-1-

Una Desconocida

Era una increíble mañana en Londres, Hermione había convencido por fin, después de mucho insistir, a Harry y Ron para regresaran a Hogwards a cursar su ultimo año, no fue una tarea fácil. Aunque era comprensible después de todos los sucesos que acababan de vivir, lo único que deseaban los chicos era descansar y disfrutar un poco de la tranquilidad que precedía el final de la guerra.

Con el transcurso de los días, poco a poco se recupero la calma, los magos y brujas del mundo mágico retomaban sus actividades normales. Incluso para el mundo muggle, sin estar enterado de la guerra que se vivió, respiraron tranquilos cuando cesaron las catástrofes tan inexplicablemente como surgieron.

La felicidad se podía notar en cada lugar, sin embargo, aun se mantenía el luto por todos los valientes que perecieron en la lucha contra el innombrable. Cada uno sobrellevaba sus pérdidas de manera distinta, de la mejor forma que podían.

La familia Weasley, por su parte lidiaba cada día con el vacio de haber perdido a Fred, quien mas sufría sin duda era George, de alguna manera había perdido la mitad de sí mismo, su compañero de aventuras y travesuras, no estaría más a su lado para compartir las bromas y risas, incluso los regaños por parte de su madre, pero a pesar de todo no se dejaba vencer, sabía que a su hermano le gustaría ser recordado con alegría y no con tristeza.

Harry por su parte veía un pedacito de Tonks y Lupin en su pequeño ahijado Teddy, dolía mucho que no estuvieran mas en este mundo, pero habían dejado muestra de su amor antes de partir, sabía que era muy joven para lidiar solo con la responsabilidad del niño, pero contaba con el apoyo de la abuela quien se hacía cargo de la crianza del pequeño bebe de cabello azul.

Todos los estudiante caídos serian recordados por siempre, en la sala principal del Hogwards estaban las placas con los nombres y las fotos de todos y cada uno de los héroes, de esos jóvenes estudiantes que combatieron con valor, la historia los recordaría hasta el final de los tiempos por su entrega y sacrificios.

Hermione sentía una gran nostalgia a recordar las perdidas, todos los magos y brujas que murieron, todos los amigos y seres queridos que no regresaría, suspiraba con tristeza por ello, solo la animaba un poco recordar las palabras del Director fallecido Albus Dumbledor, "La muerte es solo una nueva aventura, no hay razón para estar tristes"

Hoy era uno de esos días que prefería estar sola, caminaba con lentitud por el Callejón Diagon para hacer las últimas compras para regresar a su último año en el colegio. Los locales habían sido restaurados en su totalidad, parecía como si nada hubiera pasado, magos y brujas caminaban de un lado a otro haciendo sus compras.

Su primera parada fue en Gringotts, ese gran edificio de marfil blanco aun le causaba escalofríos cuando entraba, ya fuera porque recordaba su última visita cuando escaparon a la espalda de un gran dragón, o por la manera en que la miraban los Duendes cuando pasaba a su lado, clavando sus pequeños y malvados ojos en ella. Pero a pesar de querer salir corriendo del lugar tenía que cambiar el dinero muggle por galeones para hacer sus compras.

Lo único que pudo robarle una sonrisa dentro de ese frio lugar, fue cuando recordó la primera vez que estuvo ahí al lado de sus padres el primer año que entraría a la escuela de magia y hechicería.

Salió de prisa del lugar, teniendo en mente cual sería el siguiente lugar que visitaría; Flourish y Blotts la librería, adoraba el lugar desde el primer día que había entrado por aquella puerta, como olvidar como se sintió en aquel momento, tan pequeña ante las estanterías altas llenas de libros que llegaban hasta el techo, con una gran variedad de libros de pastas de múltiples colores y tamaños, el olor ha guardado, polvo tinta y pergamino era inconfundible en ese lugar. Aspiro llenando de aire sus pulmones tratando de grabar esos olores que la hacían sentir tan bien.

Quizás lo único que la incomodaba era como las seguían las miradas curiosas de los magos que se encontraban en el lugar, no le agradaba sentirse acosada o que las personas se acercaran para felicitarla por sus hazañas al lado de Harry y Ron. Fue debido a eso que había preferido ir sola a hacer sus compras, no quera que se armara alboroto cada que entraran a un lugar, suspiro fastidiada, haciendo sus compras lo más rápido posible para salir del lugar, donde ya empezaba a aglomerarse las personas como si se tratara de algún espectáculo de circo.

Fastidiada salió rápidamente y decidió entrar a la tienda de túnicas que estaba a un lado de la librería, Madame Malkin era la dueña y en cuanto la reconoció, la saludo efusivamente, emocionada de que una personalidad como ella entrara a su negocio.

-¡Buena tarde! –Saludo cortes mente la castaña

-¡Señorita Granger! es todo un honor tenerla aquí. –Le dijo la bruja mientras le estrechaba efusivamente la mano y besaba su mejilla, lo que incomodo un poco a Hermione. -¿En qué le puedo ayudar? -Pregunto cortésmente con una enorme sonrisa en los labios.

-Necesito túnicas nuevas para el colegio y quiero una capa con capucha, por favor. –Fue lo que se le ocurrió para tratar de pasar desapercibida mientras terminada sus compras, aun necesitaba pergaminos, plumas nuevas y tinta, además de ingredientes para pociones y ese paso no terminaría nunca. –Pero que no sea negra, esa de color escarlata me gusta. -dijo señalando una capa colgada en un aparador.

