Disclaimer: Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, solo la trama es completamente mía

Epílogo.

Advertencia: es largo.

"Nunca más sola"

No podía creer que el día había llegado al fin. Me parecía como si fuera ayer que terminé el instituto y me había mudado con Alice a Nueva York para estudiar, me parecía como si hubieran pasado horas en vez de años antes de volver a pisar este suelo y encontrarme bajo el asecho de las nubes negras de Forks. Y más aún, me parecían solo minutos el tiempo que había llevado con Edward.

Él y Jasper ahora son amigos, muy buenos amigos. Y fue porque ambos nos siguieron hasta Nueva York, claro que estudiaban cosas muy distintas a las que Alice y yo preferimos, pero nos alegró el alma verlos aquella noche en nuestro departamento rentado.

Y desde ahí estamos juntos los cuatro. Alice aún en su carrera de arquitectura, Jasper en neonatología, Edward en ingeniería comercial y yo estudiando para ser profesora de preescolar. Lo sé, junto a esos títulos el mío se ve pequeño, pero es lo que decidí y me llenaba el pecho estar cumpliendo con lo que sentía era correcto y eso era lo que contaba al final de cuentas. Hacer lo que a uno lo puede hacer feliz

Aunque claro, no podría decir que no lo soy. Con Edward a mi lado sería un asunto del todo imposible y más aún si le sumamos a esa ecuación a Jasper y Alice. Con el rubio habíamos terminado por desarrollar una linda amistad y pasábamos nuestros tiempos libres acompañados. Era increíble, me fascinaba el rumbo de mi vida justo ahora.

— Bella por el amor de Dios, ya estás tarde— exclamó Alice al verme sentada mirando por la ventana. Sacudí la cabeza sonriendo

— No lo creo, aún deben quedar unas horas— le resté importancia con la mano

— Vaya que tienes mala afinidad con la hora— rió cruzando los brazos— quedan treinta minutos— al oírla mi corazón se agitó como un ciervo asustado y mi manos temblaron— No tienes que preocuparte, Bella. Estás preciosa y todo saldrá hermoso— me sonrió ampliamente.

— Tú también luces muy bonita— traté de sonreírle de vuelta, pero mi órgano vitalicio latía demasiado fuerte en mis orejas.

— En esta ocasión tú estás mucho más linda— me guiñó un ojo y de pronto irrumpió en la estancia una ataviada Rosalie.

Lucía un vestido azul cielo apegado al busto y suelto hacia abajo. El cabello recogido en un simple medio moño y el resto de la rubia cabellera cayéndole por la espalda.

— ¡Ah! ¡Te he alcanzado! — Soltó un profundo suspiro— Tenía que darte esto— se acercó y sin decirme nada puso algo en mi cabello. Ambas chicas me observaron con ternura y noté los brillos en los ojos de Rose— Lo siento, estoy en pleno ataque de hormonas y lloro con todo— se los secó con cuidado

— Es culpa de eso— señaló Alice, fingiendo molestia

— No es eso Alice— regañé— es un bebé.

— Sí, pero esta zorra no me lo dijo primero. Jamás se lo voy a perdonar— reímos, menos la pelinegra que seguía "enfadada" porque Rosalie se lo dijo a Emmett antes que a ella. Yo consideraba que había actuado del modo correcto, pero Alice se empeñaba en decir lo contrario.

— No estoy tan hormonal como para que te permita llamarme zorra, perra— le respondió la rubia de vuelta

— Oh, por lo menos algo normal queda en ti. — Le hizo un gesto que me provocó una risa nerviosa. Y parecieron recordar dónde estaban y con quién.

— Bella, mírate en el espejo. Anda— me alentó Alice y obedecí temblorosa.

De verdad me encontraba demasiado nerviosa y no podía dejar de pensar en lo que pasaría en minutos. Joder, minutos. Casi podría arrancarme el cabello a tirones.

Apenas y miré mi cuerpo, me centré en la horquilla en el moño sencillo de mi pelo, sencillo pero no corriente, ojo. Hago hincapié en ello porque Alice me mataría si no.

— Rose… es preciosa— me volteé con unas lágrimas en los ojos.

— ¡No vayas a llorar! Arruinaras las horas de trabajo— espetó Alice con énfasis y sorbí fuerte.

— Vale, ya pasó— asentí volviendo la mirada a Rosalie— ¡Muchas gracias! — Ella se encogió de hombros

— Necesitabas algo azul y antiguo— comentó

— Aparte de ti, mujer casada y embarazada. Dios en qué momento cambiaste tanto maldita— meditó en voz alta la pelinegra y reí ligeramente, tratando de ignorar la tensión creciente en mi estómago.

— Que lástima que no requieras de una enana gruñona y fea, podría haberte encaramado encima a Alice — al oír su profunda voz que me hacía sentir tan bien, sonreí ampliamente caminando en su dirección.

— Oh, el cabeza de músculo. Escoges mal los hombres Rosalie, él solo se echa en la cama todo el día y no hace nada más que levantarse a inyectarse los jodidos esteroides— fue el comentario mordaz de Alice.

— De hecho, yo soy quien se la pasa en la cama sin hacer nada— replicó pensativa Rose. Y Emmett me abrazó suavemente

— Me lo debes. No quiero arruinarte el vestido— me alejó de los antebrazos y me contempló, lo cual me hizo reír— estás realmente bellísima— me ruboricé como era de esperar y sonrió más. Le golpeé el hombro

— Como sigas así, haré que Chii se quede contigo en vez de estarse con Seth— advertí

— Oh, pero si a mí me encanta esa cosita— rió de buen humor. Odiaba no poder darle un escarmiento, siempre encontraba como sonreír ante las amenazas, maldito genio alegre.

— Bueno, basta ya de idioteces— espetó fastidiada Alice soplando uno de sus mechones negros por sobre la frente. El cabello lo seguía manteniendo corto y no parecía haber cambiado nada con los cuatro años que ya se habían escurrido de la nada. De hecho, dentro de algunos meses terminábamos la carrera. Dios, no lo podía creer. — Es hora de ir al funeral— comentó y le dediqué una mala mirada.

— No es un funeral— repliqué con tono agrio

— Sí que lo es, si no mira a Rosalie— y antes que la rubia pudiera insultarla como era debido se escabulló fuera.

— Voy a matar a esa enana maldita. Y cuando se embarace le tiraré el estiércol del perro que tendremos cuando nazca el pequeño. Sí, se lo voy a lanzar a la cara— reflexionó y apenas pude emitir algo similar a una risa.

Ovejas santas, en serio estaba muerta de los nervios. ¿Qué tal si tropezaba y caía enfrente de todos? ¿Y si las ramas se me enredaban en el cabello? Eran tantas posibilidades que casi me parecía necesario quedarme en la habitación de la casa Masen.

— ¿Estás lista Bella? — Preguntó Emmett y recién reparé en que esperaba por mí. Rose y Alice seguramente ya habían bajado.

Eché una última hojeada alrededor antes asentir como posesa.

-o-

El trayecto fueron palabrotas entre Alice y Rosalie, y Emmett que silbaba feliz y me daba miradas furtivas.

Yo ya no tenía uñas, y eso lo explica todo ¿o no? Y mierda, me habían dado unas horribles ganas de hacer pipi ¿Y si me orinaba ahí? Gemí consternada. Nunca debí decirle que sí, nunca debí hacer nada de esto. Ahora mi pobre vejiga pagaba las consecuencias.

Emmett bajó cuidadosamente la curva y le dirigió una mirada preocupada a su esposa. Oh, sí. Ellos se habían casado hacía dos años y ahora Rose esperaba un bebé, apenas tenía tres meses y él no la dejaba hacer nada. Si había que lavar, él lo hacía, si había que cocinar, él lo hacía. Y si había que satisfacer a la esposa, él lo hacía. Bueno, me desvié pero ha quedado claro el punto ¿verdad?

Y ahora no solo tengo verborrea léxica si no que mental. De verdad iba en decadencia y eso que apenas tengo veintidós.

