Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, yo solo me adjudico la historia, prohibida su publicación en otros sitios sin mi consentimiento.

Capítulo dedicado a Diana Montse y Valeria Ortega quienes me animaron a ser de este OS un Two-shot. Espero que les guste.


¡Debe ser el destino!

Parte 2

Se dirigió a las vitrinas y se dio cuenta que estaba frente a los anillos de compromiso. Cuando le pidió al vendedor que le mostrara uno, se imaginó el momento perfecto en que se lo entregaría a Bella, como sería su boda y después su vida juntos, los tres o incluso más niños. Fue en ese momento que supo que Bella era la indicada, la mujer con la que deseaba casarse y compartir su vida. Inmediatamente lo compró y le pidió a Susan que guardara el secreto. Pero ahora se daba cuenta que fue una mala idea, no lo de comprar el anillo, sino lo de contarle a Susan.

Aun no le pediría a Bella que se casara con él, era muy pronto, no quería que saliera huyendo.

Bella ya era la madre de su hija y pronto sería su esposa.


Septiembre. Octubre. Noviembre.

3 meses.

Academia de ballet Isabella Swan.

Nuestra academia se complace invitarlo a usted y a su familia a nuestro IV festival del Día de Acción de Gracias, en donde nuestros alumnos serán los anfitriones de la noche, preparando para usted una hermosa velada llenada de danza, como en agradecimiento por el apoyo hacia su pasión.

La recepción es el próximo 22 de noviembre a las 7:30 de la noche.

Donación voluntaria. (Lo recaudado será donado a una fundación local)

Atte. Academia Isabella Swan.

— ¿Podré verte a la hora de la comida? — Edward acomodó el teléfono entre su hombro y su oreja para poder echarle un vistazo a los papeles que estaban frente a él.

— ¡Edward!—su novia rió al otro lado del teléfono —Dijiste que tenías que entregar un informe y que estarías ocupado todo el día.

—Y lo estoy, solo pensé en que sería agradable escapar un rato del trabajo y ver a mi hermosa novia —Bella suspiró al otro lado del auricular. Edward alcanzó un marcador y empezó a subrayar las cantidades que estaban mal en el informe.

—No puedo —Edward escuchó el suspiro derrotado de su novia, Bella.

— ¿Por qué?

—Tengo muchas que hacer para el festival, tengo que ir al teatro y revisar que las escenografías estén listas a tiempo; después ir al salón de costura y revisar el vestuario de los niños. Sin contar que después tengo que ir a la academia a seguir con los ensayos.

—Amor cálmate, todo saldrá bien. Los pobres chicos de diseño deben de estar asustados aún desde que los sentenciaste de muerte si no terminaban a tiempo —Bella rió —Supongo que te veré en la noche.

—Sobre eso…

—Bella —Edward se recostó en su sillón y se tapó los ojos con su brazo libre

—Tengo que acompañar a Alice y a las demás damas de honor para medir nuestros vestidos. No puedo decirle que no, ella tuvo que mover muchos contactos para que yo pudiera asistir.

—Muy bien, supongo que te veré en la academia.

—Sí, um... Edward tengo que colgarte, hasta pronto.

—Te amo —Bella no pudo escuchar la respuesta porque ya había colgado.

Edward colgó el teléfono con enojo. Hace una semana que no miraba a Bella más que una hora a través del vidrio de la academia. Solo compartían unas cuantas palabras y ambos tenían que despedirse por que ambos tenían demasiado trabajo.

Deseaba que el día del festival llegara pronto para poder disfrutar de unos cuantos días feriados otorgados por el día de acción de gracias. Aprovecharía esos días para mimar a sus dos mujeres favoritas.

Pero ahora, justo en ese momento tenía que entregar un informe para la secretaria del Departamento de Salud y Servicios sociales en donde trabajaba.

...

—Recuerden que en dos días, es el festival. Mañana tendremos un ensayo general a las 5 en el teatro. La academia estará cerrada —Bella les recordó a las niñas de su penúltima clase antes de salir.

Cada año era igual de estresante, y más ahora cuando tenía que dividir su tiempo entre su novio y su hija, y la boda de Alice. Las niñas se despidieron de ella. Cuando acabará la última clase tenía que hacer algunas llamadas a los padres.

—Es la hora que mis pequeñas entren — Después de unos minutos Bella abrió la puerta que daba a la sala de padres para hacer pasar a las pequeñas. Una a una las empezó a saludar, respondiendo al mismo entusiasmo con que las niñas la saludaban.

Cuando terminó de saludarlas, recordó que su alumna favorita no la había saludado y no había entrado. Cuando levantó la mirada, se encontró con una niña con los brazos cruzados sobre su pecho y sus mejillas rojas e infladas.

— ¿Qué pasa, Susan? —le dijo divertida.

— No queo que beses a otas niñas, solo a mí, mami.

—Oye —Bella se acercó a ella y se agachó a su altura, descruzando sus pequeños bracitos en el camino —Ya hemos hablado de eso. En la academia soy tu profesora antes que tu mami y voy a tratar a todos por igual. No sería justo para nadie que tuviera preferencias hacia una persona —le intentó explicar.

—No es justo —Susan hizo un puchero.

—Oye eso no significa que no te amé. Imagina si fuera al revés ¿Sería agradable? —Susan negó con la cabeza — ¿Estamos bien ahora? ¿Quieres entrar a bailar con las demás niñas?

—Sí, peo con una combición —Susan levantó su pequeño dedo índice. Bella la animó para que continuara —Que a mí me des un besito y un abazo más fuete. Y que pometas que nunca me dejalas.

—Lo prometo, bebé —Bella acercó el pequeño cuerpo de Susan al suyo y la abrazó con todas sus fuerzas, regandó pequeños besos en su mejilla que la hicieron reír. Bella levantó la mirada y se encontró con la del hombre que estaba empezando amar con locura.

Si su vida se resumiera en un momento, quería que fuera justo en ese.

Bella cerró la puerta principal al salir la última niña con su madre o chofer. Regresó al salón donde Susan le enseñaba a su padre los pasos que tenía que hacer en la presentación.

— ¿Baile bonito, papi?—Susan se acercó corriendo a su padre y le apretó las mejillas.

—Vas a ser la mejor bailarina de la noche —Edward besó su frente y se levantó del piso donde estaba sentado.

—Hola, perdón por no haberte saludo antes—Bella se acercó a ellos, Edward la abrazó con su brazo derecho y la agregó al abrazo. Acercó sus labios a los de su novia y la beso dulcemente.

—Hola —le sonrió. Escucharon la risa de Susan quien estaba tapando sus ojitos.

— ¿Ya puedo vel? —dijo entre risas. Bella le destapó los ojos y dejó un beso en su nariz.

—No mientas bribona, sé que viste todo —Susan se sonrojó y se escondió en el cuello de su padre.

—Pensé que tal vez, podríamos acompañarte con Alice y así ver a Esme.

— ¿Quién es Esme? —Bella levantó su ceja y pusó sus brazos en forma de jarra.

—Esme, ¡es mi abuelita Esme! —Susan gritó emocionada.

—Edward… no sabía que tu madre iba a ir —le dijo nerviosa.

—Bueno, ella acaba de llegar de su cuarta luna de miel con mi padre —Edward le explicó — Ni intentes escapar, Isabella —le dijo al ver la cara de espanto de su novia —Mi madre no muerde. Además, digamos que está un poco emocionada de verte.

