Los labios de Cedric eran cálidos contra los de ella, y se sentían bien, realmente bien. Se deslizaban sin esfuerzo, con pasión y anhelo; Cedric no estaba siendo para nada cuidadoso, y ella se puso frenética en respuesta, clavando las uñas en su espalda, con un bajo gemido en el fondo de la garganta.

En un movimiento rápido, Cedric situó a Bella contra uno de los árboles, mientras su lengua se abría paso en la boca de la chica Potter, explorando cada centímetro. Sus manos se vieron apresadas, sujetas con mano de hierro contra la fría madera, y el Hufflepuff deslizó la boca por su cuello y su clavícula haciéndola jadear en respuesta. Cedric le mordisqueó entonces la sensible piel del punto donde el cuello y la clavícula se unen, provocando que Bella arquease la espalda en respuesta y que gimiese en voz alta.

Su amigo depositó gentilmente la otra mano sobre su boca, impidiendo que hiciese ningún otro sonido.

-Shhh -le indicó en apenas un murmullo.- No pueden oírnos ¿vale? -murmuró en voz baja. Bella se limitó a asentir, relajando su postura y cerrando los ojos, comportándose como una niña buena, muy lejos de su comportamiento habitual. Los ojos de Cedric brillaron.- Así me gusta.

Liberó las muñecas de Bella y los brazos de ésta cayeron flácidos a sus lados; la chica Potter estaba mirando a Cedric fijamente, como si esperase a que este le pidiese algo. El sonrió y tomó la cara de Bella entre las manos, acunando su rostro en las palmas. Bella cerró los ojos al sentir los labios de Cedric en su frente, enviando escalofríos por su espina dorsal, antes de apartar con cuidado su cabello castaño, que en aquellos momentos era más pelirrojo que otra cosa, y besando cada mejilla con suavidad a la altura del pómulo. Para deleite del chico, ella se estremeció, y no precisamente a causa del frío. El colgante que llevaba en el hueco de su cuello brillaba.

La mano derecha del Hufflepuff dejó su mejilla y Bella sintió sus labios bajar hasta el cuello para luego volver a su rostro, besando su nariz, a lo que ella se sonrojó profundamente. Sintió un ligero pinchazo en el cuello, justo donde momentos antes Cedric la había besado, pero lo relacionó con aquel enrojecimiento. Podía sentir el calor extenderse por el rostro, el cuello y el pecho.

Cedric la besó entonces en los labios, una suave y apenas perceptible caricia. Ahora el calor era... molesto. Se sentía débil. Trató de parpadear, pero solo abrió los ojos un poco; los párpados le pesaban como si fuesen de plomo. Las rodillas le temblaron como si se tratara de gelatina y colapsó. Los brazos de Cedric la detuvieron de estamparse contra el suelo.

-Siento esto, Bella -susurró en su oído. -Tenía que hacerlo. Estarás bien, amor.

La cabeza de la castaña cayó hacia su pecho, sin fuerza.

¿Qué ha pasado?

Y es que Bella no tenía ni idea de qué hacía Cedric allí; hasta donde recordaba, ella había estado con su hermano y sus dos mejores amigos en una tienda de campaña en mitad del bosque. ¿Qué ocurría? Cedric la miró y su expresión de ensombreció por un momento al ver que, por un momento, ella no era su Bella, pero se recompuso con rapidez, sonriendo brillantemente.

¿Dónde vamos?

Como si comprendiese lo que estaba pensando, Cedric la respondió con la ternura con la que se habla a un niño pequeño que no comprende lo que ocurre:

-A casa.

Y entonces la noche se le echó encima.

o.O.o.O.o.O.o.O.o

Ron, de espaldas a Bella, no se percató cuando esta se levantó y se marchó, concentrado como estaba en Harry y Hermione. La chica Granger le estaba cortando el desordenado cabello azabache a Harry, que le había crecido terriblemente, dándole un aspecto desaliñado.

De repente, Hermione jadeó. Se podría pensar que se había dado cuenta de la ausencia de Bella, pero su mente estaba muy lejos de sus amigos en aquel momento.

-¡Dios mío...!

-¿¡QUÉ!?

Harry pegó un bote cuando su amiga dejó caer las tijeras y salió corriendo al otro lado de la tienda, llevándose las manos al cuello frenéticamente, buscado sangre o una herida que Hermione hubiese hecho por accidente y hubiese provocado su exabrupto.

