N/A: Esta historia está inspirado en una serie juvenil que se emitió hace algunos años en mi país. Es un universo alterno, en donde los personajes de Avengers, Thor entre otros del universo Marvel, serán participe de una entretenida, romántica y, a veces, dramática historia adolescente.
Disclaimer: Los personajes pertenecen a Marvel & Disney © No tengo fines de lucro.
Divided
Capítulo 1. ¡No nos separarán!
Tony Stark corría con la mayor rapidez que sus piernas le permitían alcanzar, iba retrasado, pero no se apresuraba porque le interesara llegar a tiempo, tampoco lo hacía porque le preocupase ser tan irresponsable en su primer día de clases, si corría a esa velocidad y con semejante intensidad, era por el simple motivo de no querer perderse la llegada de los alumnos nuevos, alguien debía encargarse de molestarlos y, ese alguien, claramente debía ser él. Además, tampoco podía perderse el tradicional e infaltable discurso del director de la preparatoria, Nick Fury, quien parecía tener un don especial para sorprender a sus alumnos con medidas exageradas y psicóticas, pues según su criterio, aquellas medidas incentivaban el orden y la buena disciplina. Eso a Tony le provocaba mucha risa, después de todo, Fury debía detestarlo, él representaba justo eso que el director no deseaba que sus alumnos fuesen, era un ejemplo claro y un reflejo perfecto de rebelión e insolencia, alguien que parecía tener por pasatiempo el hecho de joder constantemente a sus maestros.
Estaba seguro de que si no fuese hijo de un hombre sumamente influyente y poderoso, tanto Fury como todos sus maestros hubiesen prescindido de él sin dudarlo.
Llegó a la entrada principal del bachillerato, y con pesar comprobó que sus sospechas habían sido certeras, las puertas de la entrada estaban cerradas.
Mierda, ¿ahora cómo diablos entraría?
Sabía que la escuela solo poseía esa única entrada para los alumnos, pero también estaba seguro de que existían otras vías de acceso.
Arrugó el entrecejo, debía apresurarse, todo parecía indicar que el director estaba comenzado a dar su estúpido y tradicional sermón, su voz autoritaria ya hacía eco en los alrededores, pues lograba distinguirse con claridad a través de los parlantes.
Al demonio, pensó sonriendo con descaro, haría lo más simple… si quería estar presente en la ceremonia, definitivamente tendría que hacerlo por las malas, a final de cuentas, el director no iba a dejarlo entrar una hora más tarde el primer día de clases, eso era un hecho.
No lo sopesó por más tiempo, comenzó a escalar por uno de los muros de la escuela y sin mayores dificultades consiguió adentrarse. Para su suerte, nadie le vio. Retiró el rastro de polvo que había quedado sobre sus prendas y de manera rápida se aproximó hacia el patio principal, lugar en donde Fury se dirigía a todos sus compañeros.
—La preparatoria S.H.I.E.L.D. les da la bienvenida, deseamos iniciar este nuevo ciclo académico con la mejor disposición. Como siempre, la escuela pondrá énfasis en formar hombres y mujeres capaces de aportar lo mejor de sí mismos para el desarrollo social del país, porque precisamente son ustedes quienes...
Interrumpió sus palabras mientras posaba la vista sobre aquel muchacho, el inquieto hijo de Howard Stark hacía una entrada triunfal y escandalosa, pues se daba tiempo de interrumpirlo mientras saludaba a todos sus amigos y conocidos. ¿Qué demonios le pasaba? ¿Acaso no conocía la palabra respeto?
Solo él y sus pensamientos más macabros sabían lo mucho que deseaba abofetearlo, ese niño mimado era un demonio disfrazado de adolescente y necesitaba un correctivo con urgencia.
—¿Puedo continuar, Stark? —Preguntó, irónico.
—Por supuesto —respondió con el mismo tono de voz.
Fury frunció el ceño, comenzaba a creer seriamente que ese chico había nacido con la misión de fastidiarlo, pues ahora se tomaba una fotografía junto a sus compañeros de salón, quienes no titubeaban en seguirle el juego y posaban junto a él sin reparar en todo el alboroto que estaban generando.
