.

DISCLAIMER

Los personajes pertenecen a JK. Rowling La Historia a Little. Miss. Xanda quien me ha dado su permiso para traducirla.


NOTA TRADUCTORA

MIS TRADUCCIONES ESTÁN SOLO EN FFnet Y NO DOY PERMISO ALGUNO NI CON MIS HISTORIAS NI CON MIS TRADUCCIONES. DE NINGÚN TIPO (resubirlas, adaptarlas, editarlas, etc). ASÍ QUE NO, NO QUIERO NINGUNA DE LAS HISTORIAS QUE TRADUZCO COLGADAS O RESUBIDAS EN NINGUNA OTRA PÁGINA Y/O BLOG.
Ahórrenme el drama y ahórrense las denuncias y reclamos. Gracias.


.

Capítulo 22

'La oscuridad Asciende'

.

A ella no le gustaban los turnos de la noches para nada, la verdad era que las despreciaba absolutamente. Eran tan aburridos, tan mentalmente odioso que a veces ella honestamente deseaba hubiera un robo, o un asalto, o algo, solo para que el aburrimiento mental parara.

Afortunadamente esa noche tenía compañía. Sin contar a Kings, los otros miembros del equipo eran gente que le gustaban incluso si no eran tan cercanos.

—Pareces a punto de caer dormida —señaló Kingsley, tomando asiento a su lado.

—No puedes decirme que tú no —gruñó Tonks.

—No he dicho tal cosa —repsondió Kingsley, una chispa de broma en sus ojos—. Aunque lo escondo mejor que tú.

—Estoy segura de que viene de años de experiencia —bromeó de regreso.

Antes de que Kingsley pudiera contestar, una alarma sonó en el cuarto, haciendo que todo el mundo se pusiera en alerta.

—Esa es la alarma de Azkaban —susurró uno de los aurores, luciendo tan shockeado como la mayoría de los que estaban en aquella habitación.

—¿Crees que es una falsa alarma, Kings? —preguntó Tonks.

—No contaría con ello —gruñó de regreso—. Muye bien, gente, ¡alístense para los trasladores! —llamó, observando como se apresuraban hacia los trasladores que tenían reservados para emergencias—. Tonks, esta podría ser una verdadera pelea. Ten cuidado —le susurró a ella, antes de unirse a los demás con los trasladores.

Tonks tomó una respiración profunda y agarró el traslador frente a ella justo antes de que la cuenta llegase a cero. Ella solo podía esperar que si aquella realmente iba a ser una verdadera lucha, los demás del equipo arribaran pronto.

Tras lo que pareció una eternidad después ellos arribaron en lo que solo podría ser descrito como una batalla en pleno. Le tomó un momento, solo uno, y los dos aurores que tenía a su lado estaban ya en el piso, sus ojos sin vida mirando hacia ella.

—¡Tonks, abajo! —escuchó gritar a Kingsley y, como en tantas otras ocasiones, ella obedeció sin siquiera pensarlo. La única diferencia fue que en esas ocasiones en específico habían estado entrenando y esto era realmente de vida o muerte.

—¡Tonks! ¡Tonks, mírame! —le tomó un segundo reaccionar, un segundo que tomó la vida de otro de los aurores parados a su lado.

—¡Enfócate, Tonks! —Kingsley agarró su hombro y casi la arrastró detrás de una cantera— Hey, Tonks. Tienes que enfocarte —ella finalmente miró hacia Kingsley, notando la mirada lúgubre en sus ojos.

—Lo siento —murmuró—. Estoy enfocada.

Kingsley buscó en sus ojos por un momento antes de asentir.

—Bien. Tenemos que movernos, nos encontrarán en un segundo si nos quedamos aquí. Quédate cerca de mí. No trates de ayudar a los caídos, hará que te mates. Sube los escudos, esquiva los hechizos y guarda tu energía para hechizos que trabajen —advirtió Kingsley— ¿Lista?

—Sí —asintió ella, por más que se sintiera todo menos lista.

Tan pronto como dejaron la seguridad de su pequeña esquina, hechizos comenzaron a volar de todos lados y ella no pensó cuando comenzó a disparar de regreso. Ni siquiera estaba segura de que estuviera golpeando a los Mortífagos, no tenía tiempo para ello, más preocupada en evadir las maldiciones que venían en su camino.

El olor a humo y sangre le hizo sentir náuseas, pero las mantuvo, sabiendo que ella no podría hacer nada por el momento.

Esquivó hacia la derecha , anulando la brillante maldición verde, que no podía ser nada más que la maldición asesina, y tropezó. Ella se lamentó cuando notó que había sido sangre en lo que la había hecho caerse, sangre que provenía de un cuerpo decapitado no muy lejos suyo. Basada en las túnicas supo que había sido uno de los aurores que le siguieron.

Y ahí fue cuando lo oyó.

Riendo.

Ella miró alrededor, sintiendo los gritos de los aurores moribundos, la tierra bañada en su sangre, y no pudo evitar preguntarse como alguien podría reírse cuando le rodeaba tal devastación.

Miró hacia arriba cuando escuchó de nuevo la risa y contuvo el aliento.

—Kingsley... —susurró, sabiendo que él no sería capaz de oírla, por lo que estuvo bastante sorprendida cuando apareció a su lado, mirándola, asegurándose de que estuviera bien—. Mira, Kingsley —le dijo.

Kingsley miró hacia el lugar donde Tonks estaba mirando y por una fracción de segundo sintió que su corazón se detenía.

—Querido Merlín —murmuró—. Ese es el Señor Oscuro, realmente ha vuelto.

—¿Quién está con él? —prgeuntó Tom, aún mirando al pequeño hombre que se movía através de los aurores como si fueran nada.

—No tengo idea —replicó Kingsley—. No se ve como un Mortífago.

—Tampoco esos —dijo ella, apuntando hacia una pareja de magos que hacían su camino hacia Azkaban.

—Hablaremos de esto luego, ahora no es momento.

Tonks asintió, y entonces estaba moviéndose de nuevo. Tirando hechizos y esquivando maldiciones sin pensar en nada más. No podía permitirse en pensar en nada más. No en los cuerpos yaciendo en la tierra, no en la sangre bañando sus ropas, ni siquiera en el hecho de que había perdido el lado de Kingsley.

Sintió tal alivio cuando notó más aurores arribando, sabiendo que si no se hubieran mostrado ellos hubieran estado perdidos. Aunque ese alivio fue corto, al ver como la mitad del escuadrón moría tan pronto como arribó, sus muertes causadas por dos de esos que no lucían como Mortífagos. De nuevo, no pudo evitar congelarse por un segundo.

Tanta pérdida, tanta destrucción.

Escuchó una risita, una risita infantil, que sonó tan increíblemente fuera de lugar que no pudo evitar tampoco el mirar de dónde ésta provenía, solo para quedar cara a cara con una máscara completamente en blanco.

No pudo contener el estremecimiento de miedo que recorrió su espina.

—Tanta pérdida —una espeluznante voz femenina vino de detrás de la máscara—. Deberías de agradecer al destino, hoy es tu noche de suerte.

—Entonces todo se puso oscuro, y ella no supo más.


—Mierda, mierda, mierda —gruñó, refugiándose tras un conjunto de canteras.

Miró hacia abajo a su pierda sangrante y maldijo de nuevo. El escuadrón auror estaba siendo diezmado No que estuviera sorprendido si era sincero.

Fudge había tirado hacía tiempo los requisitos de los NEWTS y el tiempo requerido de entrenamiento que un auror necesitaba. Aún podía recordar su discurso sobre los tiempos de paz y cosas por el estilo. Muchos de los burócratas habían acordado con él, aunque solo porque reducir todo eso salvaría millones de galeones en expensas.

Y ahora podía ver los resultados.

Todos los aurores, salvo los veteranos, lucían como niños de escuela jugando a pelear.

Los Mortífagos por otro lado pelearon tan viciosos como siempre, como si nunca hubieran parado de pelear. Como si la última década no hubiera existido para ellos, peleaban como lo habían hecho cuando la guerra estuvo en su pico.

Y esos otros peleadores, nunca los había visto en la guerra anterior. ¿Quiénes eran? ¿Una sección especial de Mortífagos? Eran tan viciosos como ellos al menos.

Maldijo de nuevo cuando una explosión sonó justo detrás de él y casi saltó fuera de su escondite cuando un brazo cayó en su pie.

—Merlín —susurró, mirando lejos.

Mandó nuevamente una plegaria a los dioses, esperando contra toda esperanza que le escucharan. Por más que la destrucción que le rodeaba le hiciera dudar altamente de ello.

Una risa le hizo mirar a su izquierda, donde podía ver la línea fuera de Voldemort y uno de esos peleadores nuevos, aunque este tenía un uniforme de diferente color.

—¿Vamos a hacer las cosas un poco más calientes, sí? —él fue justo capaz de escuchar a la figura por sobre el sonido de la batalla rodeándole— ¡Fiendfyre!

Sus ojos se abrieron salvajes cuando vio la serpiente gigante que se formó por la maldición de fuego. no pudo hacer nada salvo quedarse allí cuando vio el control con el que el hombre dominaba el fuego. Por un segundo recordó otro ataque que había tenido lugar hacía más de una década, cuando Voldemort había diezmado un pueblo entero con una serpiente justo como aquella.

Fue más allá de aterrador el pensar que el lado oscuro tenía otro peleador con tal poder. Aterrador pero extrañamente hilarante también, ¿qué edad tenía aquel mago tan poderoso? Ser capaz de vivir en aquel tiempo fue inspirador, incluso si solo admitía aquello para sí mismo.

Si la mayoría de los muggles pensaban que un mago promedio era cerca de un Dios por sus poderes, no podía evitar preguntarse qué pensarían de esos dos. ¿Qué pensarían de magos que incluso otros magos creían eran casi dioses?

—¡Thanatos! —escuchó a Voldemort llamarle, y la pequeña figura se giró hacia él, ciertamente no sonaba como si fuera un Mortífagos, no con un nombre como ese—. Es hora.

De pronto, la serpiente creció hasta duplicar su tamaño, haciendo su camino hacia la fortaleza de Azkaban y él solo pudo permanecer allí mientras Voldemort envolvía sus brazos alrededor del pequeño hombre y se aparecía lejos. La risa de Thanatos todavía llenando la batalla cuando la serpiente gigante se tragó la fortaleza dentro de su feroz bobina.

