Hola, buenas! Aquí la linda Sai pasándose a reportar con un fic nuevo, recientemente estuve leyendo los libros de Cazadores de sombras y… bueno me enamore de Alec y Magnus y el resultado de toda una tarde locuras y epifanías. Aquí les traigo un lindo fanfic de mi pareja favorita, n.n ojala les guste he dado lo mejor por hacer algo muy interesante y dramático, espero les guste n.n

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Título: Infortunados Designios
pareja: Magnus x Alec
serie: Cazadores de sombras

Primer Capítulo: Te adueñaste de mi vida.

Era tarde ya, quizás la 1 o las 12 pm; el sol estaba en su apogeo, pero gracias a las gruesas y caras cortinas, traídas desde un lejano pueblo en Persia, del cuarto del gran brujo, este aun dormitaba. Estaba cociente hacia un buen rato, vagando entre los sueños y la realidad. No quería levantarse, mucho menos con tan buena compañía en la cama, lo sentía recargado en su espalda, con sus manos rodeando su cintura, totalmente dormido, algo muy lógico ya que había llegado a eso de las 4 de la madrugada.

Se giró lento, no quería despertar al cazador de sombras, le miro dormir algunos momentos y con mucha cautela se levantó para ir a ducharse. Estaba secándose el cabello y buscando que ponerse cuando se topó con una playera negra y luego otras, y muchas más que estaban ocupando una buena parte de su closet, prendar totalmente oscuras y sobrias, algunas bastante desgastadas, que contrastaban con todo su fabuloso y deslumbrante repertorio de ropa de diseñador...y por supuesto no eran suyas.

-¿Desde cuándo tengo tanta ropa de Alec?- cogió algo de su ropa y mientras se ponía la camisa, se quedó mirando al chico en su cama. Tenía algunos rasguños y sangre reseca, pero se había puesto la pijama antes de meterse a la cama, ¡gracias a dios! varias veces había llegado empapado en sangre e Icor y se había metido a su cama, dejando un manchón que no había salido con nada, ¡en sus finas sabanas de algodón egipcio! Así que Magnus había optado por regalarle una pijama, un lindo conjunto de playera negra y pantalón a rayas azul y negro, simple pero elegante, perfecto para Alec; y procuraba dejársela limpia y la vista, al lado de la cama.

Alec tenía su propio juego de llaves, cuando tenía que ir a cazar, solía aparecerse en la madrugada y sin hacer ruido se metía a la cama, se pegaba a su cuerpo y dormía. Para Magnus aquello era un poco extraño, pero se había acostumbrado a su presencia, y fingía no despertar para no incomodar al Nefilim (que por supuesto se había molestado de no ser tan sigiloso como creía), por la mañana desayunaban juntos y de ser necesario curaba sus heridas...si no le despertaba a mitad de la madrugada para tratar heridas graves en él o en Jace.

-hey, despierta.- apareció unos platos con un apetitoso desayuno, que procedían de un pequeño y familiar restaurant cercano; y se inclinó, besando la mejilla del chico. -a desayunar

Como respuesta obtuvo unos gruñidos de protesta, que se ahogaron contra la almohada. Despertarlo nunca era una tarea fácil.

-a desayunar, amor.- le susurro insinuante al oído, cambiando el dulce beso por una mordida en el borde de la oreja.

El gemido que broto de los labios del chico fue un deleite indescriptible, sublime; pero nada como esa carita de cachorrito o de virgen ultrajada que puso, molesto, avergonzado y un poco confundido por tan cachondo despertar, totalmente sonrojado y extremadamente vulnerable.

El brujo se mordió el labio, debía controlarse, tendría al chico toda la mañana y no quería estar lidiando con las protestas del estómago de Alec si se atrevía a tomarlo antes de desayunar

-vamos a desayunar.- le dijo sonriéndole con esa mirada seductora que derretía al Nefilim y le hacía pensar dos veces antes de molestarse con él.

Habían terminado desayunando en la sala, acurrucados en el sillón, Alec recargado en el pecho de Magnus, mirando la tercera temporada se Star Trek mientras comían un poco de fruta y Presidente Miau dormitaba sobre las piernas del Nefilim.