—Mi papi no deja de hablar de ti, mami.

— ¿Eso es cierto, Edward? —Bella se acercó a él, Edward asintió nervioso — ¿Y por qué hablas de mí a tus padres?

—Po-por qué te amo y quiero que los conozcas.

—Te das cuenta de que si conozco a tus padres, esto va ir en serio y nunca podrás deshacerte de mí.

Edward tragó el nudo de su garganta antes de hablar.

—Eso es lo que más quiero.

Los ojos de Bella se empeñaron de lágrimas al escuchar las palabras de su novio.

—Muy bien —Dijo tratando de que su voz sonara normal —Es hora de que nos vayamos antes de que Alice se vuelva loca.

...

Estacionaron frente a la lujosa tienda de vestidos, Bella respiró para tranquilizarse antes de salir del coche. Fue cuando Edward tocó su ventanilla que se dio cuenta que tenía mucho tiempo dentro del coche.

— ¿Piensas salir? —Edward le preguntó.

—Lo siento, me he quedado perdida.

Edward ayudó a bajar a Bella del coche y tomados de la mano se dirigieron a la tienda.

—Alice Cullen —le dijo a la dependienta. Ella asintió y los dirigió tras una puerta, donde había una sección de la tienda solo para clientes exclusivos.

—Hola Bella —Alice se acercó a ella con pasos tambaleantes. En su mano derecha sostenía una copa con un líquido espumoso — ¿Qué haces tú aquí? —se paró abruptamente al ver a su hermano mayor.

—Hola hermana, vine acompañar a Bella. Me da mucho gusto verte —le dijo sarcásticamente.

—Hija, creo que deberías dejar el Champagne por hoy —Una señora con rasgos dulces se acercó a ellos. Le quito la copa a Alice y giro hacia los recién llegados —Hola, soy Esme Cullen ¿tú debes de ser Bella, no es así?

—Buenas noches, señora Cullen.

—Basta de eso, puedes decirme solo Esme. —La mujer le guiño el ojo —Oh, mi conejita se ha quedado dormida. Hola, nene.

Esme se acercó a su hijo y a su nieta.

—Sí, se quedó dormida a mitad del camino.

—Es una pena —Esme acariciaba los cabellos de su niña —Deseaba verla y entregarle el obsequio que le traje de España.

Susan se empezó a remover en los brazos de su padre y sus pequeños parpados a revolotear.

—Abuelita —Los presentes empezaron a reír quedito — ¿Quielo mi legalo? —la niña susurró con voz dormida.

—Sh… nena, duerme. Cuando despiertes en la mañana te lo daré —Susan asintió adormilada y se volvió acomodar en los brazos de su padre.

—Acompáñame, preciosa—Esme palmeó la mano de Bella y la encaminó hacia donde estaban el resto de las chicas. Bella volteó asustada para ver a Edward. El negó riendo y las siguió.

Alice estaba en un estante buscando entre las bolsas hasta que dio con uno.

—Bella este es tu vestido, pues entrar en cualquier probador —Alice le guiño antes de entregarle el vestido.

Bella entró al probador y sacó de la bolsa el vestido que debía de usar en la boda de Alice. Era un vestido realmente hermoso. Era de un hermoso color nude con algunos destellos, era muy recatado por enfrente, llegaba justo encima del busto y tenía unas pequeñas mangas de encaje que apenas cubrían los hombros. Era la parte de atrás era donde las cosas se ponían realmente peligrosas, pues la espalda era descubierta en forma de ovalo. Alice se había esforzado realmente en el diseño del vestido.

Bella se probó el vestido, pero se dio cuenta que no podía abrocharse el pequeño botón dorado que estaba justo detrás de su cuello. Después de intentarlo varias veces, se rindió y decidió que era mejor buscar ayuda.

—Uh… ¿Alice? Necesito ayuda —le dijo asomando la cabeza por la cortina. Alice se levantó de su asiento dispuesta a ayudar a su amiga, cuando su madre le palmeó la mano y se levantó de su asiento.

—Yo ayudare a Bella. Creo que es hora de que tú vayas a buscar tu vestido — le dijo a su hija. Alice asintió emocionada y acompañó a una de las dependientas que le hizo una señal.

Bella se retiró de la cortina para dejar entrar a Esme al probador. Estaba muy nerviosa.

— ¿Todo bien con el vestido? —Esme la miraba a través del espejo.

—Uh, sí. Me queda perfecto, pero mis manos no alcanzan el botón superior.

— Oh, eso es un problema. Espero que mi hijo este contigo el día de la boda para poder ayudarte a ponerte hermosa.

Bella levantó su cabeza y Esme se puso tras ella.

—Ahora entiendo que vio mi hijo en ti.

— ¿Y es algo bueno o malo? —Bella intentó bromear.

—Muy bueno. Eres muy bella y no me refiero a solo por fuera. Sé que mi hijo te ama y puedo ver que tú también. Me alegra que el destino los haya encontrado. Forman una encantadora pareja. Me recuerdan a mi esposo y a mí, hace algún tiempo.

Bella escuchaba atentamente las palabras que le decía Esme, la observaba a través del espejo.

—Sé que puedes tener miedo de mí, pero no lo tengas. No muerdo —Esme bromeó —Bueno, solo a mi esposo. —Esme rió y Bella se sonrojó.

—Listo, linda. No creo que necesites ningún ajuste. Te queda como un guante.

—Muchas gracias —Esme asintió y volteó para salir — Esme —Bella la llamó —Muchas gracias por tu confianza.

—Gracias por confiar en nuestra familia.

Después de salir del vestidor, Bella se reunió con Edward y se sentó entre él y su mamá. Todos estaban esperando a que Alice saliera del probador con su vestido. Después de unos minutos, Alice salió luciendo un poco insegura.

La mayoría de las chicas que estaban ahí, incluyendo Bella y Esme, empezaron a decirle lo hermoso que estaba el vestido, lo hermosa que estaba ella.

—Edward… ¿Cómo me veo? —preguntó insegura a su hermano.

— Como una princesa hermana —Alice camino para abrazar a su hermano por la cintura. La mayoría de las presentes no pudieron evitar las lágrimas que asomaban por sus ojos —Jasper será muy afortunado en tenerte como esposa.

...

Dos días después.

— ¿Trabajaras hoy? —le preguntó Bella a Edward. Esta última semana se había quedado junto con Susan en su casa durante las noches.

—Sí, pero he pedido permiso para salir un poco antes. Alice, también libero su agenda hoy para poder llevar a Susan justo a tiempo. —Bella se acurrucó contra el pecho de Edward.

—Hoy será un día muy pesado, me siento culpable por estar acostada todavía —Se movió un poco para dejar su barbilla presionada contra el pecho de Edward.

—Cariño, tienes todo preparado para la noche, todo está perfectamente organizado, el vestuario, la escenografía, todo —Edward acarició su cabello.

—Bueno siempre hay una posibilidad.

—Pero esa pequeña posibilidad no sucede, si algo sale mal preocúpate, pero justo ahora no. Déjame disfrutar de unos cuantos minutos de tu presencia sin tener que compartirte con ningún duende malvado con rizos castaños.

—No hables así de Susan —Bella lo pellizcó.

—Sabes que es verdad.

—Reservaré mis comentarios —Bella lo besó antes de levantarse de la cama y caminar fuera del cuarto.