No supo cuánto fue que estuvo allí, tan solo observando todo arder. Sin embargo los gritos de dolor y sonidos moribundos lo trajeron de vuelta. Miró alrededor notando que todos los Mortífagos y esos otros peleadores se habían ido, dejando nada más que desesperación a su paso.

Lanzó un hechizo rápido de curación a su pierna, sabiendo que no sería suficiente para sanarla completamente pero que al menos sería suficiente para hacer parar el sangrado y amortigüar el dolor. Era lo mejor que podía hacer bajo esas circunstancias.

Tan pronto como pudo moverse sin sentir una completa agonía comenzó a mirar por sobre los aurores, ayudándolos cuando podía. Él solo podía esperar que los sanadores arribaran pronto, de otra forma cerca de la mitad de los aurores heridos perecerían, las heridas eran por lejos demasiado graves para los pocos hechizos de primeros auxilios que los aurores sabían.

Cuando vio una burbuja de pelo rosa en medio de todo el marrón, negro y rubio, se sintió perder un latido.

—Merlín —suspiró, corriendo a su lado—. Tonks —él cayó de rodillas a su lado, buscando por un pulso casi frenéticamente.

Tomó un respiro tembloroso cuando notó un pulso fuerte. No había sentido tanto alivio en mucho tiempo. Tonks no había estado ni de cerca lista como para una batalla así, y era su compañera, perderla... él lo hubiera sentido como su culpa. Debería de haberla cuidado, especialmente en su situación.

Una rápida contra-maldición después Tonks volvía en sí, luciendo un poco fuera de sí, pero bien.

—¿Kings? —preguntó ella un poco atontada.

—Sí —suspiró él—. Sí, aquí estoy, ¿puedes pararte?

—Yo... sí. Sí, estoy bien —respondió, sacudiendo su cabeza.

Tonks miró a su alrededor y sus ojos se fijaron en la aún ardiente fortaleza.

—Querido Merlín —suspiró—, ¿quién pudo haber hecho eso?

Kingsley ni siquiera necesitó mirar para saber de lo que hablaba.

—Thanatos —replicó—. Al menos así es como lo llamó Voldemort.

—¿Un Mortífago hizo esto? —ella lució incrédula y un poco aterrada, no que la culpara, él podía entender el miedo.

—No creo que fuera un Mortífago —murmuró—. Era uno de esos con diferente uniforme, aunque el de éste era verde. Yo... no estoy seguro, pero creo que podría ser otro Señor Oscuro.

Tonks se giró para mirarlo, sus ojos salvajes.

—¿Otro Señor Oscuro?

Kingsley asintió con gravedad.

—Volvamos al ministerio, vamos a que nos chequeen los sanadores en turno y ver qué nos dice Amelia, entonces tendremos que volver a reportar a Dumbledore. Él debe saber lo ocurrido, especialmente de este otro grupo.

Tonks asintió y lo siguió hacia uno de los puntos con trasladores que los sanadores habían puesto. Por una vez, a ella no le hubiera importado que fuera una noche tranquila.


—Es la mitad de la noche, Albus —refunfuñó Sirius, luciendo más dormido que despierto sentado allí a la mesa de la cocina de Grimmauld Place— ¿Por qué nos llamaste?

—Me temo que tengo horribles noticias —dijo Albus gravemente—. Azkaban fue atacado por Voldemort.

Un absoluto silencio llenó la cocina por una fracción de segundo.

—¡¿QUÉ?! —Sirius fue el primero en reaccionar.

—Es cierto —Albus pareció envejecer ante sus ojos—. Kingsley y Ninphadora estuvieron allí, fueron ellos quienes me dijeron sobre esto.

Todos los ojos se giraron entonces hacia los dos aurores, notando recién ahí cuán cansados lucían ambos.

—Oh queridos —Molly miró por sobre ellos, intentando ver si había algo mal con ellos—, ¿están heridos?

—Nah, estoy bien —le sonrió Tonks—. Solo fui aturdida.

—Estoy bien también, Molly —le aseguró Kingsley.

—Gracias a Merlín —Molly se recargó contra Arthur.

La mayoría de la Orden presente la miró con simpatía. Sabían que desde la muerte de sus hermanos había crecido ansiosa cada vez que un miembro de la Orden se involucraba en una batalla contra Morrífago; ellos solo podían imaginar cuánto peor sería ahora que tenía hijos en la Orden también.

—Azkaban fue vaciada y completamente destruida —les dijo Kingsley—. El escuadrón de aurores que se presentó fue absolutamente diezmado. Perdimos docenas de aurores —continuó oscuramente, y Tonks miró lejos, dolor y pesar mostrándose en sus facciones.

No tenía idea de cuántos amigos había perdido en solo un ataque. ¡Era esto lo que les esperaba si la guerra realmente comenzaba? ¿Este dolor? ¿Este pesar? Dioses, ¿cómo se suponía no perdieran la esperanza cuando se enfrentaban a tal devastación?

—Infortunadamente, eso no es lo peor —les informó Kingsley, incluso si estaba tan dolido por las muertes como Tonks—. Hubo otro grupo allí. Nunca los vi en la guerra anterior. Estoy casi seguro de que ese era otro Señor Oscuro.

Es silencio fue diferente esa vez. Había un miedo imposible de enmascarar corriendo por lo bajo.

—¿Qué? —fue un suspiro, y fue imposible decir de dónde provino.

—¿Otro Señor Oscuro? —preguntó Sirius monótonamente— ¿Y estamos sabiendo de eso recién ahora? ¿Qué sobre nuestro confiable espía? —se burló hacia Snape— ¿Por qué no nos dijiste de esto? ¡Sobre el ataque? ¿Sobre el segundo Señor Oscuro? ¿Si no puedes decirnos ni siquiera esto cuán útil eres?

Snape se burló de regreso, mirando a todos los que asentían, de acuerdo con Sirius.

—Ahora, Sirius, ya te he dicho que Severus tiene mi completa confianza —les dijo Albus suavemente—. Severus ya me había informado de este segundo Señor Oscuro, y sí, es otro Señor Oscuro—confirmó oscuramente, ganándose miradas consternadas de todos los presentes—. Voldemort mismo lo presentó a sus Mortífagos, así como a sus propios seguidores.

—¿Qué puedes decirnos de él? ¿Cuánto tiempo ha estado este Señor Oscuro alrededor? ¿Por qué son aliados? ¿Por qué no hemos oído de él antes? —preguntó Bill, mirándolos a ambos, a Albus y a Snape.

—Me temo que no hay mucho que pueda decirles sobre ellos. Severus fue silenciado.

—¿Bastante conveniente, no? —gruñó Sirius, ignorando a Remus, quien estaba tratando de calmarlo.

—¿QUÉ puedes decirnos? —preguntó Arthur, moviendo la conversación de nuevo, sabiendo cuánto se odiaban esos dos.

—Voldemort presentó a este nuevo Señor Oscurocomo Thanatos. Él tiene sus propios seguidores. Se desconoce por cuánto tiempo ha estado activo o cuales son sus metas —les dijo Albus.

—¿Qué sobre sus seguidores? ¿Cuántos son? —preguntó Sturgis, mirando más a Snape que a Albus.

—Hubo catorce en la reunión, no sé si hay más —dijo Severus, e incluso con esa pequeña cuota de información él ya podía sentir su sangre comenzando a calentarse.

—¿Había más en el ataque a Azkaban? —preguntó Albus, mirando a Kingsley.

—No lo sé, Albus —suspiró Kingsley—. eran diferentes de los Mortífagos. Sus uniformes... era difícil decir quién era quién. Pude haber visto a la misma persona en diferentes puntos por lo que sé. Los Mortífagos tienen todos diferentes máscaras, podemos no saber quiénes están detrás, pero podemos decir que es otra persona, al menos puedes verles los ojos. Estos seguidores... sus máscaras no tienen rostros. Son simplemente lisas.

—Son espeluznantes —añadió Tonks, incapaz de suprimir un estremecimiento—Aunque no sé si esos... ¿cómo se llaman? ¿Tienen un nombre? —dirigió a Snape su pregunta.

—No puedo revelar su nombre —dijo Snape monótono, haciendo a Sirius bufar.

—Como dije, chucho cubierto de pulgas —se burló Snape—. Si supieras quién es el Señor Oscuro Thanatos, tú... arghhh.

Todos los presentes saltaron de sus asientos cuando Snape se estrelló en el piso gritando a todo pulmón. La mayoría mirándolo con horror.

—Severus, mi muchacho —Albus se arrodilló a su lado— ¿qué pasó?

—Las salas —dijo a través de dientes apretados—. Lo que estaba a punto de decir podría haberles dado una pista sobre quién es y me detuvieron antes de poder hacerlo.

—¿Es esto por lo que no puedes decir nada? —murmuró Remus, más para sí mismo que realmente preguntando.

—Este Señor OscuroThanatos seguro luce vicioso —remarcó Diggle, tomando nuevamente asiento y mirando a Snape, a quién Albus estaba ayudando a volver a su asiento, por el rabillo de su ojo.

Kingsley bufó, también volviendo a sentarse.

—Él quemó Azkaban con una enorme serpiente creada de un Fiendfyre. Así que, sí, vicioso es algo que lo define.

—Sus seguidores no son mejores —añadió Tonks.

—Sí, eso es lo que quería preguntarle a ambos —Albus continuaba observando a Severus, aunque supiera que Severus tomaría bastante mal si seguía revoloteando sobre él. Si había algo que Albus sabía que odiaba era el mostrar debilidad, especialmente frente a Sirius y Remus—. ¿Pueden decirnos algo sobre los seguidores de Thanatos? ¿Cualquier cosa que pudiera ayudarnos a identificarlos?

—Como dije, sus uniformes hacen extremadamente difícil de identificarlos —Kingsley sacudió su cabeza.

—Lo único que sé es que uno de ellos es definitivamente una mujer.

—¿Oh? —Albus elevó sus cejas— ¿Cómo has llegado a tal conocimiento, Nymphadora? —sus labios se fruncieron ligeramente cuando vio la mirada helada que le daba la joven.

