Los personajes aquí utilizados pertenecen a sus respectivos autores, éste es un escrito por y para fans.

Aclaración: Bryan tiene la apariencia de la tercera temporada. Ojos verdes y cabello plata.

Esta historia la comencé hace años, desde el 2007 tenía este capítulo escrito, pero nunca la continué, así que la idea voló, pero recientemente prometí a Arale Hiwatari, que escribiría para ella otra historia en el fandom de Beyblade en agradecimiento a su apoyo continuo —y aun cuando he andado muy alejada de éste fandom— es donde realmente inicié y del que más historias tengo, así que le tengo mucho cariño. Al final revisando el montón de documentos incompletos que hay en mi carpeta de "Escritos propios" pues me decidí a continuar con este, nunca pensé que me extendería, pero serán 8 capítulos, contando con el epílogo —que aún está en proceso-.

Para ti, Arale Hiwatari, con mucho cariño. De antemano, gracias por leer.

Capítulo 1
Reencuentro

I—

—Habíamos quedado en algo... —siseó tomándole del brazo con fuerza, apretando cada segundo su agarre.

Los azules orbes le miraban entrecerrándose por el coraje.

—Así es, y lo estoy cumpliendo, a mi modo, pero lo estoy haciendo. —contestó soltándose de forma brusca, comenzando a caminar en sentido contrario.

Subiendo las enormes escalinatas de una mansión de lujo, su decorado al estilo muy particular de los habitantes. Unas enormes escaleras que se dividían al final en dos, muebles grandes y lujosos por toda la casa, enormes cuadros de famosos pintores mostrándose a lo largo de los pasillos que llevaban a las tantas habitaciones que tenía la enorme y lujosa mansión. Jarrones tallados a mano, artesanías pintadas, esculturas... Toda la decoración de un estilo extraño y antiguo.

Los ojos verdes del mayor se quedaron observando con coraje como el chico pelirrojo subía, seguramente a su habitación.

—Maldición. —habló entre dientes, apretando la mandíbula con coraje, respirando fuertemente como si estuviera agitado.— Siempre es lo mismo, pero no hoy. —se dijo corriendo tras el otro, subiendo las escaleras de dos en dos para apresurar el paso.— ¡YURIY! —gritó molesto viendo como el otro se apresuraba a caminar, el pelirrojo volteó atrás y al ver el estado de furia en que venía Bryan, decidió correr hasta meterse en su habitación, cerrando con seguro por dentro.— ABRE LA MALDITA PUERTA. —ordenaba gritando, al tiempo en que golpeaba con fuerza.

Por dentro, el ojiazul se limitaba a escuchar en silencio, mantenía su cuerpo recargado en la gruesa madera, sintiendo el golpeteo del otro allá fuera.

—Vete, no pienso abrirte. —declaró firme desde dentro, apretando sus ojos.

—Con un demonio Yuriy, te dije que me abras y más te vale que lo hagas si no prefieres que tumbe la puerta ahora mismo. —La forma en que le amenazaba no servía más que para comprobar lo que ya pensaba de él. Tras varios segundos la gruesa voz se volvió a escuchar—. Yuriy Ivanov, estás colmando la poca paciencia que tengo. —declaró cada momento más embravecido, aunque su voz cada vez se podía apreciar más calmada a los oídos de los demás, ciertamente el pelirrojo conocía ese tono. "Está más enojado" pensó angustiado.

Suspiró resignado. Giró su cuerpo quitando el seguro que sellaba la puerta, dando varios pasos hacia atrás, esperando a que el otro entrara.

—¿Por qué no me abrías? —preguntó arrastrando con coraje cada palabra, tomando de los hombros el cuerpo del menor, que callado se mantenía ante la agresión del otro, desviando la mirada al suelo, sumiso, todo lo contrario a lo que realmente era.— Responde. —gritó empujando el cuerpo pálido del pelirrojo, arrojándole hasta la cama, donde rebotó un par de veces por la fuerza con la que había sido enviado hasta ahí.

