NOTA DE AUTORA: Hola a todos nuevamente, como prometí, aquí les traigo un nuevo fanfic de Frozen que estoy haciendo, debo aclarar que es una secuela de mi anterior fiction "Más allá del reino", así que algunas escenas o recuerdos serán en base al anterior fic, en esta oportunidad, todo este fic se basara en Arendelle, no habrá mundo alternos como su precuela. Espero que les guste este primer capítulo, tal vez tarde un poco en traer los que vienen, pero prometo acabarlo, y desde ya menciono que Frozen y los personajes de la película pertenecen a Disney, solo son de mi propiedad los personajes originales que verán aparecer en esta historia.

Desde ya gracias por leer este nuevo fiction de frozen que ando realizando basado en la pareja de KristAnna.


Capítulo 1

El verano era la época de la suave brisa del mar y el cielo claro adornado solo con el astro rey, el mar era más calmado y los niños jugaban en las calles con la inconfundible risa que desprendían de sus labios, todo era alegría y calma en el hermoso reino de Arendelle, imaginar que ya había pasado un año desde la coronación de la reina Elsa, aquella reina que enfrento sus miedos con ayuda de su querida hermana, y que ahora más que nunca, era querida por su pueblo gracias a la gran sabiduría y su bondad para conducir al reino.

Entre toda la gente que caminaba alegremente, una muchacha de cabellos naranjas amarrados en un par de trenzas caminaba con una gran sonrisa mientras llevaba consigo una canasta, esta peculiar doncella iba acompañada de un tierno muñeco de nieve vivo que iba tarareando una canción relacionada con el verano, aquella estación del año que amaba al igual que el invierno.

- Olaf, apresúrate, seguro ya nos están esperando Kristoff y Sven.

- Oh es verdad Anna, lo siento es que no puedo evitar sentirme feliz en este tiempo y andar junto a mi nube personal.

- Realmente Elsa hizo un buen trabajo – sonrió enternecida la joven princesa al ver como el muñeco saltaba de la emoción.

- ¿Por cierto Anna, ella no iba a venir al picnic en la playa?

- Sí vendrá, pero después que termine de firmar algunos papeles… ¡Ah mira, ya llegamos!

La brisa marina jugaba con los cabellos de la princesa que bajaba en brincos hacia la caliente arena propia del verano, si no es por los zapatos que llevaba, estaba segura que terminaría diciendo lo mucho que le quemaban los pies; por el lado de Olaf, si no es por su nevada personal era más que seguro que terminaría derretido.

Anna observó en ambas direcciones si había alguna pista de su amado y su reno, pero no encontró algún indicio lo cual le pareció raro, así que decidió dar unos pasos más, mientras nuevamente el viento de verano movía sus cabellos y aquel vestido verde casual que usualmente llevaba en esa época.

- Anna, no sé supone que Kristoff iba a estar antes – comentó el muñeco que no dejaba de seguir sus pasos.

- Sí… es extraño ya que él siempre cumple su palabra, más bien la que siempre llega un poco tarde soy yo, bueno tampoco es que sea siempre, pero se supone que nos encontraríamos aquí… - un suave suspiro salió de los labios de la joven que solo decidió esperar junto con su pequeño amigo.

Por el otro lado de la ciudad, un joven alto y fortachón iba encima de su fiel amigo, un reno, el cual corría a toda prisa, aquel muchacho de rubia cabellera y ojos castaños llevaba en sus manos una pequeña caja que acababa de comprar de una tienda de joyas que había en el pueblo, aquella caja estaba forrada en terciopelo de color rojo y parecía muy valiosa como para que aquel joven lo guardara con mucho cuidado entre sus ropas, el joven parecía por momentos estar sumergido en sus pensamientos, tanto así que al pasar por el puerto por poco choca con un joven turista de aproximadamente su edad y de una arreglada cabellera negra.

- Lo siento mucho – fue lo único que pudo pronunciar Kristoff mientras seguía su rumbo junto a su amigo Sven.

Aquel joven azabache que lo único que hizo fue sacudirse el polvo de su ropa, solo observó levemente sorprendido a aquel fortachón que se alejaba.

- Llego a Arendelle y por poco sufro un accidente, en fin espero que mi suerte cambie – el joven azabache cogió la única maleta que llevaba mientras empezaba a caminar en dirección al pueblo. Todo lo que observaba con aquella mirada turquesa que tenía le sorprendía y a la vez no podía describir la emoción de ver un reino tan hermoso, aunque para este viajero de ropas cómodas de color marrón y una impecable camisa blanca, todo lugar al que iba tenía su propia belleza.

