Disclaimer: yo, ni hoy ni nunca, poseeré a Harry Potter. Aprecio demasiado mi vida. Todas las tramas y personajes perteneces a J.K. Rowling y Compañía.

¡Que lo disfruten!


"¿Harry? ¿Estás bien?"

Harry levantó la vista del desayuno, del cual lo único que había logrado había sido empujar sus huevos hasta dar una vuelta completa de 360 grados, sin comer nada. Hermione lo examinaba, se veía preocupada, y Harry se obligó a sonreír. Pudo haber tenido éxito, pero sentía tanta insensibilidad en la cara que no podía estar seguro de nada.

"Estoy bien, Hermione. No tengo mucha hambre esta mañana, por alguna razón." Para más énfasis, dejó caer su tenedor sobre la mesa y puso las manos sobre el regazo.

"¿Estás enfermo?"

Harry negó con la cabeza. "Yo no lo creo. Sólo ... no tengo hambre", dijo con suavidad. No dispuesto a llamar más la atención de Hermione hacia sí mismo, Harry se levantó de la mesa. "Voy a la biblioteca. Nos vemos en clase, ¿de acuerdo?"

"De acuerdo, Harry," Hermione dijo en voz baja, seguía observándole, su preocupación, mal disimulada. Harry aventuró otra sonrisa, y pensó que está vez la había hecho correctamente cuando Hermione se la devolvió. Salió del Gran Salón y dejó que sus pies lo condujeran hasta la biblioteca, porque era un lugar tan bueno como cualquier otro para ir. Se preguntó si habría un libro acerca de cómo fingir que todo estaba bien, cuando la realidad era muy distinta.

Harry había sido herido emocionalmente, antes, y terriblemente. Eso no reducía su presente dolor, ni lo hacía más fácil. Él había sabido los riesgos; desde luego que sí. El amor era una cosa peligrosa, después de todo. Su propia felicidad, por regla habitual, nunca había durado mucho tiempo, de todos modos, así que ¿por qué había creído que ahora las cosas serían diferentes?

No había nadie al que pudiera recurrir, nadie con quien podía compartir sus problemas, y como no había nadie con quien hablar, simplemente no le daría a nadie una razón para hacerle preguntas. Su desliz de esta mañana con Hermione no volvería a ocurrir.

Harry suspiro y continuó por el pasillo.

Las siguientes dos semanas estuvo en piloto automático; externamente, la vida para todos, incluyendo a Harry, no era muy distinta que antes. Claro que en las partes ocultas del alma de Harry, era una historia diferente. Sólo no era feliz. Harry quería culpar a alguien, o algo, pero sabía que nunca sería capaz de decidir a quién o a qué. Su mente consideraba cuestiones tales como: ¿Por qué su vida siempre tenía que apestar? ¿Por qué Tom tenía que ser un un bastardo insensible? ¿Por qué tenía que importarle tanto? ¿Por qué no podía, por una vez, pasarle algo bueno a él?

¿Por qué tenía que haberse enamorado del maldito Señor Oscuro, en primer lugar?

Harry no había olvidado quién era Tom, no exactamente. Sin embargo, él se había enamorado de su nueva personalidad,que nunca había visto antes; de hecho, tal vez nadie la había visto jamás. No sabía si esa parte de Tom había estado allí todo el tiempo, si había retornado a ser quien había sido, pero lo mantenía oculto, o si era sólo lo que podría haber sido ... debería haber sido, si su vida hubiese sido sólo un poco diferente. Harry no podría haberlo evitado y el amor no conocía límites.

Por lo que Harry podía decir, el ... desacuerdo ... no había hecho que el poderoso señor volviera a sus políticas originales. Hasta el momento, todo estaba bien, y Emrys Aleron se estaba convirtiendo rápidamente en una persona muy popular, mientras que Voldemort seguía trabajando en la opresión de la gente, sin desaparecer de la mente de nadie, pero nunca abrumando.

Las consecuencias del artículo de Rita Skeeter había sido tan masivas como Harry había predicho que ocurriría. La Bretaña Mágica habló de ella durante mucho tiempo; algunas personas se escandalizaron, otros hablaron de justicia, y luego estaban los que ¡ooh! y ¡ahh! sobre el artículo y cayeron en la trampa que se había establecido para ellos. Harry estaba contento de ver que la horrible entrevista con Rita no solamente había valido la pena, sino que también había llegado a despreciarla, a causa de la cantidad de gente que se acercó a él y le preguntó sobre su vida y sobre la vida de su nuevo tutor, odiando el tener que pretender que las cosas entre él y Tom, o "Emrys", estaban perfectamente bien. Es sólo que ... le dolía tener que pensar en él más de lo que ya lo hacía. Él sabía que estaba abatido, pero que no importaba.

Después de un tiempo, la dureza desapareció y Harry dejó de tratar de analizar su vida, y se limitóa escuchar a la parte ilógica de sí mismo que casi nunca lo había defraudado antes. Quedarse angustiado, para él, no era una opción. Tenía la esperanza de que Tom aún no se había perdido para él. ¿Era la esperanza de un tonto? Tal vez, pero había muchas cosas que valían la pena luchar. Algunos podrían haber considerado que caer enamorado con el enemigo sería el peor tipo de maldición, pero para Harry... era como un milagro.

Ser un milagro no disminuía el daño, sin embargo. En el corazón de Harry, la esperanza guerreaba versus la desesperación, ya que por el momento no tenía idea de lo que el futuro realmente les depararía a él y a Tom. Realmente se había sentido traicionado cuando Tom le pidió que hiciera un Horrocrux propio... que dividiera su alma a través de un asesinato . Harry no estaba desilusionado: el propio Tom era un asesino, y no tenía reparos en los medios si eso lo llevaba a sus fines. Harry siempre lo había sabido, y hasta que podía admitir que a veces ... la muerte era lo mejor. Hace no mucho tiempo, pensaba que tendría que matar a Voldemort, para proteger a sus seres queridos. Lo habría asesinado, con mucho gusto, por ese motivo. Pero en ese entonces no había tenido opción. Ahora la tenía.

Harry no podía mentir y decir que, después de la conmoción inicial había desaparecido, su mente no se había preguntado acerca de que pasaría si él aceptara en crear un Horrocrux. ¿Sería realmente tan malo? ¿Estaba siendo injusto, dejando que Tom hiciera todos estos sacrificios mientras que él mismo se negaba a una única petición?

Pero para Harry... la idea de matar a alguien por su propia ganancia le daba ganas de vomitar. No podría hacerlo... era demasiado. Si eso es lo que Tom reqería de él para ganar y mantener su afecto, Harry supuso que Tom entonces no lo quería.

Y esa fue la parte más difícil, porque todavía anhelaba que Tom lo quisiera, y no sabía si alguna vez podría dejar de quererlo.

Y llegó el tiempo en el que finalmente Harry cedió a la tentación y se quedó hasta tarde después de la clase de Defensa, acorralando a Snape antes de que el hombre pudiera expulsarlo.

Harry se acercó al escritorio de su profesor, moviendo las correas de su mochila con nerviosismo.

"¿Qué?" Snape ladró con impaciencia, pero resignado, no levantando ni una sola vez la vista del trabajo práctico que estaba corrigiendo (o tachando en su totalidad, teniendo en cuenta el número de marcas rojas). Las comisuras de Harry temblaron en indecisión por un instante antes de que se armara de valor.

"¿Ha hablado con... con Tom, últimamente?" su voz sonó altisonante. Hizo todo lo posible para parecer casual y no desesperado.

Los ojos negros lo enfocaron, por una vez."La semana pasada. ¿Por qué?"

Con torpeza, Harry se encogió de hombros. "Yo quería saber si andaba... bien, supongo. No lo he visto, después de todo, desde... desde que vino a Hogwarts."

Maldita sea, Harry odiaba a Snape por ser capaz de sospechar de sus frases vacilantes. Era sólo que había evitado hablar de Tom, y no se había dado cuenta de lo incómodo que sería volver a hacerlo. No queriendo alertar a Snape aún más, mantuvo bajo la superficie a las emociones y se obligó a no inquietarse. Sin embargo, era consciente de que el Maestro de Pociones lo estaba examinendo bajo una nueva luz, más interesado.

"Parecía bien, por lo que yo pude discernir," dijo Snape con neutralidad. "No era exactamente una fiesta de té a las cinco, en la que podría preguntar por su salud."

Harry sintió como una sonrisa verdadera curvaba sus comisuras por lo gruñón del comentario- confía en que Snape nunca cambiaría. "No, supongo que probablemente no lo fuera." Hizo una pausa. "Si lo ve, dígale que dije 'hola', si... si no le molesta, quiero decir, señor."

Los ojos de Snape se clavaron en los suyos por un momento, y luego asintió lentamente. "Lo haré", dijo con tirantez.

Otra pequeña sonrisa se dibujó en el rostro de Harry mientras asentía a Snape. "Gracias", dijo, genuinamente agradecido. Con un último movimiento de cabeza en dirección a Harry, Snape volvió a mirar las asignaciones fue de calificaciones (cubierta de garabatos), y anoticiando el despido, Harry se dio vuelta y salió de la sala de clases, sintiéndose un poco mejor que antes.

Un poco más de dos semanas más tarde, Snape ordenó a Harry quedarse después de clases. Helado, Harry esperó a que los demás estudiantes se marchasen, algunos dándole miradas compasivas porque la clase era de Snape y nada bueno había salido nunca de quedarse despué pensaba que no había hecho nada que justificase una detención ni nada similar (porque, a pesar de su tregua recién descubierta, Snape todavía era un irritable profesor que seguía el lema los-niños-no-pueden-hacer-nada-correctamente) por lo que Harry llegó a la conclusión de que la solicitud debía de ser algo relacionado con Tom.

Una vez que el último estudiante los hubiera dejado, Harry se acercó a la mesa del hombre, retorciéndose las manos por la tensión.

"¿Usted quería hablar conmigo, señor?"

"Sí," dijo Snape con crispació, sus dedos tamborileando distraídamente sobre un tatuaje dibujado en su escritorio. "Le di a él su... mensaje," dijo Snape, finalmente, después de tener que buscar el término que él consideraba adecuado.

"¿Oh?" Harry dijo, casualmente, obligando a sus manos a detenerse de estrangular y e impedir su propio suministro de sangre. "Um, gracias, señor. ¿Él... dijo alguna cosa?"

Snape arqueó una ceja negra, mostrando claramente que no entendía muy bien el procedimiento, pero estaría de acuerdo con ellos, no obstante, por el momento. "Él le envía sus saludos."

"Oh," Harry dijo de nuevo, y trató de no verse decepcionado o feliz, porque con toda honestidad, no estaba seguro de qué era lo que sentía.

"También le gustaría que usted esté presente cuando vaya a transmitir información e informes de sus progresos al director, y... lamenta que no haber pensado en eso antes. Decidió que ni usted ni el director deben ser excluidos de ciertas cosas, especialmente si las cosas van a continuar sin problemas," Snape terminó, mirando a Harry con astucia.

