NOTA (y disculpa) DE LA AUTORA: Lamento el retraso, anduve con unos problemas personales, pero estoy de vuelta, viva y más activa que nunca. Me disculpo atentamente, porque sé lo que es estar esperando un nuevo capítulo: desesperante.
Es...intenso, y algo extraño debo admitir, pero espero que les guste.
Eclipsis of Virgins
8
Do i wanna know?
(Segunda parte)
Sus pasos acelerados resonaban por el pasillo con un eco constante.
No llores, se dijo por enésima vez, mientras sus ojos, contradictorios ante sus palabras, se llenaban de lágrimas, ¿por qué llorar? ¿Qué va a cambiar?
Nada, gritó su mente, porque no iba a cambiar nada en absoluto.
Corrió con brusquedad directo para el baño de niñas, tropezándose en el camino, maldiciendo su torpeza, su debilidad, su puta sensibilidad, su incompetencia. Apoyándose contra la pared, con los hombros temblando, se deslizó por ella en mitad de otro pasillo, sin siquiera haber llegado al baño. Cubrió sus rodillas heridas, raspadas con un toque rojizo, observando sus medias rajadas e inservibles.
No se había dado cuenta de que estaba derramando lágrimas hasta que escuchó un sollozo.
Hermione estaba teniendo uno de esos días.
En donde cada paso que hacía, cada palabra que decía, cada acción que realizaba, salía mal. Terriblemente mal.
Ya no recordaba la última vez que Harry había ido a clases, había desaparecido desde el incidente del comedor, en donde Malfoy técnicamente había gritado que ella mojaba las bragas por Zabini.
Patético.
Hermione no había podido mirarlo a la cara sin arder de vergüenza. Nunca se había sentido tan desprotegida, tan poco segura de sí misma, tan vulnerable. Desnuda, como si todos pudieran leer el tornado de sentimientos que se desataba en su interior.
La verdad, nadie parecía darle mucha importancia, ni siquiera Pansy le dirigió una sola mirada, todos demasiado ocupados y distraídos con la supuesta 'fiesta', pero Hermione se sentía perseguida, acosada y atormentada. Porque ella era su propio infierno y estaba consciente de ello.
Estaba pensando demasiado.
Como normalmente, pero ahora, los pensamientos la estaban volviendo loca.
Pensaba mucho en él.
Y Hermione, realmente desearía poder dejar de hacerlo.
Pero era como un imán, sus ojos se desviaban continuamente, todo estaba descontrolado, nada estaba en el orden en que ella quería. No entendía ni sus propios sentimientos y estaba preocupada. Ron actuaba de forma agresiva, tanto que casi ni siquiera podrían sentarse juntos sin discutir. Y Harry no aparecía. No aparecía por ningún lado, hacía por lo menos tres días.
La preocupación la alejaba de Blaise. Pero ella odiaba la posibilidad de que algo pudiera pasarle a Harry, la incertidumbre la estaba matando. Y no la tranquilizaba el hecho de que el director estuviera extrañamente tranquilo.
Y había explotado.
No podía más, simplemente, todo era demasiado…
Sentía sus piernas temblar ligeramente, mientras lloraba como una niña, sus manos se sentían más frías que cualquier parte de su cuerpo. Estaba despeinada y se veía seguramente ridícula como nunca.
— ¿Granger?
Oh, dios mío, no.
Los ojos oscuros de Blaise la observaron con extrañeza, y cabeza agacha, a un metro de distancia.
Y Hermione dejó de respirar por unos segundos.
Draco estaba en el paraíso.
—Eres un jodido cabrón, ¿qué quieres decir con eso?
Oh, bueno, tal vez en el infierno, pero, ¿había diferencia alguna?
— ¡Que no puedes decir sangre sucia como si hablaras del clima! ¡¿Estás consciente de eso, grandísimo idiota?!
Draco no recordaba nunca haber discutido por algo tan absurdo.
Primero que nada, porque nunca nadie le había llevado la contraria…aparte de Potter.
El estúpido y bastardo Potter.
No lo entendía, no realmente, no podía comprenderlo, estaba más allá de todas sus capacidades (y eran muchas). Todo había sido casi perfecto durante esos días, Draco tenía todo lo que necesitaba: baño, comida, dulces, sexo y Harry.
Draco se había dado cuenta de que podría vivir eternamente de esa manera.
O eso es lo que había pensado en esos pequeños pero eternos y perfectos días.
Había olvidado el insignificante detalle que Harry y él no se soportaban.
—Es así como les digo—gruñó entre dientes, nunca había discutido con otra persona a gritos, mientras no tenía absolutamente nada puesto—. Es como me enseñaron a decirles.
¿Cómo le enseñaron? Su primera palabra prácticamente había sido 'sangre impura'.
Había algo extraño. Porque si bien una parte de Draco estaba furiosa, había otra que amortiguaba el golpe, como si lo cegara, se sentía adormecido.
Harry lo adormecía.
Ya no se sentía Draco en absoluto.
Se sentía un poco drogado.
Podía ver sus puños cerrados, pero no los sentía por completo.