Después de unos minutos salió con la capa nueva puesta y cubrió su cabeza con la capucha, ocultando lo más posible su rostro. Transporto todos los libros y las túnicas a casa de sus padres para seguir con sus compras sin tener que cargar todo.

Lo que llamo su atención es ese momento, fue como un joven rubio y alto caminaba distraído por la calle principal y se adentro en uno de los callejones y a poca distancia era seguido por 5 jóvenes con rostros no muy amable. Sus caras le resultaban familiares, todos estudiaban en Hogwards de diferentes casas, aunque no conocía sus nombres, los había visto con frecuencia anteriormente. Eso no le dio un mal presentimiento y decidió seguirlos.

Se mantuvo oculta, unos pasos más atrás y como suponía nada bueno iba a pasar en ese momento.

-¡Malfoy! –Llamo con voz dura uno de los muchachos que parecía el líder, en cuanto estaban lo suficientemente apartados de cualquier curioso.

El rubio se giro al escuchar su nombre.

-¿Qué quieres? -Pregunto de mala gana con los puños apretados a los costados, imaginando lo que estaba por venir.

-No sé cómo te atreves a mostrar tu asquerosa cara en público. –Soltó con infinito desprecio

-¡Ese no es su problema! –Contesto desafiante el rubio, sin amedrentarse y saco su varita en cuanto los otros chicos le apuntaron amenazantes con las suyas.

A unos pasos, aun escondida Hermione comenzó a sudar. Era cierto que Draco Malfoy no era su persona favorita y que merecía en mucho lo que le pasaba, pero de ahí a que permitiera que lo atacaran con tanta desventaja de por medio, había mucha diferencia, uno contra uno es aceptable, pero cinco contra uno era de cobardes, aunque se trate de Malfoy.

La castaña estaba meditando las cosas solo intervendría de ser necesario, aunque como iban las cosas estaba segura que queriéndolo o no terminaría metiéndose.

-¡Claro que es mi problema! ¿No te das cuenta? contaminas el ambiente con tu sola presencia. –El odio en sus palabras era más que evidente. El chico que era tan alto como Malfoy, quizás de la misma edad pero moreno y de ojos verdes.

-¡Quizás sea cierto! pero al menos no soy un cobarde como tú que necesita de sus amiguitos para defenderse. -Le dijo señalando a sus amigos con desprecio.

Lo que paso después fue una lluvia de rayos de colores, hechizos golpeando las paredes y rompiendo cosas alrededor, Draco esquivaba con agilidad cada hechizo en su contra y a su vez se defendía con fiereza, fácilmente dejo fuera de combate a dos pero los otros tres lo atacaban al mismo tiempo si dar tregua.

Hermione no pudo aguantar más la espera cuando el líder de ellos le lanzo un hechizo directo contra el rubio cuando se distrajo un segundo protegiéndose de otro lanzado antes.

-¡Sectumsempra! -Dijo con odio el chico moreno

-¡Protego totalum! -Soltó sin pensarlo la castaña y aprovechando el desconcierto se puso a un lado del rubio que la miraba atónito, aunque no podía saber de quién se trataba por la capa. -¡Expeliermus! -Contraataco la castaña lanzando al muchacho contra uno de los muros y dejándolo inconsciente

-¡Levicorpus! –Grito otro de los chicos.

-¡Protego! –Lanzo el rubio un poco mas repuesto. -¡Expeliermus! –Soltó el rubio y termino impactado contra la misma pared a un lado de su amigo

-¡Pretificus totales! -Lanzo Hermione contra el último chico que quedaba de pie. -Vámonos antes de que vengan a investigas -le dijo a Malfoy quien la siguió por otro de los callejones hasta alejarse lo suficiente.

Caminaron unos metros más en silencio.

-Gracias. -le dijo el rubio a la desconocida, ella solo asistió con la cabeza.

-¿Quién eres? ¿Porque me ayudaste?, que acaso no sabes quién soy. -le pregunto de manera lastimosa, sabía que quien lo conociera jamás lo habría ayudado.

Hermione tuvo la precaución de cambiar su voz con un hechizo, para que no la reconociera.

-No importa quién soy, y en realidad si te conozco, se quién eres y lo que has hecho en el pasado, pero lo que te hacían es de cobardes. -Le contesto simplemente la castaña sin descubrir su rostro.

-Pero supongo que lo merezco. –El rubio lucia abatido no físicamente, pero se notaba devastado.

-Posiblemente. –Hermione no le podía contradecir, con sus acciones pasadas había provocado que ahora todos lo rechazaran, y aun así no podía dejar de sentir un poco de lastima al verlo de esa manera. –Pero aun así no tienen derecho de atacarte de forma tan cobarde, si fuera uno a uno otra seria la historia. –Hizo una pausa antes de continuar. –No has hecho cosas buenas Malfoy, pero tienes una nueva oportunidad, por tu bien espero no la desperdiciar.

Las palabras de Hermione le llegaron muy hondo a Malfoy, no sabía quién era o porque lo había ayudado, pero de alguna manera aquella desconocida lo hizo sentir un poco mejor.

-Tengo que irme. -Le dijo la chica

-¿No me dirás quien eres? -Le pregunto esperanzado el rubio

-Ya me conoces y no soy de tu agrado, es mejor así. -y sin decir más desapareció del lugar.

Dejando esa intriga en el corazón de Draco, que de alguna manera se sentía renovado, ella tenía razón, estaba en sus manos otra oportunidad y tenía que hacer las cosas bien. Se sentía profundamente agradecido con aquella desconocida, no se imaginaba que era aquella que consideraba su peor enemiga.