AVISO: Antes de leer deben pasarse por el shot "Sí Sr. Cullen" para entender de que va ya que es un posible futuro. De lo contrario no entenderán.

~ Personajes de Stephenie Meyer, la historia es mía.

Disfruten el fic (:


1

Ya habían pasado nueve años completos. Ahora me dedicaba a trabajar como asistente en una editorial en NY. Mi mayor sueño se basaba en poder publicar mi propio libro, pero todavía me faltaba convencer a mis superiores de invertir algo de dinero en mis ideas o peor, tener que convencerme a mí misma de que podía lograrlo. Había rentado un pequeño departamento, era todo lo que podía pagar y todo lo que estaba dispuesta a pagar. Así que no era una maravilla novedosa, pero tenía todo lo necesario para que yo pudiese vivir tranquila.

Mis padres, por otro lado, seguían con sus vidas en Forks y de vez en cuando los visitaba. Dejé de aceptar la ayuda económica de ellos desde que me gradué de la Universidad y me negué a aceptar una ayuda extra - por sugerencia de mi padre- a comprar un apartamento mucho más cómodo, por lo que me quedé con este pequeño, ruidoso y húmedo apartamento. Mi mejor amigo, Jacob, también vivía en NY, nos reunimos cuando tiene tiempo libre en su trabajo como abogado, lo que resumen a que son muy pocas veces que nos vemos. Por lo que sé, tenía pensado casarse con su novia Bree Tanner, una chica muy simpática y amable, a la que había conocido en la Universidad y la que puso fin a nuestro trato como "amigos con beneficios hasta que nos enamoremos" ese mismo trato que llevábamos desde la secundaria.

Secundaria, muchos recuerdos buenos y malos provienen de ahí. Pero había solo uno que estaba decidido a no abandonar mi mente. Mi profesor de Historia. El Sr. Edward Cullen. Sin duda su recuerdo seguía muy presente en mí. Y aún no estaba muy segura de lo que pasó después de su confesión de estar casado con una mujer a la que no recuerdo el nombre. Ese había sido el dolor más fuerte que habría sentido por alguien jamás. Después de eso. Edward desapareció de mi vida, de la escuela, de Forks, en un abrir y cerrar de ojos. Como si su existencia solo hubiese estado en un sueño, como si él de verdad jamás existió, solo en mis fantasías. Pero ese nudo en mi pecho me recordaba que no había sido un sueño, él realmente existió. A veces me preguntaba, sí lo volviese a ver… ¿Qué le diría? ¿Solucionaría eso algo? O ¿Qué me diría él a mí? Un dolor como ese no podría mentirle a nadie. Comencé a sentir nuevamente ese nudo que amenazaba con quedar atorado en mi pecho, debía despejar mi mente antes que cómodamente se instalase. El teléfono sonó y corrí a atenderlo dando gracias a que despistara mi mente.

- ¿Diga? – contesté.

- Hola linda. – respondieron.

- Hola Riley.

- ¿Planes para esta noche?

- Debo terminar mi trabajo.

- ¿Y si te convenzo? Alice está por aquí.

- ¿Alice? – dije con entusiasmo.

- Hola Hola Hola pequeña. ¡Adivina quién está devuelta!

- ¡ALICE! – grité al escuchar su voz cantarina al otro lado del auricular. – no puedo creer que estés aquí. ¿Cuándo llegaste?

- Esta mañana.

- ¿Y por qué no me llamaste?

- Hasta ahora quedé libre y quiero verlos a todos. Tienes que venir Swan, es una orden.

- No me perdería esa salida por nada del mundo.

- Bien. Te pasaré buscando a las ocho en punto. Ponte algo bonito.

- Así será.