Era como si estar lejos de Harry le cortara la sensibilidad.
El rostro de Harry se contorsionó de furia, y sus mejillas se incendiaron de un rojo profundo, mientras se atragantaba con sus propias palabras y respiraba profundamente con las fosas nasales moviéndose.
La ver el momento de debilidad, algo dentro de Draco brilló.
—Oh, vamos, Potter—susurró ronco, mientras se mordía ligeramente el labio—. Es una estupidez, ni vos ni yo vamos a cambiar de opinión—se acercó hasta que sus pechos chocaron; Harry seguía sin mirarlo, pero no se apartó—. No creo que valga la pena discutir…
— ¿Que no vale la pena? —Harry pareció ahogarse en medio de esa oración, su piel tornándose de un color preocupante.
Draco tragó saliva.
Podía sentir su corazón golpeteando más rápido que en toda su vida (no es como si, de todas maneras, hubiese sido una vida muy larga), acelerado, ansioso. Desesperado.
Vas a perderlo, su cabeza giraba como como un maldito círculo, resonando una voz absurdamente profunda, si no haces algo, serás desechado.
Su pecho ardía. Y la desesperación corría por sus venas en hiel y frustración.
Una parte de su mente estaba gritando, gritando tan fuerte que ahuyentaba pensamientos como el viento de otoño, pero su cabeza estaba llena de ecos, de palabras hirientes, de desolación.
¿Qué estaba sucediendo?
Intentó controlar su respiración mientras sentía que sus hombros temblaban como las alas de una mariposa rota. ¿Qué era lo que le estaba diciendo Harry y qué era lo que gritaba su mente? No podía diferenciarlo, de repente, sus ojos se nublaron y su garganta en un suave click se silenció.
— ¿Draco?
Como si el fino hilo que lo sostenía de pie se cortara repentinamente, Draco despertó parpadeando, y todo se sentía caer y desmoronar a su alrededor,
Estaba sostenido por los brazos de Harry en un extraño, pero reconfortante abrazo.
Y no entendía.
No lo entendía.
¿Habían discutido realmente? ¿Por qué se sentía tan débil cuando Harry gritaba? ¿Por qué se convertía en un verdadero miserable cuando Harry lo insultaba?
¿Había estado inconsciente cuando Harry dijo esas palabras en su mente?
¿O solo era su impresión?
¿Por qué estar con Harry se sentía el verdadero paraíso y al mismo tiempo una prisión repleta de ilusiones?
—No quiero que peleemos más, dragón—susurró, y el aliento cálido chocó contra el hueco desnudo de su cuello, en medio del sutil abrazo, y eso sólo, lo hizo estremecer por completo.
Fue lo único que Harry dijo, y a Draco, eso le bastó.
Le bastó tanto, que sintió ganas de abrazarlo por siempre.
Draco había encontrado en Harry algo que, sabía, no encontraría en nadie más.
Con Harry podía pasar horas riéndose, horas llorando, horas hablando, podía sentir. Más que ninguna otra cosa, más que nada en el mundo, Harry le hacía sentir tantas cosas.
Harry se estaba convirtiendo en una droga. Y eso asustaba un poco a Draco. Realmente lo hacía. Pero no decía nada, no podía hablar sobre lo que Harry provocaba en él, porque ni él mismo lo sabía exactamente, después de todo, sólo se convertía una realidad si lo mencionaba en voz alta, ¿verdad? Y él siempre había tenido ese pensamiento, el hecho de ocultar las cosas que le asustaban, ocultárselas a si mismo hasta que terminaba por creerse que eso ya no daba miedo en absoluto. Cuando lo único que hace era aterrarte.
Y a Draco le aterraba lo desconocido. A Draco le aterraba Harry y la manera en que lo hacía sentirse.
Tan necesitado.
— ¡Oh! Ahh, mmh…Harry…
A Draco le gustaba hacer el amor con ropa.
Le encantaba la manera en que Harry se desesperaba por completo, como nunca estaba satisfecho hasta empalmar su enorme polla dentro de su culo. Le encantaba ver cómo sus ojos dilatados chispeaban de excitación mal contenida, y en esas ocasiones, a Draco le gustaba subirse encima de él y restregarse fuertemente mientras sentía las manos grandes y callosas de Harry apretar su trasero con desfachatez.
Su pecho se calentaba de la sola idea de que Harry lo necesitara tanto como Draco lo hacía.
Y en sexo todo era más sencillo. Podrían haber millones de personas observándolos y ellos no lo notarían, todo, absolutamente todo desaparecía alrededor.
Y su cabeza era una niebla constante.
Porque cuando estaba con Harry, cuando lo tocaba, no se sentía consciente.
—Dr-Draco—gimió entrecortadamente—. N-necesito…necesito follarte.
A Draco le ponía muchísimo follar con Harry, pero había momentos, habían besos, que se sentían mucho más íntimos y profundos que follar.
¿Era eso si quiera posible?
La respiración…joder, su respiración agitada, incontrolable, ahogada en medio de besos inconscientes y desesperados.
