Disclaimer: No me pertenecen los personajes, son de Tess Gerritsen y de los productores de Rizzoli and Isles. Las canciones tampoco, sólo me pertenecen las ideas que surgen al escucharlas.
A/N: Este capítulo final está inspirado en la canción clásica de Aretha Franklin, "You make me feel like a natural woman"
Dedicado a Jazz, Cecilis y Bella.
Un gusto haberles entretenido con esta historia.
Lo que me haces sentir
Capítulo 8
(Último capítulo)
Desde la perspectiva de Maura Isles
Creo que estas semanas los criminales salieron a hacer de las suyas y pusieron a la policía a trabajar horas extras. Aunque el jefe se quejó de que Jane y yo llegamos un día más tarde de lo planeado, nos ha dejado en paz por dar buenos resultados, y bueno, no solamente nosotras, también nuestros equipos de trabajo.
Cierro el último expediente y llamo a Susy, mi asistente.
- ¿Sí, Dra. Isles?
- Gracias, Susy, por favor, entrega estos expedientes al jefe Cavanaugh cuando salgas de aquí.
- Sí, Dra., ¿algo más?
- No, gracias; supongo ya entregaste la bitácora al siguiente turno.
- Sí, Dra. Entregada.
- Entonces, nos vemos mañana.
Recibo un mensaje de texto, sonrío al confirmar que es de Jane.
- ¿Pizza, en tu casa?
Contesto brevemente.
- Sí, por favor, te veo en el coche.
- Ahí estaré Dra. ¿mitad y mitad?
- Si, champiñones, por favor.
- Ok
Me aseguro de meter el celular en el bolsillo de mi saco, me quito la bata y la cuelgo en el perchero. Busco mi bolsa, cierro el cajón, apago las luces, reviso mentalmente mis pendientes y comienzo a abandonar todo lo relacionado al trabajo escuchando el click del seguro de la puerta de mi despacho.
Cuando llego a la zona de estacionamiento, abro a distancia los seguros del coche y Jane aparece de no sé dónde con la caja de la pizza en mano. Me sonríe y le correspondo la sonrisa. Nos encontramos justo enfrente de la puerta del piloto de mi coche híbrido. Al tiempo que me abre la puerta con un brazo, hace malabarismos con la otra para no tirar la pizza, además se inclina para robarme un beso.
Es electrizante sentir su cariño en tan pequeños gestos. Yo solía despertarme cada mañana observando la ventana, viendo caer la llovizna del verano, casi quejándome por tener que enfrentar otro día, porque la vida siempre me había tratado de manera poco amable: veía poco a mis padres, y en la escuela se burlaban de la niña genio rica y solitaria. Sin contar que casi muero a manos de un asesino serial.
Ahora voy de camino a casa con una mujer que me ama, que se burla de mí por mis "conversaciones google", pero que al mismo tiempo me ubica para ser una persona accesible, empática. No me gusta hacer teorías, me gusta comprobar las cosas con hechos, sin embargo, me empuja al límite para aplicar mi conocimiento e integrarlo con mi ingenio para descubrir la verdad. Soy obsesivamente ordenada, pero me ha hecho ver que es imposible tener el control de las cosas, y que a veces, hasta es sano.
Confieso que ha sido caótico el inicio de nuestra relación como amigas, pero ella ha estado ahí para ayudarme en mis conflictos existenciales, y creo que ese caos ha sido parte del atractivo de nuestra relación como amantes. He aprendido de deportes, ahora ella me habla con un vocabulario más amplio; yo aprecio la cerveza y ella ya elige el vino con el que vamos a cenar. Mis pastas, modestia aparte, son riquísimas, pero no serían lo mismo sin su receta secreta de salsa italiana.
Alguna vez un criminal dijo que yo era alguien frío, con manías que me hacían ser como alguno de ellos. Pero Jane me dijo que no era cierto, que yo era mucho más que conocimientos, datos duros y ciencia, que no tuviera miedo de ser yo. Ella me hizo ver lo buena que soy para este trabajo, ella me hizo sentir que tengo mucho que entregar como científica y como persona. Ahora tengo una familia y buenos amigos, empezando por Jane.
- ¡Hey! Tierra llamando a Maura
- ¿Sí, Jane?
Contesto al tiempo que su beso en mi mejilla izquierda me aparta de mis pensamientos.
- Has estado distraída toda la cena, ¿todo bien, Maur?
Sonrío al sentir que se pone tras de mí, y sus brazos me rodean por la cintura, mientras termino de recoger los trastes lavados.
- Sí, todo bien Jane.
Seco mis manos y doy la vuelta para verla de frente. Me pega a su cuerpo, la beso con ternura, observando sus labios, respiro cerca de su boca y me pierdo en sus ojos.
- Todo bien, Jane…
Repito.
- ...más que bien, desde que acepté tener una relación contigo.
Sonríe satisfecha y se sonroja.
- Ah, ¿sí?
- Mhm.
Le contesto robándole otro beso, esta vez, más intenso. Ahora también la rodeo con mis brazos por su torso. Siento cómo se pone tensa, pero no de mala manera, más bien en guardia, a la expectativa de lo que pueda pasar. Traga saliva, signo inequívoco que ya no sabe qué hacer conmigo en sus brazos, o, mejor dicho, con una idea clara de lo que puede hacer pero que no está segura de cómo comenzar. La verdad, no me importa darle ideas al respecto.
- Además de escucharte, estaba pensando en lo bien que me haces sentir…
Beso su barbilla. Suspira.
- …que lo único que quiero es estar cerca de ti…
Beso su cuello, hasta la base, donde se une con su hombro.
- …me haces sentir tan bien por dentro…
Por fin, Jane me interrumpe, hace chocar su boca con la mía, me besa intensamente, sus labios atrapan los míos, con cierta fiereza. De mi cuello sus manos bajan y retoman la parte alta de mis piernas y me levantan. Entiendo que me quiere pegada a ella, obedezco; mis piernas se montan a su cadera, rodeándola. Sin tumbos llegamos a la mesa del comedor; ahí me coloca, tomamos un respiro y comienza su ataque a mi cuello, a mi pecho. Mis manos ya le arrancaron la blusa, y le ayudo a arrancar la mía.
Sin ni siquiera estar completamente desnudas, me libera del deseo que se construyó durante todo el día pensando en ella. Recupero apenas mi respiración, y ella, agitada, me habla al oído.
- ¿Sabes lo hermoso que es escuchar mi nombre en tus labios y verte así, tan viva?
La beso, agradecida, tanto por hacerme el amor, como por lo que dice.
- Es lo que me haces sentir, Jane Rizzoli, me haces sentir como una mujer, libre, al natural.
Atrapa otra vez mis labios con los suyos, retoma todas sus caricias, se las correspondo; ahora yo quiero escucharla gritar mi nombre, ahora quiero que me diga todo lo yo la hago sentir.
A/N: ¿Les gustó el regreso a Boston?
Mi agradecimiento sincero a quienes siguieron esta historia de varios capítulos de Rizzoli & Isles
Nos seguimos leyendo, KEy
