Capitulo 1
Año 1986. El Monte Olimpo.
Era el solsticio de verano, y como siempre los 12 atletas olímpicos se encontraban reunidos en una gran sala con el mismo número de tronos que dioses había. Eran asientos gigantes de unos 6 metros de altura, y cada uno estaba representado por el color que usaban o les representaban y tallados en ellos sus animales sagrados.
En esas reuniones siempre se montaba un gran barullo, y no era por que contaban chistes, historias o simplemente hicieron una gracia…no, ellos no podían comportarse como una familia normal. Siempre a gritos y echándose la culpa unos a otros, viendo a ver quién era el mejor de todos o el mayor, o del cómo pudiste secuestrar a mi hija o, ¡cómo pudiste hacerme esto a mí! ¡A tu esposa! Vamos lo que se dice un familia de lo más corrientita ¿verdad?
-¿Cómo se han podido deteriorar tanto las cosas? –dijo Hestia con forma de niña pequeña de unos seis años, moviendo con un palo el fuego del hogar casi inexistente. Aunque ella no era parte de los 12 olímpicos, a ellos les gustaba que estuviera presente.
En el centro de la habitación se abrió un vórtice negro, como una especie de agujero negro, de donde salieron tres mujeres de cabello negro y rostro joven y pálido que no expresaba ninguna emoción, vestían con túnicas azules oscuras que las tapaban por completo, de pies a cabeza. Clotho se encontraba en el medio sujetando un extremo del hilo que llevaban, Atropos estaba posicionada en medio de las tres con unas tijeras de color dorado a punto de cortar el hilo y al otro lado, estaba Lachesis que sujetaba el ovillo y le tensaba, ayudada por su hermana Clotho.
-Dioses –hablo Atropos con voz suave pero imponente mirando a los dioses, mientras sus hermanas no apartaban la vista del hilo. Zeus fue a darles la bienvenida a la Sala del Trono, pero levantó la mano para que se detuviera. –Ahórrate el discursito Zeus, no queremos perder el tiempo con un insolente como tú. Hemos venido a avisaros.
-¿De qué, mis señoras? –preguntó Atenea totalmente interesada por lo que tenían que decir.
Atropos bajo la vista hacia el hilo, y su hermana Clotho la alzó para contestar.
-El futuro está en muy malas condiciones por vuestra culpa, por como gobernáis. Cuando terminemos de explicar que es lo que ocurre, mandaremos una serie de libros para que podáis leerlos y ver lo que pasara. –bajo la mirada, y su hermana Lachesis la alzó tomando el relevo.
-Queremos que leáis, para que en un futuro enmendéis vuestros errores aunque gracias a un semidiós, que por cierto es del que vais a leer, os ayudara. –Esta vez las tres levantaron la mirada para ver a los dioses y hablar a la vez.
-Su nombre es Percy Jackson –contestaron a la vez en perfecta sincronía para aclarar las dudas de los dioses. –Y es el mejor héroe de la historia.
¡¿Cómo?! –bramó Zeus con enfado levantándose de su trono, agarró su perno maestro y apuntó a as moiras. Los dioses miraron estupefactos como su Rey pudo apuntar a las parcas con tal descaro. –Mi hijo Hércules es el mejor héroe de la historia, no ese semidiós. –Escupió lo último con asco. Nadie era mejo que su hijo.
-Baje el perno insolente –hablaron con una calma mortal. –Su hijo no le llega a los talones a este héroe ni tampoco los amigos que le acompañan, así que cállese.
Zeus a regañadientes se sentó, pero no dejo de fulminar con la mirada a las tres mujeres.
-Muy bien dicho esto nos iremos, pero antes de marcharnos diremos que no podréis aniquilar o lastimar a nadie, y… por cierto vendrán héroes de distintos tiempos. –Con eso dicho las parcas se fueron como vinieron, entrando en una especie de vórtice negro.