—Bueno, iré directamente al grano. Supongo que muchos de ustedes ya están enterados de lo que sucedió el año pasado, específicamente con un grupo de alumnos de último semestre. —Con aquel comentario volvió a capturar la atención de los estudiantes. Varios murmullos comenzaron a manifestarse —. En fin, para que esos desagradables acontecimientos no vuelvan a ocurrir, pero sobre todo, para que ustedes no se distraigan en sus labores académicas, les comentaré que a partir de este año nuevas normas se han añadido al reglamento interno de la escuela.
La orientadora y consejera estudiantil Frigga observó sorprendida al director, ella no recordaba que él les hubiese mencionado nuevas reglas en la reunión que hace pocos minutos habían sostenido en la recepción. Pues previo a la apertura de clases, Fury se reunió con todos los docentes, pero en ninguna instancia les había platicado sobre eso. De hecho, no había mencionado nada nuevo. Bruce Banner, profesor de ciencias, intercambió una mirada rápida con su colega Frigga, realmente, ninguno de los dos entendía a lo que se estaba refiriendo.
Antes de continuar, Fury tragó una cantidad de aire considerable.
—A partir de estos momentos, hombres y mujeres quedarán separados en toda actividad que se realice dentro de esta preparatoria.
Luego de oír semejante información, todos lo presentes —tanto maestros como estudiantes—, abrieron sus bocas en forma desmedida. Simplemente no podían creerlo.
Los abucheos y manifestaciones de disconformidad no se hicieron ausentes. Sabían que Fury no estaba bromeando y que por muy descabellado que sonase, la división de la preparatoria era algo completamente cierto.
El inspector del instituto y asistente personal de Fury, Phil Coulson, intentó hacer todo lo humanamente posible por silenciar a la manada de estudiantes que bramaban furiosos.
Darcy Lewis, una de las alumnas nuevas, se llevó ambas manos a la cabeza, no entendía nada de lo que estaba sucediendo, solo deseaba que las palabras del director no fuesen más que una broma de mal gusto. Pues venía de una escuela única y exclusivamente para mujeres y no le agradaría continuar en la misma temática.
—Por favor, por favor díganme que esto no es verdad —musitó, mientras miraba a sus amigas Natasha Romanoff y Pepper Potts, ambas chicas se relacionaban con los directivos del bachillerato, la primera era sobrina de Nick Fury, mientras que la segunda, tenía por tutora legal a la mismísima Frigga.
—Tranquila, debe ser una mala broma de Fury —explicó la muchacha de apellido Potts, enfocó sus orbes azules sobre Natasha—, ¿verdad que sí?
La pelirroja negó con la cabeza.
—No lo creo, mi tío estaba muy convencido de lo que decía…
—Entiendo que estén sorprendidos con esto —añadió el director, en tanto retomaba la palabra—, pero después de realizar un exhaustivo análisis de los acontecimientos y teniendo en cuenta que muchos de los implicados en esos desagradables sucesos todavía se encuentran entre nosotros, es que hemos llegado a la conclusión de que esta medida es lo más apropiado para todos.
Una de las alumnas del décimo grado, cuyo nombre era Sigyn, tragó saliva y con nerviosismo se pasó una mano por el rostro. Solo quería salir corriendo de ahí.
Natasha se volteó y miró a su novio con gesto interrogante, Clint Barton, presidente de la asociación estudiantil del bachillerato, le devolvió la mirada.
—¿Sabías algo? —inquirió ella.
Clint la miró con el entrecejo arrugado, lucía ofendido y, ante todo, desconcertado.
—Por supuesto que no, me estoy enterando en este instante al igual que todos. Tú deberías saber, Nat, es tu tío, ¿no?
—Sí, pero él nunca me habló de esto —replicó, enfadada.
—Quiero anunciarles oficialmente la división del instituto en dos establecimientos separados —todos miraban expectantes al director—, uno será para hombres y otro para mujeres. Eso es todo, agradezco vuestra atención.
