Hola, muchas gracias por abrir este pequeño proyecto. Cabe aclarar tres cosas muy importantes.

La primera: es que este fic es para participar en el reto "En otra vida", con las profesiones mecánico y bombero, del foro "I am SHER locked" que se dedica al slash en español... si no te gusta, te invito a retirarte.

La segunda: Este fic es de temática Mystrade, pero quizás haya mención de otras parejas.

La tercera: Como es obvio, Sherlock no me pertenece ni estoy ganando nada por esto.


"El autobomba numero tres"

Greg Lestrade estaba tan aburrido aquella mañana que había comenzado a jugar al baloncesto con un montón de papeles arrugados y su casco. Era un día tranquilo ese sábado por la mañana, sin llamadas de emergencia o algo que al menos le despertara. Tampoco había futbol en la televisión, o rugby, o criquet… o algo que valiera la pena para tenerla prendida. El sabueso de la central estaba echado a sus pies, con la misma pereza con al hombre de cabello cano. Aunque normalmente deseara que esos días se repitieran sin parar, en ese momento Greg solo podía desear aunque fuera un gatito atorado en un árbol.

Si bien, ya no era un niño ni un novato, era un veterano ya adaptado a un estilo de vida, acostumbrado a la adrenalina de las llamadas de emergencia que salían de todos lados y a veces no daban tiempo ni de respirar, ni de pensar. Eso era lo que más amaba de la vida del bombero, y es que después de su catastrófico intento de matrimonio y su desastrosa nueva vida de soltero, el estar con la cara llena de tizne y evitando respirar bocanadas de humo negro era justo lo que necesitaba para distraerse.

Sin embargo, ese día era… aburrido. No había ni una maldita emergencia en la ciudad, ni incendios, ni choces. Pensó, con cierto enfado, si es que a todo Londres se le ocurría ser responsable ese día, o si talvez debió dedicarse a otra cosa, como inspector.

El teléfono de la central sonó. Greg, que estaba solo porque los demás chicos estaban haciendo ejercicio en el gimnasio de la planta baja, suspiro mientras se levantaba. Contesto el teléfono, un aparato blanco y viejo pero que cumplía su propósito, mientras se apoyaba en la pared blanca.

—Servicio de bomberos y rescate Bedfordshire.

La voz, al otro lado del teléfono, hizo que Greg diera un pequeño salto. Su superior era un sujeto robusto, rudo y nada amable, ni siquiera por teléfono, así que el que él contestara de ese modo, tan perezoso, le hizo merecedor de un grito que casi le dejo sordo.

―Lestrade, ira un mecánico a ver el autobomba tres, el que no enciende. Quiero que estés ahí, y supervises el trabajo del mecánico. Que no haga nada idiota.

―Pero señor, eso no es parte de mis… responsabilidades…― El comandante le colgó, por lo que solo le resto suspirar, y colgar.

El autobomba número tres estaba descompuesto desde hacía dos semanas y media. Aunque ellos, que tenían un buen conocimiento de mecánica, hacían el intento de repararlo, no habían logrado dar con la falla y por ende, no habían podido hacer nada, así que, como ultima reserva, habían contratado a un mecánico que, se decía, tenía buena fama con su trabajo, para que le diera un vistazo.

Ese era el motivo por el que Greg no había bajado a hacer ejercicio con los demás. No porque deseara ser el chaperón de un sujeto que seguramente sería gordo y con los pantalones a medio trasero, ni porque le disgustara el ejercicio físico. Estaba ahí porque nadie más había querido quedarse a esperar al mecánico, por ende no entendía la llamada amenazante del comandante (especialmente porque se suponía que él estaba en una cita de negocios, forma linda de decirle a su novia) ya que era él el único bombero dispuesto a cuidar los intereses del autobomba número tres, alias Donovan.

Anderson, el gran danés de pelaje negro con una mota blanca en el pecho, alzo los ojos celestes para ver a Greg. Este se había acercado a las escalerillas que en realidad solo usaban para subir, y bajaba hacía la entrada de la central, donde les tres autobomba descansaban, dos de ellos esperando acción. El perro se levantó, estiro las grandes patas y siguió al bombero escalera abajo.

Apenas llego Greg al sofá que estaba a un lado del lugar, donde solían sentarse a ver pasar chicas por la acera principal, vio como una camioneta de color gris llego y se aparcó justo frente a la central. Tenía un brillante logo con un mundo, sobre el que rezaba Fogg's, como el del libro. De la camioneta bajo un hombre alto, de tés blanca y cabello rojizo. Llevaba un overol gris humo, con el nombre de la compañía y el logo bordados en el lado derecho del pecho.

Greg observo a ese hombre algo sorprendido. A primera vista, no se veía como alguien extraordinario, a decir verdad parecía un mecánico cualquiera, salvo por aquellos zapatos de trabajo que estaban lustrados y el gesto en su rostro. El bombero no podía describirla con claridad, pero había algo en él que le resulto peculiar, curioso.

El mecánico tomo una caja de herramientas metálica de color rojo, un sujetapapeles metálico de gris brillante y finalmente fue directo a la central. Era curioso que llevara bien arreglado el overol, ni arremangado ni mal abierto. Su pañuelo verde plomo estaba perfectamente bien acomodado en su bolsillo, con una punta de fuera para poder tirar de él cuando estuviera lleno de aceite, pensó Greg.

―Buenas— Saludo, y aquel hombre le miro.

Tenía unos serios, fríos, y una sonrisa que parecía completamente ensayada. A Greg le recordó a esa suerte de político que no le agradaban, por lo que hizo un pequeño gesto de desagrado. El mecánico simplemente puso la caja de herramientas en el suelo. Se abrió el overol, por dentro tenía una camiseta con un bolsillo en el pecho, bajo el logo, y saco un bolígrafo.

―Soy del taller mecánico Fogg's, vengo a ver el autobomba que está descompuesto, ¿es usted el encargado?— El mecánico tenía una voz calmada, refinada. Greg se imaginó que si aquel hombre se pusiera un traje, le creería que sería capaz de hacerse pasar por cualquier persona.

―Sí, es Donovan, el número tres, es el que ocupa reparaciones.- Le dijo con un tono tranquilo, señalando con la cabeza al camión que estaba estacionado al fondo del lugar.

—Bien, comenzare a trabajar de inmediato.

Sin más, aquel hombre tomo la caja de herramientas, y fue hasta el autobomba, comenzando a trabajar.


Gracias por leer. La idea es que no sea demasiado largo, espero sea de su agrado. Moores Fuera.