Palabras: 7.103 sin contar comentarios de autor ni resumen.

Parejas principales: Beck/Jade, Cat/Robbie, Cat/Oc, Tori/Oc, leve Tori/André.

Género: Suspenso/Drama/Romance/Misterio

Calificación: T

Descargo de responsabilidad: No soy dueña de Victorious ni de Pretty little liars.

Resumen: Jade se marchó de un día a otro sin decir nada a nadie, Cat lleva la culpa de haber besado a su primo y Tori cada día se tortura por haberse involucrado con el novio de su hermana. Aquella noche de fiesta dejó más que unas cuantas mentiras sepultadas bajo tierra. También dejó un cadáver./Basado en Pretty Little Liars.


La última verdad.

Anteriormente:

*Jade vuelve a Hollywood Arts a retomar su vida después de un año, intentando olvidar el pasado que Beck no logra recordar y quiere recordar, sin embargo, él está con una posesiva chica.

*Tori intenta por todos los medios evitar a Alexander el novio y próximo comprometido de su hermana Trina, quiere ser feliz con su perfecto novio Dylan.

*Cat trata de alejarse de su primo Xavier con quien mantuvo una ligera relación en el verano del año anterior, sin embargo, se le hace casi imposible viviendo en su misma casa por problemas económicos.

*El detective Darren desapareció aquel verano y las tres chicas fueron las últimas en verlo con vida.

*Lo peor de todo es que hay alguien que les hace la vida imposible, molestándolas con mensajes y extorcionándolas con contarles todos sus secretos al mundo si no hacen lo que se les piden.


Capítulo V.


Jade agradecía realmente el hecho de que tanto Cat y Tori se encontrasen junto a ella en ese momento, sabía que si no fuera por ambas chicas ella no hubiese sabido cómo diablos colarse en la escuela a media noche y además, sabía que no hubiese podido dar ningún paso fuera de casa si no hubiese sido gracias a sus dos amigas, aunque por supuesto ella nunca lo admitiría en voz alta.

Cat les mostró la llave maestra que le había robado a su hermano del cajón, la cual podía abrir la escuela sin producir ningún daño, Tori fue quien llevaba las fotocopias en donde se lograba ver a Meredith buscando falsas ecografías en internet, Jade solo seguía lo que ambas chica le decían. Se sentía fuera de sí y no sabía si lo que estaban haciendo era lo correcto, ¿por qué hacer caso de lo que ese tal anónimo les decía?, ¿por qué confiaban en él o ella? Suspiró, de cualquier manera ya se encontraban ahí.

—Apresúrate, Jade —susurró Tori ya dentro de la escuela, Cat a su lado se notaba un tanto emocionada por lo que estaban haciendo—, debemos pegar estos carteles antes de que el guardia se despierte.

—No entiendo cómo es que saben que está durmiendo —farfulló Jade entrando al establecimiento con los brazos firmemente cruzados a la altura de su pecho.

Cat sonrió enormemente y elevó su mano, como si estuviesen en clases y Jade hubiese hecho una pregunta completamente difícil y solo Cat conociera la respuesta.

—Yo sé —dijo contenta, Jade rodó los ojos—. Soy amiga del guardia nocturno y me dijo —bajó su voz unos tonos—, que le gustaba estar aquí porque podía dormir, no como en su casa, porque su esposa en la noche lo molesta...

—Okey, ya entendí —masculló la pelinegra y volvió a suspirar—. Ya estamos aquí, entonces, hagámoslo.

Y empapelaron los pasillos de las imágenes.

*.*.*.*

Tori estaba segura —mientras la subían a la patrulla policial— que esto había sido obra de anónimo, y se preguntó internamente en cómo habían llegado a ser tan ilusas, incluso quizás la imagen que le había mandado a Jade era falsa y estaban logrando que Meredith fuese el blanco que de miles de ojos acusadores, habladurías e incluso quizás y lo más probable es que la meterían en problemas con el director.

—Se puede saber porqué diablos están llevándonos —exigió Jade a un lado de ella dentro del carro policial, mientras Cat soltaba pequeños hipidos.

—Por sospecha —respondió el oficial—, están vestidas como si fuesen a asaltar algo.

Cat se golpeó mentalmente por la idea tan estúpida de hacer como en las películas y vestirse como si fuesen "espías secretas".