En el momento que las tres mujeres desparecieron, surgieron tres luces blancas muy brillantes, lo que causaron que los dioses se tapasen y/o cerrasen los ojos por la intensidad de la luz. En el centro aparecieron los héroes griegos del pasado, vistiendo las armaduras de guerra. Al lado izquierdo, se encontraban un grupo se semidioses con las camisetas moradas y en los brazos un tatuaje con las letras SPQR, en seguida los dioses pensaron en los romanos, estaban nerviosos ya que al otro lado se encontraban los griego vistiendo las camisas naranjas que los representaban. Miraban todos notablemente confusos el lugar.
-Ja-Jason –dijo una chica del grupo de los romanos. Vestía con una túnica morada, haciendo notar que ella era la pretora. Tenía el pelo castaño rojizo peinado en una trenza con tez blanca y ojos marrones. Su postura era rígida y se notaba que se hacía de respetar.
Un chico rubio, alto, con corte militar, ojos azules eléctricos y una pequeña cicatriz en el labio superior, miro con incredulidad a la chica que lo había llamado. Poco a poco Jason se acerco a ella hasta quedar frente a frente.
-Reyna… -dijo con voz baja, era imposible verla de nuevo, a su amiga, y a su legión (aunque en ese mismo momento lo odiaran por el suceso de Nueva Roma). Dio un paso más cerca estirando los brazos y la apretó contra él. –Me alegro tanto d verte.
-Yo también. –Le respondió aceptando gustosamente el abrazo de su amigo, porque en realidad era solo eso, su amigo.
Una chica con el pelo castaño (y con plumas en él), de tez morena y ojos caleidoscópicos, raspó ruidosamente la garganta, haciendo saber que ese momento la incomodaba bastante. Jason la sonrió de modo tranquilizador y se volvió a Reyna.
-Lo de Nueva Roma… yo quería explicar… -fue interrumpido por Zeus que por la falta de atención en él, lanzó un rayo.
-Dramático… -murmuró Hera a su lado masajeándose las sienes con los dedos índices.
-Presentaos ahora mismo, y prestar un poco más de respeto ante nosotros. –Mandó con voz furiosa.
Al instante 300 personas (mínimo) se arrodillaron ante los dioses, menos unas 100 personas que pertenecían al bando griego estaban de pie mirándolos, negándose a mostrar respeto hacia ellos.
-¡¿Cómo se atreven?! –grito Zeus indignado. –Mostradnos sumisión en este mismo instante.
-No –gritó enojada una chica vestida de punk, con el pelo negro de punta, ojos azules eléctricos (al igual que Jason) y tez blanquecina haciendo notar algunas pecas esparcidas por su rostro. -¿Por qué deberíamos padre?
-¡¿Padre?! –gritó enfurecida Hera. -¡¿Cómo que padre?! ¡Zeus! ¡Otra vez me has engañado!
-¿Qué? ¡No! –dijo confundido. Él no había roto el pacto. –Ella no es mi hija. Yo no tengo hijos.
-¿Perdón? –dijeron enojados Jason y la chica. –Y ¿nosotros que somos entonces? –dijeron señalándose el uno al otro sin dejar de mirar al Rey de los dioses.
-Esperen, esperen –dijo Artemisa interrumpiendo la confusa conversación - ¿No dijeron las parcas que vendrían héroes de distintos tiempos?
-Sí hermana, tienes razón –la apoyo Atenea –seguramente los campamentos tanto romano como griego son de un futuro próximo al año en el que estamos.
-Perdone madre, pero ¿cómo que de un futuro próximo? –pregunto un chico con el pelo rubio ondulado y con ojos grises. Mi hijo seguramente pensó Atenea.
-Las parcas os han enviado al año 1986 para leer unos libros de un héroe, así que por favor, si son tan amables de decirnos vuestros nombres, os lo agradeceríamos mucho. –Le respondió amablemente Hestia, a lo que todo el campamento la sonrió con una sonrisa afectuosa y asintieron con la cabeza lo que sorprendió a la diosa. Nadie la hacía caso nunca.
