos de la ley dado que no lo entendería. No todavía - El trabajo nos llevó a Nueva York, donde la tía Kate trabajaba como policía. Tanto Papá como los tíos Wayne, Kim y Grace me acompañaron en el viaje. Entonces descubrí que la tía Kate estaba prometida con el tío Rick.

- El tío Rick – Dijo la pequeña y se rio – Me cae bien.

- A mí también – Aseguró ella con una sonrisa, y siguió con la historia – Cuando terminamos con el trabajo, nos separamos y nosotros volvimos aquí. Pocos meses más tarde nos llegó una carta, invitándonos a la boda – La pequeña se puso las dos manos en la boca como signo de sorpresa y no pudo evitar reírse. Era demasiado cómica – Pedí un descanso en el trabajo para ayudar a la tía Kate a preparar la boda y a encontrar su vestido.

- ¿Papá vino contigo?

- Sí. Papá estuvo conmigo todo el tiempo. No se separaba de mi lado – Dijo y recordó la conversación que oyó la primera noche que pasó en el hospital, después de que todo el asunto de John el Rojo terminara. Lo único que tengo claro es que permaneceré a su lado .Y que haré todo lo que esté en mi mano para protegerles.- Entre los dos, y la ayuda de los amigos de Kate les preparamos una boda perfecta.

- ¿Los tíos Javier y Kevin, y las tías Lannie y Jenny?

- Esos mismos – Sonrió al ver que su hija se acordaba de ellos – Las mujeres ayudamos a Kate con el vestido mientas que ellos se dedicaron a preparar el resto. Kate se probó muchísimos vestidos, y estaba preciosa con todos ellos. Pero encontramos uno que era el perfecto. Los días pasaron y llegó la boda. La tía no podía pararse quieta. Estaba muy nerviosa y emocionada a la vez. Recuerdo que mientras se ponía el vestido, no hacía más que mirar por la ventana para ver como los invitados iban llegando.

- ¿Y el tío Rick no estaba nervioso?

- Al contrario. Castle era el que más nervioso estaba. Cuando yo ya estaba vestida, me fui hacia él e intenté calmarle, pero era imposible – Abrió los ojos y negó con la cabeza para darle más énfasis a sus palabras - Poco después comenzó la ceremonia y todos nos sentamos en nuestros asientos.

- ¿Quiénes estabais?

- Pues Papá, tú y yo estábamos en primera fila.

- ¿Yo estaba? – Preguntó emocionada.

- Si, estabas aquí – La dijo tomando una de sus manitas y colocándola en su vientre.

- También estaban Wayne, Kimbal y Grace, y Kevin, Jenny, Lannie y Espósito. La madre de Rick y la prima Alexis. Y el abuelo Jim. Incluso la jefa de la tía Kate – A pesar de que no era su abuelo verdadero, Jim la había tratado como su propia hija y cuando se enteró de que la mujer iba a ser madre se alegró muchísimo y se dijo así mismo que sería el abuelo - Y también estaban los tíos Tommy, James y la prima Annie – Esperó unos segundos y siguió – De repente todos nos callamos y apareció Martha con Rick del brazo. Iba guapísimo. Llevaba un traje negro que le sentaba genial, y tenía una pequeña flor blanca metida en el bolsillo de la chaqueta. Martha le dejó en el altar, y se puso a su lado mientras intentaba aguantar las lágrimas. El tío estaba muy nervioso, pero su cara se quedó paralizada al ver a la tía Kate aparecer del brazo del abuelo Jim. Iba preciosa con un vestido blanco de palabra de honor, con un broche debajo del pecho. Tenía un poco de pedrería pero no demasiada. Y luego caían capas y capas de vestido hasta llegar al suelo – Aunque la pequeña no había entendido alguna palabra, dejó que su madre siguiera hablando al ver lo emocionada que estaba al narrarlo - Llevaba el pelo recogido a un lado con unos preciosos rizos que caían hasta por debajo de sus hombros y tenía en su mano libre un ramo de flores, que me entregó antes de llegar al altar. Rick no la quitó la vista de encima y cuando llegó al altar y Jim se la entregó, también con lágrimas en los ojos, no pudo evitar sonreír. Los tíos se miraban como si entre ellos hubiera un magnetismo impenetrable, mientras el cura daba su discurso.

- ¿Y luego viene el "Sí, quiero"?

- Si, ahora viene eso – Sonrió, como cada vez que su hija la interrumpía – Pero el mejor momento de todo fue cuando se pusieron los anillos y dijo "Ya puede besar a la novia" Los tíos se besaron, mientras el resto aplaudíamos sin parar. Después el tío Rick tomó a Kate en brazos y cruzó toda la alfombra roja que había entre los dos grupos de asientos mientras nosotros tirábamos confeti, pétalos y arroz. Y cuando llegaron al final de la alfombra Rick la bajó y se volvieron a besar. Nunca había visto a la tía Kate tan feliz como la vi ese día. No había nada ni nadie que la quitara la sonrisa – Miró al techo, recordando el momento – Pero para mí, la mejor parte llegó en el baile. Después del típico baile del novio con la madre y la novia con el padre, la música sonó más alta y el resto salimos a bailar junto a los ya, marido y mujer. Bailé un buen rato con papá y cuando me separé de él para abrazar a la tía y darla la enhorabuena por décima vez aquel día, oí la voz de papá por el micrófono, pidiendo silencio.