— Emmett hermoso y sensual llamando a Bella— oí que canturreaba cerca de mí y volví la mirada a la suya

— Tengo miedo— confesé observándolo de forma sincera. No lo había dicho en voz alta hasta este momento

— Oh, cariño— se agachó a mi altura— ¿de qué tienes miedo? — Acarició suavemente mi mano y lo contemplé

— De que no resulte, de que solo sea otro divorcio entre los millones que hay por todo el mundo— suspiré, mordiéndome el labio inferior— no quiero pasar a ser una estadística común. Tengo pavor de que…

— De que sea como el breve matrimonio de tus padres, ¿no es así? — Asentí descubriendo por fin mis temores

— No quiero que me suceda eso, yo… quiero que sea algo bueno, tal como es ahora ¿por qué tenemos que casarnos a todo esto? — Espeté resoplando— somos felices así, nos queremos y tenemos la vida por delante ¿por qué hay que firmar el condenado papel? — Sonrió acariciándome la mejilla

— Porque es el único paso que un hombre da cuando está completamente enamorado— lo miré confusa— a la mayoría de nosotros nos gusta pasárnosla bien, y no solo hablo de chicas, si no que hacer solo lo que queremos sin tener que cumplir con ciertas obligaciones… ya sabes, la libertad— rodó los ojos— pero llega un momento y una chica por la cual olvidas lo "bueno" que eso era, olvidas que quieres ser "libre" y todas esas cosas, porque lo único que deseas es tenerla contigo por siempre, verla sonreír, verla disfrutar de la vida a tu lado y pertenecerle como ella te pertenece a ti. Y eso solo ocurre una vez en nuestra existencia o eso creo yo, jamás podría sentir lo que siento por Rose nuevamente— negó sonriendo— así que probablemente es el caso de Edward. Bella, él en serio te ama. Aparte de esto, de la boda, los invitados y el montón de dinero que se gasta— hice una mueca, porque era cierto aunque ciertos personajes corrieron con todos los gastos y preparativos. Solo diré dos palabras: músculos y enanos. — Él solo quiere estar contigo en el peldaño final de su decisión y madurez, porque cuando amas, maduras quieras o no, de un modo u otro lo haces. — Se encogió de hombros sonriendo y apreté su mano— así que, solo ve allí y demuéstrale que estás de acuerdo con una sonrisa, eso importa mucho más que decir sí, acepto— me guiñó un ojo y solté todo el aire retenido en un agradable sonido— ¿estás de acuerdo, no es así? — Solté una carcajada al ver su rostro vacilante

— Tan segura como que Rose y Alice van a terminar agarrándose del moño por ser la primera palabra que diga el pequeño o pequeña— él se sacudió por las carcajadas. Y luego me tendió la mano

— Seguro que sí, pero lo primero que saldrá de la boca de mi hijo o hija, será Emmett el fabuloso y sensual padre estupendamente guapo— fue mi turno de reír como asmática, ni en todos estos meses había conseguido dejar de hacerlo.

— Obvio, ¿aunque no crees que es demasiado largo para un bebé? — Pareció meditar mientras me ayudaba a salir del coche. El vestido que llevaba era blanco, lo sé, de blanco la patuda, y era bastante grande. Aunque me quedaba perfecto, sobre todo la parte del busto, casi diría que ajustado. Pero bueno, fue lo que elegí y así era como yo quería caminar hacia el altar.

Una vez fuera, comprobé que todo estuviera en orden y Emmett me tendió su brazo

— Bueno, es cierto. — Coincidió al fin— pero dirá papá primero. — Aseguró y mis dedos se aferraron a su traje negro cuando comencé a acercarme donde sería la boda.

Habíamos acordado hacerlo en la Push, con Billy, Sue, Leah –obviamente como una de mis damas de honor junto a Rose y Alice– con Seth y todos aquellos nativos que quisieran asistir. Edward estuvo de acuerdo conmigo y más aún los de la reservación que se encontraban contentos de verme nuevamente. Yo también me ponía muy feliz, ellos formaban una parte de mi corazón. Aunque claro, la mayoría le pertenecía a Edward.

Mi dulce Dios, estaba a un pelo de casarme con el hombre al cual amaba con todas mis fuerzas y apenas podía creer lo bueno que era.

Caminamos bajo unas ramas verdes y comencé a divisar la playa y cerca de la orilla el altar hermoso que Alice se había esmerado en idear y decorar.

— Siento que me voy a caer— susurré presa el pánico y unas enormes ganas de llorar.

— Oh, pequeña, nada de eso. Yo te sostendré— dijo Emmett con una sonrisa

— Esperaba poder ayudar un poco en eso. Claro, si es que Bella está de acuerdo— volví mi mirada hacia el hombre con rostro compuesto, algo más delgado pero con una expresión segura, aunque en esta oportunidad parecía temeroso de mi reacción. Vestía un traje negro de etiqueta y lucía verdaderamente guapo. Nuestra relación no era lo mejor, pero de todas maneras le necesitaba. Necedad de chiquilla tonta, tal vez.

— M-me alegra mucho verte aquí— sonreí

— Estás muy linda, Bella— se acercó unos pasos y vaciló, mirando a Emmett

— Gracias. ¿Podrías permitir que mi padre me lleve unos pasos? — Le dije al grandulón. Torció la boca

— Seguro. Tenga precaución, en el camino te intercepto pequeña— asentí distraída mientras le cedía mi mano a Charlie.

— Entonces… ¿estás segura? — Preguntó poniendo con delicadeza mi brazo entorno al suyo

— Sí. Lo amo y nunca me voy a arrepentir— aseguré y de pronto comenzó la melodía nupcial. Mi corazón dio violentos tumbos en mi pecho y las rodillas me flaquearon.

— Lo sé. Tú nunca te arrepientes porque eres sensata— era lo más parecido a un cumplido a mi carácter que oía de su boca.

— Todos nos arrepentimos en algún momento, todos nos equivocamos— comenzó a andar lentamente y mi cuerpo se puso tenso, casi como si me estuviera preparando para correr.

— Es cierto, pero lo importante es aprender y no equivocarse en lo mismo otra vez. En eso nos diferenciamos— comentó suavemente. Y aferré mis dedos en su brazo

— No me dejes caer— exhalé con voz temblorosa

— Nunca. — Inhalé profundamente, llenando mi pecho de aire e irguiéndome. Toda yo temblaba y me deshacía de nervios. Estúpido Emmett y sus charlas, joder, ahora quería correr hacia él y exigirle que secuestra en este preciso instante a Edward y lo metiera en una habitación solo para mí, quizá luego de… bueno, terminar, estaría más relajada.

Seguro que si hubiera dormido acurrucada contra él me encontraría menos inquieta y sentiría mis pies moviéndose, o mi labio siendo mordido por mis dientes. Pero… solo serían unos pasos más y sería para siempre. Sí, yo podía hacerlo.

Mientras iba ahí, lo vi. Y me quedé sin aliento.

Era tan jodidamente guapo, tan hermosamente bello y mierda, era mío. Sí, ¡mío! Yo lo había besado durante este tiempo, yo había estado entre sus brazos… yo había sido la afortunada de llevarme su corazón. Y él de llevarse el mío. Nos necesitábamos, nos amábamos y esto solo era una prueba tangible de ello.

Sonreí, perdiéndome en su mirada jade intensa que recorría mi rostro y figura, haciéndome ruborizar y desearlo. Mi cuerpo le conocía, mi cuerpo lo quería. Y mi mente lo amaba, aunque había momentos en que solo quisiera… ya sabes, retorcerle el cuello entre mis manos.

El mundo desapareció, yo flotaba hacia él. Así de patético y maravilloso.

— Creo que ya no estás tan nerviosa— recién entonces noté que ahora Emmett me llevaba hacia Edward que sonreía sin poderse controlar. ¡Estábamos igual!

Sin duda, seguíamos siendo unos adolescentes hormonados, ya que apenas el grandulón le cedió mi mano y Edward me tocó, reviví el mismo deseo que despertaba en mí desde el primer día. De la primera vez que le entregué mi cuerpo y de la oportunidad que celebramos nuestro compromiso aquella noche de primavera. Era una bomba que pronto explotaría y ni siquiera sabía si podría soportar hasta la luna de miel. Joder, ya estaba deseando terminar con el papeleo pronto.

Edward desvió brevemente su mirada intensa que me decía que pensaba lo mismo que yo, hacia Emmett y asintió con la cabeza. ¿Qué? ¿Había hablado? Dios, en serio la presencia de Edward absorbía toda mi atención y concentración.

— Estás hermosa, Bella— susurró Edward a mi oído cuando el hombre que nos iba a casar comenzó a hablar. ¿Yo hermosa? ¡Edward estaba para violarlo en frente de toda esta gente! Creo que ya he sido demasiado explícita en mis pensamientos. Qué vergüenza, pensando esa clase de suciedades pecaminosas enfrente de una persona que hablaba de Dios.

Me limité a sonreírle de forma abochornada.

Para mí el tipo no avanzaba nunca ¿acaso no entendía que estar tan cerca de él me ponía enferma del calor y el deseo de besarlo? Parecía que no porque hablaba y hablaba. Y Edward apretaba mis dedos haciéndome temblar con las miradas perversas que me daba. Supongo que estábamos dando un verdadero espectáculo. Parecíamos unos perros en celo contemplándonos de ese modo y el hecho que Edward se empeñara en mirarme el escote no ayudaba.

Por fin dijo las palabras claves

— Edward Anthony Cullen Platt ¿aceptas a Isabella Marie Swan Dwyer como tu legítima esposa para amarla, respetarla, cuidarla y estar con ella en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza hasta que la muerte los separe? — Por un instante, nuestros cuerpos deseosos se calmaron y únicamente el amor quedó en la mirada del otro. No fui capaz de despegarla de sus ojos ni él de los míos

— Sí, acepto— me sentí tan llena y completa cuando lo dijo que sonreí, casi llorando. Por favor, no seas estúpida, me regañé.