—¿Cuál es el problema con mi vestimenta? —gruñó Jade, claro, ella acostumbrada a vestir de negro no creía que aquello fuese un crimen.

—Tiene derecho a guardar silencio, señorita —replicó el oficial.

Las tres muchachas suspiraron, de seguro había sido una idea terrible colarse en la escuela a esa hora y haber ido vestidas así.

*.*.*.*

—Recibimos un llamado diciendo que habían tres muchachas vestidas completamente de negro rondando por una propiedad privada—explicó el oficial al abogado Edward West mientras este, sentado en la silla frente a la mesa junto con las tres chicas recién detenidas, escuchaba con atención—, y tal y como nos dijeron, estas tres chicas estaban rondando sospechosamente cerca del lugar en donde nos llamaron.

—¡Nosotras no intentamos meternos a ninguna casa! —gruñó Jade con molestia.

Siendo sincera consigo misma se sentía el ser humano más estúpido que pisaba la tierra en ese momento, ¿cómo llegó a ser tan ingenua? De cualquier manera, no fue anónimo quien le dijo que se escabullera a mitad de la noche por la escuela, pero ella solo quería sacar algo provechoso de los continuos "ataques" que recibían las tres por parte de este personaje sin rostro.

—De igual manera, señorita West —replicó el policía ya antes conocido por las tres chicas. Era el mismo que las había llamado para declarar sobre la desaparición del detective Darren—. Nosotros solo hacíamos nuestro trabajo.

—Y se lo agradezco mucho, policía. Esto no volverá a ocurrir, se lo prometo —dio por concluida la conversación el padre de Jade, quien le dio una ligera mirada a la chica y se levantó del asiento, pronto las otras tres chicas siguieron al señor West y salieron de aquel salón de interrogación que le ponían los nervios de puntas a las tres adolescentes.

Ya fuera de la comisaria el señor West abrió con las llaves su camioneta y en seguida las chicas se subieron a esta, Jade delante y Tori y Cat detrás, las tres en completo silencio.

Y el silencio reinó hasta que el padre de la pelinegra dejó a Tori y Cat en la casa de la primera, se despidieron cabizbajas y luego el auto del señor West arrancó.

Tori miró fijamente a Cat a los ojos y esta con el rostro aún turbado le devolvió la mirada.

—¿Segura que avisaste en tu casa? —preguntó la morena. Cat asintió—. Entremos, mañana de igual manera debemos ir a clases, si es que no quiero que mis padres se enteren de esto.

—¿No les dirás? —susurró la pelirroja.

Tori negó rápidamente con la cabeza.

—¿Debería? —preguntó.

Cat suspiró.

—Supongo que sí —dijo y luego miró intensamente a la media latina—, hay que intentar llevar una vida sin secretos, Tori —agregó—, anónimo de una u otra manera parece enterarse de todo, yo al menos no quiero darle más armas en mi contra.

Tori la miró fijamente y pensó que Cat tenía razón, debía saber cómo decirle a sus padres lo ocurrido el día de hoy, sobre todo, porque su padre policía se enteraría a la mañana siguiente cuando fuese al trabajo.

*.*.*.*

—No puedo creerlo —masculló con molestia su padre mientras tiraba las llaves del auto encima de la mesa—, simplemente no puedo creerlo.

Jade rehuyó de la mirada de su padre y suspiró agotada. ¿Cuántos suspiros le había sacado la noche?

Pensó en una y mil contestaciones mordaces que podía decirle a su padre, sin embargo, optó por lo mejor y el camino que la llevaría más rápido a su habitación.

—Lo siento —murmulló—, nunca esperé que una inocente caminata con mis amigas me llevarían directo a la comisaria.

—¿Inocente caminata? —las cejas del abogado se arquearon, cruzó sus brazos a la altura de su pecho y a Jade aquel gesto le resultó intensamente familia—, no te hagas la idiota conmigo, Jade, sé que ustedes no estaban caminando inocentemente por el parque.

—¿Y qué más íbamos a estar haciendo, papá? —cuestionó la chica con los ojos pegados en el rostro de su padre.

—Pues no lo sé —dijo él—, pero de seguro es algo que no quieres que me entere, por algo no me lo dices.

—Pues en verdad no me conoces ni un poco, papá —soltó mordaz—, porque no quiero que te enteres de la mayoría de las cosas que hago en mi vida.