—Ella me desmayó —les dio—. Escuché una risilla y, fue un sonido tan extraño en medio de todo ese caos que me giré para ver de dónde provenía. Quedé cara a cara con una máscara completamente en blanco y; déjenme decirles, esas cosas son espeluznantes, ella dijo algo y entonces me aturdió.

—Eso es comprensible, mi querida —le sonrió Albus, dirigiéndose nuevamente a su silla. Tomó una respiración profunda, mirando por sobre todos los miembros de la Orden.

Era por lejos menos gente de la que había esperado, especialmente dado que el otro lado parecía haberse duplicado. Ellos habían sufrido duras pérdidas durante la última guerra e incluso si confiaban en él, ellos tenían miedo de perder aún más. Y luego estuvo la inesperada muerte de Alastor. Él había sabido que su viejo amigo sufrió horriblemente durante la guerra y que esas maldiciones no habían sido completamente sanadas, pero no había tenido idea de que habían ido drenándole la vida lentamente desde entonces. Los sanadores le habían dicho que estaban sorprendidos que el viejo auror hubiera sido capaz de llegar tan lejos como lo había hecho.

—Creo que no hay nada más que podamos hacer esta noche. Voy a pedir que tengan un ojo y un oído fuera. Traten de encontrar algo sobre este nuevo Señor Oscuro y sus seguidores. Vean si hay alguien con nuevas políticas e ideales. Cuánto más aprendamos sobre este nuevo enemigo mejor podremos prepararnos en su contra.

—Mantendremos un ojo alrededor —le aseguró Arthur.

Albus les agradeció y la reunión terminó rápidamente, muchos de ellos ansiosos por llegar a sus casas. Solo Kingsley y los Weasley se quedaron. Los Weasley eran adiciones permanentes en la mansión por el momento y Kingsley estaba demasiado cansado para hacer nada más que estrellarse en la cama más cercana.

Tan pronto como creyó a todos dormidos, Sirius de deslizó fuera de su habitación. Golpeó en el cuarto de Remus y esperó impaciente a que éste le abriera.

—Canuto... —suspiró Remus, una vez que hubo abrieto la puerta—. Debería haber sabido, ¿estás seguro que quieres hacer esto?

Viendo la expresión determinada de su amigo, él asintió y lo siguió. La verdad era que él quería hacer aquello tanto como Sirius, solo quería asegurarse si debían.

Remus pudo ver a Sirius tomar un hondo respiro, y entonces tocar.

—Entren —vino de respuesta ni un segundo después, y ellos lo hicieron.

Harry estaba desparramado en su cama, luciendo más que despierto considerando la hora.

—Lo tomo como que Dumbledore llamó a una reunión sobre la redada de Azkaban —dijo Harry tan pronto como la puerta se cerró—. Eso fue rápido.

—Así que estuviste ahí —murmuró Sirius más para él que para los otros dos ocupantes en la habitación— ¿Por qué no fuimos llamados? ¿No somos tus seguidores también?

Remus pudo ver que Harry estaba un poco sorprendido por la pregunta, no que pudiera culparlo, él de seguro no había esperado que Sirius preguntara eso. Realmente había esperado que despotricara o algo sobre esas líneas.

—Sí, estuve allí, así como los Ouroboros —respondió Harry—. Ustedes no fueron llamados por dos razones. Una, que no estaba seguro cómo iban a reaccionar a estar en un cuarto lleno de Mortífagos, y la otra, es que había una posibilidad de que si hubieran sido heridos en la redada no hubiesen tenido tiempo suficiente de curarse antes de que Dumbledore les llamara a la reunión. Considerando cuán rápido fueron llamados a ésta era un temor válido. Hablando de la reunión —continuó Harry antes que pudieran decir nada, levantándose de la cama— ¿cómo fue Dumbledore alertado tan rápido?

Remus y Sirius se enderezaron inconscientemente.

—Kingsley Shacklebolt y Nimphadora Tonks eran parte de uno de los escuadrones que fueron llamados, mi Señor —respondió Remus, mirando correctamente hacia delante.

Supuso debería sentirse raro de llamar a Harry su Señor, pero no. Él podía sentir su magia casi ronroneando de felicidad. Harry era su Señor, su señor elegido, por lo que tenía perfecto sentido llamarlo así.

—Ya veo —tarareó Harry, recostándose contra la pared y quedándose fuera de la ventana—. Supongo que era esperar demasiado el que le tomara a Dumbledore un poco más tener más información sobre mis seguidores. Al menos previne de que Snape dijera nada. ¿Cómo actuó él en la reunión? Muéstrame —él se dirigió hacia Sirius, quien le miró a los ojos tan pronto como dio la orden.

Legerimancia podía no ser su punto fuerte, pero él era lo suficientemente habilidoso para ver la memoria si la persona la tenía al frente de su mente.

En cuestión de segundos había visto toda la reunión y no pudo evitar se le escapara una risa.

—Es bueno ver que mis protecciones estén trabajando tan bien —murmuró, luego le sonrió a Sirius—. Hiciste bien en cerar la duda sobre su utilidad. Puede no parecer mucho pero esas pequeñas cosas permanecen en las mentes de las personas y, cuando las cosas comiencen a caer ellos serán incapaces de detenerse a pensar sobre ello.

—¿Entonces es verdad que no puede decir nada? —preguntó Sirius, intentando esconder la pequeña sonrisa vengativa que se había esparcido en sus labios cuando vio a Snape gritar.

—No, realmente no puede —confirmó Harry—. Convencía Tom de no llamarlo para la redada. No confío en Snape y creo sería un error dejarlo saber demasiado. Aunque él es un Mortífago de Tom por lo que no puedo hacer nada a menos que Snape vaya ya sea contra mí o mis Ouroboros directamente sin haber redada o misión. Mantengan un ojo en él —instruyó, y ambos hombres inclinaron sus cabezas.

—Sí, mi Señor —respondieron al unísono.

—Bien. Ahora, la próxima vez que haya una reunión los llamaré también. Sus uniformes estarán en sus armarios. Tuve a Kreacher encargándose de eso. Tienen hasta entonces para llegar a un acuerdo con los Mortífagos que verán allí. Júntense con los gemelos, ellos les dirán qué espero sean mis Ouroboros. Eso será todo.

—Sí, mi Señor —ellos le dieron una ligera venia y dejaron el cuarto, ambos sintiendo como si sus corazones estuvieran casi saltando en sus pechos.

—Merlín —murmuró Sirius, apoyándose contra la pared—. ¿Sentiste eso?

—Si te refieres a mi magia prácticamente ronroneando cuando llamé a Harry mi Señor, sí, lo sentí.

—¿Crees que así es cómo se sienten? ¿Los Mortífagos?

Remus tomó un respiro tembloroso y casi arrastró a Sirius de regreso a su cuarto.

—No lo sé —respondió, tan pronto como estuvieron dentro—. Si lo es, no sé cómo Severus puede pensar en siquiera traicionar a Voldemort.

Quizás no esté traicionando a Voldemort sino a la Orden. Nunca confié en ese idiota —Sirius se arrojó a la cama, por un momento luciendo como el adolescente que había dejado de ser hacía ya mucho tiempo atrás.

—¿Así que crees que Harry se equivoca? —preguntó Remus, e incluso él se sorprendió por lo duro que había sonado.

—No, no lo creo —Sirius respondió lúgubre, notando el ámbar sangrar en los ojos de Remus—. No confío en Snape. No creo que pueda ser leal a nadie salvo a sí mismo. Siempre fue tal pequeña cosa —ni siquiera se molestó en ocultar el disgusto que sentía—. No me sorprendería si hubiera dejado a Voldemort por no poder tomar las maldiciones por su incompetencia. Siempre comenzaba a lloriguear, llorando tras apenas unos minutos de que empezáramos con él, y creo que Voldemort fue de lejos más brutal de lo que nosotros nunca podríamos ser.

Silencio llenó el cuarto por un momento y Remus resopló, cayendo en su cama junto a Sirius.

—¿Qué es? —dijo Sirius, ceñudo.

—Solo me preguntaba cómo pudimos ser tan tontos cuando fuimos jóvenes —murmuró Remus—. Nunca fuimos Luz, Sirius. La forma en la que disfrutamos del sufrimiento de Severus debió ser nuestra primera pista.

—Éramos jóvenes —suspiró Sirius—. Éramos estúpidos.

—Tan estúpidos —agregó Remus.

—¿Puedo quedarme ésta noche? —preguntó Sirius, y Remus suspiró, mirándolo y viendo todas las dudas que el animago tenía, todos esos miedos que solo él vería.

—De acuerdo —asintió, sabiendo que no había nada más que pudiera decir—. Pero si roncas te haré dormir en el piso.

—Gracias, Moony —casi ni lo escuchó.

Una suave sonrisa subiendo a su rostro.

—En cualquier momento, Canuto.


La primera cosa que hizo tan rpotno como llegó a su casa fue ir al cuarto de su hijo. Ni siqueira pensó en ello, él solo sabía que tenía que verlo. Él sabía cómo se había sentido después de su primer redada y nunca dejaría que su hijo pasara por eso solo.

Lógicamente sabía que no era el mejor movimiento que podía hacer, se suponía que ni siquiera sabía que su hijo era uno de ellos; pero Lord Thanatos le había dado permiso, ¿no? Él le había confirmado que su hijo era uno de ellos, por lo que lo permitió, ¿o no?

Incluso si no lo estaba susaba fuera capaz de mantenerse alejado.

Él corrió al cuarto de su hijo en tiempo récord y abrió la puerta sin siquiera golpear.

Cuando vio que el cuarto estaba vacío se congeló, pánico cubriéndolo entero por un segundo, entonces escuchó la ducha corriendo y soltó un respiro de alivio.

Solo estaba tomando una ducha. Estaba en casa.

Cayó sobre el primer sillón cercano, el alivio que sentía dejó sus rodillas momentáneamente débiles. Querido Merlín, nunca creyó que fuera a sentirse tan fuera de ello. ¿Habría sentido lo mismo si su hijo hubiera decidido seguir a su Señor? No lo sabía, y supuso nunca lo haría. De lo que había visto, dudaba que su hijo le diera nunca la espalda a Lord Thanatos. Incluso si creyera que su hijo estuviera inclinado a ello, estaba seguro no sobreviviría a ello, , y sabía que incluso si le pidiera a su Señor que le ayudara a proteger a su hijo no serviría de nada. Su Señor estaba encantado con Lord Thanatos y sabía que habría muy poco que hiciera a su Señor ir contra Lord Thanatos.

