Capítulo 22: No es el fin...

POV BELLA:

-¿Bella, qué harán Edward y tú hoy?- levanté mi cara de los papeles que estaba viendo para ver a mi cuñada.

-Pues nos quedaremos en casa, Alice.

-¿Celebrarán su primer aniversario de bodas en casa?- el tono indignado de Alice solo me hizo rodar los ojos.

-Alice, trabajamos ambos toda la semana; ¡queremos estár en casa! Nos gusta estár solos, así no tenemos que ponernos nada de ropa y lo celebramos a gusto- dije moviendo mis cejas. Con satisfacción vi a Alice ponerse roja.

-Son tan...- ella abría y cerraba la boca-. ¡Dios, son peor que unos adolescentes! ¡Siempre andan pensando en sexo!- no aguanté la risa, solté una gran carcajada y Alice se molestó más-. Son de lo peor.

-Alice, ¿acaso Jasper y tú no lo hacen?

-Sí, claro que lo hacemos, pero debemos ser cuidadosos. Las gemelas están en esa edad del porqué- sabía eso. Varias veces Edward y yo las cuidabamos para que sus papás tubieran tiempo a solas. Discretamente me llevé una mano a mi plano vientre. Dentro de algunos meses Alice y Jasper tal vez tuvieran que devolver el favor. Alice seguía hablando y yo me acordé de esta mañana cuando Leah, junto a Angela me llevaron a la enfermería por mis mareos en esta semana y la doctora Kebi, quien a través de un eco, me mostró a mi bebé. Un bebé de Edward y mío. Según el eco tenía cuatro semanas-. ¡BELLA!- el grito de Alice me trajo de vuelta.

-Lo siento, Al, ¿decías?

-Te decía que mamá se ofreció a cuidar de las gemelas y de Mathias hoy. Entonces, tal vez podamos ir los seis a bailar un rato y...

-Lo siento en verdad, Alice, pero ya tenemos planes. Hemos hablado toda la semana de eso. Sabes que Edward está muy ocupado con el proyecto del nuevo hospital que Jake quiere, y yo aquí, a parte de las clases y los ensayos y casi no tenemos tiempo para nosotros. Así que otro día será Alice, de verdad- sabía que estaba siendo borde. Amo a Alice, pero ella sabía que yo no iba a cambiar mis planes con Edward. No era el fin... Vi la hora; 4 pm. Apagué el pc y me levanté del escritorio-. Te quiero Alice pero...

-Sí, Bella, lo sé. Ustedes ya tienen planes. Lamento ser tan insistente. Que lo pases bien. Saludos a Edward.

Salí del refugio directo a una tienda de bebés. Ya le había comprado a Edward un reloj nuevo y ropa interior sexi. Era como un niño cuando oía lenceria, que ya no lo dejo venir conmigo a comprar.

Estacioné el auto y entré a la tienda. Había tantas cosas... pero al final me decidí por un pijama de color verde agua. Aún no sabía el sexo, pero sabía que Edward entendería el mensaje.

Volví a casa y aún edward no había llegado, así que decidí ponerme con la cena. No habíamos planeado nada romántico; solo quedarnos en casa solos. Además mi esposo, esta mañana antes de irse, lo último que dijo fue "necesito de ti, nena" y lo dijo con esa voy ronca y baja justo en mi oído. Me dejó caliente todo el día.

Hice pollo al horno con pasas asadas y ensalada de vegetales. Dejé todo listo y me fui a bañar.

Eran las ocho y Edward nada que llegaba. Estaba justo por llamar cuando escuché que entró.

-¡Amor, estoy en casa!- gritó. Hacía eso cada vez llegaba. Salí a su encuentro y mi esposo jamás dejaba de sorprenderme. Traía un ramo de girasoles en sus manos-. ¡Feliz aniversario!- dijo caminando hacia mí.

-Gracias, amor. ¡Está hermoso!- tomé el ramo y lo puse en la mesa junto a la ventana, donde siempre teníamos papeles y facturas.

-Tú eres hermosa- dijo a mi espalda. Me volví a él que me atrajo hacia su pecho-. Te amo.

-Yo tambien te amo. Está bello el ramo, así como la cadena que me diste temprano. Te amo, mucho gracias- nos besamos como si tuvieramos mucho tiempo sin hacerlo y pronto, muy muy pronto el beso subió de tono. Sus manos estaban bajando y subiendo por mi espalda hasta que las dejó en mi culo. Muy típico de Edward y comenzó a subir el pequeño vestido de verano azul con flores blancas que me había puesto y apretó mi nalga desnuda.

