¡Hola cariños mios! Estoy feliz de estar con todos ustedes, trayéndoles un nuevo, y esta vez último, capítulo de este bello fic.

Verán, estoy teniendo ciertos inconvenientes, que no vienen al caso mencionar, que me impiden poder actualizar como tanto me gustaría. En verdad, parece que estoy haciendo un esfuerzo sobre-humano al ponerme a escribir y me duele en el alma no poderles "mimar" con todos los fics que tengo en mi cabeza.

Mi dispiace molto. Espero sepan comprender mi ausencia. n_n

Disclaimer: Ningún personaje que aquí aparezca o sea mencionado me pertenece, todos son propiedad de su respectivo autor: Yoshihiro Togashi.

Advertencia: Yaoi. Lemon (+18). KiruGon.


Gon sujetó con desesperación las sabanas de la cama, hasta que los nudillos se pusieron blancos y sus músculos se tensaron adoloridos. Su espalda se arqueó levemente y empujó las caderas hacia arriba, sintiendo un rastro húmedo, mojado, recorría por completo su adolorida y palpitante masculinidad; la piel dorada estaba enrojecida, cubierta por una capa de sudor, el cabello negro revuelto y los ojos almendra oscurecidos por el deseo, la lujuria, ansiando conseguir un poco más. Más.

La punta de la lengua de Killua llegó hasta la punta, quedándose allí un momento. Levantó su rostro y le dirigió una pícara mirada a su pareja antes de tomar en su boca su virilidad; gustoso de poder probar de ese natural y delicioso líquido blanquecino; oír el sonoro y ronco gemido le hizo sonreír, succionó con un poco de fuerza el miembro viril y comenzó, con sus manos, un suave bombeo.

Los gruñidos se hicieron sonar, junto con algunos gimoteos y grititos ahogados; la temperatura de la habitación aumento, denso y asfixiante, pero extrañamente embriagador.

Repentinamente, el albino alejó su boca y retuvo con una de sus manos el órgano caliente. Sonrió divertido y quitó el último rastro de líquido sobre la rosada glande, lamiendo una vez más le pequeña rendija, y observó con atención como un hilo de saliva se partía por la mitad, quedando un rastro húmedo en la esquina de su labio.

—Sabes tan dulce, Gon. —decía mientras restregaba el órgano erecto contra una de sus mejillas, lamiéndose los rojizos e hinchados labios al terminar—. Me gusta…

La visión de Gon se volvía borrosa, apenas podía pensar con claridad, gimió y un estremecimiento recorrió hasta la mínima parte de su cuerpo. Inconscientemente, volvió a empujar sus caderas hacia arriba en busca de aquel embriagante calor, pero para su sorpresa encontró todo lo contrario; solo escuchó la risa de su novio y sintió un pequeño golpecito en su miembro.

Gruñó y le miró con los ojos entrecerrados. —Killua… —dijo su nombre en un gemido.

—¿Sí? ¿Qué necesitas? —preguntó sonriente, volviendo a dar un golpecito en la rosada cabeza, feliz de escuchar que el pelinegro le gruñía molesto.

Killua… ¡P-por favor…! —pedía con desesperación moviendo de un lado al otro la cabeza, teniendo la mandíbula tensa y el rostro completamente rojo.

—¿Uh? ¿Por favor qué? Debes ser más específico—. Sonrió ladinamente, dando un ligero apretón a su agarre—. Porque si no, no sabré lo que quieres…

—D-deja…

—¿Uh?

Haciendo un gran esfuerzo, levantó su torso y recostó el peso de su cuerpo sobre ambos codos. Y centró sus ojos almendra, oscurecidos por el deseo, en aquel pulcro rostro. —Deja… de s-ser malo conmigo… —gimoteó para luego morder su labio inferior, conteniendo toda clase de grititos.

Luego de encogerse de hombros sonrió y volvió a inclinar su rostro, no sin antes murmurar un "de acuerdo". Con la sola intención de hacerle enfadar. Y al conseguirlo, no pudo evitar reírse, apretando los labios en torno al miembro erecto, y ver como su compañero gemía con más fuerza.

Solo el sonido de la succión interrumpía el silencio.