La cara de Harry se alineó en shock, aunque él trató de enmascararlo. Su previa indecisión había desaparecido, y él definitivamente decidió que no estaba decepcionado. Él se había preocupado de que lo que había pasado entre él y Tom arruinara todo lo demás, pero parecía que Tom no lo interrumpiría. Le dio esperanzas de que Tom no lo despreciaba completamente, al menos...

Después de los pocos segundos que tardara en recobrar la compostura, Harry se aclaró la garganta y sonrió excitado. "Eso está muy bien. Yo realmente lo apreciaría, señor, si usted le dijera 'gracias', si alguna vez tiene la oportunidad. Y, uh, espero que no se sienta como un mensajero, o algo así", dijo torpemente cuando se dio cuenta de a quién le estaba pidiendo un favor. Sin embargo, miró esperanzado al Experto en Pociones, sin molestarse en dejar de verse como un cachorrillo de ojos grandes.

"Oh, no se moleste, Potter," se quejó Snape, aunque parecía más resignado que enojado. "He sido el 'mensajero' de un megalómano sádico y de una cabra chiflada durante más años de los que puedo recordar. En comparación, usted es un soplo de aire fresco", dijo con sarcasmo. Harry sonrió ampliamente, ante lo cual la boca del hombre hizo una mueca desdeñosa mientras agitaba su mano en dirección a Harry en un movimiento de despedida. "Márchese a su siguiente clase, mocoso, y asegúrese de estar a las ocho en el despacho del director."

"¡Gracias, profesor!" Harry gritó dándose vuelta y huyendo, sintiéndose más ligero que en semanas. Estaba pensando que, tal vez, las cosas se solucionarían.


Era tarde, y Harry estaba cansado. Había pasado repantingado en una de las butacas grandes y esponjosas de la Sala Común de Gryffindor, durante gran parte de la noche, inmerso en la lectura de un libro que alguien había dejado en su pila de libros de texto una noche mientras estaba en la biblioteca. Uno podría haber creído que Harry sería paranoico, después de la experiencia previa con libros raros que encontrara en su camino, pero éste parecía bastante inocente. Los cuentos de Beedle el Bardo anunciaba la tapa, una simple ilustración inmóvil de un mago debajo del título. Ron lo había visto, y había exclamado con nostalgia cómo sus padres se los leían todo el tiempo. Harry ya no pudo ser cauteloso. Él decidió leerlo, preguntándose si las historias en el interior habrían sido sus favoritas en su niñez, si hubiera crecido con sus padres. Ahora, tras terminarlo, Harry estaba considerando la posibilidad de irse a la cama, sin saber que faltaba mucho por venir antes del sueño.

"¿Qué en el jodido infierno?"

Girando la cabeza, Harry miró hacia la entrada de la sala común, donde una conmoción repentina sucedía. Un niño que reconoció como un cuarto año estaba de pie delante del agujero del retrato, discutiendo con alguien del exterior. Mirando el reloj de la chimenea, Harry comprobó ya había pasado el toque de queda; que era un viernes por la noche (hoy sábado por la mañana) y que se acercaba una oleada de proyectos, prácticas, exámenes y esas eran algunas de las razones por las que muchos estudiantes todavía estaban levantados. Tal vez fue la novia de alguien, tratando de colarse en los dormitorios, lo que no era una ocurrencia rara. Harry estaba a punto de alejarse con desinterés, cuando el Gryffindor más joven de repente fue empujada hacia atrás y una figura delgada se abrió paso más allá del umbral y en la sala común.

Era Draco Malfoy.

Entre los Gryffindor, conmocionado jadeos y gritos de indignación fueron soltados cuando se dieron cuenta de que el rubio hacía intrusión en su territorio. El cuarto año que Malfoy había empujado ahora se inclinaba y daba un tirón en el brazo del chico mayor, valientemente tratando de sacarlo de la casa Gryffindor. Draco apenas se dio cuenta, sus ojos buscando desesperadamente por la habitación, y se sacudió con soltura el brazo de encima.

"¡Harry Potter! ¡Necesito verlo!"

Dejando el libro a un lado, Harry se puso de pie, recibiendo de manera efectiva la atención de Malfoy. Los ojos del muchacho se abrieron en relieve y él prácticamente correteó hacia su rival de la infancia, esquivando cualquier intento de los Gryffindor por retenerlo. Cuando llegó hasta Harry, él se pegó al brazo del otro chico y comenzó a arrastrarlo de nuevo a la puerta de la entrada. La Señora Gorda se quejó entre dientes un poco acerca del tratamiento rudo, dado que Harry había tropezado para mantenerse en posición vertical contra la fuerza inesperada que tiraba de su cuerpo.

"¡Malfoy! ... ¿Qué?"

"No hay tiempo para hablar, tienes que venir conmigo," Draco le espetó frenéticamente, el tono de su voz llevó a Harry a seguir obedientemente a lo largo, un poco sorprendido por las acciones del príncipe de Slytherin. En realidad había roto en la sala común de Gryffindor después de la hora de queda para llegar a él, así que obviamente había algo importante que hacer.

"Espera, Harry, ¿vas a ir con él?"

Echando un vistazo por encima del hombro, Harry agitó la mano a Ron, que estaba profundamente metido en un partido de ajedrez con un dormido Seamus, quien parecía incapaz de comprender al rubio inadaptado que invadiera la Torre, por no hablar de una partida de ajedrez. "Está bien, no te preocupes," Harry dijo con complacencia. Bueno, él no tenía la certeza de que las cosas estuvieran bien, pero si Draco quisiera hacerle algo, no se habría revelado a sí mismo delante de tantos testigos, ¿verdad?

Ya en el pasillo, cuando el retrato se cerró atrás de ellos, Malfoy soltó el brazo de Harry y comenzó a caminar, de un lado al otro delante suyo, murmurando entre dientes, abriendo y cerrando los puños, ansiosamente.

"Malfoy, sólo decime qué pasa de una vez," le espetó Harry, bruscamente, irritado por haberse dejado arrastrar afuera por un Slytherin loco.

Cuando Draco se detuvo y sacó su varita, Harry se puso rígido y procedió a tomar la propia, pero detuvo sus acciones cuando el rubio simplemente lanzó un encantamiento de privacidad. Y luego, finalmente, Draco comenzó a hablar.

"Habrá un ataque. Esta noche." Draco frunció el ceño, exasperado ante la expresión de Hary de "¿Y qué?". "¡Acá en Hogwarts!" Draco especificó, de sopetón.

Harry podía sentir como la pereza se transformaba en shock. "¿Qué?"

Se podía distinguir una fina capa de sudor en la frente de Draco mientras divagaba y pasaba el peso de un pie al otro. "¡Tienes que avisarle a Dumbledore, Potter! No sé cuándo vendrán, sólo sé que será esta noche."

"Espera, ¿por qué no podés ir vos a decirle?" Por la mente de Harry cruzó la idea de que Draco podría estar jugándole una pesada, y lo estudió con recelo. Aún así, pudo sentirse cada vez más al borde por lo genuino de la ansiedad el otro chico irradiaba.

"Yo no puedo", dijo con desesperación el rubio. "Sería expulsado, probablemente arrojado a Azkaban porque yo fui el que arregló todo y luego dejé que esa información llegue accidentalmente a Crabbe y Goyle quienes le contaron a sus padres quienes le contaron a algunas otras personas y ahora están camino para aquí y yo ni siquiera sabía que aquellos dos podrían leer y mucho menos escribir una carta o tener el cerebro siquiera para hacerse un favor a sí mismos... "

"¡Draco!" Harry escupió entre dientes, interrumpiendo la bravata del rubio. "Intentá ser claro, por favor. ¿Qué está pasando?"

"Te lo dije, va a haber un ataque a Hogwarts... esta noche," dijo el chico, frustrado, pero un poco más coherente.

"¿Cómo?" Harry exigió saber.

Draco tragó visiblemente. "A través del Armario Evanescente, en la Sala Multipropósito. Yo... yo la reparé este mismo año, en caso de que fuera útil algún día. Mi padre me dijo que si quería ganarme el favor del Señor Oscuro, tendría que demostrar mi valía ante él. El año pasado, después de descubrir que su pequeña banda de niños guerreros" -Harry frunció el ceño- "se reunía en la Sala Multipropósito, volví para inspeccionarla más tarde. Fue entonces cuando me encontré con el Armario Evanescente. Lo reconocí porque su gemelo está en Borgin y Burkes. Si lo arreglaba, serviría como una conexión para cualquiera que quisiera entrar en Hogwarts. Era... era mi proyecto secreto, pero puede que se lo haya contado a Crabbe y Goyle", Malfoy masculló, pasando el peso de un pie al otro, enfrentándose a Harry.

La expresión de Harry se enfriaba más y más. "¿Le dijiste a esos idiotas cómo cualquiera podría entrar en Hogwarts?"

"Yo-yo estaba presumiendo, supongo. Ellos planeaban ser marcados, también, pero yo no sabía que le dirían a sus padres, ¡o que sus padres desearían utilizar la información como un medio para robarme el crédito que me gané honradamente! " Draco se defendió. "Nadie debía saberlo... De no ser bajo las órdenes del Señor Oscuro, nadie se atrevería a intentar nada."

"Nadie que no fuera lo suficientemente estúpido, querés decir." Eso era bastante cierto, pero Harry sabía que habría más. "¿Por qué arriegarían una oportunidad así?"

Los dientes de Draco mordieron su labio inferior de una forma muy poco sangre pura. "¡Vos tenés que saber! El Señor Oscuro está siendo... extraño. Sometió a una reorganización masiva a las filas, en la cual algunas personas se beneficiaron, y otras no lo hicieron. Los padres de Crabbe y Goyle estuvieron en el último de esos dos grupos. Desean recobrar el favor del Señor oscuro, creyendo que hicieron algo que le desagradó. Me enteré de todo cuando uno de los hijos de esos brutos dejó una carta explicando el plan en una de sus camas, y los dos han desaparecido".

Harry hizo una mueca y se frotó la palma de la mano, disgustado. "Por lo tanto, un grupo de mortífagos está viniendo aquí esta noche... ¿por qué piensan que eso podría agradar al Señor Oscuro?"

"¡Y para robarle el crédito a la familia Malfoy!" Draco resopló, y luego hizo una mueca cuando Harry le lanzó una mirada. "¿Qué? ¡Es verdad! ¡Son celos de que mi padre fuera altamente clasificado, y estoy seguro de que seguirá así", contó con el rubio. "Entre los mortífagos, siempre hay competencia por ver quién puede clasificar el más alto." Harry rodó los ojos.

Harry había aprendido mucho con respecto a la campaña de Tom en las reuniones con Snape y Dumbledore. Tom, al parecer, había podado sus filas una vez que recuperase el control hace unos meses. Los magos o brujas implacables de su Círculo Interno o de menor escalafón que no tuvieran otras habilidades útiles que asesinar y destruir ciegamente habían sido degradados, per se, aunque era más como que se les había puesto en una división propia. Este nuevo grupo se quedaría fuera de los secretos del juego político de Tom, especialmente de su relación con Emrys Aleron. Ese era el privilegio de un grupo diferente de personas. Snape y Lucius Malfoy eran parte de los pocos que estaban más al tanto de los planes más altos y las metas, junto con los magos o brujas de mentalidad política y llenos de sensatez que fueron sometidos a Juramentos Irrompibles de secreto, pero en su mayor parte Tom no dejaba que nadie supiera nada, nadie que no fuera él mismo.