Podía sentir cómo su cuerpo temblaba bajo el toque se sus dedos, se agitaba con tan solo sentirlo. La parte de la entrepierna del jean azul y desgastado que Harry le había prestado, estaba húmeda, podía verse perfectamente su erección, incluso aunque ni siquiera tenía los pantalones desabrochados, su camisa estaba arrugada y algo rota a causa de las manos ansiosas y fuertemente brutas de Harry.
Podía sentir la presión pulsante y constante en su miembro, la manera en que latía, cómo las manos grandes de Harry lo tocaban con frenesí y sus besos eran lentos y turbios, desesperantes, hasta que la ansiedad calaba su excitación y todo se volvía más brusco, más intenso. Simplemente más.
Y a Draco le gustaba ese más, que pedían los ojos de Harry.
Le gustaba sentir su respiración agitada en cada beso, le gustaba la magia acogedora que se desparramaba en la habitación, lo agitado que parecía Harry cuando lo miraba a los ojos; sus mejillas ardiendo, y sus labios carmesí. Le gustaba lo expuesto y necesitado que Harry parecería en esos momentos de debilidad.
Había veces, también, que por momentos entrecerraba los ojos y observaba a Harry mientras se besaban. Ese instante, lo hacía sentirse afortunado.
Bom Bom Bom
Los latidos acelerados del corazón de Harry rebotaban y sonaban contra su pecho.
Thum Thum Thum
Chocaban contra sus propios bombeos.
Y mientras lo besaba lentamente, mordiendo a su antojo el labio inferior de Harry, entrelazó sus dedos con los de él.
Sólo porque podía hacerlo, y le daba un enorme orgullo el hecho de no privarse de ese pequeño placer.
— ¿Qué es lo que más te atrae de una mujer?
La pregunta pareció sorprender a Harry de una manera subnormal porque se atragantó con el café que estaba bebiendo y terminó por escupir gran parte de él sobre Draco y su cigarrillo.
Si Draco no hubiera estado sólo y únicamente con un bóxer, probablemente hubiera literalmente chillado. Pero se limitó a prender otra vez el cigarrillo mientras miraba a Potter con una sonrisa, de la que sólo podía calificarse como picardía absoluta.
—Acabo de correrme debajo de ti mientras nos frotamos entre nosotros, asumo que no me atrae absolutamente nada de una mujer—Harry se veía completamente apetecible, recostado en el piso, repleto de revistas y fotos en blanco y negro, con jeans desgastados, el pecho descubierto y el cabello despeinado, con mechones rebeldes que disparaban en direcciones contrarias. Draco deseó poder traer a Creevey para fotografiarlo— ¿Por qué lo preguntas?
Frunció tan fuerte el ceño que podría haber juntado sus cejas.
Draco se mordió el labio, mientras que después desvió sus ojos para posarlos en una revista en donde se mostraba una mujer digna de considerase hermosa. Al cabo de unos segundos, sintiendo la ansiedad de Harry esparcirse sobre su cuerpo, tomó una calada y habló mientras expulsaba el humo por la boca y levemente por los orificios de la nariz:
—Puede que yo sea el único hombre que te atraiga—Harry bufó y puso los ojos en blanco, mientras Draco lo fulminaba con la mirada—. Las pocas experiencias que tuviste con mujeres fueron un fracaso, ¿no? Tal vez sólo necesitas buscar una indicada.
— ¿Por qué crees eso? ¿Cuál es tu punto?
Pensar en Harry con otras era un puñetazo en el estómago instantáneo, pero la parte lógica de su cerebro se puso a razonar, y, como solía suceder siempre con su mente, había algo que no comprendía.
Inspiró profundamente mientras se acomodaba contra la pared de madera.
—La primera vez que nos acostamos—no importaba cuánto hubieran follado, el hecho de poner en palabras lo que había pasado la primera e imprevisora vez, siempre provocaba irremediables sonrojos en ambos; Draco lo consideraba ridículo, pero le encantaba ver la manera en que Harry se abochornaba—. Yo no estaba esperando, lo que se dice, perder mi virginidad—Harry murmuró algo que sonó como: Muchísimo menos yo—. Pero es lo que había estaba esperando todo el año, no en ese entonces, pero había tenido encontronazos con mujeres y todas me parecían dispuestas…a empezar una relación conmigo. Y yo estaba cansado, hastiado, harto y hasta los cojones de que cada quien buscara tener un noviazgo conmigo. Me puse a pensar seriamente sobre si estar con hombre sería lo mismo. Pero no me hubiera imaginado ni en un millón de años que sucedería contigo.
»El punto es que, me siento un poco desorientado y perdido, ¿vos no? Pasé toda la vida pensando que me gustaban las mujeres, pensando que un día iba a casarme y tener niños rubios a los que criar. Y ahora, mi primera vez fue con hombre—las sensaciones que tengo son contigo, son por ti—, estoy con un hombre, estoy acostándome contigo y se siente…se siente genial—inigualable, único y brillante.