...

—Hora del último número—Jane palmeó el hombro de Bella. Bella por fin pudo sentir que parte de la tensión que había sentido durante las últimas dos horas estaba a punto de desaparecer.

Bella siguió viendo desde un lado del escenario como las niñas se movían en el escenario. Justo en este momento estaban bailando las jóvenes de quince años, ellas eran más experimentadas por lo cual la técnica del número era más avanzada.

—Ben, recuerda apagar las luces al acabar el número —Jane habló por el radio que traía en su mano — ¿Bella necesitas algo?

—Solo diles al resto de las niñas que se preparen para salir.

El último número consistiría en un baile en donde participarían todos los alumnos de la academia, desde los más pequeños hasta los más grandes. Era un número ambicioso, pero Bella esperaba que saliera bien.

Miró hacia el público y ahí estaban todos los Cullen: Edward, Alice, Esme, el que suponía era Jasper y Carlisle, el padre de Edward. Todos habían estado demasiados atentos a la presentación de Susan, que a diferencia de las otras niñas que se quedaban paralizadas a la mitad del número o se paraban a saludar a su familia, ella se mantuvo concentrada en todos los pasos que tuvo que hacer.

Era normal que en la categoría de su niña, estas se distrajeran, pero más que molestarla, le divertida al igual que el resto del público.

Las chicas que estaban en el escenario acabaron su número y pasaron por un lado de ella. Bellas las felicito.

Las luces se apagaron por unos minutos, cuando todas estuvieron en su lugar, la música empezó a sonar, las luces se prendieron y las niñas salieron al escenario. Después de varias canciones. El número termino. Ahora era su turno, tomó el micrófono que Jane le ofreció y salió al público para agradecer su presencia.

—… Y de nuevo, muchas gracias por asistir. Los invitamos pasar a la pequeña recepción que se encuentra en el salón de enseguida. Gracias.

Los padres se levantaron de su asiento y empezaron aplaudir al igual que las niñas hacia su maestra. Susan salió del escenario y unos segundos después entro de nuevo pero con un ramo de flores que le entregó a Bella. Los presentes aplaudieron con más entusiasmo. Bella se agachó a la altura de Susan y le dio un sonoro beso en la mejilla.

—Gracias.

...

Edward entró con el resto de los Cullen a la recepción, todos estaban impacientes por felicitar a la más pequeña de ellos. Saludó a algunas madres y padres de familia que caminaba por el salón.

—Señor Cullen —Jane se acercó a él, en su mano derecha sostenía a Susan.

—Buenas noches, Jane.

—Bella me pidió que cuidara a Susan hasta que ustedes llegaran —Carlisle se agachó a la altura de su nieta y la tomó en brazos.

—Muchas gracias, Jane. ¿Y dónde está ella? —Jane sonrió como el gato de Alicia en el país de las maravillas.

—Ella está en una junta, el día de hoy asistieron al festival unos franceses. Cuando termino la función se acercaron a ella y le pidieron hablar por unos minutos. No creo que tarde mucho en salir. Con permiso —Jane se alejó dispuesta a arreglar algunos asuntos referentes a la comida.

—Hijo, ¿Dónde está, Bella? —le preguntó Esme

—Parece que está en una junta, en un momento saldrá.

Esme asintió y mientras que esperaban que Bella llegara siguieron felicitando a Susan.

...

—Lo que queremos señorita Swan, es que sea parte de nuestra academia y coreógrafa de nuestra compañía de Ballet. Necesitamos un aire joven e innovador en nuestra academia.

—Monsieur Vulturi, yo necesito pensarlo. Me siento alagada por su propuesta pero todo es tan rápido.

—Piénselo señorita Swan. Tome esto como una propuesta informal. Llevaremos nuestro informe a la academia y la postularemos. Si el consejo cree conveniente invitarla a nuestra academia, le enviaremos una propuesta formal y después, usted será libre entonces de decidir si desea ser profesora de una de las academias con más prestigio en Francia. Au revoir

—Au revoir, Monsieur Vulturi

Se despidieron con dos besos en la mejilla, la oportunidad de su vida había llegado. Siempre había deseado que su academia se convirtiera en una de las más grandes o trabajar en una de ellas. Incluso Aro, le había dicho que podía seguir manteniendo su academia ahí en Washington, y que incluso le aseguraba que su academia iba a tener más éxito.

Bella cayó exhausta en uno de los sillones que se encontraban en la pequeña sala privada del teatro. Tenía mucho que pensar, lo que se convirtió en su nuevo propósito después de aquel fatídico accidente, había llegado. Tal vez, ya no podría bailar frente a un público, pero podría compartir su experiencia y pasión a estudiantes que tenían los mismos sueños que ella hace algunos años.

Un sentimiento de alegría embargaba su corazón, pero sabía que había una espinita que la molestaba, que no le permitía disfrutar esta noticia completamente, que la hacía dudar.

—Toc, toc— Edward asomó la cabeza por la puerta.

Fue ahí cuando Bella se dio cuenta, que aunque anhelaba trabajar y enseñar en una escuela prestigiosa, sus sueños se habían modificado un poco, pues no quería cumplirlos sola, quería que a su lado estuvieran Edward y Susan, aquellas dos personas que habían llegado para modificar completamente su forma de vivir la vida y por supuesto sus anhelos.

— ¿Estas ocupada? —le preguntó.

— ¿Qué? Oh, no. —Bella sacudió su mano.

Edward la miró preocupado, por su mirada ahuyente, sabía que Bella le ocultaba algo. Caminó hacia donde estaba ella y se agachó a su altura. Sus manos acariciaban de arriba abajo las piernas de Bella.

— ¿Estas bien amor?

—Estoy muy bien, muy contenta—Bella asintió. Empezó a acariciar los pómulos de Edward con sus dedos pulgares.

— ¿Segura? —Bella le asintió — ¿Por qué vinieron esos hombres?

— ¿Ellos? Nada importante—Encogió sus hombros. No quería que Edward supiera de algo que aún no estaba ni confirmado —Suelen venir a esta clase de festivales —Edward la miró con la ceja levantada —De verdad—le sonrió — Solo me felicitaron por el recital. Les gustó mucho —Bella se inclinó hacia Edward y lo besó. —Vamos, Susan debe de estar esperándonos.

...

— ¿De verdad no puedes pasar El día de acción de gracias con nosotros? — Edward pasó su nariz por la barbilla de su novia.

Bella giró hacia él, acomodó uno de sus manos en su cabeza.

—Ya sabes cuál es el trato. Paso el día de acción de gracias con mis padres y Navidad contigo y Susan.

Ambos estaban en la cama después de un largo día, la recepción después del recital había pasado con calma, todo el mundo se había despedido y esperaban disfrutar una deliciosa semana de vacaciones.

Edward imitó su pose.

—No es justo—Bella rió al ver el puchero de Edward.

—No se puede negar que Susan es tu hija —Se burló.

—Ja ja —Edward la imitó — Cuando seas mi esposa, no te dejare ir a ningún lado sin mí.

Ambos se quedaron en silencio por las palabras que eso implicaban. Edward negó con la cabeza, estaba dispuesto a retirar lo último que había dicho para que la situación no se tornara incomoda.

—Espero que cumplas tu palabra, amor. —Bella le sonrió, sus ojos se encontraban cristalinos.

