Hola a todos, aqui nos encontramos de nuevo con otro fanfic. Este en particular es parte del reto "¡En el filo de la oscuridad!" del grupo "Harmony (Harry y Hermione)". Bueno las reglas son las siguientes (pueden conterner spoilers):

-Hermione debe morir en la batalla final salvando a Harry de un hechizo a traicion de algunos de los mortífagos después de que Harry matara a Voldemort.

-Al morir Hermione, Harry se da cuenta de que la amaba pero que hay como una fuerza interna que lo une a Ginny y se casan pero él es muy infeliz.

-Al estar casado con Ginny escucha una conversación entre ésta y Ron es lo que hablan de los felices de estar con el dinero de Harry, que solo estaban con él por sus riquezas y que nunca habían sido amigos de verdad.

-Al escuchar esto, Harry se da cuenta de que algo raro paso,va a San Mugo y se da cuenta de que tiene varias pociones de amor en su organismo.

-Harry después de esta traicion se vuelve un poco Dark y decide ir al pasado para vivir su vida tal y como se merece

.-Harry debe utilizar un giratiempos con una poción especial.

-La historia debe ser Harmony.

-Podéis elegir en que parte de Hogwarts vuelve

-Dumbledore debe ser igual o más manipulador.

-Harry debe estar enamorado de Hermione y ser un poco OCC (fuera del CANON)

Para finalizar debo agradecer a Princes Lynx, autora intelectual del reto, por el mismo. Sin entretenerlos mas, que empiece la lectura

Nota: El siguiente fic, al encontrarse en la seccion clasificada M para adultos, puede contener temas y/o situaciones que requieran madurez emocional y mental. Por favor, si se es suceptible a este tipo de temas, lease bajo su propio riesgo.

Disclaimer: El universo de Harry Potter, asi como sus personajes y lugares, le pertenecen J.K. Rowling y las películas a Warner Bros. Studios.


-Killing me-

Hacía meses que la ciudad de Londres no se veía tan vacía, a pesar de toda la contaminación emitida por los automóviles muggles y las miles de personas que cruzaban los semáforos cada vez que el color verde llegaba.

Cualquiera habría dicho que era una tarde normal, como cualquier 2 de mayo. Desafortunadamente quien creía que estaba tan vacía no era cualquier persona, era nada más y nada menos que Harry Potter, aquel adulto joven alto, de cabello negro, con ojos verdes tras unos lentes redondos y una cicatriz en forma de rayo cruzando su frente. El adulto Joven que cuando tenía 17 años termino con el periodo de oscuridad del mago tenebroso más atroz que haya existido, Voldemort. Si él era también un mago, de hecho uno importante.

— ¿Disculpe señor Potter?— Llamó desde la puerta la secretaria del jefe del departamento de Aurores. Una chica delgada, pequeña y frágil pero muy entregada a lo que hacía.

—Si Linda, ¿Qué pasa?— Preguntó Harry, pretendiendo leer unos reportes de la investigación más reciente. Su oficina era bastante lujosa, a pesar de sí mismo. Era una de las desventajas de estar casado con alguien tan pretensiosa como lo era Ginny Potter.

—Su esposa le busca, está aquí afuera— la joven ya había entrado cuando prestó realmente atención a cuál era el asunto. Su esposa, la hermana de su mejor amigo y casi hermano Ron Weasley.

—Dile que pase por favor.

—Como guste, señor.

Harry dejó los papeles en la mesa solo para recargarse en el respaldo de su silla y tallarse los ojos cansadamente. Hacía tiempo que sentía cosas extrañas pasar en su cuerpo, aunque siempre se pasaba cada vez que llegaba a cenar a casa con su esposa y su amigo. Él vivía con ellos desde que regreso de su viaje de autoexploración por el mundo tratando de encontrarse a sí mismo.

Y es que no era el único que se sentía así, desde la perdida más grande que alguna vez tuvieron ambos, su vida ya no fue la misma.

Sentía vacía a la ciudad porque el mismo se sentía vacío por dentro. Ese día se cumplían 10 años del sacrifico de la mujer que más amo, y aun ama, en el mundo. Al final de la última batalla que tuvo la guerra mágica, justo cuando creían que todo había terminado y comenzaría una nueva era de paz para todos, los pocos seguidores de Voldemort que quedaban trataron de asesinarlo a traición.