— Isabella Marie Swan Dwyer— el anciano repitió las palabras y apenas si le oí. Yo solo podía pensar en él, frente a mí y que me había aceptado para siempre.

— Sí, acepto— respondí con voz ronca por el esfuerzo de tragarme las lágrimas. Ojalá se me quitaran estos genes tan ridículos, odiaba llorar.

Y entonces estuvimos casados ante los ojos de los presentes, de Dios y de la naturaleza que parecía compartir nuestra alegría regalándonos rayos de sol que encendieron sus cabellos bronces. El mar rugía pero parecían aplausos, los pájaros graznaban pero parecían felicitarnos.

Y por fin dijo que me podía besar y a nosotros no había que decirnos más.

Me tomó de la nuca con delicadeza y buscó con amor mis labios. No había necesidad de hablar, su boca y la mía se entendían de puta madre.

Nos dejamos llevar por lo que sentíamos y nos buscábamos con toda la calma que podíamos, aunque como que ya se me estaba olvidando donde nos encontrábamos. Para mí, éramos solo él y yo, besándonos como cuando teníamos dieciocho años y no había muchos pares de ojos ni manos aplaudiendo nuestro arrebato.

Finalmente él se separó con dificultad, sonriéndome con los ojos y labios.

— Te amo— susurró entonces

— Yo te amo más— sonreí y pegó su frente a la mía.

— No es cierto, cariño. — Acarició con dulzura mi mejilla alborotando mis ya de por si activas hormonas.

— Tú no lo sabes, amor. — Repliqué con voz melosa causándole una carcajada breve

— Hey, ¡estamos aquí! — Oí a Jasper gritar y recordé de pronto

— Es cierto, estamos en una boda— susurré

— En nuestra boda. — Él no ocultaba su júbilo al decirlo, ni yo al aceptarlo.

A regañadientes nos volteamos hacia la gente y saludamos brevemente.

El resto fue como siempre en los matrimonios. Una recepción, un pastel y muchos invitados saludándonos.

— Bella— reconocí a Jake corriendo hacia mí. Ya era un niño mucho más alto de lo que recordaba hacía cuatro años atrás. Su cabello seguía corto, pero se veía mucho más desgarbado que antes. Sonreí desordenándole el pelo

— Hola ¡pero mira que grande estás! ¿Qué le dan a los niños de por aquí que crecen tanto? — Bromeé y él se rió jocosamente

— Mucha comida de la cafetería de Billy— respondió la voz ronca de Seth. Yo no me había equivocado, él terminaría por ser muy apuesto. Y Dios sabe que lo es.

— Por las cabras del abuelo de Heidi ¡Mírate! — Exclamé y me abrazó fuertemente. Era casi tan alto como Edward.

— Lo sé, soy el chico más sensual de toda la reservación— me guiñó un ojo y solté una carcajada

— Mientes, yo soy el más hermoso y guapo. Además de encantador, Bella lo dijo una vez— señaló Jake

— Pero tú eres un chiquillo que no tiene idea de nada— replicó Seth sacándole la lengua

— Y seguro que te ves muy maduro haciendo eso— una voz suave de chica hizo que el muchacho más viejo se tensara con la lengua a medio entrar

Apareció detrás de él una chiquilla de cabello negro y ojos grises enmarcados por unas tupidas pestañas. Su piel era morena pero más bien como la del café tostado.

Era nativa, no cabía duda y lucía muy bonita.

— Oh… Claire— se rascó la nuca algo avergonzado y Jake se burló.

— Hola— saludé amablemente

— ¡Tú eres Bella! ¡Al fin te conozco! Por aquí ronda mucho tu nombre— comentó con voz risueña

— Bella, esta es Claire mi novia y Claire ella es Bella, una de mis mejores amigas— nos sonreímos mutuamente luego de la presentación atropellada de Seth

— Es un gusto conocerte al fin. El último día que vine a la reservación no estabas— dije

— Lo sé, tuve que ir a ver a un pariente. Quería conocerte— torció la boca— pero me alegra mucho hacerlo ahora. Eres muy bonita— halagó y reí

— Pues mira que tú también— nos reímos juntas y apareció de pronto Edward poniéndome la mano en la baja espalda. Me tensé a su tacto porque comenzaba a desearlo como loca nuevamente.

— Este es mi esposo— joder, que hermoso sonaba— Edward y ella es Claire la novia de Seth— lo presenté y le sonrió a la muchacha. El recién nombrado le pasó un brazo por los hombros

— Un placer conocerte— ella asintió

— Hey Edward ¡Ya aprendí todo lo que me enseñaste! ¿Cuándo me mostrarás más saltos? — Interrogó Jake al cobrizo

— Ahora estoy un poco ocupado pero prometo venir en el verano— le guiñó un ojo

— ¡Muchacha que hermoso ha salido todo! — Sue venía con lágrimas en los suyos

Y me abrazó, alejándome de Edward para mi descontento. Aunque correspondí su abrazo con energía.

— Gracias Sue— dije una vez que se hubo apartado un poco

— Ay mi niña, estás tan grande— me acarició el cabello de forma maternal

— Ni tanto. No me llames vieja, ¿vale? — Rió

— Nadie pensaría eso, el Qahla no envejece. Él solo brilla, iluminando todo a su alrededor— Billy me sonreí de forma dulce.

— Billy, deberías decírselo por fin. La has tenido en ascuas durante todo este tiempo— comentó Leah y Sam venía detrás con Emily ya crecida sobre sus hombros. Era una niña encantadora que gustaba de jalarme el cabello.

El viejo rió suavemente

— Creo que ya es tiempo, sí— meditó— pienso que ya lo cree. Eso es lo que yo quería— asintió para si mismo. Y Edward me agarró esta vez de la cintura provocándome un escalofrío.

— Anda, por favor dímelo— volvió a reír y le dirigió una mirada penetrante al cobrizo.

— Él no puede apoderarse del Qahla, pero puede hacerlo resplandecer más, y puede compartir su calor. Él jamás debe tratar de apagarlo porque su vida se terminaría y la oscuridad dominaría. Él solo debe amarla y el Qahla debe dejarse amar para ser feliz, siempre y cuando crea que ya es lo que es y pueda amarse a sí misma como para poder resplandecer por completo y alumbrar el camino del resto— todo aquel que estuvo cerca se aproximó para escuchar a Billy que me miró entonces y sin siquiera haberme dado cuenta, entendía lo que me quería decir. Entendía el mensaje y sabía que yo era capaz de amarme a mí misma, lo cual siempre ha sido lo más importante. Porque si uno no se quiere ¿cómo podría querer a otros? — Querida niña, tú eres el sol, tú eres aquello por lo cual el día existe y has alumbrado con tu luz más vidas de las que puedas creer. Y ahora ya lo sabes y lo crees. Era tiempo de decírtelo en tu idioma— sonrió poniendo su mano arrugada en mi brazo. — Solo espero que sepas hacerla brillar aún más, muchacho— dijo a Edward— pero creo que les resultara, se aman sinceramente. Un amor de locos, sin duda— rió— y fue divertido verte tratando de preguntar sobre la palabra, niña— se dirigió a mí y sentí las mejillas arder. — Se te extrañará aquí, pero tu trabajo y obra ya están hechos. — Me besó la frente y lo tomé como su despedida, puesto que luego con dificultad se alejó.

— El viejo sabe hablar ¿a qué si? — Dijo Seth y todos reímos cuando Claire le pegó en la cabeza

— Es tu tío, no le digas viejo— el chico rió sin pena, ni siquiera avergonzado por haber sido golpeado. Se limitó a besar la mejilla de su amada. Y al echar un vistazo a la estancia, todos parecían felices con sus respectivas parejas. Leah y Sam, Alice y Jasper bailando, Emmett y Rose jugueteando con las velas colgadas de los árboles y únicamente una mujer parecía solitaria entre toda esa gente y supe quien era al instante

— ¿Quieres ir con ella? — Preguntó Edward a mi oído haciéndome estremecer.

— No lo sé— sinceré observándola. Al final después de tantas vueltas había accedido a invitarla, más que nada por petición de Emmett. El muy ingenuo cree aún en Santa Claus al parecer.

— Mis padres nos esperan en aquella mesa para los brindis y luego podemos irnos— de inmediato advertí la tirantez en mis músculos al pensar en lo que venía.

— Vale. Creo que iré a saludarla, siquiera— suspiré y a regañadientes solté las manos de mi esposo.

— Te estaré esperando— me dio un casto beso que solo me hizo querer más. Y lo notó porque sonrió de manera triunfal. Cuerpo jodidamente dependiente de un aparato reproductor masculino, joder. Que mal.

Resignada a esperar unas horas más para agotarme de placer, caminé recogiendo mi vestido hasta Renée.

— Hola— dije de forma incómoda y ella se volteó tan deprisa que creí que iba a caer

— Por Dios, Bella— sonreía y veía las lágrimas en sus ojos.

— ¿Qué tal todo? — Interrogué— ¿Puedo sentarme?

