¡Hola! ¿Cómo estan? Bueno este es el último capitulo de la historia. Quiero darle las gracias a todos por leerla y acompañarme en esta historia. Espero que les guste.


-¿Ga…Gabrielle?- Xena la movió con fuerza pero la rubia seguía sin reaccionar- Despierta, por favor despierta-susurro mientras la abrazaba contra su pecho. La bardo seguía quieta, con los ojos cerrados y el cuerpo totalmente relajado. Xena la acomodo nuevamente en el piso y se acerco a escuchar su respiración…Respiraba, lento pero respiraba. Se acerco hacia su corazón y este latía pero muy lentamente- ¿Gabrielle?- intento nuevamente la guerrera despertar a la rubia pero sin obtener ningún resultado- Tienes que despertar Gabrielle, por favor, no puedes hacernos esto no ahora. Te amo, estoy enamorada de ti y quiero que estemos juntas por fin, no puedes rendirte ahora. Por favor despierta. ¡Gabrielle!-Xena la sacudió con fuerza mientras dejaba que las lágrimas recorrieran libremente por sus mejillas, su rubia no despertaba y sus signos vitales eran cada vez más lentos. La guerrera la dejo en el piso y puso una manta debajo de su cabeza para luego ponerse de pie y mirar al cielo- ¡AFRODITAA! ¡BAJA EN ESTE MALDITO INSTANTE Y ARREGLA ESTO! ¡AFRODITA!-Xena gritaba desesperada- por favor…-murmuro suavemente mientras caía de rodillas al piso en frente de la rubia.

-Xena-dijo suavemente la diosa mientras aparecía a su lado y en menos de dos segundos tenía una mano en su garganta.

-Despiértala ahora-ordeno la guerrera en un tono amenazante.

-Tranquilízate por favor-pidió Afrodita mientras desaparecía para soltarse del agarre y aparecer en otro lado.

-¡Hace algo entonces! ¡Se está muriendo!

-Te dije que esto podía pasar, que su corazón no resistiría tanto dolor-explico la diosa suavemente mirando como la vida de su humana preferida se extinguía.

-Si si tenías razón en algo, felicitaciones-contesto sarcásticamente la guerrera- ¡ahora arréglalo!

-No puedo hacerlo Xena…esto va más a allá de mis poderes.

-¡Fue tu hechizo!-la acuso la guerrera mirándola totalmente desesperada.

-Si pero no fue solo mi magia, no hay nada que pueda hacer.

-Ella es tu amiga, ella te pidió ayuda porque confió en ti, ella no quería morir Afrodita.

-Lo sé, lo sé. Lo siento Xena-respondió la diosa apenada, se sentía realmente mal con todo eso.

-Por favor Afrodita tienes que hacer algo, yo no puedo vivir sin ella-la guerrera le suplico a la diosa quien solo negó lentamente con su cabeza mientras se arrodillaba al lado de la rubia.

-Ella te estará esperando y luego estarán juntas por toda la eternidad-intento consolar a la guerrera sin resultado. Afrodita acaricio la cabeza la rubia sintiendo como el latir de su corazón se hacía más lento. La diosa sintió algo mojar su mejilla- ¿Qué es eso?-pregunto llevando sus dedos hacia ese sector de su rostro.

-Estas llorando-contesto amargamente Xena aunque algo sorprendida por ver tal muestra de sentimientos en un dios- En verdad te preocupas por ella.

-Es mi amiga. Nunca quise que esto pasara.

-Lo sé… ¿Y ahora qué hacemos?-pregunto la guerrera arrodillándose en el otro lado de la bardo.

-Solo queda esperar.

-¿A que muera?-pregunto Xena destruida.

-Ella está peleando por eso sigue latiendo su corazón aunque sea lentamente, late asi por los sentimiento que tiene por ti, pero no sé si serán lo suficientemente fuertes como para romper el hechizo.

-¿Entonces hay una oportunidad?-la guerrera la miro esperanzada- si Gabrielle rompe el hechizo… ¿despertara?

