Este Fanfic pertenece a talentosa usuaria Camnz. Esta chica de habla inglesa escribe como los ángeles, aunque, lamentablemente, sus historias sólo son en Inglés. Por eso, con su autorización, me he dispesto a traducir uno de sus Fanfics con más Reviews,casi 2000.

Personalmente, es una de las historias más chocantes que he tenido la oportunidad de leer, y el final, simplemente me dejó con la boca abierta. No me lo esperaba. Así que, dadle una oprtunidad, ¡no os defraudará!

Ahora, a leer:

Totalmente Despreciable

Capítulo 1

Hermione trabajaba en una panadería. Se sentía afortunada de tener un empleo. Comenzaba muy temprano en la mañana y por lo general terminaba cuando el cielo se tornaba oscuro, pero aun así, tenía mucha suerte de tenerlo. El pequeño establecimiento no se encontraba muy lejos del callejón Knockturn, donde ella vivía- al igual que todos los magos hijos de Muggles.-

En esos días más comúnmente conocidos como Sangresucias.

Después de la muerte de Harry y Voldemort durante la batalla final de Hogwarts, el puesto de poder quedó completamente abierto y libre a los más organizados y ambiciosos del mundo mágico, es decir, la antigua élite. Estaban acostumbrados a gobernar y se sentían los indicados para asumir el control.

Voldemort acabó siendo proclamado un lunático asesino debido a sus pensamientos perturbados, que habían sido producidos debido a la sangre sucia corriendo en sus venas, la cual mancillaba sus acciones.

No cometerían el mismo fallo otra vez. Nadie quería volver a mencionar aquel incómodo periodo, todos querían seguir adelante lo más rápidamente posible, como si el pasado nunca hubiese ocurrido. Harry Potter formaba parte de aquella demente etapa, por ello tampoco volvió a ser mencionado jamás.

De algún modo toda culpa fue acusada y atribuida a los Sangresucia.

El Consejo, que había sustituido el cargo del primer ministro por demostrar demasiada vulnerabilidad e incompetencia, había decretado que todos los Sangresucia debían ser controlados y dirigidos. Ahora, todos los impuros estaban obligados a vivir en pequeños y mugrientos pisos, reservados únicamente para los nacidos de Muggles, cuya localización se encontraba en una oscura y húmeda esquina del callejón Knockturn.

No se les permitía casarse, ni tener hijos. También tenían prohibida la entrada a locales y tabernas, al igual que a las casas de los Sangrepura, a excepción del callejón Diagón y Hogsmeade, lo cual prácticamente les dejaba desterrados.

Hogwarts por supuesto también estaba fuera de sus límites, en el caso de que hubiera la posibilidad de que influyeran a las mentes jóvenes y las corrompieran.

Los únicos puestos de trabajo disponibles para los impuros consistían en servir de alguna forma u otra a los magos Sangrepura. Siempre sirviéndoles. Algunos trabajos pagaban mejor que otros aunque, a fin de cuentas, siempre faltaba la comida a final del mes.

Es por eso que Hermione se sentía afortunada al tener un trabajo en la panadería. Era un pequeño local con poco ingreso, no algo a lo que ella había aspirado en sus días jóvenes, pero la mantenían a ella, y a las dos ancianas hijas de Muggles que alimentaba y cuidaba, fuera de la calle.

El final más desafortunado para los impuros consistía en la mendicidad, el pedir en la calle, el cual reforzaba y justificaba por completo la ideología Sangrepura de que los nacidos de Muggles eran inferiores y no podían aspirar a nada.

Las dos ancianas eran una grata compañía. La distraían con sus interesantes historias sobre la Segunda Guerra Mundial, que fue la gran guerra Muggle en sus tiempos de niñez. Aparentemente los hombres eran mucho más apuestos en ese entonces. Dato curioso.

El piso donde vivían no era realmente tan malo e incómodo, se lo había esperado peor. Todo el mundo estaba en el mismo barco y si lo mezclabas con cierto humor negro, seguir con sus vidas se les hacía más ameno. Pero siempre había problemas con el abuso del alcohol y las pociones, que en bastantes ocasiones había conducido a la violencia, incluso cuando los jóvenes Sangrepuras no estaban allí buscando diversión y conflictos.

El principal entretenimiento ocurría cuando alguno de los Sangresucia huía, por lo general, al mundo Muggle.

Una pandilla de hijos Sangrepura se reunirían entonces para dar caza al desgraciado impuro. Incluso llegaban a estudiar el mundo Muggle a la perfección para ser más eficientes con su persecución.

Eran muy efectivos, arrastraban al pobre fugitivo lleno de golpes y heridas de vuelta al mundo mágico, desfilando con el indefenso mago por todos los callejones antes de despacharlo a Azkaban, si todavía seguía con vida, claro.

A las mujeres que huían no les iba mejor; algunos dirían que el final era muchísimo peor.