Corté la llamada con una sonrisa tatuada en mi rostro. Alice había sido mi amiga desde el primer año en la Universidad y desde que me tropecé con ella en la cafetería por no estar viendo hacia donde caminaba. Después de derramar su taza de café no paraba de disculparme cada vez que la veía, por lo que terminamos siendo amigas. Ella estudiaba diseño y justo ahora trabajaba en una prestigiosa cadena de ropas. Era aún más difícil poder contactarla con todos sus viajes alrededor del mundo, pero cuando ella venía, era como nuestro centro de atracción. Todos nos reuníamos para no perder la oportunidad de verla. Y con todos me refiero al viejo grupo disparejo universitario: Rosalie, Jacob, Riley, Jasper, Emmett y yo. Y por disparejo me refiero, de hecho, a que no nos parecíamos en nada, desde nuestras carreras hasta nuestras formas de ser. Rosalie estudiaba arquitectura, Jacob era abogado, Jasper psicología, Emmett era ingeniero y Riley era profesor de idiomas, dominando cómodamente tres idiomas.

Terminé mis asuntos pendientes con el manuscrito que tenía sobre mi mesa y me dediqué a ducharme para tener todo el tiempo restante en pensar qué cosas tengo en mi closet que Alice considere "bonito." Mi desgracia fue ver que no tenía algo decente, salvo un par de pantalones de cuero negro. Eso estaría muy bien, pero recordaba que estaría Riley en la reunión y si terminaba en su cama el cuero podría ser un factor problema. Y es que en verdad Riley terminaba siendo mi problema, Alice me lo había presentado en el segundo año, me pareció un chico de lo más apuesto pero él buscaba algo de mí que no podría otorgarle: ser su novia. El pobre chico se vivió año y medio enamorado de mi y después de la graduación todavía me invitaba a salir. Una noche acepté, me pase tanto de copas que había terminado desnuda y en su departamento y ese precisamente había sido el inicio de mi interminable ciclo de metida de pata: salgo a por unas copas con los chicos y termino en la cama de Riley y al día siguiente por la tarde un montón de llamadas y mensajes del pobre chico. Le hacía saber que no, que le quería como un amigo, pero después de un buen polvo las esperanzas de él vuelven a surgir. ¿Cómo era que terminaba en su cama? Todavía no tenía la respuesta y Jacob me decía que esa era mi libido pidiendo atención. Estaba decidido, pantalones de cuero para obligarme no terminar en la cama de Riley, una espectacular blusa blanca transparente y un par de tacones a juego, maquillaje, cabello, bolsa y a las ocho menos cinco estaba lista.

El timbre sonó y me dediqué a lanzarme a los brazos de Alice, llenándola de besos en todo su rostro, ganándome un tierno regaño por estropear su maquillaje. Alice parecía la misma, tan alegre y elegante como siempre, me vio con esos ojos verdes escaneando mi atuendo, alcé mis brazos a los lados y di la vuelta para darle un panorama completo de mis ropas.

- Aprobado. – dijo mientras se me lanzó encima.

- Señoritas. – dijo Riley para hacer saber su presencia en la sala y, siendo honesta, no sabía que estaba ahí. – Estás hermosa Bella.

- Gracias.

- Muy bien mis jóvenes amigos, es hora de irnos.

Agradecí mentalmente a Alice por no dejar que la situación se volviese mucho más extraña de lo que ya era con Riley. En menos de un par de minutos pudimos entrar a un Club con la música del momento a todo volumen, haciendo vibrar las paredes con la intensa música y retumbando en mis oídos. Había tantas personas que nos costó caminar, por unos momentos, perdí de vista a Alice y su pequeño cuerpecito de duende, seguí caminando sin ninguna dirección, solo con la esperanza de ver de nuevo a Alice hasta que una mano tomó la mía. Riley me sonreía mientras comenzaba a caminar en sentido contrario del que yo había estado tomando, nos guió hasta un lugar bastante apartados de la pista y con mesas, vi a Alice y al resto de los chicos saludándose. Me dediqué a saludar a todos, incluida Bree y procuré sentarme al lado de Jacob para no quedar, a mi suerte, cerca de Riley.

- ¿Todo bien Swan? ¿Tan puntual como siempre? – dijo Jake sonriendo.

- Justo a tiempo. – sonreí ante los recuerdos en común que teníamos de reportes y citaciones.

Alice abarcó nuestra atención con sus interesantes historias sobre Paris y la semana de la moda que se celebra en NY. Prometimos ir o, más bien, tuvimos que prometer ir. Observé a Jake con su chica, se veían tan enamorados que hasta la misma Jane Austin podría escribir una historia al respecto. Estaba segura de que Bree no conocía el pasado de Jake y mío, de lo contrario, sus ojos estarían puestos sobre mí y me hubiese cortado la cabeza de haber tenido una oportunidad. Era una chica tan dulce y Jake estaba tan enamorado de ella que ese secreto no podía salir de entre nosotros y Alice quien era la única que lo sabía.

