¡Penúltimo capítulo de Baile de invierno inusual!


Las clases finalizaron sin ningún tipo de percance, desde luego, volver a las clases después de un día tan intenso y tan relajado a la vez era querer morirse en la primera hora. De no ser por lo poco que habían hecho, de seguro hubiesen acabado castigados por no prestar atención, o peor, dormirse.

Aún no había encontrado el momento en el que pudiese acercarse a Draco, no se había movido de su sitio en ningún momento. Por unos segundos en los que cambiaron de sitio, temió una escena allí en medio, pero al contrario, pasó por su lado sin más, sin si quiera mirarlo, dejándolo atónito. Salió por la puerta sin si quiera verlo. Bueno, quizás no quisiese hablar del tema. Apretó la corbata dentro de su bolsillo exhalando con tranquilidad, pues nada, que no sabía cuando...

Notó un tirón de su túnica haciéndolo perder el equilibrio, estando a punto de caer de espaldas contra el suelo.

- ¡Ugh!- Murmuró algo aturdido al chocarse contra una columna, miró a la persona que lo hizo y tragó saliva.

- ¿Se puede saber qué pasó ayer?- Frunció el ceño cruzándose de brazos.

- Te tengo que devolver ésto.- Murmuró sin saber cómo se iba a tomar aquello, sacó la corbata de su bolsillo tendiéndosela, y como esperaba y seguramente ya se lo intuía, nada de bien fue el resultado.- Draco, espera.- Alzó las manos tratando de detener la retahíla de insultos que intuía escupiría, si su rostro había sido sereno e impasible durante todo el día, ahora derrochaba enfado y odio.

- ¿Por qué aceptaste entonces?- Su voz sonaba vibrante y sinuosa, cogiéndola como si sintiese repulsión por haberla tocado.

- Lo siento Draco, no debí de haber ido contigo... Estaba confundido y... No era lo que quería.- Lo miró sin que las palabras que había ensayado salieran de su boca, al contrario, improvisó en el momento de la verdad.

- ¿Querías reírte de mí o algo?- Lo tomó del cuello de la túnica con fuerza, aquella situación le recordaba al día en que Draco le declaró su amor... Solo que todo era al contrario.

- No Draco, es cierto.- Dejó que lo agarrase unos segundos a ver si así desistía.- Lo siento.- Se disculpó de nuevo como pudo.

- ¿Y por qué iba a confiar en ti ahora? ¿Eh?- Siseó entre dientes con las cejas levantadas.

- No te mentí en ningún momento Draco.- Frunció el ceño muy seguro de lo que decía.- Yo en ningún momento te dije que estuviese enamorado de ti.- Se arrepintió al momento de haber dicho aquellas palabras de aquella forma.- Lo siento...- Trató de disculparse, su cara era indescriptible, una mezcla de rabia, tristeza y decepción.

- Sí, ya me dijo Lunática las mismas palabras de tu parte.- Bien, si en algún momento había tenido remordimientos se acababan de marchar, aunque por un lado no podía dejar de pensar que estaba así por su culpa, que quizás pudiese haber cambiado con él.

- No vuelvas a llamar así a Luna delante mía.- Se zafó de su agarre apartando sus brazos rápidamente de él.

- Oh, lo siento, ¿me perdonas?- Le hizo ojitos a la vez que morritos girando unos segundos la cabeza.- ¡¿Tan fácil te crees que es?! ¡Me dejas ten ridículo!

- ¡Ya te he dicho que lo siento! ¡No puedo hacer más!- Levantó el tono de voz comenzando a enfadarse él mismo, ¿qué narices quería que hiciera?

- Eres un miserable Potter.- Siseó con asco en el tono.- Tus padres están bien dónde...

Como un acto reflejo, como si una parte se despertase en aquel momento, como si lo hubiese deseado durante tanto tiempo alzó uno de sus manos golpeando con fuerza la cara de Draco sin titubear con real rabia albergando sus ojos.

- No todo es como tú quieras siempre.- Espetó sin más observando sus ojos atónitos e incrédulos llevarse una mano a su mejilla. Hacía mucho tiempo que se había merecido aquello, lo pretencioso y egoísta que era, no se había merecido aquello, pero tampoco él se merecía éso solamente por ello.

- Malnacido.- Lo insultó precipitando un puño contra su cara, en ningún momento esperó aquel movimiento y se dio contra la columna que tenía a sus espaldas.

Gimió levemente llevándose ambas manos a la nariz para notarse ésta chorreando sangre, se mareó por el golpe unos instantes y agradeció haber chocado contra la columna para poder apoyarse en ella. Lo tomó de la túnica ensangrentada pero el moreno ardiendo de ira por aquel golpe, aprovechó el momento para asestarle de su parte un fuerte golpe en la mandíbula y obligarlo a echarse hacia atrás. 'Si tu varita no te funciona... Siempre puedes darle un buen puñetazo' Recordó aquellas palabras tan claras como el agua. Ahora de su labio brotaba abundante sangre. Pudo notar el miedo del rubio, era un cobarde, y él era más fuerte que él.