Lo hubieran logrado si no fuera porque su mejor amiga, Hermione Granger, se interpuso entre la maldición asesina y él, muriendo al instante. Fue ahí cuando se dio cuenta de lo idiota e imbécil que fue al no ver que a quien realmente amaba, siempre estuvo a su lado. Se odio a si mismo por descuidar su espalda, y mientras lo hacía, se casó con Ginny Weasley por alguna extraña razón. Tal vez para no estar solo, tal vez para no dejar sola a la que fue la mejor amiga de Hermione, tal vez por amor.

No sabía exactamente bien porque lo hizo, pues durante algún tiempo le gusto, hasta creyó estar enamorado de ella. Ya no importaba, ahora tenía lo que siempre quiso, una gran familia que le costó el mayor precio que pudiera pagar.

Pensando más concretamente en la razón de su visita, tal vez venia para pedirle que fueran juntos a casa, como cada día. Pero no lo haría, tenía algo más importante que hacer esa noche.

— ¡Harry!— Saliendo de sus pensamientos miro a la fuente de semejante grito. Una mujer pelirroja, un poco más baja que él y con cuerpo de infarto, como todos sus compañeros decían, estaba para a su lado mirándolo fijamente— Harry, ¿Qué te pasa?

—Nada Ginny, solo estaba pensando. ¿Cómo te fue el día de hoy?— preguntó mientras la mujer se sentaba en sus piernas. El peso agregado le molesto bastante, aunque a cualquiera le hubiera encantado estar en su lugar.

—Bastante bien tengo que decir, aunque las compras me dejaron exhausta— dijo ella mostrando todas las bolsas a un lado de la puerta de la oficina.

—Bien.

— ¿Ya estás listo para irnos?

—No Ginny, hoy no podré ir contigo— le respondió Harry—Tengo mucho trabajo que revisar sobre la nueva droga que circula por las calles. Tal vez ni siquiera llegue a dormir hoy—la mujer saco un brillo labial rojo fluorescente que unto en sus labios antes de responder.

—No te preocupes, cariño. Ron estará conmigo.

—Me alegra que lo entiendas.

— ¡Hey! Es parte de los gajes que conlleva ser la esposa del Jefe de Aurores— Ginny Potter le dio un pequeño beso en las labios antes de levantarse y tomar sus cosas junto a las puertas— Te veo después, amor— con esa última afirmación, salió de la oficina. Y Junto con ella se fue un poco el sentimiento de vacío que lo acompaño todo el día.

Espero un poco para que se esposa se fuera, lo siguiente que tenía planeado hacer no quería compartirlo con ella. Con el tiempo medido, llamó a su secretaria.

—Linda, ven un momento por favor— la chica no tardó en llegar al escuchar el llamado—Escucha, ya no quiero ver a nadie más, necesito terminar esto lo más rápido posible.

—¿Quiere ir a verla, cierto?— la pregunta era de buena fe, Linda sabía que Harry lo necesitaba.

—No pude hacerlo el año pasado, tengo mucho que contarle— de la garganta del hombre salía una voz ronca llena de tristeza y culpa que no pasó desapercibida para la secretaria.

—Si gusta, vaya. Al fin de cuentas, la investigación sobre la droga termino hace meses y los culpables están en cárcel desde la semana pasada.

—Gracias, Linda, de veras muchas gracias— dejando de lado su relación de trabajo, se acercó y abrazó a la muchacha que fue del poco apoyo que tuvo todos esos años.

Sin tardar mucho, tomo su gabardina y salió a todo galope hacia el traslador que tenía preparado desde horas antes. Tomó el elevador que lo llevaba al atrio del ministerio de Magia, saludando en el camino a todos, literalmente a todos los que se encontraba.

Siempre odió ser el centro de atención, pero esa noche lo hizo mucho más que en ningún otro momento de su vida. Con tanta gente cruzándose por su camino, tardo más de una hora en tomar la pluma de lechuza que le esperaba en lo alto del Big Ben. Hubiera sido más rápido aparecerse ahí, la forma más rápida moverse si eres mago, pero sería extraño que un hombre apareciera de la nada en la punta del gran reloj.

