REMAKE 2019

Comentarios iniciales:

¡Hola a todos!

Ahora mi siguiente proyecto será realizar el remake de mi segunda historia, la cual está dedicado a mi saga de videojuegos preferida, "The Legend of Zelda".

Como siempre la pareja principal será zelink, y esta historia será relatada en el contexto del mundo de Zelda, mas no se relaciona a ninguno de los juegos. La apariencia física de la pareja será la de Hyrule Warriors.

De una vez aclaro que habrá romance, lime, dolor, etc., un sinfín de emociones con la que me gusta trabajar.

Antes de comenzar la historia, tomar en cuenta lo siguiente:

- Los cambios de escena se darán con la barra que posee el editor de esta página.

- Los pensamientos estarán en cursiva.

- Los flashbacks se abrirán y se cerrarán con el siguiente símbolo: *.*.*.*.*

- Los sueños serán relatados en primera persona. Se iniciarán y finalizarán con tres puntos: …

Disclaimer: The Legend of Zelda y sus personajes pertenecen a Nintendo.


Capítulo 1: Sin respuestas

La paz de las llanuras de Hyrule se había visto perturbada, mientras la oscuridad acechaba con su veneno.

Una mujer de piel blanca, cabello negro y ojos verdes iba cabalgando herida por los campos; las lágrimas no dejaban de salir de sus ojos, la desesperación la agobiada, sobre todo por la indefensa criatura que tenía entre sus brazos. Su bebé dormía, sin imaginar el horror recién vivido.

La dama se sentía impactada por la tragedia que acababa de ocurrir… Su esposo, el amor de su vida, había muerto dando su vida por su familia.

*.*.*.*.*

Su esposo y ella llevaban una pacífica vida en el castillo de Hyrule. Él fue un hombre alto, de piel blanca, cabello rubio y ojos azules, con un gran cargo por sobre los soldados de Hyrule, un Sir, un hombre lleno de valor y honorables cualidades, siempre dispuesto a proteger a su familia y a su tierra.

La paz del reino se vio afectada por una guerra donde muchos soldados murieron junto a los suyos. El Sir, desesperado, fue a ver si su familia estaba bien, y cuando llegó a su hogar encontró a su esposa herida y con su hijo en brazos.

El honorable hombre se acercó a ayudarla de inmediato, pero a poco de llegar, pudo ver que una flecha iba de camino a atravesarlos. Rápidamente se interpuso y el arma le perforó el corazón. Su esposa, desesperada, evitó su caída al suelo con el único brazo que tenía libre.

- ¡Mi amor… no te mueras, por favor! – suplicó con desconsuelo.

- ¡Huye de aquí! Sálvate a ti y a nuestro hijo. Nunca olvides que siempre fuiste y serás el amor de mi vida… y que desde dónde esté los cuidare. Gracias por haberme hecho tan feliz… y haberme regalado una hermosa familia… los amo.

Después de esas palabras cerró sus ojos. La dama no dejaba de llorar al haber perdido a su amado, pero tuvo que sacar fuerzas para huir del palacio y salvar a su bebé.

Fue a buscar a las caballerizas a un caballo, pero lamentablemente no había ninguno, sin embargo, notó que había una yegua de buen tamaño, pero muy joven, que estaba asustada por la matanza que se estaba llevado acabo. Sin pensarlo se subió a ella y salió huyendo del palacio.

*.*.*.*.*

La dama recordó con dolor aquella tragedia ocurrida hace tan sólo horas, deseando estar pasando por una terrible pesadilla, sin embargo la maldita realidad la abofeteó sin medida.

No supo por cuánto tiempo cabalgó y qué tan lejos llegó, pues la pérdida de sangre la estaba llevando a la inconciencia, prediciendo su triste final. Con la poca vida que le quedaba pudo visualizar la entrada a un bosque, al que no dudó ni un segundo entrar. Cruzó las grandes arboledas, hasta que llegó a un pueblo que alguna vez había escuchado, mas nunca visitó, Ordon.

Cuando llegó a la entrada del pueblo vio un gran árbol alzándose hasta lo alto. Decidió bajarse para tomar un respiro, pero estuvo a punto de caerse, sin embargo el noble animal la ayudó a equilibrarse y a arrimarse a la pared de la enorme planta. Ese gestó provocó que la mujer mire al corcel con cariño y agradecimiento.

- Gracias… a pesar de tener tan poca edad, eres muy grande y valiente. Lamento que tu madre haya muerto durante la masacre. – dijo, hablando con dificultad.

La yegua se recostó a su lado mientras perdía las pocas fuerzas que le quedaban. Con lágrimas en sus ojos, abrazó a su hijo y le dio un tierno beso en la frente, para luego quedarse dormida en la eternidad.

- Adiós, mi pequeño…


Un joven llamado Moy se encontraba caminando por el pueblo, como era su costumbre diaria. Iba hacia la fuente de Latoan, pero se sorprendió en sobremanera al ver a una mujer arrimada al árbol, con un bebé en brazos y un caballo a su lado.

El hombre se acercó y verificó el estado de la mujer, descubriendo que estaba muerta.

- Por las Diosas… ¿cómo ocurrió esto? – preguntó espantado.

Moy analizó detenidamente a la mujer, descubriendo por sus ropajes que no era una campesina cualquiera, sino que venía del palacio, y seguro de una clase alta. De inmediato a su mente llegó la idea que algo había terrible había ocurrido ahí, y por eso ella había escapado.

Con gran tristeza tomó al bebé que tenía en sus brazos, que dormía plácidamente. Moy pudo notar que la criatura en su mano derecha tenía un signo muy extraño, tres triángulos, y también vio que en su cuello portaba una cadena de oro con un dije, donde estaba su nombre grabado, Link. Detrás del colgante también se hallaba el mismo signo que el de la mano del niño.

- De ninguna manera pienso dejarte aquí, pequeño. Tu madre es una heroína que luchó por tu vida, y es por eso que será velada con honores. No estarás solo, pues mi prometida y yo te cuidaremos.

El joven no comprendía la decisión que había tomado, pero su corazón le dictaba lo que creía correcto.

Moy, con el bebé en brazos, corrió al pueblo para informar de lo sucedido, mientras que la yegua se quedó acompañando a la fallecida mujer.


Veinte años después…

El tiempo transcurrió de manera inmisericorde, dejando atrás aquella tragedia ocurrida en el palacio de Hyrule, como si nunca hubiera sucedido. Sólo muy pocos la recordaban, pero solamente uno la analizaba.

Aquel bebé rescatado de los brazos de su madre muerta había quedado atrás, dando paso a un apuesto y varonil joven. Veinte años, cabello rubio y ojos azules intensos, cuerpo en forma y desarrollado por los pesados trabajos de campo, actividades con la que se había desarrollado. Link creció en Ordon junto a sus demás habitantes, y a pesar de diferenciarse a ellos por sus largas orejas, todos lo apreciaban y lo trataban con afecto y admiración.

Link, desde pequeño, demostró ser muy independiente, pues aparte de ir a la escuela e instruirse por cuenta propia, por las tardes trabajaba ayudando en las diferentes actividades del pueblo y ganar su propio dinero, con los que afrontaba los gastos de su hogar. Además era excelente en el manejo de la espada, actividad enseñada y supervisada por su padre adoptivo.

A la edad de quince años construyó su propia casa en un enorme árbol, en el mismo donde se supo encontrado, comenzando así a vivir solo. Moy deseaba que siguiera viviendo con él y con su esposa, que estaba próxima a dar a luz a su primer hijo, pero el joven deseó su independencia y madurez. El hombre lo apoyó en su decisión, sintiéndose orgulloso de su ímpetu.

Desde que Link tuvo uso de razón siempre estuvo acompañado de una yegua, la misma que fue encontrada junto a él y a su madre el día que llegaron a Ordon. La llamó Epona, se querían y se cuidaban mutuamente.

El joven, a simple vista, tenía todo lo que cualquiera podía desear. Un hogar donde vivir, preparación académica, trabajo, amigos que lo querían mucho, sobre todo la hija del alcalde, Ilia, a la que consideraba su hermana.

A ojos de otro a Link no le faltaba nada, sin embargo… el vacío de la soledad siempre lo mortificaba, desde su más tierna niñez.

Conocía perfectamente la historia de su llegada al pueblo junto a su madre herida, y que Moy, junto a su esposa, cuidaron de él hasta que se independizó, y que la llegada del futuro bebé de ambos no había cambiado en nada el amor que sentían por él. A ambos los consideraba sus padres, pero aun así se sentía vacío, necesitaba respuestas para complementar su identidad y origen.

Todas las noches al llegar a su casa se recostaba en su cama y se metía la mano por debajo del cuello de su camisa, sacando de ahí su cadena. De no ser por aquel objeto, ni siquiera hubiera conocido su nombre. También al verla se preguntaba cómo habría sido el rostro de la pareja que le dio la vida. Otro tema que lo mortificaba era el significado del símbolo de su mano, tan parecido a la Trifuerza de la que le hablaron en la escuela. Con el pasar del tiempo sólo la tomó como una simple marca de nacimiento.

El joven estaba agradecido por las atenciones de Ordon para con él, pero la soledad no se iba, seguía dentro de sí como su eterna compañera, endureciendo poco a poco su lastimado corazón. Sin embargo, a pesar de eso, siempre trataba de sonreír a los demás, ocultando así el desequilibrio de su alma.


Pasaron los meses y Link se graduó de sus estudios secundarios. Y en ese momento se encontraba recostado en el pasto del rancho pensando en qué haría de ahora en adelante. Poco después Moy llegó a interrumpir su análisis existencial.

- Hola, Link. – dijo Moy, sentándose a su lado.

- Hola, Moy, ¿cómo así por aquí? – preguntó sonriendo.

- Quisiera que hablemos sobre un tema en particular. Ahora que has acabado tus estudios, ¿qué piensas hacer? – preguntó curioso.

Link desvaneció su sonrisa de manera abrupta, mostrando semblante preocupado.

- No lo sé, en eso estaba pensando justamente. – respondió desanimado.

- Eres diferente a todos nosotros, lo supe desde el momento en el que Juli y yo comenzamos a cuidar de ti. Pienso que tu misión en esta vida va más allá de vivir en este pueblo… y por eso debes conocer más el mundo, sobre todo tu tierra.

Link se estremeció ante las palabras que el hombre le dijo, mientras su corazón palpitaba con prisa. Él sabía perfectamente a qué tierra pertenecía, y talvez ahí encontraría las respuestas que desde hace años necesitaba y que formaban parte del vacío y soledad de su corazón.

- Hyrule… yo sé que ese es mi lugar. Quiero recorrerlo, conocerlo… quiero acoplarme a mi verdadero sitio. Talvez así pueda encontrar lo que tanto necesito.

- Siempre, lo supe, muchacho… el pesar de tu corazón talvez pudo ser ocultado a otros, pero para mí, jamás. – dijo Moy con tristeza.

Moy se sintió apenado ante la próxima lejanía del joven, sin embargo no iba cortar sus alas en el camino de su destino. En ese momento sacó un papel de su bolsillo y se lo colocó en las manos.

- ¿Qué es eso, Moy? – preguntó Link, sorprendido.

- En una solicitud real de reclutamiento para jóvenes que deseen formar parte del Ejército de Hyrule

- ¿Qué? – preguntó sorprendido.

- A mí me llegó hace unas semanas, pero no acepté, pues yo ya estoy viejo para esas cosas. Pienso que tú deberías ser parte de la defensa del castillo.

- ¿Pero yo... un soldado?

- ¿Por qué no? Cumples con todos los requisitos. Eres joven, fuerte y manejas la espada de manera extraordinaria. A pesar que fui tu maestro estos años me superaste en todo sentido. Siento que eso es un don con el que naciste, mas no que hayas adquirido con la práctica.

Link tomó la solicitud real y se la quedó observando durante varios minutos. Sintió que aquel papel era el boleto hacía el camino de las respuestas que necesitaba con urgencia. Por otra parte, Moy sabía que el castillo era el lugar que Link necesitaba para conocer su realidad, pues desde siempre sospechó que su madre perteneció a ese medio.

- Ve a Hyrule, Link. Conoce el mundo, crece y hazte fuerte… y puede ser que en esa nueva etapa encuentres lo que tanto has buscado.

- ¿No te apena que me aleje de ustedes? – preguntó preocupado.

- ¡Claro que sí! Sin embargo, quiero que seas feliz, además esto no es una despedida, pues siempre nos veremos y nunca dejaremos de ser padre e hijo.

Al hombre se le humedecieron los ojos al decir aquellas palabras, pues se sentía entristecido de separarse del joven que le enseñó a ser padre, a amar a un ser sin necesidad de concebirlo, sin embargo se sentía orgulloso de él y estaba seguro que saldría triunfante de los obstáculos que se le cruzarían. Por otra parte, Link se sintió igual de apenado, pero al mismo tiempo feliz de saberse querido y apoyado. Ambos se abrazaron para sellar así sus palabras.

- Gracias por tanto cariño, papá… partiré mañana mismo.


Link no pudo dormir hasta altas horas de la madrugada, pensando en todo lo que le esperaba a la llegada del amanecer. Una vez más comenzó a observar su cadena con detenimiento, mientras su corazón latía rápidamente, pues presentía que su viaje a Hyrule le cambiaría la vida para siempre.

Y no estaba equivocado…


Comentarios finales:

Hola, hola, estoy aquí de nuevo. Sé que este primer capítulo quedó corto, pero siempre me gusta ir de manera progresiva. A diferencia del primer capítulo que hice, esta parte no ha cambiado mucho, lo que si es que debe estar mejor redactada.

Muchas gracias por haber leído y espero les guste el siguiente capítulo.

¡Nos vemos! ^^