Los personajes no me pertenecen, pero la historia es mía, exceptuando unos cuantos acontecimientos que se verán mas adelante.

Ascendieron por el portal. Los misiles ahora estaban del otro lado, no había posibilidad de que la ciudad sufriera su impacto.

La falta de aire le alerto, pero el crudo frio del espacio la tomo por sorpresa. Ella seguía consciente a diferencia de su tío; comenzó a armadura se escarchaba, y la energía del reactor Arc no era más que un simple parpadeo. Trato de acercarse a el, pero podía sentir incluso las puntas de su cabello congelarse, sus movimientos eran lentos y poco tiempo su corazón detendría sus latidos, si no es que la falta de oxigeno hacia su trabajo.

No estaban lejos de la entrada a Nueva York, solo bastarían unos segundos mas para que ambos cayeran por el portal…

Eso nunca paso, la entrada comenzó a desaparecer, y ni siquiera tuvo que tomar una decisión. Empujo el inerte cuerpo de su padrino, aquel impulso fue suficiente para que el alcanzara a desaparecer, pero causo que ella tomara la dirección contraria. Sin gravedad que la atara, era normal que el choque de sus manos provocara que ambos cuerpos fueran por caminos diferentes… como si se repelieran, se alejaron uno del otro.

Sus músculos se tensaron, un grito mudo salió de su garganta. No era como en aquellas películas, cuando después de salvar a una persona amada, morías con lentitud. La muerte se presentaba dolorosa, y aunque rápida, se podría decir que era una eternidad mientras tomabas consciencia de tus últimos instantes.

La explosión fue de lo último que tuvo conocimiento antes de perderse en la oscuridad.

El fuego de la detonación la rodeo sin tocarla, su piel traslucida recupero el color que había perdido, y sus pulmones se llenaron del aire faltante. Un destello de luzle rodeo, salvándole la vida. Unos brazos la sostuvieron, antes de desaparecer junto a su salvador, quien sonrió imperceptiblemente mientras acariciaba su mejilla gentilmente. El momento se perdió en un instante, junto con aquel resplandor que les rodeo.

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Heimdall observo al rey de Asgard materializarse ante sus ojos, en sus brazos sosteníainconsciente a la hija de Thor. Padre de todo se mostraba apático a la situación, pero con gentileza recostó a su nieta sobre la cama del pequeño dormitorio. El guardián del Bifrost se arrodillo para ver a la hija de Thor; el príncipe heredero, por lo tanto haciendola a ella princesa de Asgard

–Nadie debe saber que esta aquí, no puedes llevarla al cuarto de curación, Frigga se daría cuenta– sentencio Odin con voz imperturbable– Ella queda a tu cargo, cuando se recupere, entrénala. Si lo creo pertinente, se unirá a la guardia.

Avanzo hacia la salida, sin echar un segundo vistazo a su espalda.

–evita que Thor la vea– ordeno El rey de Asgard antes desaparecer.

Aquella petición iba a requerir de un par de cambios en la joven, empezando por su nombre. No podía presentarse ante Asgard con su nombre Midgardiano. Antes de acatar las órdenes de su rey, debía procurar borrar cualquier rastro que delatara su procedencia.

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–Haz despertado– afirmo Heimdall

Observo a su alrededor. El cuarto donde reposaba era pequeño, incluso había una decadencia de color a pesar del tono dorado de las paredes. La cama en la que se encontraba parecía ser el único mueble visible. No había ventanas, así que no podía decir con precisión si era de noche o de día.

Observó al hombre que le había hablado segundos antes. Su vestimenta la descoloco, pero fueron sus ojos la que la dejaron sin palabras. Por su porte deducía que seria peligroso enfrentarle, ni la espada, ni sus armaduras eran un disfraz. El metal de sus prendas debía ser pesado, llevarlo derribaría a cualquiera… excepto alguien que las vistiera a diario, una persona acostumbrada al peso, bastante fuerte para llevarlas como la caricia de una pluma.

Y conocía alguien así… era rubio, musculoso, y llevaba un martillo consigo.

–¿Estamos en Asgard?– pregunto al fin

Su pregunto hizo reír a Heimdall. Poco acostumbrado a las sorpresas, no podía más que admirar la rápida deducción que había hecho la hija de Thor. Sin duda alguna eso debía ser heredado de su madre, ambas poseían una inteligencia que las caracterizaba por fortuita.

