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"LOS MUCHACHOS DE PETUNIA"

Autora: Severusphoenix


CAPÍTULO 20

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"Harry Potter y el Epílogo Obligatorio"

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Severus observó como una Narcissa satisfecha y encantada miraba a un muy orgulloso Lucius mientras acunaba a su nueva hijita en sus brazos.

Draco bailoteaba alrededor de su padre―. Déjenme sostenerla, ¿puedo hacerlo?

Lucius pareció no haberlo escuchado mientras el sanador pronunciaba a Narcissa bien recuperada y a la bebé saludable.

Dudley y Harry cuchicheaban entre ellos en la puerta. Severus escuchó que discutían acerca de la recién nacida. Era mejor que no les pusieran atención, porque ellos estaban tratando de entender por qué esa bebé calva de cara enrojecida era descrita como hermosa.

Severus por su parte también la miró algo dudoso. Rita y él se habían convertido en una buena pareja para armar problemas, y disfrutaba de la 'pasión' de Rita por tener una buena primicia. Ahora ella tenía un libro superventas presto para imprimir, una biografía de Dumbledore con sólo algo de especulación, y ella se aseguró de que los lectores supieran cuando esto ocurría. Harry Potter, por supuesto, era mencionado de manera especial al final con la aventura de Voldemort y la Piedra Filosofal.

Rita Skeeter había descubierto una nueva vaca sagrada que rostizar con Flamel y su idiotez al prestarle la Piedra Filosofal a Dumbledore. Los editores quedaron espantados con algunas de las cosas que Rita revelaba. Además, aunque muchas de esas cosas ya habían sido mencionadas en las noticias, ver el patrón de engaños como se mostraba en el libro hacia difícil que hasta los simpatizantes más leales de Dumbledore pudieran ignorar el hecho de que Albus Dumbledore seguía una agenda muy personal.

Severus había pensado que 'el libro' sería el único 'bebé' en que Rita estaría interesada. Pero ahora al verla recibir cuidadosamente el bebé de brazos de Lucius, mientras Draco continuaba reclamando que era su turno, Severus no se encontraba tan seguro de ello. Ella le sonrió a la bebé, quien había sido nombrada Diana Petunia Malfoy.

Severus se encogió mentalmente de hombros. Ellos habían hablado de formalizar su relación, y Severus admitía que se llevaban bastante bien, y sentían un afecto en aumento uno hacia el otro. Él enarcó una ceja hacia ella, y ella respondió con una sonrisita torcida. Sí, Rita al parecer se sentía inclinada hacia la maternidad. Imaginen la clase de niño que tendrían ellos, pensó Severus, y suspiró de forma honda y sufrida.

Sirius Black vio con horror como Rita una maliciosa sonrisa le pasaba la bebé. Estaba fascinado de que le hubieran pedido que fuera el padrino de la pequeña Diana, y se dio cuenta que ellos querían de verdad que sostuviera a la niña. Él había evitado hacerlo con Harry hasta que su ahijado fuera capaz de caminar, aterrado de poder lastimarlo. Ahora, tenía en sus manos a esta diminuta infante. Finalmente, recordó como mecerla y decirle niñerías, aunque ella era mucho más pequeña que cuando Harry tenía esa edad.

―¿Cuándo puedo sostenerla yo? ―preguntó Draco quejumbroso.

Lucius le dio una palmadita en la cabeza de manera ausente―. Sssh, vas a hacerla llorar. A ti nunca te gustaron los ruidos fuertes cuando eras de ese tamaño.

Sirius le entregó la bebé a Vernon, quien la sostuvo de forma experta, mientras le canturreaba, ganándose una sonrisa de la infante.

―Gracias por darle el nombre de Petunia ―dijo Vernon sonriéndole a Narcissa. Petunia siempre había querido tener una hija, y ahora se sentiría complacida de tener una tocaya.

―Nosotros le debemos mucho a tu difunta esposa ―Narcissa sonrió con suavidad. Petunia se había convertido en un nombre muy popular recientemente. Desde que Harry regresara al mundo mágico y la historia de Petunia se hizo conocida, un montón de bebés pasaron a llamarse Petunia.

Vernon con cuidado le pasó el pequeño bulto a un consternado Severus, quien trató de verse complacido por ello, y después de unos cuantos momentos se la devolvió a su radiante progenitor.

