DISCLAIMER: Los personajes le pertenecen a Meyer, yo sólo me encargo de la historia... Ay sí, ay sí. La historia no es muy buena, pero mientras me pertenezca no permito su publicación en ningún sitio. (Y no es como si alguien quisiera robármela jajajaja)

Capítulo beteado por Yanina Barboza, beta de Élite Fanfiction (www facebook com/ groups/ elite . fanfiction)


Capítulo quince.

Bella.

Escuché que el pomo de la puerta se giró para luego ver que ésta se abría un par de centímetros.

—¿Estás despierta, mamá? —preguntó Max en voz baja mientras asomaba su pequeña cabeza.

—Sí —respondí.

Abrió la puerta un poco más y se adentró a la habitación.

—¿Hoy puedo dormir contigo? —pidió.

Hice como si estuviera considerando su petición. Sin decir nada me removí en la cama para quedar del lado izquierdo, palmeé el lado libre, invitándolo a que se acercara. Max sonrió, cerró la puerta detrás de él y subió a la cama de un salto.

—Oye —me quejé y revoté en la cama un par de veces a modo de juego, mi pequeño rio junto conmigo. Luego, abrazó una de las almohadas mientras se colocaba de costado.

—¿Algún día tendré una cama como la tuya? Es cómoda y me duermo fácil. —Subió la almohada un poco para colocar su cabeza en ella.

Fruncí el ceño.

—¿Es que acaso no te gusta tu cama? —interrogué.

—Me gusta. Pero la tuya es más grande y puedo saltar mejor. ¿Puedes comprarme una como la tuya, mamá?

—Te la compraré con una condición —dije.

Aquello hizo que Max se levantara y quedara sentado sobre la cama.

—¿Cuál? —preguntó curioso.

—Te compraré una cama así de grande. —Extendí los brazos, señalando el largo y ancho de la cama—. Y así de elástica. Si... tú prometes que cada vez que llegues del colegio, inmediatamente te pondrás a hacer la tarea —dije. Esas tareas no eran para nada difíciles, pero me costaba trabajo que mi hijo las hiciera.

Max hizo un puchero de desagrado.

—¡No, mamá! —se quejó.

—No es tan difícil, Max.

Mi hijo negó varias veces con la cabeza.

—Eso es muy complicado, mamá.

—Yo siempre te ayudo.

—Sí, pero... no. Hago otra cosa pero eso no.

—Entonces no habrá cama hasta que tengas dieciséis.

Mi hijo me tomó de las manos y expuso seis de mis dedos, luego contó los suyos hasta contar los dieciséis.

—Para eso falta un montón. —Extendió sus manos delante de mí, mostrándome que le faltaban diez años para llegar a esa edad.

—Tú decides, campeón. —Utilicé el sobrenombre que Edward solía usar con él.

—¡Mamá! —volvió a protestar. Pero se pensó mejor mi oferta. Me miró por un segundo antes de decir—: Está bien. Pero tienes que comprármela lo antes posible.

Sonreí por eso.

—Trato hecho —contesté. Miré el reloj de la mesita de noche, eran las diez de la noche—. Es hora de dormir, que mañana toca ir al colegio —dije. Esperé a que mi hijo se acomodara sobre la cama, y también hice lo mismo. Luego de eso extendí mi mano para apagar la lámpara de la mesita de noche.

—¿Mamá? —volvió a llamarme Max después de algún tiempo en silencio.

—Mmm... —respondí, casi dormida.

Mi pequeño se acercó más a mi lugar, pegando su pequeño cuerpo al mío. Levanté una mano y lo jalé hacia mí, abrazándolo, su frente quedó bajo mi barbilla.

—¿Qué es lo que sucede? —pregunté, bajé un poco la cabeza y deposité un beso en su frente.

Hubo unos cuantos segundos más de silencio.

—¿Que sucede, Max? —pregunté de nuevo, animándolo a que hablara.

—Yo... —titubeó—. ¿Puedo llamar a Edward papá?

Me tensé.

«Oh, no. Oh Dios, no», pensé.

Entonces, la escena de cuando Max llamó a Edward "papá" vino a mi mente.

—¿Puedo, mamá? —Ahora fue su turno para animarme a responderle.

