-1-

El juego Comienza

La noche caía oscura sobre ellos, no importaba que la luna brillara en lo alto y que un manto de estrellas brillantes tintinearan en el firmamento; para los tres todo lucia tan negro que no podían evitar los escalofríos y el sudor frio corriendo por sus espaldas.

-¡Tú y tu gran bocota! –Exclamo el castaño con enfado, el cabello pegado a la frente por el sudor y la boca tan seca que le costaba tragar saliva.

-¡No es mi culpa! –Escupió fingiéndose ofendido, sin bajar el ritmo de la carrera. Claro que sabía que todo era su jodida culpa, pero ni loco lo aceptaría, su orgullo estaba en juego.

-¡Claro que es tu maldita culpa! –Bufo, apoyando las acusaciones de su amigo. Ya sin aire en sus pulmones de tanto correr. -¿A quién se le ocurre retar a Granger?

Se habían escondido en un callejo, tras los enormes contenedores de basura.

-Ahora se quejan, pero bien que les pareció divertido al principio. –Siseo, bajando la voz para que no los encontraran.

-Tú lo has dicho, al principio, cuando no nos encontrábamos corriendo por salvar el pellejo. –Afirmo el castaño.

-¡Shhhh! –Los silencio el moreno de repente. –Si siguen discutiendo nos encontraran. –Sentencio con voz aguda.

Los tres guardaron silencio, pidiendo a Merlín y a todos los Magos muertos de la historia que los protegieran. Solo se escuchaba el sonido de sus respiraciones, parecía que habían dejado muy atrás a sus perseguidores.

Craso error.

El silencio fue roto de repente por voces inocentes que cantaban una canción que les hizo contener la respiración.

Uno, dos, Freddy viene por ti
Tres, cuatro, cierra la puerta
cinco, seis, coge un crucifijo
Siete, ocho, mantente despierta
Nueve, diez, nunca más dormirás.

Tres cabezas se asomaron con cautela desde el callejón, con dirección a la calle. Bajo la farola tres pequeñas niñas brincaban la cuerda, con sus vestidos de un blanco impoluto meciéndose con sus saltos.

Los tres jóvenes se escondieron de nuevo, con las espaldas pegadas a la pared

-¡Joder! –El pánico era evidente en su voz.

-¡No puede ser! No me dirán que ahora es ese tipo con el rostro desfigurado, el sombrero ajado, jersey de rayas verdes y rojas, y un guante de cuchillas. –Trago en seco el rubio.

-¡Tiene que ser una broma! –Zabini estaba histérico, tirándose de los cabellos con desesperación. –Si salimos de esta Draco, te juro que te cobrare caro esto.

-¿A mi? Se supone que la loca de Granger es la que nos puso en esta situación.

-Si, pero por tu puta apuesta. –Señalo el castaño. Hubiera seguido reclamando pero se quedo callado cuando se escucho un ruido que les erizo todos los bellos de la piel.

Era como si alguien se afilara las uñas sobre una pizarra.

Se pusieron alerta mirando al exterior del callejón, esperando ver a alguien acercarse, tarde se dieron cuenta que el sonido no venía del exterior, si no del mismo callejo.

Blaise y Draco fueron los primeros en girarse cuando el ruido chirriante se escucho a sus espaldas, por su parte Theo se había quedado congelado, con el terror lamiéndole la espalda, sabía que Freddy Krueger estaba tras de él.

Apenas era media noche y ya se habían enfrentado con el aristocrático vampiro Dracula y sus afilados colmillos en su versión original de 1931 con su capa negra, su cabello relamido y la angustiosa sed de sangre, queriéndoles hincar el diente en sus delicados cuellos. Habían salido pitando de aquella casona en la que se despertaron de manera inexplicable, en un cuarto empolvado y llena de telarañas, con los muebles cubiertos con sabanas que en algún momento tuvieron que ser blancas, después de su maratón de películas de terror, cortesía de Hermione Granger.

Un Mes Antes.