-Xena…-la diosa no quería darle falsas expectativas, si la rubia estaba luchando pero Afrodita no veía muchas posibilidades de que ganara.

-¿Despertara?

-Teóricamente si pero cada segundo que pasa significa que hay menos oportunidades de que despierte.

-Ella despertara-aseguro Xena y se acerco para hablar en el oído de la rubia- si puedes escucharme…yo te amo Gabrielle y estoy acá esperando por ti, y no me iré, me quedare y esperare por siempre si es necesario solo te pido que despiertes por favor. Te amo.


Todo estaba oscuro, Gabrielle no podía ver nada, no sabía dónde estaba ni lo que había a su alrededor. Todo era oscuridad y dolor, sentía todo su cuerpo agarrotado, tenso y a la vez entumecido. No sentía nada pero a la vez lo hacía y todo era dolor. Comenzó a caminar pero cada vez que avanzaba la oscuridad crecía y la rodeaba; cada paso era como caminar en cemento, no podía levantar los pies, simplemente se arrastraba. Intento avanzar un poco más pero era imposible, dolía demasiado así que se sentó en lo que suponía seria el piso aunque no podía saberlo, la oscuridad era cada vez más grande. Una ráfaga helada la tomo por sorpresa y su cuerpo comenzó a temblar, hacia frio pero no tenía nada con que protegerse. Gabrielle comenzó a llorar suavemente mientras se recostaba en el piso en posición fetal, la oscuridad…el dolor…el frio…todo era demasiado, no había nada que pudiera hacer solo cerrar los ojos y dejarse estar. La rubia cerró sus ojos y dejo que la oscuridad la invadiera, totalmente vencida cuando escucho algo.

-Yo te amo Gabrielle…esperare por siempre…despiertes…te amo.

-¿Xena?-pregunto la rubia confundida incorporándose y mirando para todos lados pero no vio nada. Esa había sido la voz de Xena, estaba segura pero la guerrera no estaba por ahí, todo seguía negro, no veía nada- ¿Xena?-probo la bardo otra vez pero no obtuvo respuesta. Las lagrimas retornaron a sus ojos, la guerrera no estaba ahí para salvarla, nadie podría salvarla; se volvió a recostar sintiendo el frio ingresar nuevamente a su cuerpo, cerró los ojos y se abandono a la oscuridad.

Tienes que llevarme contigo! Enseñarme todo lo que sabes"

"Yo viajo sola"

"Entonces… ¿A dónde te diriges ahora?

"Amphipolis"

"Eso es en Tracia ¿no? Me encanta estudiar mapas y los nombres de los lugares. ¿Qué ruta piensas tomar?

"Ni siquiera lo pienses"

"¿Qué?"

"Seguirme. No quieres verme enojada ¿no?"

Gabrielle se removió inquieta mientras la imagen de su primer encuentro con la guerrera aparecía en su mente. Había pasado tanto tiempo y tantas cosas ya pero seguía tan fresco como si fuera ayer. Recordaba como había aparecido para salvar la aldea y como ella había decido ser como ella, una guerrera; la había seguido con entusiasmo y también un poco de miedo y había logrado que Xena acepte que se quede con ella. Se había sentido tan feliz en ese momento, la rubia sonrió suavemente sintiendo un pequeño calor expandirse por su cuerpo para luego recibir una corriente fría directo en su corazón, los temblores volvieron con más fuerza y la bardo comenzó a llorar.

"Debes prometerme, que si algo me pasa, no te convertirás en un monstruo. Solo hay una forma de terminar con este ciclo de odio, y es a través del amor y del perdón."

"No cambies Gabrielle, me gusta cómo eres…Vete a dormir"

"No, no. Prométemelo"

"Lo prometo"

Gabrielle volvió a sonreír recordando ese momento junto al fuego, Xena le había contado lo que había sucedió con Callisto en su pasado, había confiado en ella; y esa fue la primera vez que tuvo miedo, no por lo que pudiera sucederle sino por lo que haría Xena si eso pasaba. Ella no quería que la guerrera volviera a convertirse en esa asesina fría y despiadada por eso había hecho prometerle eso.

