Capítulo 76: Feliz

Un año después...

- Hey, ¿esa no es Katerina "la zorra Petrova"? - preguntó Sabrina en voz baja. Beatrice giró y la reconoció de inmediato.

- Si.

- Bueno, ¿y entonces qué?

- Algo debe tramar.

- ¿Esther?

- No creo, esa está bien muerta.

- ¿Crees que sea solo por Elijah?

- Vamos a ver.

Las calles de New Orleans estaban llenas de gente y música, esa noche habría un desfile y la vista ya se vivía. Ambas vampiresas se escabulleron entre la gente mientras seguían a Katherine, esperaban el momento en que pasara cerca a un callejón para poder arrinconarla. Se hicieron señas, se separaron una a cada lado, listas para cerrarle el paso. A la señal de Beatrice llegaron detrás de ella y la cogieron fuerte de ambos brazos para llevarla a un lado. A Katherine apenas le dio tiempo para lanzar un grito de sorpresa, iba a atacar solo que al verlas se mostró más dócil de lo esperado.

- ¿Y bien? - preguntó Sabrina.

- ¿Y bien qué?

- ¿Por qué vienes a perturbar la paz de la familia original?

- No vengo a perturbar nada.

- ¿Entonces?

- No les importa - dijo soltándose - este es un país libre, voy a donde quiero.

- No aquí, en New Orleans las cosas son diferentes - ya se lo habían comentado. Cuando se fue de Mystic Falls para ponerse a salvo de Klaus y evitar que tome venganza con ella no pensó que le iba a doler tanto. Simple hubiera sido apagar sus sentimientos, pero no pudo. Lo amaba y quería seguir amándolo aunque sea en silencio y lejos de él. Esperaba que algún día él pueda perdonarla por haberse marchado así, pero tenía que entender que solo estuvo luchando por su vida. Y ahora estaba corriendo el riesgo al volver a él, pero tenía que hacerlo. Aunque sea para verlo y contarle como había sido su vida en ese año y a quien había encontrado.

- Así que queremos que te largues - le dijo Sabrina - acá no eres bienvenida.

- No tengo porque escucharlas - fue en ese momento en que alguien más entró en escena. A gran velocidad otra vampiresa empujó a Beatrice e intentó poner a salvo a Katherine. Cuando las dos reaccionaron la vieron al fin.

- Nadia ya, déjalo así - le pidió - mis viejas amigas solo me estaban saludando.

- Me parecía que te estaban expulsando - dijo mientras escondía los colmillos.

- Si, eso también - estaban los dos bandos frente a frente y a la defensiva.

- ¿Qué quieres aquí? - insistió Sabrina. No pasó mucho tiempo hasta que más vampiros entraron en escena - ¡Ay no otra vez!

- Aquí viene, prepárate para la entrada triunfal... - se burló Beatrice. Katherine y Nadia miraron a un lado y vieron entonces que un hombro moreno acompañado de otros más se había hecho presente.

- ¿Y este qué? - murmuró Nadia. Katherine lo quedó mirando. Ese debía de ser el tal Marcel de quien tanto había escuchado hablar.

- ¿Marcel? - dijo la Petrova.

- No te equivocas - decía sonriente.

- A ver, a ver, vamos a parar acá - se metió Sabrina en medio de ambos - tenemos bien claro que entre vampiros no nos matamos, así que simplemente no nos vengas con tus huevadas que con esta, nosotras y los originales tenemos un asunto pendiente.

- ¿Y ese asunto de qué vas?

- Es privado - respondió Katherine preguntándose que lugar en el "reino" de Klaus ocuparía ese vampiro.

- Lamento decirte, cariño, que acá nada es privado. Así que vas a hablar o... - detrás de ella aparecieron más vampiros, Nadia y ella se sintieron acorraladas.

- ¿O qué? - lo enfrentó Katherine dando un paso adelante. Para ese entonces Sabrina ya había desistido de impedir una pelea y se puso a un lado con Beatrice.

- Como no traje palomitas - murmuró Beatrice - esto se va a poner bueno.

- ¿Crees que lo mate al fin?

- Tiene como 500 años la zorra esa, claro que lo mata - Katherine y Marcel estaban frente a frente. Ella no iba a permitir que un tipo sin autoridad venga a mandarla, estaba en New Orleans por Elijah y nadie la iba a detener.

