Harry potter y sus personajes son propiedad de JK Rowling


La luna y su luz exponen la fría aflicción
que te embarga en el corazón
Desesperación es lo que el futuro intuyó
y cohabitan en la oscuridad

Enigmática señal del secreto que debo cargar
Pálida noche azul caminando en silencio

Cover-Lacrimosa / Kalafina


prefacio

Sus pasos cada vez se tornaban más lentos y pesados, el cuerpo le dolía horrores pero no se detendría, se obligó a continuar y cuando al fin pudo salir lejos de las protecciones desapareció. Sintió como su cuerpo entero era engullido por un tubo y el terrible dolor se hizo más intenso aún, cayó fuertemente contra el suelo y se quedó allí unos momentos, las fuerzas le habían abandonado y se veía incapaz de levantarse, oyó ladridos y un sonido que le comprobó se hallaba en el Londres muggle. Al menos estaba a salvo, temporalmente.

Suspiró con alivio pero aquello solo causo más dolor, con un último esfuerzo cambió el color de su cabello, sus ojos, las facciones de su rostro… no quería que nadie lo reconociera. Alzó su mano y se apoyó en una pared cercana, estaba en un callejón; obligó a su cuerpo a sostenerlo, dio un par de pasos y salió de aquel callejón pero al terminar la pared cayó al suelo nuevamente, la incesante lluvia le lavó un poco la sangre del rostro y el chico quedo tendido en la acera, un grupo de muggles le rodearon y los oyó gritar, pero ya nada le importaba. Intentó con todas sus fuerza no caer en la inconciencia pero le fue imposible y lo único que pudo hacer fue aferrar con fuerza a aquel trozo de medallón, era lo único que le quedaba, lo único que lo conectaba con "él".

Harry, Harry… perdóname susurró y se dejó arrastrar hacia un mundo oscuro aún recordando los ojos verdes que lo miraban con tristeza. Una leve esperanza de sobrevivir y volverlo a ver era a lo único que se podía aferrar…


Gemelos

En la sala de un hospital tres hombres esperaban ansiosos, el más calmado era uno de cabellos castaños y varias cicatrices, sus dos amigos pelinegros eran los que daban vueltas y más vueltas en el corredor, uno de ojos marrones y el otro de inusuales ojos azules que destellaban cada vez que daba una vuelta.

—Sirius, tranquilo, comprendo que James este así de inquieto ¿pero tú? —comentó Remus algo cansado del constante paseo de esos dos.

—Si supieras —susurró el de ojos azules.

Finalmente, la puerta se abrió y una sanadora sonrió ante las caras expectantes de los tres hombres.

—Ya han nacido —dijo la mujer.

—¿Podemos pasar? —preguntó el de ojos chocolates.

—En un momento.

—Soy padre —dijo James— ¡YA SOY PADRE! —gritó fuertemente en medio del pasillo.

—¡James! —lo reprendió Remus.

Unos minutos después salió otra sanadora y les indicó que podían pasar, los tres hombres se miraron e ingresaron en la habitación, en la única cama yacía una hermosa mujer de cabello rojo y ojos verdes, lucía cansada pero feliz, James sonrió más si era posible y se acercó a su esposa.

—Míralos James, son hermosos —dijo la Lily dejando ver a dos bebes perfectamente envueltos.

—Mis hijos —y James se fue al suelo.

Sirius rió al ver como su amigo, "el gran auror Potter", el"valiente" Gryffindor y uno de los merodeadores, caía desmayado de la impresión.

—Son hermosos Lily, felicidades —dijo el pelinegro de ojos azules pasando sobre su desmayado amigo– ¿me permites alzarlos? —preguntó tímidamente.

La pelirroja asintió y Sirius con cuidado tomó a uno de los niños, sus ojos azules vieron con curiosidad al pequeño pero el bebé se removió en sus manos intentado alejarse, algo decepcionado Sirius se lo devolvió a su madre, entonces se fijó en el otro bebé, los ojos verdes similares a los de Lily lo veían con curiosidad más no con miedo, el pelinegro sonrió, al fin lo había hallado.

—Oye, no acapares a mis hijos Sirius, consigue los tuyos —la voz divertida de James lo devolvió a la realidad.

—Creí que querías seguir comprobando que tan confortable era el piso —respondió el pelinegro de cabello largo.

—Ya, ahora si me permites, quiero ver a esos dos futuros merodeadores —alegó James y sacó a Sirius del camino.

—¿Y cómo se llamaran? —preguntó Remus.

—Harry y Christopher Potter —dijo el orgulloso padre.