Eso, más que nada, los hacía una pareja equilibrada. Su Señor podría ser más experimentado y tener más seguidores, pero Lord Thanatos tenía un control sin precedentes sobre su Señor. Era hilarante verlos interactuar, le hacía tener esperanza para el futuro.

—¿Padre?

Miró hacia arriba, un poco sorprendido de haberse perdido tanto en sus pensamientos que no notara la ducha apagarse.

—¿Qué estás haciendo aquí, padre?

Miró a su hijo por encima, quién solo tenía una toalla atada a sus caderas, sus ojos entrecerrándose cuando notó el cardenal en su hombro izquierdo. Aunque lo que capturó su atención fue el Ouroboros grabado en la blanca piel. Él quería odiar esa marca, pero sabía que no podía. Sabía que había sido la decisión de su hijo, que era algo en lo que su hijo creía y él nunca podría odiar algo a lo que su hijo amaba tanto.

—Quería ver cómo estabas.

—Estoy bien, padre.

—Draco —suspiró—. Por favor, soy tu padre. Estoy preocupado. He estado en tu lugar, sé lo difícil que puede ser la primer redada. Solo... habla conmigo.

Los hombros de Draco parecieron caer y él cayó pesadamente sobre su cama.

—Papá —Lucius quedó quieto por el uso de 'papá', había sido un largo tiempo desde que su hijo lo había llamado nada más que padre—. En verdad estoy bien. Estoy mejor que bien en realidad —Lucius estuvo sorprendido por la pequeña sonrisa que apareció en los labios de Draco—. Hicimos a nuestro Señor orgulloso, no le fallamos.

—Mataste gente hoy, Draco.

—Lo sé —replicó su hijo oscuramente—. Y le pido a la Magia tenga misericordia de sus familias, pero no me arrepiento. Ellos estaban en contra de nuestro Señor, nada excepto la muerte les espera a aquellos que estén en su contra. Cuánto antes el mundo se dé cuenta de eso mejor será para todos los involucrados.

Lucius se paró de su asiento y se arrodilló frente a Draco, tomando sus manos entre las apenas más grandes suyas. Estaba un poco asombrado al notar que sus manos eran solo un poco marginalmente mayores que las suyas. Llamó su atención a cuánto había crecido su hijo.

Miró a esos ojos tan similares a los suyos propios, intentando ver la verdad en ellos. No encontró nada más que completa convicción en sus creencias y una lealtad feroz hacia su Señor.

Se levantó y se acercó a él, besando su frente.

—Yo estoy orgulloso de ti, Draco —murmuró, necesitando que sepa eso.

Incluso aunque hubiesen elegido diferentes caminos, incluso si tenían que pelear unos contra otros, necesitaba que Draco supiera cuán orgulloso estaba de tenerlo como hijo. Él no pudo haber pedido uno mejor, no podría estar más orgulloso de él.

Sintió a Draco mirar y apoyarse ligeramente en él.

—Gracias, papá —vino en un murmullo ni un segundo después y él cerró los ojos.

Era difícil dejarlo ir, extremadamente, pero al final él sabía que no podía hacer nada más que estar allí para su él cuando lo necesitara, y él solo podía esperar que Draco supiera que podía ir a él con lo que fuera que necesitara.


—Abuelo —no estaba realmente sorprendido de ver a su nieto esperándolo en su estudio—, ¿cómo está padre?

—Así que, ¿ya no lo encondes? —preguntó a su vez en lugar de responder, tomando asiento tras su escritorio.

—¿Esconder qué? —preguntó Theo, sentándose derecho.

—Tus alianzas.

—Nunca las escondí —señaló Theo—. Siempre supiste dónde estaban, con quién estaban.

—Siempre sospeché, sí —confirmó.

Miró y miró por sobre su nieto. Siempre le sorprendía ver cuánto había crecido. No podía creer que habían sido ya catorce años desde que sostuvo a este niño en sus brazos, solo un bebé en ese entonces, lamentando el destino en el que había caído su hijo.

Y ahora frente a él estaba un joven, alguien que sabía lo que quería en la vida. Alguien que estaba dispuesto a pelear y matar por lo que creía. Que había matado por lo que creía.

Y no había ninguna duda de que había matado ya. Él había mantenido un ojo en los Ouroboros. Podía no saber cuál de ellos era Theo, pero había visto lo vicioso que había sido cada uno de ellos.

Admitía libremente que no había esperado fueran tan sedientos de sangre, tan dispuesto de tomar una vida. Mucho menos que fueran tan buenos en ello.

—Te ha entrenado bien —le dijo a Theo, y pudo ver cómo los ojos de su nieto se llenaban de orgullo.

—Nuestro Señor siempre nos alienta a superarnos a nosotros mismos, a trabajar en lo que amamos. Lo hacemos alegremente, queremos que esté orgulloso de nosotros. Incluso antes de que tomara su lugar como Señor Oscuro él ya era todo para nosotros.

—Sí, puedo ver cuán encantado estás —murmuró Teodred—. Dime Theo, ¿lo amas?

—Sí —vino la respuesta, segura y firme, y él casi suspiró.

—Mi Señor está... él está un poco bastante cautivado con Lord Thanatos. Él no comparte.

—Lo sé. He visto como mira a mi Señor. No cambia el hecho de que lo amo —sonrió Theo—. Dudo que nunca deje de hacerlo, incluso si sé que nunca me amará de vuelta del mismo modo. No me importa siempre y cuando pueda estar a su lado.

Teodred suspiró y se dejó caer un poco en su asiento.

—Temía dijeras eso —murmuró, más para sí que para Theo—. Solo quiero que seas feliz, Theo —añadió un poco más alto.

—Soy feliz —la sonrisa que subió a los labios de Theo fue una que nunca había visto—. Tan feliz, abuelo. Realmente no tienes que preocuparte por eso.

Y Teodred no pudo encontrar ni una pizca de mentira en los ojos de su nieto. Theo era feliz con la mano de suerte que le había tocado, lo que era algo poco podría decir, especialmente con tan duro destino.

Él sabía lo difícil que era estar al lado de la persona que amabas y saber que nunca te amaría de regreso, aunque al menos, Theo había tenido la oportunidad de ser más que un seguidor. Esperaba Theo pudiera dejar su amor por Lord Thanatos, justo como lo había hecho él.

—Tu padre estará en un sueño mágico hasta mañana —dijo, cambiando de tema y respondiendo la previa pregunta de Theo—. Los sanadores me dijeron que él no estaba tan mal como algunos otros Mortífagos pero que va a necesitar un tiempo para recuperarse y que la mejor manera de comenzar era ponerlo en un sueño reparador. Iremos a verlo mañana después del almuerzo.

Theo asintió, levantándose de su asiento. Justo antes de salir del cuarto se giró hacia su abuelo.

—Gracias —susurró, sonriendo al hombre que lo hubo criado con tanto amor y cuidado.

—En cualquier momento, mi niño —sonrió Teodred—. En cualquier momento.


El humor era bastante malo cuando Harry fue a tener el desayuno la mañana siguiente. Él miró alrededor de la cocina, mirando a los presentes, y tomó asiento al lado de Remus.

—¿Qué está mal? —preguntó, viendo hacia los adultos allí, solo para ser mirado de mala forma por el menor de los Weasley.

—Cómo si no supieras —se burló Ron—. Tus compañeros Mortífagos debieron decirte todo sobre la ruptura de Azkaban.

—¿Ruptura de Azkaban? —preguntó, luciendo estupefacto— ¿qué ruptura de Azkaban?

—¡No actúes cómo si no supieras! —gritó Ron, saltando de su asiento—. ¡Nott debió decirte todo sobre cómo su papi Mortífago ha vuelto a casa!

—¡Ronald! —reprendió su madre, mirando a su hijo con enojo.

—No, mamá, él es uno de ellos. Él es un maldito Slytherin ¡¿Y tú esperas que vivamos aquí con él?! —Ron giró mirando a su madre— ¡Él probablemente esté diciéndole a sus amigos Slytherin sobre todo lo que pasa aquí! ¡Él no debería estar aquí!

—Cuida tu tono —se burló Sirius desde más abajo en la mesa—. Ésta es mi casa, la casa de Harry, y él siempre será bienvenido aquí. No puedo decir lo mismo de ti si continúas atacando a mi ahijado.

—¡Pe-pero, es un Slytherin! —Harry elevó una ceja cuando notó como Ron clavaba su pie en el piso, tal y como un nene de tres años.

—¿Y tu punto es? —preguntó Sirius, con todo el aristocrático desdén que sus padres le habían inculcado.

Ron miró a Sirius por un segundo, y luego alrededor del cuarto, cuando notó que incluso su propia familia lo miraba ceñuda, él pisoteó fuera de la cocina, luciendo como un niño petulante.

—Como que perdí el apetito —murmuró Harry, mirando hacia abajo—. Discúlpenme.

Ni un segundo después de que dejara la cocina una pequeña sonrisa se extendió en sus labios. Oh, esto iba a ser genial, no podía creer que el pequeño Weasley fuera a hacérselo tan fácil. Si las cosas seguían así e incluso si Weasley escuchaba algo nadie le creería dado que estarían acostumbrados repitiendo una y otra y otra vez sobre él siendo un Mortífago. Rió al pensar cómo Weasley reaccionaría si le dijera que la verdad era que él era un Señor Oscuro. Quizás debiera dejar que se le escape, solo para ver su reacción, estaba seguro que sería bastante entretenida.

Se refugió en la biblioteca, sabiendo que si había un lugar que el Weasley menos evitara como la plaga sería ese. Todos los que le importaban serían capaces de encontrarlo, por lo que tomó un libro y se acurrucó en uno de los sillones, planeando pasar su mañana haciendo nada excepto descansar. Tras la eufórica noche que había tenido, creía tenerlo más que merecido.

Desafortunadamente su brillante plan se vio interrumpido cuando escuchó pasos viniendo hacia él. Levantando la vista, quedó un poco sorprendido cuando vio al mayor de los chicos Weasley viniendo hacia él con una bandeja de comida.