- Escucha - decía Marcel - estamos en una comunidad de vampiros, acá nadie lastima a nadie, estamos en paz. Y de pronto vienes tú con asuntos pendientes con los originales a causar problemas con dos de las nuestras, ¿crees que eso está bien?

- Me importa poco lo que esté bien. Tú no me mandas.

- Respuesta mala - la sonrisa de Marcel era una clara amenaza. Y fue en ese momento cuando alguien cayó de los aires y segundos después el cuerpo de Marcel con el cuello torcido estaba en el piso. Había sido Elijah.

- Me parece que nunca entenderá que en asuntos de los originales no debe meterse.

- Lo vivo diciendo todo el rato pero nadie me hace caso - bromeó Beatrice. Katherine se quedó sin palabras. Al fin estaba al frente de ella. Con actitud despreocupada pasó por encima de Marcel a quien sus secuaces recogieron pronto para llevárselo de ahí. Sabrina le hizo una seña a Beatrice y ellas también se fueron, aquello ya no era asunto suyo.

- Elijah...

- Katerina - trataba de mantener la compostura, pero la sonrisa no se borraba de su rostro mientras la miraba. Al fin cumplía con su promesa, había vuelto por él.

- Elijah... ella, es mi hija. Nadia Petrova - la presentó. La vampiresa sonrió a modo de saludo, no sabía bien que decir al parecer.

- ¿Hija?

- Si, larga historia. Ya sabes... es quien creía que estaba muerta.

- Me alegra que la hallas encontrado - notó el parecido en ella, si, era hermosa como su madre - ¿ha sucedido algo?

- ¿Tiene que pasar algo para que decida venir a verte? - la notó sonreír. No podía describir lo emocionado y feliz que estaba de volver a tenerla al frente. Ella había prometido volver algún día y al fin ese día había llegado. Sin Katherine solo se había dedicado por entero a su familia, era la única forma de no caer en la locura y no morir de tristeza de tanto extrañarla.

- Vengan conmigo - pero no se movieron, se quedaron quietas - no a mi casa, hablemos en otro lugar.

- Yo creo que ustedes tienen que hablar a solas - dijo Nadia.

- Puedes quedarte por aquí, ya quedó bien claro para todos los vampiros del barrio que no deben meterse con ustedes.

- Ve - le dijo Katherine y su hija asintió para luego retirarse. Lo miró nuevamente, sentía deseos de arrojarse a sus brazos y besarlo, decirle que para ella también había sido una tortura estar lejos de él.

- Me alegra verte - dijo Elijah despacio, ahora parecía más controlado.

- Elijah, sólo hay una cosa que tengo que decirte sobre nosotros. Poco después de encontrar a Nadia estuve a punto de morir en serio. Nunca había sentido la muerte tan real y cercana, estaba segura que era el fin. Lo único que deseaba era verte aunque sea una vez más y poder decirte lo estúpida que había sido al alejarme de ti. Y sé que quizá no puedas perdonarme por haberte abandonado...

- ¿Quién ha insinuado algo como eso? ¿Por qué querría alejarte de mi de nuevo? - Katherine sonrió apenas, todo iba por buen camino.

- Sé que te he hecho sufrir este tiempo...

- Pero aún sabiendo que tu vida estaba en riesgo al venir a buscarme... aquí estás...

- ¿Qué parte de ya no quiero vivir sin ti no quedo clara? - eso fue suficiente. Se acercó rápido a ella y la besó, Katherine lo perdió el tiempo y lo abrazó con fuerza. Era un sueño sentir nuevamente sus labios devorando los suyos, nadie sabía cuando había deseado y soñado con ese momento - Elijah... - murmuró con los ojos cerrados y una sonrisa apenas él dejó de besarla - te amo, te amo tanto...

- Puedes quedarte aquí, nadie te hará daño, Klaus me debe varias... y en serio ha cambiado.

- No puedo vivir bajo su mismo techo.

- Claro que no, tengo propiedades a mi nombre.

- Bien - fue lo único que dijo y volvieron a besarse. Habían muchos asuntos que tratar aún, como donde quedaría Nadia y si en verdad Klaus dejaría de perseguir a Katherine. Pero eso no importaba ya, estaban juntos, se habían perdonado. El mundo no existía.


- ¿Puede alguien ayudarme con esto? - la escuchó gritar desde el patio principal. Klaus dejó el pincel a un lado. Reconoció la voz de inmediato y salió a ver que pasaba.