-¡Te lo diré en un minuto! -replicó Hermione, sacando libro tras libro de su mochila. Ante los atentos ojos azules de Ron, Harry se levantó y corrió al lado de Hermione.

-Mejor cuéntamelo ahora.

-La espada de Gryffindor -replicó Hermione con una sonrisa, hablando como si fuese lo más obvio del mundo.- Fue forjada por duendes.

La expresión de Harry se llenó de falso entendimiento.

-¡Brillante!

Hermione rodó los ojos. No tendría que explicarle eso a Bella.

-No, no lo entiendes -Hermione dio la vuelta al libro que tenía entre las manos y se lo enseñó a Harry, señalando diversos dibujos impresos en las páginas amarillentas.- Ni la suciedad ni el óxido hacen efecto a la hoja. Solo acepta aquello que la fortalece -remarcó la última palabra, dando golpecitos con el dedo en el libro y elevando las cejas en dirección a Harry.

La expresión del chico Potter se quedó completamente en blanco.

-Ah... ya -no quería aparentar ser un completo idiota, pero precisamente es lo que estaba consiguiendo. Y encima se sentía como tal.

Hermione dio un golpe en la mesa con ambos puños, exasperada, exigiendo que su amigo se concentrase.

-¡Harry! Bella ya ha destruido un Horrocrux ¿recuerdas? -Hermione iba elevando la voz sin darse cuenta. El hallazgo que había hecho era muy importante, necesitaba que su amigo lo entendiese.- El Diario de Tom Ryddle, en la Cámara de los Secretos.

Esta vez fue Harry quien rodó los ojos.

-Con un colmillo de basilisco -le recordó el chico Potter, mirándola por encima de sus gafas redondas. Luego echó una mirada nerviosa a la mochila de la chica.- Y no me digas que llevas uno en esa cosa, parece el bolsillo de Doremon.

Hermione se acercó a él y le tomó de las muñecas, mirándole directamente a los ojos. Verde esmeralda contra marrón cálido.

-¿No lo ves? En la Cámara de los Secretos tu hermana atravesó al basilisco con la espada de Gryffindor. Al basilisco. Con la espada. Esa hoja está impregnada con veneno de basilisco -repitió de forma lenta. Por las barbas de Merlín, ¿qué más necesitaba Harry? ¿Un dibujo?

-Solo acepta aquello que la fortalece -repitió el joven Gryffindor.

El entendimiento brilló entonces en los ojos de Harry, que sintió como se le extendía una pequeña sonrisa por la cara al tiempo que la esperanza resurgía en su pecho.

-Exacto -corroboró su amiga.- Por eso... -comenzó, pero Harry completo la frase.

-Puede destruir Horrocruxes.

-Y por eso que Dumbledore os la legó en su testamento -finalizó Hermione.

Harry la miró emocionado, con ganas de abrazarla.

-Eres brillante, Hermione -replicó Harry, tomando el libro que le estaba enseñando antes Hermione y comenzando a pasar las páginas en busca de más información mientras ella se sentaba a su lado.- En serio.

-En realidad, soy muy lógica -señaló Hermione, encogiéndose de hombros, aunque complacida por el merecido cumplido- lo que me permite obviar detalles insignificantes y percibir lo que otros pasan por alto.

Harry, sabiéndose en ese grupo de 'otros', no pudo menos que asentir para mostrar su acuerdo. Entonces, frunció el ceño, reparando en algo.

-Pero hay un problema, como no... -comenzó a hablar; sin embargo, su voz se cortó abruptamente cuando se fue la luz.

-La espada fue robada -comentó una voz bien conocida.

Hermione y él se miraron un momento antes de que la luz volviese a su lugar, apareciendo frente a ellos su amigo Ron.

-Sí, estoy aquí -afirmó el chico Weasley al ver sus expresiones, para luego encogerse de hombros.- Pero vamos, seguid. No quiero cortaros el rollo.

Harry cerró el libro de golpe y se volvió hacia él.

-¿Qué ocurre? -inquirió.

La expresión de Ron se llenó de burla.

-¿Ocurrir? No ocurre nada -hizo un gesto de indiferencia con los brazos. Luego, con una sonrisa que era verdaderamente maliciosa, añadió :- En lo que a ti respecta, claro.

Harry se pasó una mano por el cabello negro, sintiéndose frustrado y tratando de contener la furia que sentía bullir en su interior.

-Oye, si tienes algo que decir, adelante. Suéltalo.

-Vale, lo soltaré. Pero no esperes que me alegré porque haya otro maldito chisme que encontrar.