El muchacho de pelo negro apretó los labios con fuerza, negándose a soltar alguna clase de sonido, comportándose de forma tímida y reservada, todo para que su compañero no viese cómo le estaba afectando; no le dejaría ganar, no esta vez; sus manos sujetaban las sábanas, tironeando de ellas, mientras su corazón parecía querer escapar de su pecho.

La sensación era tan intensa que apenas podía controlarse.

—¡Ah! ¡Voy a…!—. dejó la frase inconclusa al sentir un leve latido en su entrepierna y como toda su semilla salía disparada del pequeño orificio, llenando completamente la húmeda cavidad que lo envolvía.

Killua gimió, feliz de poder degustar aquel único dulce, y tragó con fervor el espeso líquido caliente, molesto de que un poco se estuviese escapando por las esquinas de su boca, y contempló embelesado el rostro de su amante: la expresión de placer y desesperación por igual; era algo que no deseaba olvidar.

A pesar de que todo sucedió en unos pocos minutos, Gon creyó que había pasado una eternidad; su pecho subía y bajaba aceleradamente, las mejillas estaban teñidas a rojo vivo, el cuerpo estremeciéndose, sintiendo sus réplicas incluso al haber pasado ya el orgasmo y como unas pequeñas gotas mojaban sus muslos y parte del estómago.

Luego de relamerse, el albino sonrió, soltando un ronroneo por lo bajo, y pasó las yemas de sus dedos por la piel morena. —En verdad, eres muy dulce Gon… —decía embelesado, con un tono ronco.

El más joven sonrió mientras trataba de recuperar el aliento; al menos su compañero lo había disfrutado, tal vez no tanto como él, pero algo era algo; intentó moverse pero su cuerpo no se lo permitió. Soltó un gruñido y cerró los ojos, con la sola intención de recomponerse.

—Vaya, no recuerdo haberte visto así antes. Es algo para el recuerdo. —mencionó al arrodillarse sobre el colchón—. Me gusta mucho esta faceta suya—. Estira su mano y acaricia dulcemente la mejilla sonrosada. —Muy diferente a la que siempre tienes, Gon.

—Ki… Killua.

—Esto aún no ha terminado…

—¿Q-qué? ¡Ah! —gritó cuando, con un brusco movimiento, voltearon su cuerpo dejándolo boca abajo sobre el colchón. Con su rostro sobre las almohadas—. ¿Killua… q-qué estás…?

—Haré algo que te va a gustar mucho. —murmuró el albino contra su oído en un tono ronco, más grave de lo habitual, empujándole un poco más contra el colchón—. Ve acostumbrándote a la idea de que sea yo quien tome el mando.

Gon apenas pudo recordar cómo debía respirar cuando sintió que algo se adentraba en su interior, de forma brusca y casi dolorosa, sin embargo, no podía negar que fue una sensación indescriptible; gimió y sollozó pidiendo por más. Apretó los puños hasta que sus nudillos se hicieron blancos, mordió su labio inferior y empujó sus caderas hacia atrás: en busca de aquella unión que tanto le desesperaba.

Su entrepierna se tensó, haciendo que se estremeciera, humedeciendo un poco más la cara interna de sus muslos. Intentó mover una de sus manos hasta allí, queriendo atender su necesidad, pero cuando unas filosas uñas se incrustaron de sus caderas se olvidó de todo lo demás y pegó un gritito lastimero; aunque no quisiera reconocerlo, le gustaba cuando su pareja era brusco, intenso, con él; no le importó el dolor, ni siquiera su propio malestar, lo único que le interesaba era extinguir aquel fuego en su interior.

—¡Killua! —dijo con un gemido ahogado cuando se estrellaron violentamente contra su interior, en ese recóndito y especial lugar; lloriqueando, arqueó su espalda y volvió a gemir el nombre ajeno.

Si las embestidas continuaban así, él no duraría mucho. Pero al menos, obtendría su tan ansiada liberación-

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Sus ojos se abrieron de golpe, y lo primero que hizo fue sentarse sobre el colchón. Llevó una mano hasta su frente, mientras trataba de normalizar su respirar, y tomó una profunda respiración para poder calmar los nervios; al igual que el sonrojo en su rostro.

Sentía mucho calor.

Todo su cuerpo parecía estar en llamas; en especial cierta parte de su cuerpo; las mejillas encendidas, la garganta seca, el cosquilleo a la altura de su estómago y una ligera capa de sudor recorriendo por su nuca.

«Fue un sueño, solo un sueño… —se dijo a sí mismo—; pero, no recuerdo haber soñado con algo así. » Lleva una mano hasta su frente al clavar la mirada en su regazo; avergonzado por las imágenes que atormentaron su cabeza durante el sueño. Aunque, en parte no lo estaba del todo.

El sentir que su compañero se movía hizo que volviese a la realidad.

Sacudió su cabeza y desvió la mirada hacia su acompañante, admirándolo con una sonrisa en el rostro; su silueta era cubierta por las sabanas azules, tapando su cintura y dejando al descubierto su firme pecho, sus musculosos brazos, y ese pulcro y hermoso rostro, de pálida piel y blancos cabellos, que lo había enamorado desde niño.

Y ahora, al haber crecido, pudo estar con él de una manera más cercana.

Un tinte rosado tiñó sus mejillas al recordar que tan "cercana" era su relación con el albino; cómo había comenzado y cuándo terminó por concretarse, sin olvidar claro las dificultades e inconvenientes que tuvieron en el camino.

No hubo un solo momento que él había olvidado.

—Mmm… ¿Gon? ¿Qué te ocurre? Te oí gritar. —murmuró somnoliento, restregando uno de sus ojitos al sentarse sobre la cama; al ver con claridad, desvió su mirada al pelinegro

—A-ah, eso. Es que, tuve un sueño raro…

—¿Raro? ¿Cómo?

Las mejillas se sonrojaron notoriamente, y además el corazón latió aceleradamente; Gon mordisqueó su labio inferior, nervioso e incómodo por la situación,

—Era… raro…

Killua torció la boca en una mueca de disgusto, disconforme por la respuesta que había recibido, y suspira al final.

—¿Quieres contármelo? Quizá te sientas mejor. —mencionó al rascar su mejilla con nerviosismo, apenado por ser el centro de atención—. N-no sé muy bien cómo se tratan estos temas, digo, Alluka, por suerte, no ha tenido pesadillas y yo, si las tenía, nunca se las contaba a nadie… y b-bueno, puedes hablar conmigo… si quieres. Quizá te haga sentir mejor…

Una pequeña sonrisa apareció en el rostro de Gon, conmovido por la actitud de su pareja.

—E-Eh… bueno…—. Rascó sus cabellos negros con torpeza, lamiendo su labio inferior, sin saber cómo reaccionar o actuar. —Si lo supieras, te molestarías conmigo; al menos eso creo.

—¿A qué te refieres?

—A e-eso…

—Entonces dilo. —ordenó cortante—. Quiero saber qué soñaste, y no me detendré hasta que lo digas; también puedo ser terco cuando quiero.

—Okay, pero no digas que no te lo advertí.

Killua chasqueó la lengua, cruzando los brazos por encima de su pecho desnudo. —¡Por supuesto que no! ¿Qué acaso me crees un idiota? No tengo pensa-

—Soñé que tenía relaciones contigo, pero tú estabas muy, eh, pasional conmigo. Me dejaste lleno de marcas, y-y te hiciste cargo de la situación. ¡Nunca te comportaste así conmigo! Siempre eres dócil, y permisivo, pero en mi sueño… Te veías como peligroso Killua—. Sonrió nerviosamente, rascando una de sus mejillas levemente sonrojadas, haciendo una pequeña pausa. —Y fue… increíble.

El mayor no dijo nada, solo permaneció allí, quieto, mientras sus ojos se abrían un poquito más de lo normal y sus labios formaron una pequeña "O", sin que ninguna palabra escapara de ella. Los colores se subieron a su rostro. Y un extraño, pero a la vez conocido, cosquilleo se acentuó en la parte baja de su estómago, haciéndole estremecer. Su mente parecía dar mil vueltas por segundo, el corazón latía como un loco y su garganta se secó.

Killua conocía muy bien esas reacciones de su cuerpo; y, aunque fuera algo vergonzoso de reconocer, no sería algo malo ceder ante sus impulsos. Solo por esta vez.

Pero el silencio del otro había sido malinterpretado por Gon.

«¡Oh no! Esto es malo. Muy pero muy malo… » piensa al morder su labio inferior, temiendo por lo que su pareja pudiera decirle; ya estaba preparándose mentalmente para soportar el regaño, hasta incluso algún golpe, que le darían. —Creo que… me estoy convirtiendo en un pervertido, ¿verdad? Tal vez deba callarme-

—¿Y no te gustaría hacerlo realidad conmigo?

Esta vez, era Gon quien no daba crédito a lo que oía.

—¿E-eh?

Una sonrisa felina, típica de él, se formó en su pulcro rostro. —Dije…—. En un repentino arrebato, empuja a su compañero sobre el colchón y se sienta sobre sus caderas, sujetándole la barbilla para que lo mirara al rostro. —Que si no te gustaría hacerlo realidad conmigo…

Las doradas mejillas se vieron cubiertas por un tinte rosado, que apenas llegó hasta sus oídos, y sin percatarse de que sus ojos almendra se había oscurecido; todo por culpa de un sentimiento que se apoderó de él; lamió su labio inferior y mantuvo el contacto visual con esos hermosos ojos azul zafiro.

Esos mismos ojos que lo había enamorado en el pasado.

—Killua…

—Anda, te va a gustar. Más que en tu sueño. —dice en un tono ronco, aproximando un poco más su rostro—. ¿Qué dices? —pregunta con una sonrisa burlona, rozando dulcemente los labios ajenos, sin ejercer presión. Todo para hacerlo enloquecer, y lo estaba consiguiendo.

El Freecss gimió sonoramente, para luego terminar sonriendo. —Mmm, suena a un buen plan.

Killua sonrió y besó por última vez a su novio, antes de levantarse de encima suyo y recostarse a su lado sobre el colchón, quitando con un poco de torpeza las sabanas que los cubría a ambos; Gon entendió lo que trataba de hacer y sujetó el otro extremo de la tela, haciendo que ésta los cubriera a ambos y pudieran abrazarse debajo de ella.

—¿Y esto por qué?

—Leí que, si hay niños en la casa, es mejor tratar de evitarle algún trauma. Y no quiero que Alluka nos encuentre haciendo… ya sabes, eso. —murmuró con el rostro sonrojado—. Te amo y quiero estar contigo siempre, pero, también quiero proteger la inocencia de mi hermanita.

—Lo sé, yo también haría lo mismo.

Ambos se sonrieron el uno al otro, divertidos por la situación, y se aproximaron un poco más. Felices por sentir la cálidas que emanaba la piel desnuda del ajeno.

—Entonces… ¿en dónde nos quedamos? —preguntó Killua con un gesto burlón y un brillo malvado en sus ojos azules.

—Mmm… creo que, estabas a punto de cumplir mi fantasía.

—Ya veo—. Ve la sonrisa de su compañero y estira sus brazos, manteniéndolo sujeto por la cintura—. Ahora verás, lo peligroso que es Killua Zoldyck.

Oh sí, eso me gusta.

Luego de reírse por última vez, se besaron con cariño y pasión mientras decían entre suspiros el nombre de su persona amada. Las manos corrieron por las pieles desnudas, haciéndoles estremecer, se obsequian miradas cómplices y vuelven a compartir un dulce y tierno beso; disfrutando de esa cálida sensación que los rodeaba a ambos.

Ninguno necesitaba de esos locos sueños.

La realidad, era mucho más entretenido que el mundo de las fantasías.


Bien, no fue tan largo o tan explícito como a ustedes les gustaría, pervertidas ¬w¬ ¡pero bueno! Era un epílogo, algo corto, no muy relevante, pero necesario al final. Ojala les haya gustado tanto como a mí, miren que me costó hacerlo... más les vale estar felices, queridas mías. (L)

Nos vemos, si se puede y el destino lo permite, en otras historias. ¡Cuídense!

Les mando muchos, pero muchos besitos. ¡Bye-bye!

Atte: Canciones de Cuna.