Existían historias que contaban como algunos habían logrado poder escapar, pero nadie sabía si era cierto o no. O si era una simple invención para dar esperanzas a los hijos de Muggles. Los Sangrepura temían que los impuros pudieran comenzar y organizar revueltas si fueran completamente libres, y por ello estaban encerrados, sin poder salir del mundo mágico. Nadie quería volver al periodo oscuro donde tantos magos perdieron sus vidas.

Hermione todavía visitaba a Neville y a Luna, que estaban casados y vivían en la casa de la particular rubia. El padre de Luna siempre se sentía extremadamente nervioso y expuesto al tener una Sangresuica en su hogar, por lo que se negaba a estar en el mismo cuarto que ella. Ellos eran los únicos a los que podía considerar amigos. Neville trabajaba en Hogwarts y Luna gestionaba la revista Quibbler.

En estos espantosos días, Arthur Weasley era un hombre quebrado y Molly, por la muerte de su hijo George, una mujer enloquecida de dolor que de alguna manera lamentable también comenzó a pensar que todo había sido culpa de los nacidos de Muggles.

Bill y Fleur se fueron de Inglaterra, estableciéndose en Francia. Le explicaron a Hermione que sería siempre bienvenida a su casa si alguna vez conseguía escapar de allí. Pero ir a Francia significaría poner en riesgo a que le dieran caza. Los trasladores estaban especialmente controlados, y por supuesto, no se concedían a las personas como ella.

Podría viajar e irse con los polvos Flu, pero su varita había sido hechizada para impedir que se apareciese, al igual que muchos más conjuros y encantamientos, ya que el Consejo opinaba que serían muy arriesgados si lo usaran los hijos de Muggles.

Ginny vivía en Bulgaria, o en alguna parte con su hermano Charlie. Resultó que había quedado embarazada durante el final de la batalla y, obviamente, todo el mundo pensó que lo mejor sería que se fuera de Londres.

Llevar al hijo de Harry Potter en el vientre tan sólo invitaría a problemas y más problemas. Todo el mundo había realizado un juramento para guardar el secreto, siendo Bill el guardián, haciendo que nadie pudiera jamás comentar sobre el tema.

Ron se había enamorado de Pansy Parkinson, de todas las personas disponibles. Su reputación como traidor a la sangre daba que hablar, con lo que aprendió a aceptar su estado y camuflarlo con el amor hacia una Sangrepura fiel a la sangre.

Hermione podía entender su decisión, pero no le respetaba particularmente por ello.

En un principio Ronald se había sentido asqueado con la decisión del Consejo, pero rápidamente, Hermione se convirtió para él en aquella amiga de Harry Potter. Luego, después de un tiempo, solo en la patética Sangresucia que continuaba siguiéndole por todos los corredores de Hogwarts.

Obviamente ya no se hablaban más.

Percy se comportaba educadamente en los momentos en que coincidían por las calles, pero seguía convencido en la inherente inferioridad de ella. Ron simplemente la ignoraba. Quizás incluso temiendo acercarse mucho a ella.

El pelirrojo se las había ingeniado bastante bien en la sociedad. Había pasado de ser pobre a vivir lleno de ingresos y privilegios. Esos dos factores eran justamente, los que movían la sociedad. El matrimonio se basaba en extender todas las comodidades posibles, por ello se había casado con la hija de una de las familias Slytherin más importantes y aristócratas, cuyos familiares componían la mayor parte del Consejo.

Lucius Malfoy, Canstal Nott, Ursoom Flint, Basil Parkinson, Termius Greengrass, y Rudolfo Lestrange formaban parte de los miembros más poderosos del Consejo. Draco Malfoy se casó con una de las hijas Greengrass, convirtiéndoles en la familia más poderosa e influyente del país, teniendo una absoluta e inmensa fortuna y dos asientos en el Consejo.

Hermione jamás volvió a ver a ninguno de ellos. Su panadería se veía frecuentada por personas mucho más comunes y corrientes. Y jamás se atrevería a salir fuera de su casa al amanecer y al atardecer. Los Sangrepura tan sólo acudían al callejón Knockturn tarde en la noche, después de un día bebiendo, para buscar a una impura a la que golpear o violar.

Y la suerte de Hermione estaba a punto de acabar. Aunque ella no tenía ni idea.

Sobre las tres de la tarde de un frío Noviembre, tres de los más privilegiados hombres en el mundo mágico entraron en la pequeña terraza disponible de la panadería.

Hermione tan sólo pudo cerrar los ojos cuando los divisó.

-Venga, sal de una maldita vez chica estúpida y sirve a los clientes.- ordenó el corpulento dueño de la panadería.- Y haz un buen trabajo. No podemos permitirnos que se enfaden.

Hermione enderezó su delantal y salió del establecimiento dirigiéndose a la terraza.

Draco Malfoy le resultaba bastante familiar, aunque estaba bastante cambiado. Había pasado de ser un joven mocoso a un hombre elegante. Su ropa parecía cara y completamente impecable, no notó ninguna diferencia en ese aspecto. Estaba tirando de los guantes oscuros en sus manos cuando la vio.