—¿Qué quieres escuchar? —preguntó molesto, deteniendo su cuerpo recargado en los codos, mirando despectivamente al ser que tanto detestaba.— Anda, no temas decir que es lo que desea escuchar el señor. —retó sin retirar la mirada de la otra.

—Deja de ser tan insolente. —el cuerpo musculoso y bien formado del chico de cabellos platinados se acercó hasta la cama, recargando una rodilla sobre ésta, deteniéndose con las palmas extendidas de sus manos a cada lado del pelirrojo. Momento en que intercambiaron miradas casi mortales.

La mirada azul del pelirrojo no se intimidaba con nada, ni siquiera por que el otro le viera de esa forma tan cercana a la de un asesino acorralando a su víctima.

—Sabes perfectamente mi situación, y tú comienzas a exigir demasiado. —respondió girando su cabeza a un costado, evitando así, ver el rostro que tan cerca permanecía del suyo.

La mano del mayor rodeó firmemente la barbilla de Yuriy, obligándole a voltear. Apretó un poco más el agarre logrando con ello entre abrir los labios ajenos.

—Te recuerdo que no tienes otra opción, a menos que quieras que...

—Cállate y di lo que quieres, después puedes largarte. —interrumpió, tomando con su mano la muñeca del mayor, puesto que ya comenzaba a lastimarle con su agarre.

—El viernes... iremos a una fiesta familiar. —comenzó murmurando lo dicho, siendo perfectamente escuchado por Ivanov, quien en su mente se dedico a maldecir, apretando la mandíbula y frunciendo el ceño con molestia.

—Ve directo al grano Bryan. —volvió a interrumpirle, la poca paciencia del ojiverde se terminaba, comenzando a lastimarle la mandíbula.

—Te comportarás como persona decente. —le ordenó acercando su boca a la contraria, robando un beso fugaz.

Yuriy al sentir el contacto ajeno sobre sus labios, empujó con fuerza el pecho de Bryan, separándole de inmediato. Pero una mano enredándose en sus rojos cabellos le hizo gemir despacio por el dolor que le causó.

—Aaarghh. —Tomó la mano que le jalaba del cabello, un fuerte y brusco movimiento que le había arrancado un gritillo de dolor, apretó sus ojos con coraje al no poder hacer mucho contra esa situación. Respiró profundo abriendo sus orbes, las cuales chocaron contra las verdes de Bryan.

—Te dije que no fueras insolente, aunque parece que te estoy diciendo lo contrario. De una vez te aviso para que el viernes no me vayas a salir con tus estupideces, si te sientes mal, tendrás que ignorar el malestar, vas a ir quieras o no, ya no quiero tus pretextos. —reclamó tirando del mechón rojo que tenía en sus manos, jalando con mas fuerza con cada palabra llena de coraje que soltaba.

—Ya dije que sí, ahora lárgate de mi habitación. —reclamó al fin siendo soltado de un brusco movimiento, el cual le llevó a azotar su cabeza contra la suavidad del colchón.— Idiota. —pronunció tomando su cabeza con una mano justo del lugar donde le había jalado.

—Hoy voy a dormir aquí. —declaró el otro secamente, comenzando a desabotonar su camisa.

—Está bien, yo dormiré en otra habitación, al fin de cuentas, sobran. —se puso de pie decidido a irse, tampoco se iba a pelear por una habitación, al fin de cuentas cualquiera cumpliría con la función de celda.

Sus pasos le llevaron a tomar la puerta, sintiendo de pronto el jalón en su brazo, el cual le llevó de lleno contra la cama por segunda vez en esa discusión.

—No te irás. Vas a dormir aquí conmigo. —puntualizó el mayor, sacando completamente su camisa, arrojándola contra un sillón de una pieza que estaba cerca de la puerta. Siguiendo con el pantalón, el cual también solía retirar para dormir.— Y no quiero pretextos, sabes que los detesto.