-Mi amor- dijo para después jadear-, te necesito ¡ya!

-¡Edward!- sus labios estaban en mi cuello-. Amor, aah... la... ¡la cena!- era débil mi intento. Estaba tan deseosa como él.

-Sé mi cena, ¿sí?- preguntó en mi oído. Mi respuesta fue halar su cabello y él me cargó hasta nuestro cuarto. Era una maravilla que no hubieran escaleras.

Edward se sentó en la cama y me dejó entre sus piernas. Sus ojos llenos de deseo me hicieron temblar. Poco a poco subió mi vestido dejandome solo con una bragas diminutas de color blanco.

-¡Preciosa- dijo antes de que sus manos tomaran mis senos y su boca comenzara a besar mi abdomen con besos húmedos. Dejó que su lengua entrara en mi ombligo. Soltó mis senos y me hizo girar-, gloriosa y mía! Mi esposa, mi amiga, mi Bella, eres toda mía- yo solo soltaba pequeños jadeos mientras que Edward apretaba mis senos y pasaba la lengua por todo el contorno de mi tatuaje.

-¡Edward, te necesito!- dije después que había quitado mi ropa íntima y su lengua pasaba por la separación de mis nalgas mientras que sus dedos jugaban con mi clítoris me soltó un momento, pero no me dejó voltear. Oí los fru-fru que hizo mientras quitaba su ropa y después atrajo mis caderas y me hizo sentar sobre su erección. Ambos soltamos un jadeo cuando me dejé caer por completo en él y lo sentí hasta el fondo.

-Así, Bells, muevete- dijo entre el frenesí con los diente apretados mientras que me ayudaba a subir y a bajar sobre su falo.

-¡Aaah! ¡Ed! ¡Dios!- solo podía soltar griticos mientras aumentaba mi ritmo. Estaba cerca y a juzgar por los jadeos de Edward, y el modo en que sus manos me tenían sujeta ayudando a que el ritmo fuera cada vez más rápido, él también estaba cerca. Con tres brincos más me entregué al órgasmo y sentí a Edward venirse en mi interior. Gracias al cielo que me tenía bien sujeta, porque no sentía las piernas. Se echó hacia el centro de la cama llevándome con él y así duramos no se cuanto tiempo regulando nuestra respiración. En algún momento Edward nos metió bajo las mantas-. Feliz aniversario- le dije cuando me recuperé.

-Feliz, muy muy feliz- me respondió besando mi frente y abrazando mi cintura. Comencé a reír cuando escuche su estómago sonar.

-La comida ya estaba lista, cielo- le dije al comenzar a levantarme. Yo también tenía hambre.

-Pero quería el postre- respondió-, y el postre insiste en provocarme, amor- terminé de ponerme su camiseta y salí a la cocina.

-Alice quería que fueramos a bailar- comenté cuando terminamos de comer.

-Sí, Emmett también me llamó, pero le dije que queríamos estár solos. Insistió que mamá cuidaría a Mat...- cuando nombró a su sobrino recordé el regalo y me levanté corriendo de la mesa-. ¿Bella, qué pasa?

-¡Olvidé tu regalo; ya vuelvo!- en el recibidor había dejado la bolsa de regalo con el pijama y la foto del eco. Volví corriendo otra vez-. Aquí tienes. ¡Espero te guste!

-Oye, me gustó el reloj. No tenías que molestarte con otro...- cuando se quedó callado volví mi vista a él. Tenía el pijama en una mano y estaba viendo la foto del eco.

-En realidad ambos lo hicimos- dije y eso lo sacó de la foto. Me vio y estaba llorando. En seguida comencé yo también a llorar.

-¿Cuándo? ¿Cómo?- negó con la cabeza y se levantó. Separó mi silla de la mesa y me cargó-. ¡El mejor regalo de mi vida!- después solo nos abrazamos y lloramos. Teníamos tiempo queriendo un bebé. Ya los niños de Alice y Emmett estaban grandes y los amabamos, pero queríamos uno de nosotros y por fin venía en camino-. ¿Cuándo te enteraste?- preguntó una vez que me volvió a dejar en el piso.

-Ésta mañana. Angela y Leah insistieron porque he tenido mareos toda la semana- me gire para recoger la mesa, pero no me dejó.