- Prepárate.- Sacó su varita sin conseguir cortar la hemorragia que tenía en el labio.

Abrió los ojos un poco notando que no tenía su varita en el cinto. ¡Joder! ¿Qué había hecho con la varita? No recordaba haberla sacado en todo el día. Y allí se vio. Indefenso frente a su adversario con su arma en mano, él desnudo de protección mirándolo con impotencia y real desesperación sin poder moverse ya que no serviría de nada, deseando que Draco entrase en razón.

Frente a sus ojos agitó la varita y entreabrió la boca para soltar algún hechizo.

-¡Taranta...!-

- Atrévete a terminar de pronunciar el hechizo y me veré obligado a suspenderos a los dos.- Serio, firme, templativo, y aún más, severo. Se dispuso a un paso de quedar entre ellos. Miró a ambos unos segundos evaluando la situación. ¿Pero qué había pasado allí? ¿Por qué estaba Harry herido?

Desde luego, acababa de ver un haz de luz en el cielo, un ángel vestido de negro.

- ¡Pr... Profesor, él me atacó, solo me estaba defendiendo!- Guardó con rapidez su barita mirando con miedo al profesor.

- No permitiré enfrentamientos con desventaja... Malfoy.- Pronunció cada palabra con desdén y algo de asco por la situación.- Vaya a curarte éso.- Le ordenó acercándose hacia él.- Luego hablaremos usted y yo.- Acercó su rostro al de Draco tomándolo con una mano del cuello de su túnica y lo empujó hacia atrás, asustando al joven que salió corriendo como la vez pasada.

- Usted, venga conmigo.- Le hizo un rápido y tosco movimiento con el brazo comenzando a andar delante de él. Joder, no sabía si había sido un ángel o un castigo real. No quería que lo viese así.

No medió palabra hasta que llegó a su despacho. Entró evocando recuerdos y algo nervioso cerró la puerta después de que ambos entrasen.

- ¿Me puedes decir qué diantres ha pasado?- Le exigió más bien cruzando los brazos y alzando una ceja. ¿Pero Draco no estaba enamorado de Harry? No entendía a los adolescentes de aquella época, un día velaban los vientos por alguien y al día siguiente tal sentimiento desaparecía.

Vale, debía de admitir, que aquella situación aunque le siguiese imponiendo muy levemente, le producía toda la risa que pudiese resonar en el castillo. Siendo regañado por su pareja, aquellos años si que iban a ser divertidos.

- Severus, yo no hice nada.- Habló por fin restregándose la manga de la túnica por la nariz para retirar la sangre, le había hecho bastante daño el imbécil.- Solo le pedí perdón por dejarlo plantado la otra noche, le dije que me había malinterpretado y bueno, creo que el resto de la historia es fácil de ver.- Explicó señalando su nariz a la par que rodaba los ojos, le dolía bastante, pero las había tenido peores.

Severus se quedó allí mirándolo con algo de enternecimiento, que obviamente no dejaría mostrar. Se había peleado por él. Luego fue consciente de ése pensamiento tan adolescente y se regañó a sí mismo. Sí que tenía coraje y carácter para enfrentarse al chico a pleno día en los pasillos, o también estupidez. Si no hubiese pasado por allí... ¿Qué habría pasado? No quiso pensarlo, realmente le asustaba el pensamiento. Ya había perdido una vez de aquella manera a alguien, un pequeño escalofrío le recorrió inevitablemente.

- De no ser porque y...- Por primera vez, Harry se atrevió a cortarlo mientras aún se quitaba sangre.

- De no ser porque mi varita ha desaparecido, lo hubiese mandado al hospital.- Frunció el ceño enfadado consigo mismo por no haberlo podido hacer.

- Vaya, y pensar que hacía unos días...- Insinuó acercándose al muchacho.

- No. Rotundamente no.- Negó abriendo un poco más los ojos, Draco era su enemigo, eso fue lo que siempre debió de ser.

- ¿Seguro?- Insistió dando otro paso hacia él.

- Oh sí, a toda persona que me gusta le doy un puñetazo.- Hablaba con rapidez y sarcásticamente mientras movía ambas manos.- Ven aquí Severus, te tengo que dar uno.- Añadió tan rápido que realmente no se dio cuenta de lo que dijo y sus mejillas se tiñeron de un rojo un poco más apagado que la sangre que aún tenía.

Se acercó ya casi pegado a él sosteniéndole la mirada. Bueno, realmente, le debía una a Draco. De no ser por la confusión que él había creado... ¿Se habría dado cuenta alguna vez de lo que Severus le hacía sentir?

- Aún te sangra la nariz.- Murmuró levantando en una mano su varita hacia su nariz.- Episkey.- Agitó suavemente ésta y Harry pudo sentir como la nariz se colocaba en su sitio, agarrándosela con ambas manos al sentir el dolor, pero la sangre dejó de salir.- No vuelvas a preocuparme de ésa forma.- Le advirtió denotando cierta molestia tendiéndole desde aquella corta distancia un pañuelo sin la varita ya en la mano.