Steve Rogers presenció en silencio la enorme ola de gritos y silbidos que sus nuevos compañeros comenzaron a emitir. Era su primer día de clases en aquel bachillerato, no conocía a ninguno de esos chicos que vociferaban exaltados, pero les comprendía. En su opinión, el enfado y la rabia que sentían estaban totalmente justificados, honestamente, eso de que la preparatoria estuviese dividida por sexos le resultaba sumamente absurdo, pero a diferencia de sus compañeros, no podía darse el lujo de reclamar y protestar. Era un alumno becado y si quería conservar aquel beneficio, definitivamente comportarse como un rebelde emancipado era algo que tenía prohibido. Más aún cuando su padre era el conserje de la escuela, cualquier estupidez que cometiera repercutiría en su progenitor y claramente no deseaba que algo así ocurriese.
Jane Foster, Pepper Potts y Darcy Lewis provenían de una escuela privada que era exclusivamente para mujeres. A sus dieciséis años, jamás habían compartido instituto con chicos, pero eso cambió cuando Natasha les habló de su escuela, cuyo director era nada más y nada menos que su tío, aquel detalle entusiasmó de inmediato a las jovencitas, quienes con afán de estar juntas y de comenzar a relacionarse con muchachos, no titubearon en cambiarse a la prestigiosa preparatoria S.H.I.E.L.D. Aunque claro, ahora se arrepentían de haberlo hecho, jamás imaginaron que el señor Fury establecería una norma tan radical justo el año en que ellas ingresaron.
Pepper se acercó hacia donde estaba Frigga, su tutora legal y quien le daba hospedaje en su casa. Tenía confianza con ella e incluso la consideraba una madre, llevaba más de tres años viviendo junto a la amable mujer y sus dos hijos, realmente agradecía que Frigga se hubiese hecho responsable de su persona luego del fallecimiento de su madre.
—Por favor, Frigga, intenta hablar con Fury, tú podrás conseguir algo, él te escuchará —argumentó la joven, al tiempo en que la miraba de manera suplicante.
La fémina asintió con un movimiento de cabeza. Notó que el director estaba dispuesto a distanciarse del podio y no demoró en acercarse a él.
—Nick, por favor detente, tenemos que hablar.
Natasha también se unió a la conversación que Nick aparentaba a todas luces no querer tener.
—¿Tío, por qué no me hablaste de esto? —intervino su sobrina. El mencionado suspiró con agobio.
—No voy a discutir contigo este asunto, mucho menos aquí, Natasha.
La pelirroja frunció el ceño.
—¡Es que no ves lo ridículo que es!
No le importó alzar la voz, estaba molesta y no deseaba ocultarlo. Sentía que el esposo de su tía estaba sobrepasando todos los límites y alguien debía decírselo.
—Romanoff, lo hablaremos más tarde —sentenció, mirándola duramente con su único ojo.
Natasha detestaba ese tono de voz, sabía que cuando su tío hablaba de esa forma, intentar entablar una conversación con él sería algo completamente imposible, cuando su tío la llamaba «Romanoff» aquello era indicio de que estaba sumamente enfadado.
Giró sobre sus talones y sin poder ocultar su impotencia, comenzó a distanciarse.
Odín, profesor de matemáticas, se arrimó en compañía de sus colegas hacia el lugar en donde se encontraba el director, quien —al verse rodeado por todos los docentes de la escuela—, no hizo nada más que suspirar con cansancio y fastidio.
—¿No crees que deberíamos analizar esto entre todos, Nick? —sugirió Banner.
—No hay nada que analizar, es evidente que es una decisión errónea —acotó Frigga, abrió ambos brazos apuntando al eufórico alumnado—, ¿así es como quieres ver a tus alumnos?
—Basta, no voy a discutir mis decisiones en público, lo haremos de modo privado. —La rubia rodó los ojos, en tanto Fury hacía un gesto de manos y llamaba a su asistente —. Coulson, prepare mi despacho para una reunión. Y haga que todos los alumnos vayan a sus respectivos salones de clase. Ahora.
Sin perder tiempo, Phil acató el mandato y con la mayor eficiencia que pudo, comenzó a exigirle a los alumnos que hicieran lo solicitado por su jefe, pero ninguno de esos jovencitos se mostraron alarmados o intimidados por las ordenes del director, pues solo se limitaron a ignorarlo.
Tony sonrió burlesco al ver la angustia en el rostro del inspector.