Emrys Aleron, para aquellos que considerara digno de confianza, era un mago retozando con el bando de la Luz, pero en secreto era un aliado de la Oscuridad. Él estaba bajo la influencia del Señor Oscuro, y era él quien se encontraba en el centro de gran parte de los planes de Voldemort. Por supuesto, nadie, salvo por Snape y Lucius, sabía que el Señor Oscuro era Emrys Aleron. Tom, en su mayor parte, todavía se paseaba en su apariencia serpentina en la mayoría de las reuniones de Mortífagos. Todo tenía que ser cuidadosamente construido y la menor información era entregada sólo a las personas adecuadas para garantizar que los planes no fueran arruinados por cualquier idiota que no apreciara los cambios presentes en la oscuridad.

La desventaja de todo el secreto, sin embargo, fue el hecho de que era un secreto. Los mal informados, tales como los del grupo que planificase la supuesta invasión de Hogwarts, no tenían idea de que lo que estaban haciendo era innecesario e irrisorio. Para la vieja campaña, sin embargo, tomar Hogwarts habría sido una gran victoria.

Pero ahora era, notablemente, una cosa Muy Mala.

"¡Draco, pedazo de boludo, esto nos podría poner en peligro a todos! ¡A quién le va a importar si fuiste al que se le escapó la idea, deberías haber ido directamente a decirle a Dumbledore!"

"Casi lo hice, pero... pensé que tal vez serías capaz de decirle... decirle al Señor Oscuro también", dijo, con la voz entrecortada. Harry ocultó su propia mueca de dolor; él no había contactado con el propio Tom en más de un mes. "Podría detenerlos antes de que lleguen aquí", insistió Draco. "Me acabo de enterar, Potter ... si lo hubiera sabido ..." Draco resopló, claramente frustrado. "Lo siento", murmuró.

"No sabemos cuando ellos van a venir aquí, y no sé si podré advertirle a tiempo", dijo Harry, rascándose la cabeza. Internamente, maldijo el hecho de que McGonagall tuviera una emergencia en algún lugar, y no se esperara su regreso hasta el lunes. Habría ido con ella desde el principio, pero eso ya no era una opción ahora y tenía que averiguar que más podría hacer.

"Vamos," dijo de repente, agarrando el brazo de Draco, como un espejo de unos momentos antes. Dijo la contraseña al retrato de la Dama Gorda, arrastrando a Draco hacia adentro de la Sala Común de Gryffindor, haciendo caso omiso de los jadeos sorprendidos y de los susurros confundidos.

"Déjame ir, Potter!" Draco ordenó, agitando su brazo, intentando tirar de Harry.

"Uh-uh, de ninguna manera, vas a venir conmigo. Vamos a hablar con Dumbledore."

"¡Pero Dumbledore no está aquí! ¡Estás perdiendo el tiempo!"

"No," Harry se opuso, "Estoy ahorrando tiempo. Confía en mí." Llevó a Draco hasta su dormitorio, sabiendo que Neville y Dean, que estarían durmiendo hacía rato, tenían encantos de cancelación de ruido y no los escucharían. Harry dirigió a Draco a su cama, donde dejó caer el brazo del otro chico y procedió a buscar frenéticamente en baúl. Sacó el Mapa del Merodeador, rápidamente sacó su varita del bolsillo y tocó el pergamino, murmurando la frase encantada que liberaba la magia del mapa.

"Maldita sea," susurró Draco una vez que los diseños de Hogwarts aparecieran en el Mapa. "Asi es como lo haces." Harry lo ignoró, sin embargo, extendiendo el pergamino encantado sobre su cama.

"Aquí, ayudarme a buscar a Dumbledore. Su nombre aparecerá en algún lugar, y luego vamos a saber dónde encontrarlo."

Conociendo los hábitos de Dumbledore, el hombre podría estar en cualquier lugar si hubiera pasado a ser una noche de paseo por el castillo. Juntos, Harry y Draco buscaron en el Mapa, ojos itinerantes sobre el papel. Desde que Draco le dijo del ataque, Harry había sentido una sensación de urgencia arrolladora en el estómago, y se sentía enfermo.

"¡Ah, no!" de repente exclamó poco después, marcando con el dedo en el pergamino al lado del nombre de Dumbledore."Bueno, él simplemente estaba en su despacho." Mostrando la típica ironía de Hogwarts, la entrada a la torre del director se había trasladado convenientemente a la séptima planta recientemente, el mismo piso del retrato de la Dama Gorda, y por lo tanto no estaba demasiado lejos de la Casa Gryffindor.

Hubo un golpe en la puerta del dormitorio. "'Hey Harry? ¿Ya mataste al jodido mocoso o simplemente lo estás manteniendo de rehén?" La puerta se abrió y Ron asomó la cabeza. Malfoy dio dos pasos amenazantes hacia él.

"Por qué tú-"

"De rehén."

"¡Hey!"

Harry se puso de pie rápidamente y agarró los bíceps de Draco de nuevo. "Sólo voy a llevarlo con Dumbledore, ahora."

La cara de Draco arrugó cómicamente. "¿No me estabas escuchando, Potter? Te dije que no puedo ir."

Harry rodó los ojos. "Te preocupas demasiado." Se volvió hacia Ron. "No estoy seguro de cuánto tiempo voy a estar ausente."

"¿Quieres que vaya contigo?" Ron le dio a Draco un vistazo despreciativo, y el rubio a su vez profundizó su ceño fruncido. "No me fío de él."

Harry agitó su mano libre con desdén. "No, voy a estar bien. Tienes que permanecer aquí." "Ya sabes, en caso de que haya un ataque de Mortífagos," Harry añadió mentalmente. Él preferiría que nadie más se involucrase. "Vamos, Malfoy." Tiró de brazo del chico rudo, obligándolo a tropezar hacia adelante.

La frente de Ron se veía fruncida, probablemente sabiendo que Harry no le estaba diciendo toda la verdad, pero llamó a espaldas de Harry, "Si haces algo estúpido, no esperes que yo te defienda de Hermione."

Harry lo saludó en reconocimiento. "Lo capto. Nos vemos en un rato."

"Eres una amenaza para la sociedad, Potter", se quejó Malfoy cuando Harry lo arrastró por las escaleras. "Yo no debería siquiera haberte advertido, y debí dejar que los mortífagos se ocuparan de tu culo." Harry no le hizo caso.

Era bastante tarde, pero nadie trató de detener a Harry mientras se abría camino a través de la Sala Común, especialmente con Malfoy de remolque. Él y Draco se fueron por el agujero del retrato por la segunda vez en la noche.

"¿Cuándo crees que van a venir?" Harry preguntó mientras conducía a una hosco Draco Malfoy hacia el despacho del director, sin renunciar a fruncir la túnica de Draco para asegurarse de que no se escapara.

"No sé. Probablemente cuando todos duermen."

Harry, percibiendo que Draco no estaba exactamente de ánimo como para continuar la conversación, gruñó una vez y luego se quedó en silencio. Sus pasos resonaban por los pasillos vacíos, y los retratos roncaban en sus marcos. Lo que preocupaba a Harry era el hecho de que la Sala Multipropósito estaba en el séptimo piso, también, aunque en un castillo del tamaño de Hogwarts había unos cuantos corredores con trampas en el medio de ellos y los invasores. Sin embargo, estaba demasiado cerca como para estar cómoddo.

Cuando estaban a punto de dar vuelta la esquina en el pasillo de la estatua de las gárgolas, Harry recordó que Draco era un prefecto y probablemente sabía la contraseña para entrar en el despacho de Dumbledore.

"Hey, Malfoy—"

"Desmaius!"

Agachándose por reflejo, Harry volvió a dar la vuelta, dejando inadvertidamente a Draco en la línea de fuego. Harry escapó del hechizo, pero Draco no lo hizo, y cayó pesadamente contra Harry. Harry gritó por la sorpresa y cayó contra la pared para no perder el equilibrio. De forma rápida y no muy suavemente, dejó que Draco cayera al suelo y sacó su varita.

Al oír pasos pesados que venían a su encuentro, Harry rápidamente lanzó su capa invisible sobre sí mismo y trató de acallar su respiración para no ser oído. Tenía una muy buena idea de quiénes podrían haber enviado ese hechizo. De modo que, cuando Greg Goyle se dejó ver, Harry no se sorprendió. Siendo únicamente capaz de ver al rubio aturdido, Goyle no estaba preparado y cuando Harry le disparó su propio maleficio, el Slytherin gordo cayó con facilidad.

Harry volteó la Capa por encima de su cabeza y le echó un Rennervate al inconsciente Draco, que se sentó inmediatamente antes de gemir y sacudir su cabeza. Sus ojos vieron a su compañero de piso inconsciente y gimió de nuevo.

"¡Goyle me sorprendió!" Le dio una furiosa mirada a Harry. "Me usaste como un escudo, que cobarde."

"Oh, no," Harry respondió, aunque su atención no estaba enteramente con el la rubio. No era una buena señal que Goyle estuviera aquí en este momento. Con una sensación de temor, Harry sacó el mapa de nuevo para comprobarlo, temor a lo que pudiera encontrar.

"Mierda", maldijo, los ojos fijos en la docena de nombres que aparecían en las afueras de lo que Harry sabía que era la inmarcable Multipropósito. Cerrando los ojos, Harry exploró a través del enlace que él y Tom compartían, rompiendo cualquier barrera entre ellos en su prisa con el fin de llegar hasta la mente de Tom. Podía sentir la densidad que la distancia le daba al enlace, pero él persistió, la frente cubriéndosele de sudor espontáneo. Los sentimientos de Tom inundaron sus sentidos, y por un momento sintió la llamarada de sus emociones rocosas con respecto al hombre, pero las empujó a un lado que con el fin de enviar un mensaje a Tom.

'Tom! ¡Los Mortífagos están atacando Hogwarts! ¡Ven si puedes! '

Eso fue todo. Ese fue todo el tiempo y la energía que Harry podría sacrificar. Él sabía que Tom había recibido el mensaje, pero no podía esperar confirmación alguna en este momento. Se impulsó de nuevo hasta su propia mente y abrió los ojos.

"Tenemos un problema."

"Por favor, no lo digas, Potter," Draco rogó mientras se ponía de pie.

"Está bien, no lo haré", dijo Harry, sin dejar de mirar el mapa. "Malfoy, es necesario que adviertas a Dumbledore en este momento. Conocés la contraseña, por lo que debería ser fácil que llegues hasta su despacho."

Draco frunció el ceño. "¿Por qué eso suena como si no vas a venir conmigo?"

"Porque no voy a ir."

Draco lo miró con astucia antes de llegar a la conclusión, "Vas a andar por ahí como carnada, ¿verdad? Distraerlos hasta que lleguen los Aurores o quienquiera."