Los ojos de Ron estaban llenos de odio y sentaron a Harry como una bofetada, que se levantó de la silla de inmediato.

-Pensé que sabías a lo que venías.

El rostro de Ron se llenó de despecio entonces.

-Sí -afirmó su amigo, negando con la cabeza, como si no pudiese creer que había sido tan estúpido.- Y yo también.

-Entonces lo siento -replicó Harry, moviéndose en dirección a Ron, con intención de enfrentarle cara a cara. Hermione permanecía callada, mirando de uno a otro, como si fuese un partido de tenis- pero no te entiendo. Dime, ¿qué parte de esto no te esperabas? ¿Acaso pensabas que íbamos a vivir en un hotel de 5 estrellas? ¿Qué encontraríamos un Horrocrux cada día, que por Navidad irías a ver a mamá?

Ron sintió entonces la conocida furia en su interior, un sentimiento lleno de odio y rabia al que ahora estaba acostumbrado y con el que congeniaba realmente bien; un sentimiento al que hacía ya tiempo había abrazado.

-Solo pensé que después de tanto tiempo abríamos conseguido algo -los ojos de Hermione fueron entonces a parar al pelirrojo y se abrieron con entendimiento al reparar en algo: el guardapelo de Slytherin estaba allí, alrededor del cuello del chico Weasley.- Pensé que sabías lo que hacías, que Dumbledore te habría explicado que hacer, QUE TENÍAS UN PLAN -su voz se había ido elevando con cada palabra y en ese momento estaba prácticamente gritando.

-He contado todo lo que Dumbledore me dijo -replicó Harry entonces, claramente herido porque su mejor amigo dudase así de él; porque así era, él dudaba de Harry, podía verlo en su mirada, llena de odio. Era la misma emoción que había visto en sus ojos durante el Torneo de los Tres Magos, cuando pensaba que Harry y Bella habían engañado al Cáliz para entrar. Sin embargo, no pudo resistir el añadir algo para cerrarle la boca: -Y, por si no lo has notado, hemos encontrado ya otro Horrocrux.

Ron resopló con burla.

-Claro -comentó tranquilamente.- Y estamos tan cerca de destruirlo como de encontrar los otros, ¿a que sí?

Hermione se puso entonces delante de él, tratando de quitarle el guardapelo.

-Ron, por favor -pidió, tratando de llegar a su amigo. Porque él era su amigo, Ronald Weasley, el chico con el que siempre discutía pero al que quería más que a nada, que le hacía sentir viva, que le hacía sonreír y llorar a partes iguales. Era eso... su amigo. ¿O no?- Déjame que te lo quite, por fav...

Ron la empujó entonces, haciendo que Hermione trastabillase hacia atrás. La chica le miró con lágrimas en los ojos, como si no le reconociese.

-Quítate el Horrocrux -le rogó Hermione, desesperada.- No dirías nada de esto si no lo hubieras llevado durante todo el día.

Ron le hizo caso omiso, mientras pensamientos ponzoñosos seguían llegando a su cerebro, envenenando su mente, y miró de nuevo a Harry... El perfecto Harry Potter, excelente mago, buen jugador de Quidditch, inteligente, guapo y famoso. Incluso su madre le quería como a un hijo y le mimaba más que a él, que sí que era su hijo...

-¿Quieres saber por qué escucho la radio todas las noches? -le espetó con dureza.- Para asegurarme de que no dicen el nombre de Ginny, de Fred, de George o de mi madre.

Eso fue la gota que colmó el vaso de Harry, pues todos menos Bella sabían de la desaparición de Carlisle gracias a la radio, y que Ron utilizase ese argumento... fue demasiado.

-¿¡TÚ CREES QUE YO NO LAS ESCUCHÓ!? -rugió Harry, lanzando el libro que aún llevaba en las manos contra la mesa, que tembló terriblemente por el impacto. Cerró las manos en puños, temblándole por la ira.- ¿¡CREES QUE NO SÉ LO QUE SE SIENTE!?

-¡NO, NO SABES LO QUE SE SIENTE! -tronó Ron, su rostro lleno de amarga maldad. Hermione jadeó sorprendida, sin poder creer lo que oía, al escuchar las siguientes palabras del pelirrojo-: ¡TU HERMANA NO TE QUIERE MÁS, TUS PADRES ESTÁN MUERTOS, NO TIENES FAMILIA!

Harry se lanzó contra Ron y le pegó un puñetazo en el rostro mientras el chico Weasley le machacó el esternón de un rodillazo en el estómago. Ron hizo caso omiso de la sangre que sentía en la boca y agarró a Harry de la pechera a lo que este respondió haciendo lo propio con él.