"Vamos Gabrielle. Vas a estar bien"

"Ella no está muerta. No la dejaría morir"

"Vamos Gabrielle, despierta. Me estas asustando, despierta"

"¡Gabrielle despierta, respira y despierta!"

El calor volvió a extenderse con poco más de fuerza. Ella estaba por entrar en los campos Elíseos, veía a sus familiares y conocidos todos esperando por ella, podía sentir la paz y felicidad que emanaba de ahí, le habían faltado unos pocos metros para entrar ahí pero no había podido. La voz de Xena la había hecho detenerse en seco, la desesperación que había sentido en su tono de voz la habían hecho darse vuelta y empezar a caminar hacia el otro lado. Gabrielle se removió recordando como algo intentaba impedirle avanzar hacia la guerrera, una fuerza la llevaba hacia los campos Elíseos pero ella había luchado con toda su fuerza hasta que había sentido el aire ingresar a sus pulmones y había vuelto a respirar con Xena abrazándola fuertemente. No había podido dejarla en ese momento, no podía dejarla ahora.

"Siempre estaré contigo Gabrielle"

Una sonrisa apareció en su rostro sin poder evitarlo; sí, Xena había estado muerta en ese momento pero igual se las había arreglado para presentarse ante ella y además habían compartido su primero beso o así lo veía la rubia porque había sido la guerrera la que había unido sus labios y apretado contra su cuerpo aunque cuando Gabrielle abrió los ojos Autolycus era quien estaba ahí, había sido Xena la que lo había hecho. El calor siguió expandiéndose.

"Tengo la respuesta a tu pregunta. ¿Eres tu quien eres o eres lo que yo he hecho de ti?

"¿Y?"

"Eres Gabrielle…bardo…princesa amazona…mejor amiga. Nadie te hizo así, ya estaba allí. La pregunta es ¿Quién sería yo si ti?"

Su sonrisa se hizo más amplia, se había sentido realmente importante en la vida de Xena, la guerrera había reconocido implícitamente que la necesitaba y la rubia había estado encantada. Su corazón comenzó a latir un poco más rápido, ya no costaba tanto respirar pero la imagen de Xena herida, sola, muerta se atravesó en su mente sin poder evitarlo y la rubia volvió a retorcerse sintiendo como el dolor volvía con más fuerza.

"Hace mucho tiempo acepte las consecuencias de nuestra vida juntas. Que algún día podría llegar esto. Ha llegado. No tengo miedo."

"Tú siempre decías que yo era la valiente. Mírate ahora. Si este va a ser nuestro destino, lo veremos juntas."

"Incluso en la muerte, Gabrielle, yo jamás te dejare."

Gabrielle cerró los ojos con fuerza intentando concentrarse en las palabras de Xena, en sus recuerdos juntas. Xena había estado dispuesta en dar su vida por ella, la rubia se removió, no podía fallarle ahora, tenía que volver. La bardo apretó los dientes y se puso de pie tratando de ignorar el dolor que sentía, tenía que encontrar la salida, tenía que volver con su guerrera. Sus piernas comenzaron a moverse lentamente, no sabía a qué dirección tenía que ir pero confiaría en su instinto. Recordó lo mal que se encontraba en ese momento con el veneno en su cuerpo y como Xena la había cuidado, como se había quedado a su lado por más que sabía que un ejército se avecinaba, no la había abandonado. Ella tampoco lo haría, no ahora.

"Entonces solo una cosa más. Cuando me vaya, no quiero que te sientas culpable"

"Xena…"

"Escúchame. Muchas cosas han pasado entre nosotras el último año y hubo momentos en que ambas estuvimos muy confundidas. Pero quiero que sepas que todavía pienso que eres lo mejor que me ha pasado. Le diste significado y alegría a mi vida, y tu siempre serás una parte de mi. ¿Lista?"