- Sí Sev.- Asintió enrojeciendo de nuevo, el dolor desistió y se limpió la sangre restante.- Lo siento.- Se disculpó por haberle molestado, en cualquier otro momento, no le hubiese importado lo que hubiese sucedido, ahora mismo estaría castigado hasta que pudiese graduarse en Hogwarts, sin embargo, le había escuchado y dado la razón. Lo mejor de todo, le había preocupado y se lo había dicho claramente. Escuchó cómo Severus dejó escapar el aire lentamente por la nariz.

- Debes tener más cuidado Harry, no siempre estaré para protegerte.- Torció un segundo el rostro evocando situaciones pasadas. En el partido de Quidditch le salvó la vida del profesor Quirrel. Frente a Remus se interpuso primero entre ambos y después protegió a sus dos compañeros, Ron y Hermione. Al decirle a Dumbledore su paradero cuando trató de salvar a Sirius... Le había salvado la vida en múltiples ocasiones pero... ¿Qué sucedería si algún día no estaba? ¿Qué sucedería si... no podía hacer nada un día?

- Severus.- Lo llamó mirando sus ojos perla algo afligidos.- No tienes que protegerme siempre, porque no podrás hacerlo.- Ascendió su mano hasta su hombro para apretárselo levemente, ése era un hecho que nadie podría cambiar.- Sabré cuidarme por ti en ésos momentos.- Le aseguró mirándolo fijamente subiendo la otra mano para colocarla en su cuello.- Y tendré cuidado.- Le concedió acariciándolo con su dedo pulgar un segundo, a él no le importaba expresar sus sentimientos, y parecían tener un efecto positivo y de confianza en su Severus.

Él no podía prometerle que sabría responder a cada palabra de cariño. Ni que aprendería a hacerlo en poco tiempo o que si quiera aprendería aunque sabía que lo haría. Mucho menos que sabría cómo tratarlo siempre. Tampoco poder tratarlo bien frente a sus clases y sus otros compañeros. Pero Harry, ya lo sabía, aunque Severus no estaba del todo convencido de su entendimiento.

- ¿A pesar de todo lo que pueda pasar?- Preguntó simplemente escuchando sus palabras muy atentamente en busca de un punto sin retorno que acababa de tomar

- Siempre.- Susurró en una especie de promesa que necesitaba su reciprocidad aunque ya estaba seguro de ella. Dejó que lo arrimase a él para mirarlo desde aún más cerca y finalmente, besarlo, regocijado en felicidad.

Sabía que aquello era más difícil para él, que nunca había demostrado una si quiera muestra de cariño gratuito más que su lealtad por Dumbledore, y excepto aquella última parte, se lo había dicho personalmente con anterioridad al menor, y a pesar de ello... "Siempre." Escuchar ésa palabra, probablemente jamás la hubiese tomado por significado tan importante como lo que era, era lo que nunca había esperado escuchar y lo que hacía mucho tiempo, tantos años aunque su memoria recordaba perfectamente, había negado. Hundió sus labios aún más intensamente, sin separarlos, únicamente dejando que los sintiera. Que sintiera lo que no podía decirle: Su siempre, que él siempre estaría ahí también para él. Como desde que entró a Hogwarts.

Siempre era mucho tiempo. ¿Quién establecía cuánto duraba un siempre? Ellos mismos lo harían, porque ahora sabía, que ambos querían lo mismo y había conseguido que Severus creyese en su siempre y le ofreciese otro de vuelta, que sin duda aceptó en un alarmante beso cargado de chispas.

Ahora tenía algo más que el escudo que Lily le había dado a su hijo y del que más de una vez había sido testigo tanto presencial como narrado por el mismo Dumbledore, podría quizás no ser tan fuerte, pero él le proporcionaría su propio escudo, su propia protección. Él mismo.

Los besos continuaron tan intensos como querían recibirlos, cargados de promesas que no hacían falta pronunciar para poder tocarlas en suaves melodías. Las manos de Harry olvidaron que en ése mismo momento tenía clase y se adentraron bajo la camisa del profesor, acariciando con fiereza cada pliegue de su piel. Las manos de Snape también lo olvidaron, más bien, no le importó que su alumno y pareja faltase un día. Rápidamente le quitó la chaqueta aproximándolo sin separarse de sus labios hacia una de las esquinas más escondidas de su despacho. Cumpliría su castigo allí mismo, aunque claro, más que castigo...


- Ron, ¿y el señor Potter?- Preguntó la profesa alzando una ceja hacia el asiento vacío de su compañero.

- En el despacho del Profesor Severus Snape.- Tragó saliva desviando la mirada nervioso.

- Está bien.- Asintió volviéndose hacia su escritorio con elegancia.- Abrid el libro por la página 159.

"Si supiese lo mismo que yo y lo que están haciendo allí, no diría está bien." Se mordió el labio inferior y siguió atendiendo, sabía que ésta no sería la primera ni la última vez que Harry faltaría por... Sacudió la cabeza levemente. Sí, mejor no pensarlo, "estaba bien". A todo aquello... ¿Y Zabini?


Espero que les haya gustado y ya saben donde encontrarme... ¡En reviews!

¡Un saludo y hasta pronto!