Harry sonreía de medio lado, el muy bastardo. Draco le estaba contando parte de su crisis existencial, y el idiota lo único que hacía era sonreír. ¡Sonreír! Y por Santa Morgana, tenía que dejar de hacerlo porque Draco quería saltar encima de él y llenarlo de besos hasta el cansancio.
—Ven aquí, y tira ese cigarro, idiota.
Draco se atragantó una respuesta caprichosa y rezongó por lo bajo mientras apagaba el pitillo restregándolo sobre la alfombra de la habitación, caminó unos metros y se posicionó encima de Harry, ahorcajadas con las piernas alrededor de su cadera.
Lo fulminó con la mirada mientras su labio inferior intentaba no hacer un mohín. Harry soltó una carcajada.
—Eres increíble, Draco—él estaba intentando con toda la fuerza que requería su organismo, en mantenerse enojado con Harry, pero el muy hijo de puta tenía un hoyuelo en la mejilla izquierda que estaba rogando ser lamido; Harry en definitiva tenía la sonrisa más hermosa que hubiera visto—. No puedes dejar de pensar, ¿verdad? ¿Ni siquiera un segundo? Vive el momento. Y ahora, en este instante, estoy contigo.
Los dedos callosos de Harry acariciaban sutilmente su cadera en círculos, y provocaba deliciosos escalofríos. Draco apoyó su frente contra la de Harry y suspiró.
—Sí, ¿pero hasta cuándo?
Harry pareció poder ver la inseguridad en los ojos de Draco, porque lo besó suavemente, con ambas manos, movió sus manos de manera que acariciaba su mentón y ambas mejillas, y susurró sobre sus labios:
—Hasta cuando tú quieras.
— ¿Es una promesa? —Porque las promesas siempre lo arruinaban todo, Draco siempre lo arruinaba todo. Juntar las ilusiones más su débil temperamento lleno de promesas absurdas, no era la mejor de las combinaciones.
—Es una afirmación. Porque podemos ser lo que nosotros queramos, Draco. Y podemos hacer lo que nosotros queramos.
Draco enredó los dedos en el cabello desastroso de Harry, y mientras besaba sus labios con sabor a café fuerte que se mezclaba con su aliento a tabaco, se preguntó, en qué momento se había vuelto loco por Harry Potter.
—Te propongo un reto.
Draco alzó los ojos por encima de sus pestañas, mientras sonreía interesado de una manera en que no había sonreído hacía meses.
Harry estaba animado, y él lo presentía. La piel se le ponía de gallina con las sutiles caricias que le proporcionaba, los estremecimientos delicados que provocaba, estaba quieto sentado encima de Harry, con las piernas alrededor de su cintura, pero su corazón parecía a punto de estallar. Se sentía como si estuviera a punto de ronronear.
El dolor en su trasero se volvía casi minúsculo.
Casi.
—Potter, ¿sabes con quién estás hablando? Sabes, y sé perfectamente, que ambos, los dos, somos las personas más competitivas que pueden existir en este planeta.
—Es cierto—sonrió con picardía mientras apretaba su trasero, sobresaltando a Draco—. Recuerdo también que siempre era yo el que ganaba, no eres un buen perdedor.
Draco entrecerró los ojos.
—Escúpelo.
—Vamos a hacer un juego de resistencia. Ambos, sin tocarnos, con solo vernos, tenemos que hacer que el otro se corra. Provocación instantánea, eres un experto en eso, dragón, no puedes negarlo. Al menos tendrás alguna alternativa—sonrió burlón.
Draco enrojeció hasta las orejas, entrecerrando sus ojos, mientras rechinaba los dientes, su pecho se llenaba de cólera nostalgia en donde, en un entonces olvidado, Draco quería ahogar a Potter en el Lago Negro, y así poder servirle de comida al Calamar Gigante.
Frunció el ceño.
Era un buen día para ahogar a Potter. Después, claro, de que ganara el reto.
—Y cuando pierdas, ¿qué es lo que tendrás que hacer?
La sonrisa de Harry era cada vez más grande. Y Draco quería darle un puñetazo y besarlo con ferocidad al mismo tiempo.
—El perdedor—siseó el muy cabrón—hará cualquier cosa que el ganador quiera.
— ¿Cualquier cosa?
—Lo que sea—Potter se veía como si ya lo hubiera ganado todo, y Draco se sentía desorientado ante tanta seguridad en una sola sonrisa, porque esa puta y maldita sonrisa seguía cortándole la respiración—. Tranquilo, nene, no haré nada que no quieras.
— ¿Desde cuándo te volviste un completo Slytherin engreído? ¿Dónde está el niño bueno que acaba de contarme historias de un idiota llamado Súperman?
Harry lo besó mientras ambos reían dentro de sus bocas.
A Harry le gustaba perder el tiempo. Y a Draco le gustaba el tiempo con Harry, no veía que combinación más perfecta podría haber.
—Si yo gano, cuatro ojos—empezó Draco con su tinte característico, arrastrando las palabras—, vas a mamármela cuatro veces por día.
Harry lanzó una carcajada que envió un escalofrío directo a su espina dorsal.