—¡Silencio! ¡El señor Fury fue lo suficientemente claro, los quiere ahora mismo en sus salones de clase! —dictaminó, alzando excesivamente su tono de voz.
—Está bien, está bien, pero no es necesario tanto chillido —musitó Stark, mientras llevaba una mano a su cabeza y gesticulaba una mueca de desagrado. Tomó como nota mental no beber en exceso si a la mañana siguiente debía ir al bachillerato—. ¿Lo que dijo Fury va en serio?
—Todo lo que se habló va en serio, Stark.
Thor, hijo de Frigga, quien escuchaba la conversación de su compañero y Coulson decidió intervenir.
—Esto es muy injusto, no pueden separarnos así como así.
—Estoy de acuerdo con el doradito —apuntó el millonario.
—Alumnos, lo diré por última vez, diríjanse a sus respectivas aulas.
Sharon Carter, amiga de Sigyn y Sif las miró a ambas con expresión de histeria. Acababa de escuchar al inspector Coulson decir claramente que las palabras de Fury no eran una simple advertencia.
—Estamos jodidas —le dijo a su amiga. Sif negó con la cabeza.
—No podemos permitir que esta medida desquiciada se concrete, yo no puedo estar sin la compañía de Thor en los recesos.
La joven de cabellera negra, mantenía un noviazgo con Thor, estaban por cumplir un año de relación, no se separaban en casi ninguna instancia del día y, precisamente por eso, estaba aterrada. No le agradaba en lo absoluto saber que no podría convivir con él de la misma forma.
Sigyn las escuchó en silencio, se apartó lentamente de sus amigas y se arrimó al grupo en el cual conversaban Natasha, Darcy, Pepper y Jane.
—Natasha, habla con ese loco que tienes por tío. —Se llevó uno de sus rebeldes risos rubios detrás de la oreja y con angustia cogió una de sus manos—, no puedes dejar que se salga con la suya.
—Eso es precisamente lo que pienso hacer, pero necesito tiempo.
—Al carajo el tiempo —intervino Darcy—; esto lo solucionaremos ahora.
Sin importar que Coulson aún siguiera presente, la castaña de apellido Lewis se encaminó hacia el podio que irónicamente Fury había utilizado. Pepper y Jane corrieron tras ella, conocían a su amiga y sabían que era una impulsiva por excelencia. Simplemente no podían dejarla actuar sola.
Intentaron detenerla, pero la muchacha de anteojos no se molestó en escucharlas, sencillamente acercó sus labios al micrófono y con decisión comenzó a hablar.
—Hola, ¿se escucha? —captando rápidamente la atención de toda la escuela, la voz de la chica se escuchó a través de los parlantes. La multitud de estudiantes no dudaron en contestar un efusivo «sí». Respuesta más que suficiente para Darcy, quien sonrió con amplitud antes de proseguir—: Me presento, soy Darcy Lewis, alumna nueva de esta preparatoria y no estoy de acuerdo con las medidas que se acaban de dictaminar. No podemos permitir que nos separen de esta forma, no es justo.
Todos estuvieron de acuerdo con ella y con aplausos masivos se lo dejaron en claro.
—¡No nos separarán! —Exclamó, incitando a que toda la multitud la siguiera vociferando exactamente lo mismo —. ¡No nos separarán!
Jane, Pepper y Darcy comenzaron a saltar siendo seguidas en poco tiempo por la mayoría de sus compañeros. De pronto todo el patio se inundó de gritos en contra de la polémica medida impuesta por el director.
.
.
La madre de Thor siguió los pasos de su superior. Ambos se adentraron a la oficina de este último y, en poco rato, fueron seguidos por Odín, María Hill, la estricta profesora de filosofía, y también por Bruce Banner.
—Los muchachos no tienen ninguna intención de entrar a sus clases —comentó Frigga, al tiempo en que echaba un vistazo por la ventana y oía con claridad la voz de su querida Pepper gritando a viva voz que «no los iban a separar».
—No creas que no me esperaba una reacción así. Lo mejor será calmarnos, confío en que los alumnos por sí solos comprenderán que esto lo hago por su bien y el de toda la preparatoria.