Después de despedirse de la pareja Sirius y Remus se marcharon. Remus a abastecerse de ciertas pociones que necesitaba y Sirius a descansar, pero apenas su compañero salió de su rango de visión el mago despareció, reapareciendo en las afueras de un oscuro callejón, con pasos seguros abrió la puerta y algunas cabeza se giraron para verlo pero todos rápidamente lo ignoraron, el mago que había subido su capucha caminó hacia la barra, intercambió un par de palabras con el dueño del lugar, éste lo miro durante un segundo pero después inclinó un poco la cabeza y lo dejó pasar, el pelinegro ingresó por el pasillo y siguió de largo las antorchas que iluminaban el pasillo, al final había una única puerta que dejaba salir una suave luz por las rendijas, abrió dicha puerta e ingresó a la habitación, dos pares de ojos se posaron en él.

—¡Sirius! –la cantarina voz de la mujer se oyó cerca de su oído.

—Hola belleza —dijo él y se giró para poder encarar a la mujer.

—Hey, dejen eso para después, ¿porqué te tardaste tanto? —inquirió el hombre.

—¡Vald! –protestó la rubia cuando el mago cortó el beso.

—Elizabeth, después se ponen al día, ahora quiero saber ¿qué ha ocurrido?

—Lo encontré —respondió el mago sin poder contener la emoción.

—¿Lo dices en serio? —y en menos de un segundo tenía a Vald a pocos centímetros de su cara.

—Sí, tiene el olor característico de los nosferatu.

—¿Quiénes son sus padres? ¿Cuántos años tiene?

—Apenas nació hace unas horas y sus padres son dos magos; un sangre pura y una hija de muggles.

—¿Los conoces? —inquirió la mujer.

—Así es, son mis dos amigos, pero eso no es todo tiene un hermano, gemelo.

Elizabeth se alejó e intercambio una mirada con Vald, el mayor suspiró y volvió a posar su mirada en el mago, luego en la nosferatu.

—Sirius, por ahora no hay ningún peligro pero dado que eres cercano a la familia quisiera que vigilaras al chico, puede que llegue un momento en que el muchacho tenga un despertar brusco y quien resulte afectado probablemente será su hermano ya que será el más cercano, debemos evitar a toda costa que el chico provoque una masacre como nosotros una vez lo hicimos —dijo el conde.

Elizabeth suspiró, hasta ese momento cada nosferatu que había despertado había ocasionado alguna masacre que después se transformó en leyenda, Amon con su despertar diezmó dos ciudades enteras antes de que Taiki lo frenara y se transformara en el primer vampiro de aquella raza; Vald despertó en medio del fulgor de una batalla, acabó con el ejército contrario y también con sus propios subordinados, sodomizó los cuerpos y creo la leyenda de "Vald el empalador". Y aún en la actualidad se oía de él como el despiadado conde Drácula. No mucho tiempo después Elizabeth creo otra leyenda: "la condesa sangrienta" que atormentó durante varios años a los pobres pueblos que tenía bajo su mando.

Ambos nosferatu no querían que la historia se repitiera, el joven que aún no había despertado debía tener un despertar más tranquilo y no tener por siempre el cargo de conciencia de haber masacrado inocentes.

—Estaré cerca de él —dijo Sirius mostrándose serio.

—Bueno, ya que todo está solucionado me marcho —dijo Vald.

—¿Aun piensas irte? —protestó Elizabeth.

—Lizy, hablamos de mi hija, jamás podría dejarla sola, no ahora que se dónde está y que puedo encontrarla…

—Pero Amon dijo…

—Sé que él tiene todas las mejores intenciones, pero no puedo sólo esperar, debo encontrarla, se lo debo a Morgana…

—Bien, cuídate —susurró la rubia.

—Ustedes también tengan cuidado —el conde desapareció en una nube de niebla.

—Nosotros creo que deberíamos ir poniéndonos al día Padfoot, hace varias semanas que no has venido y me has tenido abandonada…

—No se diga más —susurró el mago.

Los pequeños Potter fueron casi iguales durante su primer año de vida, más al cumplir los dos años se empezaron a notar las diferencias: el pequeño Harry era más pálido que su hermano y su cabello castaño oscuro poco a poco se fue tornando más oscuro hasta volverse completamente negro, pero su mirada verde aún era muy similar a la de su madre; por otro lado Christopher tenía el cabello cada vez más claro y su piel adquirió un tono bronceado. Ambos niños era la adoración de sus padres pero conforme fueron creciendo las diferencias se hicieron más notables, los ojos verdes de Harry poco a poco se tornaban más afilados, casi como los de un depredador, mientras que Chris empezaba volverse demasiado apegado a su hermano.

Pero todo fue bien hasta que ambos niños cumplieron los seis años, Lily empezó la educación mágica de sus hijos más Harry no parecía poseer ninguna habilidad mágica, por el contrario Chris tenía talento y una mente abierta que rápidamente captaba y aprendía a gran velocidad, era talentoso en pociones y en encantamientos básicos. Harry, muy al contrario estaba más interesado en los deportes muggles y en hacer amigos, ambos padres tenían que admitir que Harry era muy sociable, en pocas horas era capaz de conseguir infinidad de amigos.

