Los personajes utilizados en este fanfic son propiedad de Akira Amano.

Narración.

—Dialogo

—Aclaraciones—.

(Intervenciones en la narración).

"Pensamientos o frases que se dijeron".

Aclaraciones y Advertencias: Los personajes no me pertenecen. OC. OCC. Una historia random con sus debidos momentos serios. (?)

Summary:Tsunayoshi era el Décimo, Vongola había regresado a sus orígenes y sus Guardianes y Aliados ahora podían respirar en paz. Ellos pensaban que lo más difícil había pasado, hasta que tuvieron hijos y los pequeños monstruos se llegaron a la fase mortal que aterra a los adultos desde tiempos inmemorables: la adolescencia.

Capitolo I

Genitori ficcanaso― Padres metiches.

Se encontraban en un barrio donde la iluminación era pobre y las calles estaban prácticamente desérticas, pero a cambio se escuchaba el retumbar de la música en una casa ubicada varias cuadras adelante, donde miles de chicos ―y no tan chicos― ingresaban, paseaban o salían. Una fiesta loca de adolescentes, sin duda. ¿Qué tenía eso de anormal? Nada. Lo único anormal en la escena eran ellos, quienes parecían unos lunáticos a punto de asaltar un Casino de Las Vegas, a la espera de la oportunidad de robar el millón de dólares desde la incomodidad de un vehículo blindado con vidrios polarizados y lo último en sistemas de espionaje instalado.

Y es aquí cuando se preguntaba: ¿Por qué mierdas siempre terminaba arrastrada a esas situaciones tan ilógicas?

Por un instante, el brillo delator de dos anillos ubicados en su diestra atrajo completamente su atención.

Oh, claro. Ya recordaba por qué.

Aun así, todo tenía un límite, y hace mucho que su tolerancia para con este tipo de situaciones fue rebasado. Esta vez pondría un alto. O haría el intento.

―Nada como espiar a tu hija desde una furgoneta un viernes por la noche ―comentó de forma sarcástica, esperando que sus palabras atrajeran, al menos, la atención auditiva de su acompañante, quien estaba más que concentrado en una pequeña pantalla que le permitía observar lo mismo que se reflejaba en la lente de la cámara que portaba el pequeño robot espía enviado hace media hora a la casa donde se originaba todo el bullicio.

Tenían que hacerlo a la antigua pues su hija era buena identificando ilusiones, aún si eran de su padre.

―¿Estás intentando ser graciosa? ―bingo―. Porque te diré que no tienes madera de comediante, querida.

La mujer torneó los ojos, tensando los labios para no responderle de mala manera. Los años le habían convertido en una mujer con mucho carácter, y había aprendido a lidiar con tipos como él, pero no le convenía volverse una figura castradora. Ese era el Plan B.

―Estoy intentando hacerte ver que esto es desquiciado ―espetó―. Y que eres un idiota ―masculló a sabiendas de que lo último era verdad. Lo quisiera o no.

―¿Sí? ―el hombre por primera vez giró a verla, sonriendo de esa forma característica suya―. Pues no estás haciendo un buen trabajo, Nagi.

La mujer se dejó caer en el asiento, largando un suspiro resignado. A veces se preguntaba por qué le profesaba una admiración inconmensurable al saco de testosterona que acaparaba el oxígeno del vehículo en ese instante.

―Sigues siendo un idiota, Mukuro.

Existía gente que haría cualquier cosa por amor. Sinceramente, nadie se esperaba que Rokudo Mukuro, de toda la gente y ex-convictos redimidos que plagaban el planeta, fuera una de esas personas. Resultó ser una sorpresa para todos. Para Chrome más que nadie, pues durante largo tiempo dudó que el hombre pudiese amar algo, hasta que un día y sin aviso el desgraciado le propuso matrimonio.

¿Por qué aceptó? Obviamente, porque lo amaba. Por más actitud de niño que éste tuviera ―y tiene― en los momentos menos oportunos.

