Notas iniciales: Esta sería la versión que le doy a la infancia de Shizune, sus días de la academia, su posterior entrenamiento con Tsunade e huida de la Aldea, y su retorno. Shizune y Genma comienzan con 11 años, Aoba 12 años, Raidô y Suzume 13 años, e Inoichi 20. Serán capítulos cortos y casi autónomos entre sí.
Es un regalo para mi hermana, Sybilla's Song, su personaje favorito es Shizune y como soy fan del GenmaShizune, ¡meh! Con mucho amor :)
Juventud
1
Shizune siempre había sido la chica más aplicada de su clase y tenía las notas más altas en la teoría pero en la práctica no era del todo buena. Fallaba en los tiros al blanco con los kunai y su profesor a cargo le entregó un arma que lanzaba dardos al alar un hilo por detrás, para así remediar su poca fuerza pero fue inútil puesto que ella siempre cerraba los ojos al disparar. Si daba al blanco o no, era mera cuestión de suerte, al disparar a ciegas poca era su destreza al apuntar.
—Hay muchas otras que se pueden hacer además de lanzar dardos o cuchillos, hija —le dijo su madre cuando Shizune llegó pateando las piedras en el camino y colapsó llorando en su regazo al momento en el que ella le preguntó el por qué de su conducta. Aunque sus padres no era más que una pareja civil común y corriente, la habían enlistado en la academia imitando el acto de su primo que había resultado ser un ninja de renombre y que además se había convertido en el flamante novio de la legendaria domadora de babosas, todo sin venir de una familia de ninja.
—El tiro al blanco es importante, no me imagino un ninja que no sepa hacerlo —replicó entonces la chica que no se fiaba de las palabras de su madre. Ella se llevó una mano el mentón para enfatizar su estado dubitativo y luego, sonrió ampliamente.
—Puedes ser médico, como la novia de tu tío Dan. Estoy segura que ella no tira dardos ni agujas.
Shizune volvió a la academia el día siguiente con los ánimos renovados y nadie se explicaba cómo podía ser tan resistente al fracaso y mantenerse con el positivismo en las nubes. Por supuesto que nadie le dijo algo, sabían lo sensible que era desde el día que en un arrebato de aburrimiento, Genma le había cortado la trenza azabache que llegaba hasta su cintura con un cuchillo. Shizune nunca más tuvo el pelo largo después de eso y el chico castaño no le dirigió la palabra en años porque la chica le guardaba un resentimiento bastante justificado.
Aoba se sentaba junto a ella casualmente, puesto que era bien amigo de Genma—y con ella eran como el agua y el aceite—, y se marchaba como un rayo cuando se acercaban las chicas a entablar una conversación. El chico de ojos sensibles a la luz y que debía usar gafas para ver bien se sentía infinitamente atraído por las chicas que a esa edad estaban madurando los atributos y él se sentía tan verde como una fruta fuera de estación. Con Shizune podía hablar con confianza porque la conocía antes de que sus hormonas tomaran control de su mente, además que era lo suficientemente positiva para contagiarlo y dejar de ser el chico más inseguro y negativo de la academia.
—Puedo ayudarte a practicar el tiro al blanco, soy bastante bueno para eso, Shizune —dijo de pronto el chico de gafas en un momento en el que el profesor a cargo se vio distraído. Una sensación de llanto la invadió de repente y tuvo que tomar una bocanada de aire disimuladamente para tragarse las lágrimas que se le querían asomar. Asintió un poco y siguió escuchando la clase como la niña aplicada que era—. Es lo menos que puedo hacer, siempre me ayudas en las pruebas teóricas —comentó después para asegurarse que Shizune no malentendiera sus intenciones. Las molestias con alguna chica era el suplicio más atroz que le podía suceder a Aoba durante su etapa preadolescente.
—Te lo agradezco mucho, Aoba. Aunque ese tema no me importa tanto ahora, ya sé qué es lo que quiero hacer cuando salgamos de la academia el próximo año —dijo—. Seré médico.
—¿Como Tsunade-hime? —cuestionó el chico que enrojeció al mencionarla, Shizune asintió con una sonrisa. Para Aoba, las chicas eran un problema y estaba segura que podrían dejarlo knock out en el campo de batalla si es que le tocaba una contrincante femenina.
En los recreos o camino a casa se acoplaba con una chica una generación más adelantada por edad. Su nombre era Namida Suzume y era su mejor amiga, se sentía más a gusto con ella que con las chicas de su propia generación. Era como la segunda madre que tenía y la aconsejaba en todos los ámbitos al creerse unos años más sabia que ella.
—Sabes, escuché que a tu tutor lo pondrán en mi sección porque el mío se irá de viaje unos meses, de misión supongo —dijo la chica del cabello ondulado durante el almuerzo y Shizune se quiso morir, estaba segura que su profesor a cargo era permisivo con su falta de destreza en el combate al venir de una familia de civiles, no sabía si su reemplazo iría a ser así de amable. De pronto perdió el apetito y no pudo tragar nada más, y Suzume levantó una ceja en duda. Le dio una fuerte palmada en la espalda al verla paralizada—. Lo lamento, pensé que te estabas ahogando.
—Debo buscar a Aoba, tengo que practicar el tiro al blanco o reprobaré este año —dijo pálida la chica menor y se dispuso a buscar al chico de las gafas por todo el patio con la mirada antes de partir en su búsqueda. La mayor se puso a reír.
—No seas tonta, si sucede lo que digo al final del receso, lo único que hará el suplente será presentarse y hablar con ustedes, no les hará pruebas la primera sesión. Puedes esperar un poco para aprender.
Al tocar la campana que replegaba a los estudiantes nuevamente en el aula, a Shizune le dio un paro cardíaco y se dirigió a su asiento con los pies hechos dos piezas de plomo que se arrastraban con pesar, estrujó sus dedos lo que el suplente se demoró en llegar al aula. Suzume había escuchado bien y estaba casi segura que desempeñaría con honores si llegaba a ser espía.
Al principio el capitán que arribó se mostró con una sonrisa, se disculpó por la demora y amontonó unos papeles en el escritorio principal que le correspondía. De inmediato comenzó el tráfico de información sobre su nuevo profesor, todo lo que los chicos habían podido reunir en el receso. Acaba de ser promovido a capitán jounnin, escuchó Shizune, no debe ser bueno en esto si es su primera vez, comentaban otros. Cuando se hartaron de información, los más atrevidos comenzaron a hacer conjeturas sobre su apariencia y liberaron rumores falsos sólo para reírse un rato. La chica refunfuñó, si iban a estar hablando mal de él, no creía poder escuchar la clase con calma.
—Mi nombre es Yamanaka Inoichi y seré su tutor por unos meses —dijo el rubio y comenzó a hojear los papeles que había traído consigo. Shizune estaba de muerte, nadie sabía qué significaban esos papeles y todos callaron por la impresión. Entretanto tocaron la puerta y el tutor veinteañero hizo pasar al alumno que venía aún más retrasado que él pero que nadie lo recordaba en el aula en todos los años en los que esa generación llevaba junta—. Ah, eres tú, pasa. Elige un asiento.
El chico divagó poco y tomó el asiento más cercano a la puerta, a un lado de Shizune y ella lo saludó cordialmente, recibiendo un «hola» plano y grave de respuesta. Se notaba más crecido que los otros chicos, su voz ya estaba cambiada y no era invadida por los tan inoportunos tonos agudos propios de la preadolescencia.
—Él es Namiashi Raidô para los que no lo conocen, estará en nuestra clase un tiempo. Perdió unos ramos el año pasado pero de todas formas se graduará a fines de éste, ¿verdad? —añadió el nuevo tutor con una sonrisa amable y el susodicho sólo asintió levemente, se notaba incómodo pero no lo exteriorizaba como ella lo hubiese hecho—. Me tomé la libertad de traer sus fichas personales para conocernos mejor…
Shizune comenzó a escuchar el murmullo molesto nuevamente, hablaban de chico nuevo y formulaban teorías sobre su suspensión, algunas tan creíbles que hasta a ella le había entrado la curiosidad del por qué estaba con ellos. Pero se encogió de hombros incapaz de preguntarle, su madre le había enseñado a no ser entrometida.