—Prometo que lo haré, hermosa—Edward tomó entre sus manos la mano izquierda de Bella y dejó un beso en su dedo anular —Un día, no tan lejano, podremos decir que nos pertenecemos el uno al otro.

—Creo que ese día ya llego porque mi corazón pertenece a ti, Edward Cullen.

—Y el mío a ti, Isabella Swan.

Esa noche ambos se quedaron durmiendo en los brazos del otro. Y desde la apertura de la puerta, una pequeña niña de rizos celebraba bailando en silencio la confirmación de amor de sus papis.

...

— ¡No es justo! ¡Yo queo il con mami!— Susan empezó a brincar molesta en los sofás de la sala. Sus pequeñas manitas estaban en puños y su carita roja después de llorar por quince minutos.

—Susan ¡Alto! Te vas a caer. —Edward corrió hacia la sala y la levantó en brazos, Susan empezó a patalear — ¡Basta! —la dejó en el suelo y Susan se sentó en el piso con los brazos cruzados. Edward nunca había visto a su niña hacer un berrinche tan grande.

Quieo il con mami —Dijo después de un juego de miradas con Edward.

—No puedes ir.

— ¡Ees muy malo, papi!

—Yo no soy el único malo, Susan. Estas siendo muy grosera y malcriada— Edward se sentó en el sillón en el que antes estaba brincando Susan y abrió el periódico. Trató de ocultar su risa al ver a su hija haciendo pucheros.

Todo empezó desde esta mañana cuando los tres estaban desayunando. Bella se sentó a un lado de ella y le explicó que tenía que viajar por unos días.

Está bien mami, pero necesito buscal mi mochila de pincesas y tengo que meteel mis cuadelnos de coolear y mi efelante o y tamben mis muñecas. ¿A qué hola nos vamos?

Nena—Isabella acarició sus cabellos—Tú te quedaras en casa con papá y los abuelos. Yo viajare sola.

Peo ¿por qué? ¿Ya no me queles? —Susan estaba usando la técnica de mirar a las personas con sus grandes ojos.

Por supuesto que si —Susan sonrió —Pero eso no cambia las cosas, tengo que visitar a mi padre ¿sabes? Hace mucho tiempo que no lo miró y me gustaría pasar tiempo con él.

Aunque pensaron que Susan había entendido, no fue de todo fácil que Bella saliera de la casa, fue una suerte que los vecinos no hubieran hablado a la policía por los gritos y llanto de Susan. Incluso Bella perdió uno de sus tenis cuando Susan se prendió de su pierna al intentarse despedirse. Después de jalar su pierna por unos cuantos minutos, se pudo zafar. Se escapó hacia la puerta y Edward la cerro.

— ¡Ya no te quielo! —Susan le gritó.

—Está bien —Edward se encogió de hombros y siguió fingiendo que leía el periódico. Las palabras de su hija lastimaron un poco su corazón aunque sabía que era el enojo y la frustración hablando por ella —Espero que Santa este en este momento viendo cómo te estas comportando. No me sorprendería que encontraras un pedazo de carbón debajo del árbol en navidad.

—Santa no haia eso —Edward levantó una ceja —Yo he sido una niña buena. —Susan corrió donde su padre y metió su cabeza por debajo del periódico, ahora estaba frente a su padre.

—No lo has demostrado los últimos minutos. No has dejado ir a mamá a visitar a su padre, me has desobedecido y has dicho que no me quieres ¿de verdad ya no me quieres?

—Si te quielo papi. Es sólo que extaño a mami —Susan hizo un puchero.

—Yo también, bebé —Edward la subió a tu regazo — Pero mira, solo serán tres días y mamá estará de vuelta con nosotros. Pasarán volando porque será acción de gracias y estaremos muy ocupados, ni siquiera lo notaras.

— ¿Me lo julas, papi?

—Te lo juro princesa.

Y fue así, por lo menos para Susan que los últimos tres días se la pasó jugando con sus primos en casa de sus abuelos. Al llegar la noche caía rendida en un profundo sueño que no la despertaba hasta el día siguiente. El problema era de él, que no dejaba de pensar en su novia, especialmente durante las noches en las cuales, no dejaba de añorar su presencia . Habían hablado algunas veces por teléfono, pero esto no era lo mismo para Edward.

Después de acción de gracias y la llegada de Bella a Washington, se terminó noviembre y empezó diciembre. Pronto las compras para navidad empezaron, por lo cual en algunas ocasiones visitaban el centro comercial hasta cinco veces por semana.

—Quiero que navidad la pases conmigo—Bella lanzó un gritito cuando se vio atrapada por los brazos de Edward. Edward recostó su cabeza en el hueco de su cuello y dejó un beso ahí.

—Pensé que ese era el plan —Bella le sonrió.

— A lo que me refiero es que, después de la cena con mis padres quiero que te quedes en casa, nuestra casa.

—Oh… Eso sería grandioso amor, yo no quería romper las tradiciones que han creado juntos. Pero me encanta la idea.

—Quiero que hagamos nuevas tradiciones, los dos juntos, los tres: tú, Susan y yo.

Bella no pudo más que enredar sus brazos en el cuello de su novio y besarlo hasta dejarlo sin aliento aceptando la invitación.

...

—Mami, ¿puedo maquillame como tú?—Susan miraba a Bella desde la entrada de la habitación principal.

—Aun eres muy pequeñita amor — Bella se giró hacia su pequeña.

—Eso no es cieto —Susan infló sus pequeñas mejillas —Ya estoy gande.

—Tienes razón, cielo. Acércate —Susan entró brincando en la habitación mostrando su vestido azul con algunos brillos en la falda. Usaba unos zapatos blancos que repiqueteaban contra el suelo de madera cada vez que brincaba. Bella tomo entre sus cosas un brillo labial transparente y lo acercó a los labios de Susan —Listo muñeca, ya eres hermosa y no necesitas más maquillaje.

Susan sonrió y giró hacia el espejo para verse reflejada a un lado de su madre que la miraba con adoración. Aunque no eran madre e hija biológica, compartían varios rasgos como los grandes ojos marrones y el cabello marrón rizado.

—Mami, ¡somos iguales!—Exclamó Susan emocionada.

—Es cierto, amor—Bella le confirmó. Ambas se quedaron mirando el reflejo de la otra. Bella acariciaba los rizos de su pequeña.

— ¿Mami? —Bella le prestó atención a Susan. Se sorprendió cuando se giró y la miro con su rostro lleno de seriedad — ¿Por qué mi mami nunca me quiso?

—Nena —Bella tomo entre su manos las delicadas manos de Susan — ¿En dónde escuchaste eso? —Bella se tensó y le sonrió a Susan tratando de ocultar su sorpresa. Iba a matar al responsable de que su niñita estuviera ahora sufriendo.

—Escuche a papi guitale a ota pesona po el teléfono. —una lagrima resbaló por su mejilla.

—Creo que fue un error, Susy. No creo que papi estuviera hablando de ti y de tu mamá.

—Mamá no me quellia, yo lo sé. Papi guitaba que nunca me iban a conoce poque al igual que mami ellos tampoco me quiseon. ¿Quiénes son ellos?

—Nena… yo no sé. Creó que deberías hablar con papá, él te podrá responder todas tus dudas. —Bella atrajó a Susan a su pecho.

—No impota, ahoa te tengo a ti, a mi nueva mami. ¿sempe lo seás vedad? —Susan levantó su mirada hacia Bella, aquella mirada que busca la seguridad de una madre, de una que no había tenido por mucho tiempo. — ¿sempe me vas a queller?