Bill le sonrió y tomó asiento en un sillón cercano, poniendo la bandeja sobre la mesa.

—Hey, pensé en traerte algo de comer, incluso si no estás muy hambriento siempre es mejor tener algo en tu estómago.

—Gracias —murmuró, tomando un muffin de chocolate de la bandeja—. No tenías porqué.

—Lo sé —regresó Bill, suspirando—. Solo, no quería que pensaras que todos somos como Ron.

—¿Qué quieres decir? —le enfrentó Harry.

—Ron... él realmente es de mente cerrada, bastante prejuicioso en realidad. No quería que pensaras que todos somos así. Los gemelos, por ejemplo, son de mente bastante abierta, dudo les importe que seas un Slytherin. Aunque es más que probable que termines envuelto en algún tipo de broma —terminó con una sonrisa traviesa, y Harry pudo ver el parecido a sus dos demonios.

—¿Por qué estás diciéndome esto? —preguntó Harry, mirando confundido al pelirrojo.

—Bueno, estaremos quedándonos aquí por un tiempo... no lo haremos si tú no estás cómodo en tu propia casa. Por lo que, quizás haciéndote nuestro amigo ayude en eso.

—¿Amigos, eh? —rio Harry—. De acuerdo, Bill. Seamos amigos.

Bill le sonrió y tomó un libro de las repisas, sentándose a leer.

Harry rió y tomó nuevamente su libro. ¿Amigos, eh? Podía trabajar con eso.


—¿Listo para ir? —le preguntó a su nieto.

Theo asintió, aunque él podía ver lo nervioso que su nieto estaba. No podía culparlo, él lo estaría también si tuviera que ir a conocer a su padre tras más de una década.

Tomó un firme agarre del hombro de su nieto y los apareció lejos, sabiendo que su Señor ya había añadido a los Ouroboros a las salas, por lo que no tenía que preocuparse de ser capaz de aparecerse con Theo.

—Por aquí —dirigió tan pronto arribaron, yendo hacia el cuarto privado que se le había dado a su hijo cuando fue puesto en el sueño curativo.

Theo dudó un momento antes de que cruzaran la puerta. Había pensado sobre ese momento por tanto tiempo que no podía creer que finalmente estuviera pasando. Nunca pensó que sentiría tantos nervios como lo hacía. Su padre había estado en Azkaban por tanto tiempo, ¿qué si lo había roto? Él había visto que Sirius no había salido de allí en una pieza, lo había hecho bien, pero Azkaban lo había asustado profundamente. ¿Qué si su padre estaba peor?

Además, ¿cómo reaccionaría al hecho de que él era un Ouroboros? Él no sabía cómo iba a reaccionar si su padre se ponía en su contra. Él no dejaría a Harry, eso lo sabía, pero ¿podía aceptar a un padre que estaba en contra de las opciones que había tomado? No creía poder y sabía que eso era algo que destruiría a su abuelo, que era lo último que quería.

Tomó un profundo respiro y siguió a su abuelo dentro del cuarto, sabiendo que no punto alguno en dilatarlo, solo para congelarse tan pronto como sus ojos se posaron sobre su padre.

Nunca esperó que su padre lueciera tanto como él. Cierto, su abuelo le había dicho que lucía como su padre, había visto fotos también; pero realmente verlo fue un pequeño shock.

Se veía tan parecido a su padre como Draco lo hacía al suyo propio. Fue ligeramente desconcertante.

—Tadeus —escuchó murmurar a su abuelo, mirando a su padre como si fuera la cosa más preciosa del mundo. Solo podía imaginar cuánto hubo sufrido su abuelo todos esos años, sabiendo que su padre estaba encerrado en un lugar como Azkaban.

—Padre —la voz era cruda por el desuso pero estaba teñida de una fuerza oculta que hizo a Theo sentirse orgulloso de alguna forma. En ese momento él pudo ver que Azkaban no había roto a su padre. Podría haberlo debilitado, pero estuvo lejos de romperlo, y eso mostraba la fuerza de su padre más que nada.

Su abuelo miró y tomó asiento junto a la cama.

—¿Cuánto? —preguntó su padre.

—Catorce años —respondió su abuelo.

Él escuchó a su padre tomar un aliento tembloroso.

—Merlín —el suspiro rasposo contenía tanto dolor que Theo casi se estremeció—¿Theo?

—Theo... —una pequeña sonrisa apareció en los labios de su abuelo— Theo se ha convertido en un joven por el que estar orgulloso —dijo su abuelo, girándose hacia él—. Ven a conocer a tu padre, Theo.

Theo trató de moverse, pero tan pronto como la mirada de su padre se posó sobre él, él se congeló. Había tanto anhelo en sus ojos que Theo contuvo la respiración un momento. ¿Cómo debió haber sido para su padre el saber que su hijo ya había crecido y que él no había sido capaz de estar allí? ¿Se arrepentía su padre de no haber conseguido librarse de Azkaban como tantos otros Mortífagos habían hecho? Parte de Theo esperaba lo hiciera, pero la mayor parte de él estaba orgulloso de que su padre hubiera mostrado tal lealtad a Voldemort. Era el mismo tipo de lealtad que él tenía hacia su Señor.

—¿Theo? —hubo un poco de admiración en la voz de su padre—. Luces tan como yo.

Theo no pudo contener la sonrisa que explotó en sus labios y caminó hacia la cama.

—Eso me han dicho —comenzó, conjurando un asiento al lado de su abuelo y perdiéndose la mirada de ojos salvajes que le dio su padre—. Aunque, si debo decirlo, creo que soy mucho más apuesto.

Se deleitó cuando consiguió una risa rasposa de su padre.

—Tengo que concordar contigo —le sonrió su padre, y Theo sintió evaporarse la tensión que había estado sintiendo las últimas horas—. Estuve lejos catorce años, por lo que deberías de estar en cuarto añode Hogwarts, ¿cierto? ¿qué casa?

—Entrando en mi quinto en realidad —corrigió Theo—. Y soy un Slytherin.

—Ese es mi muchacho —sonrió Tadeus, orgulloso.

—También es parte de la Corte —Teodred añadió de manera muy Slytherin, y Theo casi gruñó cuando vio los ojos de su padre abrirse.

—¿Hay una Corte? —vino en un suspiro silencioso, y Theo miró fríamente a su abuelo.

—Sí, la hay —respondió. Podría no estar contento con su abuelo por soltarlo así, pero él estaba orgulloso de la Corte y nunca negaría su existencia—. Hubo una Corte desde mi primer año. Fue establecida en mi primer año.

—¿Cuándo fuiste reclutado? El Rey debió de haber sido terriblemente joven por entonces para que aún hubiera una Corte si fue justo en tu primer año.

Teodred de hecho bufó, haciendo que su hijo le mirara con un ligero descreimiento mientras se ganaba otra mirada helada de su nieto.

—Fui reclutado en mi primer año, y el Rey estaba en mi año.

—Bueno, eso lo prueba —murmuró Tadeus tras un par de segundos de silencio—. Debo tener un dementor induciéndome alucinaciones.

—Pensé lo mismo, menos la parte del dementor, cuando supe sobre la Corte —dijo Teodred cuando vio a su nieto lucir indignado. Lo último que quería era que Theo se deslizara en su modo Ouroboros.

—¿Entonces, es cierto? —Tadeus le preguntó a su padre— ¿Hay un Rey tan joven? —viendo a su padre asentir se giró hacia su hijo y evaluó la mirada en los ojos de su hijo.

Él había visto antes esa mirada, en él mismo y en muchos de sus compañeros Mortífagos. Nunca pensó que fuera a verla en el rostro de su hijo, especialmente dirigida a él. Una mirada que prometía muerte para aquellos que se atreviesen a decir nada en contra de su Señor. Él miró a su padre y captó el minúsculo asentimiento que le dio, confirmando que no estaba viendo cosas, que no estaba imaginando esa mirada.

—¿Podrías decirme quién es este Rey? ¿Y quién es parte de la Corte? —se aseguró de que no hubiera nada más que honesta curiosidad en su tono, no queriendo agravar a su hijo aún más.

—Nuestra Corte es un poco diferente —contestó Theo, una pequeña sonrisa afectuosa esparciéndose en sus labios—. No tenemos solo miembros de Slytherin. De Slytherin estoy yo, Draco Malfoy, Blaise Zabini, Adrian Pucey, Graham Montague, y Marcus Jugson. Aunque Marcus ya terminó su escolarización y ahora está trabajando en el ministerio para nuestro Señor. En Ravenclaw tenemos a Luna Lovegood y una esclava —Tadeus se estremeció cuando vio una sonrisa realmente maliciosa subir al rostro de Theo—. En Hufflepuff tenemos a Cedric Diggory y a Wayne Hopkins. En Griffindor tenemos a Fred Weasley, Grorge Weasley y a Neville Longbottom. En Beauxbatons tenemos a Fleur Delacour, aunque también está terminando su séptimo año. Y en Durmstrang tenemos a Viktor Krum quien también está por terminar su séptimo año. Y nuestro Rey, nuestro Rey es Harry Potter.

—Eso... eso no fue para nada lo que esperaba —replicó Tadeus después de un momento, haciendo reír a Theo.

—Eso es lo grandioso sobre ella —su sonrisa no era nada más que malévola—. Nadie lo espera. Nadie lo espera a ÉL.

—Puedes decirlo de nuevo —murmuró su abuelo, y Theo le tiró otra sonrisa ladeada—. Theo, ¿te importaría ir a la enfermería y traer al sanador? Quiero saber si tu padre está lo suficientemente estable como para llevarlo a casa.

Theo tiró una mirada a su abuelo que le decía claramente que sabía que solo estaba tratando de hacerlo salir de la habitación, pero incluso así él asintió y se fue, dejando a los dos Nott's mayores a solas.

—Las cosas han cambiado un poco en lo que estuve lejos —Tadeus señaló, tan pronto como la puerta se hubo cerrado tras su hijo.

—No tienes idea, mi hijo —le dijo Teodred—. Theodore estuvo allí durante la redada de Azkaban.

—¿Qué? —suspiró Tadeus— ¿Qué estaba pensando nuestro Señor? ¿Llevando niños a la redada? ¿A Azkaban no menos?

Teodred suspiró.