El cielo nocturno de Londres se veía bastante despejado, sin estrellas a la vista. Sin embargo su mente estaba a llena de pensamientos tanto buenos como malos. ¿Cómo se suponía que comenzaría a hablar con ella? Hacía tiempo que no lo hacía, 2 años exactamente.

Con la mente llena de dudas y el corazón de sentimientos encontrados, tomo la pequeña pluma que le recordaba a su antigua lechuza Hedwig. El huracán en el que entró, aquel al que todos entraban, lo escupió segundos después en los terrenos del castillo de Hogwarts, su antigua casa y escuela.

El lugar ya no le producía aquellos terribles escalofríos y sentimientos de encarcelamiento por los que paso en la última noche de la guerra. Miró a su muñeca derecha, el reloj que le regalo su amigo en su último cumpleaños le indicaba que eran las 8 pm. Según las nuevas reglas de la directora, todos debían estar acostados a más tardar a las 10, pero ya nadie salía del castillo desde las 7 pm, así que nadie lo vería entrar en el cementerio que fue erigido en honor a todas las personas que murieron como héroes en la guerra.

La única que sabía de su presencia ahí era la directora McGonagall, que lo miraba desde la ventana de una de las torres del enorme castillo. Saludándolo desde arriba se adentró de nuevo, apagando la antorcha iluminaba su silueta. Harry correspondió el gesto brevemente antes de adentrarse en los terrenos, viendo a lo lejos el cementerio.

Unos minutos después, caminando al lado de todas las tumbas, de tanto amigos como desconocidos, se dio cuenta de todo el tiempo que había pasado desde ese fatídico día, el día que vio su mundo caer lentamente frente a sus ojos. El amargo recuerdo inundo su mente, reviviéndolo todo.

Parecía que por fin todo había acabado, todos los alumnos del castillo corrían gritando alegres que todo había terminado. Los aurores seguían recorriendo los alrededores buscando a los últimos sobrevivientes del ejército de Mortifagos, seguidores de Voldemort. A pesar de que el castillo estaba prácticamente en ruinas, todos se sentían alegres de que al menos ya no habría oscuridad nuevamente recorriendo los pasillos que se convirtieron en una segunda casa.

Harry se encontraba en el atrio que conectaba a los terrenos con el castillo, sobre sus rodillas y exhausto por el enfrentamiento que definió el futuro de la humanidad como especie. Sus mejores amigos, Hermione y Ron lo ayudaban a levantarse, ambos con severas heridas por todo el cuerpo. En cuanto estuvieron de pie voltearon a ver al castillo, ahí todos sus amigos y profesores sonreían al verlo vivo.

Sus caras cambiaron inmediatamente formando expresiones de terror en ellas. Harry no pudo reaccionar hasta que sintió un cuerpo chocar contra su espalda. Por el rabillo del ojo derecho podía ver a Ron sacar su varita con odio en los ojos. Por el ojo izquierdo, donde estaba Hermione, ya no había nada. La felicidad que tuvo unos breves segundos se convirtió en un abismo que lleno su pecho.

Cuando volteó a atrás vio a los aurores apresar a un mortifago conocido como Dolohov. Y a sus pies, unos ojos castaños que parecían mirarlo a él y a la nada al mismo tiempo. La fuerza de sus piernas se desvaneció al tiempo que tomaba la cara de su mejor amiga y lloraba desconsoladamente sobre ella, maldiciéndose por todo el tiempo perdido buscando a alguien a quien querer cuando siempre estuvo justo del lado de su corazón.

Entrando en un Gran mausoleo decorado especialmente para ella, se encontraba la tumba de su mejor amiga iluminada por flamas eternas, aunque no tan buenas como las que hacia ella. Sobre el mármol se encontraba un retrato de la joven, y este le sonreía tiernamente mientras lo saludaba. La imagen era un año menor que cuando la perdió, pero no perdia la hermosura que a él le encantaba. Su cabello castaño y revuleto, sus ojos marrones y piel blanca nunca lo aburrian, mas en ese momento anhalaba tocar cada uno de esos cabellos, pero el sentimiento de traicion a Ginny le impidio seguir pensando en eso.