Fue una guerra de miradas por un par de minutos, luego, Jade corrió su vista y sin decir nada más corrió escaleras arriba para encerrarse en su habitación y acostarse, para así, al menos en sueños, olvidar por un momento en lo que se estaba convirtiendo su vida debido a sus errores.

*.*.*.*

Beck jugó con su celular entre sus dedos, esperando que al menos, uno de los tantos mensajes que le envió a Jade aquella noche fuese contestado, sin embargo, cuando ya son casi las nueve y tiene que llegar a la escuela para su primer periodo, desiste. La chica no iba a devolverle ningún mensaje.

Él no quería que Jade se enterase, no al menos hasta estar seguros que no era solo un simple retraso, sin embargo, Meredith se adelantó y le contó a su ex novia. Beck no era tonto, pero no creía capaz a Meredith de hacer algo así, ¿por qué lo haría? Si de igual manera —si era cierto eso del embarazo— la pelinegra se enteraría en algún momento.

Suspiró.

Estaba realmente agotado, las continuas pesadillas en la noche no lo habían dejado descansar y cada media hora despertaba sobresaltado por ellas.

Decidió dejar de esperar alguna respuesta por parte de Jade, vestirse e irse a la escuela. De seguro ahí la encontraría, pero, ¿qué haría?, ¿qué le diría?, ¿cuál sería la reacción de la chica? Parecía que Jade había cambiado tanto en el año en el que no estuvo en Hollywood que parecía no poder reconocerla, sin embargo, él sabía que la Jade que conoció hace tantos años atrás debía estar ahí, esperando explotar en cualquier momento. Y él lo esperaba con ansias.

Montó su auto y se fue a la escuela de artes.

Al llegar él jamás se imaginó el alboroto que provocaría, nunca pensó que tantos ojos se podían pegar en su ser de manera tan automática y poco disimulada, intentó ignorar cada una de esas miradas, sin embargo, sabía que algo no debía estar bien, era obvio, era por algo el porque lo miraban de aquella manera tan intensa.

Al entrar rápidamente se pudo dar cuenta de lo que estaba pasando, su corazón palpitó con fuerza dentro de su pecho y su mirada se quedó pegada en el cartel que estaba pegado en su casillero.

«¿Falso embarazo?»

Era lo único que decía aquel cartel, más abajo, había una fotografía de la chica mirando la pantalla del computador, en ella, una imagen de google en donde salían ecografías.

Rápidamente sus ojos volaron en busca del rostro de aquella chica, pero no dio con ella, en vez de los ojos castaños de Meredith, los ojos grisáceos azulinos de Jade lo miraban fijamente. Él no pudo determinar realmente qué era lo que la chica quería decirle, solo estaba ahí, mirándolo, casi como si fuese una fotografía vieja y dañada, porque no había nada en su mirada que él pudiese captar.

Volvió a mirar la fotografía y entonces, como una ampolleta mala que de pronto enciende, lo entendió. Miró nuevamente al lugar en donde debía estar la chica de cabellos oscuros y rizados, pero ya no había nadie.

¿Cómo Jade fue capaz de obtener aquella información?

Intentó no pensar en eso, por ahora, debía primero encontrar a Meredith y aclarar todo esto de una buena vez.

*.*.*.*

Tori agradecía realmente que el día hubiese terminado, se sintió realmente enferma aquella mañana cuando tuvo que contarles a sus padres el porqué había llegado tan tarde y además el porqué Cat se encontraba en su casa. Obviamente sus padres no se lo tomaron para nada bien y se encontraba castigada como por una semana.

Cuando llegó a la escuela se sintió aún más enferma, no le comentó a Jade que quizás el mensaje que anónimo le había enviado era falso solo para no traspasarle su propio miedo a su amiga, sin embargo, no dejó de pensar en ello en todo el día y los murmullos con respecto a las hojas regadas por todo el establecimiento no le ayudaban en nada.

¿Por qué no solo dejaron un papel metido en el casillero de Beck?

Querían hacer pagar a Meredith, pero ninguna pensó en que quizás estaban haciendo pagar a una inocente...

Su teléfono vibró en su bolsillo y su corazón dejó de latir medio segundo.

Lo sacó con torpeza de su bolsillo y vaciló un par de segundos antes de abrir el mensaje que le había llegado.

Sintió como dentro de su pecho palpitaba con fuerza su corazón.

Suspiró.