Mientras seguía caminando, llego a una zona poco transitada que tenía vista al mar, el joven decidió dar un respiro mientras observaba con tranquilidad las maravillas de aquel reino, todo ese momento pacifico duro poco ya que el ruido de un caballo aproximándose a él hizo que se pusiera en alerta.

- ¡Cuidado! – una joven de cabellos rubios que llevaba una trenza que iba a un lado de su hombro y con un vestido cómodo de color azul grito para prevenir al joven que lo único que hizo fue saltar al mar por instinto antes que el caballo lo golpeara.

La joven detuvo su caballo cerca del muro, y bajo inmediatamente a auxiliar al joven.

- Disculpe no tuve la intención de lastimarlo ¿Sé encuentra bien?

- Fuera de la ropa mojada, puedo decir que estoy bien amable señorita.

- Espere, aquí hay una cuerda – la hermosa señorita de cabellos rubios y ojos azules se dispuso a ayudar al joven azabache, que al subir, finalmente se pudo percatar de la vestimenta de la joven y su hermosura, la muchacha era tan blanca como un copo de nieve, y tenía una mirada tan dulce y clara como un cielo de verano, sus ropas no eran comunes como de las demás personas del pueblo, llevaba algunos detalles que destacaban a pesar de su sencillez, ropas propias de una noble, algo que el joven reconocía bien.

- Muchas gracias por su ayuda amable señorita – levemente inclinándose a la joven que tenía en su frente la cual se veía un poco sorprendida, era la primera vez que veía a alguien que no la reconocía.

- No tiene porque agradecerlo, al final de cuentas fue mi culpa.

- ¿Es usted nueva en cabalgar?

- A decir verdad no, solo que esta yegua es un regalo reciente.

- Es muy hermosa su corcel.

- Gracias…

- ¡Oh disculpe mi imprudencia! Me llamo Gerard Lunger, es un placer conocerla.

- Igualmente señor Lunger, yo soy la reina Elsa de Arendelle.

El joven se quedo sorprendido por lo que acababa de decir la joven de aproximadamente su edad, la reina de Arendelle, él había oído algo lejano de que tuvo un incidente el día de su coronación, más allá de eso no estaba enterado del motivo, la razón era por los viajes que hacía, se consideraba un nómada, aunque tenía sus razones, pero nunca imagino en su vida terminar encontrándose con una reina tan joven y hermosa como ella, el solo pensar en eso y el leve trato informal, lo hizo inclinarse apenado a ella nuevamente.

- Disculpe su alteza, realmente no tenía la más mínima idea de que usted fuese la reina de Arendelle.

Elsa sonreía por el comentario sincero del joven, intuyó algo así al ver como la trataba, lo cual no le pareció mal, ya que en ningún momento le falto al respeto, al contrario, las únicas personas que la trataban de una manera tan informal podrían decirse que eran Anna y en cierto modo Kristoff, pero sentirse de vez en cuando una "chica normal" no le parecía mal, aunque definitivamente en su cabeza no podía creer encontrar a alguien que no supiese de ella, sobretodo que no sepa del don que ella poseía.

- Descuide señor Lunger, en parte debo decir que me sorprende que no haya sabido de mí.

- La verdad su alteza, yo siempre ando de viaje en viaje, no es propio de mí enterarme mucho de otros reinos.

- Entiendo.

- Aunque disculpando mi imprudencia su alteza, no sé si sea propio de una reina viajar sola en tan joven yegua y sin guardaespaldas.

Gerard al mencionar esto último hizo recordar a Elsa el motivo por el cual estaba yendo a toda prisa, lo cual noto el joven de inmediato al ver como la rubia platinada abría los ojos recordando la cita en la playa.

- Justo me disponía a ir a la playa, mi hermana y su pretendiente están esperándome.

- Entonces debo decir que es una suerte haber podido conocerla su alteza – nuevamente el joven azabache se inclinó en señal de despedida hacia Elsa, la cual no dejo de observarlo entre un rostro preocupado, era un turista que acababa de ser casi golpeado por la propia reina en su caballo, y que ahora se encontraba con toda su ropa mojada, Elsa debía tomar una decisión en ese momento, observó a su atrás en dirección a la playa, y luego volvió su vista al joven, un suspiro seguido de un susurro salió de los labios de la joven reina.

- "Lo siento Anna" – Elsa observó al joven y le pidió que se levante, a lo que el muchacho se quedó sorprendido.

