Y esta es la segunda parte. Fin. No hay más, se acabó, já (?)

La verdad se me había olvidado totalmente subir esto a ffnet :v como aquí no comentan ni a golpes a parte de sólo poner follow o favorito que a veces creo que no vale la pena, pero por esas dos lindas personitas que dejaron su comentario, la última parte 3

Disclaimer: ningún personaje de OP es de mi propiedad, de lo contrario, sería un genere de yaoi penado por la ley. Agradezcan a sus dioses que no soy ni japonesa ni sé dibujar :v

Fic dedicado a mi musa Zhena Hik.


16

Aunque sólo tenía unas pocas semanas para ello, las vacaciones eran la época favorita del año de Law. Eso sólo significaba dormir, dormir, dormir y dormir hasta que dejara de sentir el cuerpo de tanto estar acostado. Y era algo que parecía compartir un poco con el pelirrojo porque cuando los dos tenían el mismo día libre, se la pasaban durmiendo hasta que el hambre les ganaba. Al principio dormir con Kidd fue algo incómodo porque éste tenía por costumbre abrazar lo que tuviera enfrente y Law generalmente era ese algo. La diferencia de tamaños entre los dos cuerpos se hacía más notoria cuando Law desaparecía entre los fuertes brazos del pelirrojo y terminaba enterrado en kilos de músculos que la mayor parte del tiempo no le dejaban respirar con normalidad. Pero era un calor tan reconfortante el que le rodeaba que en realidad sentía que el aire estaba sobrevalorado y se acurrucaba más entre esos brazos para poder dormir con tranquilidad.

Navidad y año nuevo estaban casi a la vuelta de la esquina aunque los dos parecían bastante tranquilos al respecto. El moreno sabía que Kidd no haría nada especial por navidad y en año nuevo ya tenía planes para salir a beber con Killer y su grupito de matones, al que seguramente se vería incluido Penguin, quien jalaría a Shachi con él entonces Law tenía el presentimiento que también debería ir para evitar que su pequeño amigo pelirrojo terminara con un ataque de ansiedad entre tantas cars de asesinos en serie. No entendía porque Shachi era tan nervioso con la gente nueva, pero tampoco era tan mal amigo como para ignorarlo. Conociendo a Penguin y Killer seguramente huirían a la primera oportunidad para follar como los conejos que a veces pensaban ser.

Entonces sólo quedaba el tema de la Navidad. A Law realmente no le importaba. Gracias al cielo Doflamingo había decidido que esas eran fechas maravillosas para hacer un viaje y sólo había mandado un mensaje de despedida. Había sido Crocodile quien le había llamado para invitarle y que no estuviera solo en esas fechas.

Por una vez en muchos años no fue una mentira que no estaría solo en esas fechas y les deseo unas buenas vacaciones.

Realmente duró un buen rato pensando sobre qué hacer durante ese día y estuvo muy tentado en hablar sobre el tema con Kidd pero, pensando mejor en ello, si el pelirrojo tenía el descaro de hacer las cosas sin consultarle primero, esta vez sería Law quien se impondría sobre el pelirrojo.

Así que el día que Kidd regresó el día veinticuatro de hacer unas compras, encontró unos sencillos adornos por toda la casa. Guirnaldas, pequeñas luces de colores y un árbol en miniatura decorado para la ocasión sobre la mesita al lado del sofá. Era poco pero a Law le pareció aceptable y supo que a Kidd también por la sonrisilla tonta en sus labios.

—Mira lo que hay sobre ti, Eustass-ya —señaló Law la pequeña ramita sobre los rojos cabellos del chico.

Kidd posiblemente iba a reprochar al respecto y lo absurdo que era la traducción del muérdago, pero unos labios sobre los suyos callaron cualquier palabra y se concentró en responder al beso lo mejor que pudo.