- Inútiles, ¿para eso una les paga? - esa era Rebekah.

- Nadie les paga.

- Ashhh - se quejó en voz alta. Cuando Klaus asomó por el balcón vio a Caroline y Rebekah sosteniendo apenas bolsas y cajas de compras, detrás de ellas iban otros vampiros que las acompañaron y estaban en la misma condición.

- ¿Es qué me quieren dejar en la quiebra o qué? - dijo con una sonrisa desde el balcón.

- Nik, ¿puedes ayudar? - pidió Caroline. Bajó rápido, a los segundos aparecieron también otros dos vampiros más que ayudaron a acomodar las cosas.

- ¿Se puede saber qué tienda han asaltado?

- De todo un poco - dijo con una sonrisa Caroline - hemos comprado más cosas para Priss.

- Llega en unos días y no podemos permitir que no se sienta en casa - agregó Rebekah.

- No consigo entender como un par de zapatos nuevos y una cartera - dijo cogiendo la bolsa que la contenía con las yemas de los dedos - la podrán hacer sentir en casa.

- ¡Oye! - dijeron las dos rubias indignadas.

- ¡Que no es cualquier bolso! - reclamó Rebekah.

- ¡Es Prada! - terminó Caroline - y lo va a amar.

- Si ustedes lo dicen.

- Me llevo estas cosas para mi cuarto, ayúdenme chicos! - pidió Rebekah a unos vampiros.

- ¿No que era para Priss?

- ¡No todo pues! - Caroline y Klaus rieron mientras Rebekah se iba con las compras. Una vez solos, el híbrido no perdió tiempo en cogerla de la cintura, acercarla a sí y darle un beso.

La noche en que se iba desolado de Mystic Falls seguro de que Caroline no quería estar con él estuvo a punto de arrancar. Entonces la patrulla de la sheriff apareció en la esquina y Caroline bajó corriendo con una maleta de mano.

- ¡Oye maldito híbrido! ¿A dónde crees que vas sin mi? - gritó plantándose al frente de él. Klaus aún no salía de su asombro al verla - quiero creer que ibas a buscarme.

- Acaso tú, ¿vienes conmigo?

- Pues claro - dijo como si fuera lo más obvio del mundo - en qué momento te dije que no iba?

- Es que pensé...

- Ok, si, tardé. Es que me puse a convencer a mi madre de que venga conmigo al menos unos días, la hice pedir licencia y todo. Nos pusimos a empacar y a comprar algunas cosas, se nos hizo tarde. Lo siento - Klaus vio a la sheriff salir del auto patrulla, era otra persona quien conducía. Ella vestía de civil y también llevaba otra maleta - ¿Entonces me ayudas con la maleta o qué?

- Claro - Klaus salió del auto, abrió el maletero y guardó ahí el equipaje de la sheriff y el de Caroline.

- Tú - le dijo Carol muy seria - no sé que demonios le has hecho a mi hija, pero te juro que si esto es uno más de tus trucos...

- No lo es mamá, ya te expliqué.

- Déjame terminar - interrumpió la sheriff - ella dice que te ama, y que la amas también. Al parecer lo hace lo suficiente para renunciar a toda su vida aquí de pronto. Así que te advierto Mikaelson, que si te atreves a hacerle daño a mi princesa tu madre será nada comparado con lo que pienso hacerte. Por eso iré con ustedes unos días a verificar que no hagas estupideces - le pareció que aún en medio de esa llamada de atención, Carol sonreía. Y él sonrió casi de inmediato, Caroline también tenía una sonrisa radiante.

- No voy a hacerle daño, Carol - respondió tranquilo - sé que es tu princesa, pero para mi será la reina. Mi reina - se acercó a Caroline y le dio un beso tierno que ella correspondió abrazándolo.

- Me alegro - si quizá a Carol le quedaban dudas de que esos dos se amaban en serio estas desaparecieron. Y todo parecía ir en una burbuja de felicidad cuando una bocina sonó.

- ¡Oye! ¿No que ya nos íbamos? - era Rebekah sacando la cabeza por la ventana.

- Me van a caer los dos Salvatore a cortarme la cabeza y ustedes aún no se mueven? - agrego ahora Kol imitando el gesto de su hermana.

- Osea son inmortales y pueden besarse cuando quieran, ¡vámonos ya! - insistió Rebekah.