La culpa la invadió recordando ese momento, la guerrera estaba dispuesta a sacrificarse para acabar con su hija, Esperanza, la cual había matado a Solan todo porque ella no había sido capaz de matarla cuando era una bebé; pero no había podido hacerlo, era su hija, no había visto la maldad y había arruinado la relación entre ellas. Sus pasos comenzaron a hacerse más lentos, sus rodillas tocaron el piso. Quizás ella no merecía a la guerrera después de todo.

"Te hice dejar el camino de amor. Es mi culpa"

"Yo tenía una opción: hacer nada o salvar la vida de una amiga. Elegí el camino de la amistad."

"Lo siento por todas las veces que no te trate bien."

"Xena, has sacado lo mejo de mi. Antes de conocerte nadie me veía por quién era yo. Me sentía invisible. Pero tú viste todas las cosas que yo podría ser. Tú me salvaste Xena."

La rubia respiro profundo y apoyo sus manos en el piso para impulsarse hacia arriba, recordaba haber matado un soldado tras otro luego de que Xena cayera al herida. No había ni pensado simplemente había actuado, no iba a dejar que la guerrera muriera, y no se arrepentía. Con las fuerzas renovadas comenzó a caminar de nuevo, su corazón latiendo fuertemente en su pecho, tenía que ver a Xena.

"Deseo…"

"¿Qué?"

"Haber leído tus pergaminos aunque sea una vez"

"Te habrían gustado"

"Lo sé"

Gabrielle se rio suavemente, Xena todavía no había leído ninguno de sus pergaminos, por lo menos no delante suyo. Cuando volviera tendría que obligarla a leer alguno. Quizás podría escribir su historia en alguno, la rubia recordaba que tenia algunos pergaminos con sus aventuras pero no estaban completos, cuando volviera lo haría y luego haría que la guerrera los leyera.

"Gabrielle, tú fuiste la mejor cosa en mi vida."

"Te quiero Xena."

Los clavos se incrustaron en sus muñecas nuevamente, la rubia miro sus manos y vio la sangre correr por ellas, sacudió la cabeza violentamente y volvió a mirar…no había nada pero la sensación de tener los clavos la seguí sintiendo. Dio un paso hacia delante pero no pudo, al mirar hacia abajo vio sus piernas crucificadas y soltó un grito de dolor.

"Bueno, tienes a tu hija de vuelta"

"No, nosotras tenemos a nuestra hija de vuelta."

La imagen de una Xena embarazada vino a su mente, recordó sentir las patadas del bebé cada vez que apoyaba su mano en el vientre de la guerrera. Había estado tan asustada en el nacimiento de Eve, no quería que le pasara a ninguna de las dos. Sonrió mientras se levantaba despacio recordando a la niña, le había cantado, jugado, hecho dormir, abrazado y llenado de besos, Eve era su hija también y tenía que volver por ella también. Con fuerzas renovadas comenzó a caminar, su familia esperaba por ella, el dolor volvió pero ella lo ignoro y siguió caminando, saldría de esto.

"Xena y yo tenemos una conexión. Es más fuerte que nosotras. Somos almas gemelas."

"Xena y yo estamos destinadas a estar juntas. No lo hicimos de esa manera, solo es así."

Gabrielle siguió caminando recordando haberle dicho eso a Brunhilda cuando esta la hacía secuestrado separándola de Xena. La rubia camino con más fuerza mientras su propia voz resonaba en su cabeza repitiendo lo mismo, ellas tenían que estar juntas, eran almas gemelas. Esta vez el dolor fue directo en su corazón pero la bardo no se detuvo, siguió caminando mientras otro recuerdo aparecía en su mente.

"Quiero que cierres los ojos."

"No"

"Confía en mi, por favor"

"No"

"Cierra los ojos"

"¿Qué es esto?"

"Ábrelo. Le pedí a Safo que copiara algo para ti."

"¿Un poema? Safo escribió un poema para mí. No puedo creerlo, Xena…tenias esto planeado todo el tiempo ¿No?"