–Así es, espero que tu estadía se vuelva amena– colaboro gentilmente– Isabella Foster, mi nombre es Heimdall, desde hoy quedas bajo mi cuidado. Será mejor que te cambies, tú y yo tenemos mucho por hacer.

No pregunto como sabía su nombre, dedujo que Thor tal vez se lo dijera. Pero no entendía del todo aquello de que estaba bajo su cuidado, ¿era alguna clase de guardaespaldas? Por que el no lucia del tipo que acatara ese tipo de ordenes.

Para su suerte, la ropa que le había dado, no era ninguna armadura. Pero sin embargo no lucia a nada que hubiera visto antes, la tela se sentía como algodón, pero lucia como el cuero... debía ser cosa de Asgard. Se enfundo en unos pantalones ajustados, la blusa era un poco más holgada, pero el fajín de plata; que sobresalía de todas aquellas telas obscuras; enmarcaba su cintura asegurándose de blindarle protección en caso de que requiriera hacer un movimiento brusco. Evitaría que la tela estorbara durante un combate. Se puso los guantes cortos; que dejaban desnudos su dedos, y después se calzo unas botas que complemento aquella vestimenta tan deprimente.

Estaba apunto de salir de la habitación, cuando un objeto mas le llamo la atenció arrodillo y lo tomo entre sus manos. Era plateado como el fajín, pero podría asegurar que aquello era plata pura, incluso entre sus dedos podía sentir la resistencia del metal. Pero lo que no entendía era lo que hacia ahí, su forma le recordaba un poco a la mascara de Anubis, sin embargo la nariz no era tan alargada, y su diseño terminaba en forma de media luna por encima de la boca, permitiendo el uso del habla.

Se encamino a la salida, el lugar donde se encontraba era solo un cuarto de un complejo habitacional; por lo que pudo apreciar, este se encontraba completamente vacio. Era de noche, así que aun no debían ser habitados por nadie.

–¿Qué es esto?– demando saber

–Será mejor que te lo pongas, me temo que no podemos dejar que tu identidad sea descubierta– su voz pasiva le hizo enfurecer. Sus respuestas no aclaraban nada– tu nombre… ya no puedes usarlo, desde hoy eres Elis, mi aprendiz.

–Exijo una explicación– apretó los puños, mientras hiperventilaba por la furia contenida– ¿Por qué debo cambiar mi nombre? Yo no pertenezco aquí, lo mas lógico seria mandarme a casa…

–Ellos creen que estas muerta– le corto sin remordimiento– no puedes volver a tu hogar, a partir de ahora vivirás en Asgard.

–¿Dónde esta Thor?– pregunto histérica– no creo que el este de acuerdo en mi privación de libertad, ¡por que esto no tiene ningún jodido sentido! ¿Vivir en Asgard? es la primera vez que vengo, es mas, ¡JAMÁS DEBÍ VENIR AQUÍ!

El guardián del Bifrost no se inmuto ante sus gritos. Le miro, sabia que iba a ser difícil convencerla, pero ni siquiera él tenía del todo claro el asunto. Aun no averiguaba por que padre de todo la retenía, y la obligaba a ocultar su identidad.

–Ponte la mascara– volvió a pedir sin alterarse– buscas respuestas, te llevare a quien puede contestártelas, pero solo si te la pones y te presentas como Elis ¿entendido?

Cabizbaja asintió. Para su sorpresa podía ver con claridad, había visto que la mascara no tenia aberturas sobre los ojos, solo tenia un simple delineado y un leve hundimiento. Pero al ponérsela, era como si no existiera el metal que estaba sobre aquella zona.

Le siguió a través de largos pasillos, memorizaba cada cosa que podía para no perder el camino de regreso. El complejo de habitaciones se encontraba en campo abierto, el unico que había podido ver hasta el momento.

–Debo hablar con padre de Todo– el guardia se hizo a un lado, pero impidió que ella pasara– viene conmigo.

Sin más pregunta la dejo avanzar. Las puertas se cerraron detrás de ello, en la enorme sala solo había un hombre, sentado sobre un trono. Debía ser el rey.

Odín ni siquiera le dejo hablar. Era bastante obvio el motivo de su visita.

–Por única ocasión contestare a tus preguntas– clavo sus ojos sobre ella. Su mirada era gélida, dejando en claro que no daría lugar a replicas– no volverás a tu mundo, debes quedarte en Asgard hasta que el peligro pase– trato de preguntar a que se refería, pero el se le adelanto– te buscan, y me temo que mandarte de nuevo a Midgard significaría que tu mundo se vea sobre ataque nuevamente… estoy seguro que ya ha sido suficiente con la devastación que dejo Loki

–¿y por que me buscarían?– pregunto con incredulidad– que quiera mantenerme en Asgard cuando es obvio que no le agrado, no tiene sentido para mi.