-¡NO, NO! -gritó Hermione, interponiéndose entre ambos, tratando de separarles, pero ambos eran demasiado para ella.- ¡Basta! ¡BASTA!

Harry empujó a Ron, que cayó al suelo, y le miró con odio.

-¡PUES ENTONCES VETE! -dijo Harry, haciendo un gesto hacia la puerta.- ¡DAME EL HORROCRUX!

Ron ni dudó. Se lo sacó del cuello y lo estampó contra el suelo. Su expresión no se suavizó ni un ápice, pero sus ojos se llenaron de dolor al ver lo que había hecho. Sin embargo, el Horrocrux no era lo único que le había hecho actuar así. Se volvió hacia la razón: Hermione.

Tomó la mochila y se la puso al hombro.

-¿Y tú? -inquirió mirando a la castaña, que estaba sin habla.- ¿Vienes o te quedas?

Hermione miró a Harry y luego a Ron, sin saber qué decir. Al pelirrojo no se le escapó esto y sus ojos se cristalizaron. Podía sentir el corazón estrujándose dolorosamente en su pecho.

-Lo entiendo -repuso con voz fría.- Os vi la otra noche.

Hermione se sintió rota al escuchar aquello. ¿De verdad pensaba que ella y Harry estaban...?

-Ron... Ron, no hay nada -exclamó Hermione de forma entrecortada, pero el chico Weasley ya había salido de la tienda. -Ron... -le llamó la bruja, pero no hubo respuesta. -¡Ron! -repitió más fuerte. Y salió tras él.

Dentro de la tienda, Harry podía escuchar a Hermione, que llamaba a su amigo, llorando, rota de dolor. Apretó las mandíbulas al oírla suplicar.

-Ron, ¿donde vas? ¡Por favor, vuelve! Ron... ¡RON!

Fue entonces cuando sus ojos se dirigieron a la cama de Bella, ahora vacía. Y entró en pánico.

Salió corriendo de la tienda y se encontró a Hermione de rodillas, sollozando. Corrió a su lado.

-Hermione ¿estaba Bella aquí? -la chica le miró sin comprender, temblando de arriba a abajo y sin dejar de llorar. Sentía como si le faltase algo, no podía respirar correctamente.- Hermione, ¿Bells se ha ido con Ron?

Ella negó con la cabeza, tratando de procesar las palabras de Harry.

-N-no... Ella ni siquiera estaba aquí.

La realidad golpeó a Harry como un mazazo, directo al estómago.

-Se la han llevado... -confirmó en voz baja. Hermione le miró, asustada al comprender sus palabras.

-¿A Bella? -Harry asintió. Hermione negó con la cabeza.- Pero Harry... nuestra protección... los mortífagos no podrían encontrarnos, mucho menos llevarse a alguno...

Harry se pellizcó el puente de la nariz. Hermione tenía razón, y lo sabía. Pero entonces, ¿qué? La voz de su amiga se fue apagando y un sentimiento nuevo brilló en sus ojos junto al miedo. Culpa.

-A no ser que Bella fuese hacia ese alguien -susurró entonces. Harry le miró a de hito en hito. Hermione volvió a sollozar.- Ay Dios... ¡DIOS!

-¿Qué ocurre?

-Yo... el comportamiento de Bella... sé algunas cosas del por qué -un escalofrío recorrió a Harry entonces. ¿Hermione sabía algo? -Ella me lo contó tras lo del Ministerio, algunas cosas... Sé que no me contó todo, pero ahora esto...

El Ministerio. A Harry se le había venido a la mente algo que había descubierto allí. O mejor dicho, algo que no. Algo que faltaba. Antes de que pudiese pensar en ello, las palabras brotaron de su lengua. O mejor dicho, una palabra

-Cedric.

Y la expresión llena de pánico de Hermione fue lo único que necesitó para confirmar sus sospechas: que nadie estaba a salvo de la oscuridad de Tom Ryddle, ni siquiera la Elegida.

*LUMOS*

*Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas*

NO ME MATEIS. Os digo lo de siempre... tengo que dedicar casi todo mi tiempo a estudiar (por desgracia), así que actualizo cuando puedo, aunque no tanto como me gustaría. Por otra parte, ni si quiera sé con quien hablo... ¿todavía me lee alguien? xD En fin.

Un abrazo,

Ceci.

*Travesura realizada*

*NOX*