— Claro que sí— me senté a su frente

— Uhm… ¿gracias por venir? — Jugué con mis dedos

— Gracias por invitarme. No sabes lo feliz que me hizo— las arrugas de la risa se le notaban bastante, en consideración de la última vez que la vi

Asentí murmurando un "mmh"

— La verdad, no sé que decir— suspiré al fin

— Está bien, ni siquiera esperaba que te tomaras la molestia de venir a hablarme… no quise interrumpirte— se encogió de hombros

— No es una molestia, después de todo gracias a ti estoy viva ¿no? — Vale, soné patética.

— Sí, eso creo— musitó apenas— en serio no sabes como me arrepiento de haberte dejado— me erguí en la silla. No quería hablar de eso

— Eso ya no sirve de nada. Deja de tener remordimientos, estoy bien.

— Sí, pero no siempre estuviste bien, Bella— replicó

— Eso es el pasado y mejor dejarlo ahí— asintió y nos quedamos en silencio

— Veo que tienes varios genes míos, y no me asusta porque tú sabes controlarlo— comentó

— ¿Qué?

— Tienes la tendencia de llorar por todo, como yo y quieres huir… solo que tú te quedas en tu sitio y lo afrontas— sopesé sus palabras

— Supongo— respondí al fin

— Eso es bueno. Lo mejor es no correr, no sirve de nada más que para llevar penas y remordimientos a la espalda hasta que ya no puedes seguir corriendo y te vez aplastada por todo eso— reflexionó jugando con la copa entre sus esbeltos dedos.

— Todos afrontamos la vida del modo que mejor nos parezca, no soy quién para decirte si lo que hiciste estuvo bien o mal, eso solo lo sabrás tú— dije de pronto con ganas de volver junto a Edward, así que inconscientemente lo busqué por la estancia.

— Vuelve con él, Bella. — Me sonrió de forma tierna

— Está bien…. supongo que hasta pronto— asintió

— Cuídate mucho y si no es demasiado pedir… dime si necesitas algo o si hay una emergencia— tenía un mal presentimiento en la boca del estómago y solo quería ir por Edward. Así que le respondí afirmativamente de forma distraída.

Agarré mi vestido largo despreocupadamente, y caminé entre la gente para encontrarlo.

El corazón parecía retumbar con más fuerza a cada paso, poniéndome de los nervios.

Mi cabeza dio giros buscándolo hasta que percibí un movimiento tras unos árboles.

Me dirigí allá con seguridad y escuché una charla

— No, tú no la amas… anda, solo una oportunidad más— reconocí la voz y mis vellos se erizaron.

— No, Tanya. Yo amo a Bella y jamás volveré a caer en ese error otra vez— solté un suspiro aliviado

— ¡Ella es una maldita! ¡Se merecía todo lo que le pasó! ¡Me echaron de casa por su culpa! — Exclamó iracunda y mis pies se movieron por si solos. Descubriendo a un ceñudo y molesto Edward y a una histérica y gorda Tanya. Apenas y podía creerlo.

— No fue mi culpa— dije con voz firme y sus ojos desorbitados se volvieron a los míos

— ¡Zorra asquerosa me lo quitaste otra vez! — Trató de saltar sobre mí y estaba lista para recibirla con una cachetada. Bastante bien se me daban. Sin embargo el cuerpo de Edward se interpuso en su camino

— Cálmate— le dijo con voz contenida— si le tocas un pelo te las veras conmigo— advirtió el cobrizo

— Puedo cuidarme sola— espeté algo enojada. No era un cristal frágil y ya le había dado sus golpes merecidos a la pelirroja esa, aunque todavía podía pegarle unos cuantos más.

— Sí, la sosita se puede defender sola— dijo burlona y solté una carcajada

— ¡Qué madura! — Me burlé de su rostro enojado. En realidad, de la chica hermosa no quedaba mucho. Su cuerpo ya no era esbelto y su ropa era vulgar, su cabello era un caos feo, no como el de Ed.

— No te atrevas a reír de mí— sentenció

— Tanya, vete— dijo Edward de forma calmada, todavía sosteniéndome de la cintura con firmeza— nadie te ha invitado. Lárgate.

Y el rostro se le descompuso por primera vez.

— Pero…pero… todavía nosotros podemos...

— ¿Con qué cara vienes a decirle eso? — Puse las manos en jarras adelantándome un paso de forma amenazante. De verdad ella me había hecho enojar. — ¡Mandaste a tus asquerosos lacayos a golpearlo! ¡Casi lo matan! — Espeté enojada y arqueó una ceja

— Eso fue tu culpa, también. Si él no se hubiera interpuesto nada habría pasado ¡pero tú siempre me lo quitas! ¡Siempre te pones en el medio! ¡Te odio por llevarte lo que es mío! Tú no lo merecías, yo lo vi primero. Él me conoció a mí primero que a ti y tu estúpida cara de inocente. Tú le diste pena, y por eso se juntó contigo y no conmigo. Jamás te ha querido, estúpida, él solo te tiene lástima— sonrió triunfal y Edward iba a hablar pero lo hice callar. Esto era entre ella y yo.

— Seguro que todo lo que hemos compartido es lástima, sí. Obvio que tú estás ahí cuando me abraza o susurra cosas lindas al oído ¿te ha dicho alguna de esas cosas? Yo creo que no. Compréndelo y acéptalo Tanya, eres una hueca y por eso él se alejó. ¿Tanto te costaba aceptar a un chico con anteojos? Pues que pena, tu tiempo ya pasó— espeté finalmente y me miró con odio

— Ya basta con esto. Tanya, vete de una vez. No quiero llamar a Charlie ¿vale? — Habló con fastidio Edward.

— Pues llámalo si quieres, a mí me da igual— y entonces lo miró con esa cara de ninfómana y me rechinaron los dientes.

— Pero a mí no y si no te largas por tu propio pie, yo misma te voy a sacar pero arrastrando del pelo ¡lárgate de mi boda! Yo no te he invitado— casi podría morderla de la rabia que sentía.

Se encogió ante mis palabras y dirigiéndonos una última mirada de desdén, se largó meneando el trasero regordete.

Solté el aire contenido y masajeé mi sien.

— ¿Te encuentras bien? — Interrogó poniendo sus manos en mis hombros

— No. Quiero golpearla Edward— confesé y él soltó una risita breve

— No vale la pena… ¿qué dices si volvemos? — Besó suavemente mi cuello logrando que algo de mi furia y tensión desapareciera.

— ¿Qué dices si me besas? — Me volteé en sus brazos para quedar más cerca. Gracias a los tacones no me tenía que poner de puntillas para poderle llegar al rostro.

De inmediato sus manos se apoderaron de mi cintura, acercándonos.

— Digo que me parece una idea muy tentadora— susurró acariciando mi nariz con la suya. Poniéndome alerta para recibir el beso de una buena vez

— Hazlo entonces— crucé los brazos tras su cuello, poniéndome más próxima a mi objetivo. Soltó un sonidito parecido a un ronroneo al sentirme presionando contra su pecho.

Juro que eran instintos, no lo pensaba, simplemente lo hacía.

Así que decidida a dejar atrás lo de esa pelirroja asquerosa, acepté el contacto de Edward. Soltando un suspiro complacido por tenerlo por fin, había sido demasiado tiempo sin poderlo besar como Dios manda.

Comenzamos lentamente, su mano en mi cuello acariciándome despacio al igual que sus labios y mis dedos jugando con sus cabellos… pero a los segundos ya nos besábamos como desquiciados, sin tener suficiente del roce por más duro e invasivo que éste fuera.

Me sorprendí al encontrarme con las manos metidas bajo su ropa acariciándolo con premura y él, por su parte presionándome contra un árbol.

Gemí cuando me alzó sin dificultades y enredé mis piernas en su cadera, moviéndonos de forma involuntaria. Jamás me saciaría de su cuerpo ni de sus besos, de su pecho firme y su espalda suave. Nunca me acostumbraría a la humedad ahí abajo, a los gemidos y jadeos, al instinto tan primitivo que nos hacía perder la razón.

— Oh, Edward— gemí al sentir sus manos por sobre la tela en mis pechos que se irguieron de inmediato.

— Mmh…— se entretuvo besándome la oreja y masajeándome, llevándome a la locura y al deseo de quitarle la ropa de una jodida vez.

Y en la mejor parte estábamos cuando un carraspeo nos hizo quedar inmóviles.

Le saqué los dedos de mi pecho y me puse sobre mis pies

— Sabía que algo sucio se traían entre manos par de hormonados— Alice sonreía pícaramente cruzada de brazos— ¿es que no pueden esperar hasta la luna de miel? Seguro que ahí podrán meterse mano por donde quieran, pero ahora están en su jodida boda y todos los invitados aguardan por la pareja calenturienta— comentó al rato después con el ceño fruncido.

— Sí… bueno es que Bella y yo…y— dijo confuso Edward desordenándose el cabello. Já, como si yo no fuera suficientemente buena en eso.