- ¿Y qué pasó? - Preguntó entusiasmada mientras apoyaba las manos en su pecho para mirarla mejor.

- Pues fue entonces cuando… - Pero una voz la interrumpió.

- Fue entonces cuando me arrodillé y te pedí matrimonio – Susurró Jane, quien había escuchado toda la conversación desde el marco de la puerta.

Teresa se giró y sonrió al verle vestido solo con sus boxers y el pelo alborotado. Este se acercó a las dos mujeres más importantes de su vida y rodeó a su esposa con los brazos para pocos segundos después darla un tierno beso en los labios.

Noa al ver la escena, se rio por lo bajo mientras se tapaba la boca con sus dos manitas. Le hacía gracias ver a sus padres darse muestras de cariño, pues aún era pequeña y no entendía que significaba aquello.

Tanto Lisbon como su hija estaban tan absortas en la historia que no se percataron de que Patrick había aparecido en la sala y se quedó apoyado en el marco de la puerta prácticamente desde el principio de la conversación.

- Y tu renacuaja – Dijo cogiendo a su hija en brazos - ¿Sabes lo que pasa cuando alguien me despierta? – Imitó una voz malvada y Noa empezó a revolverse en sus brazos.

- ¡No! –Gritó – ¡Cosquillas no Papá!

- ¡Cosquillas sí! – Contestó él y coloco a su hija en la cama mientras se sentaba a un lado y empezaba a hacerla cosquillas.

Teresa observaba la escena, aún sentada en la silla. Eran adorables. La pequeña no paraba de reír mientras se revolvía encima de la cama. Patrick se tumbó a su lado y la atrapó con su cuerpo, impidiéndola moverse mucho. Sonrió al verles. Sonrió al pensar que ahora todo había pasado y su vida no hacía más que mejorar y mejorar. John el Rojo había acabado. Patrick se había convertido en un hombre cariñoso, dulce, y a veces molesto pero siempre con ese toque divertido que le hacía único. Volvía a ser él. Y cada día que pasaba se enamoraba más. La boda de su amiga con el escritor. Su propia boda. El nacimiento de su hija, Noa Emily Jane y del pequeño Alexander Roy Rodgers. Todo había mejorado.

Volvió de sus pensamientos cuando su marido le ofrecía las manos para levantarse. Así lo hizo y se acercó a su hija, quien se había calmado y ya no daba gritos. La arropó con ternura y la besó en la frente.

- Hasta mañana cielo – Susurró y se dirigió a la puerta donde Patrick la esperaba.

Nada más cruzar el umbral de su habitación, el hombre la tomó de la cintura y empezó a besar su cuello. Ella como acto reflejo, giró el cuello para darle más espacio y juntos fueron caminando hacia el borde de la cama. Cuando llegaron, Teresa se giró, sorprendiendo al hombre y le besó. Hundió una de sus manos en los rizos de él y con la otra acarició su mejilla. Patrick por su parte la aferró a él, agarrándola con firmeza con una mano de la cintura mientras la otra la dirigía a la parte baja de su espalda.

- Gracias – Susurró Jane cuando se separaron. Teresa le miró frunciendo el ceño, mientras se mordía ligeramente el labio – Gracias por devolverme la felicidad. Por quererme, por aguantarme todos esos años y por darme a nuestra preciosa hija. Gracias – Finalizó, mirándola a los ojos.

Lisbon respiró hondo y sonrió.

- Gracias a ti por enseñarme lo que significa amar a alguien, y por volver a hacerme sonreír cada día – Jane al oír aquello la abrazó con todas sus fuerzas y entonces vio el momento perfecto – Estoy embarazada – Le susurró al oído. Notó como la agarraba de los brazos y la separaba de él.

- ¿Embarazada? – Preguntó con la voz muy aguda. Ella asintió con la cabeza con una pequeña sonrisa - ¡Embarazada! – Gritó. La besó de nuevo con mucha más ternura que antes y cuando se separaron echó a correr hacia el cuarto de su hija.

Teresa se quedó allí varios segundos, mientras escuchaba a su marido decir a Noa que iba a tener un hermanito. Negó con la cabeza mientras se mordía el labio y empezó a caminar para juntarse con su marido y con su hija. Para juntarse con su familia.


Ahora si que sí, esto se acaba. Espero que os haya gustado el epílogo. Como ya me despedí en el anterior capítulo, simplemente deciros que muchas gracias por leer hasta aquí. Un beso enorme para todos y, ¡Nos veremos en mi próximo viaje!