Capítulo 7

Maldecía a Erwin y otra vez. En una ocasión más sólo pudo seguir sus órdenes y terminar en un maldito avión e ir a una maldita ciudad por una semana y media. A él le gustaba ir a nuevos lugares, pero cuando eran los de su gusto y podía escoger cómo viajar. Era molesto todo el proceso antes de llegar al avión, entonces estar en el avión también lo era. Si la gente fuera más tranquila, podía dormir por un par de horas, pero en la mayoría de los casos la gente parecía estar emocionada, como si volar en un avión fuera lo más interesante que pudieran hacer.

Deseaba poder gritar bomba sólo para arruinar el viaje de la gente. Él estaba seguro de que si el chico que estaba a su lado fuera más joven, cerca de sus doce años, se atrevería a gritar la palabra sólo para demostrar que él podía hacerlo.

—¿Nunca te callas? —preguntó Levi.

Eren, quien estaba hablando a una mujer mayor —la cual iba sentada en la otra hilera de asientos—, miró hacia él y mantuvo su mirada fija sobre su rostro unos segundos, inquisidor. Inclinó su cabeza unos centímetros para llegar a su oído, y con un tono divertido dijo:

—Es sólo una mujer hablando sobre su nieto. No te pongas celoso.

—Sí, claro. Estoy muy celoso —respondió aburrido.

No estaba celoso pero quería acortar el tiempo oyendo lo que tuviera que decir el otro, ya todavía quedaban dos horas de viaje y, sumado a que Eren conversaba con cualquier persona menos con él, por supuesto que quería un poco de atención de su parte. Golpeó a Eren en un costado.

—¿Qué? —su reacción fue inmediata.

—Di algo. Sueles hablar más.

Eren se acomodó en su asiento, mirando con una ladeada sonrisa a Levi.

—Con sólo mirarte sé que me matarás si hablo.

—Sabes que esto no me gusta.

Levi vio como Eren paseó su mirada por el interior del avión, como si estuviera buscando algo. Finalmente enfocó sus ojos en la pequeña ventana.

—No veo por qué no te gusta. —Ante la mirada de "¿me estás jodiendo?" quera era cortesía de Levi, agregó: —Bien, tú fuiste quien no quiso renunciar. Estaba esperando el momento en que se lo dijeras a Erwin, pero no ocurrió. Creo que no puedo volver a confiar en tu palabra.

Le había comentado a Eren su pequeño plan días antes, en una simple conversación. No sabía que, tiempo después, tendría que elegir entre usarlo o no. Como no quedó más opción que aceptar lo que Erwin pedía, volvió a golpear a Eren en el costado por hacerle recordar.

—A eso me refiero —aclaró Eren—, no estás de buen humor.

—Entonces has algo al respecto.

La sonrisa que ya conocía muy bien apareció por completo en el rostro de Eren. En el último tiempo su sonrisa parecía estar fija en él. No había sido fácil quitar la idea de todo lo que podía pasar ahora que volvían a estar juntos. Eren, desde que lo conocía, tenía la tendencia a ser muy testarudo con respecto a lo que creía, era difícil hacerle cambiar de idea. Levi lo sabía bien, por eso no se molestó cuando en los primeros intentos Eren seguía tan flexible como una piedra. Tampoco es que al final haya logrado quitar las ideas por completo, pero sí las alejó lo suficiente.

—¡Levi! Ya sé. Cuando lleguemos podemos dar un paseo por la ciudad.

—Lo primero que haré será buscar la cama y quedarme ahí. —Ignoró la mirada de Eren que todo lo conseguía. No caería en su juego—. Si quieres conocer, ve solo. Tienes la suficiente edad para poder volver por ti mismo.

Su mirada se intensificó pero nada en Levi cambió. El antiguo truco ya no servía en él. Años atrás tendría efecto, pero ahora no.

—No funciona.

Los labios de Eren rozaron los suyos, separándose con un "lo sé" bajo.


Levi no estaba bromeando cuando dijo que lo primero sería buscar la cama. En cuanto la puerta de la habitación cedió bajo la llave, dejó las maletas a un lado y fue hasta la cama, dejándose caer sobre ella. A los segundos el colchón volvió a hundirse bajo el peso de Eren.

—¿Mejor humor?

—Odio a los pasajeros.

—Para la próxima vez deberías renunciar. A Erwin no le cuesta viajar.

—Ese bastardo se excusa con su familia.

Eren rió. Se sentía tan bien poder oírle a diario, saber que estaría junto a él por más de una semana, sin que nadie estuviera en medio. La primera vez junto a él había terminado por una tontería, algo de lo que todavía Eren hacía burlas en ocasiones, haciendo que Levi ni siquiera mostrara una pizca de diversión ante lo que decía. Ahora, en la segunda vez, no sería tan idiota para dejar ir todo. No creía en tonterías del amor eterno y que sólo una vez se podía amar, no pensaría en que tendría a Eren para siempre, sólo se concentraría en el ahora.

—¿Tú quieres recorrer la ciudad, no?

Eren asintió. Podía estar unas horas afuera, de todos modos no empezaría hasta mañana con sus obligaciones. Prefería tener que familiarizarse con lo desconocido ahora, junto a Eren, que tener que buscar las malditas direcciones por Internet y aun así no tener nada más claro. Aun así una parte de él le pedía que se quedara ahí, sin moverse.

Desde su lugar en la cama vio como Eren, una vez parado, fue hasta uno de sus bolsos y buscó durante un momento algo en su interior. Sacó una chaqueta. Levi no necesitó preguntar para qué lo hacía si el interior de la habitación estaba a buena temperatura.

—Has asumido que iré contigo, ahora.