"Sip."

"¿Por qué?" Draco preguntó con incredulidad. "Ellos no pueden entrar en el despacho de Dumbledore sin la contraseña, y mucho menos si Dumbledore no quiere que lo hagan. ¿Por qué molestarse?"

Harry suspiro. "¿Qué le hace pensar que están yendo sólo detrás de Dumbledore? Si no pueden llegar a él y no saben que está a salvo en su despacho, ¿quién crees que será la próxima persona que querrían atrapar?"

Draco pareció pensar un momento, y Harry le dio una mirada de incredulidad, y el rostro del rubio a su vez se iluminó cuando le vino la respuesta.

"Oh, bien, vos."

"Sí, yo ," Harry dijo con sequedad. "Pondría a los otros estudiantes en peligro si tratan de entrar a la torre de Gryffindor."

Draco se burló. "Sí, a sabiendas de que son Gryffindor, más de uno de ustedes tratará de desplegar sus heroicidades."

"Draco, están cada vez más cerca. Sugiero que te calles y te pongas en movimiento".

La cara del chico rubio se puso de un pálido blanco, a pesar de su acto de bravuconería y soberbia. "De acuerdo- advertir a Dumbledore." Dio dos pasos hacia delante antes de detenerse de nuevo y mirar hacia atrás, a Harry. "Por favor, no hagas que te maten, Potter... Tengo la sensación de que habrá más de una persona loca por mi sangre después de eso."

"Me alegra saber que tus habilidades de auto-preservación están intactas", señaló Harry.

"Como si tu absoluta falta de habilidades de auto-preservación te hicieran ser mejor", murmuró Draco mientras caminaba a toda prisa, varita en mano. "Espero que tengas un plan." Harry tuvo que sonreír un poco ante eso, pero sólo brevemente antes de que algo le ocurriera y corrió tras el rubio en retirada.

"Hey, espera." Antes de que Draco pudiese incluso darse la vuelta, Harry cogió su varita lejos de él, haciendo que Draco hiciera un fuerte sonido de protesta.

"¿Qué estás haciendo?"

"Yo tengo tener un plan," Harry semi-mintió", y necesito esto." Agitó la varita de madera oscura en el aire mientras el heredero Malfoy miraba amenazadoramente.

"Vas a emitir algunos hechizos ilegales con él y echarme la culpa, ¿verdad?" dijo entre dientes con rabia, extendiendo el brazo por su varita.

Harry suspiró, impaciente y exasperado. "Voy a limpiarla." Draco, sin embargo, se lanzó de nuevo por la varita, pero Harry la dejó fuera de su alcance. "Por favor, Malfoy," Harry imploró, dando un paso hacia atrás. "No queda mucho tiempo... ve a Dumbledore ahora. Lo tengo todo bajo control", dijo Harry bajo una fachada de confianza. Cuando Draco seguía sin moverse, Harry lo apuntó con su varita robada. "Corré."

Eso hizo que que el rubio se moviera. Harry lo observó darse prisa por el pasillo, mientras que Harry se volvía para mirar hacia otro lado, sabía que los mortífagos estarían viniendo. Comprobó el mapa para encontrar de nuevo su posición, y estimó que tenía sólo tres minutos antes de llegaran hasta él. Mordiendo su labio inferior, Harry se metió en un rincón sombreado y presionó su espalda contra la pared de piedra.

: Amo, ¿qué está pasando? : La Lady siseó en su oído, agitando locamente su lengua por el aire mientras trataba de percibir el peligro que causaba las emociones de su Amo. Harry titubeó un poco prestando atención a su visión periférica. Sólo unos momentos antes, un extraño pensamiento que indicaba claramente que se había vuelto loco, había llegado a él y dio lugar a su endeudamiento de varita con Draco.

: Lady, ¿me obedecerás sin importar qué? :

Por supuesto, Amo, : la serpiente respondió inmediatamente. : Tú eres mi Amo. :

: ¿Lo jurarías por tu magia? :

La Lady se movió atrás, confundida. : Yo no- :

: Sólo jurarlo. :

Una pausa, y luego, : Juro por mi Magia: Después de una pausa, ella murmuró, : Amo tonto, amo extraño... :

Era una idea loca, muy arriesgada, absurda, y un montón de otros adjetivos. Pero necesitaba ayuda, y no quería arriesgar ninguna de las vidas de sus amigos. Apretando los dientes con decidida determinación, Harry le siseó a la Lady que se desenrollara de sus hombros. Lo hizo con facilidad, y Harry la dejó en el suelo delante suyo.

Harry vaciló sólo un momento. : Recuerda tu promesa. : Sacando su varita, apuntó a su compañera transfigurada.

: Finite Incantatum, : entonó, deseando que su pársel-magia pudiera cancelar la fuerza de la magia de Tom.


Tom maldijo entre dientes mientras tachaba otra línea de la adenda que estaba tratando de componer. Irritado, arrojó la pluma sobre el escritorio y volvió el papel a cenizas con un movimiento de su varita en un ataque de resentimiento. Era la tercera vez que hacía eso en esa noche. Cerrando los ojos para tratar de controlar los estribos, Tom deliberadamente dejó su varita sobre la mesa para que no pudiera verse tentado de ir a destruir otras cosas.

Se dijo que fue la reunión de Mortífagos previa la que le había puesto de tal humor. No se equivocaba al decir esto; sus seguidores habían estado particularmente insoportables esa noche, y más de un par de ellos se habían llevado la peor parte de su descontento. Pero, en realidad, no podía culpar a los idiotas.

Tom se echó hacia atrás en su asiento, aunque si alguien fuera a preguntar, desde luego, no diría que en derrota. Sólo ... reconocía el hecho de que su mente no estaba en la tarea que estaba tratando de completar.

¿Cómo podría estarlo, cuando todo lo que su mente quería pensar era en Harry Potter?

Era que todo, todo, todo se resumía en referencias mentales para con el muchacho, y él no estaba preparado para ello. Harry era el rompecabezas que nunca podría terminar, el misterio que nunca pudo resolver. Fascinaba, abrumaba, y conducía aTom al borde de sus límites. Era casi... injusto, porque Tom no tenía precedencias en tratar con gente así.

Su última conversación era lo más frecuente en lo que se centrara.

Cuando Tom se enfrentó en primer lugar al hecho de que sólo tenía un Horrocrux en la forma de un mago humano mortal, había sentido cierta preocupación. Tal vez la muerte de Harry no significaría la muerte del Horrocrux, pero si lo hiciera, sería incómodo- un defecto problemático en su ambición de la inmortalidad. Ésta siempre había sido una meta de las suyas, por una razón u otra. Uno de los únicos beneficios de esa noche de Halloween hace muchos años había sido la prueba sólida de que sus Horrocruxes lo mantenían en los planos de la existencia. No había muerto esa noche, no realmente. Había engañado con éxito a la muerte. El precio de varios Horrocruxes, sin embargo, había sido pronunciado y más aún de lo que hasta ahora creía.

La solución original se le ocurrió había sido simple: sólo tendría que tomar un recipiente tradicional, inanimado y realizar un segundo Horrocrux de él. Problema resuelto.

Pero eso no sucedió. Él simplemente no podía hacerlo.

La recuperación de su alma le había enseñado mucho a Tom. Sobre todo, que ser un chiflado con ideas fijas lo volvería incapaz de conquistar el mundo mágico. La curación de su alma le había cambiado, el regreso de su cordura le había mostrado ineludiblemente la disimilitud obvia, pero eran las innovaciones inesperadas las que hicieron la diferencia real.

No podía hacer otro Horrocrux... él no podía quitarse el alma. Él ni siquiera lo intentó, pero no por su propia voluntad. Su mente estaba dispuesta, pero sólo ella.

No era su capacidad de matar la que había sido obstaculizada, aunque tal vez su conciencia se ponía en evidencia algunas veces... Las ejecuciones eran más limpias, más rápidas y evaluaba si debían o no ocurrir. El asesinato no era el problema... el problema era la memoria.

Como si el alma de Tom recordara cómo se sentía al ser dividida, se estremecía y lo hizo retroceder hasta abolir la idea de pasar por el ritual una vez más.

Era incomprensible. La esencia misma de él mismo estaba horrorizada ante la perspectiva de romperse en pedazos, de atraparse a sí misma en un objeto frío, insensible para la eternidad, que esperara en la oscuridad por la oportunidad de reunirse con su conjunto. Puso el temor a la muerte de Tom en vergüenza, una ironía que no se le escapaba, con el miedo a más Horrocruxes, después de todo, lo que él había hecho en primer lugar para salvarse de la muerte.

No sabía qué hacer. Su magia e verdad se volvería contra él si él cogía un objeto elegido, lo tomaba en su mano y lo obligaba a abandonar el destino.

El problema era esotérico. No había nada que pudiera hacer para solucionarlo... él era el problema. Había mutilado su propia alma, la había recortado hasta ser casi nada, y cuando llegó una segunda oportunidad para él, no había quedado sin un trauma. Optó por protegerse a sí mismo, y no era un extraño enigma, ya que su mayor enemigo era el propio Tom, y Tom era su alma y su alma era Tom. Así que en realidad, a pesar de lo que él podría pensar, Tom, en su núcleo, no quería hacer ningún Horrocrux adicional. Era difícil discutir con uno mismo.

Tom estaba tan destrozado que hasta que hubo momentos en que se sentía como dos personas, y no sólo eran Tom Riddle y Lord Voldemort. O tal vez eso era él y a él simplemente le costaba un poco más de lo que imaginaba encontrarse a sí mismo. Tom Riddle, Lord Voldemort, Emrys Aleron... ¿cuál personaje era en verdad? Tal vez era inevitable se confundiría en un momento u otro, lo que con las muchas caras que había optado por mostrar a la gente. El alma de Tom podría estar intacta de nuevo, pero aún estaba reconstruyéndose a sí mismo en su conjunto.

No pasó mucho tiempo antes de que la mortalidad de Harry pasara por la cabeza de Tom. Él jugó con la idea ampliamente. Había algo que le atraía de él... y luego algo que le horrorizaba. Frustraciones abundaron, en primer lugar con su propia alma, y luego con la vacilación sobre Harry de que no podía comprender la razón. Era como una idea, un Horrocrux extraño para con su propio Horrocrux.

Cuando Tom fue a Hogwarts para la entrevista con Rita Skeeter aún no había decidido si siquiera se lo pediría a Harry, y ni siquiera tenía la intención de comentarlo hasta el momento. Debería haberse apegado al plan original, pero luego no había esperado enterrarse en la parte más profunda mientras le sostenía la mirada a unos ojos verdes resplandecientes.

Esa noche de febrero, mientras estaban juntos, la mente de Harry se había abierto a la suya. Tom había sentido emociones de Harry, junto con las sensaciones de su cuerpo mientras el joven mago se aferraba a Tom como si nunca quisiera dejarle ir.

Tom fue testigo del amor que Harry sentía por él esa noche... una emoción diferente a cualquiera que jamás hubiera experimentado por sí mismo, y de repente su mundo cambió de nuevo. Había sentido esa sensación de Harry antes, en el Ministerio, pero luego había salido lastimado, y no era para él, y él no había sido capaz de soportarlo. No esta vez. En ese momento, Tom no quería que se detuviera.