—No creo que tanto como yo a ti. —espetó acomodando su cuerpo en una orilla de la cama.

—¿No te vas a cambiar para dormir? —Cuestionó, ignorando lo que el otro había dicho, recibiendo una negativa con la cabeza—. Hazlo, cámbiate o dormirás desnudo. —ordenó, siendo inmediatamente obedecido, aunque a regañadientes lo estaba haciendo, se paró de la cama, tomando de unos cajones un pantalón y una camisa negra con lobos blancos dibujados, era tela de algodón, así le gustaba a él, iba a quitarse la ropa ahí, pero prefirió la privacidad que le brindaba el baño.

—¿Algo más? —indagó saliendo ya vestido con la ropa para dormir—. ¿Gusta un baile antes de dormir o qué prefiere el señor? —preguntó ya harto de tanta orden.

"Maldita la hora en que te fijaste en mí." Pensaba mirando al otro, quien únicamente permanecía en un diminuto bóxer.

El cuerpo de Bryan era fornido, cada músculo de su pecho y piernas se definía, mostrándole a Yuriy una hermosa visión, que por supuesto a él poco le importaba, era más el desprecio a ese chico, que el deseo que pudiera causarle en ese instante.

—Mejor ni propongas cosas que luego no vas a cumplir, acuéstate y abrázame. —exigió estirando un brazo, como si quisiera que Yuriy lo utilizara de almohada, su otra extremidad permanecía sobre su pecho con el control de la televisión en mano.

—Sabes que pides demasiado. No lo haré. —contestó decidido, recostándose apenas en la orilla de la cama, su cuerpo de lado, de manera que estuviera lo más alejado posible del contrario.

El sonido de la televisión le arrullaba. Por suerte, Bryan no había insistido en nada, ya que se mantenía callado.

—Puedes recostarte más acá, no te voy a morder, aunque me muera de ganas por hacerlo. —señaló lo último tan serio, que no parecía ser una broma, ni sarcasmo o ironía alguna, cosa que le asustó un poco al pelirrojo, aunque hasta cierto punto, estaba acostumbrándose poco a poco a la rara forma de ser del chico.

No pretendía comenzar una maldita y absurda discusión por algo tan irrelevante, por lo que sintiéndose un muñeco que podía ser manejado, retrocedió un poco el cuerpo, ya que permanecía dándole la espalda a Bryan, se acomodó hasta que sintió como chocaba contra un firme pecho.

Pero si no se había recorrido tanto... ¿Qué diablos? Maldecía en su mente, cuando sintió el brazo que le atraía con fuerza hasta chocar contra el pecho del otro, fue en ese momento que se percató que el sonido producido por la televisión ya no se escuchaba, además que la oscuridad reinaba la habitación completa, a excepción de los tenues rayos que se adentraban por la ventana.

Mantuvo abrazado al pelirrojo por la cintura, pegando su pecho contra la espalda del chico, su brazo le atraía como si fueran una especie de imanes. Se amoldaba tan perfectamente a él, estaban hechos para estar juntos sin lugar a dudas, era una lástima que Yuriy fuera tan terco y no quisiera darse cuenta de algo tan obvio.

El perfume despedido por su cabello, era un aroma que le embriagaba, le incitaba a estrecharlo con más ganas, pero no por ello lastimarle, esa no era su intención, no deseaba realmente hacerlo, sólo que en ocasiones como hacía unos minutos, le hacía perder la calma, era una persona sumamente impaciente, y el chico tenía una capacidad increíble de hacer que perdiera la poca paciencia de la que era dueño, provocando incidentes poco gratos como el anterior.

II—

—¿Está mi primo? —indagó con voz calmada y sutil como solía hablar en circunstancias naturales.

—No joven, sólo se encuentra el joven Ivanov. —anunció al chico recién llegado.