- Creo que por esta vez tiene razón - le dijo Caroline - vámonos ya.

Y desde ese día estaban juntos. Al llegar a New Orleans el panorama fue a primera vista alentador. Estaba Marcel, a quien había criado como a un hijo, a cargo de todo lo que alguna vez fue suyo y nada iba a costar retomar el poder. Pero Marcel se aferraba al poder, y sus vampiros eran muy leales. Fueron necesarias varias demostraciones de poder, desafíos, alianzas y demás para poder subyugar a Marcel y mantener el orden en el barrio. Las brujas eran otras que se mostraban hostiles hacia ellos, Sophie intentaba ayudar como podía y al menos una especie de paz se tenía. Otro tema había sido con las chicas de la cosecha y a la vez conseguir que Kol volviera a ser un original. Si, fue más que complicado. Tuvieron varios meses de tensión pero el los últimos 4 meses las cosas se habían calmado bastante, Marcel seguía de cierta forma a cargo de los vampiros, pero los Mikaelson estaban a cargo de la ciudad, nadie dudaba de su autoridad. Había llegado la hora de traer a Priss y Kol había partido a Maine hace dos días en su búsqueda.

- ¿Te has entretenido mucho con las compras? - le preguntó aún teniéndola sostenida de la cintura.

- No tanto, me hubiera gustado que estés ahí.

- ¿Cómo para qué?

- Pensé que quizá te hubiera encantado verme modelar ropa.. o verme vestirme y desvestirme para ti - escuchar eso lo hizo alucinar al instante, ese era un espectáculo privado digno de verse.

- Aún puedes hacerlo - respondió mirándola fijamente a los ojos, en las miradas de ambos ardía intensamente el deseo.

- Por eso compré esto - se separó apenas un poco y buscó entre las bolsas hasta hallar un conjunto de lencería muy atrevido que le hizo alucinar la forma de sacárselo con los dientes y destrozarlo mientras le hacía el amor.

- ¿Y qué esperamos?

- Híbrido apresurado - le dijo con una sonrisa y acarició su mejilla - te recuerdo que aún hay cosas que arreglar para Priss. Y yo no quiero problemas con mi "hijastra".

- Priss aún no llegará, tenemos todo el tiempo mi reina.

- Pues la reina le pide a su rey que espere hasta la noche, para ese entonces el rey estará tan ansioso que no parará hasta destrozar a la reina.

- Eso suena mejor - iban a besarse nuevamente cuando Marcel entró con mala cara acompañado de Diego y Thierry, detrás de él iban también Sabrina y Bea.

- ¿Y ahora qué? - preguntó Caroline algo molesta.

- Una vieja conocida de los Mikaelson llegó a causar problemas, llegó Elijah y me hizo quedar en ridículo rompiéndome el cuello. Los chicos no se sienten tranquilos con esa mujer acá.

- Era Katerina - informó Beatrice - la verdad es que me gustaría echarle mierda encima pero no hizo nada más que ser pues... Katerina.

- Y supongo que mi hermano la puso a salvo - concluyó Klaus - no sé si Katherine piensa quedarse mucho tiempo aquí, pero ese es asunto de Elijah. No es mi problema ya.

- ¿No harás nada? - insistió Marcel.

- Katherine Pierce o Katerina Petrova no representa ya nada para mi. Es asunto de Elijah.

- Él debe estar ya explicándole las reglas aquí, si desea quedarse, como creo que lo hará, tendrá que respetarlas - le dijo Caroline.

- ¿Cómo podemos estar seguros de eso? - insistió ahora Diego.

- Porque ama a Elijah, y cuando se ama se es capaz de cualquier cosa - claro que si. Klaus había sido capaz de muchas cosas por ella. Era increíble como hasta parecía ser otra persona. Ella su reina de New Orleans, él, el rey absoluto de su vida y amor. Los problemas al inicio habían sido por el "método" de trabajo de Klaus para poner las cosas para funcionar. Ella se oponía a casi todo y discutían, pero luego veían la forma de resolverlo juntos. No se dio cuenta en que momento ella tomó ese papel justamente, el de reina. Cuando no consultaban a Klaus, consultaban con ella. La respetaban. Muchos habían arriesgado el pellejo por defenderla sabiendo que si algo le pasaba Klaus iba a matar a todos. Pues si, era la reina de New Orleans, no iba a negar que le gustaba el puesto a pesar de las dificultades.