Tom ahora sabía por qué tantos habían sido víctimas de la emoción. La tentación de la misma, de envolverse a sí mismo en la sensación, de hacer lo que fuera necesario para sentirlo. El anhelo y el calor, el helado ardor de la falta de ella. El amor de Harry Potter tuvo más impacto de lo que jamás podría haber imaginado.

Había abrumado a Tom... y hubiera sido una mentira si decía que no lo asustó. Era una emoción peligrosa, algo adictivo en lo que uno podría perderse.

La admisión en palabras, dicha en voz alta por el joven más tarde, había lo había descentrado aún más.

Nadie le había dicho eso nunca antes...

Él no era infalible. Fue la codicia. La codicia y un abrumador deseo de tener todo lo que siempre había deseado: el poder, la inmortalidad, y a Harry Potter. Una vez fue la muerte del niño lo que valoraba, pero ahora era su vida. El problema de su propia incapacidad para crear un segundo Horrocrux y asegurarse su inmortalidad sería obsoleto si Harry se garantizara precauciones contra la muerte. Harry nunca había sido cualquiera, sino de Tom, y sería suyo para siempre.

Tom había estado tan concentrado, tan seguro de que las cosas obedecerían sus designios que no había notado la extraña mirada en los ojos del joven, y la expresión de distante dolor. No pudo ver su... error. Sí, se daba cuenta que ahora. Él sabía que Harry no estaría de acuerdo con él. Pero en ese momento, no le importaba, porque él iba a conseguir todo lo que quería.

Fueron la arrogancia y un sentido imperfecto del mundo los que le hicieron creer que desde que Harry lo amaba, él estaría dispuesto a hacer cualquier cosa por él. La impresión del amor que Tom siempre había tenido había sido que sus portadores eran unas criaturas sin mente, atados a la emoción y los caprichos de la víctima de sus afectos- y concedió, que su mirada era tendenciosa. Porque Harry le demostró que se equivocaba mal. Había pensado que Harry iba a ser compelido a sacrificar una pequeña porción de su alma por su amado.

Harry dijo no.

Tom se había enfadado, y luego frustrado. ¿Acaso Harry no le había dicho que le amaba? ¿Y de ser así, por qué no lo demostraba? Un amargo resentimiento había enturbiado el pecho de Tom, junto con una antigua repulsión. El amor era inútil, entonces, después de todo.

Entonces ¿por qué, después, se encontraba todavía lleno de ansias? ¿Por qué soñaba con las caricias de Harry, con sus palabras suaves, con sus sonrisas? Una vez más, su alma no estaba de acuerdo con lo que su mente pensaba que era mejor... no, peor, porque su mente no podía dejar de lado al muchachito.

Le había llevado mucho tiempo a Tom el admitir -finalmente- ante sí mismo cuán herido se había sentido cuando Harry se había negado. Y él había manejado mal la situación. Harry había llegado a importarle... y que ese era el problema. Tom se dio cuenta de que se había hecho vulnerable a ese dolor, y luego fue víctima de aquel. Nunca había sido capaz de empatizar con otros, de ponerse en su lugar, todo siempre había sido sobre sí mismo, y tal vez porque no estaba nada acostumbrado a hacerlo, había tardado tanto en ver a través de los ojos de Harry y comprender plenamente lo que le había hecho al joven mago... a su precioso Horrocrux… a su Harry.

Harry también se había vuelto vulnerable. Se había entregado aun más a Tom que lo que Tom se había dado en retorno. ¿Cómo podría estar sintiendo distinto que él? Mientras que Tom se había sentido traicionado, sospechaba que Harry, también.

Él se había arrepentido de inmediato de decirle a Harry que se fuera, pero él había dejarlo irse, de todos modos. Sabía que había estado demasiado exaltado, todavía, y que cuando eso sucedía, tomar acciones demasiado impulsivas. Necesitaba escapar, aclarar su mente, y volver a repensar... todo. Sólo Harry Potter tenía la capacidad de mirar más allá de su propia psicología y forzar a Tom a verse a sí mismo de diferentes maneras. La comparación insoportable de Harry con su padre muggle lo había hecho querer vomitar por lo mucho que aborrecía tal idea, y fue un golpe bajo adecuado si tenías en cuenta que acababa de comparar a Harry con Merope Gaunt sólo unos momentos antes. Tal vez Tom no podía soportar la idea por lo peligrosamente cerca de la verdad que estaba.

Incluso cuando su ira se enfrió hasta reducirse a nada, Tom no contactó con Harry. Él no sabía muy bien qué decirle. Él todavía tenía la esperanza de que tal vez Harry cambiara de idea, y la esperanza lo inmovilizó y redujo a la inacción. Se concentró en sus operaciones, que por una vez, estaban yendo increíblemente bien.

Y entonces, un día, Snape le había pasado un mensaje de Harry.

Una cosa tan pequeña... Hola.

Tuvo el poder de hacer que Tom se avergonzara de sí mismo, y qué gran hazaña era. Inexplicable. Pero ¿cómo podría no haberse avergonzado, cuando él personalmente estaba desperdiciando lo que le había sido negado durante toda su vida? Nadie lo había querido como Harry. Tom recién empezaba a comprender cuán humano era su corazón... cómo deseaba tanto esas cosas a las que una vez renunciase.

: ¿Amo? :

: Ven aquí, Nagini, : Tom llamó sibilante a su familiar. La usual cabeza triangular de la gran víbora apareció por la puerta, y se deslizó por el suelo hasta deslizar dentro de la habitación incluso la última pulgada de sus doce pies de longitud. En lugar de acurrucarse en su lugar habitual, junto al fuego, ella eligió subir a los hombros de Tom, su extenso tamaño la obligaba a envolverse alrededor de la parte inferior de las patas de la silla en la que Amo se sentaba. Golpeó la cabeza contra el brazo de Tom, exigiendo afecto, y Tom elevó automáticamente su mano a la altura de su barbilla. Nagini silbó de placer.

: Huele estresado, Amo, : dijo a la serpiente después de un tiempo, sonando un poco como una madre en reproche. Tom suspiró.

: No se puede evitar, querida mía. : Tomó su pluma, y escribió unas palabras en el pergamino en blanco delante.

: Harry Potter podría ayudar. ¿Cuando va a volver? :

La punta de la pluma de Tom se congeló el aire mientras su mano se inmovilizaba, sorprendido por la afirmación y la pregunta de Nagini. Conteniendo el impulso inicial de decir que Harry Potter ciertamente no aliviaba su estrés, sino que claramente lo incrementaba, Tom le preguntó Nagini, escueto, : ¿Por qué querés saberlo? :

: Él me gusta. Él te hace feliz. :

Era notablemente más difícil tragar después de dicha esta notablemente simple afirmación, tan contundente y poderosa en su sencillez. Harry lo hacía feliz. Tenía un mayor impacto, ya que, en ese momento, Tom sabía que no era nada más que la verdad. Harry Potter tenía la capacidad de llegar hasta él, de distraerlo de la mano dura de amargos y tumultuosos pasados y futuros, para encontrar a la persona que no sabía que era capaz de ser. Nadie, jamás, ni una sola persona había sido más importante para Tom que ese particular mago ojiverde.

"Sí, es cierto..." Tom susurró.

Realmente había sido tan descuidado- e ingrato. Verlo ahora era terriblemente reconocible. Por primera vez en toda su existencia, había encontrado a alguien que había revalorizado el hecho de ser humano, y que tal vez no era algo tan repugnante como creyó. Fue su gracia salvadora. ¿Y cómo le pagaba a Harry? Exigiéndole la única cosa que siempre había sabido que Harry nunca sería capaz de dar.

Eventualmente, Tom supo por qué había andado tan indeciso con la idea de Harry haciendo un Horrocrux. La idea le había encantado porque entonces tendría esa preciosa maravilla para toda la eternidad, pero no obstante su alma traumatizada no podía soportar la imagen de obligar a quien admiraba por su pureza a sentir el mismo dolor, para ser destruida. En cierto modo, Tom estaba ahora extrañamente aliviado de que Harry se hubiera negado... sólo habría cimentado aún más en su mente sus conclusiones sobre el amor. Pero Harry no era realmente una víctima de éste; lo había aceptado y abrazado, pero no cambiado quién era.

Tal vez no era esta cosa horrible que debía ser evitada a toda costa.

De hecho, podría ser en realidad que lo que Tom sentía por Harry fuera -

'Tom! ¡Los Mortífagos están atacando Hogwarts! ¡Ven si puedes! '

Tom se puso de pie, golpeando la silla en la que estaba sentado y haciendo que Nagini se le deslizara bruscamente de los hombros, con un estrangulado siseo, cuando la puerta de su mente se cerró una vez más.

¡Cómo que no causaba estrés! ¡Sí, estrés, sí señor! ¿Ese chico iba en busca de problemas, o simplemente los problemas siempre lo encontraban? Tom aún no lo tenía decidido.

: ¿Qué anda mal, Amo? : preguntó con urgencia Nagini, sintiendo la ansiedad creciente de su mago.

: Tengo que irme. : Atravesó la habitación, haciendo caso omiso de los silbidos interrogatorios de su familiar. Firmemente sujeta en la mano, su varita brillaba intensamente por la punta mientras su magia lo lanzaba hacia delante en una carrera que coincidía con la adrenalina que su corazón bombeada a través de su cuerpo, latiendo velozmente.

Había previsto que surgiese algún tipo de problema; era de esperarse después de la reorganización generalizada de sus filas. La naturaleza de su campaña anterior trajo a muchos magos y brujas sin escrúpulos y de la peor calaña a su lado, y mientras el miedo los mantuvo a la mayoría de ellos bajo su control, esto no sería suficiente para todos. Estaban los que acudían a él simplemente por la sensación de poder que les legó, y en el pasado sus seguidores habían sido recompensados por cualquier acto de creatividad oportunista.

Ahora que pensaba en ello, recordó que uno de sus seguidores le había preguntado recientemente sobre sus planes tentativos que había tenido en relación a Hogwarts y a la muerte de Dumbledore al comienzo del año escolar. Intentó recordar lo que le había replicado... o lo que Voldemortle había replicado.

"Esos planes han sido abandonados. Demostraron acarrear demasiada complicación y riesgo", le había dicho al hombre- Pickety, si recordaba correctamente.

"Amo, ¿y qué de Dumbledore?"

Tom había agitado la mano con aire ausente. "Yo tengo diferentes planes, Dumbledore caerá en mis trampas, eventualmente." Lo que el hombre no sabía era Dumbledore ya se estaba muriendo, y que ese no era un problema de todos modos, no con la ayuda de Harry. Tom había esperado que Pickety aceptara su declaración, pero el hombre aun había persistido.

"Amo, ¿qué si-"

En ese momento, Tom se había impacientado, y su varita había terminado señalando a Pickety. "Estoy muy ocupado, y no tengo tiempo para discutir esto." Reconociendo la amenaza cuando veía una, Pickety había hecho una reverencia y se había marchado.