- Bells. – se acercó Jake para susurrarme algo. – Jasper ha pedido que lo dejemos solo un par de minutos con Alice.

- No me digas que por fin se le va a declarar. – él asintió con una sonrisa.

- No puede ser. ¿Cuál es el plan?

- Bailar.

- ¿Qué? – Se puso de pie y tomó a su chica para irse, lo siguiente fue ver a la otra pareja saliendo de la mesa Rosalie y Emmett. ¡Demonios!

- Vamos Bells.

Riley me tendió la mano y tuve que aceptarla. Alice me hacía preguntas con su mirada y solo tuve que picarle un ojo en respuesta mientras que salía a la pista detrás de Riley. En cuanto estuvimos en la pista, Riley rodeó mi cintura con sus brazos y yo tuve que hacer lo mismo en su cuello. Todo sea por la felicidad de Alice y Jasper quien siempre estuvo enamorado de ella pero no tenía el valor para hacerle frente. Aún cuando personalmente le daba ánimos para hacerlo porque Alice lo amaba desde siempre. ¡Por fin estarían juntos!

- Estás muy hermosa. – susurró Riley.

- ¿Ya te está haciendo efecto el alcohol? – desvié su atención o eso traté.

- No. En serio Bella, eres la mujer más hermosa que he visto en mi vida.

- Es toda una revelación. Gracias.

- Bella, si no hubiese sido por Alice, no hubieses salido conmigo ¿verdad? – su expresión fue triste.

- Estaba muy ocupada. De hecho, tendré que hacer milagros mañana para poder terminar. – Mentí. Él asintió inconforme con mi respuesta.

- Te quiero Isabella.

- Y yo a ti. – le sonreí lo mejor que pude.

La celebración se hizo mucho mayor cuando volvimos y había una nueva pareja que se besaban intensamente. Más rondas de Vodka, Tequila, Cervezas inundaron nuestra mesa y en un abrir y cerrar de ojos… Estaba besando a Riley. Alice y Jasper se despidieron muy temprano y no hace falta imaginar el porqué. Los siguientes fueron Jake y Bri y luego yo porque no podía quedarme un minuto más con otra ronda de alcohol si pretendía parecer persona al día siguiente en mi trabajo.

- Yo te llevo Bella. – sugirió Riley.

- No. No. Estoy bien. Debo irme directo a mi departamento.

- No puedo dejar que te vayas en esas condiciones.

- Ni nosotros tampoco Bells. – dijo Emmett.

- Bueno. Hasta la salida.

Lo siguiente fue entrar a mi departamento, con un desespero total por quitarle la ropa a Riley y maldiciendo el pantalón de cuero.

A la mañana siguiente la cabeza me dolía, sentía un fuerte retortijón en el estomago que amenazaba con salir, por lo que tuve que ponerme de pie con una agilidad poco reconocible para mi e ir hasta el baño para vomitar. Lave mi rostro y vi mi patético reflejo. Ojeras, maquillaje corrido, un nudo amenazador en mis cabellos y desnuda.

- ¡Mierda no! – susurré.

Abrí con cuidado la puerta del baño, procurando no hacer ruido, me asomé lentamente para confirmar mi temor: Riley estaba dormido en mi cama. Cerré los ojos mientras mentalmente me reprimía con todos los improperios que me sabía y algunos inventados espontáneamente. Mi cabeza iba a estallar por lo que salí lo más sigilosa que pude, tomando algo de ropa en el camino, para atragantar mi garganta con aspirinas y de ser posible provocarme un coma monumental. Si tan solo las aspirinas tuviesen ese efecto ya lo habría hecho. Miré la hora y salí corriendo sin importarme más el ser sigilosa.

- Mierda, mierda. – tenía una hora de retraso en el trabajo y debía entregar los manuscrito a las diez. Bueno, eran las ocho.