En un año las cosas habían cambiado mucho. Amaba a Klaus y estaba con él, pero eso no impedía que se viera con su madre cada que podía, ahora la sheriff estaba planeando mudarse a New Orleans en un mes, lo cual no podría hacerla más feliz. Sus asuntos con Elena y Bonnie terminaron bien, ellas al principio no aceptaron su relación con Klaus y la criticaron, pero quizá fueron los hechos lo que las hicieron cambiar de opinión. Él la hacía feliz y se notaba. Cuando fueron a visitarla a New Orleans y los vieron gobernar juntos quedaron convencidas de ello. Y por último estaba el asunto de Tyler, quien obviamente no se había quedado tranquilo con lo que pasó en el bosque y el hecho que ahora estuviera con Klaus. Apareció una temporada en New Orleans para causar problemas, fue tanto el mal que hizo que finalmente y aunque le doliera mucho, Caroline estuvo de acuerdo en enterrarlo en "el jardín", lugar donde tenían a los que habían desafiado a Marcel y ahora a Klaus, a modo de escarmiento. Ahí se quedaría hasta nuevo aviso, o hasta que decidan que hacer con él.

- ¿Y qué hay si esa Katerina no aceptas las reglas? - dijo otra vez Marcel.

- Para empezar se las verá con Bea y Sabri, que tienen ganas de destrozarla hace mucho - dijo Caroline y las dos chicas asintieron con convicción.

- Y si insiste se las verá conmigo, otra vez - dijo Klaus ya para concluir el asunto, con eso los vampiros de Marcel y él mismo parecieron más contentos - ¿Hay algún otro asunto que quieran tratar?

- Nada, solo te digo que vamos a mantener los ojos bien abiertos con esa Katherine.

- Claro, lo recomiendo en verdad - se fueron al fin, ahora solo quedaban los cuatro y Klaus aprovechó para pedir un reporte ya que estaban ahí- ¿Alguna novedad de las brujas?

- No - dijo Sabrina de inmediato.

- Ya pueden irse, supongo que Elijah se está haciendo cargo de Katerina pero igual quiero que la vigilen.

- ¡Si señor! - respondieron al mismo tiempo y se retiraron de inmediato.

- ¿Sabes? Aún no supero que tengamos a tus ex amantes como si fueran aliadas. Bueno, lo son. Lo que no entiendo es porque no estoy celosa.

- Quizá porque sabes que te amo solo a ti y que solo contigo estaré por siempre - ella le sonrió ante ese comentario y se acercó un poco a él. Acarició sus mejillas y lo miró con ternura ¡Cuánto lo amaba! Jamás imaginó que llegaría a ser así, que lo amara más que a su vida misma. Y aunque había pasado un año desde que estaban juntos, a él aún se le hacía irreal tanta felicidad, que en verdad se amaban, que ella sería su luz eterna. Era como un sueño maravilloso del que no quería despertar nunca. Nadie los iba a separar jamás. Casi al mismo tiempo acercaron sus labios y estos se unieron en un beso tierno y suave. Su amor era real y maravilloso, por más que pareciera un sueño divino.


Llevaba más de un día observándola en silencio sin atreverse a acercarse. Su duda había sido en un principio por temor al rechazo, luego al verla sonreír con sus nuevos amigos sintió más miedo aún de que ella se niegue rotundamente a aceptar irse de esa felicidad. Priss estaba hermosa, después de un año había recuperado aquel brillo que lo enamoró, esa forma tan fresca de ser de ella, tan natural, sin esas preocupaciones de vampiros. La vio ir a casa de su tía y se atrevió a espiarla desde un árbol. Al principio no había hecho nada que llame su atención, pero al observarla bien notó algo que de alguna forma le dio esperanzas. Esa felicidad que aparentaba para el mundo se desvanecía cuando estaba a solas. No es que se viera particularmente infeliz, sino muy pensativa. Distraída, ansiosa. Era la mirada y la actitud de una persona a la que le falta algo o alguien para ser feliz. ¿Acaso ese alguien era él?

