Hola.

Estoy sin computadora, por eso no puedo avanzar con todas mis historias. Estoy usando la de mi papá, y el no quiere prestármela mucho.

Gracias a mi beta LOTRcool

Que tengan una buena lectura :)


Había que admitir que se encontraban donde de se encontraba, algo que Jamie no quería hacer. Era estupido, imposible y parecía una fantasía infatíl, pero el empezaba a creer que era cierto. Aunque no podía ser, era imposible, una locura digna de ser tratada por psiquiatra experimentado.

No cabía en la cabeza de Jamie como es que podían estar en esa situación. ¡Ellos estaban dentro de un libro! ¡De un libro de JRR Tolkien! ¡El estaba dentro del señor de los anillos, maldita sea! ¡Estaba en la comunidad de el anillo! ¡Caminando por los mismos lugares que mostraba la película!

No es posible, no. Se dijo Jamie mentalmente, pero, sin embargo, allí estan ellos y aquí estamos nosotros. Jamie miró de soslayo al grupo. El elfo tenía las orejas puntiagudas, igual que los Hobbits ¡Hobbits! ¡El estaba caminando con un grupo de Hobbits! ¡Por dios, el estaba caminando con la comunidad del anillo! ¡con la que iba a Mordor a destruir el anillo!.

No, no podía ser. El definitivamente había perdido la cabeza. Seguramente ahora estaba encerrado en un hospital en casa, preso de una fantasía insana en la que había arrastrado a su pobre amiga, quien probablemente ahora estaba encargándose de Jamie, el loco.

¿Alguien, además de Camila, lo estaría visitando?.

Sus padres, seguramente, y puede que su tío Viggo. Aunque dudaba de que su otro tío fuera a visitarlo, vivía demasiado lejos de su hogar.

Pero tu no sabes donde estas internado, capas que estés cerca de el y no del resto. Habló la conciencia de Jamie.

Tienes razón, y Ashley no debe haberme visitado tampoco, debe estar de servicio.

Ya vas de mal en peor, Jamie, estas hablando solo. Se dijo, bueno, no solo, con tu conciencia.

Y algo extraño pasaba en ese momento, además de lo obvio, era que Camila estaba demasiada tranquila, demasiado tranquila como para como ella era normalmente. El había calculado que habría estallado en llanto, y habría empezado a destrozar y patear lo primero que encontrara, histérica, la noche anterior. Pero, al contrario, ella se había levantado, había anunciado que se iba a dormir y se fue a recostar. Ella parecía un poco trastornada, sí, pero esta tranquila de todas formas. Ella no era así.

Para colmo, ahora ella caminaba sonriendo como si paseara por el Central Park. Estaba demasiada calmada, e incluso se reía cada tanto mirando el paisaje que la rodeaba.

Capas que la loca es ella, pensó Jamie, puede ser, tiene sentido, solo hay que ver como esta actuando.

El formaba parte del delirio de su amiga, pero no, el no podría estaría analizando la situación si formara parte del delirio de su amiga, a menos que...que ella, en su fantasía, lo vizualisara a él, analizando todo.

No, eso tampoco es posible. Si el formara parte de una fantasía, que debía de estar siendo tratada en un hospital, el no podría cuestionar las cosas como lo hacía, y seguramente no sentiría que su cuerpo y mente le pertenecían.

También podía ser que...que, Camila se...se lo estuviera imaginando a el en medio de su delirio del Señor de los Anillos, cuestionando todo y creyendo que tenía control de su cuerpo y mente. ¡Eso era! ¡Eso era lo que ocurría! ¡Ella era la loca! ¡El solo era parte del delirio de una pobre miserable!

El siguió caminando a través del desierto paisaje, más contento con la situación, ya que ahora el tenía la seguridad de que no era su culpa estar ahí. Sabiendo esto solo le quedaba seguir caminando y hacer todo acorde a las ordenes mentales de Camila, después de todo el no era más que un personaje de su historia...


