Los personajes reconocidos pertenecen a Stephenie Meyer, los que no, a mí.

Autora: Aprovechando la fiebre mundialista, subo este fic que planeo que tenga diez o doce capítulos, no más, ya que apenas puedo con mi otro fic. Está ambientado en Inglaterra, como se darán cuenta al leer mucho de Liverpool. Enjoy it.

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- - Déjame darte un consejo, Bella; deja ese empleo basura y consíguete uno bueno, pero uno BUENO.

Miré a mi padre, realmente lo miré. Charlie Swan era un hombre de pocas palabras, pero cuando estas salían de su boca, lo hacían con una sola intención; decir lo que tenían que decir.

Había comenzado a tomar distintos cursos desde los catorce años, y no me malinterpreten, todo el dinero que mis padres gastaron en mí, lo vale. Terminé cada uno de ellos, tengo titulo de Personal Trainer, Secretaria Empresarial, especialista en Repostería, hablo y entiendo fluidamente el ruso, alemán y francés. Mi último título es el de Licenciada en Enfermería, que a pesar de todos esos cursos que hice, siempre fue mi meta, costó cuatro duros años en la universidad, pero lo logré.

Todo para trabajar pelando papas y ganando un buen salario que no abarcaba el cansancio y la humillación a la que estaba obligada a pasar de lunes a domingos en ese maldito restaurant gourmet donde el chef principal era un miserable y malnacido intento de hombre que se dedicaba a gritarnos a los empleados si el plato no lucía como en la foto, o si lo hacía, se llevaba todo el crédito él, cuando Dios sabía que él no sabía la diferencia entre la sal fina y la sal gruesa. Te odio Mike Newton.

Cada día noche volvía a casa – vivía con mi padre – exhausta física y emocionalmente. Y mi padre, como el Sol de mi vida que era, ya tenía lista una tina con agua caliente, me preparaba algo para comer y escuchaba mis quejas, limpiaba mis lágrimas de frustración y básicamente, era bueno conmigo. Pero eso ya no iba a suceder. Lo del cansancio, digo.

- - Renuncié, papá.

Charlie sonrió, haciendo más notorias las arrugas que se encontraban alrededor de sus ojos, y curvándose un poco su bigote.

- - ¡Bien! ¡Hay celebrarlo! Pediremos pizza, tengo un pack de cervezas, que tu no vas a beber, por supuesto – agregó mirándome severamente. Rodé los ojos, a mis veinticuatro años ya sobrepasé la edad legal para beber, pero para él siempre sería su niñita – y veremos el partido. El Liverpool juega hoy.

Por supuesto que jugaba hoy, Charlie llevaba diciéndolo desde hace tres días. Era un súper fanático del Liverpool. Y yo también, aunque no tan fervientemente como él, yo solo veía los partidos tranquilamente con la camiseta puesta, me emocionaba cuando metían gol, y alguna que otra vez asistía a un juego. Él era un caso perdido.

Nos preparamos para festejar mi renuncia, esperamos la pizza y luego nos pusimos cómodos en el sofá con la tele encendida.

- - Hoy ganarán, Bella, lo sé. Es un buen día para el equipo, renunciaste a tu trabajo basura, hoy se cumple dos semanas desde que tu madre empezó un curso, y la señora Flowers no ha venido a pedir una tasita de azúcar. ¡Hoy ganarán!

Me reí de sus ocurrencias.

Mis padres estaban divorciados. Mi madre se había vuelto a casar con un entrenador de futbol de segunda categoría, Phil Dwyer, quien con su buen sueldo, le consentía todo. Al igual que a mí, a Renee le encantaba tomar clases de lo que sea, le encantaba aprender de todo, pero la diferencia es que yo no me aburría rápidamente y las dejaba.

La señora Flowers era la vecina cotilla de enfrente que siempre, una vez a la semana, venía a pedir azúcar. Vieja tacaña.

Y ahora soy una desempleada. Mi primer trabajo resultó ser una mierda, pero es una suerte que yo sea una enfermera certificada, ya que el partido es contra Manchester United y a Charlie le daría un infarto si nuestros amados Reds pierden. Debería empezar a cobrarle… Es broma.

Charlie tarareaba "You'll never walk alone" mientras yo pensaba en qué hacer con mi vida laboral – la ahora inexistente vida laboral mía –.

En la tele aparecía una vista aérea del estadio Anfield, "The Kop" para los aficionados. Claro, era un súper clásico. Recordé las veces que fui allí con Charlie de niña. En ese momento no entendía nada de futbol pero me emocionaba igual.

No sé cuánto tiempo estuve pensando en mi feliz infancia, pero cuando volví a mirar la televisión, los jugadores titulares estaban entrando al campo. Recordé los nombres de algunos, el medio campista Emmet McCarthy, - alto, grande, lleno de músculos, e intimidante – los defensas Gigandet y el otro…

- - ¿Quién es ese? ¿Es nuevo? – le pregunté a mi padre por el rubio media cabeza más alto que James Gingadet.

- - Si – contestó Charlie frunciendo el ceño –. Jasper Whitlock, recién traído de Newcastle… no entiendo por qué lo pone, si lo han traído hace menos de tres semanas.

- - Ya.

Seguí con mi pobre reconocimiento de mi equipo, Laurent Gathegi, Tyler Crowley, Ben Cheney y finalmente, el arquero y capitán Edward Masen. Todos lucían serios frente a la cámara. Luego pasaron al equipo contrario, de los que ni me moleste en intentar recordar sus nombres.