"Hay un momento cuando te miro… y me quedo sin nada que decir. Mi lengua se quiebra… y el fuego corre bajo mi piel y tiemblo. Y empalidezco porque muero de amor. O al menos eso me parece."

Su corazón comenzó a latir rápidamente recordando ese momento, había sido su mejor cumpleaños y también había sido la primera vez en que ella se había dado cuento de cuan profundo eran sus sentimientos por la guerrera y también la primer vez que se sintió segura en que Xena correspondía a sus sentimientos. Gabrielle sonrió recordando la mirada de Xena cuando ella había leído el poema, había tanto amor en su mirada. Sus manos comenzaron a transpirar mientras la imagen de Xena aparecía en su mente, la había amado y todavía lo seguía haciendo, no iba a rendirse, ellas iban a estar juntas siempre. Sus piernas se empezaron a mover más rápido hasta que empezó a correr, la oscuridad iba desapareciendo a medida que su corazón latía solo por la guerrera; una luz apareció frente a ella y Gabrielle la atravesó mientras un último recuerdo venia a su mente.

"Gabrielle, si solo tuviera treinta segundo para vivir; así me gustaría vivirlos mirándote a los ojos."

"Detén esto. Detente"

"Recuérdalo siempre…te amo."


-Por favor Gabrielle-Xena lloraba sobre el cuerpo de la rubia, su cabeza estaba apoyada en su pecho ya sin vida. Afrodita estaba a su lado con lagrimas en los ojos viendo como su humana preferida perdía la batalla en la que ella la había metido- ¡Regresa!

-Xena…creo que…

-¡Cállate!- la guerrera estaba furiosa- tú no puedes decir nada, es todo tu culpa-el veneno estaba presente en sus palabras mientras levantaba la cabeza para mirar a la diosa.

-Cálmate…Gabrielle no querría esto…

-¿Esto?-escupió la guerrera con odio en su voz.

-No debes entregarte a la oscuridad-dijo la diosa con suavidad.

-Perdí a la mujer que amo creo que tengo derecho a hacer lo que quiera.

-Se lo prometiste…si algo le pasaba…tú…

-Cállate Afrodita porque te mato aquí y ahora-la interrumpió la guerrera mientras se paraba sacando su espada- tú y tu estúpido hechizo son responsables de esto, tienes que pagarlo- la guerrera ataco pero la diosa esquivo su espada, Xena volvió a arremeter pero Afrodita desaparecía y aparecía a su antojo- Maldita cobarde.

-Soy la diosa de amor Xena si quieres pelear llama a Ares.

-Quiero venganza…y solo tú puedes darme eso-dijo la guerrera con la mirada fría como el hielo.

-Lo pro…me…tis…te…

-¡Cállate Afrodita!

-Yo…yo no dije nada-dijo la diosa mirando como Gabrielle abría lentamente sus ojos, Xena siguió su mirada y su espada cayó al piso con un ruido sordo.

-¿Ga…Gabrielle?-no podía ser cierto, la rubia había muerto, ella había escuchado y sentido como su corazón había dejado de latir.

-Lo prome…tiste Xena-dijo la rubia con un poco más de fuerza. La guerrera se rio con suavidad y se acerco rápidamente para envolverla en un abrazo- ibas a romper tu promesa-reprocho la bardo mientras respondía el abrazo débilmente, todavía no se sentía con sus fuerzas completas.

-Lo siento…pensé…lo siento-murmuro Xena en su oído mientras la abrazaba con más fuerza- ¿Puedes levantarte?-pregunto mientras se separaba para observar el rostro de la rubia, el color estaba volviendo.

-Creo que si-contesto la rubia mientras la guerrera la ayudaba a incorporarse pero primero depositaba un suave beso en sus labios dejándola sorprendida.

-Te amo-dijo Xena mirándola fijamente tratando de trasmitirle todos sus sentimientos con una mirada. La rubia sonrió mientras sentía como su corazón se aceleraba de felicidad.