—Por supuesto que sí, siempre seré tu mami y te voy a amar por el resto de mis días, incluso cuando seas una adolescente y no me quieras ver. —Bella abrazó con más fuerza a Susan y depositó muchos besos en su cabeza.

—Eso nunca va a pasa, mami. —Susan respiró el aroma de su madre y por primera vez se sintió completa y sabía que su lugar era entre esos brazos.

Edward colgó furioso el teléfono de su oficina en su casa. Los abuelos de Susan estaban "arrepentidos" y querían conocer a su nieta, de la cual no querían saber nada hasta hace unos días.

Después de tomar un poco de whisky se tranquilizó, hoy era noche buena y debía de estar de buen humor, sería una excelente noche. Cenarían en casa de sus padres y después regresarían a su casa en donde Bella se quedaría a pasar la noche, si nada se lo impedía, le haría el amor a su novia toda la noche, después de pedirle que se mude con ellos. Sería la noche perfecta y nadie se lo impediría.

Miró la hora en el reloj de su escritorio y se dio cuenta que ya era tiempo de que salieran antes de que el trafico loa atrapara en la ciudad. Caminó por el pasillo hasta entrar a su habitación. Se encontró con Bella abrazando a Susan mientras le susurraba palabras de amor al oído.

Bella lo escuchó entrar y le dijo con la mirada que algo no estaba bien. Después su vista se dirigió a Susan.

—Hola pastelito, ¿estás bien? —Edward se acercó y se agachó a la altura de Susan. Esta abrió los ojos y lo miró. Edward se dio cuenta que los ojos de su niña tenían un tinte de tristeza.

Ahola si, papi.

Bella separó a Susan de su cuerpo y la miró a los ojos.

—Creo que es mejor que ustedes hablen a solas—Bella dejó un beso en la mejilla de Susan que la hizo reír — Estaré en la cocina por si me necesitan —Bella se levantó de la silla y salió por la puerta cerrándola en su camino.

—Nena, ¿por qué no vienes con papá y le dices que pasa? —Edward se sentó en la orilla de la cama y palmó el lugar a su lado para que Susan lo acompañara.

—Te escuché habla po teléfono.

— ¿Ah sí?, ¿Qué escuchaste? —Edward la miró.

—Dijiste que mi ota mami no me queia.

Edward pensaba que este momento nunca llegaría. Que su hija se enteraría de la verdad.

—Acepto que dije eso. Pero lo que dije no fue verdad —Susan despegó su mirada de sus manos y miró a su padre. — No te he contado algunas cosas, pequeña, porque en este momento no las entenderías. —Susan iba a renegar diciendo que era una niña grande cuando su padre la detuvó. —Tu madre y yo nunca nos casamos. Fuimos novios durante mucho tiempo, pero al final nos dimos cuenta que no éramos el uno para el otro. Cuando se dio cuenta que tu venias en camino, pensó que no te amaba, pero ahora que te miro, sé que lo que tenía era miedo. El mismo miedo que tuve yo, cuando te tuve en mis brazos por primera vez, miedo de saber si será una buena madre.

"—Y el resto es historia, nena. Sabes que mamá no tuvo la oportunidad de conocerte, pero si lo hubiera hecho, hubiera olvidado todos los sentimientos negativos que tenía y se hubiera enamorado de ti. —Edward acarició la carita de su niña.

— ¿Y po que dijiste eso?

— Porque estaba enojado con la persona que me hablo —ambos se quedaron en silencio. —Hija, lamento mucho haber dicho lo que dije. Nunca debí de hacerlo.

—Está bien, papi. Yo cuando me enojo también digo cosas que no quiero decir.

— ¿Puedo tener un abrazo?—Susan asintió y en un segundo brincó sobre su papá, tirándolo en la cama y encerrándolo en un abrazo de osos. Edward rió y beso la cabeza de su hija.

—Siento interrumpir, pero si no nos apuramos, nos quedaremos atorados en el tráfico y eso no le gustara a nana Esme —Bella les habló desde la puerta. Padre e hija se separaron para bajar junto con Bella al primer piso y salir para disfrutar de una tranquila cena.

—Papi, ¿ya puedo abil mis degalos?

—No, princesa. Santa llegara hasta mañana —Edward volteó de nuevo a hablar con su padre.

— ¿Puedes decile que venga ahoda? Este año me pote muy bien

—Susan solo tienes que esperar una hora más, ve a jugar con tu primo Henry.

—Él es un bebé. Yo no juego con bebés.

—Su…

—Nena, ven aquí —Bella le habló a su hija. Desde que el reloj había pasado la hora de dormir de Susan, se mostraba demasiado hiperactiva, tanto que no paraba de brincar y parlotear sobre navidad —Tengo un obsequio para ti —Susan abrió sus grandes ojos y empezó a brincar en su sitio— Pero te lo daré solo con una condición —Bella levantó su dedo y Susan asintió —Tienes que tranquilizarte un poco —rió —y debes de prometer que lo cuidaras mucho.

—Sí, mami. Te lo prometo.

Bella abrió su pequeño bolso, y sacó una bolsita de terciopelo que estaba dentro de esta.

—Date la vuelta y cierra los ojos —Susan asintió contenta y rápidamente le hizo caso a Bella quien saco el contenido de la pequeña bolsa. Una cadena que cargaba un escapulario y un pequeño dije a un lado de unas zapatillas de ballet —Listo puedes ver que es—le dijo cuando ya se lo había puesto. Susan se giró y tomo el dije entre sus manos.

—Wow, gacias mamita. Está muy lindo. Nunca me lo quitae

—De nada, mi pequeña bailarina.

—Ábrelo, tesoro —le dijo Esme a su nieta. Susan abrió el escapulario y dentro de él se encontró una foto de ella y su mami juntas, vestidas como bailarinas. Ambas estaban abrazadas y sonreían a la cámara o al camarógrafo que había sido Edward.

—Bella, es una foto muy hermosa, deberías darme una copia para ponerla sobre la chimenea —le dijo Esme, sus cuñadas se acercaron a revisar el regalo de Susan.

...

A la una de la mañana se despidieron de todos los Cullen para regresar a su hogar. Todos estaban muy cansados por el día tan ajetreado que habían tenido. Además se iban a volver a ver en algunas horas cuando se reunieran de nuevo en la casa de Esme y Carlisle para tomar el almuerzo.

—Mami, ¿te dejalemos en tu casa?

—No, hoy me quedare con ustedes ¿qué piensas de eso?—Susan se tallo sus ojitos y bostezo.

—Sí, debeías quédate sempe con nosotos. Las mamis viven con sus hijas y su papá.

Bella no dijo nada, solo asintió. Pronto vio como Susan se quedaba dormida en su asiento.

El camino siguió en un cómodo silencio por parte de los dos amantes, cada uno sumergido en sus pensamientos.

— ¿Qué piensas de lo que dijo Susan? —le preguntó Edward al cerrar la puerta de la habitación de Susan.

—No sé, me tomo por sorpresa —Bella se abrazó a si misma — ¿Qué opinas tú?

—Creo que se me ha adelantado —Bella lo miró sin comprender —Porque esta noche te iba a pedir que te mudaras con nosotros —Edward la tomo por los hombros. Sonrió esperando su respuesta.