Quería creer que si. Por eso al fin esa tarde se decidió a acercarse, basta de dar vueltas. Era una vez más Kol el vampiro original, no un chiquillo temeroso del rechazo de la mujer que amaba. esa tarde se acercó a ella decidido, pero eso si, muy silencioso. Priss era la última en salir de un taller y se había ido directo a los casilleros en busca de algo. Decidió ser contundente, nada de actitud pasiva y pedir perdón. Ella ya sabía lo mucho que sentía haberla lastimado, ahora tenía que saber cuanto la había extrañado. Priss terminó de guardar el último libro, el pasillo estaba solitario. Aunque había sabido mucho de ella por la constante comunicación que tenía con Klaus, nada se comparaba con sentirla cerca una vez más. Estaba apenas a un metro de ella y ya podía sentir el aroma de sus cabellos y de su piel... de esa piel que deseaba tocar y besar hasta saciarse. Priss iba a cerrar la puerta de su casillero cuando retuvo el aliento. Alguien la había cogido de la cintura. Se asustó. Con rapidez cogió de nuevo el libro y sin pensarlo se giró y le dio un golpe a Kol con este en la cabeza.

- Ko... ¡Kol! - gritó sin salir de su asombro.

- Auch... - se sobó al cabeza - creo que los viejos trucos ya no funcionan contigo.

- ¡Casi me matas de un susto! - dejó el libro a un lado - ¿Te hice daño?

- No, déjalo... estoy bien.

- ¿Seguro? ¿No quieres que te lleve a la enfermería?

- No Priss, olvídalo. Ya se curó.

- Espera... si dices que se curó es porque...

- Si, ya soy un original otra vez.

- ¡Oh cielos! - la vio sonreír y segundos después le dio un abrazo. La apretó fuerte contra su cuerpo y cerró los ojos, hace un año que soñaba con ese momento - ¡Me alegro tanto!

- Priss, ¿podemos hablar? - le dijo despacio y ella se separó para verlo.

- Claro... Klaus dijo que enviaría a alguien por mi, pero no que sería tan pronto y que serías tú.

- Si no estás preparada para volver...

- No, no es eso. Si estoy lista para ir a New Orleans, de hecho llevo soñando con eso desde hace unos meses y hasta he averiguado sitios donde estudiar.

- ¿Entonces el problema soy yo? - preguntó desanimado.

- ¡No! ¿De dónde sacas esas cosas?

- Me pareció entender que aún no estás preparada para mi.

- Oh... - así que era eso. Priss aún no había conseguido perdonarlo del todo.

- No me has perdonado, ¿verdad?

- Lo único que no perdonaba... - mierda. Ahí iba. Sintió terror, ella le sacaría en cara todo lo que sufrió y le diría que ni un año le haya bastado para olvidar aquello - es que no me hayas llamado ni una sola vez y que hayas tardado tanto en venir - reclamó para su sorpresa - ¿Acaso creías que te iba a esperar toda la vida o qué? ¿Cuándo demonios pensabas aparecerte? - lo dejó sin saber que decir los primeros segundos. Entonces vio su sonrisa y él también sonrió.

- ¿Esperabas que venga por ti?

- Claro tonto - dijo - ¿qué pensabas?

- No lo sé.

- No pensabas claro, si pensaras un poco ya hubieras venido al menos hace dos meses. Pero no. Quien sabe que rayos estabas haciendo, ¿acaso voy a tener que poner en orden tu vida? ¡Dios! Los Mikaelson son de lo peor.

- Tú eres una Mikaleson.

- Somos de lo peor - ella ya no dejaba de sonreír. Él aún no salía del aturdimiento de que de pronto estaba perdonado, que nunca tuvo nada que temer.

- Pues si... - silencio unos segundos. Kol tardaría unos más en asumir que Priss siempre había sido suya y que lo seguiría siendo.

- Y dime Kol, ¿también voy a tener que besarte yo o que? ¿Soy el macho de la relación ahora? - soltó una carcajada por ese comentario. Para cuando Priss se dio cuenta ya no estaba en el mismo sitio, sino que Kol la había cogido de la cintura y la había llevado hasta el otro lado del pasillo para arrinconarla contra los casilleros – ¡Oye! Aún hay gente aquí.

- Dime Priss, ¿desde cuándo me ha importado que haya público? – la vio sonreír antes de besarla. Hace tanto tiempo que no probaba esos labios, casi había olvidado lo deliciosos que eran y como podían convertirse fácilmente en un vicio. La amaba demasiado, no podía parar ya. Ser vampiro otra vez lo tenía algo exaltado, se había acostumbrado a las sensaciones mortales y ahora vuelta a la normalidad aún estaba acostumbrándose a moderar sus fuerzas. O en este caso su pasión. Le mordió el labios inferior y luego tomó una de sus piernas para elevarla a la altura de su cadera, quería que sintiera lo excitado que estaba mientras sus labios se besaban con ansias.