-Yo también te amo-Gabrielle se acerco y la beso lentamente disfrutando del momento, los labios de la guerrera se movían con los suyos conociéndose nuevamente, la rubia recordaba los besos que se había dado aunque haya sido en el otro mundo pero este era real porque esta era su Xena. La guerrera sonrió en el beso mientras sujetaba mejor a la rubia por la cintura y la acercaba más hacia su cuerpo, una de sus manos subía por la espalda de la bardo hasta llegar a su pelo corto y enredarse ahí. La rubia dejo una de sus manos en el cuello de la guerrera y la otra la apoyo en su mejilla acariciándola suavemente. Xena atrapo su labio inferior con sus dientes mordiéndolo suavemente provocando un pequeño gemido en la rubia.

-Ajem- Afrodita sonrió ante la mirada asesina que le estaba mandando la guerrera y la cara sonrojada de la bardo- ¡Gabby!- la diosa se adelanto y arranco a la rubia de los brazos de Xena que bufo ofendida- Yo sabía que ibas a estar bien-dijo Afrodita mientras la abrazaba con fuerza, Gabrielle se rio mientras respondía el abrazo ante la mirada incrédula de la guerrera.

-¿Perdón? ¡TU la diste por muerta también!-la acuso con los brazos cruzados totalmente ofendida, quería estar a solas con su bardo.

-Nunca perdí la esperanzas-le aseguro la diosa a la rubia antes de volverla a abrazar.

-Gracias Dita.

-Casi te mata Gabrielle, no sé porque le agradeces.

-Ella creyó siempre en nuestro amor Xena-contesto la rubia con suavidad y Xena sonrió como tonta, era verdad, su amor era más fuerte que todo.

-Así es guerrera tonta, aunque por un momento lo dude, no por ti Gabby…ya sabes de quien hablo-Xena simplemente la ignoro mientras seguía mirando a la rubia quien ya parecía estar recuperada de todo. La diosa hizo un movimiento con su mano y Gabrielle brillo suavemente, la guerrera se acerco amenazante- tranquila, estoy viendo que no haya quedado rastro de magia en ella…parece estar todo bien-dijo Afrodita con una sonrisa, volvió a darle una abrazo a la rubia y luego se acerco a Xena a quien también abrazo y murmuro en su oído- Cuídala guerrera.

-Lo hare-contesto Xena de igual forma. Afrodita se separo les sonrió a las dos y desapareció.

-¿Y ahora?-pregunto la rubia sonriendo.

Ahora…-comenzó a decir Xena mientras se acercaba a Gabrielle y unía sus labios nuevamente besándola, la rubia respondió el beso rápidamente y esta vez fue ella la que mordió suavemente el labio de la guerrera para luego pasar su lengua provocando un gemido de Xena, quien abrió su boca dejando pasar la lengua de la bardo, profundizando el beso. Gabrielle se pego más al cuerpo de la guerrera disfrutando el calor que este desprendía, mientras las manos de Xena jugaban con su pelo. Se separaron suavemente mirándose a los ojos y sonriendo con amor- creo que necesitamos unas vacaciones-murmuro la guerrera para luego volver a unir sus labios con los de la rubia.


7 años después.

Gabrielle abrió lentamente sus ojos molesta por la luz del sol, todavía tenía sueño y quería seguir durmiendo, se removió inquieta al no sentir el calor de Xena, giro hacia su lado derecho y efectivamente la guerrera no estaba ahí. La rubia frunció el ceño mientras se sentaba y estiraba, miro hacia la izquierda y tampoco había nadie allí, la bardo sonrió y se levanto empezando a caminar hacia el lago. Le faltaba poco para llegar cuando escucho la risa de su guerrera y automáticamente una sonrisa apareció en su rostro, tratando de no hacer ruido se asomo para espiar la orilla donde se encontraba Xena pescando, su sonrisa se hizo más grande al ver quien acompañaba a la guerrera.

-¡Lo hice mamá!-dijo el pequeño de cinco años orgulloso mostrándole a su madre el pequeño pescado que había conseguido atrapar.