-No, deja eso así por hoy- me llevó a la sala y me sentó a horcadas en su regazo-. ¿Por qué no me dijiste que te sentías mal?

-Cielo, no te dije porque pensé que era malestar por el cansancio- me acerqué, lo besé castamente. Tomé sus manos y las puse en mi vientre-. ¡Vas a ser papá!

-¡Vamos a ser papás!- me corrigió-. No tengo palabras para decir el tamaño de la felicidad que siento, Bella.

-Solo ámanos, Edward. Eso dice bastante.

-¡Levántate!- después que lo hice puso la cara a la altura de mi vientre-. Bienvenido a nuestras vidas, bebé. No sabes cuanto te hemos esperado. Mamá y tú estarán a salvo. Yo los cuidaré. ¡Los amo!- mis lágrimas corrían sin control. Mi hermoso esposo... ¡Dios, como amaba a este hombre!-. Ey, hermosa, ¿por qué lloras?

-¡De felicidad!- me volvió a sentar en su regazo-. Te amo tanto, Edward.

-Igual que te amo yo- le regalé una sonrisa llorosa y él me besó mucho-. El mejor aniversario- susurró con su frente en la mía. Me acosté en su pecho y hablamos por mucho rato hasta que me quede dormida.

Cinco meses después...

POV EDWARD:

-¡Amor, estoy en casa!- dije dejando el bolso junto a puerta-. ¿Bella?- caminé hasta la cocina y no estaba. Luego fui directo al cuarto de Stephanie, porque sí, tendría otra princesa para consentir; aunque Bella quería un varón. Y sí, justo estaba aquí. Ahora que Jake la había obligado a tomar su tiempo pre-natal, ella se dedicó por completo al cuarto del bebé. Había escogido un rosa muy suave y los muebles y cuna eran blancos. Mi mamá la había ayudado a decorar. Bella estaba colgando ropa de bebé en pequeños ganchos-. Buenas tardes.

-¡Amor! Que bueno que llegas- llegué hasta ella y besé sus dulces labios-. Me sentía muy sola. ¿Cómo te fue con los chicos?- me senté en la mecedora.

-Bien. Jasper y yo le ganamos a Emmett y Jake.

-No entiendo porqué Jake insiste en jugar. Nunca ha sabido jugar a fútbol- dijo negando y cerrando el closet-. Esme vino temprano.

-Sí, lo sé.

-Amo a Esme, Edward pero...- mordió su labio- ¿es necesario que venga todos los días?

-¿Ah?- no entendía su pregunta.

-Es sólo que..., Edward, aprecio de corazón todo cuanto me ha ayudado, amor, pero...

-¿Pero?

-Aveces me gusta estár sola en casa. Me gusta cocinar para ti, y organizar la casa. Hacer las compras y solo ser tu esposa.

-Amor, ella solo quiere que no estés tan ocupada cuando yo no estoy- ya sabía yo que éste día llegaría, y se lo había dicho a mi mamá. Bella era autosuficiente, y no le gustaba sentirse inútil. Ella no me hizo caso, por supuesto. Jamás me oía. Su respuesta fue que Alice y Rosalie dijeron lo mismo y después lloraban y se quejaban. Intenté decirle que Bella no era así.

-Hablaré con ella, cielo- la atraje hacia mí y besé su pronunciado vientre de seis meses-. ¿Quieres que vayamos a por un helado?

-¿A quién le preguntas?- respondió Bells ocultando una sonrisa.

-Ok. ¿Quieren mis amores ir por un helado?

-¿Con brawnie?- asentí-, ¿y fresas?

-Sí, mi hermosa esposa. Con todo lo que tú quieras.

...

El tiempo pasaba tan de prisa... Ya solo faltaban días para que Bella tuviera la bebé. Seríaa cesárea porque la bebé no estaba en posición y yo, aunque nervioso, me hacía el valiente.

Los últimos dos meses Bella había estado más sentimental. Lloraba por todo, aunque aún así no quería que mamá se fuera unos días a casa. Su sentimentalísmo era más que nada por su aspecto. Porque no podía ir a trabajar y lo último porque no podía ver sus pies. Solo me reía cuando eran esas cosas, pero la barriga también le trajo a mi amada dócil y siempre confiada esposa ¡celos! Sí, como leen. Celos. Aún cuando no me canso de decirle que para mí no hay nadie más, solo ella, pero se le había metido que Carla, la de recursos humanos de mi trabajo estaba pendiente de mí. Un golpe en la puerta de mi despacho me sacó de mis pensamientos.