¿Qué podía decirle? ¿Que no? Tragué saliva antes de contestar.

—Tú... ¿Te gustaría llamarlo de esa forma? —Era estúpido preguntar eso, ya que era más que obvio que mi pequeño hijo quería llamar a su supuesto padre por el apelativo que le correspondía.

Volví a incorporarme y encendí la luz. Max me miró con curiosidad.

—Sí quiero —respondió firme—. ¿Puedo, mamá?

Sentí que iba a desmayarme. Oh, Dios. Esto estaba mal.

—¿Puedo? —volvió a preguntar.

¿Ahora qué tenía que decirle? Llevé una de mis manos hacia su cabeza, tratando de alisar sus cabellos rebeldes.

Pensé una respuesta rápida.

—Uhmm... Bueno... Podríamos... podrías preguntárselo la próxima vez que lo veamos, ¿de acuerdo? —Mi voz había temblado cuando pronuncié aquellas palabras.

Mi hijo asintió emocionado, se levantó y comenzó a saltar en la cama.

—Yei, yei —dijo. Saltó dos veces más para luego dejarse caer sentado sobre la cama—. ¿Puedo llamarlo y preguntarle ahora mismo, mamá? —Se estiró y tomó mi teléfono de la mesita de noche.

«Oh, no», pensé.

Quería estirar la mano y quitarle el teléfono para evitar que llamara a Edward, pero me contuve.

—No lo sé, Max... No sabemos si Edward tiene mucho trabajo en el hospital y pueda contestar ahora, cariño. —Alargué una mano para que Max me devolviera el teléfono. Max alzó la cabeza y me miró triste.

—Pero yo... —comenzó a protestar.

—Lo siento, Max, pero tendrás que esperar hasta que venga a casa —mentí. Ahora tenía que tener a mi hijo lo más apartado de Edward mientras pensaba la manera de hablar con él para decirle que esto no estaba funcionando y que tenía que acabar... Entonces también recordé que lo había invitado a ir a la boda de Nessi, que se celebraría este sábado.

Oh, Dios. Sí que estaba en un gran lío.

—¿Mami? —dijo Max, preocupado. Volví a la realidad y lo miré—. ¿Qué te pasa? Estás mirado mi mano.

En realidad no me había dado cuenta que me había sumergido en mis propios pensamientos.

Solté un pesado suspiro.

—Lo siento, cielo. Estoy muy cansada y debí quedarme dormida con los ojos abiertos.

—¿Eso se puede?

—A veces sucede sin que te des cuenta. Vayamos a dormir, ¿quieres? —dije esto último para cambiar de tema y para evitar las preguntas sobre dormir con los ojos abiertos.

—Bien —respondió. Volvió a acomodarse en la cama y cerró los ojos. Lo observé por un segundo y sonreí por aquel gesto.

Apagué la luz y me acomodé en mi lugar, cerré los ojos y no pasó nada, el sueño se había ido.

Gran parte de la noche la pasé pensado qué era lo que podía hacer para esta nueva situación que se había presentado. Pensé en mil cosas que podía decirle a mi hijo cuando Edward no volviera a visitarnos. Pensé las palabras exactas que iba a decirle a Edward en cuanto lo viera. Oh, Dios, mi cabeza era un completo lío.

***PDA***

Los siguientes días fueron un completo caos. Tuve demasiado trabajo en la oficina. Y Edward no llamó. Respecto a eso no sabía si sentirme preocupada o aliviada. Tal vez cuando Max lo llamó papá se asustó y había decidido marcharse. Por lo que no lo culpaba.

Dejé las carpetas sobre el escritorio y miré mi reloj de pulsera. Me di cuenta que tenía que salir en ese mismo instante para ir a recoger a Max de la escuela.

Al llegar a la escuela Max estaba con Sam y Quil, jugando, en cuanto me vio se acercó a Sam y le dijo algo mientras corría en mi dirección.

—¡Mamá! ¿Podemos ir a comer con Sam, Quil y su mamá?

Fruncí el ceño.

—¿Cómo está eso?

—Bueno, eso puedo responderlo yo —dijo Rebecca. La voz de Rebecca me sorprendió, provenía de mis espaldas. Me giré para mirarla, y ella me sonrió.