–Yo, Odin, tengo el deber de velar por los nueve mundos. Eso incluye el tuyo– contesto sin dejar de verla– los Chitauri son insignificantes a comparación de aquellos que te buscan, aun no entiendo por que tratan de hallarte, pero mandarte a Midgard amenaza la paz de los mundos.

–¿y es por eso que tengo que pretender que estoy muerta?– escupió con rabia– quiere que cambie mi nombre, que oculte mi rostro, y olvide que tengo una familia.

– ¡Yo nunca dije que los olvidara! pero eres una amenaza– rugió con ira– ¿quieres que te regrese? ¿Para que pongas a todos los que amas en peligro? ¿Junto con cada existencia que se te acerque?

Sus palabras eran rotundas, pero no las hacían más fáciles de digerir. Le observo con la impotencia reflejada en sus ojos.

– ¿y que garantía hay de que estando aquí, no suceda? Podrían ir por mí, no encontrarme, y matar a todos los que quiero en venganza– rebatió con rabia

–si desapareces, si te quedas en Asgard, eso no pasara. Ellos ni siquiera irán a Midgard, notaran tu ausencia antes de llegar atacar.

No sonaba como una promesa, si no como un hecho contundente. Podría ser una treta, pero no tenia idea de cómo regresar, y no podía afirmar que sus palabras fueran mentira. Estaba arrinconada, sin más opciones, tendría que aceptar aquella situación.

–¿y que pasa con mi familia? ¿También debo permanecer muerta para ellos?– musito. Sus ojos se cristalizaban, pero se oponía a llorar a pesar de que su rostro estaba cubierto.

–no te queda otra opción– ni una palabra de consuelo, tenia que aprender a soportar las mas duras batallas, incluso las del corazón

–esto no será por siempre ¿cierto? ¿Podre volver a mi hogar?

–cuando el peligro acabe. Hasta que ese momento llegue, te quedaras aquí, ocultando tu nombre y tu rostro, incluso de Thor– le miro sorprendida– mi hijo podría revelar que sigues viva en un momento de euforia, será mejor que lo evites lo más que puedas– acepto sin decir nada– Solo Heimdall y yo lo sabremos, para lo demás tu eres su aprendiz, huérfana, pero con grandes dotes de combate. No puedes hacer uso de tus poderes, se te queda expresamente prohibido

–Déjame adivinar– enarco una ceja– eso también revelaría mi identidad

–Así es– confirmo sin inmutarse de su sarcasmo– supongo que tendrás que tomar lecciones para aprender a dirigirte con mas respeto a tu rey. Ahora eres ciudadana de Asgard, y aquí no se tolera que te tomes tantas libertades. No puedes hablarme de esa manera.

–No solo me mantienes cautiva en tu mundo, ahora tengo que ser tu subordinada– soltó con ironía– ¿hay algo mas que quiera agregar el rey?

–creo que simplificaste bastante el punto. Pero supongo que no esta de más pedirte que no te metas en problemas, y por favor, cumple con tus obligaciones.

Heimdall se rio entre dientes, mientras negaba divertido. Podía deducir que la hija de Thor no se encontraba complacida con el poco efecto que provocaban sus palabras sobre padre de todo, quien ni siquiera hacia el intento de rebatir los sarcasmos de su nieta, y se limitaba a contestarle como si ella no le hubiera tratado de sacar de quicio.

El guardián aun sentía que su rey ocultaba un par de cosas, pero solo podía esperar a que estas fueran rebeladas. Esperaba que el cambio no afectara a la joven, iba a ser difícil que olvidara su hogar, pero si lo que Odin decía era cierto. Lo mejor era ocultarla mientras que los enemigos se hacían visibles.

El inicio de una nueva etapa estaba comenzando para Asgard, con la llegada de la hija de Thor, no tenía duda de que las cosas se pondrían interesantes en el reino.

¡Comenzamos con la Secuela!

Espero que les gustara el primer capitulo. No se revelo mucho, pero en los siguientes capítulos se irán descubriendo mas cosas.

Tal vez tarde un poco en actualizar, tengo algunos asuntos que atender, pero espero no prolongarme mucho en subir el segundo capitulo.

A todas aquellas que comentaron y dieron alertas o favoritos a "Los Inicios del Trueno" muchas gracias.