-Muy bien cariño-lo felicito Xena con el orgullo presente en su voz. Un movimiento la puso alerta pero se tranquilizo al ver que era su rubia- sigue buscando que tenemos que comer bien antes de viajar, Eve nos espera esta noche.

-¡Sii!-grito el pequeño emocionado, hacia mucho que no veía a su hermana. Xena sonrió y ambos se pusieron a pescar en silencio.

Gabrielle sonrió mientras miraba la cara de concentración de su hijo al tratar de atrapar otro pescado mientras que la guerrera sacaba uno tras otro sin problema alguno. La rubia cerró los ojos recordando como ya hacía cinco años había aparecido ese niño en su vida. Xena lo había traído una mañana, había sido abandonado y la guerrera lo había puesto en sus brazos, Gabrielle suspiro recordando como lloraba sin parar pero en cuanto estuvo en sus brazos, en cuanto lo acuno con suavidad en su pecho, el niño había dejado de llorar y se había limitado a mirarla con sus ojos color marrón. Después de eso no había habido marcha atrás y se niño se convirtió en su hijo, su pequeño, su vida junto con Xena. La guerrera no había estado feliz al principio y había intentado encontrar a la madre pero no había tenido suerte y luego de una o dos semanas había adoptado al pequeño como suyo. Gabrielle se levanto y se acerco a la orilla para hacerse visible, Xena le sonrió mientras lanzaba otro pescado y la rubia ponía los ojos en blanco, no sabía que iba a hacer con tanto pescado. El pequeño levanto la vista y su sonrisa se agrando mientras corría hacia ella.

-¡Mami! Atrape un pescado, fue genial-le conto todo emocionado mientras agarraba el pez de la orilla y se lo mostraba.

-Te felicito mi amor-la rubia paso su mano por el pelo castaño despeinándolo, ante lo cual su hijo la miro ofendido mientras se alejaba y se arreglaba el desastre que había hecho su madre.

-Buen día-dijo Xena mientras la abrazaba desde atrás depositando un suave beso en su mejilla y luego en su cuello, para apoyar su cabeza en su hombro.

-¡Xena! Me estas mojando toda-se quejo la rubia.

-Es la idea cariño-replico divertida la guerrera mientras la abrazaba con más fuerza.

-Mami ¿vamos a cocinarlo?-pregunto el pequeño señalando el pescado en su mano, Xena gruño frustrada.

-Si cariño-contesto Gabrielle mientras se daba vuelta y le daba un suave beso a su guerrera tratando de calmarla- ¿vienes?

-Atrapo dos más y voy-contesto Xena dándole otro beso para meterse al agua nuevamente viendo como su mujer y su hijo desaparecían yendo hacia el campamento. Cerró los ojos concentrándose en atrapar algún pescado más pero su mente fue al día en donde encontró a su hijo. Xena se había despertado primero como siempre con la rubia durmiendo entre sus brazos como hacía casi dos años, había sonreído y le había dado un suave beso en los labios que le había provocado una sonrisa aun dormida; la guerrera había decidido volver a dormirse cuando un ruido la sobresalto, parecía un llanto pero no había estado muy segura al principio. Se había acomodado cuando el ruido nuevamente la molesto, con suavidad había dejado a su rubia durmiendo y agarrando su espada y chakram había salido a investigar, también se había asegurado de dejar los sais cerca de la bardo por las dudas. Se había metido en el bosque buscando la causa del ruido que cada vez era más fuerte cuando vio una pequeña cesta con un bulto que se movía adentro, con cuidado se había acercado y había descubierto a un pequeño bebé llorando sin parar; lo había levantado tratando de calmarlo pero no había funcionado, había buscado alguna nota o algo pero no había encontrado nada, así que había vuelto al campamento donde la rubia todavía dormía. Xena sonrió recordando la cara de sorpresa que había puesto Gabrielle cuando ella le había dado al pequeño que había dejado de llorar al instante. Ella había salido a buscar a la familia pero no había tenido suerte, era como si el niño hubiera aparecido allí por arte de magia. Xena sacudió su cabeza mientras salió del lago y juntaba los pescados, eso ya no importaba, ese niño era su hijo, suyo y de Gabrielle.