-Vaya, vaya, ¿Pero que tenemos aquí?- dijo con una amplia sonrisa que no presagiaba nada bueno- De todos ellos, vino la Sangresucia más estúpida.

Hermione hizo rechinar los dientes e hizo una pequeña, casi inexistente, reverencia.

-Vistiendo un saco.- comentó y agarró el extremo de su falda de lana marrón subiéndolo ligeramente- Me atrevería a decir más bien un saco ya utilizado por muchas otras.- rió.

Los otros dos acompañantes rieron a su vez con disimulo. No les conocía, pero sus caras le resultaron familiares.

-¿Hay algo en lo que pueda hacer por usted?- dijo la chica con la mirada baja. Los Sangrepura generalmente insistían en que los Sangresucia jamás les mirasen a los ojos, cosa que Hermione aprendió rápido. Todo sería mucho más fácil si no les miraba a los ojos.

Además, no quería verles el rostro ni en pintura.

-Una pequeña sirvienta.- continuó él, todavía examinándola detenidamente- Que apropiado.

-Era una pequeña mocosa tan ambiciosa.- explicó a los otros- Pero el orden natural prevalece como siempre ha hecho. Te lo dije, ¿no?- señaló Malfoy a la chica.

Hermione aclaró su voz: - Sí, lo hiciste.

En realidad quería pegarle hasta desangrarlo, pero si perdía el empleo, se vería en serios problemas. Serios y graves problemas, como mendigar en la calle en el caso de que no encontrase otra oferta de trabajo. Ser despedida de su trabajo actual equivaldría ser una incapacitada. La amenaza de convertirse en una mendiga o en una prostituta la hizo mantener un perfecto y educado comportamiento. Y sonreír como si no la hubieran insultado.

Él continuaba mirándola fijamente durante ese rato, aparentemente intentando decidir algo.

-Tres cafés y algunos bollos con pasas.- indicó después de un rato para el alivio de Hermione. La cosa marchaba por buen camino. Con la petición de Malfoy, podría salir huyendo de la terraza hacía el interior de la cafetería para no verles.

Hermione sacó pesadamente todo el aire que había estado conteniendo al llegar dentro del establecimiento.

Preparó los cafés, junto a tres platillos con bollos, posándolos en una bandeja especial para servir a los comensales. Sus manos temblaban y ella no sabía con seguridad el motivo para ello. Se encontraba bastante calmada, ya que sin duda, no iba a reaccionar a los aguijones e insultos provenientes de Malfoy. Su vida actual dependía de ello.

Pudo manejar sus temblores y nerviosismo bastante bien, alcanzando a servir los cafés correctamente, salvo por una pequeña gota derramada que fluía en el dorso liso de una taza depositada. Hermione se encogió, pero rogó en su interior por que todo saliera bien y no montaran en cólera.

-Torpe.- advirtió uno de los hombres. La agarró de la mano tirando de la chica y Hermione pensó alarmada que iba a ser pegada, pero nada de eso ocurrió.

En su lugar la otra mano del hombre se posó enérgicamente sobre su trasero y le dio un fuerte apretón.

-Está firme.- dijo riéndose. Los otros se unieron a sus carcajadas y Hermione peleó contra la amarga humillación que se estaba alzando en su interior.

-Si eso es todo.- murmuró ella y Draco la despidió con un gesto de su mano sin siquiera mirarla.

Los hombres estuvieron allí sentados largo rato, hablando y riendo. Ella debía de estar pendiente de ellos dentro de la panadería, en el supuesto caso de que quisieran pedir algo más. Se había vuelto una experta en descifrar cuando un cliente quería algo de ella. Normalmente la observaban, pero jamás se atrevían a llamarla en alto. Por supuesto que no, era una simple impura.

Hermione se sintió más que aliviada al verles finalizar sus cafés, levantarse de la mesa de la terraza y marchar. Draco depositó un galeón de oro en la mesilla, que era muchísimo más de lo que en realidad valían tres simples bebidas.

Malfoy no la miró ni una sola vez mientras salía del local.

Siempre era humillante y vergonzoso servir a alguien a quien conocías, pero la tortura de servir a Draco Malfoy se llevaba el premio. Su satisfacción al verla en esas pésimas circunstancias era más que notoria. La había desechado, ignorándola completamente, después de haberla insultado por su condición de impura.

No solían recibir a muchos Sangrepura en el local. La mayoría de las ocasiones eran señoras mestizas, que no se cansaban de repetir y hacerles recordar lo mejores y afortunadas que eran ellas.

Todo el mundo era mejor que ella. Y Hermione ya se estaba hartando.


¡Espero que os haya gustado! La historia se vuelve más emocionante a partir de los siguientes capítulos. En mi opinión, el Draco de esta historia, es el más enigmático que he leído.

Para cualquier sugerencia, opinión, críticas, simplemente me queréis saludar, dejádme un Review.

Os quiere, Hypatiia.