— Anda, dile— le golpeé el hombro para alentarlo a hablar y me miró con los labios entreabiertos y una expresión de hazlo tú

Ruborizada y todo, me acomodé con toda la dignidad que tenía el vestido y cabello

— Nosotros… Edward y yo estábamos a punto de amarnos. — Asentí convencida y ella se largó a carcajadas

— Nada de eso, ustedes iban a joderse contra ese pobre árbol— rió la pelinegra y entrecerré los ojos

— Tú… tú cállate— la señalé con el dedo— mira que yo también sé unos de tus cuantos trapitos sucios con Jasper— cerró la boca — Oh, sí… como el misterioso caso del baño de la Universidad del cual salen sonidos realmente raros casi todos los días… o los problemas con policías…

— Ya, vale. Corta ahí— noté el rubor extenderse por su rostro— solo vengan conmigo— sacudió una mano y Edward soltó una risita que sofocó con una falsa tos.

Así que de ese modo superamos el suceso de Tanya y que nos hayan cachado en plena acción. Y apenas logramos mantener las manos quietas bajo la mesa, donde la gente salía delante para brindar por nosotros. Algunos dijeron palabras muy bonitas. Esme por ejemplo, ella dijo que no era necesario darme la bienvenida a su familia porque yo era parte de ella desde hace mucho. Emmett me hizo saltar un par de lágrimas al decir que no importaba que edad tuviera, que siempre podría contar con mi hermano mayor para lo que fuera.

Y así sucesivamente, y finalmente luego de unas entrecortadas palabras por parte de Edward para mí, quedamos libres para cambiarnos y alistarnos para nuestro viaje a una Isla paradisíaca. Regalo de mis suegros.

Yo lo encontraba una pérdida de tiempo, ¡podría irme ya mismo con lo puesto o sin nada en absoluto! Pero me dejé guiar por Alice y Rose y Leah a una habitación donde estaban mis maletas y un vestido de color crema con un pequeño cinturón negro.

Me lo puse rápidamente y ellas me peinaron con dedicación.

Al cabo de lo que me pareció una eternidad, salí fuera para recibir más abrazos de despedida y buenos deseos.

Noté a Edward abriéndose paso entre toda la gente que sonreía y hacía comentarios de todo tipo, por lo que copié su gesto hasta que al fin pudimos encontrarnos

— Estás hermosa— susurró mirándome.

— Tú luces como siempre— le guiñé un ojo

— ¿Y cómo luzco?

— Violable— me mordí el labio inferior y rió.

— Tú te ves más que eso, me siento como un animal justo ahora— sus palabras comenzaron a enviar ondas de calor por todo mi cuerpo.

— ¿Y por qué?

— Luego te lo demuestro— me besó castamente la mejilla y agarró mi cintura, guiándonos hacia el coche. Nos lanzaron arroz y entre aplausos, exclamaciones y felicitaciones nos montamos en el auto.

Por fin solos.

— ¡Hey! — Dimos un brinco al oír esa voz detrás de los asientos

— ¡Qué haces aquí! ¡Cristo casi me matas! — Dije con el aliento entrecortado

— Sal del auto ahora Jasper. — La voz de Edward era contenida mientras se apretaba el puente de la nariz

— Sí, solo quería recargar tu reserva de condones, seguro que aún así te van a hacer falta ¿a que si Bella? — Me ruboricé y él se mató de la risa

— Sal ya mismo o te mato, bastardo maldito— Edward en serio estaba enojado

— Vale, vale. Pero yo traté de cuidarlos ¿eh? Aunque de todas maneras yo te veo al nene mientras crece en tu útero Bella, y me preocuparé que todo salga perfecto— cortó la palabra y noté como Alice reía sobradamente fuera del coche. Sin duda era su venganza por haber ventilado sus gustos morbosos.

— ¡Marioneta de Alice! — Le acusé mientras abría la puerta trasera. Mi queridísimo esposo resoplaba como toro.

— Lo siento, pero ella manda. Si no me pega, ya sabes— fingió miedo y le salió fatal— Igual me divertí— exclamó con una amplia sonrisa— suerte muchachos, aunque creo que no la necesitarán ¿o si Edward? — Y cuando el aludido se volteó dispuesto a pegarle saltó fuera riendo como hiena.

Le enseñé el dedo medio a Alice y Ed arrancó velozmente.

— Voy a castrarlo mientras duerme, lo juro— murmuró Edward y yo sonreí

— Si es que lo llegas a encontrar en su cama alguna vez— me encogí de hombros y pronto él se destensó, sonriendo también, mientras nos dirigía bajo la luz nocturna hacia nuestra luna de miel que en serio prometía.

-o-

— Vaya… es hermoso— no podía despegar la vista de la gran casa con enormes ventanales de vidrio y antorchas encendidas hacia la puerta.

— No diría que es el término adecuado si estás aquí— susurró besándome el cuello despacio. Me estremecí cerrando los ojos. — Ven, vamos dentro— si, yo quería precisamente eso aunque no necesariamente que entrara a la casa.

Aun así, me dejé guiar.

Por dentro era precioso, espacioso y con un color agradable. Por la puerta trasera se apreciaba el mar acariciando la orilla. Entraba una brisa marina deliciosa, aunque yo apenas lo notaba.

Supongo que podrán tacharme de ninfómana, pero solo quería conocer las habitaciones y encerrarme allí con Edward por todo lo que durara la luna de miel.

Sin embargo, él parecía querer ir lento.

— ¿Quieres tomar algo? — Preguntó luego que dejara mis cosas en el piso del cuarto matrimonial. La cama era enorme… aunque con lo locos que éramos, me parecía una buena idea.

— Sí, pero no exactamente una bebida— moví las cejas sugestivamente y mis manos se fueron a sus botones.

— Y así dicen que los hombres somos los que únicamente pensamos en sexo— suspiró teatralmente y solté una risita.

— Es tu culpa— los fui desabrochando con toda la lentitud que podía

— ¿Sí? ¿Por qué? — Sus manos tomaron las mías, abrigándolas con su calor aunque aquí ya hacía mucho.

— Por hacerlo tan condenadamente bien— se rió

— ¿No quieres hacer un brindis por nuestro matrimonio? — Besé su cuello, y sentí como me daba más acceso.

— Podemos brindar después… — susurré ascendiendo más

— Mmh…suena bien— suspiró y terminé con su camisa azul, y feliz de la vida comencé a acariciarlo con mis manos ansiosas que se quemaban por tocarlo. Siempre era así.

— Lo sé… sobre todo si tú figuras desnudo— y alcancé sus labios antes que dijera algo. El breve segundo por el cual se quedó quieto sin hacer nada se terminó bruscamente cuando atrapó mi cabeza entre sus manos, obligándome a besarlo de forma ruda. Sí, perfecto para mí.

Yo fui quien invadió su boca ocasionándole un gemido gutural que me hizo apretar contra su cuerpo. Como lo necesitaba ahora, sobre mí… dentro de mí.

Nos devoramos los labios y terminó mordisqueándomelos suavemente mientras buscaba el cierre de mi vestido.

Al encontrarlo dejé que cayera y me observó, conteniendo el aliento

— Bella… que…— me ruboricé porque esto era nuevo

— Fueron las chicas… creyeron que iba a gustarte pero…— sus ojos seguían fijos en la fina tela del babydoll negro de encaje que apenas y dejaba algo a la imaginación.

— Las chicas son unas jodidas genios ¿qué quieren? ¿Qué no pueda parar y te imposibilite de caminar? — Y de forma dura me pegó a él, y me besó como si no hubiera un mañana. Sentí la excitación hacerse presente en mi intimidad ante sus palabras y mi cuerpo se agitó en su contra al sentir sus manos acariciar mis muslos y luego mi trasero.

— ¿Así que te gustó? — Interrogué mordiéndome los labios y volvió a contemplarme como si no lo creyera

— Es que te ves… tus se ven tan… Bella quiero hacerte el amor ahora mismo— arqueé la cejas

— ¿Y a qué estás esperando? — Mi risita se vio sofocada por sus labios. Y pronto sus manos me levantaron del trasero que masajeó dulcemente, haciéndome soltar suspiros de satisfacción. Sentir su calor ahí era delicioso.

Enredé las piernas en sus caderas y me moví tentativamente sobre su rigidez, ocasionándole un jadeo y a mí un exquisito estremecimiento.

— Bella…— le quité la camisa y comencé a besar toda la piel que podía mientras me llevaba a la amplia cama, depositándome en ella con cuidado.

Una vez ahí nos miramos a los ojos unos segundos antes de volvernos a encontrar en un beso apasionado. Adoraba esto, adoraba las mariposas en mi estómago y la fiebre interna que se apoderaba de cada nervio y célula en mi cuerpo.

Descendió con sus labios ardientes por mi cuello, dándome unas breves lamidas que me hacían jadear.

— Amo esta prenda pero… me estorba— musitó jugando con el delgado tirante de satén.

— Solo quítamelo rápido— apuré, apretándolo entre mis piernas. Gimió, borrándosele la sonrisa del rostro.