En realidad, aparte de dormir juntos, después de aquel primer beso no habían tenido mayor contacto. Law no lo buscaba –aunque realmente lo añoraba- y Kidd tampoco hacía algo al respecto. El moreno porque no quería presionar demasiado la situación. Todo era demasiado nuevo para él y tampoco es que le molestara el ritmo de las cosas. El pelirrojo en realidad porque no estaba muy seguro de si Law se había dejado llevar la última vez o si era una aceptación de su parte y como a ninguno le había dado por preguntar, las cosas simplemente parecieron congelarse, hasta el momento que Law decidió que ya era suficiente y que, al menos, podía tomar eso como regalo de navidad.

El beso se extendió por largos minutos, con el mayor firmemente abrazado al cuello de Kidd, dejando su boca ser invadida por una lengua intrusa que parecía querer conocer hasta el más oculto lugar de su boca.

Se separaron algo agitados y con pequeñas sonrisas en sus labios.

—Por favor dime que no cocinaste tu —fue el primer comentario del menor al ver la cena lista y puesta en la mesa.

—No he visto que te quejaras antes —bufó Law algo ofendido—. Pero no, lo mandé a hacer.

—Puedo comer casi de todo, pero no le exijas demasiado a mi estómago Trafalgar —se encogió de hombros mientras tomaba asiento.

Y aunque sólo fueron ellos dos y un gato rechoncho que maullaba lastimeramente por comida, como si no hubiera comido ya antes, y varias veces, fue la mejor navidad que los dos podrían hacer recordado, entre platicas tontas, villancicos odiosos y las lágrimas de risa de Kidd al ver el traje de Santa Claus que Law había comprado para Beppo.

—La ropa para mascotas debería considerarse tortura animal —fue capaz de decir Kidd una vez recuperado del ataque de risa.

—La verdad sí, pero se ve bien con sombrero.

Ajeno a todo, Beppo maulló mientras era acariciado lentamente, disfrutando al igual que sus dueños de una agradable y cálida noche.

A la mañana siguiente, Law experimento por primera vez la emoción de recibir un regalo y la expectativa que eso generaba. Aunque de niño Doflamingo le había dado bastantes obsequios, no se podría decir que fueron navidades en condición cuando sabía el contenido de cada caja porque él había ido con su padre a comprarlos.

Kidd tendió la pequeña caja envuelta en papel negro con un llamativo moño rojo.

—Muy navideño, Eustass-ya —comentó jocoso después de tomarlo.

—¿Lo querías con papel verde y rojo, con un moño blanco y oliendo a galletas de jengibre? —Masculló molesto el menor mientras se ruborizaba levemente.

A Law le pareció realmente divertida su reacción, pero rápidamente recordó que él también tenía algo para ese revoltoso pelirrojo.

—Feliz navidad, Kidd —dijo mientras también le tendía una pequeña cajita y algo en los ojos del mencionado tembló al escuchar su nombre salir de la boca del moreno.

Abrieron los regalos en silencio, bastante apenados por sus propias expresiones pero sin poder esconder la emoción y felicidad que sentían en esos momentos.

Law le había mandado hacer un anillo de plata. Al pelirrojo realmente parecía gustarle mucho los accesorios estrafalarios y le pareció un buen detalle. Tenía "Eustass Kidd" grabado por la parte interior con su propia caligrafía –típica de un doctor, así que apenas podía entenderse-. Kidd se lo colocó con más emoción de la que le hubiera gustado, pero orgulloso de ver su nuevo anillo en el dedo anular de su mano izquierda.

Por su parte, Kidd le había comprado un collar al moreno, con un dije que el mismo había confeccionado con ayuda de Franky. Era una nodachi –espada larga- que podía ser envainada o desenvainada de su funda color negro. El pequeño dije estaba realmente afilado y brillaba con pulcritud a la luz. Realmente fue un regalo original y agradable teniendo en cuenta el gusto de Law por ese tipo de espadas –tenía una como decoración sobre el mueble de la televisión- y pudo ver como a lo largo de la espada se leía "Trafalgar Law" hizo el detalle aún más agradable.