—No fue realmente la opción de nuestro Señor —respondió—. Las cosas son diferentes, Tadeus. Theodore no es un Mortífago, nunca será uno. Él sigue a alguien más.

—¿Alguien más? —ceñó Tadeus—. No entiendo.

—Hay otro Señor Oscuro. Él está aliado con nuestro Señor. Theo es uno de sus seguidores.

—¿Él recluta niños? —se burló Tadeus, más preocupado sobre ese hecho que sobre la noticia de ese desconocido Señor Oscuro.

—No lo llamaría reclutar —Teodred murmuró—. Él los reúne. Ellos están ancantados con él, completamente bajo su servidumbre. No cometas el error de pensar que Theo es un niño, Tadeus. Los he visto pelear. Su vicio pondría a muchos Mortífagos en vergüenza y su lealtad y dedicación es algo envidiable.

—¿Quién es? ¿Cómo lo hizo?

—Es...

Tadeus se quedó viendo a su padre con los ojos agrandados al verle caer de su silla como si hubiera sido puesto bajo el Cruciatus, lo repentino fue lo que le hizo imposible soltar un agónico llanto. Duró solo un par de segundos y dejó a su padre luciendo dolorido y sorprendido. Por unos momentos en el cuarto no hubo más que el sonido de su trabajosa respiración. Luego una risa casi histérica rompió el silencio y Tadeus no pudo hacer nada excepto quedarse allí, mirando mientras su padre reía.

Teodred regresó a su silla y una pequeña sonrisa trepó a sus labios.

—Malvado pequeño Señor Oscuro—murmuró—. No hay duda de porqué nuestro Señor está tan encantado con él...

—¿Padre? —preguntó tentativamente hacia su padre, haciéndole enfocarse nuevamente en su hijo.

—Estoy bien —le aseguró, sonriendo—. Fue solo una protección de secreto.

—¿Protección de secreto? —se burló Tadeus—. Es la primera vez que veo que una protección de secreto haga a alguien llorar de agonía.

—Bueno, es un Señor Oscuro, ¿qué esperabas? —rio ligeramente Teodred—. Supongo que es una advertencia, pude ver que no fue ni de lejos tan doloroso como podría haber sido. Al parecer, no podemos hablar de ello. Aunque hablé con Theo sobre él justo ayer... quizás, ¿no podamos decir nada a aquellos que aún no saben quién es? —se preguntó Teodred, maravillado con el ingenio de Lord Thanatos—. Sunpongo que tendrás que esperar para saber más sobre él.

—Espero te des cuenta, padre, que esto al final no me tranquiliza.

—Lo siento, Tadeus, en serio. Te diría todo si pudiera. Si te hace sentir mejor, Theo es feliz. Verdaderamente feliz. Tiene una familia en ellos. Son leales no solo a Lord Thanatos sino uno al otro también. Son una familia.

—De acuerdo, padre, confiaré en tu palabra —Tadeus volvió a recostarse contra las almohadas, sintiéndose mucho más débil de lo que le hubiera gustado—. Pero quiero estar en la próxima reunión. Quiero saber quién capturó a mi hijo así.

—Estoy seguro de que nuestro Señor te llamará, aunque debo advertirte, Tadeus, sé cuidadoso de no caer bajo su encanto también.

—¡Soy leal a nuestro Señor! —exclamó Tadeus, indignado.

—No estoy diciendo que no. Lucius lo es también, y eso no cambia el hecho de que él esté completamente maravillado con Lord Thanatos, incluso si lo esconde bien. Aunque creo que nadie está más cautivado que nuestro Señor.

Tadeus se quedó allí sin poder creer a su padre, incapaz de aceptar lo que estaba diciéndole pero sabiendo que su padre le mentiría con algo así.

—Me vuelvo más y más curioso sobre este Lord Thanatos.

—Lo conocerás lo suficientemente pronto, mi hijo.


—No he escuchado un suspiro tan profundo como ese desde que estudiaba para mis NEWTS —remarcó Bill, tomando asiento en un sillón al lado de Harry.

Él rió cuando Harry le miró mal.

—Suspirarías también si tuvieras a una acosadora viviendo en la misma casa que tú —gruñó Harry—. Lamento decírtelo, pero tu hermana es espeluznante.

Bill se rió correctamente en la mirada terca de Harry.

—Honestamente, no me sorprende que tenga u flechazo contigo —sonrió Bill—. Nuestra madre le ha dicho historias sobre ti desde que era una niña pequeña. Ginny ha estado soñando con ser la señora de Harry Potter desde que tenía cinco.

—Oh, Merlín —gruñó él—. ¿No me digas que sigue pensando así?

La sonrisa ladeada de Bill fue respuesta suficiente y Harry cerró sus ojos con exasperación.

—Bueno, lamento decepcionarla pero realmente no nado en ese lado —le dijo Harry a Bill tras un par de segundos de lamentar su suerte.

—¿Oh? —Bill le tiró una sonrisa lasciva— Quizás sea yo el Weasley que seduzca al inocente, pequeño Slytherin.

Harry rió y sonrió de igual manera de regreso.

—¿Crees que podría lidiar con un Slytherin?

—Oh, ¿contigo luciendo así? Quién hubiera pensado que fueras tal peleador, pequeña serpiente —ronroneó Bill, mirando con placer.

—Soy un Slytherin, ¿qué esperabas? —Harry lo miró inocente y Bill rió.

—Cierto, debería haber sabido que detrás de esa mirada inocente había una mente tortuosa —sonrió Bill.

—No estoy seguro de si debo tomar eso como un cumplido o no —refunfuñó Harry, él podía ver porqué a los gemelos les gustaba pasar el rato con su hermano mayor.

—No creo que nadie fuera capaz de decirte nada más que cumplidos —replicó Bill suavemente, haciendo que Harry elevara una ceja hacia él.

—¿Has conocido a tu hermano menor?

—Bueno... Ron nunca ha tenido la luz más brillante —dijo Bill inexpresivamente y Harry rió—. Entonces, ¿de qué es ese libro? No puedo ver el título —preguntó Bill y Harry no pudo ver más que genuina curiosidad en su expresión.

—Es un libro viejo sobre runas y cómo la sangre puede hacer algunas combinaciones más efectivas. Fue prohibido por el ministro, considerado oscuro —replicó Harry honestamente, curioso de ver cómo reaccionaría Bill.

Bill miró hacia el inocente libro.

—Solo el saber de tal libro te gana un tiempo en Azkaban —murmuró Bill, sus ojos yendo del libro a Harry.

—Cierto —asintió Harry—. ¿No crees que esa es una de las cosas más estúpidas que hay? Prohibir simple conocimiento solo porque tienen miedo —Harry sacudió la cabeza—. Me disgusta que gente como esa sean nuestros líderes. Están matando la magia y, ¿sabes lo que es peor? Los dejamos.

—Están intentando proteger a la gente —argumentó Bill, pero no había fuego tras las palabras. Era como si simplemente estuviera diciéndolo porque era lo que se esperaba de él, y Harry sintió correr la satisfacción a través de él. Al parecer los gemelos tenían razón. Bill era diferente de los otros Weasley.

—¿De verdad lo crees? —le preguntó, una pequeña sonrisa conocedora en sus labios— Nada les importa menos que la gente. Lo único que quieren es que no tengamos más poder. Piénsalo, ¿cómo nos controlarían si nosotros supiésemos más que ellos? ¿Si tuviéramos acceso a la magia que pudiera destruir Azkaban, por ejemplo? Es todo cuestión de control. Los que lo tienen, y los que no.

—¿Y nosotros no? —preguntó Bill.

—Y nosotros no —acordó Harry.

—Pero lo quieres —asentó Bill, mirándolo por encima.

—¿Quién no quiere estar en control? Al menos tener control sobre lo que uno aprende, ¿es eso mucho pedir? —Harry se levantó de su asiento y dejó caer el libro sobre el regazo de Bill—. Échale un vistazo, luego dime que estoy equivocado. Después de que lo leas, dime qué es lo que es tan malo sobre ese libro que merece desvanecerse y pertenecer solo al tiempo de Azkaban. Léelo y dime —entonces Harry se fue, dejando a Bill mirando el libro en su regazo.

Harry no pudo contener la sonrisa que apareció en sus labios una vez fuera de la biblioteca. Las cosas con Bill iban realmente bien. No podría haberlo planeado mejor si hubiera tratado, el libro que había estado leyendo era justo el indicado para conseguir que Bill lo viera desde su punto. No había nada alarmante en él, siendo mayormente para curación, protecciones y salas. Pero Bill tenía razón, el solo conocer ese libro era un boleto a Azkaban, esperaba fuera suficiente para mostrarle a Bill que las cosas no eran como el ministro las pintaba.

Tan pronto como arribó a su cuarto puso algunas protecciones y hechizos silenciadores, sabiendo que había miembros de la Orden en la casa y que era mejor estar a protegerse que lamentarlo.

Una vez estuvo satisfecho con las protecciones de su cuarto, llamó a sus Ouroboros y se sentó en su cama.

Uno a uno fueron apareciendo dentro, sus uniformes y máscaras en blanco reflejando las luces de las velas en la habitación.

—Bienvenidos, Ouroboros —les sonrió—. Pueden remover sus máscaras —ellos tocaron las máscaras y éstas se disolvieron como si nunca hubieran estado allí y Harry les sonrió cuando vio a todos sus Ouroboros, Remus y Sirius incluidos.

Ni un momento después, todos sus Ouroboros estuvieron desparramados por su habitación, sabiendo que una vez que sus máscaras estaban fuera ellos tenían permitido ser los de siempre con Harry. Remus y Sirius podrían no saberlo, pero ellos tomaron guía de los otros.

—Estoy feliz de ver que están bien —sonrió Harry, acomodándose más cerca de Theo, quien yacía a su lado en la cama—. Vi que fueron golpeados por un par de hechizos.

—No fue nada —le aseguró Draco—. Nuestros uniformes tomaron la mayor parte de ellos. Fueron solo unos roces.

—Sí, y yo solo obtuve una ligera fractura que un poco de Skellgrow arregló enseguida —le dijo Fleur.

—Me alegro. ¿Cómo están las cosas con tu padre, Theo? ¿Lo has visto ya? —le preguntó Harry, un poco preocupado por su amigo. Sabía que Theo había estado nervioso sobre reunirse con su padre. Él realmente esperaba que Azkaban no hubiera dañado demasiado al hombre.