Cerré de un portazo la puerta del baño y me metí a la ducha con el agua fría para sacar a fuerzas todos los malestares del alcohol. Corrí ignorando por completo a Riley con cara de desorientación y metí mi cabeza en el closet para buscar ropa. Le pedí, aunque creo que le grité a Riley, que pidiese un taxi lo antes posible para poder vestirme. Para mi fortuna llegó rápido. Tomé mis cosas y me maquillaría en el auto camino a mi trabajo, pero antes me despedí del chico con la mano.

Vivía en NY, la ciudad del tráfico infernal. Por lo que llegué a mi trabajo, quien lo diría, justo a tiempo. Tomé los manuscritos y corrí escaleras arriba para dejarlo en el escritorio de la directora encargada. Victoria. Por suerte me quedaban cinco minutos para que ella llegase. Ordené su escritorio, y me dispuse a preparar su café. Era su asistente principal, la segunda, Emily, se encargaba de ayudarme con los manuscritos o ayudarme en general.

- Buenos días Bella.

- Buenos días Emily. – dije exhausta.

- Justo a tiempo. – sonrió.

- Justo a tiempo. – repetí más para mí. ¡Qué mala costumbre, por Dios!

A las diez y media de la mañana apareció Victoria con una expresión descontenta. Se quejó del terrible tráfico y se encerró en su oficina. Me puse de pie y le llevé el café.

- Gracias Isabella.

- De nada Srita. Evenson. – me di la vuelta para retirarme pero Victoria me volvió a llamar. – Isabella, a las dos en punto vamos a asistir a un pequeño congreso del posible próximo libro a publicar. Dile a Emily que debe asistir con nosotras. Entre más notas mejor.

- De acuerdo. Srita. Evenson.

La mañana transcurrió terrible, debía leer y clasificar todos los manuscritos pendientes, aún con la ayuda de Emily, mi tarea requería toda mi concentración y esfuerzo. Me sentía espantosa, el dolor de cabeza apareció y la pesadez en mi cuerpo me rogaba por acostarme a dormir. Observé mi móvil y tal sospeché mensajes de Riley, Alice y Jake.

Riley: "Isabella. Te quiero. Sé que lo nuestro puede funcionar." – no respondí.

Alice: "Estoy feliiiiiz. ¿Puedes creer que Jasper estaba enamorado de mí desde hace tiempo? ¡Y nunca me lo dijo! Llámame al salir del trabajo. ¡Vamos a cenar para celebrar!" – sonreí ante el mensaje, ya podía imaginarme a la pequeña mujer dando saltitos y de hecho leí el mensaje con su voz empalagosa. Decidí responder.

"Alice, no podría estar más contenta por ti. Se merecen ser más que felices, son la pareja perfecta. ¡Y claro que sabías! ¡Me he encargado de decirte innumerables veces pero no me querías escuchar! Y la cena… Estoy insegura de poder asistir esta noche. Te llamaré en cuanto salga del trabajo para explicarte. Besos."

Tuve que agregar eso último porque estaba segura que la impaciente Alice me llamaría en ese mismo instante, sin importarle que estuviese en el trabajo, para sermonearme de que a ella no se le niega una salida. Pero estaba segura de que Riley asistiría y él precisamente era la última persona en la tierra a quien quisiera ver. Abrí el último mensaje, era de Jake.

Jake: "¡ISABELLA MARIE SWAN! Ya sé con quién estuviste anoche y luego comienzas a arrepentirte. En serio Isabella, debes hablar claramente con ese chico y dejar de ser tan zorra o terminarás ocasionando un daño irreparable para ambos." – tenía razón, era mi culpa por hacerle caso a un calentón y estar arrepintiéndome luego.

"Jake, lo sé. Lo sé. No hace falta que me lo reproches. Lo sé. Pero él no quiere escucharme. No quiero ilusionarlo más. Y después de anoche, no sé qué hacer. Te llamo luego. Saludos a Bri."

Más mensajes llegaron de Riley y no sabía qué responderle. Así que dejé que enviase todos los mensajes que quisiera durante toda la mañana. Después del almuerzo, Victoria nos llevó hasta un auditorio. Estaba atestado de personas por la exponencia que se iba a realizar. Nuestro objetivo era cubrir su historia y proponerle a la persona la publicación de su libro antes que otra editorial lo hiciese. Debía tratarse de algo o alguien muy importante para que Victoria asistiera personalmente.