Y así fue. No tenía que hacer más preguntas o insinuar palabras para saber que Eren ya tenía una idea en mente y nadie se la sacaría. Terminó paseando con Eren por unas iluminadas calles; las luces venían de todas partes, mostrando la grandeza de lo urbano. La gente paseaba ignorando lo que ocurría con los demás, cada una pendiente de sus propias vidas. Levi no podía ignorar el hecho de que la gente llenaba las calles con sus presencias y voces. Sólo a Eren se le ocurriría partir por el lugar más denso después de un viaje.

—No costaba tanto un lugar más quieto.

—¡Levi! Es una de las atracciones, por supuesto que estará lleno de gente. ¿Qué esperabas? Es un lugar fantástico, todos quieren verlo.

—Yo no —refutó—. Al menos no hoy.

Eren se limitó a sonreír de lado, intentando aguantar la risa, aunque Levi ya sabía que intentaba hacerlo y agradeció la idea, porque, seguramente, lo dejaría ahí solo, esperando que terminara de reírse. Siguió bajando por la calle, deteniéndose de vez en cuando para que Eren sacara fotos a todo lo que encontraba interesante. Lo que más quería era volver, pero el otro se veía tan animado, parecía un cachorrito con juguete nuevo, en un nuevo lugar donde podía jugar y correr libremente. La sola idea de imaginarse a Eren con unas orejas de pelaje castaño le hizo cuestionarse si estaba llegando al límite.

—Ven aquí —Eren estiró una mano hacia él. Como por acto reflejo, para sorpresa de él, fue hasta donde Eren esperaba y tomó su mano. Sintió la mirada de Eren sobre él, también sorprendido por repentino acto, pero de todos modos se mantuvo junto a él con las manos unidas—. ¿Te parece una bonita estatua? Debe ser tedioso hacer una… Tanto detalle.

—Seguro.

Miró hacia Eren y al verlo con la mirada fija en él, con una mirada qué no sabía muy bien qué decía, preguntó inquisitivo, con una ceja arqueada.

—¿Qué ocurre?

—Podemos volver si quieres.

—Ya me has traído hasta aquí, así que no empieces con el intento de ser la Madre Teresa y ayudar a todos. Estoy aquí, no volveré tan luego.

—Entonces vamos al café —los ojos de Eren volvían a iluminarse—. He leído bastante bien sobre el lugar y, además, dibujan en la espuma.

—Latte Art. Lo encuentras en cualquier sitio, ¿sabías?

—Sí, pero yo quiero uno aquí.

Antes de que pudiera responder Eren tiró de él y comenzaron a caminar. Entendió que Eren ya tenía todo planeado, el muy maldito había investigado antes de venir. Rodó sus ojos y suspiró. No pedía menos de él, siempre intentando explorar hasta el último rincón cuando estaba en un nuevo lugar.

—Me pregunto si dibujarían un dodo en el latte —comentó Eren.

—¿Por qué no intentas con It? Seguro que no conocen un dodo.

—¿Tú conociste alguno?

—No soy tan… antiguo, Eren.

Escuchó la risa a su lado y con eso fue suficiente para cerrar el tema.


Después de pasar un buen rato en el café, donde ninguno consiguió el dibujo que quería, Levi estaba de mejor ánimo al saber que era el retorno. Mañana tenía que empezar temprano y no quería estar medio dormido frente a gente que apenas conocía, mostrando deficiencia. Eren no paraba de hablar de diferentes temas, al contrario de Levi, Eren parecía animarse a medida que más oscurecía. Por el día podía estar calmado, quejándose de lo aburrido que estaba u ocupado en alguna actividad, pero de noche comenzaba a animarse más y más.

De vuelta en la habitación apenas lograba ver algo con la luz que venía del pasillo. La cortina estaba cerrada, no dejando que la luz del exterior entrara. Buscó el interruptor en la pared pero antes de dar con él sintió unos brazos que envolvían su cintura y un mentón que se apoyaba en su cabeza. En momentos cómo aquellos odiaba que Eren fuera más alto que él. Dio con el interruptor y la luz llenó la habitación. Se liberó del abrazo después de sentir el beso en la mejilla. Fue hasta la cama, sentándose en la orilla y quitándose la chaqueta de encima, desabrochando los primeros botones de la camisa. Antes de ir a dormir tenía que hablar con Eren. No se había acordado de decirle antes.

—Eren, siéntate.

Se acercó sin preguntar. Iba a ir directo a lo que quería, nada de dar un montón de argumentos que justificaran por qué Eren debía acceder o por qué él estaba preguntando aquello.

Una pregunta clara y directa. Se suponía que debía ser así, pero salió más como una afirmación que no se demoró en corregir.

—Vive conmigo. ¿Vivirías tú conmigo?

Se fijó en la reacción del menor, en como una sonrisa curvaba sus labios ampliamente. Pasaron unos segundos y Eren seguía sin decir nada, sólo sonreía y le miraba. La paciencia de Levi estaba en línea crítica, quería una respuesta inmediata, no una sonrisa… Quería las sonrisas de Eren, pero no ahora. ¿Qué podía deducir de una maldita sonrisa? ¿Se reía porque era idiota o porque estaba feliz?

—Eren…

—Podemos intentarlo —dijo finalmente—. Veamos cuánto dura antes de que quieras matarme o yo termine quemando tu cocina. Ya sé que deberé decir adiós a mis sábados de dormir hasta tarde. Me tendrás temprano haciendo el aseo contigo, ¿no? Ah, bien, estoy bien con eso.

Terminó su respuesta con varios besos cortos. Esperaba que esta vez las cosas funcionaran correctamente, como siempre tuvo que ser. No podía querer a nadie más que a Eren, por lo menos así se sentía ahora, colocando sus manos en el rostro de Eren para besarle por más tiempo.

De alguna forma u otra, siempre terminaría junto a él.