-A delante.

-Buenas tardes, Edward- Carla estaba en mi oficiana. No iba a negar que era línda, pero para mí solo existía Bella-. Es hora de comer y yo venía a invitarte- "como pasa el tiempo" pensé.

-Gracias por la invitación, pero iré a casa a comer.

-Claro, con tu esposa- algo en la manera de decir 'esposa' me dio mala espina-. ¿Sabes,? yo podría comerte a ti.

-¿Disculpa?

-Oh, por favor, Edward. ¿Vas a decirme que no sabes que me muero por estár contigo y sé que con tu esposa embarazada necesitas sexo- ¡jodida mierda! Jamás, jamás dudaría del instinto de mi esposa. Al parecer no eran cosas de la barriga, si no que mi esposa era observadora.

-¿Y piensas que lo quiero de ti?- hacía años, bueno cinco para ser exactos, que no me comportaba como un desgraciado, pero definitivamente el ser cordial me traía problemas.

-¡¿Vas ha decírme que no me deseas?!- increíble, ella sonaba indignada.

-Pues no creo nunca haberte dicho que te deseo- ella se acercó a mi escritorio en lo que ella suponía 'era sexi'.

-Puedo moverme, Edward. Tu gorda y muy embarazada esposa no creo que pueda- gran hija de su madre. ¿Cómo se atreve?

-Te diré algo, aunque no te importe: mi muy embarazada esposa sabe y puede moversé muy bien, y tú el único movimiento que haras será el de salir de mi oficina y de mi empresa. ¿Te quedó claro?

-¡Eres un estupido!- dijo y salió de mi oficina. Increíble. Jamás, jamás hubiera pensado ésto. Negué y recogí mis cosas para ir a casa a comer. ¿Sería buena idea contarle a Bells? Suponía que sí. Las cosas siempre se sabían.

-¡Te lo dije, Edward, pero piensas que es la barriga quien me pone paranoíca, pero es obvio, amor que no sabes ver a las perras cuando tú eres la presa- sí, mejor decirle yo mismo. Ella se lo tomó muy bien. No gritó, ni lloró. Solo me llamó idiota.

-Amor, ya lo solucioné, hermosa. La despedí. Cielo, ven, sientate aquí- señalé mis piernas.

-¿Seguro que no te parece atractiva?

-Mi hermosa tonta. Te amo, Bella. Pueden haber mil mujeres atractivas y aún así yo voy a escogerte, preciosa.

-¡Te amo!

...

Y así llegó el día.

Estaba en la sala de espera junto a mamá y los demás. Hacía diez minutos que estaban preparando a Bella. Yo ya estaba listo con mi gorro y traje verde para estár con ella en quirófano.

Era impresionante como en determinados momentos de tu vida te das cuenta que todo lo que has vivido te trae a un lugar mejor, a una vida mejor.

40 minutos después tenía en mis brazos a Stephanie Cullen Swan, quien llegó a nuestras vidas pesando tres kilos y cien gramos y midió 52 centímetros; toda rosada y con grandes cachetes como su mamá, quien llorando besó su frente y le susurró un:

-¡Bienvenida, princesa!- luego me miró a los ojos y sus chocolates gemas brillaban con amor, un amor que sólo estaba comenzando a escribir su historia. No sabía que venía ahora, pero mientras vivamos aprenderemos a vivir lo que nos toque y Bella y yo siempre íbamos juntos. Aprendimos a ser amigos, luego aprendímos juntos a no callar, ya que eso casi nos separa, aprendímos a perdonar, a sanar, a vivir juntos, a ser esposos y ahora aprenderíamos a ser padres...

-¡Las amo!

Fin

Chicas, el fin. Espero les guste! Gracias a las que me dejaron comentarios, a las que leyeron en silencio, a las que agregaron favorite y siguieron esta historia

"la vida solo llega al fin cuando uno muere, pero mientras vivamos siempre aprenderemos a vivir lo que nos toque!"

Esa es mi manera de ver las cosas!

Gracias a mi beta amada Eli Music Love, Quien corrige mis faltas por escribir rápido para no perder la idea! Te quiero pervert! Y a las demás que me ayudaron antes que Eli, Josélin y Karen!

Bueno me despido y nos leemos en el epílogo

Bye, Yess!