renuncia: sí, soy un hombre japonés, y según todos, dibujo del asco. Está de más que snk pertenece a Hajime Isayama.

n.a general: no quiero que el Eremika escasee, aún más, así que me animé a una colección de drabbles/viñetas/ideas rápidas con la tabla que no debí haber tomado(tm) Serán cosas cortas, headcanons que tengo que sacar de mi sistema y un desahogo de feels por el otepé. Disfruten ?


título: esto no debería ser

summary: A Eren no le gustan las manos de Mikasa, tampoco las suyas. Están llenas de cicatrices— constelaciones de mordidas que no se borran pero tampoco se ven a simple vista.

prompt: 023. «Culpa» [Tabla "Simbólica"; 30 vicios]


"Para sobrevivirme te forjé como un arma

Pero cae la hora de la venganza, y te amo."

Pablo Neruda; Cuerpo de mujer.


A Eren no le gustan las manos de Mikasa.

(lo que hay en ellas, escondido entre piel y músculos y huesos).

Sería más fácil observarlas si no sostuvieran una cuchilla del equipo tridimensional, más la mayoría del tiempo Mikasa anda con una y la empuña, diría él, con más fuerza de la necesaria.

Y a Eren no le agrada. No le llena de orgullo verla acabar con maestría con un Titán sin inmutarse en lo más mínimo— no porque no la valore como soldado, que sí lo hace, ella es la mejor, después de todo— pero hay veces en que siente que las cosas no deberían ser así, que algo no anda bien (y es verdad).

Mikasa no tendría que ensuciarse. No ella, cualquiera menos ella.

Mikasa debería vivir con tranquilidad dentro del muro Sina, rodeada de esa gente que se preocupa porque el periódico no ha llegado a su puerta y no porque le han comido la cabeza a un amigo en el campo de batalla. Mikasa debería despertarse en las mañanas y preparar un guiso delicioso, o cepillar su (antes largo) cabello hasta que brille en su opacidad. Mikasa debería sonreír ante un espejo y pasar el día haciendo nimiedades; como tejer, pintar, escribir, cualquier actividad típica entre las muchachas de clase alta.

A Eren tampoco le gustan sus manos.

Están llenas de cicatrices— constelaciones de mordidas que no se borran pero tampoco se ven a simple vista.

Y algo más, algo que comparte con ella y que quisiera deshacer, casi tanto como la muerte de su madre. La razón de que la mirar sus palmas las encuentre feas y al tocarlas las sienta frías.

Cuando era un simple crío le arrebató la vida a dos hombres. Y Mikasa a uno.

En defensa propia o no, monstruos haciéndose pasar por personas o no, ellos los acabaron. Los dos, juntos. Y es su secreto, uno de los tantos que comparten.

No obstante, hay días en los que Eren se arrepiente.

Medita seguido «yo actúe por mi cuenta, yo decidí buscarlos y hacerles pagar, pero Mikasa, ella...» y se frustra por negarse a terminar el pensamiento. Y la observa, en la actualidad, impasible. Sin dudas o temores, o espacio para la piedad. Y piensa que quizás, si no la hubiera orillado a lo que la orilló a base de un discurso aunque cierto un tanto egoísta, Mikasa seguiría limpia.

Nunca se habría animado a unirse a las Tropas de Exploración, nunca se habría atrevido a empuñar esas cuchillas. Tal vez tampoco reñirían tanto.

Es estúpido y Eren lo sabe, aunque no puede darle un buen visto a la facilidad que Mikasa tiene para asesinar aún así. Un talento como ese no debería serle otorgado a una chica, bajo ninguna circustancia. Sin embargo, y pese a su malestar, Mikasa continúa matando, día a día (y ella no deja de ensuciarse).

Ellos limpian la sangre, por supuesto, pero esta no se va. Nunca lo hace, no del todo. Permanece, acusadora, cruel. Eren sabe que está ahí. La ve. Lo frustra.

Mikasa le mira con preocupación, sin comprender— ella no nunca entiende. Y quiere entrelazar sus manos con las suyas, ignorante a las gotas rojizas que escurren de estos, invisibles, cosa que también lo enoja.

Somos asesinos asesinos asesinos se repite, mientras escudriña las palmas de ambos.

Y lo sigue creyendo así hasta que ella le alza el mentón y lo obliga a mirarla de frente, hasta que los charcos negros de sus ojos parecen admirar los rincones más profundos de su alma y él encuentra luz en estos, no oscuridad. Entonces Eren la nota humana (y frágil). Y niega, dividido entre la diversión y la amargura.

La verdad es que— ella está dispuesta a acabar con quien sea con tal de que él siga vivo, aunque se destruya en el proceso y tiña todo de rojo, incluidas sus manos.

—él sólo ansía salvarla de sí misma.