Nos acomodamos en la sala y Victoria pidió nuestra mayor atención, intenté con todas mis fuerzas hacer lo que ella me pedía, sacando mi libro de notas y mi móvil sonó. Victoria me regañó y respondí el mensaje de Riley:

"Riley, en estos momentos estoy ocupada. Tenemos que hablar. Por ahora debo volver al trabajo."

- Buenas tardes a todos. Estamos reunidos aquí para presentar a un hombre cuyo trabajo conocemos directamente como una nueva proyección a nuestra historia y a nuestro conocimiento. – comenzó a relatar el presentador. – La sola mención de sus trabajos nos da una idea clara del poder y su influencia. No quiero dar largas y presentarles a nuestro innovador camarada que los deleitará. Con ustedes, Edward Cullen. - mi corazón dolió violentamente al escuchar su nombre.

- Muchísimas gracias por asistir a este pequeño encuentro. Y gracias por esa introducción, Harry. – su voz, su voz dolía. - Seré su anfitrión en esta tarde. Espero que sea provechoso para todos.

Ahí estaba él. Después de todo este tiempo. Ahí estaba él. Mi corazón no paraba de latir violentamente ante su presencia. No había sido una fantasía puberta, Edward Cullen, mi profesor suplente de Historia, estaba ahí frente al auditorio con sus peculiares cabellos cobrizos desordenados, una barba de días, sus ojos verdes que miraban atentamente a la audiencia, logrando que me escondiera con el temor de que me viese, su impresionante cuerpo cubierto por un delicado traje negro con camisa blanca. Tan elegante, tan hermoso. ¿Y ahora qué? ¿Él era la persona que Victoria nos había comentado para poder publicar su libro? Siempre me había hecho las preguntas de qué se supone haría yo cuando lo viera o cómo sería nuestras reacciones. Bueno, ya tengo la respuesta a una. Mi reacción es: Descontrol total. Sentía como las manos me sudaban, el aire comenzó a faltarme, estaba completamente ansiosa y quería salir corriendo. Pero no podía dejar de verlo.

Me sentí repentinamente como en la escuela, cuando lo observaba atentamente y sentía ese ligero cosquilleo cuando sabía que me preguntaría algo. Caminó por el escenario exponiendo su tema, un tema al que debería estar tomando notas pero que me era imposible, se pasaba la mano por el cabello logrando que se desordenara más, se veía tan seguro de sí mismo, tan autoritario. Como lo recordaba. Literalmente, como lo recordaba. Al tiempo se le olvidó pasar por sus facciones y como culparlo si él es hermoso.

Con su presencia estuve reviviendo todo lo que había pasado. Nuestros encuentros después de clase, sus celos por Jake, las sonrisas amplias que me dedicaba, sus caricias, su protección y seguridad. Su secreto. Todo comenzaba a ser muy vívido y tenía que salir. Me disculpé con Victoria aunque se veía que me quería matar, pero tuve que salir y correr al baño. Tomé mi móvil desesperadamente para hablar con la única persona en el mundo que podría tranquilizarme.

- ¿Diga?

- ¡Jake! ¡Es él… Está aquí. Está aquí! – dije soltando apresuradamente todas las palabras.

- ¿Quién está ahí? ¿Qué pasa Bella? – sonó preocupado.

- ¡Edward Cullen! – grité su nombre. Se produjo un silencio y yo seguía caminando ansiosamente en el baño que estaba solo. - ¿Qué hago ahora? Jake estoy nerviosa. Ansiosa. ¡No sé qué diablos me pasa!

- Calma Bella. Debes calmarte. ¿Él ya te vio?

- No. Eso creo. No sé. Salí corriendo de la sala.

- Bella, debes recordar que eso pasó hace mucho tiempo ya. Debes concentrarte en tu trabajo o tendrás serios problemas.

- Lo sé… yo… Victoria me matará pero no puedo volver a ahí.

- De acuerdo Isabella. Tomarás aire, te calmarás y volverás a ese lugar. Ha pasado mucho tiempo y ahora eres una persona diferente y seguramente él lo es también. Debes verlo como alguien del pasado. Nada más.