Fury tomó asiento en la cómoda silla que había tras su escritorio.
—¡Te has vuelto loco, Nick! —comentó la rubia, abrió sus orbes verdes de par en par—, disculpa que te lo diga, pero no puedes tomar medidas tan extremas, tan pasadas de moda y tan… arcaicas.
Suspiró, apoyándose en el respaldo de la silla. No solo debía soportar a una manada de adolescentes indisciplinados, sino que también ahora debía lidiar con profesores de espíritu bohemio y revolucionario.
—Se supone que esta preparatoria es una escuela mixta. No tiene sentido que separes a los chicos cuando estamos pretendiendo enseñarles a convivir juntos.
—Bruce tiene razón.
—A mí me parece que por muy sorpresivas que sean estas medidas, nuestro deber como profesores es apoyar al director —opinó María Hill.
Tanto Bruce como Frigga rodaron los ojos.
—Sí, linda, pero también nuestro deber es aconsejarlo cuando está equivocado —debatió la mayor de las féminas. Una vez más enfocó su atención en el hombre de un solo ojo—. Nick, esta preparatoria fue fundada con principios de convivencia entre hombres y mujeres, ¿lo sabes, no?
—Sí, lo sé.
—¿Entonces por qué vas a separar a los muchachos de esa manera? —Le preguntó, sin comprender el porqué de su decisión.
—Después de lo sucedido el año pasado con esos alumnos, me veo en la obligación de tomar precauciones.
La mujer frunció el ceño, ahora que lo mencionaba, ella no sabía qué había ocurrido el año pasado como para que Fury fuese tan estricto y contundente.
—¿Por qué no me dices de una vez por todas qué fue lo que sucedió?
Fury carraspeó con nerviosismo, se puso de pie y se quedó en esa posición sin saber realmente qué contestarle.
—Lo que pasó fue, fue… En realidad es un tema muy delicado —se interrumpió así mismo—, de todos modos, este no es un buen momento para conversarlo.
Unos toques sobre la puerta fueron suficiente para interrumpirle, Fury agradeció aquello, pues no le daba gusto platicar sobre aquel incidente, si de él dependiera, desearía que esa verdad nunca fuese descubierta, cada vez que alguien hablaba sobre eso, su reputación como directivo del establecimiento pendía de un hilo. Por ahora tan solo debía orientar su labor a mantener ciertas distancias entre los estudiantes, para prevenir que algo similar a ese innombrable suceso volviese a repetirse.
Tras la puerta estaba Coulson, quien se introdujo en la estancia bajo la atenta mirada de todos.
—¿Ya se calmaron? —averiguó el director.
—Todo lo contrario, señor. Los compañeros de su sobrina están creando conflictos, sería pertinente que usted se ocupara de ellos.
Sin más diálogos, Fury salió de su despacho, se encaminó nuevamente hacia el patio y apenas llegó se quedó impactado. Era realmente impresionante lo que esos chicos podían hacer, pues en evidente señal de protesta, varios de los varones, incluidos Tony Stark y Thor, se habían puesto las faldas y vestidos de alguna de sus compañeras, ellas por otro lado hacían lo mismo, pero a la inversa, vestían con las camisas y pantalones de sus amigos.
Todo ello —por supuesto—, con el único objetivo de revelarse ante él y demostrarle que no pretendían rendirse.
Arqueó una ceja mientras se paseaba frente a ellos, si pensaban que haciendo semejante niñería lograrían hacerlo cambiar de parecer, estaban muy equivocados.
Tuvo que tragarse su expresión altanera en cuanto su mirada se clavó encima del rostro de Natasha. Nunca imaginó que su propia sobrina fuese capaz de hacerle eso, podía esperarlo de cualquier estudiante, pero no de ella.
Natasha captó su desconcierto y con orgullo le regresó la mirada. Sabía que su tío estaba sufriendo al verla vestida de hombre, pero no le interesaba. En esa lucha estaba del lado de sus compañeros y aunque quisiera a Nick Fury como el padre que jamás tuvo, no pensaba apoyarlo con esa decisión estúpida de dividir la escuela.
Fury fue el primero en apartar la mirada, regresó en sus pasos y con evidente fastidio se acercó a sus colegas.