—Piensa en cómo quedará mi boca después de un mes.
Draco sonrió.
—Deliciosa—dijo entre sus labios—, hinchada, herida—las risas de Harry eran siseos que nunca había escuchado—. Hermosa.
Lentamente Draco saboreó los labios de Harry casi sin darse cuenta de que con los ojos entrecerrados había estado acercándose a su boca.
Harry suspira dentro del beso y él intenta profundizarlo, porque sabía que esos suspiros siempre eran previos a los gemidos, pero Potter se aparta con los ojos oscurecidos, esa mirada intensa que lo hacía temblar, lo desorientaba. Era irónico que se sintiera tan perdido y a gusto con una persona que en pasado creyó odiar.
—Eso es…trampa—se separan a un metro de distancia y Harry ya no parecía tan seguro de sí mismo como hacía unos segundos; Draco le lanza una sonrisa lobuna.
—No, sólo es jugar de manera astuta. Ya he hecho que te corrieras una vez mirándome—Draco observa con regocijo y algo de orgullo, cómo la nuez de adán de Potter se movía notablemente al tragar saliva—. No veo problema alguno, Potty.
—Sí. Pero en ese entonces no estaba participando de tu juego retorcido, ¿o sí?
Se fulminaron con la mirada y él podía sentir la creciente excitación de ambos. Situación preocupante, puesto que su muñeca ardía cada vez que miraba a Harry a los ojos.
Y Draco en ese instante, un nanosegundo lúcido de lucidez, podía comprenderlo. Podía entender por qué Harry y no otro. Al menos en un sentido, sabía que no necesitaba a nadie más, que no quería a nadie más. Que una de las cosas más atrayentes de Harry, era en lo que se convertía cuando estaba con él, en cómo ambos se transformaban cuando se miraban, y Draco lo sabía.
Las reacciones, Harry provocaba en él sentimientos que no sabía que tenía, y se tocaban en lugares provocando sensaciones que no sabían que existían.
Draco se abrió de piernas mientras se lamía los labios, humedeciéndolos, sin cortar ni un instante la mirada fija en Harry (quien parecía muy alterado con sólo ver a Draco) y puso su mente en blanco. No era muy difícil estando con Harry, porque Harry era sexo puro, y el sexo te desconecta, no necesitas pensar. Y como las manos de Potter no lo estaban tocando, prendiendo, ni ardiendo sobre su piel hipersensible, tendría que conformarse con su mirada abrasadora.
De manera pausada, no como los latidos de su corazón, recorrió la piel de su cuello con sus manos, hasta llegar a la boca y meter dedo por dedo dentro de ella, llenándolos de saliva, absorbiéndolos, hundiendo sus mejillas (Harry hizo un sonido estrangulado y su respiración aumentó rápidamente). Pellizcó sus pezones estremeciéndose, porque, joder, era prácticamente una corriente eléctrica recorriendo su cuerpo entero. Aunque sin la mirada fija e inseparable de Harry sobre él, seguramente, no habría diversión ni excitación alguna.
En resumen: Draco Malfoy se convirtió en un morboso.
Apretó considerablemente una tetilla mientras veía a Harry con los ojos entrecerrado y completamente oscuros y dilatados (con una línea esmeralda alrededor) morderse los labios, y se arqueó sin poder evitarlo.
— ¡Ah!—gimió entrecortadamente, y sus ojos rodaron.
Harry pareció salir del trance porque respiraba como si acabara de sacar su cabeza de un tanque de agua fría, con los ojos abiertos y su polla erecta, sin siquiera haberse tocado. Abrió las palmas de sus manos y Draco se estremeció.
Ninguno de los dos podía quitarse la vista de encima.
Merlín. Hostia puta.
No sabía cuántos impropios había gritado la mente de Draco, pero debían de ser unos cuántos, puestos que lo que veía no podía ser real. Magos o no, eso era algo que nunca había visto en su vida.
Harry movió sus dedos hacia su boca abierta y Draco suspiró de necesidad sin poder evitarlo.
DIOS. MÍO.
Podía verlo, si entrecerraba los ojos, algo borroso y distorsionado, pero ahí estaba, millones de hilos rojos que salían de las manos de Harry directo hacia el cuerpo de Draco, y decía millones porque realmente no sabía cuántos eran, ni a qué o cuántas partes de su cuerpo se conectaban. Sólo había uno que sobresalía de la muñeca de la piel morena, pero como no podía apartar los ojos de las esmeraldas impresionadas, no tenía idea tampoco, a dónde se dirigía ese hilo.
—H-Ha…rry—tengo miedo.
Estaba aterrado. Y si bien la excitación no había desparecido en absoluto, había algo de pánico que corría por sus venas, que lo mantenía paralizado, de rodillas a Harry.
Los dedos en la boca de Harry se dirigieron hacia dentro de ella, y tocaron sutilmente la lengua, haciendo que Draco ahogara un gemido porque su boca quemaba. Mientras la lengua lamía los dedos, y él agonizaba.
Su erección dolía…dolía muchísimo.