―¡¿Papá?! ―Draco jaló desesperadamente de las túnicas de Lucius cuando este recibió a Diana de brazos de Severus.

Lucius lo miró hacia abajo―. Ah, Draco, ¿te gustaría sostener a tu hermana antes de que la pongamos en la cuna?

―Sí ―contestó Draco dejando escapar un suspiro con fuerza. Él recibió a la niña con una sonrisa posesiva. ¡Por fin tenía una hermana! Esperaba que a ella le gustara el Quidditch... y también esos juegos de balón pie.

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Harry llevó a Rusty al trote adelante de una fila de caballos de la Camargue en la que iban los demás. Puede que Rusty llevara retirado más de una década y media, con una edad en que ya le permitirían votar, pero aún detestaba tener a otros caballos adelante suyo.

Rita y Harry habían obtenido buenas ganancias colaborando en un libro para niños acerca de Rusty, contando su trayectoria en las carreras. De como había comenzado como un caballo flacucho de un año, hasta convertirse en un corredor de fama, Petunia también era mencionada, así como su amistad con Harry. Su terrible accidente en las carreras y el rescate de Severus al sanar su fractura con un hechizo; lo cual le había ganado al mago mayor admiración y respeto por parte de sus estudiantes de la que consiguiera su fama como Maestro de Pociones.

El libro fue hecho como una manera interesante de presentar a los niños mágicos con algunos aspectos del mundo muggle, y en eso fue un éxito.

Harry palmeó el hombro de Rusty, conectándose con él lo suficiente para prometer manzanas y zanahorias al alcanzar el claro en la cima del ascenso de una colina. Harry sonrió cuando llegaron a su destino. Tenía una vista impresionante, dejando ver debajo de ellos la Mansión Malfoy. Era un lugar en que Lucius podría admirar todos sus dominios.

Harry, Dudley y Draco desensillaron sus caballos, y los amarraron mágicamente de forma de permitirles pastar, pero sin irse demasiado lejos. Harry le dio a Rusty sus golosinas prometidas, así que el resto lo hizo con sus monturas. Todos tenían gustos diferentes, al caballo de Draco les gustaban las naranjas, y al de Dudley las pastas de higo, y a más de alguno le gustaban las mentas.

Diana, quien pronto iba a graduarse de Hogwarts, se encontraba ayudando a emplazar el picnic. Los gemelos Malfoy: Romulus Lucien y Remus James, estaban colocando las sillas que hicieron aparecer los elfos domésticos; mientras que Lucius conjuraba encantamientos repelentes de insectos. Y la más pequeña de los Malfoy: Laurel, corría por ahí, con la hija de Severus y Rita, Margery, y el hijo de Sirius: Gareth. La cantidad de niños mágicos definitivamente había aumentado la última década.

Severus observó a Harry, como siempre lo hacia, presto a tranquilizarlo si llegaba a presentar señales de estarse preocupando por su cicatriz. No había tenido que hacerlo los últimos años, y Severus esperaba que él se olvidara simplemente del Horcrux. Harry se encontraba en la carrera diplomática, por ahora, pero Severus esperaba que cuando se cansara por fin de viajar se dedicara de forma seria al estudio de las criaturas mágicas, ya que era capaz de comunicarse con ellas en cierta manera, tal como podía hacerlo con los caballos.

Vernon no estaba hoy presente, se había quedado en casa con la esposa de Dudley y su hijito. A Judith no le gustaba montar, y Gregori tenía solamente tres años. Judith era una bruja, aunque su padre era nacido de muggles, y se sentía cómoda en ambos mundos.

La nueva esposa de Vernon era también una bruja, viuda a causa de Voldemort durante la primera guerra, aunque claro técnicamente no podría decirse que hubo una segunda guerra. Su extensa familia y sus hijos habían conocido a Vernon y les agradó lo que vieron; además de reconocer el beneficio de estar relacionados marginalmente con Harry Potter. Ellos estaban emparentados solamente de forma lejana con los Malfoy, pero eso fue suficiente para satisfacer a Lucius y Narcissa de que ellos así podrían mantener cerca a la familia Dursley.