—Bruce —el aludido le miró—, hazte cargo.
—¿Yo? ¿Por qué?
—¡Solo hazlo! —espetó con molestia—. Es una orden.
Sin agregar nada más, Fury comenzó a alejarse, sin embargo mientras lo hacía, escuchó con el claridad como los alumnos vociferaban el ya clásico «¡No nos separarán!».
El profesor tomó el micrófono.
—Chicos, ya fue suficiente… cámbiense de ropa y diríjanse al salón —profirió con seriedad.
Pero la única respuesta que recibió por parte de los estudiantes fue un rotundo «No».
Suspiró y procuró no perder la paciencia, debía recordar que él también había sido un adolescente.
—Si siguen actuando de esta manera, lo único que conseguirán será que tomen medidas más drásticas. Por favor, vayan a sus salones.
Obtuvo la misma respuesta que antes.
Bruce dejó el micrófono a un lado y aumentó la proximidad con los muchachos, quienes saltaban y gritaban decididos a no ceder.
—Silencio —solicitó, encargándose de usar un tono de voz severo que por suerte le funcionó. Finalmente los chicos se callaron y obedecieron—. Bien, ¿qué es lo que quieren hacer? ¿Quieren estar todo el día aquí? Vamos chicos, sé que no son tontos e irracionales, esta actitud solo va a perjudicarlos a ustedes. Vayamos al salón y discutámoslo como personas normales.
—Si el director no quiere negociar, entonces nosotros tampoco —replicó Darcy.
Banner se llevó unos dedos al puente de su nariz, meditando la situación.
—Muchachos, si no me obedecen yo también tendré problemas. Por favor, tan solo háganlo por mí.
Apeló a las emociones, sabía que los alumnos lo querían y tenían cierta debilidad por él, al menos quienes ya le conocían. Bruce siempre procuraba ser un profesor atento, les ayudaba en todo lo que estuviese a su alcance y lo hacía cada vez que alguno lo necesitase. Esperaba que en esos momentos, aquello tuviese un poco de validez, porque en verdad, no deseaba tener problemas con Fury por eso.
Sonrió complacido cuando los chicos se comenzaron a dirigir a sus respectivos salones. Al menos a él aún le tenían afecto.
.
.
Una vez estuvieron instalados en el aula de clases, el profesor Banner estuvo dispuesto a dialogar con ellos y escuchar lo que tenían que decir.
—Profesor, esta medida es muy injusta para nosotros —declaró Thor—, al menos yo no entiendo nada, ¿cuál se supone que es el motivo para dividir la preparatoria por sexos?
—Así es, Thor tiene mucha razón… es una injusticia que nosotros tengamos que pagar por las malas acciones que supuestamente ocurrieron con aquellos alumnos que nombró el director. Es más, ni siquiera sabemos qué fue lo que pasó —mencionó Sif.
—Estoy tan confundido como ustedes —admitió Bruce—, pero ya saben lo que pienso. Las cosas se solucionan conversando. No estoy defendiendo a Fury, pero ponerse a gritar o intercambiar prendas de vestir, tampoco es forma de arreglar algo.
—¿Pero qué es lo que conversaremos? Si una persona está tomando una medida tan arbitraria como esa, es evidente que no tiene deseos de dialogar ni de ser democrático —espetó Darcy, estaba muy furiosa y se vio en obligación de intervenir. Se puso de pie y con ello nuevamente se ganó la atención de los presentes—, soy nueva en este instituto, todavía no sé muy bien cómo funciona, pero estoy segura de una cosa, esto es una violación a nuestros derechos y como alumnos no lo podemos permitir.
Por segunda vez sus compañeros la aplaudieron, la jovencita de apellido Lewis acababa de exponer lo que la gran mayoría pensaba y valoraban bastante la sinceridad con la cual era capaz de expresarse. El maestro la miró sorprendido, esa chica tenía una personalidad explosiva y llamativa, no tenía pelos en la lengua y exponía sin titubear su opinión, algo que él, personalmente admiraba en las personas.
—Los entiendo chicos, pero para que esta conversación sea seria, podrían algunos comenzar por cambiarse de ropa, ¿no creen?