—Dios mío, Draco, ¿lo sientes? —susurró bajito. Y Draco asintió firmemente sin mediar palabra. Se sentía al borde del llanto.
Harry Jodido Potter tocó su pecho con sus enormes manos conectadas por hilos malditos que hicieron a Draco agonizar literalmente de placer.
Y de repente no sabía dónde estaba, todo desapareció excepto Harry y la sensación de sus manos ardiendo tocándolo, cayó completamente al suelo sin el consentimiento de su mente, sin que lo hubiera pensado, como un reflejo, escuchando su respiración y sintiendo la de Harry.
Era como si sus propios sentidos se agudizaran, tanto, que no podía soportarlo.
Cerró los ojos fuertemente, respirando por la boca, sentía que no llegaba el aire suficiente. Era un estado límbico tan placentero que lo estaba matando.
No lo veía, pero sentía las manos de Harry dirigirse hacia su polla y darle un apretón y gemir roncamente, y si el placer se duplicaba, eso lo hizo gritar.
Su pecho subía y bajaba con frenesí, mientras Harry gemía y se masturbaba.
El corazón de Draco podría haberse detenido de lo rápido que latía.
— ¡B-basta! D-de…ten…te—Draco se arqueaba en el suelo y podía sentir la impotencia de Harry, porque sabía que él tampoco podía parar. Los dedos de sus pies se doblaban continuamente, mientras ahogaba suspiros y gemidos entrecortados y (absurdamente) agudos; su pecho vibraba—. H-Harry…
En un gemido ronco y una exhalación Harry se vino y Draco, sin poder evitarlo, se retorció en el suelo eyaculando al mismo tiempo.
Harry cayó al suelo instantáneamente, y por unos minutos sólo se escucharon las respiraciones agitadas de ambos.
Draco abrió los ojos lentamente, sintiéndose como si acabara de dar un pase por el exquisito infierno de la lujuria, y sólo quedara tranquilidad pasiva, vio las pestañas largas color carbón de Harry. Su boca buscaba aire, con la frente bañada en sudor y las mejillas al rojo vivo. Y Draco nunca lo había visto tan hermoso.
Sin embargo, había una parte racionar de Draco que no paraba de chillar.
¿Qué es esto?
Harry frunció el ceño y abrió los ojos.
¿Qué está sucediéndome?
Sus ojos parecían mucho más profundos y verdes. Espeso, todo parecía mucho más intenso. Se sentía agotado.
Harry lo miró.
¿Por qué tengo la sensación de estar al borde del abismo?
No necesitaban más palabras.
No había nada que decir.
¿Por qué tengo la sensación de quererte?
Draco y Harry eran amigos.
Eso es lo que había intentado convencerse. Era como la canción pegadiza que su cerebro se había obligado a aprenderse, pero después de todo, el hecho de ese auto vencimiento mutuo, no era más que aplicar kerosene para luego descubrir la verdad que siempre había sabido que existía y prenderlo fuego todo.
Mientras ardía.
Colin no recuerda la última vez que se había sentido tan dolido.
No es como si su corazón estuviera roto, puesto que todavía seguía latiendo, pero se sentía destrozado. Abrumado. Quería gritar, pero parecía como si sus cuerdas vocales hubieran desaparecido. Estaba estático, paralizado, quería correr, huir, irse, donde fuera pero no allí, no quería volver a estar ahí jamás.
Sus músculos no respondían, estaba hipnotizado y estático. Parado en seco, mientras su corazón latía con desesperación, cuando en realidad lo sentía disolverse entre su pecho exprimido, los vio. Y Colin no podía…no podía explicar la manera en que se sintió.
Porque no había nadie en el mundo capaz de no excitarse con esa imagen. Y él mismo nunca se había sentido tan vulnerable y excitado. Nunca había visto algo que le provocara tanto dolor y placer al mismo tiempo.
Las piernas tersas y pincelada de porcelana estaban cubiertas con unas medias hasta las rodillas; medias de mujer, pero estaba seguro de que a Draco le quedaba mejor que a cualquiera, lo hacía verse provocativo, no un degenerado, y eso resultaba extraño, pero hacía que la entrepierna de Colin se humedeciera. Ese par de piernas perfectas estaban alrededor de la cintura de Potter.
Y era ahí, en donde Colin duramente tragaba saliva, intentando deshacerse de ese sabor amargo que la boca le dejaba.
La luz de la luna y las estrellas brillaban sobre ellos, y Colin no podía evitar pensar que ambos parecían sobresalir con una luz sobrenatural, se veían bien en la oscuridad, la noche les sentaba como a nadie. Pero había algo que lo hacía pensar que ellos pertenecían a la noche.
Draco estaba contra la pared, desnudo salvo por las medias negras hasta las rodillas, abierto de piernas, mientras Harry, quien estaba también completamente desnudo, lo sostenía por el trasero, entrando una y otra vez dentro de él.
Era una imagen que Colin nunca olvidaría.