—Es la letra de Killer, la mía es realmente horrible —se encogió de hombros como si realmente no le importara.

Por segunda vez, fue Law quien se lanzó a los labios de Kidd.

17

Law se preguntó si no estaría tomándose las cosas con demasiada calma. Aunque besarse ya era algo regular entre los dos, no habían ido más allá. Ni siquiera tocarse entre los dos o descubrir más caminos con sus manos. Simplemente se besaban hasta desfallecer y después se dormían o continuaban con sus vidas como si nada y, como el buen hombre que era, eso realmente comenzaba a ser algo desesperante.

Durante la reunión de fin de año realmente se sintió algo envidioso al ver cómo Killer y Penguin se perdían en el primer oscuro rincón que se cruzara por su camino después de las últimas campanadas del año. Había mucho alcohol y mucha gente toqueteándose por todas partes y la verdad es que a él le hubiera gustado que le toquetearan bastante. Pero se quedó fielmente al lado de Kidd y Shachi, como si su deber fuera estar con ellos hasta que éste último se perdió de vista con uno de los amigos de Killer y fue la gota que derramó el vaso.

Kidd pareció sentir su frustración porque, pasados unos minutos, los dos salieron de la fiesta rumbo a su casa. El aire no le hizo mucho bien después de tanto alcohol pero era bueno sentir de nuevo la tranquilidad de la noche sin música ensordecedora y cientos de personas pululando a centímetros de uno.

Los dos iban cómodamente en silencio, tambaleándose un poco y disfrutando de la fría noche.

Fue hasta al llegar al departamento donde Law por fin reaccionó y empujo como pudo el cuerpo de Kidd hasta la pared más cercana y comenzó a devorar sus labios. Y las cosas iban bien, muy bien por el camino correcto cuando las manos del pelirrojo se colaron dentro de su playera y palparon su ardiente piel a pesar del frío de la noche.

Llegaron a tropezones hasta la cama donde cayeron juntos y bien revueltos, sintiendo el calor del cuerpo contrario. Pero cuando Law bajó sus manos –que estaban muy entretenidas despeinando los rojos cabellos del chico- intentando colarse dentro de la ropa del menor, éste detuvo todo movimiento y con un escueto "Buenas noches" se dio la vuelta para quedarse dormido inmediatamente.

Law ni siquiera había sentido ese nivel de frustración en sus exámenes finales.

18

Desde la perspectiva de Kidd, su vida no había sido un verdadero drama. Había sido dura, eso no lo iba a negar. A veces aún pensaba que hacer el mínimo esfuerzo en las cosas era una gran pérdida de tiempo. Las peleas más que una forma de ganar dinero, era una manera de desahogar todas las frustraciones. Sentir sus huesos crujir al impactarse en el cuerpo contrario. La sangre escurriendo por sus nudillos y por cada herida supurante. Canalizar cada grito frustrado en cada uno de sus golpes era la solución que había encontrado a su situación, por eso vivir de ello no le pareció tan mala idea.

Entonces conoció a Trafalgar Law.

Decir que sus vidas eran mundos opuestos la verdad se quedaba un poco corto. Se notaba que el moreno era de dinero ya que, aunque no tuviera muchos lujos, vivía holgadamente sin trabajar, completamente enfocado en sus estudios.

Pero ellos, como personas, la verdad es que eran bastante parecidos. Y a pesar de ser tan parecidos, también parecían complementarse a la perfección. Había algo tan natural al estar juntos que Kidd comenzó a dejarse llevar por la corriente, arrastrado por esos sentimientos y sensaciones que nunca espero sentir, pero no le molestaban para nada.

La primera vez que vio al moreno no fue en su mejor condición y, la verdad, las siguientes tampoco lo fueron. Varias veces intentó alejarse de Law, intentar no seguir yendo más a su departamento y disfrutar del calor que él y su obeso gato le brindaban. Sin embargo el único otro lugar que le quedaba por ir era al lugar de peleas, donde terminaba hecho mierda en algunas ocasiones –aunque siempre como un feliz vencedor- y su cuerpo en automático caminaba hasta encontrarse con Law y sumirse en el sopor de la inconsciencia sabiendo que el mayor estaba ahí y no pasaría nada malo.