- ¿Y si no puedo?

- Debes poder preciosa. – se escuchó alguien murmurando. –Debo regresar. Respira Bella. Ya pasó.

- Ya pasó.

Y colgamos la llamada. ¿Será que todo había pasado? Tomé mi tiempo en acomodarme y tratar en despejar mi mente. Las pesadeces del alcohol se habían esfumado y mi cuerpo estaba activo. Listo para prender la huida cual cobarde. Recibí un mensaje de Emily preguntando por mi y que Victoria estaba hecha una leona por mi ausencia en la sala. Me convencí a mi misma de que no tendría motivos para hablar con él. Había casi cien personas en la sala como para que se fijase en mí. Con esa perspectiva volví a mi zona de trabajo.

Edward estuvo muy tranquilo terminando de exponer, algo sobre nuevas investigaciones que él mismo estaba dirigiendo sobre un descubrimiento de alguna momia. Proponía cosas interesantes en las actividades que se estaban realizando en Egipto y sus hallazgos. Terminé por tomar notas sin ver su rostro, dedicándome a mis notas con la nariz pegada a las hojas. Luego, unos fuertes aplausos llenaron la sala, todas las personas a mi alrededor se colocaban de pie y yo aproveché el momento para hacerme menos y esconderme en mi asiento. Las rondas de preguntas comenzó y él, apoyándose de la mesa, empezó por responder todas las preguntas cuidadosamente seleccionadas. Mi tormento terminó cuando se anunció la culminación de la exposición.

- Voy a hablar con él. – aseguró Victoria y mi corazón volvió a latir descontroladamente.

Nos acercamos hasta él quien estaba rodeado por personas que daban las gracias o lo felicitaban por su impresionante exposición. Victoria esperó su turno para acercarse al hombre y yo prácticamente me escondí tras Emily. ¡Cobarde! ¡Cobarde! Me gritaba mi mente.

- Disculpe Sr. Cullen.

- ¿Sí? – preguntó al observar a la pelirroja que tenía en frente.

- Mucho gusto. Mi nombre es Victoria Evenson y soy representante de la Editorial Actions. Mi jefe está particularmente interesado en proponerle la publicación de su proyecto.

- Muy interesante. Bueno verá, he escuchado numerosas propuestas por esta tarde. Dígale a su jefe que se comunique conmigo personalmente si en verdad está interesado en mi proyecto. – sonreí, ese tipo de respuesta era tan propia de él. – Aquí tiene mi número.

- Con su permiso, señor.

Victoria estaba completamente molesta con el cobrizo al despreciarla de una manera tan evidente. De hecho, creo que se lo merecía, ella pretendía que con la sola mención de su nombre y su presencia las cosas podían cambiar. Se dio vuelta enojada para salir del auditorio. Emily y yo le seguimos. Ahora, por lo que restaba del día, tendríamos que escucharla gritar histéricamente por el trato recibido y, seguramente, quejarse con Lauren por lo que tuvo que pasar y Lauren como siempre no le haría caso. Una mano firme me tomó del brazo, una corriente eléctrica atravesó mi columna y observé a su dirección por el sobre salto.

- ¿Se encuentra usted bien? – preguntó con su voz profunda mientras me miraba intensamente.

- L-lo Estoy, gracias. – traté de aparentar una calma que estoy segura que no se reflejó.

- ¿Está segura? Se ha retirado de la sala inesperadamente.

¡Él me había visto al salir! Mi corazón estaba tan desbocado que sentía cada latir retumbando en mis odios. Mis palabras se trabaron y solo podía pensar en correr.

- Estoy bien. Muchas gracias por preguntar. – conseguí decir.

- ¿Nos veremos nuevamente? ¿Señorita Swan? – preguntó de una manera tan incitante que dejó mi mente en blanco.

- Sí Sr. Cullen.


¡Gracias por su atención! Depende de la aceptación seguiré con esta alocada historia que se me ocurrió de un posible futuro del shot que escribí. Espero que sea de su agrado y Gracias Andre y Yani por soportarme siempre y todo, gracias, gracias.

Díganme qué les gustó, qué no, mi redacción... ¡todas las críticas que deseen son bienvenidas!

Hasta pronto (: