AVISO: Narrado por Wiper, Gan Fall y Robin.
Si lo que nos dijo Aisa resultaba ser verdad entonces Enel nos lleva más pasos por delante de los que creímos. No sólo él, sino que seguro Gan Fall también estaría inmiscuido en todo el fraude al que se le ha ligado a mi gente, todo el oro por el que hemos trabajado en Skypiea terminaría siendo usado para personas inescrupulosas, el guerrero Calgara no habría querido que eso ocurriese bajo ninguna circunstancia. Aunque eso acabe con nuestras vidas.
—¿Qué haremos, Wiper? —preguntó Kamakiri.
—Iremos directamente a ver a Enel.
—¡Wiper! —llamó Laki mi atención—, no podemos simplemente ir donde Enel. ¿Qué crees que dirá la marina si nos encue-
—¿Debe importarme lo que ellos crean? —interrumpí—. Todos ellos son perros del gobierno, comprados por fraudes como Enel. Lo haremos pagar y esa es la decisión final.
Todos asintieron complacidos por mi decisión y aunque Laki deseó protestar, calló. Los tatuajes de mis brazos ardían como la primera vez que me los hice, casi avisándome de la misión por venir y el futuro de lo que un día fue una tribu honrada y orgullosa.
Los cinco de nosotros esperábamos el auto bus directo a la ciudad, con suficiente suerte le encontraríamos antes de que sus planes tomaran forma. El problema sería conocer sus planes por completo, luego de veinte minutos esperando perdí la paciencia y comencé a caminar por la carretera encaminándome hacia la ciudad.
Sin protestas los demás me siguieron. Saqué de mi bolso unos patines e intenté ajustármelos de pie, me fue imposible así que tuve que sentarme para colocármelos, ahora sí que llegaríamos más rápido a la ciudad.
Espérame, Enel...
Al salir de clases sentí como si una presencia me siguiese desde lejos y observara cada paso y movimiento que daba, las últimas semanas pasaron de esa manera con insinuaciones por parte de Enel haciéndome creer que él era el hombre tras todo lo extraño. El cambio de los estudiantes de un instituto a otro no fue normal, el director ni siquiera se inmutó por explicarnos sus motivos pero parecía apresurado por sacarnos de Skyfall.
Pronto, la noche cayó sobre nosotros y tuve que dejar a mis alumnos para marcharme a una pequeña casa rentada en la que un pequeño huerto de calabazas me esperaba, incluso mi gran ave estaría esperando mi regreso a casa. Vivir en la gran ciudad nunca estuvo en mis planes cuando fui joven, de hecho, es lo que más he lamentado, huir de mi destino como alcalde de aquel pequeño pueblo ha sido mi mayor error.
La educación decayó.
La delincuencia aumentó.
Y la discriminación entre nuestros habitantes a estas alturas ha de ser insoportable para ellos mismos.
Con este cambio de matrícula estudiantil hay dos opciones, la buena; integrar las mentalidades de los estudiantes, la mala; Enel seguramente tendría algún plan para hacerlos decaer más en sus malos hábitos. Suspiro sintiéndome sin esperanza, tomo un atajo que me lleva directamente a un sitio de renta de películas, el encargado conociéndome de hace meses me sonríe antes de llevarme con él a la sección de películas en estreno, tomé la de mi mayor interés y me marché, esta vez, hacia la casa.
Caminé por las calles vacías, el frío hace que mis huesos recientan los largos años de vida, me aferro a la chaqueta y bufanda atada a mi cuello. Casi al llegar a mi casa escucho ruidos en el callejón, prefiero mantenerme alejado pero presiento que el destino me pide acercarme al lugar, mis instintos nunca me han fallado.
El callejón oscuro emitía una mala vibra pero al acercarme lo suficiente logré ver a unas piernas largas, saqué mi teléfono y alumbré con él el sitio, fijando mi mirada en un hombre quizá menor que yo por algunos 20 años o menos, no le conocía pero la ropa usada por el hombre me resultó familiar, me acerqué aún más arrodillándome a su lado y, efectivamente, sus dos coletas en término circular son originarias de Skypiea.
Negué con la cabeza por el estado del hombre y, haciendo uso de mis fuerzas, lo levanté. No podía dejar que nadie más me viese entrar con el hombre a mi hogar, subí por las escaleras con mucho esfuerzo y pasé por la puerta trasera, no descansé hasta llegar a mi amado mueble.