Vernon todavía trabajaba como contador en los establos de carreras de Lucius, ya que no se sentía lo bastante bien como para encargarse de un gran negocio, pero ahora Dudley se le había unido y ellos veían la mayor parte de los establos, aunque Dudley tenía más que ver con el entrenamiento. Esto los mantenía ocupados, y con buenos sueldos.

Eso era suficiente para mantener a Dudley y Vernon viviendo en la casa aledaña a la Mansión Malfoy, y Lucius podía estar tranquilo de que nadie en el mundo mágico olvidaría que los Malfoys habían salvado a Harry Potter y su familia de vivir en las calles.

El picnic finalizó, para alivio de Severus. Él disfrutaba estar al aire libre, pero solamente si se trataba de un jardín tranquilo o un parque bien tenido. Eso de 'irse de excursión' a un bosque, aun cuando fuera en un claro con conjuros anti-pestes, solamente lo disfrutaba por darle un gusto a su hija Margery. Aun así, el irse implicaba tener que descender de regreso por la colina en uno de esos equinos molestos. Él creía firmemente que una persona debía estar embotada en ambos extremos para disfrutar una cabalgata.

Harry de nuevo iba adelante, en deferencia a la necesidad de Rusty de siempre ir adelante de cualquier otro caballo, aun cuando no estuvieran en una carrera.

Pronto se encontraron con los establos a la vista, para alivio de Severus, cuando de pronto Harry se puso rígido en su silla de montar, y se aferró la cabeza con un gemido. Rusty dio unos pasos hacia el lado, tratando de mantener a Harry sobre su lomo, pero Harry se dobló rodando sobre el hombro de Rusty desplomándose hasta el suelo .

Severus y Lucius llegaron primero hasta allí, pero pronto hubo un montón de gente alrededor de Harry. Severus colocó la cabeza de Harry en su regazo, y la multitud jadeó al ver que un líquido negro fluía en un hilo de la cicatriz de Harry. Lucius sacó un pañuelo y empapándolo con un Aguamenti, limpió la materia viscosa del rostro de Harry, y Draco colocó dicho pañuelo dentro de un bolsa con supresores de magia para inspeccionarlo más tarde.

Severus y Lucius conjuraron una camilla para llevar a Harry hasta la Mansión, ubicándolo en el dormitorio que usaba cuando se encontraba en el país. La familia Dursley ocupaba la casita de la viuda, y Harry siempre estaba ausente, así el cambio fue del agrado de todos. Sin contar con que esto hizo feliz a los Malfoy, ya que por fin contaban con Harry debajo de su mismo techo.

Severus y Lucius se miraron con temor, hasta que Dudley por fin dijo lo que todos estaban pensando―: Alguien debería ir a ver como se encuentra ese sujeto Dumblemort.

Severus asintió infeliz―. Yo lo haré.

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La caminata por los pasillos de San Mungo esta vez le pareció especialmente larga. Severus había acudido allí con frecuencia, al principio fue cuando Albus y compañía fueron admitidos allí. Suponía que esta era una penitencia auto-impuesta, por haber planeado todo el asunto. En alguna parte de su mente sentía que no había tenido derecho de juzgar a ninguno de los dos magos.

Oh, él habría tomado la misma decisión sin importar qué, y en su mayoría su conciencia no lo molestaba. Pero una pequeña parte de esta le murmuraba que debía seguir chequeando a sus viejos maestros, a sus dos viejos amos.

La lucha por la predominancia entre Dumbledore y Voldemort había durado unos pocos días, pero pronto quedó a cargo Voldemort, aunque no fue capaz de formular una oración coherente en varios meses. Para ese entonces solamente el sanador a cargo de la unidad mental tenía alguna clase de interés en su residente menos favorito, y ya no había nada que pudiera hacerse para revertir el daño, y , bueno, Dumblemort no contaba con muchas visitas.

Unos pocos de los más fieles a Albus habían tratado de visitarlo, pero cuando se dieron cuenta que el mago a cargo era Voldemort dejaron de venir.

Una vez que Voldemort comenzó a hablar con sentido, Severus hizo un trato. Voldemort no arrojaría ninguna duda sobre la credibilidad de Severus como un miembro destacado de la sociedad mágica, y Severus lo mantendría lo más cómodo que pudiera en su suite acolchada en la 'Posada Camisa de Fuerza'.