-tengo que bañarme.- el chico de ojos azules se giró y le miro haciendo un puchero, uno muy tierno por cierto.- no te atrevas a ver el siguiente capítulo sin mí -. Le advirtió dándole un beso en la mejilla, levantándose después con cuidado, moviendo al pequeño minino que protesto al perder a su cálida almohada.

-no me atrevería -. El brujo le miro alejarse y se acurruco, chasqueando los dedos para que la tv se apagara. Tomo el libro que tenía cerca y decidió enfrascarse en su lectura. No le diría a su novio que era la tercera ve que veía la serie completa.

Apenas estaba abriendo el libro, cuando una pequeña nota cayo de su libro, un pequeño papelito con la letra de Alec y un "te amo" escrito en uno de los lados ¿Cuándo lo había metido?

Miro la puerta del baño y sonrió como un bobo.

Jugaba la nota entre sus dedos mientras trataba de concentrarse en la lectura, pero había algo que le desconcentraba, había algo rondando su menta, algo de lo que no había sido consiente antes…

Ese Nefilim se había ADUEÑADO DE SU VIDA, y él se lo había permitido.

se froto la cien, eso no le… no le molestaba, de hecho, solo le sorprendía un poco no haberlo notado antes, no haberse dado cuenta cuan metido estaba en su mundo. Y suspiro, y Se quedó meditando las cosas en un silencio sepulcral.

De no ser por el ruido de la puerta al abrirse, podría haber seguido sumido en sus pensamientos. Pero al escuchar los pasos del que era su pareja le miro muy serio, extrañamente serio.

- ¿Qué pasa?- el chico se angustio, era como su acabara de criticarle por su adicción a la purpina. – ¿Magnus?

El hijo de Lilith le jalo, sentándolo en sus piernas y abrazándolo con posesividad.

- ¡MAGNUS! – el chico se asustó y no fue el único, Presidente Miau termino dando un salto del sillón y corriendo cuando el mueble soltó un crujido lastimero y amenazante. -¿Qué pasa? Vamos a romper esta cosa – después del crujido que escucho, no le extrañaría que el sillón se desarmara, era un mueble viejo, bonito, pero considerando quien era su dueño, seguro tenía más de los años que aparentaba, y parecía de 100. Sedería muy pronto,

-múdate conmigo.- le dijo sin ningún apuro, mirando esas ojos celestes que le fascinaban.

El rostro del joven Lightwood paso del asombro a la alegría en un segundo, pudo ver sus labios curvarse en una sonrisa ensoñadora, sus ojos centellearon y….de pronto algo cambio.

- n-nh…no puedo.- su voz se quebró, apenas pudo articular una negación.

- ¿Por qué no?- había pasado del cielo al infierno en un instante. Su mirada se afilo ante el silencio del Nefilim, está dudando demasiado en responder. – ¿Alexander…?- si lo iban a rechazar quería una buena explicación.

-Magnus…yo no puedo.- abrió la boca sin atreverse a pronunciar palabra alguna que justificara aquello. Todo se quedaba en silabas y balbuceos ahogados. – mi...mi familia, ah….ello, y yo… no puedo… es que…

-¿Qué? – le sujeto de las manos. –Creí que ya habíamos dejado esto atrás.- se sentía herido, después de tanto tiempo juntos, creía que ya había dejado atrás el miedo a lo que pensara su familia. – ¿Aun…te avergüenza que te vean con un subterráneo?- al parecer no, aún seguían atascados en lo mismo.

- ¡no!- el chico se alteró y negó con la cabeza, sujetando la mano del brujo con fuerza. Movió los labios pero al final se arrepintió. –No, no es eso…ah…yo…mi familia…- no se atrevía a mirarlo, había algo que le estaba ocultando al brujo.

-Alexander... habla, ahora.- su voz era dura, sus ojos destellaban y a punto estuvo de maldecir en varias lenguas antiguas.

Alec intento explicarle, pero justo en ese momento su celular comenzó a sonar, una estridente canción de rock, el Lightwood respondió. Magnus sabia a la perfección a quien pertenecía ese sonido, era la única persona que podía sacar a Alec de su casa, Jace… solo Jace tenía ese poder.

