Completamente agobiado por todo dentro de su mente, Belphegor se repetía constantemente esa imagen, aquella triste sonrisa y aquella mirada fría, pero vacilante.
—hallaré a la estúpida rana para que deje de agobiar a un príncipe como yo—se decía a si mismo mientras se levantaba de su cama y caminaba con paso decidido hacia la oficina del jefe.
Estaba decidido, no podría olvidar a esa rana aunque quisiera, lastimosamente ni quería olvidarlo, mucho menos fingir que no le dolió el perderlo, pero su orgullo jamás admitiría que unas lágrimas escaparon de sus cubiertos ojos al ver a Fran desaparecer frente a sí.
—jefe, quiero pedir mis vacaciones ahora—directamente con su petición frente a Xanxus que lo miraba gélidamente como de costumbre.
—te llamarán si algo ocurre, vete—con solo esas palabras, Xanxus acababa de aceptar que Belphegor se fuera, como cada vez que tomaba vacaciones, se llevaba uno de los jets de Varia pero los regresaba en buenas condiciones o se enfrentaría a la furia de Squalo.
—nos vemos, jefe—Belphegor dejó la oficina de su jefe tomando las llaves de uno de los jets y dirigiéndose al hangar.
Primero que nada, el único que podría saber algo de la rana era la piña, el maestro de la rana, así que su primera parada sería Kokuyo Land, a menos que por alguna extraña razón este se hallase en los cuarteles Vongola en Italia o en la base Vongola de Namimori, pero esas serán paradas en caso de que no halle su objetivo a la primera.
—Nos vemos, Luss—despidiéndose del miembro de varia del sol, el príncipe destripador inmediatamente subió al jet y abrió las puertas del hangar para salir del castillo de Varia directamente a Kokuyo Land.
Una parte de él esperaba encontrarse con la pequeña ranita en Kokuyo, pero sus esperanzas eran escasas ya que él vio a la rana en Francia, aunque puede ser una alucinación de su mente y su culpa.
Quizás él podría alguna vez hallar a su rana en alguna parte del mundo pero después, ¿Qué diría? Puede que incluso la rana no lo recuerde, entonces estaría buscando en vano.
— ¿Qué quieres aquí? Pion—una voz lo sacó de sus pensamientos para verse cara a cara con las mascotas de Mukuro.
—Vine a ver a una piña, no a sus mascotas—un príncipe no tendría que darle explicaciones a simples plebeyos, pero Belphegor sabe que es mejor evitar una pelea que traiga problemas al sacarle información al jefe de las mascotas.
—oigan, dejen al tipo tranquilo, mi maestro se enojará por causar problemas ahora que Chrome está enferma—una voz monótona, tan conocida para Belphegor atrajo su atención al igual que al resto de los presentes
—oye Fran, entonces tu llévalo donde el señor Mukuro sin que cause problemas, pion—el rubio que encaraba a Belphegor movió su cabeza al discutir y el príncipe de varia pudo vislumbrar la figura que estaba buscando.
Cabello verde, ojos del mismo color totalmente inexpresivos, ajenos a todo, piel blanca, marcas debajo de sus ojos y un tono completamente monótono y sin emoción frente a cualquier circunstancia. Aunque la única diferencia aparte de las ropas, era que ya no tenía puesto el sombrero de rana, sino que usaba un enorme sombrero de manzana en la cabeza.
—deja de hablar con ese tono ridículo, a nadie intimidas de esa forma, ah, cierto, ese es tu tono normal de habla, entonces es una batalla perdida—el joven se acercaba tranquilamente al príncipe destripador y levanto un dedo frente a sí.
— ¿Rana?—fue lo primero que pudo hablar el miembro de Varia al ver al joven frente a sí, aunque mentalmente estuviera regañándose.
— ¿rana? ¿Acaso no ves bien con ese fleco o simplemente eres idiota? Soy Fran, el alumno predilecto del maestro Mukuro—oh si, este joven es la rana de Belphegor, irritante, burlón, sarcástico y ajeno a las emociones.
—Ten más respeto por la realeza, rana de pacotilla—puede que ame a esa rana, pero no por eso dejará que su orgullo se vaya al caño. Con un cuchillo en la mano le enseñaría a esa rana a tener respeto por su real persona…o esperaba que esta vez sí funcionara.
— ¿realeza? Yo solo veo a un príncipe falso con un cuchillo de juguete en la mano—el joven inexpresivo seguía con sus molestas palabras hacia el príncipe.
Internamente, Belphegor estaba feliz de ver a la rana, aunque estuviera a punto de matarlo por molestar a un príncipe.
"quizás, por esa forma de ser tuya es que te quiero, rana"