Voldemort refunfuñó, pero no tenía magia, no le quedaban seguidores, y nadie en la unidad de daños mágicos permanentes iba a escucharlo si llegaba a decir que Snape había engañado como bobos a Dumbledore y Voldemort. Peor aun, a nadie le importaría un bledo. Ni siquiera el sacar a relucir los errores pasados de Snape serviría de algo. Era poco probable que los Aurores lo escucharan, porque el mundo mágico ya había seguido adelante.

Voldemort calladamente hizo listas de lo que deseaba; libros y periódicos en su mayoría. Ranas de chocolate y calderos de dulce también se mencionaron. A Severus se le entregaba una lista en la mayoría de sus visitas, y él cumplió con la mayoría.

Amelia Bones una vez lo acorraló preguntándole por qué seguía haciendo esto después de una década de que Dumblemort fuera admitido como paciente 'algo peligroso' a largo plazo.

Severus intentó contestarle con un poco de verdad―. Albus hubiera sido un gran líder, y eso intentó ser por años. Voldemort fue uno de los grandes errores de Albus; ya que también pudo haber sido alguien grande. Yo los visito para recordar en lo que no quiero convertirme. Si esto les sucedió a ellos, también podría haberme pasado a mi.

Amelia asintió, mirándolo. Ella estaba consciente de que Severus no estaba muy debajo de Albus en cuanto a poder mágico (al menos antes de que Albus lo perdiera todo). Si ir a visitar a Dumblemort lo mantenía honesto, eso estaba bien para ella.

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Severus por fin llegó al final del pasillo, y allí se encontró con el sorprendido Director de la unidad de daño por encantamientos―. Director Snape, estábamos a punto de contactarlo. Me temo que Albus Dumbledore ha fallecido.

Severus trató de parecer sorprendido―. Ah, me pareció que no se veía muy bien la semana pasada cuando vine a visitarlo, pero no me esperaba que fuera fatal.

Lo condujeron hasta la morgue, y el miró los restos casi con alivio. Siempre y cuando Harry despertara sin mayores consecuencias esto era algo bueno. Le dedicó un breve pensamiento a Voldemort. ¿Su espíritu finalmente habría pasado al más allá? Así lo esperaba, aunque sólo fuera para que todos tuvieran una conclusión. Tom Riddle era el último fantasma que cualquiera quisiera ver rondando por ahí.

Hacia mucho tiempo que Severus había hecho arreglos para que Albus fuera enterrado con su madre y su hermana. El hermano de Albus se había lavado las manos con Gran Bretaña y se había ido a Nueva Zelanda, así que no quedaba nadie que objetara.

Severus fue por el Flú de regreso a la Mansión Malfoy, y quedó aliviado al descubrir allí a Harry despierto, mirándose en un espejo. La cicatriz se había convertido en una línea delgada casi invisible. Severus expulsó a todos de allí, después de contarles del destino final de Dumblemort.

―Tan sólo desapareció, Severus ―dijo Harry, feliz.

―Así es, el horcrux se deshizo completamente cuando Voldemort y Albus murieron ―Severus se sentó junto a él en la cama, y miró a su antiguo estudiante con severidad―. Espero no escuchar más excusas por tu parte acerca del porqué no puedes pedirle a Susan Bones que se case contigo. Hazlo pronto, o algún otro mago más listo va a arrebatártela. Tu tía Petunia vendría de vuelta a cantarte las cuarenta si eso llegara a suceder.

Harry asintió―. Pues sí, hasta Draco se ha comprometido con Hermione. Será mejor que me ponga en eso. Pienso que a tía Petunia le hubiera agradado Susan.

Severus asintió, y empujó a Harry hacia el Flú―. No hay tiempo como el presente. Sé que tienes el anillo desde hace más de un año.

―¿Otro Auror en la familia? ―preguntó Lucius con pretendido mal humor, mientras observaba a Harry dirigirse al Departamento de Aurores―. ¿Que acaso no basta con Draco luciendo ese espantoso uniforme?

~Fin~

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Muchas, muchas gracias en especial a todos quienes dejaron comentarios, ánimos y correcciones.

N/T: Y cof dénse una vuelta por En la Estación de Calle Baker me Senté y Lloré de Deco, que está muy buena. (Long-fic, aun sin terminar).

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