- debo irme…- se mordió el labio, levantándose y buscando sus botas. Era hora de cumplir con el deber, habían detectado un rastro y parecía todo un nido. Termino de alistarse y armarse, con una buena parte del arsenal de armas que había ido dejando en la casa de Magnus. –Regresare…- se acercó, siempre había un beso de despedida, pero viendo el silencio de Magnus se contuvo. –te… te veré después.

Dio una última mirada al brujo y salió.

Magnus te vio partir y suspiro un poco frustrado, muchas veces le había rechazado, incluso dejado; pero solo Alec lograba alterarle y hacerle sufrir así… ¡NEFILIM ESTUPIDO!

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-¡Uuuuuuy! ¿Así que ahora serás el concubino del "gran brujo de Brooklyn?- Jace codeaba a su parabatai mientras limpiaba la sangre de su daga en su pantalón, antes de enfundarla.

- ¡Jace!- la voz de Izzy le callo, la chica sonrió para su hermano, podía, aun en la oscuridad, notar cuan sonrojado estaba.

-yo…no dije eso.- murmuro, comenzaba a dudar de haberle contando a su hermana estando Jace presente, pero no había podido contenerse. Si se hubiera podido morir de vergüenza, Alec habría caído fulminado.

-oh, perdón, tienes toda la razón.- su amigo se acercó, pasándole una brazo alrededor del cuello. – Serás "Alec Lightwood de Bane, el fogoso amante del gran brujo de Brooklyn"

-¡JACE!- ahora los dos hermanos protestaron al unísono.

Había sido una cacería muy ardua dentro de la alcantarillas, había más de quince demonios y no solo eso, no había llovido en semanas y el agua estaba estancada y viciada dentro de ese asqueroso túnel. Pero habían logrado acabar con casi todos, se les había escapado uno, al menos según las cuentas del mayor de los Lightwood.

-basta ya, además…le dije que no.- murmuro el ojiazul con suavidad.

-¡¿Qué?!- Isabelle le cerró el paso y le miro muy molesta. Su hermano había sacado el tema de improvisto y si no lo resolvían ahí, no le dejaría hablar de ello nunca más. – ¿por qué no? ¿Qué tiene de malo? Deberías aceptar.

-sí, ya tiene más limpio el apartamento ¿por qué no aceptaste?- Jace había vivido con él unos días y él podía jurar que desde que Alec le visitaba, Magnus limpiaba mas seguir, o quizás hacia desaparecer el polvo.

- no puedo.- les dijo muy serio, clavando sus ojos azules en los de su joven y hermosa hermana, que no se amedrento, al contrario, le hizo frente, arrugando la nariz y poniendo una expresión fiera. – no ahora… no puedo dejar a mi familia.

-oh vamos, prácticamente vives ahí.- Jace se metió, mirándole con ese aire de superioridad. –cuando no estás en el instituto, estas con él, cuando te llamo y estas durmiendo, el responde.- una sonrisa maliciosa asomo en sus labios y sus ojos destellaron entre las penumbras.- ¿sabes que el mensaje de tu buzón de voz, es Magnus diciendo que estas "ocupado" con él, que molestes más tarde? Tienes suerte que Maryse no tenga celular, le daría un infarto.

Alec se puso rojo, pero por su silencio solo denotaba que seguía necio en no aceptar.

-Hey, Alec.- su hermana le tomo del mentón y le hizo mirarle.- tu siempre has cuidado de nosotros, de tu familia. Te mereces un descanso, darte un gusto.- le sonrió con suavidad, ella sabía cuan delicada era la situación de su familia, pero quería ver a Alec feliz, era lo que más deseaba.- ya no soy una niña, no necesito que me cuides todo el día.

-pero si eso te preocupa, yo estaré ahí, yo cuidare de ellos.- le sonrió con esa soberbia y encanto que solo el tenia. –son mi familia también.

Alec no pudo articular palabra y negó con la cabeza.