-¡Oigan! – escucharon gritar a alguien, un maestro – ¡Esto es una escuela pública no un motel! – ambos rieron, Kol la tomó de la mano y la sacó de ahí entre risas.

-Te dije que iban a vernos.

-Bueno, valió la pena – fue ella quien se volvió a acercar a él y le besó suavemente – te amo Priss – le dijo en voz baja y la vio sonreír – siento mucho lo que nos paso, que hayamos tenido que estar separados un año.

-No más que yo. Ha sido mucho tiempo Kol. Y nunca dejé de amarte y pensar en ti, a pesar de todo – él también sonrió. Acarició sus mejillas despacio, luego sus cabellos. No podía creer que al fin después de tanta mierda al fin estarían juntos. Para ella también era irreal, más que eso, fantástico. Los primeros dos meses estuvo prácticamente aislada. Luego volvió a la escuela, intentó distraerse, hablaba con Klaus de vez en cuando sobre todo en New Orleans y pensaba en Kol, en cuánto le hubiera gustado que hablara con ella. Más de seis meses desde que se fue ya lo extrañaba a horrores, y al año era una tortura. No veía la hora en que Klaus le dijera que ya podía ir a New Orleans. Al fin cuando lo hizo estalló en felicidad.

Al fin podría estar con Kol y con su verdadera familia. Así que la llegada de Kol era lo mejor que le pudo haber pasado.

-¿Nos vamos mañana? – propuso él de inmediato.

-Si, está perfecto. ¿Cómo va todo allá?

-Bien, todo en orden, aparentemente.

-¿Cómo que aparentemente?

-Verás Priss, cuando te mudes descubrirás que vivir con los Mikaelson es casi casi una película de acción, drama y suspenso.

-Me gusta más la idea de la acción, cero dramas por favor.

- De eso nos encargaremos – otro beso. Caminó de la mano con ella hacia el estacionamiento, se sentía el verdadero rey de todo con ella a su lado.

Justo cuando estaban por entrar al auto el móvil de Kol empezó a sonar. Contestó, era Klaus y no sonaba muy contento.

-Oye, ¿hasta cuándo espero noticias tuyas? ¿La encontraste o qué? – Kol había puesto en altavoz, Priss escuchó y rio.

-¡Estoy aquí!

-Oh… Priss, hola – dijo más calmado. El cambio repentino de humor le dio risa a Kol – estoy hablando con ella, tú no sé de que te ríes, tenías que haber regresado hace dos días.

-Hubo un retraso

-Nada de eso. Por ese "retraso" Care y Bekah se la han pasado todos los días saliendo de compras con la excusa de "cosas nuevas para Priss", los vampiros están hartos de cargar zapatos – rieron. De fondo en New Orleans se escucharon los reclamos de las dos rubias.

-No creo que sea necesario hacer un escándalo por eso – le dijo Priss mientras intentaba no seguir riendo.

-Además cuando llegue Priss harán el triple de compras, ese team Barbie no entiende a las pelirrojas.

-¡Te escucho Kol! – gritó Caroline – no estás insinuando que tengo mal gusto, ¿verdad?

-¡Que se atreva! – gritó ahora Rebekah y hubieron más risas.

-Solo apresúrense, hay novedades. Katherine volvió – avisó Klaus.

-Oh…. ¿Y qué vas a hacer?-preguntó Kol con curiosidad, no quería más problemas en la familia.

-Yo nada. Aunque sospecho que Eljah está ya habilitando un apartamento en un repentino arranque de independencia.

-No sé como viviremos todos en una misma ciudad, en fin…

-Somos los Mikaelson, podemos con todo.

-Eso es cierto – concluyó Kol.

Colgaron, al girar vio a Priss mirándolo con atención y una sonrisa. Le dio un corto beso en los labios, subieron al auto y fueron a casa de ella a empacar todo para partir a New Orleans. Su reino, el reino de la familia Mikaelson. Donde al fin después de tantas luchas y dolor habían vuelto a ser una familia y a amar de verdad.

FIN


OMG no puedo creer que al fin la terminé, mil años en subirla creo. Y nada, gracias a quiénes llegaron hasta aquí. Sé que no es la mejor de mis obras, pero bueno, acá estuvo.