Para cuando dio la hora de irse a casa, nadie perdió el tiempo en reunir sus cosas y borrar su presencia de la academia. El nuevo hizo lo suyo y se reunió con chicos de su propia generación que lo esperaban en el pasillo, Shizune reconoció sólo a Suzume.
—No estuve tan mal para ser el primer día, ¿no es así? —le preguntó el tutor quien había aparecido de la nada y Shizune se sobresaltó, sólo tenía diez años más que ella pero para sus once años de edad, veintitantos eran muchos. Negó con la cabeza, colorada. Inoichi rió—. ¿Cómo te llamas?
—Shizune, señor.
—Espero recordarlo para mañana —rió un poco más con la boca cerrada. La chica sonrió sin saber qué decir y se sintió tan estúpida como se sentía Aoba al presentarse con cualquier chica desarrollada. Luego comprendió que Inoichi era el primer amor de su vida.
Al día siguiente en la academia, Shizune trató de acercarse al chico nuevo al despertarse solidaria por la mañana pero se hizo personal cuando se encontró a Genma sentado en su asiento a un lado de Raidô, sacándole palabras al segundo. Ninguno de los dos parecía realmente divertido y hasta se sentían incómodos con el otro, pero eso no los desalentó a tratar de hacer amistad, el nuevo no hablaba con alguien en el aula y Genma era de naturaleza sociable.
Como si hubiese llegado el profesor, el castaño se levantó del asiento con apuro y se despidió de Raidô con un «nos vemos luego» de manera que el susodicho no pudo responder al adiós arrebatado. Miró a la recién llegada con sorpresa, ignorante que ella podía espantar al chico del clan Shiranui con su sola presencia.
—¿Por qué le hablabas? —le preguntó molesta mientras dejaba sus cosas sobre el escritorio con maldad fingida—. Seguramente debe estar comentando las cosas que dijiste con los chicos de atrás. Suelen hacer eso.
—Parecía amigable —contestó el chico mientras apartaba la mirada, incómodo.
—No lo es —dijo Shizune con la seguridad por los cielos y se regaló la oportunidad de dedicarle una mirada llena de resentimiento al responsable de su pelo corto. Por supuesto que Genma no estuvo indiferente a su reacción y se encogió de hombros. La enemistad entre ambos ya se les había salido de las manos y Shizune ya no recordaba con exactitud por qué lo odiaba tanto, sólo sabía que con el pasar del tiempo lo detestaba más que el año anterior pero menos que el año que le siguiera—. ¿Qué fue lo que te preguntó?
—Lo usual, el por qué de mi suspensión —dijo sin mucho interés y Shizune sintió curiosidad. Se arregló los mechones de cabello corto mientras se sentaba a su lado, en su propio asiento y se cruzó de piernas como un preámbulo para preguntarle lo que casi todos querían saber sin parecer lo suficientemente entrometida. Se aclaró la garganta.
—¿Y qué le dijiste? —cuestionó sin preguntar directamente sobre la suspensión y se aplaudió a sí misma por ser un poco más ingeniosa que los demás, aunque ese logro sólo lo viese ella. El chico nuevo se rió un poco.
—Le dije que había golpeado a alguien y me suspendieron lo que restaba del año —replicó él con gracia—. No es del todo cierto pero tampoco es mentira.
—¿Entonces es cierto?
—No. Lo es en cierto sentido, pero no fue por eso —explicó Raidô—. Nunca tuve enemigos o algo por el estilo —hizo una pausa—, pero estaba este chico que odié desde el primer día de academia, siempre había querido golpearlo pero nunca había tenido la oportunidad de hacerlo hasta que me lo encontré solo durante una excursión y lo hice.