—Sí —sonrió Theo—, lo vi esta mañana y ya está en casa. Está un poco maltratado pero estará bien. Sabe que soy parte de la Corte. Mi abuelo habló con él a solas también por lo que debe saber que yo nunca seré un Mortífago.

—¿Cómo crees que lo tome? —preguntó Draco— Mi padre fue a hablarme tras la redada. Él me dijo que estaba orgulloso, pero lucía... no loo sé, un poco triste, creo.

—Están creciendo —respondió Remus, mirándolos a todos—. Sus padres están orgullosos de ustedes, pero tristes de darse cuenta de que deben dejarlos ir. Es algo por lo que todos los padres pasan cuando sus hijos llegan a sus años adolescentes.

—Es cierto —asintió Viktor—. Recuerdo a mi padre, usualmente bastante estoico, con lágrimas en sus ojos cuando comencé mi último año en Durmstrang.

—Y el mío estuvo siempre sonriente cuando me vio graduarme de Hogwarts. Estuvo pavoneándose como un orgulloso pavo real —Marcus sacudió su cabeza, aunque había una sonrisa suave en su labios.

—Exactamente —asintió Sirius—. Justo como Remus y yo vimos a Harry llenos de orgullo cuando nos dijo que se había vuelto un Señor Oscuroa la edad de catorce —informó Sirius haciendo que Harry bufara.

—Yo lo llamaría quedarse boquiabiertos más bien, pero seguro, llamémoslo orgullo —dijo sonriéndoles.

—No puedes culparnos, cachorro —le dijo Remus—. No es todos los días cuando te das cuenta de que tu protegido es un Señor Oscuro. No me sigan que ustedes no lo estuvieron.

—Sabíamos en lo que se convertiría —sonrió Fred.

—Esperábamos, no sabíamos —corrigió Cedric.

—Sí —agregó Luna—. Esperábamos.

—¿Por qué esperaban eso? —les preguntó Sirius— Siempre he encontrado la forma en que lo tratan... bueno, siempre creí que lo trataban como un Señor, como SU Señor, ¿pero cómo llegaron a eso? ¿Por qué esperaban se convirtiera en un Señor Oscuro?

—Bueno, no puedo hablar por los otros, pero para mí fue la magia —murmuró Blaise—. Siempre estuve conectado a su magia, siempre me sentí mejor cuando estaba conmigo. Podía sentir la magia zumbando en mi sangre cuando su magia me tocaba. Quería tener eso siempre.

—Fue lo mismo para mí, aunque sus creencias fueron gran parte de eso también —musitó Adrian—. Fue la primera persona que conocí que no era Blanco o negro, Oscuro o Luz, bien o mal. Él no se preocupaba por ninguna de esas cosas. Solo le preocupaba la magia y eso era diferente. Eso era algo en lo que todos podíamos creer, ¡la magia es nuestra vida! Por supuesto íbamos a querer protegerla, asegurarnos de que esa Magia fuera libre. Es una causa digna.

Varios de los otros murmuraron su acuerdo y Harry sonrió, más complacido con ellos de lo que probablemente pudiera expresar.

Remus y Sirius no pudieron hacer nada más que mirar a esos adolescentes que ya estaban tomando el mundo por lo que creían. Cuando ellos tenían su edad no se preocupaban mucho más allá de su próxima broma. Ciertamente puso las cosas en perspectiva para ellos. También les hizo estar increíblemente orgullosos de Harry. No sabían cómo James o Lily hubieran reaccionado a que su hijo fuera un Señor Oscuro, pero estaban seguros que estarían malditamente orgullosos de que estaba tratando de lograr. Tan orgullosos como ellos eran de ser parte de ello.


—¿Qué? —gruñó Harry mirando fríamente la cara sonriente en el espejo.

—Alguien suena gruñón —bromeó Tom, su sonrisa agrandándose cuando vio la mirada helada hacia él creciendo.

—ALGUIEN va a ser cruciado si no llega al punto y me deja volver a dormir —se burló Harry.

Tom rió y Harry miró lejos, sabiendo que no se´ria capaz de seguir enojado con el hombre cuando él le miraba con tal afecto.

—Te llamaba para saber si podrías unírteme ahora. Tenemos un par de cosas que discutir antes de que llame a una reunión —le dijo Tom.

Harry echó un tempus y suspiró al ver que eran pasadas las tres de la mañana.

—¿Los Señores Oscuros no duermen? —preguntó casi inaudible, haciendo reír a Tom.

—Aprendemos a seguir con solo el par de horas de sueño que podemos conseguir. Así que, ¿serán unos minutos suficientes para que estés listo?

—Dame quince. Tomaré una ducha rápida solo para asegurarme de estar correctamente despierto. Te veo pronto —Harry giró el espejo y fue hacia su baño, murmurando sobre trabajólicos Señores Oscuros todo el tiempo.

Una vez que se vistió se aseguró de que las salas alrededor de su cuarto estuvieran puestas y usó el traslador que Tom le había dado.

Aterrizó en la oficina de Tom y lo vio sentado detrás de su escritorio mirando sobre unos papeles.

—¿Qué son esos? —preguntó, tomando asiento frente a éste.

—Reportes sobre el estado de los Mortífagos que estuvieron en Azkaban —murmuró Tom distraídamente—. Parecen estar haciéndolo mejor de lo que esperaba, pareciera que los dementores no se hubieran alimentado de ellos tanto como creíamos.

—¿No lo hicieron? —Harry dijo ceñudo— ¿Sabes por qué?

—Eso es algo que tengo que preguntarles cuando me reúna con ellos para discutir nuestra alianza.

—¿Debo estar allí?

Tom miró hacia arriba al escuchar la reluctancia en el tono de Harry.

—No sé porqué tienes algo contra los dementores —remarcó.

—No lo hago, en serio —le dijo Harry—. Solo me hacen incómodo. Me hacen sentir débil, lo odio.

Tom zumbó, recostándose contra el respaldo de su silla.

—Sé lo que quieres decir —dijo—. Siento lo mismo. No creo que nadie sea realmente capaz de ser inmune a ellos. Pero realmente te quiero allí. Ere mi compañero, quiero que estés involucrado en el proceso.

—Si me prometes una montaña de chocolate después que terminemos, iré —gruñó Harry, a pesar de que hubiera una pequeña sonrisa en sus labios.

Tom sonrióde lado y Harry casi sintió la urgencia de huir. Algo le dijo que no podría hacerlo de lo que aquella mente malévola estuviera pensando.

—Puedo acordar con eso —la sonrisa de Tom fue casi peligrosa—. Incluso te ayudaré con su consumisión. Puedo pensar en muchas formas diferentes de hacer el proceso mucho más disfrutable y hacerte olvidar todo sobre esos molestos dementores.

Harry entrecerró sus ojos a la sonrisa del Señor Oscuro.

—Estoy seguro de no saber lo que quieres decir.

—¿Oh? —Tom elevó una ceja y la sonrisa divertida hizo que Harry tuviera ganas de abofetearlo— Debería ser más específico. Quizás debería decirte cómo es que derretiré todo ese delicioso chocolate sobre tu cuerpo y lo lameré fuera de...

—¡No hace falta! —intervino rápidamente Harry, sabiendo que estaba poniéndose rojo— ¿Cuándo será esta reunión? —preguntó, queriendo desesperadamente cambiar el tema y que esos ojos hambrientos se alejaran de él.

—En una semana más o menos —contestó Tom, aunque la sonrisa nunca dejó sus labios—. Por el momento, cada pedacito de las islas de Azkaban están siendo dados vuelta por los aurores y ellos probablemente tengan a algunos de ellos allí a pesar de que ya hayan dado vuelta cada piedra. Dejaremos que las cosas se calmen antes de encontrarnos con los dementores.

—Bien, eso está bien por mí. La Orden está tratando de encontrar información sobre los Ouroboros, por lo que dejarles creer que no estamos haciendo nada por el momento podría ser lo mejor.

—¿Cómo están tus Ouroboros? —preguntó Tom, ceñudo.

—Reclutando —sonrió Harry—. Tengo cinco Ouroboros fuera de Hogwarts, dos en la Orden. Están trabajando en traer a más gente.

—¿Estás tratando de convertir miembros de la Orden? —Tom lo miró escéptico y Harry le sonrió.

—¿Por qué, Tom, dudas de mis habilidades?

Tom realmente bufó.

—Ciertamente creo que con el tiempo suficiente serías capaz de convertir a mis Mortífagos incluso —admitió Tom—. Solo estaba lamentando el hecho de que si conviertes a miembros de la Orden entonces no iba a poder maldecir a ninguno de esos malditos pollos —Harry podría jurar que eso que apareció en los labios por una fracción de segundo había sido un puchero y no pudo evitar reírse.

—Si puedo convertirlos entonces ya no serán pollos rostizados, ¿o no? —preguntó lógicamente, a pesar de que había una sonrisa en sus labios que traicionaba su diversión—. Además, aún tienes a todos esos a los que no seré capaz de convertir a nuestra causa. Aún tendrás mucha gente para maldecir.

—Supongo que deberé contentarme con eso —suspiró Tom esperanzado y Harry nuevamente no pudo contener su risa.

—¿Es todo lo que querías discutir? —preguntó Harry tan pronto como su risa se calmó.

—Quiero llamar a una reunión ahora —le dijo Tom, descansando su espalda en la silla—. Quiero introducirte a mis seguidores que estuvieron en Azkaban. Estaré llamando solo a mi Círculo Interno.

—De acuerdo —asintió Harry, sacando su varita. Un susurrado hechizo después y él estaba en su uniforme, solo su máscara faltaba—. Hechizo cambiante —respondió Harry cuando vio como la ceja de Tom se elevaba.

—Vamos entonces —sonrió Tom, levantándose de su asiento.

Harry no se perdió la forma en la que los ojos de Tom se pasearon sobre su cuerpo mientras caminaban hacia l cuarto de reuniones y tuvo que frenarse a sí mismo de reaccionar.

La verdad era que el beso que Tom le había dado aún seguía al frente de su mente. No importaba cuán duro intentara olvidarlo, no podía. Todavía seguía sintiendo esos labios sobre él, aún ´podía saborearlos. Estaría mintiendo si dijera que no quería probarlos de nuevo.