-¿Por qué no empezamos por los del pasado? –inquirió Apolo. Los semidioses asintieron acuerdo con lo que el dios había dicho. Se sintió feliz porque… ¡le habían hecho caso!
Un chico de pelo castaño y con un poco de barba en su rostro y de cuerpo demasiado musculoso se acerco primero a los dioses con orgullo en sus ojos azules eléctricos y se arrodillo frente a su padre Zeus.
-Hercules, hijo de Zeus y el mayor héroe de la historia –se levantó con una sonrisa socarrona en su cara. Los semidioses griegos bufaron ante lo dicho, a lo que Hercules les miro con el ceño fruncido y con confusión en sus ojos y se dirigió al trono de su padre para sentarse a sus pies.
El siguiente en pasar fue un chico de un buen cuerpo, se veía un poco más viejo que Hercules, con el pelo castaño clarito y ojos azules eléctricos. Se arrodillo ante su padre.
-Perseo –ante el nombre, los griegos pusieron mala cara y bajaron la cabeza –hijo de Zeus y asesino de Medusa. –Dijo y se sentó junto a su hermano, pero a una distancia considerable.
Otro chico de buean aspecto físico y de buen atractico con el pelo castaño oscuro y ojos verdes se adelantó, primero fue a arrodillarse frente a Zeus y luego a Poseidón.
-Teseo, hijo de Poseidón y asesino del mino tauro –dijo con notable orgullo en su voz. Se levantó y se fue a los pies de su padre el cual le sonrió con orgullo y le alborotó el pelo.
-Orión, hijo de Poseidón –dijo un chico alto rubio y de ojos verdes, era muy parecido a su hermano. Hizo lo mismo que su hermano primero se arrodillo ante Zeus y luego ante su padre. Poseidón hizo le hizo lo mismo que a Teseo, protesto pero tenía una sonrisa pegada en su rostro.
Artemisa miro a Orión, que estaba hablando con Teseo y Perseo, y recordó todo lo que vivió con él, pero lo borro de su mente, eso ya era el pasado. Apolo a su lado miro con lastima a su hermana, la protegería de todo, pase lo que pase.
-Muy bien, que sigan los del futuro –prosiguió Hera con un toque de aburrimiento en su voz.
Los romanos dieron un paso adelantándose a los griegos mirando con suficiencia, lo que provocó que rodaron los ojos.
Todos se arrodillaron ante los dioses y empezaron con las presentaciones.
-Octavio, augur y descendiente de Apolo –dijo un chico de pelo corto rubio, con ojos azules fríos y a su costado llevaba colgado un osito de peluche.
-Reyna, petor de la legión de Nueva Roma.
Una vez presentados todos los romanos, siguieron los griegos que ya estaban aburridos de todo esto. La primera fue la chica Punk.
-Thalia Grace, hija de Zeus y teniente de Artemisa.
-¿Cómo que teniente? –dijo preocupada la diosa de la caza.
-Sí, mi señora –dijo mirándola con mirada triste –más tarde le explico.
-Jason Grace, hijo de Júpiter .
-¡Ah! ¡Encima con la mismas! –replicó malhumorada Hera. –Es un sinvergüenza –murmuró por lo bajo para que nadie la oyera.
-Katie Gardner –siguió una chica castaña clarita con una flor en el pelo, con ojos verdes oscuros y con pecas en la cara. –Hija de Deméter.
-Piper Mclean, Hija de Afrodita. –Dijo la chica de ojos caleidoscópicos.
-¡Ahhhh! –grito Afrodita, saltando del asiento y acercándose a su hija para pellizcarle los mofletes. -¡Pero qué mona!
-Mama… -dijo Piper totalmente abochornada.
-Vale, vale… -dijo la diosa con una mueca en su cara, y se volvió a su trono.