—¿Dónde está? —preguntó más curioso que nada.

—En el patio, cerca de la cava. —tras la escueta contestación por parte de la que parecía ser el ama de llaves de la casa, se retiró con rumbo a donde le habían indicado.

A lo lejos pudo divisar la figura esbelta de un chico pelirrojo que permanecía sentado en una silla junto a la cava, justo como lo había dicho aquella mujer. Parecía entretenido leyendo un libro, unos lentes oscuros le obstruían, por lo que no podía apreciar su color de ojos.

—¿Queriendo broncear esa piel tan pálida? —indagó apenas llegando junto al pelirrojo.

Yuriy levantó la mirada de su libro, observando detenidamente al recién llegado, arrugó el entrecejo ante la visita, un par de minutos fueron los que se mantuvo en silencio, mirando al de ojos sumamente rojos y cabello en dos tonalidades...

Cabello en dos tonalidades de azul...

Marcas curiosas en la cara...

Arracada en uno de sus oídos...

Pálida piel...

Ojos rojos... Claro, no podía ser otra persona, pero ¿Qué rayos hacía él ahí?

—Soy Kai Hiwatari. —se presentó extendiendo la mano a forma de saludo. En vista del aparente silencio del pelirrojo, decidió sentarse, devolviendo su mano a uno de sus costados al no ser respondido su saludo.— Había oído hablar sobre tu peculiar forma de ser, aunque no me dijeron que eras mudo, al contrario. —exclamó sonriendo con burla. Cosa que molestó a Yuriy, quien bajó las piernas de la silla, sentándose derecho frente al chico.

—¿Qué rayos haces aquí... quién demonios eres? —indagó corrigiendo su pregunta, detestando la forma en que le hablaba, al parecer no le había reconocido puesto que incluso se había presentado. ¿Qué diablos sucedía?

—Creo que el orden de las preguntas sonaría mejor al revés. —aclaró para disgusto del pelirrojo quien gruñó.

—Me vale un... no me importa como suene mejor, tú limítate a contestar lo que pregunté. —declaró ya molesto. ¿Por qué maldita sea no le recordaba?. ¿Era tan insignificante que podía ser olvidado con tanta facilidad?. ¡Era imposible!

Le miró en espera de una respuesta... Los rojos ojos brillaron con entretenimiento.

"Tal cual te recuerdo Yuriy... No pensé que me olvidaras con tanta rapidez, creo que mi primo hace un buen trabajo." —pensó Kai para sí mismo.

—Para empezar niñito, cuida tu forma de dirigirte hacia mí. —aclaró—. Que no somos iguales, y para seguir, estoy aquí por que es la casa de mi primo, venía a buscarlo y me dijeron que sólo estabas tú. Así que me dije, '¿Por qué no conocer al adorable pelirrojo del que tanto me habla Bryan?' —soltó la pregunta con cierta acidez, dejando a Yuriy molesto.

¿Pero realmente que le molestaba a Yuriy?

¿Sería el hecho de que le hablara de esa manera?

…O quizás podría ser debido a que no le recordara.

Cómo podía ser que no lo supiera antes, ¿Bryan y Kai eran primos?

—No soy un niñito, al menos ya no soy cárcel segura. —dijo cerrando con molestia el libro, retirando sus lentes.

—¿Leyendo con lentes oscuros?. Que original. —espetó cabeceando en acuerdo, ignorando el anterior comentario.

—Se vuelven negros con el sol, es para proteger a mis ojos de los rayos solares. Me fastidia tanta luz. —declaró.

—Y vaya que se nota. —dijo mirando los brazos y la poca piel descubierta del chico, quien llevaba una playera y un pantalón ligeros.

—Muy gracioso, ¿Por qué no me recomiendas el lugar donde te hiciste tu bronceado? —soltó con sarcasmo al notar la piel igual de pálida a la suya.

