Hola a todos de nuevo!, ya sé que muchos querrán matarme pero no podía continuar la historia sin escribir esto... es una introducción a Prisoner, habrán algunos cambios pero la historia seguirá la misma línea, sólo quiero explicar la vida de Hinata y las demás chicas en la cárcel, por qué tienen esa sed de venganza y por qué Hinata cambió tanto.

ADVERTENCIA: Algunos personajes presentaran OOC en algunas ocasiones. La historia tiene contenido LEMON explícito en algunas escenas, pocas realmente son muy explícitas, pero de cualquier modo si esto no es de su agrado, abstenerse de leer, puede presentar escenas de violencia y hard gore. La Hinata que se describe en la historia es una mezcla de la Hinata de la serie y la de la película Road to Ninja.

Empezaré con Hinata de la seri original para ir cambiándola poco a poco con el pasar de la historia.

Los personajes utilizados en esta historia le pertenecen a Masashi Kishimoto.


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Prisoner

Extended Version

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Porque las cosas siempre cambian…

pero los hábitos se mantienen

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Oye Hinata, ¿recuerdas cuándo éramos las nueve contra el mundo?

¿Recuerdas cuándo éramos nosotras contra ellos?

Oye Hinata, ¿recuerdas cuando éramos prisioneras?

Lo recuerdo, recuerdo absolutamente todo… hermana.

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Prólogo

The Arrival of Winter

Una cálida sonrisa, la brisa fresca y una tarde de otoño.

Una reunión de amigas… una fiesta de té.

—Hiashi deja de correr por las flores y ve con papá—. El niño de tres años da un gritito emocionado al oír que irá con su padre y sonríe a pesar del regaño que acaba de recibir por parte de su madre.

—Tu hijo es precioso Hinata —dice una rubia de largo cabello—, algún día será el esposo de mi hija. Ino termina la frase y acariciando su abultado vientre levanta una taza de té llevándola hasta sus labios.

—¡Oh, ni lo sueñes puerca!, él terminará casándose con la mía —dice Sakura mirando a la pequeña bebé de negro cabello en sus brazos.

—Tranquilo Hiruzen. Ellas dicen eso porque aún no te han visto pero en cuanto nazcas serás el bebé más cotizado —habla una orgullosa Shion acomodándose en la banca. Ella lleva ya ocho meses de embarazo.

—¡Ya cállense!, yo sólo puedo dar gracias a Dios porque los gemelos aún estén dormidos y ustedes buscando casar a sus hijos… —la voz de Hanabi es un suspiro de alivio y las demás ríen, pero saben que ella tiene razón. Los gemelos son como dos pequeños grandes torbellinos.

—Ha pasado ya algún tiempo desde que nos reunimos —pronuncia la voz de la tercera rubia presente, Temari—. Aún recuerdo el año en que nos conocimos.

—Fue una época muy distinta a ésta. Esa noche todo era un caos… —las palabras que se escuchan son de una mujer de cabello azul que pronto se ve interrumpida.

—Aunque todo empezó mucho antes —Hinata complementa con una sonrisa llena de tristeza.

Hace 14 años…

Angustia, dolor y sangre, mucha sangre.

—Padre, no, no mueras no me dejes… por favor —las lágrimas inundaban el rostro de Hinata, su voz era una súplica, su cuerpo una maraña de nervios y miedo.

—Eres demasiado débil, aprende de tu hermana menor y deja de llorar —las palabras de Hiashi fueron una bofetada para la morena de ojos perlados, pero ante estas Hinata tragó con fuerza y asintió—. Sé fuerte, sean fuertes. S-solo se t-tienen la una a la otra. A-ahora huyan, escóndanse.

Tras las agonizantes palabras de Hiashi, Hanabi apretó la mano de su hermana. La castaña salió de la habitación mientras que Hinata vio a su padre fallecer sobre la alfombra de su propia oficina. Ambas salieron de la mansión, corriendo en la oscuridad, buscando ocultarse; pero era demasiado tarde, las buscaban con perros.