- te lo mereces. – alec sintió como su hermana le daba un abrazo y le susurraba casi al oído- ¿no vas a dejar a tu familia por magnus, entiendes? Date la oportunidad, inténtalo. Al menos por unos días, si no te gusta, siempre puedes volver con nosotras

-yo…- intento negarse, pero esa mirada insistente en su hermana le convenció. –lo…lo hare.- sonrió un poco avergonzado

-tranquilo, todas las aves dejan el nido.- Jace le puso una mano en el hombro y le guiño un ojo. – y si tu novio ninfomano no te deja salir, siempre podemos armar otra guerra para rescatarle, algo así como la guerra de Troya.

-¡JACE!- le regaño alec totalmente avergonzado.

-bueno ya apúrense, aquí está goteando porquería y quiero lavar mi cabello- Izzy vio la salida a lo lejos y apresuro el paso, corriendo entre los charcos de agua sucia.

-y pensar que se quejaba de estar cansada hace unos 5 minutos.- el mayor sonrió, pero apenas disfrutaba de ver a su hermana correr fuera del túnel, su visión fue bloqueada, una gran piedra callo frente a la boca de la alcantarilla y cerró el paso- ¡ISABELLE!

Los dos cazadores trataron de acercarse a la boca de la alcantarilla, pero el rugido de unos demonios les alerto. Apenas tuvieron tiempo de girar sobre sus talones y de ponerse en guardia. Un enjambre de rapiñadores, posiblemente llamados por el que había escapado en su batalla anterior, les salto encima.

Lidiar con ellos no era difícil, pero si tedioso, resultaba molesto tener que cuidarse de esas bestias en medio de la noche y peor aún con tantos desperdicios asquerosos en ese lugar. Pero había que admitir que a mitad de la oscuridad el reflejo de sus armas y el destello de las luces que se lograban colar, era un espectáculo digno de admirar, mientras a sus pies caían uno por uno esos seres.

De pronto una de esas cosas brinco sobre el rostro de Jace, con trabajo intento alejarlo, antes de que una de sus dos mandíbulas lograran herirle, le sentía arañándole con esas garras, no era un rapiñador. Pero no había tiempo para una clase de demonología.

El pelinegro de apresuro, despachando dos de esas alimañas y lanzando su cuchillo a la cabeza de aquella bestia. La daga paso volando junto al rostro de Jace y se clavó ente las mandíbulas de aquella bestia trabándolas.

Se quedó inmóvil, aquel ser dejo caer, inerte, y Jace no lo pensó dos veces antes de lanzarlo lejos, justo a tiempo para notar que de las cloacas emergía una gran entidad arácnida, un Kuri que se lanzaba sobre ellos.

El demonio se aproximó, usando sus garras para intentar sujetar a los Nefilim, pero alec logro detenerlas mientras Jace se adelantaba y buscaba herirle en el vientre. El rubio logro situarse en un buen lugar, clavo su espada profundamente y en respuesta aquel demonio se levantó en sus patas traseras y con sus últimas fuerzas se lanzó contra el pelinegro, abriendo su hocico, dejándose caer con todo su peso.

Alec apenas pudo esquivarlo, sus colmillos pasaron rosándole.

-¿el ultimo?- pregunto el rubio mientras se acercaba satisfecho, podían oír como desde afuera Isabelle trabaja de mover la roca o partirla con su látigo. –Vamos, nos necesita.- sonrió con superioridad.

Pero justo cuando se iban, uno de los cuerpos que yacían en el piso se movió, brincando sobre los Nefilim, aquella cosa de las dos mandíbulas se lanzó contra Jace, empujándolo para que callera en los colmillos del Kuri, pero para su buena suerte, alec lograr jalarle y evito que se empalara en el colmillo ponzoñoso.

Jace saco un último cuchillo serafín, y se lo clavo a la vestía en su vientre.

-¿Alec?- se giró, buscando a su parabatai y lo descubrió incorporándose con dificultad. – ¿Alec?

-¿estas... bien?- hablo con dificultad, por sus labios escurría un poco de sangre, que se veía negra en medio de la oscuridad

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Bueno, hasta aquí dejamos el próximo capítulo, espero que sí han llegado hasta aquí, puedan dejarme un pequeño comentario n.n eso siempre motiva a escribir.

Chau cha

u n.n espero que la próxima semana este subiendo el siguiente capítulo.