La expresión en la cara de Draco, por Merlín, su expresión. Él no sabría difrenciar cuál era más grande, el intenso dolor en su pecho o el placer instantáneo que Draco le proporcionaba sin proponérselo.
Porque Draco, claro, no sabía que Colin se moría por él, que se estremecía cada vez que se rozaban, que en ese mismo instante, estaba rompiéndolo en pedazos.
Su fina boca abierta, llenando el aire de gemidos, gemidos que Colin nunca provocaría. Con el rostro contorsionado de placer, los brazos alrededor del cuello de Harry, mientras ambos se mecían al ritmo de las embestidas.
Él estaba acostumbrado a ver a Potter despeinado, pero observar a Malfoy con los cabellos revueltos y la piel sonrojada era el mismísimo Nirvana.
Draco arañó la espalda de Harry mientras eyaculaba y manchaba su pecho de semen. Sus bocas estaban a centímetros de distancia y cuando ambos abrieron los ojos se besaron tan lento y suave, como si sus labios fueran de alas de mariposas y temieran quebrarlas, que Colin casi podía ver los estremecimientos de sus cuerpos.
Se miraban como si nada existiera alrededor, aparte de ellos mismos. Podía sentirlo. Y cualquiera que tuviera dos dedos en frente se daría cuenta de que, irreversiblemente, ambos se habían enamorado el uno del otro.
Colin se tocó la cara y se dio cuenta que estaba húmeda.
—Te odio—susurró, sintiendo los últimos espasmos del orgasmo. La respiración agitada de Harry soplaba directo hacia su boca.
—Sabes que no, cariño. No podrías.
No, pensó Draco, no podría.
Pero, siempre hay un poco de odio dentro del amor, ¿no?
O dentro de ellos mismos tal vez.
Draco cerró los ojos, sintiéndose estúpido, porque, ¿de qué amor estaba hablando? Su mente debía dejar de pensar, debía dejar de sentirse así, porque una cosa era sentirse sexualmente atraído hacia Potter, y otra muy diferente era sentirse emocionalmente atraído.
Y pues, en otros términos, en realidad, Draco sabía que estaba jodido.
—Lo tenías todo planeado, ¿eh, Potter?
Harry tuvo la decencia de parecer avergonzado, y con una sonrisa culpable admitió:
—Cuando empezamos a hablarnos en la ventana de la Torre, pasaba cada minuto del día soñando despierto contigo—sus mejillas se tiñeron de un rojo profundo y Draco se permitió sonreír de medio lado y llenarse de orgullo, mientras su pecho se calentaba inexplicablemente—. Vi las medias en una tienda de una salida a Hogsmeade, y aunque nunca había visto tus piernas desnudas, no pude evitar pensar en lo bien que te verías con ellas. Y por lo visto no me equivoqué.
Draco apartó la vista, abochornado, mientras resoplaba y mascullaba por lo bajo. No había arma posible en el mundo que pudiera contraatacar contra un Harry engreído.
—Siento…lamento lo que pasó…ya sabes, allá—empezó Harry susurrando en su oído—. No tengo idea qué sucedió, sólo…sólo no podía detenerme.
—Lo sé.
— ¿Lo sabes?
—Hace tiempo yo…—te siento, que me estoy volviendo loco desde el día en que me follaste y no sé qué conexión estamos teniendo, pero puedo percibir tus emociones, incluso tu magia; Draco podría decir la verdad, pero sonaba demasiado iluso incluso para sus oídos—. No lo sé, pude notarlo.
— ¿Viste…?
—Sí.
—Fue extraño, como si…—Harry boqueó sin encontrar palabras.
…como si pudieras controlarme.
— ¡Potter!
El bramido de Snape resonó como el eco más exasperante y chillón que Draco pudo alguna vez escuchar. El corazón de Harry dio un vuelco y el de Draco latió velozmente.
Lentamente dio vuelta la cara y observó el siempre recto rostro de McGonagall convertirse en una expresión de indignación, ambos profesores con las mejillas rojas y despampanantes contrastando con la oscuridad de la noche.
Draco se hubiera reído, si no supiera que esa reacción era provocada por él mismo y la polla de Harry en su culo.
Y cuando los profesores empezaron a hablar—gritar y rezongar, en realidad—, Draco reparó en la cuenta de que había estado ausente más de dos días con Harry.
Él y Harry fueron castigados con medidas mucho más bajas de lo que en verdad se merecían, y lo sabía. Pero, no era como si hubiesen estado conscientes, todo se había desarrollado a raíz de una niebla infinita que los cegaba, que los seguía cegando.
Y algo extraño estaba sucediendo.
Porque, y ahora podía estar completamente seguro, no era normal.
Habían pasado días encerrados en esa habitación, y cuando Madame Pomfrey los revisó les informó que ni siquiera habían dormido. Habían pasado horas, horas follando, hablando, tomando café y fumando, y eso también salió en los análisis.
Los profesores habían pasado cada instante buscándolos, la escuela estaba de cabeza, todos con los nervios de punta (excepto Dumbledore, y quizás eso era lo único que mantenía a Hogwarts en balance), y esa noche, el colegio estaba inestable, las ventanas habían empezado a rechinar y dentro del comedor rugía una extraña brisa, la magia concentrada provenía de la Torre de Astronomía por lo cual los había llevado a descubrirlos en el momento…menos oportuno.