Me explicó que cada mes llevaba a sus hijos a comer a un lugar de comida rápida. Y que esa vez sus hijos habían decidido ir a una pizzería. Así que dijo que estábamos invitados a acompañarlos. Al principio creí que no era una buena idea, ya que iba a recibir una llamada de un cliente importante. Pero luego de algunos ruegos y pucheros tiernos de parte de mi hijo y de sus amigos, accedí a que fuéramos.

Como las dos llevábamos auto, Rebecca me dio la dirección del lugar y le dije que nos encontraríamos allá.

Al llegar a la pizzería ayudé a bajar a Max del auto. Nos encontramos con Rebecca y los niños quienes nos estaban esperando.

Caminamos hacia la entrada de la pizzería, íbamos a mitad de camino cuando me detuve, me quité el bolso del hombro y comencé a buscar mi teléfono en el fondo.

—Oigan, niños, no vayan tan rápido —escuché a Rebecca reprender a los niños. Luego se percató que me había quedado atrás. Giró su cabeza para mirarme.

—¿Todo va bien? —preguntó.

Negué.

—No, he dejado el teléfono en el auto y necesito ir por él. Estoy esperando una llamada importante —dije.

—Oh, bien. Entonces los niños y yo te esperaremos dentro de la pizzería.

—Sí, está bien. No tardaré. —Giré sobre mis talones y fui de regreso al auto.

No tardé demasiado en encontrar el teléfono, éste se encontraba bajo el asiento del copiloto; lo había dejado en aquel lugar después de responder algunos mensajes antes de venir a la pizzería. Lo tomé y me apresuré a ir al local.

Cuando entré, Rebecca todavía estaba parada cerca de la entrada, me detuve detrás de ella.

—¿Qué sucede? —pregunté sin tener claro lo que estaba pasando.

Ella hizo una señal con la cabeza, miré en la dirección que me dijo. Y ahí, junto a Max, estaba Edward.

«Oh, no», pensé.

—Max fue a saludar a tu amigo del otro día —dijo Rebecca.

Asentí.

—Iré a buscarlo —le dije. Y me apresuré a llegar a su lado antes de que Max pudiese preguntarle lo del otro día; si es que ya no lo había hecho. En ese momento Edward levantó la mirada y nuestros ojos se encontraron, se veía algo confuso. Llegué a las espaldas de Max y coloqué las manos sobre sus hombros. Max alzó la mirada y me vio.

—Mira, mamá, Edward está aquí —dijo emocionado.

Miré a Edward y le di una sonrisita algo tensa, él también sonrió de la misma manera.

Miré a la mesa en la que estaba y me sorprendí al ver a su hermana Alice y una mujer de aproximadamente cincuenta años de edad.

La mujer observó a Max y su expresión fue de puro asombro cuando mi hijo le sonrió. Se llevó una mano a la boca, cubriéndola por la sorpresa. Fruncí el ceño por la extraña expresión de la mujer, que al parecer era la madre de Edward.

Edward se aclaró la garganta.

—Madre. —Se acercó a la mujer, ella se levantó—. Ella es Isabella Swan, es... es una amiga. Y este pequeño es Max, su hijo.

Un nudo extraño se formó en mi estómago. Por un momento tuve un extraño presentimiento que Edward iba a presentarme como algo más.

«Tonterías, Bella», me dije a mí misma mientras le ofrecía una sonrisa a la madre de Edward.

La mujer me devolvió la sonrisa.

—Yo soy Elizabeth Cullen, la madre de Edward —dijo, extendió una mano para estrecharla. No dudé y correspondí.

Max miró a la mujer y abrió muchos los ojos.

La madre de Edward bajó la mirada hacia Max y su sonrisa se hizo más grande. Sus ojos adquirieron un brillo especial al ver a mi hijo. Me sentí incómoda con eso y di un apretón sobre los hombros de mi hijo.

Teníamos que salir de ahí.

Iba a decir algo, cuando Alice alzó la mano de su abultado vientre para saludarme.

—Hola, Bella —dijo. Yo hice lo mismo y agité un poco la mano en el aire.