Bella lo miró a los ojos y abrió su boca intentando que alguna palabra saliera por ella. Su corazón, le decía que dijera que sí, que a ese hogar pertenecía. Su parte racional, le decía que no, que era muy pronto, que aun necesitaban conocerse, que tal vez si decidiera mudarse con él en ese momento ambos terminarían hartándose el uno del otro.

Su parte racional gano.

—He arrendado mi departamento por seis meses —Casi se quería dar de golpes contra la pared. Se imaginó como su corazón lo estaba haciendo en este momento y su cerebro la felicitaba.

—Supongo que eso es una nimiedad, que podemos solucionar —Edward le explicó.

— No puedo suspender el contrato. Edward… —le interrumpió antes de que dijera algo más —Podemos ir a dormir, estoy muy cansada. Y estoy segura que en unas horas Susan entrará gritando a tu habitación.

Edward asintió y entro caminando junto con Bella a la habitación que él pensaba era de los dos, no solo de él.

Los planes que tenía para esa noche se vieron arruinados cuando salió del baño y encontró la habitación a oscuras, Bella estaba tapada hasta la barbilla y le daba la espalda. Suspirando, caminó hacia la cama, abrió las cobijas y entró dentro. Acercó a Bella a su pecho y aunque estaban prácticamente al lado de ella, la sintió a kilómetros.

—Ya ameneció y Santa dejó muchos legalos—Susan brincó en la cama cayendo en medio de los dos. Sus rizos estaban por toda su cara haciéndola parecer un pequeño poodle.

—Hey enana, es muy temprano aun. —Edward la atrajó hacia él, retiró su cabello de la frente y dejó un beso ahí. Susan río. A su lado, Bella se empezó a despertar.

—Buenos días a los dos.

Bella tomó a Susan por las mejillas y plantó un beso en su mejilla izquierda. Se acercó a Edward y dejó un beso corto en sus labios.

— ¡Vamos abajo, vamos! —Susan salió de la cama y abrió la puerta para apurar a sus padres. Ambos negaron y salieron de la cama. Susan grito emocionada y corrió escaleras abajo.

— ¡Susan, no corras por las escaleras!

Bella caminó hacia Edward y lo tomó de la mano. Edward levantó la mirada para verla a los ojos.

— ¿Estamos bien?—le preguntó.

—Si —Asintió Edward —Supongo que empecé a ir demasiado rápido y te asuste.

—Sh…, no hay que hablar de eso. Posteriormente pasara, pero por el momento hay que disfrutar nuestra relación —Bella se levantó en sus puntas y dejó un beso corto en los labios de Edward —Bajemos antes de que Susan nos aviente por las escaleras —le sonrió.

...

—Falto mi begalo más ipotante —Susan se tiró en la alfombra.

— ¿A si? Se puede saber qué era. Porque yo veo aquí a tu princesa sirena, a el castillo de la princesa sirena, tu nuevo scooter y el disfraz de Elsa.

—Falto mi pellito. Mami Bella, tupometiste que me lo daias.

Bella recordó con nostalgia como tuvo que mandar a su perrita y a sus cachorritos a Forks con sus padres pues no tenía tiempo para cuidarlos.

—Susan, sabes que ahora ellos viven con mis padres. Tal vez en las próximas vacaciones podamos ir a visitarlos —Dijo esto último tomando la mano de Edward buscando su aprobación. Edward asintió y apretó su mano.

—Okaay—dijo alargando la última letra — ¿Puedo jugal ya con mis nuevos juguetes?

—Si —rió Edward —Pero solo un rato, tenemos que ir a casa de Bella y después con tus abuelos. Escoge los juguetes que te llevaras.

— ¡Yuju!—Susan gritó emocionada y rápidamente empezó a hablar con sus muñecas nuevas.

—No creas que me he olvidado de ti — Bella salió de su estupor y volteó para mirar a Edward —Antes que nada, no entres en pánico. No es lo que tú crees. —Edward rió al ver la cara de confusión de Bella. Se metió la mano en su bolsillo y sacó una pequeña caja de terciopelo. Vió como Bella contenía la respiración —Te dije que no pensaras mal, amor. Vamos ábrela —Bella tomó con temor la pequeña cajita y la abrió.

—Oh, Edward. Son hermosos—Le dijo viendo los pendientes de diamante rosa en forma de gota incrustado en la cajita — Muchas gracias —Se movió un poco más para poder abrazarlo y besarlo en la mejilla —Yo también tengo un regalo para ti —le dijo —Lo tengo en mi casa, pero te lo puedo decir —Se acercó más a él y le hablo en susurros —Tu y yo en Nueva York por cuatro días, solos; sin ninguna niñita inquieta a nuestro alrededor. —Se lo dijo en un susurro porque estaba segura que si Susan oía se uniría a los planes inmediatamente — No te preocupes por el trabajo. Hable con tu secretaria y tus superiores y digamos que tienes una semana de vacaciones. De nada —le dijo esto último sonriendo.

—Te amo —le dijo besándola —Eres perfecta, nena. Si no estuviera Susan frente a nosotros, ya te hubiera llevado a la habitación en mi hombro para demostrarte cuanto te amo —le susurro lo último.

—Tal vez me lo puedas demostrar más tarde. —le guiñó un ojo antes de levantarse y cambiarse para iniciar un nuevo día.

...

Sempe me ha gustado tu casa, mami. Se mila toda la ciudad desde las mentanas.

—Podemos ver como se mira la nieve en la ciudad, si tú quieres —Susan asintió.

Los tres entraron al edifico donde vivía Bella. Toda la noche había nevado por lo cual afuera todavía había nieve. Afortunadamente las máquinas de nieve ya habían pasado por las calles.

—Ed, podrías recoger mi correo mientras subo con Susan —le pidió Bella. Edward asintió y ella caminó con Susan hacia el elevador.

Edward caminó hacia los pequeños contenedores de correo, usó la llave que le había dado Bella y abrió el contenedor. Tenía una gran cantidad de correo, aunque claro, su novia en raras ocasiones revisaba su correo.

Caminoó hacia el elevador mientras repasaba los títulos de los mensajes para ver si había algo importante que avisar a su novia.

Facturas, una revista de moda, más facturas, publicidad, más facturas y un sobre manila con un sello de urgente en la parte de enfrente. Leyó el remitente provenía de la escuela de ballet Vulturi en París, Francia. No sabía que significaba eso.

— ¡Bella, tienes un paquete de París, dice que es urgente!

Bella dejó de hacerle cosquillas a Susan y se paró de la cama. Por el lugar del remitente sabía quiénes eran y que querían de ella.

— ¿Si-ii? ¿Podrías dejarlo en la mesita? Más tarde lo leeré—le contestó nerviosa —Vamos nena —le dijo a Susan —Es hora de irnos.

Tomó a Susan en sus brazos y salió de la estancia, había demasiado silencio y eso le preocupó. Entró a la sala y vio a Edward tapando su cara con las palmas de sus manos. Volteó hacia la mesita que estaba en el centro y vio el sobre abierto con una hoja de papel encima de este.

— ¿Edward? —le preguntó. Después de unos segundos en el que no obtuvo respuestas le iba a volver a preguntar cuando Edward le contestó.

— ¿Cuándo pensabas decirme que te ibas a ir? —Edward levantó su mirada. Bella pudo ver en sus ojos furia, decepción pero sobre todo tristeza.