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Mientras tanto en la playa, Anna estaba empezando a hacer dibujos en la arena, se sentía un poco molesta que tanto Kristoff como Elsa tardarán tanto, se suponía que ese día se iban a divertir en la playa como cuando eran niños, después de todo, los tres junto a Sven eran amigos desde la infancia.

- Sí que demoran mucho – Olaf, el muñeco de nieve parlanchín, comentó lo que la joven princesa tenía en palabras en su cabeza.

- Tienes razón, espero que aparezcan pronto.

Acabando de decir esto, un sonido familiar la hizo voltearse a ver a su atrás, eran Kristoff y Sven que acababan de llegar, se notaba algo agitado el joven rubio, algo que Anna no lo pasó desapercibido.

- ¡Kristoff! ¿Qué paso? ¿Ocurrió algo malo?

- Disculpa la demora Anna, es solo que tuve que pasar antes por un lugar en el pueblo, y descuida no ocurrió nada malo.

- Me alegra saberlo – comentó Anna con una sonrisa.

- Hola Kristoff, hola Sven, al menos ustedes ya llegaron – comentó Olaf mientras saludaba muy feliz a sus amigos.

- Hola Olaf – el rubio observó a Anna algo extrañado - ¿Elsa aún no llega?

- No, me imagino que habrán llegado más tratados que atender a su despacho, bueno aunque tú ya sabes como es Elsa – nuevamente Anna hizo una leve sonrisa en su rostro – Bueno ya no esperaremos más así que vamos a la playa ¡Sven, Olaf juguemos en la orilla!

- Anna, tú sabes que Olaf…

- Descuida, tampoco estaremos tan cerca del agua – cogiendo el fuerte brazo del joven rubio, lo jalo hasta cerca de la orilla mientras empezaba a jugar con sus amigos. Fue un momento para recordar los viejos tiempos.

El día pasaba rápidamente, y en la hora del almuerzo, todos aquellos singulares amigos se divirtieron mucho conversando y comiendo parte de los alimentos que Anna ya había aprendido a hacer. Kristoff observaba muy feliz los avances que daba Anna, y una leve sonrisa se dibujó al recordar en su memoria la primera vez que Anna intentó preparar un sándwich, algo tan sencillo, y que para ella fue toda una odisea, al menos en esta ocasión no combino pan con chocolate y mayonesa.

Ya estaban cerca de la hora del atardecer, Kristoff disimuladamente le dijo en un susurro a Sven "que había llegado la hora", el muchacho se encontraba algo nervioso, a lo que su amigo con una singular mirada entendió aquel mensaje, y mientras daba algunos brincos, se acercó a Olaf y lo subió a su lomo con un movimiento en su cabeza.

- ¡Oh Sven! ¿Qué ocurre? ¿Acaso quieres jugar? – Observando como el travieso reno se alejaba de Anna y Kristoff – Jejeje, parece que sí, nos vemos luego Anna, Kristoff.

Finalmente el reno junto al pequeño Olaf se perdió de vista para los jóvenes enamorados. Los cuales ambos se miraron con una sonrisa.

- Anna, antes de irnos, deseo que pasemos por un lugar antes.

- ¡Claro! Déjame que termine de guardar la canasta.

- Te ayudo.

El sol ya comenzaba a hacer su descenso, mientras algunas casas ya comenzaban a ser alumbradas a pesar de aún haber luz del día, Kristoff llevaba de la mano a la joven princesa, mientras con la otra mano la canasta de aquel día de picnic, Anna aprovecho esa caminata para contarle los nuevos platillos que ha podido aprender durante ese tiempo aunque era un secreto para Elsa lo que en ocasiones hacía en la cocina, ella incluso ya estaba intentando hacer postres aunque estos últimos para ella eran más complicados de hacer, más que nada por la tentación de terminar comiéndose la masa, Kristoff no pudo evitar reírse por aquel comentario de Anna, a lo cual solo lo miro sorprendida seguida de un puchero con un golpe leve en el brazo del joven.

- Finalmente llegamos. – Comentó el joven rubio mientras acompañado de Anna visitaban nuevamente aquel gran árbol cubierto de hermosas hojas verdes, aquel longevo árbol que estaba ubicado en aquella zona especial que tanto cariño le tenían los dos.

Anna decidió soltarse de su enamorado mientras caminaba cerca del mirador que ahora tenía flores de verano adornándolas, ella cerró los ojos para sentir la brisa del verano junto a los últimos rayos de sol antes que finalmente se oculte.