«¿Por qué esa cara tan seria? Mejor observa a tu alrededor antes de que vayas a tropezar con cualquier cosa»

Si no fuera porque su celular mostraba el remitente ella realmente se hubiese asustado. Sonrió ligeramente y sus ojos castaños se pegaron en el muchacho alto que la esperaba apoyado en su auto con las manos en su teléfono celular y una mirada extrañada pero juguetona. Tori no esperó más y corrió hacia los brazos de su novio para colgarse en él y apretarlo con fuerzas contra su cuerpo, así sentirlo más cerca, sabiendo que con aquel acto ella se sentiría por primera vez en el día feliz. Porque debía admitirlo, últimamente Dylan era el único que podía apaciguar ese miedo diario que le estaba consumiendo su vida.

—¿Estás lista? —preguntó entonces el chico con una sonrisa brillante en sus labios.

Tori contrajo el gesto.

—¿Para qué?

Él sonrió con suavidad, mostrando su hilera de perfectos y blancos dientes.

—Iremos a cenar, he reservado el restaurante más caro de la ciudad —soltó y luego sonrió algo sonrojado—, bueno, no el más caro, pero es lujoso, lo prometo.

Tori rió, sin embargo, dejó de hacerlo en un par de segundos, cambiando su rostro a uno cargado de tristeza.

—Lo siento, Dylan —susurró—, pero no puedo, estoy castigada —su gesto se contrajo en uno de evidente molestia.

La sonrisa del muchacho, sin embargo, no flaqueó y besó con suavidad la punta de la nariz de la media latina.

—Suerte para ti de tener un novio que piensa en todo —le dijo confundiendo a la muchacha—. Tus padres ya están enterados que hoy perteneces a mí hasta las... —torció los labios—, doce, cenicienta, ya pedí el permiso por ti.

Tori debía asumir que se alegraba de sobremanera que sus padres fuesen tan dejados en varios ámbito, y sobretodo amaba que ellos amasen tanto como ella a su novio Dylan.

—Sí que tengo suerte, ¿verdad? —dijo entonces Tori.

Dylan asintió.

—Deberías agradecerme de algún modo —aseguró él.

—Pensaré en el modo —aseguró ella para luego cerrar sus ojos y besar con suavidad los labios carnosos de su novio.

Sin duda, el mundo podía estar destruyéndose pero Dylan siempre sabría cómo contenerla y hacerle olvidar todos los problemas.

*.*.*.*

Cat estaba nerviosa, más que nerviosa se encontraba realmente asustada.

Nuevamente, luego de haber hecho lo que hicieron en la madrugada se sintió completamente culpable. Un nudo estaba atorado en la garganta y no sabía cómo deshacerse de él.

Por eso en el momento en que decidió irse a casa pensó que lo mejor era antes pasar al baño para remojarse la cara e intentar hacer alguna cara que no evidenciara su estado de ánimo. Con todo lo que estaba pasando su madre era mejor no preocuparla más de la cuenta, aunque sabía de sobras que ocultarle lo ocurrido en la noche sería volver a mentir y tener más secretos que podían usar en su contra. Ella se lo contaría, pero vería en el tiempo indicado.

Al entrar al baño no le extraño que este estuviese vacío, ya era un poco tarde para que algún estudiante se encontrara aún en la escuela y sabía que la mayoría ya se había ido a casa a descansar.

Se remojó el rostro y estaba tan absorta por sus pensamientos que no se dio cuenta cuando alguien más entró. Dio un brinco cuando el espejo le mostró una silueta alta justo detrás de ella.

—¡Xavier! —chilló Cat girándose con brusquedad para encontrarse de frente con el cuerpo de su primo, quien portaba una sonrisa que a Cat le erizó cada bello de su cuerpo—. ¿Qué haces aquí? ¡Es el baño de chicas!

El muchacho dio una sonrisa ladina y se acercó otro paso hacia la pelirroja falsa, esta tuvo el impulso de echarse hacia atrás, sin embargo, chocó de inmediato con el lavamanos.

—¿En serio?, no lo había notado —soltó irónico.

La chica tuvo miedo en ese momento y se mentalizó en no gritar.

—Déjame en paz, Xavier.

—¿Si no qué?, ¿le dirás a mi madre?, ¿a tu madre?, ¿al loco de tu hermano? —soltó él—, no se te olvide Cat que los besos no son de uno.

—¡Yo no quise! —los ojos de Cat se inundaron en lágrimas que ella intentó no soltar—, solo...Fue una vez...