—Hola— dijo de pie enfrente de la tumba que rezaba:

Hermione Jean Granger

19/09/79 – 02/05/1998

Amada hija y amiga.

—Sé qué hace tiempo que no venía y que no tengo excusa, pero aquí estoy, vivo como querías. ¿Sabes? Aún sigo sin entender por qué lo hiciste, pero gracias a eso ahora sé que siempre te amé. Es raro que siempre que venga, empiece diciendo lo mismo cuando horas antes no sabía cómo empezar. No he dejado de extrañarte pero… no podía venir. No sé, algo me retenía. Espero que me entiendas.

Últimamente me he sentido raro con respecto a Ginny, tu siempre supiste que yo le gustaba y algún tiempo ella me gustó, pero ahora cada vez que me acuesto en la cama y ella se pone a mi lado siento que está mal. Incluso me llega a recordar a mi madre, por eso me da miedo todo esto que me pasa. Afortunadamente ella no pide sexo, que bueno porque me da asco pensar en ello.

Pero dejemos mis problemas de lado, he venido a decirte todo lo bueno que ha pasado…— Con una verdadera sonrisa plasmada en su rostro comenzó a caminar mientras recorría el mausoleo de punta a punta y la Hermione de la foto le seguía correspondiendo la sonrisa.

El viento jugaba con las ramas haciendo extraños sonidos mientras el joven Jefe de Aurores conversaba como solía hacerlo cada año con su amiga, pidiendo consejo, contándole cosas graciosas o lo que hubiera hecho para decirle que la amaba… que la ama.

El tiempo se fue demasiado rápido y antes de que se diera cuenta eran las 3 am. Despidiéndose de ella hasta el próximo año, hizo crecer flores nuevas en los floreros cercanos, limpio todo el alrededor y con un beso en los dedos, los recargó en el retrato de su amiga.

—Te veré aquí después, aunque sinceramente… espero alcanzarte muy pronto… Oh, por cierto iré a verla mañana. Espero que puedan recibirme sin cita previa.


—Bien, Harry, aquí están tus resultados. ¿Puedo preguntar de nuevo porqué viniste? —Pregunto la sanadora de San Mungo, el hospital de los magos. Era una mujer mayor pero que seguía siendo bastante atractiva, cabello negro ojos negros y labios rojos como la sangre.

—Pues, fue el consejo de una amiga. Solo por eso, aunque espero que Ginny no vaya a buscarme a la oficina, se preocupara si no estoy ahí.

—Qué bueno que le hiciste caso y ojala que tampoco se le ocurra buscarte por aquí—Ambos rieron un poco antes de que la sanadora mirara con nerviosismo los pergaminos que tenía en las manos— Según tu expediente, viniste la semana pasada con la psicóloga, además de que sentías un gran dolor en el cuerpo. También nos dijiste que no habías comido en tu casa y solamente lo hacías en la calle, debido a una nueva investigación que surgió ¿cierto?

—Completamente cierto. Nos trajo muchos problemas que esa nueva droga resurgiera después de meses sin saber de ella. Por eso no he podido comer con mi esposa.

—Bien, lo te voy a decir es un poco perturbador así que sostente— las palabras de la sanadora sonaron tan serias que Harry no supo si lo imagino o fueron reales— después de revisar varias veces tus muestras de sangre, el estudio arrojó señales de filtros de amor en tu sistema.

— ¿Filtros de amor?— preguntó Harry con miedo, no podía ser verdad que se casó con una mentirosa.

—Sí, varios sanadores concuerdan en que algunos tienen muchos años dentro de tu sistema y que los renovaban cada día.

— ¿Entonces…?

—Si Harry, has estado bajo la influencia de filtros de amor durante muchos años. Según el registro, 10 como mínimo.

La realidad le cayó de golpe como un martillo que entierra un clavo en la dura madera. Todos los años que ha estado con Ginny fueron productos de filtros de amor. ¿Pero porque?

— ¿Eso quiere decir que, desde que no como con Ginny, el efecto ha desaparecido?