—No-no sé de qué me hablas. —Dejó a Susan en el suelo.

Edward le extendió la carta que había en la mesa. Bella la tomó con recelo y la leyó rápidamente. En pocas palabras invitaban a Bella a unirse a su academia, en donde además de ser maestra de la academia, sería la auxiliar de la directora de la compañía de ballet de la misma academia, con posibilidades de ser nombrada directora por el próximo retiro de la actual dirigente.

Se sentía abrumada por tantas noticias, esto era lo que siempre soñó después de su accidente. La oportunidad de brillar aunque sea tras bambalinas y trasmitirles a sus alumnos el amor por la danza. Pero por un lado miraba a Edward que se notaba afligido por la noticia y a su pequeña niña que estaba presenciando la primera pelea entre sus padres.

Si era sincera, no sabía qué hacer. Quería tener la seguridad de que eligiera lo que eligiera, Edward y Susan iban a estar con ella, porque si no era así ella no quería nada de los lujos y la fama que le ofrecía Francia.

—Edward.

— ¿Cuándo deberías de estar en Francia? —le preguntó.

—El 1 de enero —le respondió sin entender

Edward se pasó las manos por el cabello y la cara. Repentinamente se paró y caminó hacia Bella con una sonrisa en labios.

—Tienes que ir —le dijo acariciando sus antebrazos. Bella notaba que sus ojos no reflejaban la emoción que decía sentir.

—Edward, tenemos que hablar, quiero saber lo que tú…

—No importo yo en esta ecuación, Isabella. Este es tu sueño. Tienes que ir a Francia y convertirte en una gran estrella y brillar aún más.

— ¿y qué tal si mis sueños cambiaron? ¿Si me quiero quedar aquí?

—Isabella, no quiero que te arrepientas de tus elecciones. Sé que eres una mujer que merece brillar, estar frente a grandes escenarios. Confió en que puedes hacer eso. Una ciudad como Washington solo apagaría tu luz, no quiero que eso pase. Quiero que vayas y conozcas otros lugares, que no tengas a nadie que te retenga en un lugar, quiero que experimentes y recibas el reconocimiento que mereces. Quiero que vayas a Francia patees algunos traseros y si tu corazón te pide que vuelvas, nosotros te estaremos esperando con los brazos abiertos.

—Tu…no…sabes nada —Bella le dijo con lágrimas a punto de derramar.

— ¿Qué tal si cambias de opinión en unos meses?, no quiero que nos odies —Edward atrajó a Bella a sus brazos.

—Eso no pasara nunca —Bella le dijo contra su pecho.

—Eso tú no lo sabes, amor.

Papi, ¿Po que lloda mami? —Susan se acercó preocupada.

—Lo que pasa, princesa. Es que mami acaba de recibir una muy buena noticia—Edward cargó con un brazo a Susan.

—Entonces no llodes, mami. Son noticias fedices. —Susan la beso en la nariz.

—Y ahora todo aclarado, debemos de apurarnos para ir con nana Esme —La sonrisa de Edward era tensa, Bella lo sabía. Sus labios se sintieron helados cuando la beso en la frente antes de salir de su departamento.

—Edward—le dijo antes de que cerrara su puerta del coche —Tenemos que hablar y será pronto —Edward respondió con un "hmm" y camino como un zombie hacia su lado del conductor.

Nunca habían viajado en un silencio tan incómodo desde la primera vez que la llevo a su edificio para reunirse con Alice y Susan. Incluso Susan que siempre era una parlanchina, se encontraba jugando en silencio desde su sillita en el asiento trasero.

Durante el almuerzo todos sentían la incomodidad entre Bella y Edward pero nadie se atrevió a preguntar qué era lo que pasaba. Aunque ambos intentaron guardar las apariencias se dieron cuenta que no estaban haciendo un buen trabajo. Bella solo sonreía ante las bromas de Emmett y Edward se la pasó la mayoría del tiempo con la mirada perdida.

—Gracias por venir, linda —Bella, Edward y Susan estaban a punto de retirarse a sus casas— ¿te esperamos aquí en año nuevo?

—No lo creo, mamá. Llevare a Isabella al aeropuerto el 31 de diciembre. Se va a Francia.

—Oh, querida —Esme le sonrió con ojos tristes —No sabía que te ibas a ir.

—Ni yo tampoco, Esme —le contestó Bella, miró con furia a Edward —Parece que alguien está muy ansioso de que me vaya —le dejo un beso en la mejilla —Hasta luego Carlisle —Se despidió del resto de los presentes y sin esperar a Edward salió de la casa hecha un torbellino.

— ¡Bella! Espera.

Bella volteó y miró que Edward venia corriendo tras de ella.

— ¿Qué quieres, Edward? Lo siento, tal vez debí preguntarte antes si podía venir al coche, ya que ahora decides todo por mí.

—Sabes que no fue mi intención.

— ¿Y cuál fue Edward? Porque me estas lastimando con tus acciones. Y si no te detienes pronto lastimaras a Susan —Bella picaba con su dedo el pecho de Edward.

—No sé qué esperas de mí. Pero yo no puedo estar con alguien que toma decisiones por mi sin consultármelo y más aún, cuando son decisiones que van afectar toda mi vida. Pareciera como si te estuvieras empeñando en que te odie—Sentenció. Edward apartó la mirada — ¡Oh por dios! Eso es lo que estas intentando —lo empujó.

Nunca habían tenido una pelea tan grande, sabía que estaba actuando sin ser racional, pero la frustración que sentía por dentro no la dejaba pensar.

—Pues eso nunca lo vas a lograr, aunque en este momento estoy muy enojada contigo, nunca seré capaz de odiarte Edward Cullen. Nunca. Y si crees que irme es lo mejor para los dos, si dices que me conoces tanto y que esto es lo mejor , olvídalo, para los tres. Está bien, me voy a ir, pero tú le dirás a Susan que me iré porque su estúpido padre no quiere pelear por nosotras.

Bella trató de crear alguna reacción en Edward pero este solo se encogió de hombros. Bella gritó y se giró con frustración.

—Bella…

—Edward, solo olvídalo —se masajeo las cienes —Solo quiero ir a mi casa.

— ¿Quieres que prepare algo?

Bella negó con la cabeza, se giró hacia él. Sus ojos estaban llenos de lágrimas no derramadas y se estaba mordiendo el labio.

—Quiero estar sola, necesito pensar.

—Ok—Bella derramó algunas lágrimas mientras miraba a Edward caminar de nuevo hacia la casa para recoger a Susan.

Por suerte cuando llego de nuevo Susan iba dormido en sus brazos. Después de acomodarla, Edward arranco el auto y se dirigió hacia el complejo de departamentos de Bella. De nuevo, ambos iban sumidos en un profundo silencio.

—Gracias por traerme—Bella no esperó a que él le abriera la puerta o la acompañara hasta su edificio —Despídeme de Susan.

—Bella.

— ¿Podrías llevarme al aeropuerto el 31? No tengo nadie más que me lleve y me gustaría despedirme de Susan —Finalmente miró a Edward el cual sintió que su corazón se rompía, quería retirar todas las palabras que había dicho. Quería que ella se quedara con ellos.

—Bella no…—Iba a empezar a hablar.

—Ya olvídalo, Edward —le contestó con voz cansada — Ya todo está dicho. Hasta luego.

Con un portazo cerró la puerta del coche y se dirigió hacia la entrada del edificio.