Kristoff observaba con ternura a la joven de cabellos naranja, mientras su mano se colocaba en aquel bolsillo donde al comienzo del día había guardado una pequeña caja, inmediatamente los nervios volvieron a él, y algunas palabras en su mente empezaron a emerger, "¿le gustará?, ¿aceptará? O se burlara de mí… no eso último no lo creo… aunque somos pareja un año… pero…", la palabras y las preguntas no dejaban de emerger mientras aún observaba a la joven que en cualquier momento voltearía, "Muy bien Kristoff, solo las oportunidades se dan un vez… es ahora o nunca".

- Anna.

La joven se volteó mientras observaba al joven rubio con muchos nervios y una cara roja como el tomate, la cual solo se acercó a Kristoff con una sonrisa, por alguna razón ella empezaba a intuir lo que estaba a punto de ocurrir, así que su corazón empezó a agitarse con emoción.

- Anna, bueno yo… no soy un príncipe, tampoco tengo riquezas que ofrecerte, tal vez sea un poco gruñón.

- ¿Un poco?

- Bueno, un gruñón.

- Lo siento, continua.

El joven rubio se aclaró la garganta para proseguir – Incluso cuando nos encontramos en aquella aventura por encontrar a Elsa, yo te dije que es bueno conocer a alguien antes de tomar una decisión para toda la vida… yo lo estuve pensando mucho, y sé que ya paso un año de todo ello, pudimos conocernos más, y hemos pasado maravillosos momentos juntos, incluso ahora no me imagino una vida sin ti Anna.

Kristoff dio una bocanada de aire, mientras su cara ya no podía tener más rojo que nunca, mientras Anna sentía que en cualquier momento su corazón iba a salir de su cuerpo.

Finalmente aquel muchacho de ojos color café se arrodillo frente a la princesa de Arendelle, y aquella mirada llena de amor y una mezcla de los sentimientos más puros se fijó en los ojos turquesa de la joven.

- Anna ¿Deseas casarte conmigo? – Aquella cajita que llevaba en la mano finalmente mostró un hermoso anillo plateado con un pequeño diamante, era sencillo pero aquella sencillez hacia demostrar una gran belleza con aquel pequeño obsequio que iba dirigido a la joven, la cual tenia los ojos abiertos de par en par mientras un chillido de felicidad salía de los labios de la doncella.

- ¡Claro que sí Kristoff! – La joven ya no pudo contenerlo y salto a los brazos del joven, a lo cual ambos cayeron sobre el piso acompañados de las risas de los dos enamorados, el joven rubio fue el primero en levantarse para ayudar a la princesa, mientras le colocaba aquel delicado anillo en el dedo que simbolizaba compromiso, Anna no dejaba de observar aquel bello regalo y que dentro de un tiempo pasaría a ser la esposa de su encantador montañés.

- Gracias Kristoff, realmente yo tampoco me imagino una vida alejada de ti, gracias a ti sé que es el amor de verdad, y estoy segura que seremos muy felices – dándole un pequeño beso en los labios al joven rubio - ¡imagínate cuando Elsa se entere!, no sabes lo feliz que se pondrá, tenemos que programar la boda ¿Podría ser en la capilla de la iglesia del pueblo? ¿O en el bosque de los Trolls junto a Gran Pabby? ¿Qué flores pondríamos? ¡Y mi vestido! Tendré que pensar en uno bonito…

- Anna tranquilízate, se lo emocionada que estás – el joven cogió en un abrazo a Anna mientras ella se acurrucaba en su pecho – pero hagámoslo con calma, ahorita lo primero, es pedir el consentimiento de Elsa, recuerda que después de todo es la reina y debo de pedir tu mano a ella.

- Tienes razón, entonces vamos ahora a decirle, seguro debe seguir en su despacho.

- Creo que ya es un poco tarde para ello, ahorita ya debe estar cansada, lo haré mañana en la mañana, pero yo solo Anna, después de todo debo conversar con ella.

- Bueno, está bien, pero apenas termines de conversar con Elsa, pasas a decirme como te fue.

- Es una promesa.

Anna se levantó de puntillas mientras le daba otro beso en los labios a su ahora novio, se sentía muy feliz, que era más seguro que aquella noche no dormiría de la emoción.

Nuevamente aquel gran árbol fue el testigo de un momento especial. La princesa en su cabeza pensaba que aquel árbol de "la zona especial" debería llamarse el "árbol del amor".