-Hazel Lavesque, hija de Plutón –dijo una chica de unos 13 años con la piel oscura, piel oscura con el pelo rizado castaño y ojos dorados.
-¡Hades! –bramó Zeus con enojo, fulminando a su hermano con sus ojos.
-P-pe-pero tu…deberías… -tartamudeo Hades sin poder dar crédito a lo que veía. Su pequeña…
-Y no es el único padre. Soy Nico Di Angelo, hijo de Hades –dijo el chico con tez pálida y ojos oscuros, era de unos trece años y vestía una chaqueta de aviador.
-¡Otro! –te dejo adivinar quién lo dijo.
-En realidad, nosotros dos nacimos antes del tratado mucho antes. –Aclaro Hazel con voz tímida.
-Correcto.
-Frank Zhang, hijo de Marte –siguió un chico asiático con carita de panda, con un cuerpo voluminoso para su edad y su cabello al igual que el de Jason y todos los romanos varones estaba cortado al estilo militar y era de color oscuro.
-Clarisse La Rue, hija de Ares –gruño una chica con bastantes músculos en el cuerpo. Tenía los ojos de un color rojizo igual que el pelo que lo tenía atado con una tela.
-Chris Rodriguez, hijo de Hermes –contesto un chico latinoamericano, pasando un brazo alrededor de los hombros de la hija de Ares, que acepto inmediatamente con una sonrisa en su rostro. Ares frunció el ceño, no le gustaba que su hija estuviera con un chico, vale que no hubiera nacido, pero era su hijita y era muy celoso con sus hijas. Fulminó al chico con la mirada, que enseguida apartó el brazo de la chica que le miro con el ceño fruncido.
-Sigamos –gruño Ares al igual que su hija anteriormente, siguiendo con la mirada fulminante al hijo de Hermes.
-Travis y…
-Connor…
-Stoll –terminaron los gemelos a la vez. Eran altos y delgados como Chris con cuerpos bien formados de tanto correr por el campamento intentando pillar a las dríades . Tenían el pelo castaño con los ojos azules claritos con nariz puntiaguda y sonrisa traviesa. –Hijos de Hermes, los bromistas del campamento junto con Chris. –El aludido levanto la mano.
-Muy bien, esos son mis chicos –sonrió a sus hijos con la misma sonrisa que ellos traían puestas.
-Will Solace, hijo de Apolo –dijo un chico alto con cuerpo tonificado, con el pelo rubio y brillante con ondulaciones y de ojos azules.
-Leo ´´el increible´´ Valdez –dijo un chico elfo latino bajito con orejas puntiagudas, cuerpo delgado, ojos castaños al igual que su cabello ondulado.
-Rachel Elizabeth Dare, oráculo de Delfos –se presentó una chica pelirroja con ojos verdes brillantes y con la ropa manchada de salpicaduras de pintura.
-¿Mi oráculo tiene nuevo cuerpo? –dijo con los ojos como platos mirando a la chica, esta asintió con la cabeza sonriente. -¡Yupi! –gritó levantándose de su trono y haciendo un mini bailecito.
-Apolo, siéntate y calla –dijo su tío Hades
-Sí, tío H –contestó el dios del Sol sacándole la lengua. Los romanos se quedaron estupefactos ante la reacción del dios.
Siguieron así hasta que finalmente se presentaron todos, incluido Quirón.
-Muy bien y los lib… -fue interrumpido por un paquete que le cayó encima de la cabeza, haciendo que se cayera de bruces al suelo. -¡Ay!
Todos en la sala se reían a carcajadas, aunque los romanos disimulaban más que los griegos y los héroes de la antigüedad.
-¡Gracias moiras! –exclamo Artemisa, estirando los brazos al cielo.
-¡Silencio! –rugió Zeus ya cansado de tanto barullo.-Atenea coge los libros y lee los títulos.