—¿Y por qué entonces el otro día tocabas mi pierna de esa manera tan...Poco sutil? —preguntó ahora ya casi encima de la pelirroja, ella podía sentir el aroma del muchacho golpearle en su mejilla, puso ambas manos en el pecho del chico e intentó correrlo.

—Tampoco quise... —un sollozo escapó de sus labios.

—Sé que te gusto, Cat —susurró él en su oído—, y puede ser...Que tu me gustes también un poco.

—¡Basta, Xavier! —medio grito soltando otro sollozo.

—Bien... —dijo el chico y se alejó de ella unos cuantos pasos hacia atrás, levantando su mano, fue entonces cuando sonrió cínico y se giró para salir.

Sin embargo, apenas abrió la puerta se encontró de frente con el rostro confundido de Robbie, quien parecía haber oído algún grito y se había acercado a verificar que todo estuviese en orden.

Los ojos oscuros del nerd se pegaron de lleno en Xavier, luego en una llorosa y tiritona Cat y no hubo entonces necesidad de preguntar nada.

Empuñó su mano y lo dejó caer de lleno en la nariz de Xavier, acumulando toda su fuerza para que así el golpe al menos le doliera.

Sin embargo, él creyó que de seguro había roto sus nudillos debido al intenso dolor, apretó los labios y con su otra mano cubrió su nudillo. Xavier por otro lado, extrañado dio un paso hacia atrás llevándose su mano a la nariz, mientras Cat se llevó ambas manos intentando ahogar un grito debido al rápido actuar de su amigo. Y nadie dijo nada. Los ojos de Robbie viajaron rápidamente de una llorosa pelirroja a un Xavier que intentaba detener la hemorragia nasal que lo acongojaba en aquel momento.

—¿Qué diablos te pasa? —demandó el muchacho de ojos tan oscuros como los de Cat.

—Y-yo... Tú... —comenzó a tartamudear el nerd, luego miró a Cat como pidiéndole ayuda y al ver sus ojos enrojecidos se dio cuenta que por primera vez en su vida no podía actuar como un cobarde e inflando el pecho soltó con voz dura—. ¿Qué le hiciste a Cat? —cuestionó—, ¿por qué llora?, ¿intentaste abusar de ella?, ¡contesta!

Xavier lo quedó mirando fijamente, luego su mirada fue a caer directamente en el rostro asustado y suplicante de su prima. Entonces sonrió de manera haragana, miró directamente a Robbie y soltó con una voz totalmente pagada de sí misma.

—¿Abusar? —preguntó—, si la última vez hasta ella me pidió un besito, ¿no es así, primita?

Cat sintió como la sangre se le helaba y como una electricidad poco saludable la cubría de los pies a la cabeza. Robbie pegó su mirada oscura en el rostro pálido de la muchacha con la boca entre abierta.

—Como sea, estoy harto de esta ridiculez, no estoy para soportar esto —comentó el chico aún con su mano en la nariz—. Y tú —miró severamente a Robbie—, agradece que estoy frente a una dama y no te destrozo en este mismo instante.

Le hizo un gesto para asustarlo y luego salió del baño sonriente, como si hubiese cumplido con su cometido totalmente.

Los ojos tras los anteojos del muchacho se pegaron raudos al rostro de su amiga, quien parecía estar muy avergonzada como para mirarlo a la cara en ese preciso instante.

*.*.*.*

Cuando Jade llegó a su casa lo que menos esperó fue encontrarse con el auto de Beck estacionado justo enfrente de la vereda con él parado a un lado, con los brazos cruzados, parecía como si hubiese estado ahí esperándola hace mucho rato y parecía también que se hubiese quedado el tiempo que fuese necesario. Jade intentó controlar el remolino de sentimientos que tenía dentro de su estómago, sin embargo, no pudo hacerlo y se sintió como siempre se sentía cuando estaba cerca de Beck. Inestable.

Tragó el aire y se estacionó justo en el portón del garaje. Se bajó intentando parecer relajada y completamente tranquila.

Él no se acercó a ella y en el momento en que cerró su auto caminó directo hacia el moreno, sabiendo que sería ridículo intentar evitarlo y correr a casa para esconderse. Jade West pudo haber cambiado mucho en un año, pero seguía siendo Jade West.

—Hey —saludó entonces el chico con una mirada tan imperturbable que erizó cada uno de los bellos de la nuca de Jade.