No eran precisamente amigos, lo correcto sería decir que se consideraban solo compañeros de trabajo, aun así las batallas verbales no se hacían esperar y a la menos provocación la diarrea verbal se hacía presente, logrando que ambos terminaran con unas ganas tremendas de pasar de las palabras a las maldiciones imperdonables, sin embargo, todo era más o menos llevadero, no solo para Draco y Hermione, si no para los amigos de ambos, que inevitablemente se veían forzados a participar de manera ocasional, ya sea para tomar partido o para impedir que se mataran llegado el momento.

Lo cierto es que era divertido presenciar esos encontronazos después del horario de oficina, para liberar el estrés acumulado, tanto que sin ponerse de acuerdo, como llevados por una fuerza invisible, se buscaban y claro que se encontraban, solo para continuar discutiendo, en un terreno neutral, mientras tomaban un poco de vino para relajarse, así pues sin planearlo o buscarlo ambos grupos terminaban arrastrados hacia el pub cabeza de puerco.

Con la cotidianidad de los días, la línea divisoria que los mantenia separados el "ellos" de "nosotros" se fue desvaneciendo, la único que no cambio a pesar de la aparente cordialidad eran las continuaciones puyas entre Hermione y Draco, sin embargo, un cambio sí que se había presentado, dejaron los insultos por retos y justo en eso momento fue cuando todo de algún modo se torció.

-¡Te reto! Tu no podrías…

-Claro que lo haría, pero que ganaría yo…

Esas palabras fueron una sentencia que los llevo a todos a participar en un juego épico donde todo quedo asentado en una servilleta de papel, donde al margen todos firmaron, un poco picados por el orgullo y otro poco por curiosidad de saber hasta donde los llevaría el dichoso juego.

En un inicio, el rubio y la castaña serian los únicos participantes, pero todo era tan bizarro e irresistible que terminaron haciendo equipo para cumplir los retos.

Lo primero fue decidir los equipos; Por parte de los ex Slytherin, Draco Malfoy, Theodore Nott, Blaise Zabini, Pansy Parkinson y Astoria Greenglas; por parte de los ex Leones, Hermione Granger, Ginny Weasley, Luna Lovegood, Harry Potter y Ron Weasley.

En cuanto a las reglas todo era muy simple, el viernes por la noche se reunirían para lanzar el reto de la semana, este se tendría que realizar entre el sábado y el domingo que era el tiempo máximo establecido. El reto podría implicar a todo el equipo o solo una parte, siempre y cuando para la semana siguiente participaran el mismo número de miembros del equipo contrario.

Todo fue de maravilla las primeras semanas, cuando lo mas que habían pedido cosas que atentaban contra su sentido del ridículo, por ejemplo, que las aristócratas serpientes fueran por las calles de Londres con un letrero de "Se regalan abrazos" para gusto de las chicas y chicos que hicieron fila, sobra decir las caras de pasmo de los cinco, cuanto tantos muggles desconocidos los tocaron, fueron épicas. O cuando los leones tuvieron la tarea de cantar en el callejón Diagon a todo pulmón pidiendo dinero a cambio.

Más o menos fue todo bien y ninguno de ambos equipos se había dado por vencido, pero como siempre llega un punto donde todo se puede ir al traste con tal de joder un poco más a los rivales. Así pues, el rubio platinado lanzo un reto demasiado pasado de intensidad.

En el momento mismo en que el reto salió de su boca con altanería y suficiencia, el rostro de Hermione se encendió.

-¿Estas loco? -Bufo, casi lanzándosele encima, para la cara de incomprensión de todos los demás que no sabían ni siquiera que significaba eso.

-Estoy más cuerdo que nunca. Ese es el reto Granger tómalo o déjalo, ya sabes la consecuencias.

-y ¿Qué demonios es Pole Dance? –Pregunto Ginny imaginando que no sería nada bueno.

La furia se expandía por el cuerpo de Hermione, pero cuando poco a poco se formo una sonrisa en sus labios, Draco supo que algo muy malo lo esperaba, pero se preocuparía después de ver a las tres chicas bailando en un tubo.