-Padre, ¿podría traer a mis cazadoras? –preguntó Artemisa.
Zeus suspiró y se pasó las manos por la cara, pero aceptó a la petición de su hija. En un abrir y cerrar los ojos las cazadoras estaban presentes en el salón con sus uniformes y arcos.
-¿Mi señora? –cuestionó una chica con una tiara de plata (igual que la de Thalia) en la cabeza mostrando a entender que ella era la teniente. La hija de Zeus se removió incomoda en su lugar ante su presencia.
-Os he convocado porque vamos a leer los libros del mayor héroe de la historia y no, no es Hercules –escupió su nombre con asco. –Es un tal… ¿Cómo era? –chascó los dedos intentando recordar el nombre.
-Percy Jackson. –Contestó Deméter sonriendo a su sobrina.
-Gracias tía Demeter –le dio una sonrisa, asintiendo con la cabeza.
-¿Percy?... –susurro Katie casi inaudible, pero su madre la oyó.
-Sí, ¿lo conoces, hija? –preguntó curiosa su madre inclinándose sobre el asiento para saber la respuesta de Katie.
-Es…es mi hermano –murmuró cabizbaja, como toda la parte griega más Reyna, Jason, Frank y Hazel.
-¿El es mi hijo? –cuestiono sorprendida. Ninguno de sus hijos o hijas destacaba, se les caracterizaba como tranquilos.
-No –contesto con una sonrisa en sus labios –el era como mi hermano, en el último año nos acercamos mucho; me enseño a mejorar en la espada y siempre me ayudaba a cazarlos –señalo a los Stolls –cuando me hacían una broma y era muy celoso, no le gustaba que los chicos coquetearan conmigo porque decía que era su hermanita pequeña, que solo me dejaría estar con el indicado, era un Idiota. –Termino con una lágrima cayéndole por la mejilla, que se la quito rápidamente. Travis al notar eso, paso sus brazos alrededor de sus hombros y la apretó contra su hombro y murmuro contra su oreja ´´ey, tranquila´´. Levantó la vista para encontrarse con los orbes azules de Travis y sonrió ya más tranquila. –Gracias.
-Ya me cae bien –contestó una risueña Deméter. –Entonces ya lo tomo como mi hijo.
Los griegos sonrieron con añoranza los echaban mucho de menos. De repente una luz entre verde esmeralda y gris inundo la sala. Aparecieron dos figuras en la sala de unos 14 años y parecían muy confundidos. Katie y Thalia sin decir nada fueron a la figura del chico que era de una estatura media para su edad, con el pelo negro y ojos verdes como el océano. Las chicas lo atraparon entre los brazos y empezaron a llorar. El chico sintiéndose muy incómodo las dio unos golpecitos torpes en la espalda mientras miraba interrogante a la chica rubia de su lado que tenía los ojos grises y era de la misma altura que el chico, bueno un poquito más baja. Al igual que su amigo, ella fue atrapada por dos pares de brazos que pertenecían a Piper y Hazel. Los demás griego veían la escena boquiabiertos era Percy y Annabeth… más pequeños pero era ellos, de eso no había duda.
-Oh dioses Percy… -sollozaba Katie en su hombro. Las chicas eran más altas que él, obviamente por la diferencia de edad. –Te hemos echado mucho de menos. Te he echado mucho de menos. –Decía entre hipidos.
-¿Katie? –preguntó Percy totalmente descocertado. Vale eran amigos, pero nunca llegaron tan cerca, pero además porque todos sus amigos parecían unos tres años más mayor que él. A su lado Annabeth estaba igual de confusa.
-¿Qué pasa aquí? Y ¿Quiénes sois?
Apolo llegó al lado de los chicos, y les toco las frentes con las puntas de los dedos mostrándoles todo lo sucedido hasta el momento.
-Así que… ¿sois del futuro? –preguntó estúpidamente Percy obviamente sabiendo la respuesta.
