Descargo de responsabilidad: Harry potter no me pertenece.


Una semana en Francia

Prólogo

El día que las otras escuelas llegaron a Hogwarts, Hermione realmente no sintió una emoción particular. No se fascinó con los hombretones de Dumstrang ni se maravilló con las pulcras y perfectas señoritas de Beauxbatons.

Pero sí le llamó la atención la señorita francesa con su acento fuerte que les pidió la sopera en la cena. Pero fingió toda la indiferencia posible.
La señorita francesa terminó siendo Fleur Delacour. La campeona de Beauxbatons.
Y Hermione clavó su mirada en ella cuando Dumblendore anunció su nombre, registrando para siempre su cabello rubio atado en una coleta, los ojos grandes azules y brillantes, los labios proporcionados y de aspecto suave que sonreían con soberbia... y su andar suave, de caderas balanceándose.
Pero cuando anunciaron el nombre de su mejor amigo, Harry Potter, el encantó se quebró. Y su lealtad y fiereza Gryffindor demandó otras cosas de ellas.
No podía perder el tiempo mirando a hermosas francesas de nariz parada.
Por que sí, Hermione necesitaba una razón para anular a Fleur Delacour en su mente. Aunque ni con eso lo logró.


La primera vez que se encontraron fue en la biblioteca.
Anteriormente, la había cruzado en los pasillos, rodeada de sus compañeras que reían y cuchicheaban en su idioma de una forma tan irritante que Hermione prefería andar con la mirada fija en el piso, sujetando mejor sus libros y apretando el paso. Nunca captó la mirada curiosa de la campeona, que con suficiente disimulo, le daba una rápida pasada a la joven Gryffindor, sonriendo para sí misma.
Y esa tarde en la que Hermione estaba ocupada escribiendo el medio pergamino para transfiguraciones, tardó casi cuarenta minutos en notar a su acompañante en el costado de la mesa.
Si no hubiera sido por que Fleur carraspeó suavemente, la inglesa quizá no la hubiera notado.
Y sus ojos se despegaron casi a regañadientes del pergamino, abriéndose con sorpresa mal disimulada cuando encontraron a la campeona francesa en la silla próxima.
-¿F-fleur?- murmuró torpemente, maldiciéndose luego por su idiotez.
¿Desde cuándo le pasaban estas cosas? ¿No debería serle indiferente?
Las preguntas se anularon al ver a Fleur sonreir encantadoramente, arqueando una de sus cejas con elegancia.
-Chérie,¿cómo puede ser que sepas mi nombre y yo no conozca el tuyo?- dijo ella con su acento francés y una evidente diversión.
Hermione dejó escapar una risita torpe, encogiéndose de hombros.
-Bueno, eres una de las campeonas del torneo, todos aquí saben quién eres.- argumentó la inglesa, desviando su mirada avergonzada nuevamente al pergamino.
-Aún así, no sé tu nombre y creo que no es justo.- indicó la bruja mayor, jugando con una pluma entre sus dedos. Hermione podía sentir los ojos azules observando su perfil, y tenía sentimientos encontrados atenazándole el pecho.
Tras algunos segundos, sintió la mano suave de la bruja posarse sobre su antebrazo y se estremeció internamente.
-Así que... ¿Cómo te llamas?
Hermione levantó la cabeza entonces, sintiéndose una idiota completa.
-Hermione Granger. Lo siento, estaba... pensando en algo.- se disculpó con rapidez, volteándose a mirar a Fleur, que le sonreía complacida.
-'Ermione.- intentó repetir sin mucho éxito y frunció adorablemente la nariz al comprender su torpeza con el idioma.
-Hermione.- volvió a decir la castaña, modulando exageradamente para dar el ejemplo.
Fleur frunció ligeramente el ceño, mirando con atención los labios de la inglesa formando la palabra. Y aquello la hizo sonrojar terriblemente.
La francesa inspiró, asintiendo con decisión y lo volvió a decir:-He...'Ermione.
Y Hermione resopló ahogando una risa, divertida aún más cuando la campeona bufó molesta por su fracaso.
-Casi, con un poco de práctica lo tendrás.- le dijo comprensivamente, y Fleur asintió con resignación.
-En fin, 'Ermione. Espero que no te importe que esté aquí, aunque de hecho ya llevo un buen rato...- explicó suavemente Fleur, y Hermione hizo una mueca de disculpa por su falta de atención.- Es sólo que en la biblioteca del carro hay demasiada gente sobre mí. Aquí encuentro tranquilidad.
Hermione asintió con una pequeña sonrisa.-Además, la biblioteca de Hogwarts es una de las más completas del mundo mágico.- añadió con orgullo.
Fleur asintió en voz baja, pero eso no impidió que la bibliotecaria las mirara ceñuda desde su escritorio por el insistente murmullo.
Aquella fue la primera tarde que ambas compartieron.
Muy pronto, Hermione añoraba secretamente que la francesa llegara para sentarse con ella, leyendo o completando sus tareas. La mutua compañía la hacia feliz y a juzgar por las sonrisas brillantes de Fleur, quería pensar que a la francesa también.