La chica entonces botó el aire contenido.

—¿Qué haces aquí? —fue al punto.

El muchacho miró hacia la puerta, como si temiera que en cualquier momento saliera el padre de la muchacha y le disparara a quema ropa.

—¿Podemos ir a hablar a otro lugar? —preguntó no pareciendo muy cómodo.

Jade pensó la respuesta quizás por más tiempo del necesario, suspiró y sacudió su cabeza con ligereza.

—Mi padre no está, Beck, está trabajando y no llegará dentro de un par de horas, podemos hablar aquí —aseguró.

El muchacho no pareció muy satisfecho con la respuesta, sin embargo, si fue así no lo dio a conocer porque suspiró y dijo con voz totalmente controlada.

—Sé que fuiste tú la de los carteles de hoy —y añadió rápidamente—, está vez.

La chica de cabellos oscuros corrió su vista hacia otro punto que no fuesen los ojos de Beck.

—¿Qué te hace pensar en eso?

—Vamos, Jade —susurró él entonces, llamando nuevamente la atención de la pelinegra de risos, quien pegó su mirada grisácea en los ojos marrones del muchacho—, te conozco incluso mejor que tu misma, me sé de memoria todos tus gestos y expresiones, cuando te vi hoy en la escuela en cuanto vi los carteles, supe entonces que fuiste tú.

—Yo no... —intentó desmentirlo, pero sabía que era inútil, cerró sus ojos e intentó pensar con claridad—. Bien, lo hice, pero debes saber que no lo hice por ti, sino para desenmascarar a esa perra mentirosa —escupió.

—Está bien —dijo él—. No te iba a preguntar si lo hiciste por mí...Solo quiero saber si es cierto.

Las cejas de Jade se arquearon, incrédula sonrió y dio un paso hacia atrás, casi como si temiera estar más cerca del moreno.

—¿Quieres que no lo sea? —preguntó.

Él se pasó una mano por su cabello desesperado y soltó un bufido con fuerza.

—¡Dios!, ¡claro que no! —dijo—, digo...Realmente, realmente, un bebé no me vendría para nada bien en estos momentos —aseguró y luego miró directamente a los ojos a la chica—, no ahora que has vuelto.

—Beck, no...

—No, déjame terminar, por favor —la miró suplicante y ella corrió su vista, realmente no podía soportar mantener la mirada en él por tanto tiempo—. Te amo, Jade, realmente lo hago y nunca he dejado de hacer. No sé qué diablos fue lo que hice tan malo para que me odiases de esa manera...

—No te odio, nunca lo he hecho —le cortó ella con rapidez.

—Me alegro oírlo, pero puedo darme cuenta en tu mirada que te he hecho tanto daño... Y yo simplemente no puedo recordar que fue lo tan malo que te hice como para merecerme esa mirada tan...asustada —sus ojos buscaron los de Jade, ella rehuyó su mirada y Beck suspiró—. Simplemente no puedo soportar la idea que fui yo el culpable de tu partida y del que ya no me quieras más.

—No has sido tú —pregó sus ojos violentamente en él y apretó sus labios, sintió como su nariz hormigueaba y luchó internamente para mantener sus ojos completamente secos—, yo no me marché por ti, Beck, no lo hice, no todo lo que hago en mi vida tiene que ver contigo.

—Hace un tiempo atrás me dijiste todo lo contrario...

Los labios del muchacho se pegaron en los de Jade, sedientos de ella, quizás, él se había vuelto realmente adicto a esos besos y era por eso que siempre que la miraba lo deseaba, deseaba pegar su boca con la de ella y mantenerse así, unidos tan solo por su labios, rozándose, sintiendo el calor del otro, su aroma. Se separó a regañadientes cuando sintió que el oxigeno se le estaba haciendo esencial y sus pulmones ardían por la falta de él.

A Beck le gustaban los días como aquellos, otoñales, en donde no hacía frío ni calor, y las hojas marchitas de un café pálido bañaban el frío suelo. Le gustaba sobretodo porque eran días como esos en los que los ojos de Jade brillaban con más intensidad.

Podría estar así por toda la eternidad y ni aún así me sentiría satisfecho de ti masculló él acariciando con suavidad extrema la mejilla sonrosada de su novio.

Jade sonrió y soltó una ligera risa.

Eres un cursi susurró.