Pero lo peor había sido ir hasta el despacho del director, como ninguno tenía con qué cubrirse y la profesora parecía demasiado enojada como para transformarles lo que fuera, y Snape estaba que echaba humo por las orejas, así que Draco tuvo que caminar sólo con las medias negras hasta la rodilla, y Harry desnudo, y completamente avergonzado.
Pero también era la hora de la cena, y varios curiosos los miraron pasar, mientras se los comían con la mirada entre sonrojos y sonrisitas burlonas.
Draco se quería morir.
Porque nunca se había sentido tan humillado en toda su vida (y no era como si hubiese sido muy larga hasta ese entonces).
Los oídos le zumbaban, mientras sentía sudor en las manos y una leve capa en la espalda. Su rostro debía de ser de una perfecta manzana roja.
Un Malfoy…vestido así…Oh, joder, mataría a Potter si salían de esta.
—Oye, Malfoy, que piernas…
—Con esas curvas no tengo freno, cariño…
Draco no estaba enterado de que hubiera tanta población interesado en sus piernas. Ni que todos estaban siendo unos desvergonzados mirando el enorme miembro de Harry.
Y mientras la Weasley menor miraba a Harry con anhelo desamparado, Draco tenía unas inmensas ganas de cubrirlo y guardarlo sólo para él.
Ninguno de los dos tenía autorización para salir de la enfermería.
Saldrían recién cuando en un par de horas empezara La Revisión (por el rollo del bendito Eclipse), y a pedido del director, ellos serían los primeros en hacerse el chequeo.
Después se les asignaría su castigo, que les hará desear nunca haber nacido, según Snape.
Draco se sentía agotado. Tan cansado y exhausto que ni siquiera tenía ganas de pensar. De razonar lo terrorífico que todo se había tornado.
Ese comportamiento extraño que ambos habían mantenido había hecho sospechar a los profesores, y Draco no podía culparlos por querer mantenerlos bajo supervisión. Porque si ellos supieran…
En la enfermería había dormido muchísimo, al lado de Harry, porque no podía—ni quería—despegarse de él, se sentía débil como una pluma. Así que había pasado lo que quedaba del tiempo, abrazándolo, y se sentía increíblemente bien.
También había descubierto que en su muñeca izquierda (esa que ardía siempre) tenía una especie de dibujo extraño. Al principio eran unas suaves líneas, pero luego la forma se fue moldeando y Draco se dio cuenta de que era una luna.
Una luna en mitad de un Eclipse.
Y de que la muñeca de Harry estaba roja, de un rojo peculiar, como si la piel estuviera irritada.
Si pudiera razonar en esos momentos, ya hubiera perdido la razón.
— ¿Draco Malfoy?
Harry miró al enfermero con desconfianza, y Draco recordó lo entusiasmado que Colin había estado con la idea de que vinieran sanadores y personas de San Mungo, vagamente se preguntó dónde estaría Colin ahora.
Draco se levantó de la camilla, mandándole una mirada de seguridad (que no sentía) a Harry, con media sonrisa.
Tal vez todo estaría bien. Tal vez sólo está delirando y no haya ninguna luna eclipsante tatuada en su muñeca izquierda. Tal vez los hilos rojos de aquella vez son producto de un placer que nunca antes había experimentado y su mente los creó.
Tal vez.
Sintiendo la mirada verde de Harry en su nuca desnuda, Draco entró a la habitación.
Me disculpo de antemano por si hay más faltas de ortografía de lo normal, tuve problemas con el internet para corregir el capítulo.
Probablemente tengan millones de preguntas sobre esta cosa extraña y compleja que acabo de mostrarles, pero les aviso de antemano que el capítulo nueve responderá al 80% de las incógnitas, todo seguirá siendo un poco confuso pero no tanto, hasta podría decirse que empezará la verdadera diversión.
Este capítulo era en realidad para demostrar el estado preocupante de Draco y parte de los momentos inolvidables que vivieron ambos. Y, como no podía faltar, los pedazos rotos del corazón de Colin (que es un personaje que amo y me dolió bastante escribir cómo se sentía al verlos juntos).
Windday: Quiero agradecerte encarecidamente por tu comentario, es uno de los más hermosos y sinceros que he recibido. Me alegra que te recomendaran mi fic y que le dieras una oportunidad (porque sé que tengo espantosas faltas, es que todavía sigo aprendiendo, soy prácticamente un feto), me encantó tu manera de percibir y describir cómo escribo, porque en realidad ni yo misma lo sé, y eso me da una leve idea. Gracias por seguir esta historia, y espero no decepcionarte.
El siguiente capítulo es la Tan Esperada Revisión y me costará más que ningún otro escribirlo, porque es la respuestas a muchas preguntas, pero realmente intentaré actualizar más seguido.
Gracias por tomarse el tiempo para leer.
-Vulnera