—Hola, Alice —respondí.

Volví a fijar la mirada en la mujer, quien veía a Max con cierta adoración.

La incomodidad ante esta situación aumentó. La mano de Max se alzó para tomar la mía y la jaló un poco para reclamar mi atención. Bajé la mirada para verlo.

—¿Mamá? —Se sacudió para que le quitara las manos de los hombros, se dio media vuelta y se alzó sobre las puntas de los pies para poder decirme algo. Me incliné un poco.

—¿Qué sucede? —pregunté.

Max se alzó un poco más.

—¿Puedo preguntarle ahora? —dijo en un medio susurro. Rápidamente supe lo que quería preguntar.

Oh, cielos. No. Me tensé. Miré a mi hijo.

—Hoy no, Max.

—¿Por qué no puedo ahora, mamá? —cuestionó curioso.

Actué rápido.

—Umm... Eso lleva mucho tiempo, cariño. Y tus amigos están esperándote. —Miré en dirección a la mesa donde se encontraban Rebecca y los amigos de mi hijo; que por suerte habían elegido un lugar al otro lado del local.

Levanté la mirada para ver a Edward, quien tenía el ceño ligeramente fruncido por la curiosidad.

—¿Sucede algo? —Fue el turno de Edward de preguntar.

—No —dije rápidamente. Edward asintió.

Ya era momento de que nos marcháramos de ahí. Coloqué las manos de nuevo sobre los hombros de mi hijo y le di un ligero apretón.

—Tenemos que irnos, despídete —dije.

—Síp —contestó. Max miró a la madre de Edward y dijo—: Adiós, mamá de Edward. —Luego miró a Alice—. Adiós, Alice.

—Hasta pronto, pequeño —dijo la hermana de Edward y le sonrió a mi hijo.

—Hasta luego, pequeño —dijo la madre de Edward. La vi llevarse una mano a la mejilla y atrapar una lágrima.

Todo esto era muy extraño.

—Fue un placer conocerla, señora Cullen —dije.

—Igualmente, Isabella —contestó.

Levanté la cabeza, Edward también lo hizo y nuestras miradas se encontraron.

—Te veré más tarde —dijo. No supe a qué se refería con eso, pero asentí. Tomé la mano de mi hijo y comenzamos a caminar hacia el otro lado del local, donde se encontraban Rebecca y los niños. Al llegar, Max tomó asiento al lado de Quil y Sam, mientras que yo me senté frente a Rebecca.

—¿Todo va bien? —preguntó Rebecca cuando tomé asiento en la mesa.

—Sí. Todo bien —sonreí para restarle importancia. Ella me devolvió la sonrisa.

Pedimos pizza y mientras esperábamos conversamos un poco mientras que los niños se distrajeron hablando del colegio.

Después de media hora, eché una miradita hacia la mesa donde se encontraban Edward y su familia, pero estos ya se habían marchado.

Al llegar a casa, lo primero que hice fue ayudar a Max a realizar la tarea que le habían dejado en la escuela. Después de eso lo ayudé a bañarse.

—¿Puedo ver la televisión un poco, mama? —preguntó en cuanto estuvo listo.

Alboroté sus cabellos con la toalla, secándolos.

—Bien. Pero no le subas mucho el volumen, ¿de acuerdo?

Max tomó mis manos y las quitó de su cabello para luego echarse a correr a su cama. Por mi parte salí de su habitación para también darme una ducha.

Cuando salí de la ducha me dirigí a la planta baja para recoger mi bolso, que lo había dejado sobre uno de los sillones; todavía tenía una media hora antes de que Nessie trajera a Kim para que la cuidara mientras ella iba a una cena con su prometido.

Fui hasta el sillón y tomé el bolso. Estaba a punto de subir las escaleras cuando el timbre sonó. Me detuve en las escaleras y miré hacia la puerta, bajé el escalón que había subido y abrí la puerta un poco para ver de quién se trataba. Me llevé una gran sorpresa al ver a Edward parado frente a mí.


Muchas gracias por leer y por la espera.

Nos vemos en el siguiente capitulo

No se olviden de dejar sus rr. Evitemos que una hada no muera XD... Me encantaria saber sus opiniones.