Beck rió entre dientes y besó la punta de su nariz con suavidad. Oh, Jade podía parecer tan ruda y frágil a la vez que lograba ser perturbador completamente.

Aún así me amas dijo él muy pagado de sí mismo.

Jade lo miró con profundidad y jugueteó con un mechón de cabello del castaño.

Quizás sea mucho más que amar exclamó—, es como que toda mi vida girara entorno a ti, como si todo lo que hago tuviese que ver contigo...

Beck rió emocionado por sus palabras, se sentía egoísta, pero le gustaba ser la única persona en el mundo que en cierta forma era realmente esencial en la vida de la pelinegra.

—Era una niña, no entendía realmente el peso que tenían mis palabras en ese momento —se justificó la muchacha.

—Dí lo que quieras, Jade —le dijo él—, pero yo sé más que nadie en el mundo que eran palabras sinceras y voy a luchar para volver a oírlas de tu boca nuevamente, Jade, voy a hacer hasta lo imposible para que me vuelvas amar nuevamente.

La chica lo miró entre asombrada y molesta, no podía creer lo que estaba oyendo, ¿qué significaba aquello? Se maldijo internamente por dejar caer la mascara de indiferencia que se había impuesto tener frente a Beck siempre. No sabía siquiera de qué se sorprendía y se sentía estúpida al pensar en que quizás el tiempo había disminuido el poder que el muchacho de piel aceitunada tenía sobre ella, porque no era así. Beck seguía teniendo ese mismo maldito poder de hacerla comportarse como ella misma sin máscaras.

—Terminaré con Meredith, lo haré sin importar lo que me diga —soltó con suavidad—. Y voy a reconstruirte de nuevo, tomaré cada pedazo que rompí de ti y los volveré a unir, lo prometo.

La muchacha miró al chico con molestia, sus ojos se llenaron de densas lágrimas y se sintió avergonzada de sí misma al ser tan débil. Él sonrió con suavidad y acarició la mejilla de la muchacha, se acercó a ella y no le dio ni tiempo de alejarse cuando él depositó un suave beso en su mejilla.

Sin decir una palabra más la miró con una sonrisa en sus labios y se giró para subirse a su auto y marcharse de la casa de su ex novia.

Jade vio el auto partir y se llevó una mano a su mejilla con suavidad, cerró los ojos y se permitió disfrutar por unos segundos de aquel hormigueo que provocó la piel del muchacho sobre la suya.

*.*.*.*

Miró las tres fotografías que habían delante con determinación. Luego hizo jugar sus dedos sobre la mesa y unos minutos después de pensar tomó la fotografía que había a un costado derecho.

Encendió su encendedor y la acercó a la fotografía.

La sonrisa de Tori Vega fue desapareciendo al tiempo que el fuego consumía el papel.

La venganza era un plato que se servía bien frío y sabía cómo jugar cada una de sus cartas. Tori Vega, Cat Valentine y sobre todo Jade West pagarían bien caro, tan caro, que habrán deseado no haber nunca nacido.


Wow! Lo sé, mucho mucho mucho tiempo sin actualizar! Pero lo bueno tarda en llegar... Mentira.

Lo siento, realmente lo siento por el retraso, no tengo otra palabra.

Pero al menos, con esta actualización pueden darse cuenta que aunque me demore siglos en actualizar, no abandonaré este fanfic.

Ahora, sé que me odian y que quizás ya nadie me lea, aunque sea muy triste es entendible, pero por eso en el principio les he hecho un pequeño resumen de lo que sucedió en los capítulos anteriores.

Bien! Espero (si es que alguien leyó esto) que les haya gustado.

Como siempre les dejaré estas preguntas para que ustedes vayan junto conmigo y descubran quién es anónimo.

¿Quién es su posible candidato a ser anónimo?, ¿creen que Jade se va a dejar engatusar nuevamente por Beck?, ¿qué creen que fue lo tan malo que hizo Beck para que Jade se sintiera tan decepcionada de él?, ¿cómo creen que Meredith tomará lo que hizo Jade?, ¿cómo creen que se tome Robbie lo que le dijo Xavier? y por último, ¿cómo creen que le irá a Tori en su cita elegante con Dylan?

Eso sería todo por hoy, espero leer algún comentario por último para saber que hay gente que aún me lee, así me animo a escribir más rápido.

¡Muchas gracias por sus comentarios anteriores, ustedes son quienes mantienen viva esta historia!

Saludos.

Emilia.