Pierre me recibió con un rostro extrañado, mirando al hombre a mi lado y a mí, a pesar de ser un animal realizaba acciones realmente inteligentes así que tomó al hombre con él y lo llevó al cuarto de invitados donde podría estar más cómodo, trató de traerme agua pero se rindió al ver el tercer vaso caer al suelo y desperdigar el agua.
—Tranquilo Pierre, ya lo haré yo.
Quizá es una exageración pero fue el mejor líquido que jamás he tomado, incluso por sobre el sake. Busqué el botiquín de primeros auxilios y me dirigí a la habitación d invitados, por primera vez pude ver mejor al pobre hombre. Cabello marrón, ojos achinados, usando un traje tradicional de Skypiea y sandalias, poco se lograba ver su boca a través de su espeso bigote.
Revisé sus bolsillos por alguna identificación y la encontré, Pagaya, afortunadamente tras su ID se encontraba un número de emergencia del cual me ocuparía de llamar luego de atender al hombre. Revisé sus heridas que, aunque profundas, podrían ser curadas con lo básico sólo para asegurar que ninguna infección lo afectase hasta ser llevado a un hospital. De hecho, no supe por qué mi instinto me hizo llevarlo a casa en vez de al hospital directamente, probablemente el provenir de Skypiea. Mi pasado...
Hace seis años cuando la vida resultaba más fácil logré ser escogido como el Alcalde de Skypiea, muchos nos reconocen como Dios por ser gobernantes de tierras tan magnificas como aquellas, con mucha decisión propuse tantas cosas a cumplir que las personas me dieron su total apoyo en colaborar por un mejor pueblo. Bajamos los precios de entrada a pesar de las protestas de Amazon, los Shandians podrían ingresar a las instalaciones de la ciudad sin ser discriminados, y los objetos que encontrábamos de la gran ciudad fueron reutilizados en instalaciones e incluso algunas personas se atrevían a comercializar con ellos y todos finalmente podrían tener una educación diversa, así fue como nació Skyfall.
Por ser un pueblo pequeño se necesitó de profesores que lograran ejercer bien sus funciones y aunque muchas vacantes estaban llenas, decidí formar parte de ellos y unirme a dar clases además de atender mis funciones como Alcalde.
El director fue asignado pronto, Yama, aceptó el cargo sin chistar, al iniciar las clases el ambiente estuvo tenso por las diferencias físicas y mentales de cada estudiante, unos patinaban y otros manejaban los famosos y revolucionarios Waver, así inició una nueva rivalidad entre Shandians y habitantes de Skypiea, aunque esta vez de una manera más saludable.
Recuerdo con claridad mi primer encuentro con el rebelde Wiper, aquél guerrero me llamó ladrón frente a un gran público, diciendo que todos le robamos y ocupamos indiscriminadamente las tierras ocupadas por sus antepasados. No pude negar aquello, en cambio le hablé de lo mucho que me gustaba el jugo de calabaza, no fue la mejor manera de formar conversación pero era mi manera de decir lo mucho que amaba esa tierra y formar parte de ella.
Gran error.
Poco tiempo después, Enel se apoderó del lugar. Se volvió alcalde y empezó a dar clases en Skyfall.
Terminé de vendar sus heridas y pasé a llamar al número de teléfono tras la tarjeta esperando que me atendiesen rápido.
El frío de la noche resultaba tan refrescante que no notaba lo congeladas que se encontraban mis manos, miré las estrellas mientras caminaba en silencio acompañada por la presencia de Franky, increíblemente él permaneció inmerso en sus pensamientos mientras miraba el mismo paisaje que yo. Ambos nos dirigíamos a casa de Capitán-san, la gran infraestructura construida por el hombre a mi lado. Expulsé aire por la boca y miré como se convertía en frío antes de dispersarse y desaparecer.
Quizá tomar algo caliente nos haría bien por esos momentos.
—Nico Robin —me llamó.
—¿Sí?
—¿Quieres ir a tomar cola antes de ir a casa?
No pude negarme, aunque me aseguraría de no tomar cola.
Con una caminata calmada fuimos hasta un establecimiento de gran variedad, miré chocolates, galletas, y demás cosas que llamaron mi atención. Compraría algo para los chicos para deleitarme con sus rostros de felicidad, sobre todo la de Chopper, sonreí. El silencio se me hacía extraño, miré hacia los lados y no encontré a Franky hasta que le fijé sentado en una de las mesas ordenándole algo a la mesera. Pregunté lo que hubo ordenado y suspiré de alivio al confirmar que no pidió cola para mí.