Y el juego comenzó.

Masen eligió cancha, los Reds se quedaron del lado que quisieron y… no voy a narrar todo un partido de futbol. El arquero hizo unas atajadas espectaculares, aunque no pudo con una; y sorpresivamente Whitlock metió los dos goles gracias a los cuales…

- - ¡GANAMOS! – Charlie gritaba mientras saltaba encima del sofá. Yo me uní a su festejo con gritos y aplausos.

Esa noche dormí bien, sintiéndome relajada por primera vez en meses.

Corrección, esa noche estaba durmiendo bien, sintiéndome relajada por primera vez en meses hasta que siento que me zarandean por el hombro, despierto lentamente y trato de recordar dónde estoy, sin mucho éxito.

- -Bella, ya sé dónde podrías trabajar…

- -¿Papá? – pregunté con medio ojo abierto, joder ¿qué hora era?

- - … pedirle a Phil que te recomiende y podrías entrar.

- - ¿Entrar a dónde? ¿Qué hora es?

- - Al equipo.

Me fijé en el reloj de mi mesita de luz, eran las cuatro de la mañana.

- - Si, lo que digas – contesté, y me volví a dormir.

Horas más tarde, desperté y me levanté. Estaba desayunando cuando me entero que mi padre ya había planeado todo. Yo creí que había sido un sueño.

- - La entrevista es a las dos.

- - ¿A las dos?

- - Si, así que debes ir a darte una ducha ya… - me dijo retirando los croissants y mi taza de leche con chocolate.

- - Pero… - miré anhelante a mi desayuno.

- - Luego comes. ¡Ve, ve, ve! Yo voy a preparar tu curriculum.

Logré agarrar una medialuna y subí arriba comiéndola.

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Debo hablar con el Doctor Bagdash. Vine recomendada por Phil Dwyer. Eso es lo que debía decir.

Me encontraba en las instalaciones donde los Reds entrenaban. ¿A dónde debía ir? Ni idea, pero esperaba que la recepcionista de aquí pudiera ayudarme.

- - Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarle? – preguntó ella con una sincera sonrisa en su rostro.

¿Era yo o esta chica tenía pinta de ser demasiado amable?

- - Yo tengo una entrevista con el Doctor Bagdash y quisiera saber dónde puedo encontrarlo.

- - Oh, lo siento, pero el Doctor salió con todo el equipo a una salida didáctica…

- - Ah.

- - …¡Pero volverán en cualquier mo…! – dijo para consolarme, pero se interrumpió a si misma callándose y mirando a la puerta – ¡Ahí están!

En efecto, un grupo de numerosos hombres entraba al lugar, casi todos en su mayoría eran jóvenes y llevaban puesto ropa deportiva. El Liverpool Football Club.

Hubo un coro de "Hola, Angela", "¿Cómo estas, Angela?" y "Te ves bien, Angela" que fue silenciado por un "Dejen de molestar a la señorita, maleducados, ¿acaso no ven que está trabajando?" Reconocí a quién dijo esto último como el mítico Director Tecnico: Harry Clearwater. La recepcionista, Angela, dijo a los jugadores mientras pasaban "¡Bien ganado anoche, chicos!" y ellos agradecieron en coro.

Ellos fueron desapareciendo en fila de mi vista. No me di cuenta que me había quedado dura de la impresión hasta que el grito Angela me sobresaltó.

- - ¡Doctor Bagdash!

Un hombre, de los últimos en la fila se giró, y vino hacía nosotras. Era de mediana estatura y edad, pulcramente peinado y afeitado, ojos azules claros y una línea recta como labios, expresión seria e inquisitiva. Médico.

- - Ella tiene una entrevista con usted, Doctor.

- - ¡Oh cierto! ¿Isabella Swan, verdad?

- - Sí, señor – contesté tímidamente, me sentía una hormiga.

- - De acuerdo, sígueme a mi despacho, por favor.

Asentí y antes de hacerlo, le di las gracias a la recepcionista. Ella me deseó mucha suerte.

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Parecía que por cada palabra que leía, me miraba. A veces murmuraba palabras pero yo no lograba escucharlo.

- - Interesante. – fue lo dijo al termina de leer – Isabella, aquí en tu curriculum figura que tienes mucha preparación, pero solo te postulas a enfermera cuando tus conocimientos de idiomas, educación física y demás podrían ser muy útiles.

Él Doc quedó mirándome. ¡Ah, debía decir algo!

- - Bueno, he estudiado y trabajado mucho para recibirme, creo que ese es el puesto para el que más estoy capacitada. Pero si alguna vez necesitan de mis servicios de traductora y entrenadora, o si necesitan que les haga un pastel – bromeé – no tengo problema en hacerlo.

Él sonrió.

- - En verdad estoy impresionado por tus títulos académicos. – reconoció –Y realmente creo que le será muy útil al equipo tenerte. Estas dentro del equipo médico.

Es significaba que…

¡Estoy contratada!

He pasado de ser una a desempleada a reinsertarme en el mundo laboral en menos de veinticuatro horas.

¡En tu cara Mike Newton!

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Esto sería la presentación, una Bella busca y encuentra un nuevo empleo, que resultará ser todo menos común y corriente, conocerá a gente mala y maravillosa, ¿y a alguien especial? cosa que leerán más adelante si esto tiene buena acogida. ¿Reviews?

Eva