Hermione no comprendió muy bien la reacción de Fleur cuando la vio del brazo de Viktor.
Por supuesto que en algún lugar recóndito, y muy a pesar de sí, se había imaginado como pareja del baile de la mismísima campeón francesa. Pero era ridículo... es decir, ¿por qué querría Fleur ir al baile con ella? Si después de todo, no eran más que conocidas que disfrutaban la mutua compañía mientras hacían sus labores escolares. Casi como buenas compañeras, aunque a Hermione le gustara pensar que eran en algún punto amigas.
Pasó una semana hasta que la rubia volvió a aparecer en la biblioteca, y por unos horribles minutos, Hermione pensó que seguiría de largo. Pero Fleur volvió a sorprenderla, sentándose a su lado con una de sus maravillosas sonrisas y saludándola con ese acento suyo que era cada vez más suave en su pronunciación del inglés.
Pensó en preguntar qué le había sucedido, si se habría enojado con ella por alguna razón. ¿Quizás le gustaba Krum? ¿O sería que...?
Sacudió la cabeza para alejar esos pensamientos y se concentró en su pergamino. Se sentía más tranquila ahora que la belleza rubia estaba a su costado, feliz de volver a tener su presencia cerca.
Hermione estaba demasiado concentrada en sus pensamientos como para notar la mirada brillante de Fleur, que observaba el cambio de sus expresiones con total fascinación.


La tercera prueba llegó y con ésta, el caos...
Harry apareció frente a los ojos de todos los presentes aferrado al cuerpo sin vida de Cedric, con el terrible anuncio sobre el regreso del señor oscuro.
Y Hermione encontró a una aterrada Fleur en la tienda de campaña de los campeones.
Juntas lloraron por la muerte de Cedric.
Hermione temió por Harry, por Ron, por sus padres y por todos sus seres queridos que estaban en peligro inminente a partir de ese fatídico día.
Cuando pensó en Fleur, en parte triste porque la bruja francesa se marcharía en poco tiempo. En parte aliviada de saber que estaría más protegida en su tierra natal.
Pero por esa noche, se contentó con el abrazo y el consuelo mutuo.


Cuando volvió a ver a Fleur, habían pasado unos cuantos meses y unas cuantas cartas desde su despedida en Hogwarts.
La bruja francesa había llegado para unirse a la Orden. Y la tarde que llegó Hermione reconoció su voz desde la planta alta, casi corriendo hacia las escaleras para comprobar que no fuera una alucinación auditiva.
Y allí estaba Fleur. Que le dedicó una pequeña sonrisa de pasada, mientras seguía a la señora Weasley hacia el comedor.
Hermione fue feliz de recuperar sus tardes de lectura, donde ambas se sentaban en silencio una al lado de la otra en el sofá polvoriento de la biblioteca en la casa Black.
Algunas tardes, se dormía sobre el regazo de la bruja francesa, que distraídamente jugaba con su melena castaña desordenada.
-Chérie, no creo haber visto nada más adorable que tu melena de león.
Eso era lo que Fleur solía decirle, y las primeras veces, Hermione no supo cómo tomar aquello. Pero la sonrisa enternecida de la bruja mayor calmó toda posible reacción negativa.
Hermione se pasó todo el año lectivo en Hogwarts extrañando aquellas reuniones. Y su único consuelo fue por mucho tiempo las cartas y alguna que otra visita en Hogsmeade.
Aunque no quisiera admitirlo, a veces la extrañaba tanto que le era doloroso, como una espina clavada constantemente en el corazón.


