Disclaimer: A Song of Ice and Fire no me pertenece, todo es de Martin hasta que se demuestre lo contrario.

Este fic participa en el reto #36: Saliendo del Closet, del foro Alas Negras, Palabras Negras

Nota/Advertencia: qué les puedo decir, me encanta esta parejita. Porque el mundo de FF necesita más Robb/Jon. Y, bueno, la advertencia es que Jon, se pasa de verga, y que tal vez fui una holgazana y se me pasó alguna que otra falla. Perdonen.


Imperecedero

~O~

La primera vez que lo hicieron, sucedió tan rápido que apenas lo recuerda. Frotaciones por aquí, por allá, mucho cuero manchado de semen y gemidos suaves, urgidos, sí, Robb, justo ahí, que da la impresión de haber sucedido hace tiempo atrás, cuando el invierno aún no se acercaba.

Tal vez así era, después de todo.

Hubo vergüenza al principio, pero Jon no era estúpido, mucho menos ciego. A él le gustaba lo que veía, siempre le agradó el cuerpo de Robb, y tenerlo allí, a su disposición, fue algo que supo aprovechar. No se dejó follar por cuestión de gusto, capricho o tensión del momento, sólo le apateció. Sentirle dentro de sí, no había formado antes parte de sus planes, pero, vale, que a Jon siempre le intrigó eso de apretarle un poco la polla a su medio hermano para saber cómo reaccionaba bajo sus caricias.

Siempre lo quiso fuerte, intenso; Robb tal vez, sólo cuando estaba enojado con todo. De resto, buscaba la rapidez porque, en el fondo, estaba consciente de la culpa, tan grande en él, que le impedía ver a Nieve a sus grises orbes durante días. Pero el deseo era más fuerte que ellos, inevitablemente sucumbían.

Todos los encuentros eran rápidos, fugaces. Insatisfechos. Rápido, Jon, nos descubrirán, y después, quizás en la noche, escondidos en las caballerizas eran, oh, por todos los dioses, Robb, dame más duro, mhn.

Sí, dame más, Robb, demonios, dame más.

Mueve la cabeza, lento, casi con dolor. Busca desesperadamente por alejar aquellos recuerdos absorbentes, los rulos azabaches de su cabellera moviéndose con seducción, al son de la suave oscilación. No puede apartar la punzante remembranza. No ha habido un momento, que él evoque, en donde ambos hayan realizado algo especial. Jon no pide flores, serenatas o cartas como las mujeres usualmente exigen para ser debidamente cortejadas; tan solo quisiera dejar de follar con rapidez en los sitios más oscuros de los pilares o tras los cortinajes gruesos, con el temor a ser descubiertos, con la vergüenza a flor de piel y la culpabilidad mellando en su interior.

«Porque somos hermanos, Jon»

Jon quisiera dejar esos encuentros fortuitos de lado, y realizar infinitas veces con Robb, lo que Lord Stark llama: "hacer el amor". Percibe patético su sentir, y tal vez debería dejar de envidiar aquella relación, pero en el fondo lo sabe, anhela poseer algo así. Cuando el invierno abandone, cuando su piel deje de ser tersa y se cubra de arrugas, desearía poder ser todo ello... finalmente.

Mucho más tangible que las suaves sonrisas que Robb le regala en las escasas noches compartidas, y menos como aquel efímero padecer que le sabe a amargura y desdicha.

Le gustaría que Robb no fuese completamente un Stark, sólo siendo enteramente suyo, yaciendo ambos, para poder hacer ese amor que tanto profesan aquellos expertos en el arte.

En el fondo, quiere que algo perenne. Todo le resulta amargo, así, como su existencia.

A la mañana siguiente, cuando marche finalmente al muro, Jon sabrá que allí, tal vez lo único constante en su vida, será el invierno eterno.


Lo que quiere decir realmente la sinopsis: "Tanto rapidín aburre".