—Espera Hanabi —dijo una agitada Hinata—, sólo una saldrá de aquí hoy, te conseguiré tiempo…

—¡No!, ambas lo haremos —dijo la castaña que por primera vez en la vida de Hinata esta se veía titubeante—. Vamos. Las gemelas de trece años se dieron las manos apresurando su paso en la malesa

Mientras corrían por el bosque buscando salir a la carretera, sus corazones latían fuertemente. Una lágrima rodó los ojos de Hinata cuando oyó los ladridos de los perros aún más cerca.

—Quiero corras sin parar hasta la primera parada de bus y desde allí vayas a esta dirección —mientras la morena hablaba ambas se detuvieron y Hinata le dio un celular a Hanabi—. Memorízala y cuando lo hagas no lo apagues, regálaselo a alguien.

—P-pero —dijo la castaña de ojos perlas mirando a su hermana mientras trataba de no temblar; ella sabía que esto significaba el adiós y tal vez para siempre.

—Nada de peros —la voz de Hinata fue firme—. Cuando llegues allí pregunta por Kurenai, tiene el cabello negro y los ojos rojos, sé cautelosa. Cuando la encuentres ella te ayudará. Deshazte de todo lo que tengas con lo que puedan localizarte. Te veré luego hermana.

Con un fuerte abrazo Hinata se despidió de Hanabi y la instó a correr.

Caminando por el mismo sendero por el cual había visto a su hermana correr, para no levantar sospecha sintió a los perros llegar. Se quedó quieta al verse rodeada por los canes y empezó a llorar. La farsa en la que se convertiría su vida había empezado y ella debía estar preparada para todo lo que iba a venir… sabía que el futuro sería oscuro, pero valdría la pena si con ello podía salvar de un mismo destino a su hermana. Hanabi.

Con los brazos abiertos le dio la bienvenida al miedo, el cual puso a temblar a su cuerpo y la fue cegando poco a poco de toda razón. Mientras los perros le gruñían ella fue retrocediendo hasta que chocó contra un árbol.

Los dueños de los canes aparecieron por fin, conocía a algunos de esos hombres. —No tengas miedo pequeña, no te harán daño —dijo un hombre de cabello gris, lo traía corto y cubría la mitad de su rostro con una bufanda. Kakashi. Había oído su nombre varias veces en las reuniones que hacía su padre… pero por qué un amigo de su padre la perseguiría.

Los canes se apartaron de ella acercándose a su amo. Un suspiro de alivio salió de sus labios pero lo que oyó volvió a ponerla en guardia—¿Y tu hermana? —preguntó un hombre que iba vendado la mitad del rostro. Lo identificó como Danzou y la imagen de un astuto zorro apareció en su mente.

—M-me caí y e-ella me abandonó —Hinata habló con lágrimas en los ojos, sus manos temblaban más que antes y mientras esperaba que le creyeran intentó calmar los fuertes latidos de su corazón asustado.

Una mano azotó su rostro fuertemente tirándola al suelo. —He preguntado por tu hermana —dijo el hombre de las vendas con una calma en su voz que llenó a Hinata del más profundo terror. Temblando y aún en el suelo la morocha intentó alejarse de él.

Danzou se acercó a ella y tomándola por el cabello la levantó del suelo obligando a Hinata a mirarlo a los ojos. Ella llevó sus manos a su cabeza tratando de apartar las de él que tiraban fuertemente de su pelo casi arrancándoselo. Lágrimas de dolor surcaron el rostro de la muchacha. —¿Me dirás dónde está tu hermana por la buena o tendré que obligarte? —pronunció el hombre vendado mientras la determinación crecía en el corazón de la pequeña de trece años. Hinata no permitiría que su hermana viviera algo similar o remotamente parecido, era tiempo de ser valiente, de honrar la memoria de su padre muerto. Con estos pensamientos sus labios se sellaron al momento en que recibió el segundo golpe y sólo se abrieron para soltar suaves quejidos cada vez que su cuerpo era golpeado.

—Envíen a los perros tras el rastro de la otra. No debe estar lejos —dijo Danzou confiado mientras estrellaba a Hinata contra un árbol.

—Danzou déjala en paz —dijo una voz demasiado familiar. Hinata abrió con dificultad sus perlados ojos sólo para encontrarse con la oscuridad de los ojos de Uchiha Itachi.