No tuvo más remedio que darse por vencido y aceptar que hiciera lo que hiciera, ya no podía alejarse más de Law. Le desesperaba no saber qué hacía cuando no se veían, si siempre tendría esas ojeras bajo sus ojos o si nuevamente sólo había comido en todo el día tres bolas de arroz y unos veinte litros de café.

Fue en su última pelea donde supo que ya no daba más con eso. Habían permitido el uso de arma blanca y no es que Kidd temiera por su vida, eso era realmente lo de menos. Pero pensar en que no se podría controlar y terminaría por hacer pedazos a alguien sin remordimiento alguno era una parte de él que le tenía aterrador.

La cosa fue a peor cuando vio la mirada aterrada de Law. La lucha interna que tuvo que librar para no decir nada al respecto se manifestó como un silencio tenso e incómodo. Porque Law no parecía asustado de Kidd o algo por el estilo, parecía asustado porque esa herida, junto con todas las otras, eran marcas de la vida que vivía el pelirrojo y lo que eso conllevaba. Y entonces, quizás, Kidd no volvería, po razón, sin que Law pudiera hacer algo para evitarlos y es sólo pensamiento parecía aterrador.

¿Qué sería del moreno sin Kidd en su vida? ¿La misma monotonía de antes hasta que llegara alguien que pudiera quedarse por siempre y seguir sin más?

No.

No, mierda, no.

Fue por eso que Kidd buscó un trabajo y comenzó a limpiar un poco su vida.

19

Acostumbrarse a ese estilo de vida que le era completamente ajeno la verdad no fue difícil. Tenía un trabajo que le gustaba, con compañeros que le agradaban de verdad. Supuso que eso de todos tener un pasado un tanto turbio –hasta el jefe- y nadie dijera nada al respecto ayudaba mucho. A pesar de sus apariencias y risas de asesinos en serio, todos eran muy agradables y amables.

Invadir el departamento de Law vino muy poco después. Vivía ahí la mayor parte de la semana y tener dos lugares era un gasto innecesario. Y, aunque el mayor tenía otra habitación casi vacía, se deshizo de la cama del moreno y llevó la suya –muchísimo más grande- y comenzaron a dormir juntos. Aunque no de la manera que le hubiera gustado desde la primera vez que se permitió admirar con detenimiento al moreno.

Había besado a Law en una ocasión y la verdad es que cada que veía sus labios se moría por perderse en ellos como si fueran el bálsamo contra todos sus dolores. Pero le era difícil leer a una persona como Law, que siempre vivía escudado tras una sonrisa falsa y comentarios ácidos que aligeraban la tensión

Pero, una vez más y como ya se iba acostumbrando, las cosas con Law se daban solas y de forma natural, como si el tiempo decidiera cómo, dónde y cuándo se tenían que dar las cosas entre ellos. A como estaba la relación después de navidad realmente creía que las cosas iban muy en serio aunque no lo habían puesto un nombre adecuado a todo ello ni habían llegado más lejos que un par de caricias y besos.

También sabía que Law, más que enojado, estaba decepcionado de que lo hubiera alejado de sí cuando parecía que las cosas tomaban buen rumbo.

El problema no era que Kidd no quisiera tener sexo con Law. Claro que quería. Sería un estúpido sino lo quisiera.

Sin embargo, no podía dejar de darle muchas vueltas a cientos de cosas. Law sabía de su magullado cuerpo, de las cicatrices que lo cruzaban o al menos se hizo alguna idea cuando le curó. Pero días después de la última vez que tuvo una pelea, Kidd se vio detenidamente al espejo. Ahí, donde antes veía marcas de sus victorias. De todas las veces que intentaron vencerlo pero fallaron, solamente vio pruebas de lo patética que había sido su vida a lo largo de esos años. De pronto fue más bien asco lo que sintió de su persona al recordar lo mucho que disfrutaba pensando en destrozar a cualquier imbécil que le pusieran en frente por un par de billetes. Sintió tanta pena ajena, dolor, asco, amargura que pensó que ni siquiera quería volver a darle la cara al moreno. ¿Qué pensaría éste al verle mejor, sin tanta sangre y moretones? ¿Ver su piel marcada para siempre por tanta vergüenza?