Por alguna razón, el mundo de Hermione cayó a sus pies cuando se enteró lo serio que era el asunto de la sangre veela.
Porque Fleur, aún siendo un cuarto veela, también daría algún día con quien fuera su compañero de por vida. Las veelas sólo se enamoraban una vez en su vida.
Y eso fue lo que más le dolió...
La tarde en que escuchó casi por error la conversación entre Bill y Fleur, justo cuando ella le decía que ya lo había encontrado.
Hermione sabía que debía sentirse feliz por su amiga. Pero no podía.
Y ahogada en el sentimiento de pérdida, se dio cuenta que estaba enamorada de Fleur Delacour, y que probablemente, lo había estado durante mucho tiempo.
El problema era que Fleur seguramente amaba a alguien más. Al menos, Hermione esperaba que el tipo con suerte tuviera la decencia de hacerla feliz.


Cuando la guerra terminó, Hermione se encontró con que debía no sólo ayudar a reconstruir la sociedad mágica, sino que debía reconstruir su propia vida.
Tardó unos cuantos meses en encontrar a sus padres y explicarles toda la situación, aún entonces, los tres hacían un gran esfuerzo por fortalecer los lazos familiares.
Sin embargo, Fleur estaba fuera de la cuestión, pues después de aquel descubrimiento, Hermione había decidido alejarse de la bruja francesa, y debió hacerlo en pos de algo más grande que su propio corazón roto, porque Harry la necesitaba para derrotar a Voldemort.
Y Hermione se enteró que la francesa había ido a pasar la navidad a casa de los Weasley, sin embargo, ella decidió quedarse con su pequeña familia, tras entender lo mucho que los había extrañado.
Se consoló pensando en que Fleur no se daría cuenta, feliz como estaría de recurrir a la reunión del brazo del apuesto hombre al que amaba.


Fue Bill Weasley quien le dió la noticia.
Fleur había concurrido a la reunión sola, y además, había preguntado por ella.
La castaña se alegró de saberlo, pero su mente lógica y realista le dijo que seguramente habría sido por educación, quizás en memoria de su extraña amistad.
Y Bill entonces dejó caer la bomba.
-¿Sabías que las veelas tienen un sólo amor? Algo sobre ser compañeros de por vida...- mencionó el hombre pelirrojo, sonriéndole con empatia.
Hermione asintió pensativa, recordando aquella tarde en que oyó lo que no debía.
-Fleur ya ha encontrado la suya.- siguió Bill con aire casual.
La castaña volvió a asentir, sin quitar los ojos de su libro.
-Y esperaba encontrarla en navidad.
Hermione levantó la cabeza entonces, arqueando una ceja con interés.
-Es una lástima que no estuvieras ahí, Mione. En fin, debo irme, te recuerdo que la reunión de la Orden es mañana.- finalizó el mayor de los hermanos Weasley, dándole una última sonrisa antes de desaparecer.
Fleur debió regresar a Francia por un asunto familiar esa misma noche.
Quizá por eso Hermione decidió a la mañana siguiente que entonces debería ir a Francia a buscarla.


Hola! les traigo esta historia, que será pequeña, sé que esta especie de prólogo tiene muchos saltos temporales, pero era necesario para darle un "piso" a todo. Ahora, serán efectivamente siete días los que estará Hermione en Francia, quizás dos días por capítulo, ya lo veré.

Pero para saber si la idea es buena, quisiera leer sus comentarios! qué se imaginan que irá a suceder?

Hasta la próxima!

PD. el próximo cap de mi otro fic será subido entre mañana y el viernes, lo prometo, ya está prácticamente listo.