El moreno tomó en sus brazos a Hinata y ella se sintió segura y protegida, igual que cada vez que el moreno había estado junto a ella en el pasado. Se acurrucó contra su masculino pecho y levantó con dificultad el rostro debido al dolor causado por los golpes —g-gracias —musitó y a pesar de la situación sintió como se sonrojaba furiosamente ante la casi imperceptible sonrisa que Itachi le dedicaba.

Mientras el moreno caminaba de regreso, rodeado de los demás hombres que habían estado tras el rastro de las hermanas Hyuuga, se permitió cerrar los ojos y al poco tiempo se quedó dormida. Confiaba que estaría a salvo pero… cuán equivocada estaba.

Este es un mundo de mentiras y engaños,

lo único que prevalece es la sed de venganza y la necesidad de poder.

—En cuanto despierte sabremos el paradero de Hanabi —dijo la voz de Itachi. Hinata acaba de regresar de su sueño pero decidió no abrir los ojos y permanecer tranquila, le serviría escuchar un poco más. Aunque justo ahora se encontrara en las piernas de Itachi y eso la alterara.

—Más vale que esa mocosa te diga el paradero de su hermana —amenazó la voz de Danzou y ella sintió a Itachi tensarse. Hinata decidió no abrir los ojos hasta que se encontrara a solas con el moreno portador de la sangre Uchiha.

—Ella me dirá todo. La tengo bajo control, para mañana ambas herederas estarán bajo nuestro poder —la respuesta de Itachi hizo que la morena casi se delatara pero el auto en ese preciso instante frenó con fuerza enviándola hacia delante. Itachi la sujetó antes de que chocara con el asiento delantero donde vio que se hallaba sentado Danzou y también su primo Neji; quien la miraba fríamente. Al ver el reproche en los ojos de su primo se acomodó derecha de inmediato, alejándose un poco del Uchiha.

—H-hola n-nii-san —tartamudeó la chica de ojos perlados recibiendo como respuesta un chasquido de lengua y una hosca mirada. Hinata retrocedió con miedo y colocó una de sus manos en su pecho. Ahora lo sabía, nada de esto era una coincidencia y estaba rodeada, todos ellos eran enemigos, incluyendo a su primo.

Llegaron a una casa y la encerraron en una habitación, abrió las cortinas sólo para darse cuenta que las ventanas tenían rejas metálicas. En el pequeño cuarto sólo habían unos cojines y una manta. Hinata se acurrucó entre ellas y dejó su mente vagar por el recuerdo de su hermana, rogando y orando internamente por que estuviera bien y a salvo. Recordó a su gemela y cada momento vivido junto a ella hasta la actualidad. El presente se le antojaba una completa pesadilla, no entendía mucho de lo que pasaba pero sabía que su padre tenía mucho que ver con lo que le sucedía ahora, sobretodo por las investigaciones que hacía… odiaba este mundo de mentiras y doble caras y muchas veces lo había evitado pero ahora sentía que se la estaba tragando. Hiashi Hyuuga traficaba con armas y genética y eso se estaba volcando ahora.

Esperaba que todo mejorara, después de la muerte de su padre que más podría salir mal, pero lo que no sabía es que esto sólo era el inicio.

...

La mañana llegó más pronto de lo que Hinata imaginaba. Abrió los ojos para encontrarse con los de un hombre que la manoseaba, agarrando uno de sus pequeños senos y recorriendo su cuerpo con sus sucias manos. Hinata gritó pateando al hombre —¡auxilio! —su garganta quemada debido a los alaridos que profería pero el desconocido la golpeó fuertemente en el rostro callándola momentáneamente.

—Pequeña perra, no te hagas la difícil, vas a gozar cuando te folle —articuló el hombre tomándola por los cachetes con una de sus manos y besándola con fuerza, la morena le mordió la boca con fuerza, arrancándole un trozo de su labio.