No podía evitar aunque quisiera esos pensamientos cada que alguno de los dos intentaba ir más allá. Pensó que quizás el alcohol que había tomado el fin de año ayudaría pero ni así fue capaz de evitar alejar el cuerpo del moreno.

Moreno que, por supuesto, no intentaba para nada esconder su frustración y enfado y Kidd ya se sentía lo bastante miserable como para agregarle a eso la cara de miseria de Law. No iba a tolerar, tampoco, la situación que se dio después: Law evitando besarle. Repelía su toque y el mayor contacto que tenían era dormir espalda con espalda en la cama. A ese ritmo no dudaba que el moreno conseguiría otra cama y se mudaría al cuarto de al lado.

—¿Has intentado hablar con él? —Le dijo Killer, quien había comenzado a autoproclamarse su mejor amigo, una tarde en la que Law salió con Penguin y Shachi.

—No —respondió acariciando de forma distraída a Beppo.

—¿Por qué no? ¿No es mejor hablarlo con él a que se dé una idea equivocada?

—No quiero que le parezca algo estúpido y se ría.

—Kidd, ni siquiera yo me estoy riendo de que parezcas una colegiala enamorada y con complejos de peso, así que dudo que Law se vaya a reír. Lo que posiblemente hará es desvestirte y follar. Tan simple como eso.

Y aunque estaba seguro de que ese sería el resultado, seguía sin estar demasiado confiado en ello.

20

Kidd aprecia mucho sus nuevas amistades. Killer es bueno escuchando y dando consejos. Heat y Wire son algo serios pero una vez en confianza son bastante atolondrados y divertidos. Hasta aprecia un poco al idiota de Bartolomeo, un tipo de malas pulgas que, aunque se quiere hacer el rudo, tiene un corazón dentro del cuerpo. En alguna parte.

Y de verdad aprecia mucho a Killer y todo con sus ganas de ayudar, pero que se le fuera la lengua con su novio sobre su plática y este "accidentalmente" le mencionara algo a Law es algo por lo cual definitivamente el rubio se ganó una buena paliza, a riesgo de que Franky lo sancionara porque pelear con los amigos no es "suuuper" o algo así.

Sin embargo esos son temas a parte cuando tiene a un muy cabreado Trafalgar Law acorralándole en su habitación.

No es que Kidd no pueda hacer algo contra alguien del porte de Law, sobre todo siendo éste un flacucho. Pero el hombre sabe usar bien un bisturí y tiene acceso a medicamentos de los fuertes y, en definitiva, Eustass no es TAN idiota. Así que se limita a escuchar.

—¿Y bien? —Interroga el moreno, con el seño fruncido y los brazos cruzados y realmente Kidd no debería andar tentando su suerte, pero es algo imprudente y se pone a la defensiva con facilidad.

—¿Y bien qué? —Es su inteligente respuesta, de la cual se arrepiente casi al instante que los ojos de Law se entrecierran más y la mueca de su rostro se frunce otro poco.

—¿Vas a evitar el tema por siempre? —Masculla molesto—. Se supone que con quien tienes algo es conmigo —continua antes de que el pelirrojo sea capaz de procesar una respuesta—. Oh, no, disculpa, quién sabe si realmente tenemos algo. Te salvo el culo varias veces, después decides allanar mi casa, decides vivir en ella sin siquiera preguntar y yo como buen estúpido accedo porque, bueno, nos tenemos confianza, pero va a ser que no imbécil, que yo tengo que ser el último que se entera de cada maldito detalle y ¿sabes qué? A la mierda —y sale de la habitación dejando a un impresionado pelirrojo que sólo reacciona cuando el portazo de la entrada principal retumba por todo el departamento.