—¿Qué te parece la idea de ir a una playa nudista a broncearnos los dos? —cuestionó inclinando el cuerpo un poco al frente, recargando ambos brazos en las piernas.

Los ojos azules de Yuriy, se entrecerraron en desconfianza y a la vez un tanto curioso de la situación. "Quién lo diría. Otra vez a tu lado, y ni te acuerdas de mí, aún me pregunto, ¿Qué pasó?"

—No suena tan mal. —declaró sonriendo un poco de lado.— Dijiste que eres primo de Bryan ¿Cierto? —indagó cambiando abruptamente de tema, queriendo averiguar más sobre esa relación que tenían ellos dos.

—Así es, ¿Acaso el muy bastardo no te había hablado de mí?

—De hecho, no hablamos mucho que digamos... —soltó para luego murmurar.— A menos que estemos peleando.- completó entre dientes.

—Ya me las pagará, ahora... ¿Qué te parece si me invitas a comer algo? —pidió, aunque también se podía ver como una clase de orden.

—Igualito a tu primo... —comenzó a caminar dejando el libro en la silla que con anterioridad ocupaba, junto con los lentes.— sólo saben dar órdenes.

—¿Decías algo? —indagó al no entender los murmullos del ojiazul.

—Nada en realidad. Pero cuéntame ¿Es algo importante por lo que buscas a Bryan? —cuestionó.

—Podría decirse que sí... —habló restándole importancia.

Una vez que habían ordenado que les sirvieran, comieron en completa tranquilidad, platicando amenamente, en ocasiones salía al tema Bryan, y otras únicamente hablaban sobre ellos.

—¿Así que llevas medio año con él?. Pues que aguante. Te felicito.

—Sí, que aguante el mío. —secundó mirando a la nada.— ¿Tú tienes pareja? —preguntó esperando escuchar la respuesta, le miró directamente, fundiéndose en la profundidad del rojo intenso que llevaba en sus ojos aquel chico.

—Bueno, de hecho yo vine porque...

—Kai, ¿Qué haces aquí? —indagó Bryan apenas entrando al comedor.

—También me da gusto verte, te ves muy bien. —respondió irónico ante la forma de recibirle.

—¡Jaja! No me vengas con sentimentalismos Kai... —sonrió, pues conocía tan bien a su primo desde hacía años, y siempre se habían tratado así.

—Vine a saludarte, además que debía reiterar la invitación personalmente. —agregó poniéndose de pie, siendo imitado por Yuriy.

—Pues me parece perfecto. —puntualizó.— veo que ya conociste a mi flamante pareja. —recalcó acercándose hasta Yuriy, pasando uno de sus brazos por la cintura del pelirrojo, quien no dijo nada, sólo se limitó a permanecer callado.

—Sí, de hecho es tal cual me lo habías comentado, todo un rebelde. —declaró Kai mirando atento los ojos azules que parecían perdidos en algún punto en blanco.

—Lo es. Como veo que ya comieron sin mí. —Declaró apretando el cuerpo del pelirrojo contra el suyo hasta hacer chocar ambos pechos.— pues que les parece si vamos a platicar a la sala o al jardín tal vez.

—¿No quieres comer? —preguntó Yuriy por primera vez mirándole a los ojos.

—No te preocupes cariño. Estoy bien así, comí con el abuelo. —comenzó

—Ese viejo, ¿Qué te dijo? —preguntó Kai, iniciando la conversación.

—Ya sabes que ese viejo habla mucho… —evitó la respuesta de forma sutil, cambiando el tema.

Y tal cual, comenzaron a caminar con rumbo al patio, donde había un agradable lugar para sentarse y pasar un buen rato.

La tarde les cayó, Kai tuvo que irse prometiendo volver, Bryan estaba algo nervioso por dicha promesa. Ya dentro de la casa, al mayor le inquietaba algo más…

—¿Qué tanto platicaron antes de que yo llegara? —indagó tomando al pelirrojo del brazo, ya que iba caminando frente a él sin tomarle en cuenta.— Te estoy hablando. —agregó devolviéndolo de un jalón, haciéndole chocar contra su pecho.