―¿Hay alguna forma de convencerte de que dejemos esto antes de que sea tarde? ―insistió―. Ya sabes, antes de que nuestra hija nos descubra y nos odie por lo que le resta de pubertad ―añadió con la esperanza de hacer recapacitar a su frutalmarido.

―Déjame pensar… ―Mukuro contestó casi inmediatamente―, no.

―¡Ya no es una niña! ―oh, genial. Se maldijo internamente por usar una frase cliché cuando Mukuro estaba en crisis paternal. Era la peor de las combinaciones posibles, ahora el ilusionista entraría en su modo «Reina del Drama».

―¡Mira donde estamos! ¡¿Y quieres que me tranquilice?!

Lo odiaba pero, la dama de la niebla le concedía la razón únicamente en ese aspecto. «Romántico» sería la última palabra que ella usaría para describir ese lugar, y claramente también ocupaba el primer puesto su lista de sitios a los que no dejaría asistir jamás a su bebé. Pero se supone que ellos no sabían dónde se encontraba su niña. Después de todo, ésta les hizo jurar que no la seguirían en su primera cita. Más específicamente obligó a su padre, sus tíos, y todo subordinado de confianza al cual no pudiera lavarle la cabeza, a firmar un documento cuyo incumplimiento resultaría en algo tan temible y abominable que de inmediato les hizo quedarse bonitos y gorditos. Sus amigos sabían que el vástago de los ilusionistas de verdad los metería en aprietos como se atrevieran a arruinarle la noche.

Pero he aquí dos personas —una de ellas obligada— prácticamente condenado al horror a todos sus camaradas, con el fin de averiguar lo que sea que su principessa estaba haciendo con un… muchacho, en una fiesta de adolescentes locos. Aunque Mukuro tenía teorías, y ninguna le agradaba en lo más mínimo. El tridente brillando peligrosamente en la parte de atrás del auto lo demostraba.

―¡Por un demonio! ¡La educaste para que pueda arrancarle el ojo al chico con su propio dedo! ¿Qué más quieres como prueba de que se puede cuidar sola, al menos para esto? ―su esposo estaba siendo irracional. Bueno, su esposo siempre era irracional. Pero en esta ocasión estaba pasándose de la raya.

Chrome estaba preocupada, sí, pero sabía que no podían atar a su niña como si la hubieran criado en oriente; su bebé no era una niña japonesa, aunque tuviera ascendencia nipona y una madre que alguna vez fue una damita tímida. ¡Era la hija de los Guardianes de la Niebla Vongola! Nacida y criada en Sicilia. Por donde quiera que lo vieran era un campo minado, y ser padres primerizos no ayudaba mucho a sus nervios que digamos.

Pero si de algo sabía Nagi, era de malos padres, y en ese momento ellos estaban cometiendo un error digno de un mal progenitor.

Bueno, Mukuroestaba equivocado.

¿Es que acaso no podían soltarle un poco la correa a su vástago?

―¡Podrían hacerle daño! ¡O peor! ¡Besarla! ¡O algo peor que eso! ―el hombre que estaba finalizando los treinta comenzó a hiperventilar ante la visión de la niña de sus ojos siendo manoseada.

Al parecer, no.

―¡Ni siquiera estabas escuchando lo que dije recién! ―refutó histérica.

―Apártate Nagi ―siseó el de ojos heterocromaticos al ver como su esposa, habiéndole leído el pensamiento, se interpuso entre él y su tridente―. Iré por ella.

―¡No lo harás!

―Ku, fu, fu.

―¡Rokudo Mukuro!

―¡Si ya terminaron de gritarse ―una voz más que conocida les interrumpió, frenando la discusión entre adultos y al mismo tiempo helándoles la sangre de forma indescriptible―, les pido amablemente que abran el seguro de la puerta trasera y me lleven a casa!