—No, aun tienes rastros de ellos en tu sistema, han sido introducidos de manera muy sutil, pero el efecto no es el suficiente como para mantenerte en ese estado todo el tiempo. ¿Tienes alguna idea de que podrá ser?—Fue ahí cuando Harry recordó que cualquier sensación de malestar desparecía cuando recibía un beso de Ginny, y que justo momentos antes se colocaba ese peculiar labial suyo.

—Lamentablemente sí. Sé de donde viene ese efecto— Y como el agua cristalina se tiñe de rojo cuando cae sangre en ella, Harry decidió que no sería más la burla de nadie— ¿Tendrás algo para hacer que el efecto se vaya por completo?

—Sí, ¿pero no te sientes furioso?

—No, no furioso. Solo traicionado—El tono de voz que uso asustó a la sanadora en sobremanera, desconcertándola— Entonces, esa era la razón por la cual sentía que estaba mal estar con Ginny, ¿por qué el efecto desaparecía?

—Sí. También averiguamos que en parte estabas con ella por el parecido que tiene con tu madre. Son cosas subconscientes que nadie controla.

—Bien, ¿podrías darme los que sea que me fueras a dar?— La mujer no tardó mucho en ir y regresar con una poción purpura que ayudaría a sacar los filtro de amor del sistema de Harry.

-No vayas a hacer una tontería Harry, por favor—Le suplico ella notando que los ojos del auror habían perdido el brillo esperanzado que tenían unos minutos atrás.

—No hare nada malo, solo conversare con mi "esposa" sobre esto— sin dar tiempo a mas, desapareció del consultorio en el que se encontraban traspasando todas las barreras de protección que tenía el hospital.

Un segundo después se encontraba en las afuera de su casa. Bajo el cuidado de la luna, se adentró queriendo que nadie supiera que estaba ahí. Grimmauld place no había cambiado para nada, después de todo la dejo así para recordar a su fallecido padrino, Sirius Black. Se suponía que aún no debía estar por ahí, no era la hora de su regreso.

Determinado a enfrentar a Ginny subió las escaleras siguiendo los ruidos guturales que esta emitía. Acercándose cautelosamente a la puerta del baño de donde salía ese ruido vio, a través de la puerta entreabierta, a su esposa y su mejor amigo recargados en la pared. La visión que presencio le pareció de lo más asquerosa.

Ronald Weasley, el alto y pelirrojo amigo suyo, tomaba a su hermana de la cintura mientras la penetraba contra el muro. Ella lejos de otra cosa, gemía con real placer al sentir el miembro de Ronald dentro de ella. Harry no soportó aquello así que rápido y con cuidado, se recargo en la pared contigua al baño. Pasaron varios largos e interminables minutos entre gemidos y gritos hasta que los hermanos Weasley terminaron aquel atroz acto y escuchó la voz la de la traición.

—Te digo, ron — comenzó ella entre jadeos— Hermione no te habría seguido el ritmo tanto como yo.

—Por supuesto que no, Hermosa— el sonido que ambos hacían al besarse perturbó la mente de Harry— Además, ella siempre estuvo enamorada de Harry, según se lo iba a decir algún día, solo que ya sabes lo que pasó…

El mundo de Harry se quebró de tal forma que algo dentro de él también lo hizo. Si Hermione también lo amaba, talvez aún tenía una oportunidad de cambiar las cosas. No era la primera vez que lo pensaba, pero cada vez que lo hacía un sentimiento de culpa hacia Ginny se generaba dentro de él. Esta vez no fue así, ahora sentía regocijo al saber que podría tener la vida que siempre quiso y se merecía. Solo tenía que ajustar cuentas con los "Hermanos".

—Qué bueno que no lo hizo, si no, no estaríamos disfrutando de toda la fortuna de Harry, ¿no crees? Al fin y al cabo ¿ese siempre fue el propósito desde que lo conociste no? Fingir ser sus amigos y vivir de él.

—No seas tan insensible, pero cierto. Tendríamos que estar trabajando.

—Pero si soy insaciable, ¿Qué te parece otra ronda?

Con un nuevo camino frente a él y determinado a ser feliz con la mujer que realmente amaba, se levantó del piso y salió de la mansión como entró en ella, como un silencioso fantasma. Aunque solo faltaba poco para que no hubiera nada más dentro de él.