— Deja de mandarme tanto… apenas llevamos horas de casados— no me complació, y a cambio acarició mis muslos de arriba abajo. Se sentía tan putamente bien que mi centro comenzó a contraerse, sintiéndose vacío.

— Edward— pedí con deseo. Pero él parecía querer ir lento, puesto que volvió a su juego en mi clavícula mientras sus dedos me tentaban sobre las piernas.

— Con calma, esposa— por más insatisfecha que me encontrara, no pude evitar sonreír ante la palabra— no tenemos prisa ¿o sí? — Preguntó rozándome los labios. No la había, pero mi cuerpo en serio lo necesitaba.

— Está bien— suspiré rindiéndome y me compensó con un largo y placentero beso. Mis dedos corrieron por su columna haciéndolo arquear.

— Amo y odio que hagas eso— musitó sobre mi boca antes de seguir besando toda la piel disponible en mi rostro. Y cuando ésta se terminó, continuó acariciándome con profundidad el cuello y orejas. Cuyo propósito era hacerme cerrar los ojos y apretarlo contra mí

Ya estaba lista para el paso siguiente y no podía seguir tomándomelo con calma.

Sin que lo esperase le di un empujón que lo desequilibró y aproveché de colocarme a horcajadas sobre su cuerpo medio desnudo.

— Pero Bella— regañó aunque sus manos se adhirieron a mis caderas.

— Ssh, solo cállate— puse mi dedo sobre sus labios y me incliné lo suficiente para que mis senos ya despiertos se rozaran contra su pecho. Se estremeció, jalándome de forma inconsciente hacia su boca que me robó el aliento.

Acaricié su mandíbula ocasionándole un suspiro entrecortado y me sostuvo con más fuerza, evitando que alejara un centímetro mi rostro del suyo.

Y mientras me besaba con desespero, mi mano libre comenzó un lento y precavido camino hacia abajo, me topé con la barrera de sus pantalones y rápidamente los desabroché, dejándome libre el camino restante. No lo dejé impedirlo ni hacer nada, yo solo colé mi mano dentro.

Se separó de mis labios para alzar la cabeza de la cama y apretar los ojos ante mi audaz caricia, conjunto a un muy erótico gemido-quejido.

Él ya se encontraba más que listo para la acción y eso se demostraba claramente en lo que mis dedos comenzaban a acariciar lentamente, de arriba abajo.

Con escasa fuerza me intentó apartar, pero me mantuve firme e inicié una serie de besos por su rostro que se contraía por los gemidos al apretarlo un poco.

Adoraba sentirlo así, tan entregado a mis atenciones y disfrutando como él me hacía disfrutar todo el tiempo, además para que voy a mentir si esto me ponía muy... caliente. Amaba su calor, su suavidad y al mismo tiempo la dureza de esa parte de su cuerpo.

En realidad, me encantaba todo lo que a Edward concernía.

— Cristo… Bella— sentí su cadera arremeter contra mi mano y supe que debía hacerlo más de prisa. Ya conocía la anatomía del cobrizo y las señales que enviaba, así que lo complací, apurándome.

Me aferró fuertemente de las caderas para mantenerme ahí y reí internamente, ni en sueños lo dejaba ahora.

— ¿Te gusta? — Ronroneé en su oído, mientras mordía ligeramente su lóbulo. Jadeó con más fuerza y su cabeza cayó hacia atrás, su cuerpo temblando de anticipación. Y entonces disminuí mi presión y potencia, haciéndolo protestar— aún no, cariño— todavía recordaba la vez que me dejó a medias. Pues así se siente, amor.

— Bella— rezongó y lo silencié con mis labios, acariciándolo de forma lenta, casi perezosa y él se contraía; le gustaba que jugara con su control, lo sabía y me aprovechaba de eso.

Sus manos se movieron de mi cadera y ascendieron por mi espalda, haciéndome estremecer.

Sus dedos continuaron hasta los tirantes y los bajó sin preámbulos, dejando la prenda hasta mi cintura.

Gemí largamente cuando sin previo aviso su boca se cerró sobre una de mis sensibles puntas. Di un ligero respingo y sin querer lo apreté, consiguiendo una mordida no tan delicada que me hizo agitar en su contra

— Sigue… Bella— susurró con la voz más jodidamente ronca que pudiera existir y en estado de trance por el placer que me producían sus labios, lengua y dientes continué tocándolo. Parecía crecer en mi mano cada vez que gemía y vibraba con fuerza cuando yo pegaba grititos por sus mordidas inesperadas.

— Edward…— no podía más, en serio lo necesitaba dentro de mí pero ya. Y él no se encontraba mucho mejor ya que se encontraba al borde del orgasmo con mis lentos masajes.

Así que su calma se la metió por buena parte y me instó a alzarme de su pelvis para quitarse los pantalones, le ayudé de forma torpe y luego rompió las pequeñas braguitas de encaje, permitiendo que nuestras desnudas intimidades se rozaran. Caí sobre su pecho ante el roce tan placentero y oí la palabra malsonante retumbar en su pecho junto a los latidos acelerados.

Jugó conmigo, solo tentándome con la punta y jadeé desesperada. ¿No se daba cuenta de lo necesitada que me encontraba?

— Por favor— rogué tratando de dejarme caer sobre su miembro rígido de una vez, sin embargo me sostuvo de la cintura justo donde él quería, para seguirme torturando. Iba a estallar, lo juro.

— Aún no, cariño— repitió mis palabras y decidí que era suficiente. Dejé que mis labios se cerraran sobre su tetilla puntiaguda y la mordí ligeramente, arrancándole un gemido y que arqueara su espalda— vale, ahora si— sonreí pero no lo abandoné y jugué con mi lengua. O eso hacía hasta que de improviso se enterró en lo profundo de mi ser haciéndome soltar un grito de éxtasis.

Gimió de forma gutural y mi espalda se arqueó por si sola, irguiéndome sobre su cuerpo alojado en mi interior.

A pesar de todo el tiempo que llevábamos en una relación que en términos sexuales era bastante activa, todavía requería de unos cuantos segundos para que mi cuerpo se adecuara al suyo, sobre todo si sucedía de un solo golpe. Es que joder, como dije una vez… su cosa de niño no tenía nada de niño y eso era la jodida verdad.

— ¿Estás bien? — Interrogó aunque su cadera ya se movía ligeramente contra la mía. Y ya me encontraba casi por completo adaptada a su invasión así que no le respondí y por el contrario apoyé mis manos en su estómago y lo hice salir casi por completo de mi centro para volverlo a meter rápidamente de forma lenta y profunda. Justo como me gustaba— Oh, sí… si— gimió agarrándome de la cintura, ayudándome en el movimiento que me otorgaba tanto placer. Me encantaba sentirlo así, sentir que era mío

Apuré un poco más mis movimientos porque mi piel lo exigía a gritos y parecía que a él le sucedía lo mismo.

Mientras me deslizaba sobre su miembro, él amasó mis pechos con toda la delicadeza que podía y me hizo gemir audiblemente, debilitando la fuerza de los saltitos que pegaba sobre Edward.

— Creo que es mi turno, cariño— y no sé cómo le hizo, pero a los segundos mi espalda estaba sobre el colchón y seguía profundamente enterrado en mis entrañas que ardían por más. Y me dio más.

Arremetió fuertemente en mi interior, haciéndome jadear por el aire que él conseguía eliminar de mis pulmones a cada una de sus estocadas. Era tan fuerte, tan grande… tan Edward.

Me aferré a su espalda, gimiendo en su oído mientras él hacía lo propio en el mío.

— Si…ugh…mmh— gemía sin coherencia y sentía ese nudo, la tensión construirse en mi vientre tan apretadamente que no me cabía duda que luego de acabar ya no tendría energías para nada.

— Uhm… Bella, así cariño… si— me aferró de la cadera y contraje mis músculos a su alrededor, enloqueciéndolo. Embistió como nunca en la vida, tan duro, tan deprisa… tan putamente magnífico que mi clímax se adelantó, tensando cada nervio y músculo en mi anatomía.

Arqueé mi espalda, restregando mis senos contra su pecho duro y retumbante de halagos de lo bien que me sentía a su alrededor y mis labios se prepararon para el grito final.

Apenas sentí que se estremecía y murmuraba algunas palabras groseras, ya que mi mente comenzaba a volar lejos de aquí, sumida en mi propio placer, gozando del orgasmo tan poderoso que me hizo gritar el nombre del cobrizo sin tener conciencia de ello.

Cuando las estrellas dejaron de danzar tras mis párpados y mi espalda regresó a su sitio, fui consciente del calor del cuerpo de Edward irradiando hacia mí y dentro de mí.

— Eso ha estado… wow— dije con la respiración todavía algo agitada.

— Estuvo increíble… esposa— se retiró con delicadeza de mi cuerpo sudoroso al igual que el suyo y me dejó un tierno beso en la frente que llenó mi pecho.

Me acomodé sobre su torso y tracé dibujos al azar en su abdomen.