Ambos padres giraron lentamente. Ahí, frente a la camioneta, se encontraban aquello que más amaban en el mundo… hecho una furia. Rokudo Ruriko no se veía en lo absoluto feliz. Su expresión facial era una mezcla entre decepción, ira y sollozos contenidos.

Obedecieron.

Sin pena ni gloria, la adolescente de tan solamente dieciséis años y exótico cabello índigo como el de su padre, subió a la parte trasera de la furgoneta ―cerrando de un portazo― y se sentó en uno de los asientos dispuestos frente a los monitores que ocupaban toda la parte posterior del vehículo.

―¿Qué sucedió con la fiesta? ―Mukuro no pudo resistirse a gozar su momento de superioridad mientras arrancaban de vuelta a la mansión. Aunque le doliera ver el semblante abatido de su principessa, no pudo resistirse a regodearse ante su esposa de que su intuición paterna fuera más confiable que la de ella.

―Terminó cuando golpeé en la cara al anfitrión y lo arrojé por la ventana del segundo piso,Otōsan.

Ahora fue Chrome quien miró al ilusionista con una expresión de «Te lo dije, amore».

―Me habría gustado ver eso ―contestó él con cinismo, negándose aceptar la derrota―. Lastimosamente, estaba ocupado discutiendo con tu madre.

―Ni te molestes ―la adolescente sacó algo del interior de su chaqueta y lo arrojó a la parte delantera―. Ya había destruido al robot antes de que pudiese grabarlo.

El mini mosca versión espía estaba completamente arruinado, al punto en que Spanner seguramente le haría un funeral vikingo de lo inservible que quedó.

―Saben que están arruinados por esto, ¿verdad? ―inquirió Ruriko como quien no quiere la cosa.

Chrome ya se anticipaba un aneurisma tras tener que lidiar con su hija y esposo esta noche, y mañana con la ira de su jefe y todos sus amigos. Porque estaba segura de que su jefe no se iba a quedar callado, ya que gracias a Mukuro todos estaban condenados.

―Lo sabemos cariño ―contestó la fémina, sonriendo artificialmente.

―Y que no van a poder hacer nada para que no cumpla con mi amenaza, ¿correcto? ―siguió la jovencita, recalcando que los tenía justo donde los quería.

―Lo sabemos cariño ―ahora fue el turno de Mukuro para sonreír, sin ningún deje de burla en esta ocasión.

―Bien, solamente quería aclarar eso ―los adultos sabían a dónde estaba yendo el asunto, y no les gustaba nada. Mas no podían decir que nadie se los advirtió―. Bendito el día en que zio Reborn me regaló un vale por cualquier favor que necesitara de él.

¿Continuará?

Nota de la Autora:

Heme aquí con un capricho mío. ¿Qué se supone es esto? Veamos, es como dice el título: "Paternidad Al Estilo Vongola". O sea, nuestros personajes favoritos viviendo la vida de familia… pobrecitos. Aunque estará enfocado más que nada en los Guardianes de la Décima Generación y sus vástagos, especialmente en estos últimos.

Quiero aclarar que, más que nada, es un fic donde interactúan OCs y personajes principales por igual en una temática familiar. ¿Habrá Onceava Generación? Sí, pero será poco convencional, loca, y sin mucho sentido. Como todo lo que hago.

¿Quieren aportar un OC? Envíenme entonces un MP o en su defecto díganme en un review que les interesa participar. Serán 10 cupos para los vástagos (Los Guardianes, Tsuna, Dino, Xanxus y Enma). Yo les enviaré la ficha por Mensaje Privado. Y no, no acepto que me envíen una ficha antes de que les mande el formulario o que me pongan la ficha en un review (me gusta sorprender a los lectores y hay quienes leen los reviews, así que eso mata por completo la sorpresa ¿Entienden?)

Y eso sería todo por ahora. Nos vemos. :P