-Eres un seso de algas, Percy, ¡pues claro que si¡ ¿no los ves? Son como… tres años mayores que nosotros.
Siguieron así un rato, pero no les interrumpieron, los griegos extrañaban sus peleas y discusiones y su coqueteo que extrañamente no sabían nunca que lo utilizaban.
-Bueno, esperad luego seguís discutiendo pero tengo que hacer esto –cogió de la camisa a Percy y le dio un abrazo apretado, lo que genero a Annabeth una presión en el pecho que no le gustaba y se cruzó de brazos al ver la imagen de Rachel abrazando a su Percy… osea a Percy a secas. A Will le paso un poco más de lo mismo viendo como Rachel lo abrazaba así que fue a separarlos.
-Bueno bueno bueno… que nos le asfixias, Rach. –Río sin humor, era amigo de Percy, pero Rachel era ´´su chica´´ y solo ´´suya´´´. Apolo arrugó el entrecejo.
-Sí, no vaya a ser que se ahogue ¿no? –Annabeth sonrió falsamente, dándole unos golpes demasiado fuertes en la espalda.
-Awww…,no te pongas celosa, Annabeth –dijo Rachel.
La rubia totalmente roja negaba con la cabeza diciendo que no estaba celosa y era incapaz de mirar a los ojos a Percy el cual estaba sonriendo por la vergüenza de Annabeth.
-¡No te rías! –gritó enojada.
-No me rio –exclamo el pelinegro con las manos en alto, pero no funciono porque se llevó un puñetazo en el estómago. –Auuu….
-Por idiota.
-Bueno basta ya. Preséntense –dijo Hera enfadada por ser ignorada.
-Annabeth Chase, hija de Atanea –le gruño a la diosa, hacía apenas nada que se le había encontrado en el laberinto.
-Percy Jackson, hijo de …. –fue interrumpido por una nota que llego y le cayó en la cabeza. La cogió, se aclaró la garganta y se dispuso a leer:
Querido Percy:
Perdónanos por favor, pero al traerte aquí tuvimos que aceptar que lamentablemente tuvieras una… maldición. Es decir, que lo que te pase en los libros, por ejemplo, una herida en la cabeza, esa herida se te materializara en ese mismo momento en el que estes leyendo. Perdon.
Las Moiras.
P.D. No digas el nombre de tu padre divino hasta que salga en el libro.
La salase quedó en complemento silenció mirando fijamente a Percy que en sus manos se encontraba la nota cada vez más arrugada hasta que se rompió.
-¿Esto es una broma? –dijo en voz baja.
-Percy… -Annabeth dijo poniéndose a su lado y poniendo sus brazos alrededor de su cintura, apoyando la cabeza en su hombro. –Todo pasara rápido ya lo veras, y cuanto antes mejor –picoteó su mejilla, lo que puso rojo a ambos y sus amigos por detrás se reían de ellos.
-Sí, tienes razón, leamos cuanto antes –dijo mirándola a los ojos.
-Muy bien héroes –dijo Hestia, levantó la mano y parecieron un montón de sillones y sofás. Los semidioses se sentaron gustosos ya que estaban cansados de estar cansados. Los amigos de la ´´pareja´´. Toda la gente que no pudo saludarla anteriormente lo hizo ahora felices de poder volver a verlos.
-Bueno ¿empezamos? –preguntó Atenea irritada, ya deseando empezar la lectura.
La sala respondió con un coro de ´´si´´. Abrió el paquete, cogió el libro y empezó a leer.
Percy Jackson y el ladrón del Rayo
1.-Pulverizo accidentalmente a mi profesora de introducción al algebra. –Leyó Atenea.
Bueno aquí os dejo el primer capítulo, espero que os guste y comentad x fis ;))
Os aviso que las otras historias estoy en proceso, así que no se preocupen.
Los personajes y las palabras en negrita pertenecen a Rick Riordan.