— Me gusta como suena— admití con una sonrisa. Ni me importaba estar con el babydoll atorado en la cintura y con la delantera descubierta… yo no tenía vergüenza de mi cuerpo como Edward no tenía del suyo.

— Lo sé… es hermoso— me besó dulcemente en los labios y me acurruqué en contra suyo, soltando un suspiro.

— ¿Y ese brindis? — Interrogué

— Es cierto— recordó— voy por él— se levantó de la cama donde habíamos consumado el matrimonio –claro que nos adelantamos algo, pero se entiende. – y le silbé al ver su trasero desnudo.

Se volteó a medias dándome una mirada cargada de lujuria y continuó su camino.

Dios santo… aún no lo asimilaba bien… ¡Estaba casada con Edward! ¡Lo estaba en serio! Y habíamos hecho el amor por primera vez estando en esa condición… era precioso, era perfecto. Era prácticamente increíble.

Acomodé mi ropa sin dejar de sonreír y recordar cada segundo transcurrido, las decisiones que tomé y que finalmente me trajeron a esta hermosa isla con un anillo en el dedo que certificaba de forma visible que le había entregado todo a un hombre y solo por amor.

Edward volvió casi al instante con dos copas, el champagne y su esplendida desnudez. Me quedé sin aliento y tuve la pequeña idea de levantarme a buscar nueva ropa interior aunque luego de hacer el brindis me alegré de no ejecutarlo… ya que apenas tuvimos unos segundos antes de volver a desearnos como al principio y terminar del mismo modo.

Y eso era una cuestión que jamás cambiaría, no mientras nuestras hormonas funcionaran tan bien y nuestros corazones se amaran con la misma fuerza. Así que por conclusión, todavía nos quedaba un largo y placentero trecho de hacer el amor con desesperación y locura.

Por lo que nuestra luna de miel la pasamos entre las sábanas, correteándonos en la playa, disfrutándonos y divirtiéndonos por cada cosa que hacíamos, riendo como niños y amándonos como adultos. Era la combinación y equilibrio perfecto, y esperaba con todas mis fuerzas que jamás cambiara.

Sin embargo, todo lo que empieza debe acabar y nuestro pequeño idilio tuvo que llegar a su fin, devolviéndonos a nuestras obligaciones con los estudios que no demoraban en terminar.

-o-

Ya habían transcurrido casi dos meses desde nuestra boda y seguíamos tan activos y contentos como siempre. Él había terminado su carrera y entregado su tesis*, ahora se incorporaba al campo laboral que se abría con grandes posibilidades ya que salió como el mejor de su clase. Alice y Jasper también ejercían su profesión, él en una reconocida clínica aunque trabajaba en otros consultorios públicos. La pelinegra había arreglado cuentas con Rose y al fin ya se hablaban sin insultarse. Y trabajaba con variadas empresas de renombre que se la peleaban puesto que era rápida, inteligente y no se le escapaba ninguna.

Por mi parte, mi trabajo como profesora de niños me hacía muy feliz y adoraba jugar con ellos y a la misma vez enseñarles. De cierta forma me recordaba a Jake, que por cierto hacía poco me había enviado un hermoso dibujo de la boda y lo había pegado en la pared.

Edward y yo rentábamos un departamento discreto que quedaba muy cerca del central Park donde en nuestros tiempos libres salíamos a patinar y a practicar sus saltos. Era como en el patio de su casa, solo que diferente porque luego que terminábamos… teníamos serios problemas para apartarnos las manos de encima. Es que hombre, verlo saltando de esa manera es sumamente excitante y yo soy una simple mortal.

De hecho, ayer había sido uno de aquellos días y por esa razón nos encontrábamos en cueros bajo las sábanas. Por suerte Chii gustaba de pasear a antojo por la ciudad, si no… ya la tendríamos traumada.

Él dormía plácidamente y besé su pecho, logrando que murmurara algo ininteligible que me hizo sonreír. Pero mi sonrisa se borró al sentir ese molesto revoltijo en el estómago.

Me levanté de forma precipitada hacia el baño y gracias a las fuerzas del universo logré llegar al inodoro y vaciar el contenido de mis intestinos.

Una vez que terminé con la rutina que llevaba durante unas dos semanas más o menos, me senté con el cuerpo tembloroso sobre el retrete y lo accioné.

Me despejé el rostro del cabello y tomé una bata de baño para cubrir mi desnudez.

Y cuando me estaba por lavar los dientes para eliminar el desagradable sabor, apareció Edward con la sábana alrededor de las caderas.

— No quiero que veas esto— gemí levantándome pesadamente

— ¿Estás bien? — Interrogó preocupado sosteniendo mis brazos con dulzura e ignorando mi protesta anterior

— Sí— asentí

— ¿Y entonces? — No parecía creerme

— Uno de los niños estaba enfermo de gastroenteritis viral, seguro me la pegué— me encogí de hombros y tomé el cepillo de dientes— vete a la cama, aún es temprano y no es necesario que me veas así— me encontraba todavía tiritona por las náuseas que tardaban en remitir aunque no iba a vomitar otra vez.

— En la salud y en la enfermedad ¿recuerdas? — Sonreí

— Eso es bajo— argumenté

— No, es la verdad— se acercó y puso sus manos entorno a mi cintura. Y esas traviesas pronto se colaron bajo mi bata y abarcaron mis senos que no tardaron ni dos segundos en responder a su tacto.

— Edward— regañé aunque continuó y me recargué en su pecho aún cuando no quería hacerlo.

— ¿Mmh? — El deseo comenzó a correr vertiginosamente por mis venas, haciéndome difícil la labor de concentrarme, sin embargo cuando buscó mis labios reaccioné apartándome.

— No. Acabo de… ya sabes y no me siento cómoda. Además debo ir a trabajar y ya estoy tarde— y cerré mi bata incluso cuando mi eco perverso reclamó con enojo y amenazó con asesinarme.

Refunfuñó

— Vale, pero me lo debes— sentenció con un dedo antes de quitarse la sábana que lo cubría y meterse a la ducha. Madre de Dios, ¡ese hombre me está incitando a violarlo!

No, Isabella, céntrate. Debes ir a trabajar. Me recordé y solo por eso fui capaz de lavarme los dientes y alistarme.

-o-

— Bella querida— exclamó Alice haciéndome dar un brinco.

— Dios, que susto— me quejé. — Y te tardaste mucho— en mi hora de almuerzo luego de la llamada diaria de Edward, me había dirigido a un restaurant cercano al colegio en el que trabajaba para juntarme con la pelinegra que según, debía decirme algo importante.

— Exagerada. Ya sabes cómo es el tráfico en esta ciudad— se sentó, dejando una bolsa al costado de su silla. Le concedí la razón.

— ¿Cómo has estado? ¿Y Jasper? No nos vemos desde ese día que cenamos juntos pizza — recordé

— Oh, muy bien. — Bebió del café que había pedido yo con anterioridad. — Te diré algo— asentí — te robé los cuentos infantiles que escribes y se los di a una editora con la que trabajé y…— arqueé las cejas

— ¡Me robaste! ¡Eso no se hace! — Regañé

— Bella, yo no soy uno de tus alumnos. — Entrecerró los ojos— y los robé porque son buenos y nunca ibas a hacer nada con ellos— me callé porque llevaba la razón— además la editora dijo que eran excelentes y que quería comprártelos— abrí los ojos desmesuradamente

— Estarás bromeando

— No, ¡le fascinaron! ¡Y quiere que trabajes con ella!

— ¡Oh por Dios! Es increíble— exclamé y me dieron ganas de llorar

— No llores por el amor de Cristo— se masajeó la sien— con Rose ya es suficiente— meditó en voz alta

— Pero yo no estoy en embarazada como Rose, yo siempre he sido llorona— asintió

— Bueno, es cierto. Pero alégrate mujer, es una oportunidad excelente— dijo con entusiasmo

— ¡Sí! Muchas gracias Alice— agradecí de corazón.

— De nada. — Sonrió. — ¿Ya ordenaste? — Preguntó mirando el menú

— No— sinceré

— Oh, vale. Lo haré yo— llamó al mesero y pidió para las dos, luego él se fue. — ¿Y qué tal tu vida de casada? ¿Activa o aburrida? — Movió las cejas de forma sugestiva

— Ay, Alice. ¿Es lo único en lo que puedes pensar? — Un leve rubor cubrió mis mejillas.

— Uhm… desde que Jasper aprendió unos trucos increíbles… sí— reí

— Está bien, está bien. No entres en detalles perversos— batí las manos

— Ni pensaba dártelos, cochina— se calló cuando el mesero vino con nuestra orden.

— Vaya, que rápido— asintió

— Por eso me gusta este lugar… sobre todo si estás un poco apurado para ir a tu hogar, ya sabes…— volvió a menear las cejas

— Basta ya, quiero comer sin pensar en eso— y de pronto el olor del plato de comida me revolvió el estómago de forma asquerosa. Me recliné en la silla tratando de apaciguar las náuseas.