—¿Qué? —sonrió— ¿Creíste que no sabría qué pedirías? Eso me hiere Nico Robin.
—Sí, no lo esperaba.
—Y hay muchas SUPER cosas que no esperas —mantuvo aquella sonrisa que pocas veces era reemplazada por rabia o enojo, si algo debía admirar de Franky esa resultaba ser su convicción y optimismo, sin embargo, lo que intentaba implicar con esa frase no me dejó sonreír, sólo le miré seria.
—Que asqueroso...
Con una mano en el pecho y rostro de impacto me miró.
—¡Cruel! Eso no es nada súper.
—Como debe ser.
Al poco tiempo la mesera nos atendió trayendo consigo unas botellas de cola para Franky junto a una mega hamburguesa y, para mí, té y galletas especiales de la casa.
—Oh, señorita —llamó la mesera mi atención—, también damos estas galletas a nuestros clientes. Tenga, una para usted y otra para su novio.
El ingeniero frente a mí se atragantó con su comida y tuvo que beber cola para tragarla.
—No es mi novio.
—O-oh, ¿en serio? —se sonrojo—. Disculpe.
—No hay problema.
Me dio las galletas y se marchó dejándonos solos. Resultaban ser galletas de la fortuna, a pesar de que la suerte no esté totalmente de mi lado decidí abrirla luego de entregar la suya a Franky.
"Cuidado con las palabras, las acciones son las que en verdad importan"
De una manera filosófica y espiritista aquella frase resultaba ser tan cierta, pero lo que había dicho hace poco con un poco de suerte habría sido lo que el destino quería hacerme aceptar...
—¿Qué te salió?
—Un "sigue intentando".
—¿Eso siquiera es posible? —asentí, mintiendo—, no lo sabía.
—¿Y a ti?
—Oh —sonrió—, "mejor suerte la próxima".
Claramente estaba mintiendo, lo leí en sus ojos, negué con la cabeza y acepté que a veces ambos merecemos tener nuestros secretos pese a todo. Cenamos conversando del cansado día que habíamos pasado y todo lo que nos faltaba por vivir en las pocas horas restantes, sabiendo que Luffy no nos dejaría dormir de buenas a primeras.
Durante la caminata a casa Franky llevó todo lo que compre para compartir en casa, incluso Sanji estaría feliz de rebajar la carga por una noche que lleváramos comida al lugar.
—Escucha, Robin —llamó Franky de manera seria, aunque caminábamos me las arreglé para verle casi de frente—. Aquella galleta, ¿sabes qué decía?
—Mejor suerte la próxima —dije repitiendo sus palabras que sabía que no eran ciertas.
—N-no, mentí —confesó.
—Lo sé —esta vez él me miro serio—, cada uno merece sus secretos, Franky.
—Sí —sonrió—, pero quiero decirte lo que decía porque fue SUPER genial lo que leí.
—¿Ah sí?
—¡SUPER! —levantó los brazos entusiasmado—, decía "disfruta la compañía del momento" —le miré sin comprender—, quiere decir que deberíamos salir más o aprovechar justo ahora e ir a comer otra cosas, quizá pasar al karaoke y que escuches mi súper canto.
—No lo creo.
—¿E-Eh? ¿Por qué no, mujer?
—Franky, son las 10 de la noche ¿a qué horas crees que los demás dormirán?
—No son niños.
—Nosotros tampoco, por ello debemos aceptar nuestras responsabilidades como adultos e ir a casa temprano para prepararnos para el día siguiente.
—No eres divertida —dijo haciendo un mohín, sonreí ante aquello suavizando el ambiente que nos envolvía, giré a mirarlo y él evitó mis ojos aunque pude darme cuenta del leve rosa que cubría sus mejillas.
Tal vez la galleta tenía un poco de razón, las acciones de Franky las últimas semanas resultaban bastante obvias, sin duda, él comenzaba a desarrollar un 'crush' en mí y al no confesarse yo no podía rechazar sus sentimientos o aceptarlos, así que me estaba invitando de aquella manera para que pareciese una salida amistosa.
No terminaba de sorprenderme.
—Fufufu~ —sonreí—. De acuerdo, vayamos. Pero sólo una hora.
—¡Sí!
Así fue como fuimos al karaoke como primera cita no oficial.
N/A: Ahhhhh! Tardé demasiado en publicar, pero he vuelto para ser su esclava escritora. Abrazos.