Tom debería haber escuchado los nuevos intentos de aquel por discutir, pero no había pensado que hubiese algo detrás de sus preguntas, incluso sabiendo que éste era de sus seguidores, uno de los más curiosamente raros.

La culpa era de Harry Potter, por supuesto, que lo tenía tan malditamente distraído.


''Oh, esto es tan estúpido,' Harry pensó de brazos cruzados, mirando como breves destellos de magia estallaban alrededor de la cobra en el suelo. Oh, claro, Lady le había dado un juramento por la magia que ella no sabía que tenía de que le obedecería, pero eso podía no significar absolutamente nada. Simplemente podría llevar a la adición de otro mortífago sin escrúpulos a los pasillos de Hogwarts. Lady le podía llamar amo, pero era muy posible que Bellatrix Lestrange prefiriese estrangularse con su propia varita antes que acceder a hacer cualquier cosa que Harry le pidiera.

¡Ah, bueno, demasiado tarde!

La magia se desvaneció, y Harry se encontró mirando cómo una muy humana Bellatrix se enderezaba con gracia desde el suelo y escudriñaba a su alrededor, aturdida y confusa. Por suerte para todos los involucrados, estaba vestida con la misma ropa que llevaba cuando Tom la transfiguró hace tantos meses, conservada por la magia del hechizo. Su pelo salvaje lleno de frizz caía en rulos alrededor de su cara y formaba una cascada oscura en su espalda.

Los ojos brillantes y negros se reunieron con los de Harry.

Bellatrix se movió la boca, los labios formando palabras, pero su garganta parecía no poder conjugar los sonidos, al principio. Lo intentó de nuevo, y logró dejar salir una palabra altisonante: "¿P-Potter?"

Presionando sus labios en una línea fina, Harry dio un paso cauteloso en su dirección, observando cuidadosamente su reacción. Su varita estaba en la mano, pero apuntaba hacia el suelo; no quería amenazarla en cualquier acción adversa.

"Justo en este momento, mortífagos rebeldes para con su Señor están tratando de invadir Hogwarts, en una violación directa de los deseos del Señor Oscuro. Voy a tratar de detenerlos, pero necesito tu ayuda. ¿Me la darás?" Harry fue directo al grano. Bellatrix, por su parte, parecía extrañamente perdida y confusa, y Harry casi podía ver los engranajes girando en su mente mientras trataba de comprender su situación. Harry se preguntó cuánto recordaba, y si la cantidad de tiempo como su "familiar" habría afectado lo que ella era ahora. Harry no hizo ningún movimiento para apurarla, aunque su postura tensa mostraba lo delgado que era el velo que ocultaba su impaciencia.

"¿Me ayudarás?" Harry volvió a preguntar, la vista clavada directamente en la mirada salvaje de Bellatrix.

"Yo... te ayudaré", dijo Bellatrix finalmente, la voz plana y un poco torpe todavía, y casi confundida ante su propia respuesta. "¿Lo haré? Hmm, parece que debo hacerlo," murmuró extrañada de sí misma. "Me fue ordenado... por alguien..." Ella sacudió la cabeza, los ojos vidriosos aclarándose. Harry no sabía si sería la orden del Señor Oscuro la que recordaba o la de él justo antes de su retransfiguración, pero no se atrevió a cuestionarla.

La bruja torció su cabeza, dando una breve inspección del entorno, antes de que ella se moviera. Se tambaleó mientras trataba de estar erguida, con una mano extendida apoyada contra la pared. Harry contuvo el aliento, todavía temeroso de hablar y romper cualquier hechizo que hacía que Bellatrix estuviera de acuerdo a escucharlo. Todavía apoyada en la pared, Bellatrix levantó su mano libre delante de su cara, abriendo y cerrando la mano y poniendo gran atención mientras lo hacía. Aparentemente satisfecha, dejó caer el brazo a su lado y se levantó en toda su altura, usando su mano de apoyo para estirar su falda, acomodándola. Ella le dio a Harry una mirada altiva y le dijo con claridad, "¿Y bien? ¿Qué hacés ahí de pie y quieto?"

"¿Eh, Potter? ¿Quiénes son estos desgraciados traidores inmundos que voy a atar con sus propias entrañas?"

Parecía Bellatrix se había recuperado. Harry tragó saliva ante la sonrisa alegre que ella adoptó para exponer sus intenciones para los invasores. "Eh, Crabbe y Goyle, padres, a ciencia cierta, pero no estoy realmente seguro de quiénes son los otros." No había reconocido sus nombres en el mapa, y estaba demasiado apurado como para detenerse y memorizarlos. Sacó el pergamino encantado y hojeó los pliegues hasta que encontró la sección que daba nombre a todos los intrusos. Estaban casi en el corredor de las gárgolas ahora, y Harry sintió el sudor cubrir su frente.

"Es él," Bellatrix dijo de repente, señalando un nombre en particular. Jerande Pickety. Harry nunca había oído hablar de él antes.

"¿Quién es él?"

"Se cree muy importante y siempre anda en busca de grandes oportunidades para demostrarlo," Bellatrix murmuró con desprecio, y Harry tuvo que morderse la lengua para no decir, "Suena igualito a ti". "Es de Gryffindor, en realidad, y se imagina a sí mismo como el gran héroe del Señor Oscuro. Él es el cerebro de esta sedición," Bellatrix respondió a las preguntas sin decir de Harry. Él frunció el ceño.

"¿Cómo lo sabes? Crabbe y Goyle, sus hijos, fueron los que encontraron el camino para entrar a Hogwarts."

"Mmm, y conociendo esos dos idiotas, ellos fueron los que chillaron lo suficientemente fuerte como para que Pickety los oyera. El Señor Oscuro estaba considerando irrumpir en Hogwarts a principios de este año-"

"¿Lo estaba?" Harry chilló, para su vergüenza. Bellatrix no le hizo caso.

"-y Pickety era parte del grupo que iría. Él estaba muy emocionado por ello... Dumbledore después de todo había tenido una mano con el envío de su padre a Azkaban en la primera guerra, y ooh, ¿no le guardaba acaso cierta amargura al respecto! De todos modos, Pickety ama lanzar excrementos sobre la Luz y el Ministerio cada vez que puede, y estaba decepcionado cuando el Señor Oscuro decidió posponer lo de Hogwarts. Él es tan inteligente como lo suficientemente loco como para pensar que algo como esto iba a funcionar."

La cejas de Harry se alzaron cuando Bellatrix hizo un comentario acerca de lo loco que alguien pudiera estar, alguien que no fuera ella. De repente, la bruja agarró a Harry de los hombros y lo empujó contra la pared, la cara pegándose a la suya. Harry apretó los dientes y le contempló, el corazón latiendo en su pecho.

"¿Me estás diciendo la verdad sobre esto, Potter? ¿Deben ser detenidos porque mi Amo lo desea?" Sus labios se plegaban en un puchero. "El amo dijo que eras importante." Su agarre se aflojó, y ella acarició los hombros de Harry como si ella estuviera limpiando la ropa de un poco de polvo.

"Es la verdad. El Señor Oscuro tiene planes más grandes y mejores que este." Al menos, Harry esperaba que Tom querría que esto se detuviera. Hogwarts estaba más o menos ya en sus manos, con Dumbledore cooperando. Preocupado por cuánto tiempo había pasado, Harry miró por encima del hombro de Bellatrix en la dirección en la que los invasores habrían venido.

Bellatrix debe haber notado la mirada, porque su sonrisa se amplió para que sus dientes menos que perfectos, marcadaos por su paso en Azkaban, se mostraran, bajo los labios que se retiraron. De repente le dio una palmada pícara a Harry en su espalda, haciéndole tropezar hacia adelante. "¡Esto va a ser divertido, Potter! ¿Ahora, voy a tener que hacer esto con mis manos desnudas? Oh, amaría tener un cuchillo afilado... o cualquier objeto afilado... "

"Eh, no," dijo Harry, arrugando su cara con fuerza. Metió la mano en su túnica y sacó la varita de Draco. "Toma, pertenece a tu sobrino." Le acercó la varita oscura a Bellatrix, y casi se la arrebató de vuelta al ver su deleite, que se extendía a través de su semblante. "No hagas nada a menos que yo te lo diga," le dijo con firmeza. Por un segundo, los ojos de Bellatrix miraron con desafío y vehemencia, pero luego se suavizaron dejando un surco empañado en el espacio entre las cejas. Ella asintió dócilmente, y envolvió con dedos sorprendentemente delicados todo el mango de la varita de Draco.

Harry buscó con afano cualquier movimiento brusco, con el cuerpo tenso y listo para la acción que se presentara. Bellatrix, sin embargo, más que cacarear y enviar un hechizo de color amarillo pálido en espiral hacia el techo, que chamuscó ligeramente las piedras, no hizo otra cosa. Harry repuso los ojos y sacó su capa invisible.

"¿Puedes desilusionarte?"

"Por supuesto," Bellatrix le espetó, golpeando con su varita prestada su propia cabeza, y de repente Harry tuvo que concentrarse bastante para conseguir distinguirla.

"Brillante", susurró, y se metió debajo de su capa y desapareció por completo.

"Oh, eso es muy pero muy práctico," dijo Bellatrix, pareciendo genuinamente impresionada. Harry apretó los dientes y echó un hechizo silenciador en pársel.

Sus ojos estaban en el mapa, y en una nueva comitiva que no había esperado. "Maldita sea," maldijo en voz baja. Se volvió hacia Bellatrix.

"La mitad de ellos vienen aquí, pero los demás van en la dirección opuesta, creo que a la torre de Gryffindor." En mi búsqueda, se dijo. "Creo que deberías quedarte aquí, y yo iré por los otros."

"Que valiente eres," Bellatrix lo arrulló como si estuviera hablando con un niño pequeño. "Batiendo a los grandes malos mortífagos tú solito. No dejes que mami se entere." Ella hizo girar su varita en sus dedos, y se colocó la punta contra sus labios. "Oops".

Harry controló su temperamento. Iba a dar un paso, pero abortó el movimiento antes de que fuera ejecutado. "Sólo para que quede claro, sólo queremos capturarlos. No matar, ¿entendido?"

"Le quitas la diversión a todo", se quejó Bellatrix, sonando como si hiciera un puchero.

Sacando la punta de la varita por debajo de la capa, Harry echó una maleficio de tropiezo en el suelo de piedra del pasillo, pensando que al menos una de las bromas que los gemelos Weasley le habían enseñado tendría un buen uso.

"Ahí está-estoy seguro que podrás encontrar cierta diversión en esto."

Harry no esperó para ver su reacción mientras se deslizaba fuera de la alcoba y huyó por el pasillo por donde había venido.


Dumbledore solamente dormitaba, justo después de haberse acomodado en la cama, cuando la campanilla sonó, señalando que alguien le había dicho la contraseña a las gárgolas de piedra. El anciano hechicero estuvo alerta al instante, y se levantó ágilmente de la cama, ya varita en mano. Él la agitó, y el traje que había llevado ese día- un cielo azul encantador, con detalles de nubes flotantes- vistió su cuerpo de nuevo. Al oír como golpeaban la puerta de su despacho, en la planta baja, aceleró sus pasos mientras corría por las escaleras de su dormitorio. Abajo, en su despacho, las luces se encendieron y Fawkes trinó, inquisitivo.