Xena llego al campamento y sonrió al ver a la rubia cocinando y al pequeño imitando cada movimiento de su madre. Ambos le sonrieron y los tres comieron charlando sobre el viaje que tenían por delante. Tenían que llegar a la tierra de las amazonas esa misma noche para el cumpleaños de Eve, su hija los esperaba a los tres y hacía tiempo que no la veían. Se habían quedado con las amazonas durante el primer año de su hijo porque no era seguro andar con un bebé, ya habían sufrido la experiencia con su hija. Varia y Eve las habían recibido felices y se habían quedado sorprendidas por la sorpresa pero su hija lo había aceptado en la familia rápidamente así como había aceptado su relación con Gabrielle e incluso le había dicho que se había tardado mucho. El viaje en caballo fue tranquilo, su hijo cabalgaba con Gabrielle, así ella podía ir atenta ante algún posible ataque, además el pequeño compartía un lazo especial con la rubia, esta era la única que podía calmarlo luego de una pesadilla o algún golpe doloroso. Siempre había sido así pero a Xena no le molestaba, sabía que la bardo tenía mucha más empatía y además ella le ensañaba como sobrevivir, el pequeño sabia pescar, preparar pequeñas trampas y estaba aprendiendo a pelear con un bastón. Entre las dos cubrían todas las cosas que pudiera necesitar y él las amaba a las dos por igual, eran sus madres.

-¿Cuánto falta?-pregunto su hijo con voz de dormido.

-Ya llegamos campeón-dijo Xena mientras baja del caballo y se acercaba para bajar al pequeño- dejemos que mami vaya primero, después de todo es la reina- la rubia puso los ojos en blanco pero agarro su caballo y cruzo primero los limites amazónicos, enseguida cinco amazonas cayeron de los arboles. La primera se quito la máscara y le sonrió antes de abrazarla.

-Bienvenida Reina Gabrielle-dijo Danae con una gran sonrisa que se achico un poco al ver la mirada asesina de la guerrera-Pasen, Eve los estaba esperando.

-Vamos enano-dijo Xena mientras ponía a su hijo en sus hombros y abrazaba a la rubia por la cintura posesivamente mientras que las restantes amazonas guiaban a sus caballos.

-¡Quiero bajar!-pidió el niño ya más despierto.

-No te alejes-le dijo la rubia, el pequeño asintió y salió corriendo por el bosque. Sus madres siguieron caminando, y dos amazonas fueron con el pequeño, era el hijo de la reina, no debía pasarle nada.

-¿Alguna vez se lo dirás?-pregunto Afrodita con suavidad mirando al niño correr por el bosque.

-No creo-contesto Ares observando al pequeño también.

-¿No crees que merecen saberlo?

-Seguirá siendo su hijo igualmente, no cambiara nada si lo saben o no.

-En eso tienes razón pero…por lo menos deberían saber que fuiste tu quien lo dejo-dijo la diosa viendo como el niño se detenía para mirar en su dirección.

-No haría ningún bien-replico Ares mientras miraba como Xena abrazaba a Eve en la entrada a la aldea- es mejor si no saben nada.

-¿Crees que nos puede ver?-pregunto Afrodita mientras el niño se alejaba aunque había vuelto a mirar hacia donde ellos estaban.

-Somos invisibles, no puede vernos-contesto Ares viendo como Eve abrazaba a Gabrielle y le preguntaba por su hermanito y la rubia señalaba hacia los arboles.

-Capaz nos siente…-murmuro la diosa.

-Para eso tendría que ser hijo de Xena, pero es de Gabrielle-dijo el dios viendo como Eve arrodillaba en el piso y abría los brazos para recibir al niño que corría hacia ella ante la atenta mirada de sus madres.

-¡Eve!-grito el pequeño feliz.

-¡Paris!-contesto su hermana antes de envolverlo en un fuerte abrazo.