Su cuerpo como siempre es más rápido que su cabeza y cuando se quiere dar cuenta está en la esquina de la calle, atrapando por el brazo al moreno que va puteando contra todo dios mientras patea el pavimento. Kidd prefiere ahorrarse la escena y trepa al moreno sobre su hombro.

—¡Eustass Kidd bájame en este momento! —Gruñó el moreno bastante irritado, pero el nombrado lo ignora hasta estar de regreso al departamento, donde Beppo ha estratégicamente huido al interior de la alacena hasta que las aguas se calmen un poco.

Kidd arrojó el cuerpo del moreno a la cama, subiéndose sobre su cuerpo al ver su amago de huir nuevamente. Se quedan observando por un momento. Law tiene la respiración bastante agitada y le lanza una mirada irritada al pelirrojo, rendido a que no puede contra su fuerza. Por otro lado y por mucho que parezca tranquilo, la verdad es que Kidd se siente muy nervioso. Le es difícil enfrentarse a sus miedos después de una vida jurando y perjurando que no le tiene miedo a nada.

Así que se quita la playera de golpe y se queda quieto frente al moreno, el cual parece calmarse ante esa acción.

El silencio es denso y ninguno es capaz de decir nada.

Law se pierde en los relieves de cada marca en el cuerpo del pelirrojo, en la curva de sus músculos y la sensación de suavidad a pesar de haber tantas cicatrices desperdigadas por esa palidez. Lo que más le molesta al mayor no es el estúpido motivo por el cual Kidd se ha comportado como una niña puritana –que también es un factor importante más no el principal- y es el pensamiento de que Kidd lo cree tan superficial para creer que le tomará importancia a las marcas de sus cuerpos.

Él siempre ha sabido la clase de persona que es el pelirrojo, la clase de vida que ha llevado a lo largo de esos años que, aunque no es muy respetable, es la forma en que él decidió vivir y no entiende por qué debería sentirse avergonzado de ello. Ahora el rumbo de las cosas ha tomado un camino diferente para los dos y eso debería ser lo único importante.

Así que comienzan a besarse, lento, saboreando el momento e intentando alejar de sus mentes las inseguridades y las tonterías que no tiene cabida ente los dos. Mucho tiempo atrás se les quedó la oportunidad de oponerse a lo que estaba ocurriendo entre ellos y, siendo sinceros, por mucho que realmente se hubieran opuesto, quizás las cosas hubieran tenido el mismo resultado. Porque conocerse fue tan inevitable como el que ahora si quiera pase por sus mentes el alejarse del otro. No es necesidad ni obsesión porque esas dos cosas son pasajeras. Para el otro simplemente ya no hay más allá de ellos. Hay algo totalmente imperfecto en su combinación que la verdad es que es la mezcla perfecta.

La ropa se pierde en algún punto, tirada para todos lados mientras los labios de ambos intentan alcanzar más, dejar más marcas. Kidd descubre maravilla los tatuajes que se escondían en la piel de Law, delineando con sus labios cada curva y después mordiendo levemente, como si quisiera decir "mío" en cada una de sus acciones. El moreno recorre con sus dedos las marcas de violencia que cubren la piel y la vida de Kidd, besando y adorando porque todo ello es parte del pelirrojo y el ama cada uno de esos fragmentos que lo conforman. Lo acepta como desde la primera vez que acepto que se metiera tan hondo en su vida.

Kidd continúa bajando hasta perderse entre las piernas morenas y bien torneadas del mayor, besando sus muslos y volviendo a subir hasta descubrir el lugar que pronto le recibirá.

Le prepara rápido y decidido, intentando ensanchar lo más que se pueda la pequeña abertura que recibirá su miembro palpitante que duele entre sus piernas. El moreno se deshace en gemidos y con un sonidillo que parece al de un animal herido, saca los dedos de su interior e invierte las posiciones, observando desde arriba los cabellos rojos que contrastan con sus sabanas blancas mientras restriega entre sus nalgas el pene de Kidd.