Fue el joven Draco Malfoy quien tropezara por la puerta, cuando la abrió.

"Señor Malfoy," exclamó Dumbledore suavemente. El pobre muchacho estaba pálido, con ojeras debajo de los ojos y el aire se le escapaba en jadeos apresurados.

"Harry Potter está siendo un idiota, y usted debe ir a ayudarlo", declaró el rubio con premura. De facto, Dumbledore no esperaba que esa clase de cosas salieran de los labios del joven Malfoy, pero el contexto de la declaración tal vez no lo sorprendía tanto.

"Señor Malfoy, venga, siéntese y cuéntame qué es lo que está mal."

Pero Draco se limitó a sacudir la cabeza. "No, no me está entendiendo, no hay tiempo para que-"

Antes de que Draco pudiera explicar algo más, la chimenea crepitó en llamas verdes y una voz sin cuerpo gritó, "¡Dumbledore, eres un tonto incompetente! Déjame entrar."

Ahora bien, esto era muy curioso. De repente Dumbledore se percató de que la advertencia de Draco Malfoy iba a ser aún más grave de lo que pensara, porque parecía Tom Riddle sabía algo que él todavía no había llegado a conocer, y eso le preocupaba lo suficiente como para viajar a Hogwarts. Un dibujo rápido de runas en el aire le abrió la Red Flu. Tom no perdió nada de tiempo en llegar a través de las llamas, a pesar de que se detuvo en seco cuando vio al director y al joven heredero Malfoy ya en el despacho. Sus ojos rojos se posaron en Dumbledore.

"¿Estaba equivocado, o vuestras barreras sobre Hogwarts se suponía que impedirían la entrada de personas con intenciones peligrosas?"

"Ellos no pasaron a través de las barreras," susurró Draco, retorciéndose las manos con nerviosismo en un movimiento salvaje mientras miraba con temor hacia Tom de tal manera que hizo que el director sospechara que el chico sabía exactamente quién estaba delante de él. Los ojos de Tom lo delataban. Dumbledore pensó en ofrecerle un caramelo de limón para calmar sus nervios, pero temía que había poco tiempo para eso.

Tom dio un paso hacia el pobre chico rubio, y le preguntó: "¿Qué quieres decir con eso?" El hombre de repente dejó pasear su mirada por todo el despacho de Dumbledore, dándose cuenta de algo por primera vez. "¿Dónde está Harry?"

"El señor Malfoy, aquí presente, estaba a punto de contarlo, Tom," dijo Dumbledore, sin ofenderse ante la oscura mirada que Tom le disparó, probablemente por el uso de su nombre de nacimiento. Dumbledore nunca entendió su aversión; Tom era un nombre tan fácil de decir, que le salía de la lengua con gran facilidad. Pero eso no venía al caso. Además, claramente su antiguo alumno estaba preocupado por su querido Harry. Realmente era bastante tierno.

La mirada de Tom se volvió hacia Draco, que parecía indeciso entre esconderse detrás de la túnica de Dumbledore y asegurarse de que su orgullo estuviera intacto. Realmente, Dumbledore no le habría condenado por esconderse, dado que Tom podría ser bastante amenazante para alguien de tan suave corazón como Draco Malfoy. El niño nunca había conseguido ocultar de veras ese aspecto de sí mismo ante su director.

"¿Y bien? ¿Dónde está? ¿Qué sabés?" Tom le preguntó a Draco. Para ayudar a fortalecer el valor del chico, Dumbledore decidió acariciar al niño, congenialmente, en el hombro.

"Vamos, muchacho. De lo que puedo decir, el tiempo puede ser esencial."

Draco se humedeció los labios secos con la lengua antes de finalmente decir, casi en una exhalación, "Potter me ha enviado para que le avise, mientras que él se quedó atrás para tratar de detener a los Mortífagos que se metieron en Hogwarts a través del Armario Evanescente de la Sala Multipropósito."

Dumbledore estaba bastante alarmado, pero no sorprendido por la gravedad de la situación... que se había esperado por todas las pistas. Tom parecía furioso. Dumbledore pensó que no estaba muy acostumbrado a tener que preocuparse acerca de alguien, no todavía. El director tuvo que usar su varita para bloquear la puerta de su oficina para asegurarse que Tom se quedaría al menos un poco más y no saldría como una tormenta de truenos -lo intentó-, aunque sabía que el hombre iba a estar muy molesto con él.

Jamás se le había ocurrido al director que la guerra terminaría con Tom enamorado de Harry, y viceversa, pero después de vivir tanto tiempo como lo había hecho este tipo de sorpresas que la vida le presentaba se habían convertido en el punto culminante de su existencia. Harry podría haber pensado se lo habría ocultado, y Tom podría haber pensado que eso ni siquiera existía, pero Dumbledore no se dejaba engañar. ¿Se atrevería a decir que, la mera idea a menudo le trajo una sonrisa de satisfacción mientras pensaba cuán equivocado había estado- ¡afortunadamente!- cuando creyó que Tom nunca podría amar. Ah, pero al menos tuvo razón acerca de que esta sería la mayor fortaleza de Harry.

Por supuesto, estaba preocupado por lo difícil que las cosas serían para ambos, cómo habrían de compricarse las cosas, pero él era un firme creyente de que los dos eran demasiado tercos y determinados como para no rendirse frente a ninguna oposición. Al final, no podía hacer nada más que darles su bendición.

Dumbledore se giró hacia su familiar fénix y le dijo: "Si fueras tan amable, Fawkes".

Fawkes cantó unas pocas notas de su melodía favorita y se fue volando, para reunir ayuda. A Draco, Dumbledore le dijo, "Quédate aquí, mi querido niño. Cuando los otros lleguen por la Flu, diles lo que sabes y ellos sabrán qué hacer."

Dando al chico pálido una sonrisa tranquilizadora y otra sólida palmada en los hombros, en silencio lo condujo a una de las cómodas sillas que siempre había disponible para sus visitantes. Se daba cuenta de que había mucho más en la historia que lo que el niño había compartido por el momento, pero eso no lo preocupaba en ese momento, no mucho. Debido a que Draco había acudido a él, Dumbledore haría todo lo posible para proteger a su estudiante, de ser necesario.

En su escritorio, Dumbledore tenía un pequeño dispositivo plateado sobre el que puso sus manos. Era cilíndrico y tenía runas grabadas, y cuando hizo girar la parte superior, sintió las protecciones alrededor de Hogwarts estremecerse, cuando selló con llave todas las Casas y levantó la alarma en todo el castillo. Los retratos ya habían saltado fuera de sus marcos para dar datos más detallados al resto de los ocupantes de Hogwarts.

Mientras que él estaba terminando su tarea, Dumbledore comentó, indolente: "Tom, ¿podría sugerirte que te pusieras tus glamours?" Sería más fácil de explicar quién era si su rostro era conocido.

Tom cortó el aire con su varita, silbando algo antes de que la cara de Emrys Aleron fulminase en la dirección de Dumbledore por la interrupción momentánea de sus intentos de abrir la puerta. Con todo el talento mágico que tenía, él nunca pensó que si simplemente le pedía a la puerta "por favor, abra" lo lograría. Dumbledore siempre había valorado el poder de las palabras amables.

Dumbledore dijo la contraseña para desbloquear el hechizo de bloqueo de la puerta, y ésta hizo clic y se abrió alegremente. Le echó un vistazo a Tom. "¿Salimos?" El otro hizo un sonido sospechosamente similar a un gruñido mientras marchaba.

Dumbledore siguió el paso rápido de Tom por las escaleras, con la mente tan centrada en la tarea por delante como sabía que Tom también lo estaría. El otro levantó un fuerte escudo cuando la gárgola se movió a un lado y con cautela salió detrás de ella, sin saber lo que se iba a encontrar en el exterior. Lo primero que Dumbledore pensó fue que las risitas cacareadas provenientes de tan sólo unos pasos en el pasillo era muy familiares. Su siguiente pensamiento después de que se acercaron era lo impresionado que estaba por la cantidad de figuras encapuchadas y enmascaradas tendidas en el suelo.

"Yo había pensado que seríamos de alguna utilidad," Dumbledore contempló en voz alta para sí mismo. Estaba muy emocionado de haber logrado que Tom diera un resoplido de diversión chocarrera mientras le lanzaba un hechizo de color pálido a uno de los encapuchados, que cayó abruptamente cuando lo golpeó de lleno en el pecho, completamente inconsciente. Y afortunadamente no muerto.

Una figura femenina salió de las sombras, la mujer reía mientras se batía en duelo con un hombre no identificado.

"¿Bellatrix Lestrange?"

"Ese mocoso bien es increíblemente inteligente o irreversiblemente estúpido," Tom siseó. Bellatrix consiguió acertar un hechizo sobre la persona con la que luchaba, y ésta cayó, retorciéndose, al suelo. Ahora sólo quedaba en pie Bellatrix, y cinco hombres en el pasillo. A pesar de que la situación parecía bajo control, Dumbledore sintió malestar.

"¿Dónde está Harry?" No le fue desapercibido que estaba repitiendo la anterior pregunta de Tom.

"¡Bellatrix!" Tom llamó, ocasionando que la bruja para se volviera en cuclillas, con la varita levantada. Los dos se miraron por un segundo o dos, antes de que una sonrisa decididamente inquietante se desplegara en la cara de Bellatrix.

"¡Mi señor!" exclamó ella, de alguna manera reconociéndolo debajo de su glamours, y bastante alegremente si Dumbledore tuviera que decirlo, y prácticamente brincó sobre los cuerpos esparcidos por el suelo mientras se dirigía hacia ellos. Cuando ella se acercó, ella le enseñó los dientes al Director. "Dumbledore", se burló ella, y dicho hombre se limitó a sonreír. Bellatrix lo fulminó con la mirada y se quedó en cuclillas delante de su Señor. Internamente, Dumbledore cloqueó de disgusto.

"Bellatrix, ¿dónde está Potter?"

"Mi Señor, él-"

Hubo un ruido de crack y una carta doblada apareció delante de la cara de Dumbledore. Con calma, la arrancó en el aire y la abrió. Era breve y al grano.

"Tenemos Harry Potter. Entrégate y vivirá. Se le acompañará hasta nuestra ubicación por los hombres que están fuera de su despacho."

Tom cogió la carta de la mano de Dumbledore. "Parece que no son conscientes de que ya estamos informados," dijo Dumbledore. Tom movió su varita y desapareció la máscara del hombre inconsciente a sus pies. Examinó la cara que se manifestó, con el ceño fruncido.

"El grupo se separó. Potter fue tras los que se dirigían a Gryffindor," susurró Bellatrix, mirando con temor hacia su Amo, del cual la furia salía de él en olas. Su mandíbula se apretó con fuerza, así como los puños, pero todavía algo poseyó a Dumbledore, algo que le hizo poner una mano sobre el hombro del hombre para confortarlo. Rápido como una serpiente, el viejo mago de repente se encontró con una varita apuntando a su pecho, la punta brillando, y a pesar de la adrenalina que fluía a través de sus venas, Dumbledore se limitó a sonreír con mucha suavidad, con compasión.