—Sí es cierto —concluyó Shizune. El chico negó con la cabeza.
—Me suspendieron por un día, después enfermé y no pude volver —dijo—. Por eso es medio cierto.
Shizune pasó toda la clase que estaba sentada junto a un delincuente sin causa, querer golpear a alguien porque sí no le parecía razón suficiente ni menos necesaria para hacerlo, hasta que Inoichi mandó a callar a Genma al pensar que era él quien se estaba riendo detrás de la sala y comprendió mejor a Raidô. El encontrarse sola en una excursión con el Shiranui no sería del todo desagradable si es que tuviera la oportunidad de golpearlo un par de veces, bien valía la pena una suspensión. Quizás no tenía que ser en una excursión, podría incluso apuntar hacia Genma en vez del blanco, si es que llegaba a dar con él y no cerrar los ojos al disparar.
Al llegar el receso los chicos se volcaron a la salida y eliminaron todo obstáculo que se lo impidiera. A empujones, los púberos se encandilaron con el sol que ya llegaba a su punto máximo sobre sus cabezas, a eso de las doce del día pero Shizune se quedó dentro. A su parecer, todos los chicos provenientes de familias de tradición ninja tenían el derecho de divertirse cuando ella se la pasaba leyendo libros y perfeccionarse en la tan inútil teoría durante los recesos y se estresaba al pensar en el paso a la práctica.
Shiranui Genma era a su inverso en todo sentido, llevaba apellido de ninja y no se molestaba en escuchar la cátedra porque en la práctica era bastante bueno incluso en el primer intento. Era natural que todos le sabían una promesa cuando creciera y eso a la sobrina de Dan le daba celos. Ni siquiera Genma parecía hacer el intento, su personalidad era de abandono y no se calentaba la cabeza en los problemas, era de muchos amigos y el cambio hormonal lo estaba volviendo bello cuando a la mayoría de los chicos los cubría de granos. Cuando lo vio entrar al aula antes que sonara la campana para dar terminado el receso le pareció de lo más extraño y no despegó la vista de sus libros ni siquiera cuando pasó a su lado y se quedó clavado en el piso mirándola.
—¿Qué lees? —cuestionó como si estuviera aburrido, su tono de voz siempre era igual. Shizune enrojeció, no supo si de rabia o vergüenza, a esa edad todo le parecía mal, incluso las nimiedades.
—¿Acaso te importa? —preguntó de vuelta esperando que se sintiera ofendido pero él sólo se encogió de hombros.
—En realidad no —dijo escondiendo las manos en los bolsillos, miró un asiento vacío detrás de la chica y lo ocupó sin pensar de quién era. Shizune se sintió humillada, se dio la vuelta para ver qué era lo que tramaba y él levantó una mano a modo de saludo silencioso en cuanto sus miradas se cruzaron—. Hola.
—Oye Genma, estás en mi puesto —habló desde la entrada una voz familiar, sus compañeros estaban retornando después del tan esperado recreo y Shizune enrojeció sintiéndose criminal, a su parecer hablar con el Shiranui se le estaba terminantemente prohibido por ley y estaba traicionándose a sí misma al responderle sus palabras.
Ella no se molestó en decir adiós cuando se levantó de su asiento y salió al patio, sabiendo que sólo faltaban unos dos minutos para que se terminara el recreo. Se quedó como estatua hasta que la campana sonó y tuvo que volver al aula. Estaba indignada.
Nota de la Autorísima: Hola, esta historia la empecé a escribir en octubre del 2011 pero por alguna razón la dejé sin terminar :) Ahora la edité y publiqué el primer capítulo con motivo del foro Desafío Shinobi, ¡Hi-yah! y su campaña El valor de los Extra. Tendrá como protagonistas estelares a Shizune (obvio) y Genma, y en menor medida Raidô e Inoichi, porque me encantan. Será GenShi, ¡yay!
Gracias por leer.