— ¿Qué te pasa? — Interrogó Alice

— Nada— apenas lo dije, lo sentí subiendo por mi garganta y tuve que correr hacia los baños. Oí los tacones de Alice siguiéndome y no me importó, yo solo necesitaba un inodoro.

Se repitió lo de esta mañana y salí pálida como un papel, porque mi estómago no había soportado nada en todo el día.

— Por Dios Bella ¿te encuentras bien? Luces terrible— me tomó del brazo y sequé el sudor en mi frente, traté de caminar al lavamanos para enjuagarme la boca pero las piernas me fallaron.

— Es solo un virus…— murmuré

— Puta mierda Bella, no me mientas. — Me jaló de un brazo — nos vamos al hospital.

-o-

— No lo llames— supliqué por millonésima vez acostada en la camilla de papel crujiente. Al llegar, Jasper hizo que me atendieran de inmediato y luego de conectarme al suero porque no había comido nada, me sacaron sangre y me dijeron que esperara por los exámenes.

— Bella, ya es tarde. Viene de camino— confesó suspirando y rodé los ojos

— No es para tanto, tengo un virus. Uno de los niños lo tenía y era altamente contagioso— bufé contra mi brazo.

— De todos modos. — Nos quedamos en silencio— ¿Bella… con cuanta frecuencia te ocurre esto? — Preguntó

— ¿Qué? ¿Vomitar como una juguera sin tapa? Solo desde hace dos semanas— contesté. Ya me sentía bien, los temblores y náuseas habían remitido. Probablemente solo fue una baja de presión o fatiga por no haber comido, encontraba innecesario todo esto y más aún que Edward viniera para acá. ¿Cuántos años tenía? ¿Dos?

— ¿Y has tenido el período? — Volví la mirada a ella de forma fulminante

— No estoy embarazada. — Sentencié— y no soy regular, así que aún no lo he tenido este mes— contesté y apenas terminé, entró Edward.

Quise chillar de la frustración

— ¿Bella? ¿Cariño que te ha pasado? ¿Cómo te sientes? ¿Te duele algo? — Rodé los ojos y sostuvo mi mano entre la suya. Por favor

— Estoy bien. — Respondí entre dientes— esa enana del demonio ha exagerado todo— la miré y ella hizo una mueca de no me importa un carajo.

— Estaba preocupado— me besó la frente y me relajé un poco

— Solo tuve fatiga o algo, no comí nada— me encogí de hombros y la puerta volvió a abrirse.

— Hey, hola gente— saludó un sonriente Jasper y noté la mirada que se daba con Alice

— Hola— saludamos Edward y yo, puesto que la pelinegra encontraba mucho más interesante mirarle el trasero al rubio y morderse los labios como adicta al sexo.

— ¿Ya te sientes mejor? — Me preguntó

— Sí. — Respondí con fastidio y Ed me apretó ligeramente la mano. Vale, ni yo sé por qué estoy tan enojada.

— Vaya… parece que tus hormonas del humor andan algo mal… aunque no son las únicas extrañas— sonrió más

— Habla en español, por favor— pedí

— Encontramos en tus análisis de sangre un aumento considerable de progesterona y hCG* — lo miramos sin entender

— Jasper— dijo Edward y él se rió de nuestra cara de miedo y enojo porque no era claro ¿qué tal si tenía algo grave? ¿Y si me iba a morir?

— ¿Recuerdas cuando en tu boda, me subí a tu coche y dije que había recargado tus reservas de condones? — Preguntó inocente

— ¡Y eso que carajo tiene que ver! — Exploté

— Que al parecer no sirvieron de nada— tardé en asimilar lo dicho por su sonriente boca.

— Quieres decir que…

— Sí, Bella… estás embarazada— me quedé en shock y luego volteé el rostro a Edward que parecía peor que yo.

Al entender lo que decía, mis ojos se llenaron de lágrimas e inconscientemente mi mano voló a mi aún plano vientre. ¡Iba a tener un bebé de Edward!

— Ah, puta mierda… las dos se embarazan ahora— fue el comentario que logró traer de vuelta a Ed que me miró con una expresión indescriptible. Sus ojos brillaban, sus labios sonreían y parecía no creérselo todavía

— Podemos trabajar en eso… cariño— susurró Jasper aunque no le presté atención

Edward me abrazó y le correspondí, derramando unas lágrimas locas. Iba a ser mamá, mi sueño, mi deseo se hacía realidad.

— Jesús bendito, Bella… gracias ¡gracias! — Él me apretó entre sus brazos y oía sus susurros alegres y emotivos en mi oído.

— Edward… vamos a tener un bebé… ¿te lo puedes creer? — Me despegué de su pecho y sorbí mi nariz, observando su expresión maravillada.

Sentí su mano ponerse en mi vientre y luego sus labios sobre los míos. Era perfecto, no había otra expresión y ya nada podría destruirme… nada podría salir mal. Y ni me importaba que el futuro médico de mi bebé y la futura madrina se estuvieran metiendo mano deliberadamente contra la pared. A mí solo me interesaba el hombre que de ser mi mejor amigo se convirtió en mi esposo y padre de mi hijo o hija, llenando por completo los huecos de mi corazón, llenándome de alegría como nunca en la vida… y sintiendo por fin que algo era mío y que recién comenzaba y que dependía por completo de mis decisiones.

Estaba lista para esta nueva aventura y según lo que percibía, Edward también. Y supe desde el primer momento que él sería un excelente padre y yo trataría de ser la mejor madre… porque era lo que deseaba con todo mi corazón. Y querer, es poder.


* Los años que duran las carreras están adaptadas para que encajen con la historia.

*hCG: Gonadotropina coriónica Humana es también conocida como "la hormona del embarazo" y aparece durante el mismo

¡Hola, hola! ¿Qué les pareció el epílogo? Debo confesar que es el primero que escribo así, es decir, cómo son ellos en el futuro y además meter a un bebé y otro lemon jaja pero espero de todo corazón que les haya gustado ;)

Y hemos llegado al final final de este largo camino… apenas y si me lo puedo creer, tantas alertas, tantos favoritos, lectores y reviews, repito que nunca imaginé que iba a poder enganchar a tanta gente, pero eso me pone contenta porque así las pude alegrar y distraer un poquito siquiera. Así que muchas gracias Gabymuse, mireca22, MilaStorm27, zurinaye, DiAnA FeR, Mabe1405, EsmeeP, polaanne991, Dreams Love Troubles, Uvas con queso, Guest, Gattu18, Angie M. Cullen, Solee, vanesscsb, Nimia Forctis, malena carrazko, Milih, Hannah Potter, Milagros Ramirez, pollito, Betty, Gavm, nattalia robsten, Aby, ichigoneeko, nikki charlenne, melelali, sofireservada, lulastreetart, Marianagimenez malu, FerHdePattinson, july1anime, Emi Cullen Vulturi, LuluuPattinson, karolay28, Mi-Mundo Twilight, Isi Dixon de Mellark, marimut15, clarita. giansiti, gimena. fune, sofiaculona1254, michelle de cullen, Everllarkglee4ever, gbisoto, gab, Fran, Nina Duciel, LeslieCullenJb, pocharolinga, Maia, itzamara, Betka, luna cifer, Lanewbluegirl, alsofides, Daniela, malee. mg. 9, Naara Selene, josefinapringle, guest, Angeles MC, haruno-fan, Sun-e Kristal, Marianajimenez 123, beatrizalejandra. Becerraespinoza, carbella110, Kakki-chan, naty. nessie. cullen, Yomiz, lilian86, palacalle2, avaterCharlie1231, juanionlehale1, lu. l . romani, joagonzalesjr, melanie. Leguizamon. 524, Andrea, lexa0619, Guest, Sasha, susy, May, barbiefabrayiamgine, tara, lilian86, kristal, pinklady, abstractsilent, dany16, Esmeralda, carla chechu neli, superladysick, Belly Bellsss, Guest, Sophie, Morgan, Basileia75, Guest, andreiita crepuZ, Guest, Isis, Krissty Cullen Grey y Shibubi, por hacer de esto algo maravilloso para mí, de verdad, al igual que las chicas (y chicos?) que agregaron a favoritos y alertas el fanfic, y obviamente muchas gracias por leer y ahora si que me despido hasta una pronta oportunidad y que sepan que las voy a echar mucho de menos, ojalá cuando publique otro, tenga el agrado de leerlas. Me alegraron el día con sus reviews y notificaciones :D

Les deseo un excelente fin de semana y que lo pasen muy lindo!

Un último abrazote de nuestro sexy Emmett y Jasper para quienes lo prefieran jaja o Carlisle o Edward… bueno creo que se entendió. Muchas bendiciones y nuevamente, gracias por el apoyo :P

Chau, chau :c

Pd: Perdónenme si se me pasó algún error ortográfico y/o de gramática, y espero haber escrito algo de su agrado y aclarado sus dudas ;) (Depresión post-fanfic ven a mí jaja)

Pd2: Tuve que pones espacios entre puntos en sus nombres porque de lo contrario no aparecían y siento mucho si me faltó alguien, verifiqué varias veces que estuviera bien