Hinata dio una patada y el hombre aprovechó para bajar su pantalón —¡por favor, ayuda! —chilló intentando escabullirse pero en vez de retroceder se acercó y le propinó a su captor un cabezazo en la nariz. Viéndolo aturdido corrió hacia la puerta y la abrió. —¡Ayuda, ahh! —volvió a gritar sintiendo como aquel hombre la tomaba por el cabello y la arrastraba de nuevo al cuarto; la acorraló contra la pared y la volvió a besar con tanta fuerza que los labios Hinata sangraron.

El sonido de un disparo llenó la habitación y el hombre se desplomó contra el cuerpo de Hinata. Ella alzó la vista alterada por lo que acababa de ocurrir y observó a Itachi guardar el arma causante de la muerte del hombre que iba a violarla. A pesar de la impresión del momento, de haber visto a Itachi acabar con una vida tan fácilmente ella corrió hacia a él y se abrazó a su cuerpo.

—¿Logro hacerte daño? —preguntó el Uchiha acariciando el cabello de la Hyuuga y alejándose un poco para poder verla a los ojos.

—S-sólo me golpeó un poco —respondió Hinata mirando al suelo—, si no hubieras llegado y-yo…—La voz de la muchacha de ojos perlas se quebró y una lágrima rodó su mejilla.

—Shh, tranquila prometo que nadie volverá a tocarte —dijo Itachi mientras abrazaba a Hinata y ella asentía suavemente.

Tomando una manta y cubriéndola, Itachi la llevó a la que parecía era su habitación. Le ofreció una ducha y una vez que estuvo limpia y con ropa nueva llegó la comida.

—Comamos primero, luego curaré tus heridas —las palabras de Itachi llenaron de esperanza el corazón de Hinata.

—Hai —respondió con un leve sonrojo, llevando un rollo de sushi a sus labios y armándose de valor preguntó: —¿qué está pasando?, ¿por qué atacaron mi casa?, ¿s-sabes si mi Oto-san e-esta bien? —la última pregunta fue difícil pero logró hacerla sin romperse en mil pedazos al recordar a su padre muriendo justo frente a ella y su hermana. Pero faltaba la pregunta primordial. —¿Encontraron a Hanabi? —su voz fue un suave murmullo, casi imperceptible e Itachi la miró sagazmente.

—No, no la hemos encontrado —respondió el moreno con fingida preocupación que Hinata no llegó a notar. La morena bajó su rostro y empezó a sollozar. Después de unos minutos así alzó su mirada inundada de lágrimas y miró al Uchiha intentando calmarse—. Tienes que encontrarla por favor Itachi-kun, n-no sé que está pasando pero no quiero q-que m-muera —suplicó la chica de ojos perlas sin poder evitar que su voz se quebrara al final.

La comida había sido olvidada, las lágrimas de Hinata recorrían su rostro sin parar. Ella apretaba sus manos con fuerza encima de sus piernas, formando puños de blancos nudillos. Ella odiaba mentir pero debía hacerlo, había dicho muchas medias mentiras y el sentimiento de ellas es lo que la hacía llorar de esa forma. Por su hermana haría lo que fuera y esperaba que Itachi creyera sus mentiras, pues sino ella misma estaba perdida.

Lo sintió levantarse de su silla y acercarse a ella. Tomando su rostro la obligó a mirarlo —la encontraremos, no te preocupes —dijo el moreno con calma. Hinata asintió levemente rogando que no fuera así, se limpió los ojos y observó como el moreno salía de la habitación.

Quería morirse allí mismo, eso había costado mucho esfuerzo, teniendo que recordar la muerte de su padre para poder llorar de esa forma y la manera en que ese hombre la había tocado para sentirse desesperada. Dios por favor ayúdame, haré lo que sea, sólo no permitas que encuentren a mi hermana, no importan cuantos inviernos tengan que pasar...

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Notas de la autora:

Bueno hasta aquí el prólogo que espero que les haya encantado.

¿Preguntas?, ¿dudas?...

Qué puedo decir de este capítulo, mmm pues bueno empezamos con una vista del final de Prisoner... sólo para que tengan una delicada idea. Y continuamos con la narración del día que en mi fic marcó la vida de Hinata.

Me acaban de operar de los tercero cordales y he encontrado tiempo para subirlo mientras ando delirando. Jejeje.

Un abrazo a todos y espero que la lectura haya sido agradable.

Lex & Juls