Una tarde. Dumbledore llegó a visitarlos, con una sonrisa satisfactoria observó los avances de Chris.

—¿Y dónde está Harry? —preguntó el anciano al no ver al otro niño.

—Harry no quiere aprender magia, se le hace muy difícil entender la teoría y prefiere pasar su tiempo con los vecinos —respondió James.

—Qué curioso…

—Es un niño, es normal que quiera pasar tiempo con los demás niños —intervino Sirius.

— ¿Crees que Harry tal vez sea un squib? – preguntó Dumbledore.

—No lo sé, no me molestaría pues es mi hijo y lo amo pero…

—Aún no lo sabemos James, aún hay que esperar –lo cortó Lily.

—Tienes razón —respondió él.

Dumbledore desde aquel día mantenía los ojos en ambos gemelos, no quería perderse de su crecimiento y tal como lo sospecho Chris tenía talento natural para la magia, por otro lado Harry prefería la educación muggle y las artes oscuras pero cuando cumplieron los diez años Chris ya había hecho magia accidental en varias ocasiones y Harry no, los Potter se inquietaron pero aun guardaban la esperanza de que su hijo tal vez hiciera magia accidental y les demostrara que era un mago.

—Harry –lo llamó el castaño de ojos marrones una mañana.

—¿Qué pasa Chris?

—¿Cuándo le dirás a mamá y papá que también eres un mago? —preguntó el castaño mirando a los ojos verdes de su hermano.

—Chris, prometiste nunca decirlo —protestó el pelinegro.

—Lo sé, pero en solo un año más las cartas de Hogwarts llegarán y ya no podrás ocultarlo –protestó a su vez.

—La carta para mí no llegara ya que los squib no asisten al colegio de magia.

—¡Pero eres un mago!

—Chris, lo que yo hago es considerado magia oscura, ya viste la cara de papá cuando nos encontró leyendo sobre pársel.

—Sí, pero, él comprenderá y...

—No Chris, no asistiré a Hogwarts, Sirius me ayuda en eso y yo confío en que nunca le dirás nada de esto a nadie –los ojos verdes de Harry estaban fijos en los marrones de su hermano.

—Sabes que puedes contar conmigo —respondió el castaño.

—Por eso eres mi hermano favorito —comentó el pelinegro.

—Muy gracioso, además soy tu único hermano —rió el castaño rodeando con su brazo el cuello del pelinegro.

Un año después. Chris tenía una gran sonrisa mientras mostraba su carta de Hogwarts a sus padres, James estaba orgulloso y Lily muy emocionada, Harry le sonreía de forma sutil, James entonces volteó a ver a su otro hijo, la decepción en sus ojos fue imposible de disimular y Harry intentó sonreírle pero en eso quedó, un simple intento.

—Bueno, ya que tienes tu lista de materiales para asistir a Hogwarts, tendremos que hacer una visita a al callejón Diagon —dijo Lily intentando aligerar el tenso silenció entre Harry y James.

—Sí, tienes razón, llamare a los Weasley, seguro Ron también recibió ya su carta —sugirió James.

Una hora más tarde los cuatro Potter llegaron al Caldero Chorreante donde la matriarca Weasley los esperaba acompañada de sus dos hijos menores, Ron corrió hacia Chris, y Ginny se sonrojó cuando Harry la vio y le sonrió, poco después el grupo con Chris y Ron a la cabeza entraban a las diferentes tiendas comprando lo que necesitaban, Harry vio a su hermano divertirse y se alegró por él.

—Harry ¿podrías ir a la boutique de Madame Malkin?, hace unos días le pedí algunos juegos nuevos de túnicas para Chris y para ti –pidió su madre.

—No hay problema —respondió Harry, dio la vuelta y se marchó hacia la tienda.

Iba muy distraído, realmente no estaba prestando atención cuando ingreso, la bruja lo vio y le sonrió mientras que otra tomaba las medidas de un niño, Harry vio una cabellera rubia pero no podía ver el rostro del dueño ya que el chico estaba dándole la espalda refunfuñado por lo bajo, finalmente la bruja que le tomaba las medidas terminó y se marchó hacia la trastienda, entonces el rubio se giró y sus ojos grises se encontraron con un par de brillantes esmeraldas, ambos chicos se miraron largamente, el rubio sentía que una fuerza extraña le impedía apartar los ojos de esas esmeralda y el pelinegro sintió de pronto la necesidad de acercarse al rubio, todo en aquel niño le llamaba la atención, era como si lo conociera desde hace mucho.

Continuara…

Hola queridas lectoras

a partir de este capitulo creo que hasta el 22o un poco mas voy a ir subiendo de nuevo los capítulos reeditados y corregidos

no habrá cambios gigantescos que alteren la historia solo pequeños detalles así que no se asusten

y claro estos Capítulos no tendrán problemas de ortografía :P

gracias a Shiro por corregirlos :)