...

Decirle a Susan no fue tan difícil como pensó Edward. La niña lo tomó con demasiada tranquilidad, para luego darle una respuesta a Edward que le dejó sorprendido. Aunque sabía que estaba mal, Edward no tenía el corazón para decirle a su hija que Bella si se iba a ir y todo por la culpa de él.

Eso no es cietole contestó —Mi mami me prometió que nunca me dejadía. Y ella cumpe sus plomesas.

Nena.

No, papi. No estes tidste. Mami no se va a ir. Y si se quiere id a Fancia, tu no vas a dejad que nos deje. Vas a coded por el adopueto pada decile que no se vaya y fin, sedemos felices por sempe. Ahoda ¿Quiedes más té?

Su hija le había dado una gran idea.

Durante la semana que paso de navidad a año nuevo, Edward y Bella no se vieron, solo se comunicaron por teléfono las cuales terminaban en pocos segundos porque Susan quería hablar con su mami.

Mami ¿Po que no vienes casa? Te extaño. —Susan le dijo al otro lado del teléfono.

Yo también te extraño, princesa. Pero estoy un poco enferma —le mintió, aunque claro su voz rasposa y nariz congestionada por llorar mientras escuchaba a su bebé se podía confundir con un resfriado.

Yo puedo id a cuidadte.

No, tesoro. No quiero enfermarte. Nena —cambió la conversación, mañana se iría y quería saber si Susan estaba enterada —Papi ¿ya habló contigo?

Sí, él me dijo que los niños no se maquillan, que pod eso no puedo jugad conmigo a las pincesas.

No, no de eso —rió Bella, su niña siempre le sacaba risas sinceras — Sabes que mañana tengo que salir de viaje ¿cierto?

Si —Susan le contestó con voz aburrida. Edward vio a su hija rodar los ojos y se preguntó que estaría hablando con Bella.

¿Y sabes que estaré lejos por algún tiempo?

Sí, pero no te vas a id. Tú me lo pometiste.

Nena, sabes que te amo mucho…

¡No mami! Tu dijiste que no me dejadias. Yo no quedo que te vayas y si te vas yo me voy contigo.

Nena, no puedes dejar a papi solo. Él se pondría muy triste.

Pero tu estarás tiste —Su niña estaba tan en lo cierto — Papi puede acompañanos.

Susan, tu padre tiene un trabajo el cual no puede dejar. —Sabía que Susan estaba a punto de llorar —nena escucha, yo voy a volver cada vacaciones o fecha especial para poder verte. Además podemos hablar por teléfono o por computadora cada vez que quieras ¿recuerdas que es muy divertido? Sera como si estuviéramos juntas —Intentó desesperada.

No, po favod.

Susy, hazlo por papi. Si te vas el estaría muy triste y ni tu ni yo queremos eso ¿verdad? —Susan asintió al otro lado de la línea —Yo te prometo llamarte todas las noches e incluso si tu papá quiere, puedes venir de vacaciones por unos días ¿no es eso genial?

Si—dijo tímida pero emocionada a la vez.

Qué bueno que entendiste tesoro. Nos vemos mañana.

¡Te amo! —le gritó a la bocina.

Yo también te amo, hermosa —Bella rió con el entusiasmo de su niña.

Susan le entrego el teléfono a su padre después de hablar con Bella. Edward estaba dispuesto a hablar con Bella, pero cuando tomo el auricular se dio cuenta que la llamada había sido finalizada. Antes de poder hacer otra cosa más, su hija llamo su atención y espero que mañana pudiera solucionar todo.

—Hola —le dijo Edward al abrirle Bella la puerta. Pudo notar sus ojos hinchados y su nariz roja.

—Mm…hola—Bella no podía creer que Edward se miraba tan contento. Parecía que de verdad estaba feliz porque se iba a ir. Sorprendida, no se dio cuenta que Edward la abrazó y la encerró entre sus brazos.

—Es hora de irnos.

.

No podía creer que ambos estuvieran de tan buen humor y ella se estuviera muriendo por dentro por dejarlos. Si antes sentía que su corazón estaba partido en muchos pedazos, ahora sentía que todo su pecho lo estaba.

Llegaron al aeropuerto justo a tiempo para que Bella iniciara con el papeleo. Mientras lo hacía, Susan siempre estuvo a su lado en sus brazos. Quería pasar el máximo tiempo posible con su princesa.

Trato de aguantar todo el tiempo posible junto a ellos, pero el la hora del despegue había llegado y y acababan de anunciar el último llamado para su vuelo.

—Ese es mi vuelo —les anuncio Bella —Será mejor que me vaya.

Bella se agachó a la altura de Susan y la miró a los ojos.

—Cuídate mucho. Espera mi llamada pronto. Cuida el regalo que te di y cuida mucho a tu padre ¿Si? Te amo, nena —Bella abrazó contra su pecho a Susan, respirando por última vez su olor a bebé.

—Edward—le dijo cuando estuvo frente a el—cuida mucho a Susan y cuídate tú. Espero que no te moleste que llame todas las noches a Susan.

—No lo hagas.

— ¿Qué? —Bella levantó la mirada y vio a Edward sin entender.

—Que en lugar de hablarle todas las noches, la mires y estés con ella todas las noches.

Bella no sabía si su cerebro le estaba jugando una mala pasada. Se abrazó a él y escondió su cara en su pecho.

—Edward, dime que quieres que me quede y me quedare. Necesito escucharlo de ti —Edward sintió que Bella ya está llorando.

—Amor, eso es justo lo que te estoy pidiendo. Tal vez sea egoísta pero te necesito a mi lado y al de mi hija, nuestra hija. Quédate por favor e iniciemos juntos una familia.

—Quiero que seas egoísta por nosotros y si, me quedo, me quedo con ustedes. —Bella brincó y enredó sus piernas torno a la cintura de Edward, tomó su cara entre sus manos y plantó miles de besos desesperados por toda su cara

— ¡Sí! ¡Yuju! —Susan brincó y aplaudió en su lugar.

Bella separó sus labios de los de Edward y miró alrededor para ver a toda la gente que los observaba con sonrisas en sus rostros, algunos hasta empezaron a aplaudir. Bella se sonrojo y escondió su cara en el rostro de su novio.

Cuando los aplausos terminaron y el ritmo del aeropuerto volvió a la normalidad. Bella bajó del regazo de su novio.

—Edward, cásate conmigo.

Susan tapó su boca de sorpresa y empezó a brincar emocionada de nuevo. Su mami le había ganado a su papi.

"—no tenemos anillos pero eso no importa…

Edward la interrumpió con un beso.

—Eso lo podemos arreglar muy fácil, mi amor —Edward abrió su abrigo y saco una cajita de terciopelo —y esta vez no son unos pendientes—le dijo. La abrió y le mostró un sencillo anillo con un diamante rosa en forma de gota —y si, acepto casarme contigo.


Muchas gracias por su enorme paciencia y por continuar leyendo; hola a las nuevas lectoras que se salvaron de esperar mucho tiempo para leer la segunda parte. Espero que haya sido de su gusto y ahora si, me despido porque sino este Two-shot se convertiría en un fic largo.

Hay un grupo de Facebook por si quieren unirse, el link esta en mi perfil. Si no solo buscan el el buscador de facebook con mi nombre de autor y listo.

Y por cierto, ¡Feliz Navidad!

:)