—Nada importante, no le dije porqué estoy aquí si es lo que te preocupa... —respondió grosero. De un movimiento se deshizo del abrazo en que lo tenía el otro.

—Yuriy espera... —pidió más calmado al ver como su pelirrojo se alejaba.

—¿Qué quieres ahora? —le preguntó al detener sus pasos.

Yuriy quedó parado frente al cuerpo más alto, su vista estaba hacia arriba pero no su rostro, dándole una apariencia más ruda a su mirada. Bryan miraba hacia abajo, aunque eran quizá unos diez centímetros de diferencia únicamente.

Su mano poco a poco subió hasta posarse sobre el rostro del pelirrojo, acarició toda la mejilla hasta deslizarse a la barbilla, elevando la misma con el contacto.

—No lo dije por eso... Yura yo. —hizo una pausa.— quiero que nos llevemos bien, al menos inténtalo. —pidió

—No me interesa nada que tenga que ver contigo. —aventó groseramente la mano.— Puedes ahorrarte las escenitas ridículas e hipócritas porque no caeré con tus mentiras. —luego de aquellas hirientes palabras se giró para avanzar, pero una vez más, la mano del mayor le detuvo del brazo.

Su cuerpo se estrelló contra la fría pared, siendo apresado de inmediato por el pesado cuerpo de Bryan, quien le besaba con ímpetu, explorando su boca como pocas veces lo había logrado, cierto, era casi un maestro para besar, pero eso a él no le importaba.

Jamás había conseguido de su parte una contestación a ese tipo de nexos, por mínima que fuera, lo único que hasta ahora tenía por su parte era rechazo y odio. No más.

—¿Por qué no me respondes? —elevó la voz, zarandeando el cuerpo tomándole de los hombros.

—Porque eres detestable. —comenzó.— porque si sintiera algo por ti que no fuera odio y asco... entonces lo haría. —afirmó sonriendo de lado al ver la expresión de confusión y molestia en el otro.

Sabía que eso le dolió hasta el alma, pero no le importaba en lo más mínimo herirlo con sus palabras, o en ocasiones con hechos, sencillamente lo detestaba, había terminado con todo lo que era su vida, ni siquiera le dejó terminar la universidad como todos los demás chicos, asistiendo a una escuela. No, él no tenía ni que salir de su casa, profesores y profesionales habían ido un par de meses hasta que se hartó y decidió no terminarla.

Sintió un fuerte agarre sobre su brazo, mismo que le llevó a rastras hasta la habitación, volviendo a aventarlo dentro, cerrando la puerta por fuera.

—Ahí permanecerás hasta mañana. —gritó desde fuera.

—Por mí mejor... así no estaré cerca de ti. —murmuró recostándose en la grande cama que se hallaba en el lugar.

—"No puedo dejarte ir aun cuando quisiera. Aún me pregunto, ¿Por qué tuvo que ser así?" —pensó mientras caminaba furioso a su habitación, haría un par de cosas y luego se devolvería al trabajo hasta tarde.

Yuriy permanecería el resto del día encerrado sin comer...

"A fin de cuentas comió contigo, primo. Lo bueno es que pronto las cosas van a cambiar y podré intentar ser feliz."

Siguió caminando mientras sonreía, la tristeza había pasado de un segundo a otro...

Cτϊиúα†

Žhёиα HîK

"Las grandes pasiones son enfermedades incurables. Lo que podría curarlas las haría verdaderamente peligrosas."
Goethe

Ahora sí, ésta es la versión corregida, aunque no falta que a uno se le vayan varios errores, me avisan cuántos se me fueron. Gracias por leer y de antemano por comentar, ya saben que no importa el tiempo que tenga publicada la historia, siempre es bonito recibir un comentario más.

Gracias.