—Harry.

La voz de Tom lo sacó de sus pensamientos. Se giró solo para encontrar al hombre ya sentado en su trono observándole curioso.

Él lucía tan majestuoso, tan perfectamente pecador que no pudo detenerse a sí mismo. Honestamente, ni siquiera sabía si quería.

Tom se congeló en su asiento cuando Harry se giró hacia él, una expresión predadora cruzando en sus facciones.

No se movió cuando Harry se agarró de los brazos de su trono y se estableció en su regazo.

Ni cuando Harry se arrimó a su cuello.

—Espero estés orgulloso —se estremeció cuando los labios de Harry se movieron contra la sensible piel de su cuello—. Hiciste que no pudiera dejar de pensar en nada más que tus labios, tu beso.

Cuando Harry mordisqueó su cuello sus manos flotaron hacia esas delgadas caderas.

—Harry —gruñó, sabiendo que su control estaba a punto de perderse.

Quisiera decir que había estado esperándolo, pero la verdad era que cuando Harry estrelló sus bocas juntas, él fue capturado completamente fuera de guardia.

No pudo detener el gruñido cuando sintió esos labios perfectos contra los propios. No perdió tiempo en explorar esa dulce boca. Merlín, cuanto había esperado aquello.

Su agarre en las caderas de Harry se apretó y empujó el cuerpo contra el suyo. Sonriendo contra los labios de Harry cuando consiguió un maullido de su pequeña serpiente.

—Cállate —gruñó Harry, alejándose ligeramente, aunque sin separarse realmente sus labios de los de Tom.

Tom rio, felicidad brillando en sus ojos.

—De acuerdo —mordisqueó los labios de Harry, disfrutando del estremecimiento que le causó aquello a Harry—. Ciertamente puedo pensar en otras cosas que podríamos estar haciendo —él movió sus caderas contra Harry, sonriendo ante el delicioso gemido que obtuvo de él.

—Tenemos una reunión —dijo Harry sin aliento, sus caderas girando contra la ingle de Tom, haciendo que Tom mordiera bajo su cuello. Harry se quejó y Tom rápidamente calmó el dolor causado al lamer gentilmente aquel lugar.

—Olvida la reunión —murmuró Tom contra la pálida piel, movió sus caderas, estrellando sus erecciones juntas. Harry tiró su cabeza hacia atrás, jadeando por el placer que fluía por su cuerpo.

—No podemos, Tom, no ahora —le dijo Harry, aunque ni siquiera trató de moverse de su lugar en el regazo de Tom.

Tom se congeló cuando las palabras de Harry penetraron en su lujuriosa perdida mente.

—¿No ahora? —preguntó, alejándose de Harry— ¿Eso significa que has dejado de correr?

Harry se forzó a sí mismo a enfocarse; podía oír la seriedad, la urgencia, en el tono de voz de Tom.

—No estoy seguro si es la decisión correcta —admitió Harry—. Pero no puedo negar que me atraes. Pero no te equivoques, Tom, no voy a ser un juguete para que uses y abuses, ¿entiendes?

—Nunca te haría eso a ti —le dijo Tom, y Harry pudo ver la honestidad en sus ojos.

—Bien, de otra forma habría un Señor Oscuromenos caminando en esta tierra —dijo Harry dulcemente.

Tom rio y atrajo a Harry por un beso devorador.

—Solo tú eres capaz de amenazarme y seguir caminando —remarcó Tom, cuando volvieron a separarse para tomar aire.

Harry sonrió, bajándose del regazo de Tom, rozándose contra su erección y obteniendo un pequeño gemido por lo bajo del Señor Oscuro mayor.

—Soy así de especial. Ahora, llamemos a nuestros seguidores.

Tom sonrió, moviendo el otro trono a su lado. Harry se sentó y mandó el llamado a sus Ouroboros, sabiendo que Tom estaba haciendo lo mismo. Con casi una ola negligente de su varita, una máscara lisa cubrió sus facciones.

—¿Qué? —preguntó cuando vio a Tom fruncir el ceño ligeramente.

—No me gusta no ser capaz de ver tus expresiones —confesó Tom.

—No será por mucho —le dijo Tom—. Se desvanecerá tan pronto como me introduzcas a esos que estuvieron en Azkaban.

—Estarán aquí pronto —murmuró Tom, sintiendo a sus seguidores rspondiendo el llamado.

Momentos después, los sonidos de las apariciones comenzaron a escucharse y Mortífagos apareciendo en el salón, mientras que los Ouroboros aparecían desde las sombras, formando una línea frente a Harry.

Harry notó que todos los Mortífagos tenían sus máscaras fuera y no pudo evitar preguntarse si hacían eso porque era una reunión el Círculo Interno. Pudo ver a mucha gente que no había visto antes, sabiendo que esos debían ser aquellos que habían estado en Azkaban. Hizo una mueca cuando vio a Snape presente. Entendía porqué Tom lo había llamado, pero eso no quería decir que le gustara.

Cuando todos sus seguidores estuvieron presentes, Tom se paró y él lo siguió.

—Mis amigos —Tom sonrió a sus Mortífagos—. Me alegra ver a todos ustedes de nuevo con nosotros —se detuvo cuando todos los Mortífagos comenzaron a vitorear—. Su lealtad, su dedicación, es algo que nunca voy a olvidar. Sus sacrificios por la última década serán recompensados.

Los Mortífagos se enderezaron, y Harry pudo ver el orgullo prácticamente goteando de ellos. Harry no podía evitar preguntarse si él hubiera sido uno de esos orgullosos Mortífagos si no se hubiera convertido en un Señor Oscuro. ¡habría sido capaz de someterse a Tom completamente? ¿Podría haber sido capaz de seguir a Tom tan ciegamente como lo hacían los Mortífagos?

Conociendo su personalidad, lo dudaba que hubiera podido ser capaz de hacerlo. Sabía que era demasiado independiente como para ser un seguidor. Sin embargo podía ver porqué los Mortífagos eran tan leales a Tom, como es que estaban tan encantados con Tom.

—Durante todos estos años la Luz pensó habernos vencido. Tuvimos que escondernos en nuestras casas, esconder nuestra magia, nuestros derechos. Ahora probaremos que la Luz se equivoca. No solo no nos han vencido, sino que hemos ganado un aliado invaluable —tomando eso como su pista, Harry dio un paso adelante—. Lord Thanatos y sus seguidores, ¡Los Ouroboros!

Harry se paró orgullosamente al lado de Tom, mirando por sobre los Mortífagos. Podía ver claramente la sorpresa en algunas de sus expresiones. Aunque hubo algunas que le miraban con abierta curiosidad. Si no se equivocaba, tres de ellos eran los Lestrange y el otro, considerando que lucía como Theo, no podía ser más que Tadeus Nott.

—Hola, Mortífagos. Como Voldemort ha dicho, soy Lord Thanatos. Sin embargo, dado que ustedes son sus seguidores más leales ustedes sabrán mi verdadera identidad —su máscara comenzó a disolverse y él sonrió cuando todos los recientemente arribados Mortífagos jadeearon—. Soy Harry Potter.

—¿Harry Potter? —escuchó decir a uno de los Lestrange, Rabastan si no se equivocaba.

—Sí —asintió Tom—. Harry Potter. La mayor esperanza de la Luz, es nuestro mayor aliado. Un aliado que se nos unirá en nuestra lucha contra la Luz. En nuestro camino a hacer a todas las magias iguales.

—Nos pararemos unidos contra la Luz y les mostraremos la verdadera fuerza de la Oscuridad —añadió Harry.

—Cuando el momento llegue vamos a sacudir a la Luz con esta revelación. Vamos a mostrarles que incluso su ícono de todo lo que es Luz se para junto a nosotros, no como un seguidor, sino como otro Señor Oscuro. Como otro mago que pelea para que la magia reine libre —continuó Tom.

—El solo saber que su única esperanza para la salvación nunca fue uno de ellos. Que yo y otros tantos nunca fuimos suyos. Mis Ouroboros que yacen en espera, quienes se moveran en su contra, podrían ser sus amigos, su familia. Nadie sabrá sus identidades. La Luz nuca lo verá venir —sonrió Harry.

—Su única esperanza estará perdida —la alegría de Tom era difícil de ocultar.

—¡La Magia será libre! —exclamó Harry apasionadamente.

—¡La Oscuridad ascenderá! —proclamó Tom.

Los Mortífagos celebraron con los Ouroboros uniéndoseles, entonces ni un momento después, ambos Señores Oscuros compartieron una sonrisa triunfante.


.

14/2/18

.

PD: Si ven algún error puntual por favor me avisen. Revisé y revisé pero es tan largo que capaz algo se me pasó y si es así desde ya lo siento =)

.

Bueno, he aquí el último cap que hay... Y como dijo una lectora en un rw anterior, es dulce y triste, de ahora en más todxs a esperar! =( Pero bueno, la historia lo vale. He recorrido un largo camino con esta trad; plagios, peleas, premios, pausas. Esta trad es una muy preciada por eso, si ven alguna copia x ahí espero me avisen y si alguien pide leer un buen Harrymort espero la recomienden 3

Voy a dejar en claro desde ya que, respecto al siguiente cap NO, no sé cuándo será; NO, no he estado hablando con la autora (lo último que supe es que estaba con cursos, tesis y por publicar un original); NO, no voy a publicar el mismo día que salga y seguramente tampoco el día después. No sé en qué voy a andar en ese momento y no me voy a comprometer por lo que, si quieren leerlo ¡adelante! vayan al original y dejen su amor! =) Si la tienen el alerts seguramente les llegue la notificación (como a mí xD), si no la tienen ¡¿A qué esperan?! O.O xD

Espero poder traerles alguna otra buena trad pronto y, pos nada, dejarles montones de agradecimientos, saludos y besos a todxs por haberse pasado, agregado, comentado y sobre todo, seguido esta historia y a mí hasta acá =D Se les re agradece gente!

Suena a despedida(? Sí, un poco jajaja pero no, tomémoslo como un esperemos pronto hasta luego ;) Yo seguiré a la espera y espero ustedes también *3*

Hasta entonces... ¡Nos vemos en el próx!

Besos y cuídense MUCHO, ok?

¿ ¿ ¿COMENTARIOS? ? ?

*Guadi*