"Él estará bien."

"Lo mataré yo mismo si ellos no lo hacen," Tom proclamó, aunque Dumbledore no se dejó engañar.

"Creo que encontrarás que tenerlo abrazado y cerca mucho más satisfactorio."

Tom retrocedió un poco, sus ojos marrones por el glamour clavados en los azules luminosos de Dumbledore. Sus labios se separaron, como si fuera a decir algo, pero después de un momento cambió de opinión y los cerró con firmeza. Dumbledore dejó caer su mano del hombro del hombre, y Bellatrix miró de uno al otro con perplejidad.

Con su varita todavía señalando al director, Tom hizo con la mano un gesto casual. "Sabe lo que quieren. Han indicado su rendición. Yo sugiero que acceda a sus demandas."

Dumbledore estuvo de acuerdo, porque sabía que si no lo hacía, sería atado como un puerco y arrastrado por ellos, de todos modos.

"Por supuesto," dijo plácidamente el viejo profesor de transfiguración de Tom. "Fawkes ya debería haber notificado a los Aurores, y estarán aquí en breve. Estos hombres de aquí," dijo, haciendo un gesto hacia los cuerpos en el suelo, "estarán bien hasta entonces."

Dumbledore lideró la marcha, sus dos inimaginables compañeros iban detrás de él, desilusionados y silenciados.

Podría ser que estuviera caminando hacia su muerte... él no lo sabía. Ya estaba más o menos muerto, de todas formas, pero él era optimista, él creía que esta no iba a ser su última noche en su querido colegio. Pero si era para salvar la vida de Harry Potter, Dumbledore con mucho gusto se ofrecería a sí mismo.

La entrada de la torre de Gryffindor no estaba muy lejos de su despacho, y pronto oyó un ruido sordo de voces, y en particular, una voz muy familiar elevarse por encima de la refriega.

"¡Déjame ir! Estás cometiendo un error," Harry Potter trató de advertir, pero una orden entre dientes de que se mantuviera en silencio fue la única respuesta que obtuvo.

Con calma, Dumbledore se metió la varita en la manga. Él se estaba entregando a sí mismo, después de todo, y no iba a necesitarla.

"Harry, todo está bien. Estos hombres muy pronto descubrirán lo que han hecho."

Unos ojos verdes parpadearon fuertemente en la penumbra. Harry estaba agarrado de cada brazo por un mortífago diferente, que aferraban sus apéndices con fuerza mientras el chico luchaba por liberarse. "Profesor, no-"

"Está todo bien, Harry," repitió Dumbledore. Sólo unos pocos mortífagos tenían máscaras, sino que mostraban con orgullo sus caras. Dumbledore se centró en el hombre que parecía estar a cargo. El director sólo lo reconocía vagamente.

"Desármenlo", dijo el desconocido. Dumbledore sintió una punzada de desaliento ante esa perspectiva. Sorprendentemente, el expelliarmus vino del joven señor Crabbe, de quien Dumbledore lamentaba su participación. El hechizo le acertó, le dio justo en el pecho.

Dumbledore sintió que su Varita- la Varita de Sauco- le era arrancada de la manga, y la vio volar en espiral por el aire y caer delante de Vincent Crabbe. El chico se inclinó a toda prisa para recogerla, y la puso en el bolsillo exterior. El pobre niño no tenía idea de lo que acababa de hacer.

"¿Donde están los otros?" a alguien en las sombras, finalmente, se le ocurrió preguntar, susurrando a la persona a su lado. Muchos de los hombres, alrededor de siete en número, arrastraron los pies con nerviosismo ante esta observación. Dumbledore sonrió cordialmente.

"¡Es un truco!" alguien exclamó, y ahora todas las varitas apuntaron al director. Su ataque se había basado en el elemento de sorpresa, y tal vez se daban cuenta de que de alguna manera lo habían perdido. Los ojos de Harry estaban fijos en algo sólo un poco por encima del hombro de Dumbledore, tratando de mirar hacia las sombras. Y entonces... él asintió. Dumbledore sabía que había una voz susurrando en su mente, aunque él fingió no haberlo visto para evitar alertar a los invasores.

Al parecer Tom no iba a esperar. Dos poderosos aturdidores golparon a los hombres a cada lado de Harry, lo que permitió al joven mago liberarse. Otros dos cayeron, mientras que Harry, sin varita, se concentró en la persona más cercana a él, tanto la sorpresa como la agilidad del ataque golpearon al mago más corpulento levantándolo de sus pies y haciéndolo caer al suelo, donde se quebró la cabeza contra las piedras. Superado físicamente, Harry fue capaz de arrebatarle la varita y apuntó a la garganta de quien lo mantuvo cautivo.

Harry recién había desarmado a Vincent Crabbe. El alivio, y el sentido del destino anidaron en el pecho de Dumbledore. Observó a Harry saltar cuando otro hombre cayó cerca de él, aunque todavía no inconsciente, lo que o impulsó a la acción, con la mano torpe para encontrar el bolsillo en el que había visto al joven Crabbe guardar la varita de su director. Dumbledore apreciaba la preocupación, pero esa varita ya no funcionaría bien para él.

Dumbledore podría decir el momento en el que los dedos de Harry entraron en contacto con la a veces llamada Varita de la Muerte, cuándo el muchacho apartó la mano y la miró, pareciendo pasmado. Sacudiéndose, su mano envolvió la varita y la sacó, ahora sosteniendo una en cada mano. Extendiendo su propia mano, Dumbledore convocó una de las varitas de un mortífago caído y le echó un Incarcerous a un hombre tendido en el suelo que parecía estar tratando de levantarse. Con calma, se acercó a su joven estudiante. Al otro lado del pasillo, Tom estaba en un duelo contra los últimos dos hombres, manejándolos con facilidad, exhibiendo toda la gracia y el talento que poseía. Los mortífagos no estaban preparados para hacer frente a su propio señor, aunque no sabían que fuera él. El director estaba bastante satisfecho de que, por una vez, el hombre estaba trabajando para el mismo objetivo que él, y con una eficiencia extrema. Dumbledore no estaba seguro de dónde estaría Bellatrix, pero asumió que su presencia aquí se mantendría en secreto.

"Harry, yo me encargo del joven señor Crabbe de aquí." El chico de cabello oscuro lo miró y asintió. Él se puso de pie, y le tendió la Varita de Sauco a Dumbledore, tratando de devolvérsela. Dumbledore estaba a punto de decir algo, pero muchas cosas sucedieron a la vez antes de que pudiera abrir la boca.

En primer lugar, Tom envió a uno de los hombres con los que estaba en duelo a chocar contra el otro, consiguiendo que ambos cayeran al suelo cerca de donde Harry y Dumbledore estaban. El hechizo del noqueado se desvió y golpeó a Dumbledore en el costado. Una mano ennegrecida hizo presión contra la herida, y se tiñó de rojo por la sangre.

"¡Profesor!" Harry agarró a Dumbledore de la túnica, ayudándolo a mantenerse en pie sobre sus rodillas repentinamente debilitadas. En ese momento, el viejo mago realmente sentía su edad. En sus prisas, Harry había dejado caer la varita de Crabbe, aunque la Varita de Sauco aún permanecía en la palma de su mano, tal vez instintivamente supiera lo importante que era. Lo lamentable fue que la varita que se le cayó rodó hacia la persona a la que originalmente perteneciera.

Vicente Crabbe recogió la varita. Hubo un destello, y Dumbledore temió lo peor, pero Harry aún estaba de pie, junto a él, ileso.

"Tom," Harry susurró, y Dumbledore se dio cuenta de que un hechizo del ex-Lord Voldemort había impedido que el de Crabbe hiciera su efecto. Pero también lo distrajo de detener al líder -ahora agazapado- del grupo, de dispararle un hechizo a su lado desprotegido, el flanco derecho de Tom. Dumbledore esperaba que este fuera capaz de protegerse a sí mismo enseguida, pero es bien sabido que el miedo hace que la gente piense de forma irracional. Harry gritó el nombre de Tom, otra vez, y su desesperación fue evidente.

De repente, el niño ya no estaba al lado de Dumbledore, sino delante del hechizo. Si usara La varita ... un Protego ... cualquier cosa serviría para protegerse a sí mismo …

... Pero Harry no lo hizo, y el hechizo lo envolvió.

"¡No, Harry!" Tom gritó, demasiado tarde para detenerlo. Parecía... conmocionado. Dumbledore también se sentía sacudido. Una maldición sospechosamente verde voló desde la punta de la varita de Tom para golpear al último de aquellos, matando al hombre al instante. A Dumbledore no le pudo importar menos.

Tom estaba sobre Harry al instante, agachado a su lado y comprobando sus signos vitales. Desde las sombras del otro lado del pasillo, Bellatrix apareció, cuando la desilusión cayó de su cuerpo. Ella había arrastrado a todos los Mortífagos (aturdidos y atados) al otro lado del pasillo. Un retumbo de pasos hizo eco por el pasillo, señalando la llegada de las autoridades. Tomano una decisión, Dumbledore apuntó su varita prestada a la bruja y utilizó sus destrezas en la transfiguración para revertir el hechizo sobre en ella, y su cuerpo trazó espirales hacia abajo hasta que una cobra apareciera en su lugar. Sería difícil de explicar su presencia, y Dumbledore no estaba seguro de que mereciera ser capturada como pago por ayudarlos hoy.

Harry aún no se había movido, y cuando el corredor se inundó de Aurores, Dumbledore cerró los ojos con cansancio.


El sentido de la percepción volvió a Harry lentamente. La presión contra su espalda le dijo que estaba tumbado sobre ella, tirado en el suelo. Todo estaba en silencio. Tenía los ojos cerrados, pero una luz brillante iluminaba a través de sus párpados hasta que se abrieron, y luego Harry pudo ver que el brillo no era de una luz, sino una conmoción de blanco absoluto que lo rodeaba.

Desde luego, no estaba en el último lugar que recordara, y lógicamente, si ese hechizo que tomó antes de caer inconsciente le decía algo, debería de estar probablemente en la enfermería. Pero no esto no lo era.

Bueno, mierda... esto debía de significar que estaba muerto. ¿Qué otra cosa podría ser este lugar, aparte de algún tipo de vida futura?

"Esto apesta", pensó.

Harry gimió suavemente y cerró los ojos de nuevo. Fue entonces cuando sintió algo reptando en el pecho, y que hizo que sus ojos se abrieran de golpe, mucho más rápido que antes, por la sorpresa.

Había una cara flotando sobre la suya. Los párpados de Harry se abrieron aún más del asombro.

"¡Tom?" dijo con voz ronca.

La cobra pálida, con los ojos brillantes y rubíes, chasqueó la lengua en respuesta.


Oh Oh Oh... ya estamos llegando casi al final de esta historia... queda 1 capítulo y 2 Extras.