Legolas, el tan nombrado hombre rubio con orejas puntiagudas continuaba con su tarea de vigilar a los humanos. No le importaba que ya habían establecido que, más o menos, eran inofensivos. Ellos no podían confiarse demasiado. El enemigo estaba presente en todos lados, en agua, en el cielo y en la tierra. En especial en la tierra; y siempre quedaba la chance de que los humanos formaran parte de las filas de Sauron, o Saruman.

Estas sospechas comenzaron a crecer en la parte trasera de la cabeza de Legolas cuando vio el extraño comportamiento de los forasteros. La mujer, Camila, como ella había dicho que se llamaba, había comenzado a reírse, ¡a reírse!. De la boca de la pequeña humana salían pequeñas notas musicales, junto con resoplidos divertidos que demostraban su diversión.

¿Por qué en el nombre de los Valar su situación le resultaba divertida? Ella estaba prácticamente prisionera de un grupo de guerreros, que no dudarían en matarla, caminando a un lugar al que Legolas se arriesgaba a decir, ella no conocía. No había nada de gracioso, o divertido en lo que le estaba sucediendo. Aunque, si Legolas era honesto consigo mismo, había un ligero tono de histeria en su voz.

Legolas también había notado que la mujer miraba por doquier, a todos lados. Sus ojos no se detenían en nada por mucho tiempo, siempre saltaban de un lado a otro, al igual que un conejo en una pradera al comienzo de la primavera. Él incluso la había atrapado contemplándolo a él, muy concentrada en sus orejas.

Sin embargo, esto no lo sorprendió, la mayoría de los humanos nunca ha visto a un elfo en toda su corta vida. Todos, quedaban boquiabiertos frente a la presencia de cualquiera de sus hermanos, no solo de él. Cualquier elfo obtendría esta reacción de un humano, solo los que estaban acostumbrados a su presencia, como Estel, no reaccionaban con tanta fuerza.

Pero Legolas si se vio preocupado al notar que la intranquila mirada de la mujer se posaba en sus compañeros, en especial en Estel y los pequeños Hobbits. Él estaba preocupado con justa razón, no creía que los hobbits fueran capaces de defenderse si los humanos se ponían más violentos. No habría riesgo mientras los pequeños estuvieran con Gimli o Boromir.

Lo mejor sería que los hobbits no estuvieran solos por un tiempo, aunque la mujer era apenas un poco mas alta que el enano, era suficientemente capaz de deshacerse de al menos un hobbit si quisiera.

El príncipe elfo también le presto atención al otro humano, al hombre. Jeimyy, representaba un verdadero peligro para los medianos y puede que para el resto de la comunidad. El estaba mas calmado que su mujer, pero de a ratos, sin ninguna provocación alguna, negaba con la cabeza y murmuraba frases inteligibles para el elfo. El cual solo pudo identificar el nombre de la mujer cuando el humano sonrió y la miró.

Y si lo pensaba mejor, Legolas sabía que no debía preocuparse por la seguridad de Estel. La mujer, no representaba, para nada, una amenaza para el Dúnedain. Y el hombre, aunque era más imponente que su mujer, no tenía muchos conocimientos a la hora de manejar el arco, y no portaba una espada, por lo que Legolas se arriesgo a asumir que tampoco era una eminencia a la hora de manejar la espada.

-¿Todo en orden, elfo?- Legolas le prestó atención al enano. Gimli lo miraba de reojo mientras jugaba con uno de los nudos de su equipaje.

-Todo esta bien, enano.- Respondió el elfo.- Solo estaba tratando de averiguar si todo esta en orden con nuestros invitados.

-Déjeme decirle, elfo, que usted ha elegido un tema interesante con el cual ocupar su mente.

-Lo se, es un tema que atrapa. Me alegra que alguien este de acuerdo conmigo, no importa lo pequeña que sea su opinión.- Declaró el elfo con una sonrisa y siguió su camino para encontrarse en el frente con Aragorn, dejando a un molesto enano detrás.