Law se deja caer sobre el miembro aunque aún no se siente demasiado listo. Las ganas le queman por dentro y el dolor le hace retorcerse un poco, pero no detiene nunca sus movimientos, balanceándose poco a poco en el erguido miembro y masturbándose un poco hasta sentir hasta lo más hondo cada centímetro de carne dura.

Son apenas unos segundos lo que cada uno se permite para acostumbrarse cuando comienza a moverse de nuevo. Kidd baja y sube sus caderas mientras ve a Law subir y bajar por su miembro. Le toma fuerte por sus caderas, las que casi puede cubrir con sus manos debido a lo delgado que es el moreno, y comienza a embestir con fuerza, dejando que el mayor sienta cada centímetro de su pene salir lentamente para volver embestir con dureza, deleitándose con esos jadeos ahogados en su garganta.

Kidd invierte posiciones porque, aunque disfruta mucho de la vista del cuerpo moreno montado sobre el suyo, con Law acariciando su propio pene con deleite, la verdad es que de esa forma no puede besar y marcar tanto como le gustaría. Así que esta vez es él quien queda arriba, entre las piernas del moreno, arremetiendo sin piedad para escuchar más de sus gemidos que, de algún momento, suenan como "Kidd, Kidd", y eso es genial porque no son los odioso "Eustass-ya" que también tienen su encanto, pero él es Kidd y quiere que ese sea el único nombre que Law recuerde en un largo, largo rato.

El mayor enreda como puede sus brazos en el cuello del pelirrojo, gimiendo a propósito en su oído para llevarlo al borde del placer mientras él se siente desfallecer en esos brazos y esos labios que están consumiéndole de a poco.

Notan el final aproximarse cuando los movimientos de caderas de ambos se vuelven erráticos y sus bocas de funden nuevamente en un beso que no termina ni siquiera cuando Kidd se derrama por completo en el interior del mayor y éste, masajeando con fuerza su propio miembro, se deja ir entre sus cuerpos importándole poco lo pegajosos que quedarían después.

Se separan mucho, mucho tiempo después, cuando sus pulmones arden ante la falta de oxigeno que el beso no les deja recuperar con normalidad después de toda esa actividad física. Kidd se tumba al lado del mayor sin dejar de abrazarle y se aferra a su cuerpo como todas las noches, envolviéndole con su calor hasta casi sacarle el aire, aunque Law nunca objeta nada al respecto.

Podría sentirse en la situación la falta de palabras románticas, pero el momento es de por si demasiado perfecto para los dos que algo como eso sería totalmente innecesario porque, a su manera, saben que se quieren. Si no hace mucho que habrían abandonado ese intento de relación.

Se quedaron dormidos casi al instante, completamente satisfechos y felices de que, al final, las cosas encajaran a la perfección entre ellos.

21

Obviamente y viviendo en su idílico mundo de recién casados –como a Shachi le gustaba burlarse- olvidaron el pequeño detalle llamado Doflamingo y las visitas sorpresas a su querido y único hijo. Pero Kidd había vivido situaciones realmente difíciles en su vida como para que un hombre con un estrafalario abrigo de plumas rosas viniera a intentar amedrentarlo.

Así que cuando el padre de su novio se sentó frente a él con aire amenazante y preguntó:

—¿Cuáles son tus intenciones con mi hijo?

Con toda honestidad, Eustass Kidd respondió:

—Follarmelo, como todas las noches.

Trafalgar Law nunca había visto reír a Crocodile tanto como aquella noche, ni a su padre tan blanco como su bronceada tez le permitía.

La sonrisa complacida de Kidd duró semanas.


En fin, quizás nos veamos en algún otro fic... o quizás no (?) :v

Gracias a quien se tome la molestia de dejarme un comentario, lo aprecio mucho.