—¿Por qué? —cuestionó Tony fingiéndose indignado, pues aún llevaba puesta la falda de Sharon Carter—. Yo ya me había acostumbrado a sentir el aire en mis bo…
—Cállate, Stark —Chilló Sharon, en tanto lo golpeaba.
Todos rieron divertidos ante la escena. Quizás no habían conseguido nada durante el primer día de clases, sin embargo, tenían en claro una cosa. De ahora en adelante y costase lo que costase, debían luchar por sacar adelante sus ideales.
.
.
Ingresó a su cuarto y con molestia aventó su mochila al piso. Estaba muy enfadada con su tío, no porque este se negó a conversar con ella en la mañana, el motivo de su enfado era otro, precisamente que esa estúpida decisión de separar la escuela haría que el odio a él se incrementase al doble. Natasha conocía a la perfección lo que pensaban sus compañeros respecto a Fury, aquello le molestaba porque su tío no era el monstruo que ellos pensaban y aunque apoyase la causa de oponerse a la división de la preparatoria, eso no quería decir que le agradase que todo mundo hablara mal del hombre a quien consideraba un padre.
Se sentó sobre la cama y trató de relajarse.
Tanto fue el alboroto producido esa mañana que ni siquiera tuvo tiempo para conocer al chico nuevo, aquel muchacho rubio que acababa de integrarse a la preparatoria. Los demás decían que se llamaba Steve y que era hijo de Joseph Rogers, el conserje de la escuela, un señor que personalmente respetaba y quería en profundidad, pues lo consideraba un hombre de bien, sin mencionar que había dedicado su vida entera a velar por la seguridad del bachillerato, llevaba años desempeñándose laboralmente bajo subordinación de su tío y en aquel periodo de tiempo se había formado una respetable relación entre los dos. Factor que sirvió para que el director le otorgara una beca a su hijo.
Natasha se tumbó sobre el colchón. No sabía por qué, pero ese muchacho le resultaba familiar.
No podía negar que durante la ceremonia en la escuela, se había sorprendido a sí misma con la vista clavada en la figura del rubio, algo que realmente la impactaba... pues tenía un novio que fácilmente pudo haberla descubierto in fraganti.
Dejó de pensar en eso tan pronto como Nick Fury se adentró a su cuarto. Rápidamente se incorporó y desde su cama le miró.
—Natasha, entiendo que estés molesta —habló, acercándose a ella—, pero te pido que te pongas un minuto en mi lugar. Me he visto obligado por las circunstancias a tomar las medidas que estoy aplicando.
—¿Y cuáles son esas circunstancias? —le cuestionó, mientras arqueaba una de sus cejas y le observaba con atención.
—¿Acaso te parece poco el alboroto que ocasionaron hoy? —La estudiante rodó los ojos—. No encuentro palabras adecuadas para explicar el dolor que sentí al verte vestida de hombre. Me duele que solo lo hayas hecho para contradecirme… me sentí muy humillado.
Fury detuvo sus palabras siendo incapaz de continuar con eso. Por muy estricto y duro que se viera en el exterior, en el fondo le afectaba no tener apoyo de absolutamente nadie más que María Hill.
—Tío, lo que ocurrió esta mañana lo provocaste tú.
El director se sentó en la cama.
—¿Acaso crees que me gusta ser el ogro de esta historia?
—¡Precisamente por eso! Debes caer en cuenta de que eres el único que puedes detener esto. Si realmente quisieras ponerle fin al problema, tan solo lo harías…
—¿Si yo quisiera? —preguntó, irónico—. No se trata de querer, son medidas que ya están tomadas y aplicadas. No puedo ser tan poco serio y llegar a la mañana siguiente diciéndole a todos que mi sobrina favorita se enfadó conmigo por ello, así que olvidaremos todo lo dictaminado.
Romanoff se cruzó de brazos. Quisiera entender aunque fuese por un segundo los porqués de la decisión de su tío, ¿qué tan grave había pasado para que varones y damas no pudiesen estar juntos en un mismo sitio?
A juzgar por la actitud de su tío, era muy probable que no pudiese conocer esa respuesta.
—Si me quisieras tanto como dices, deberías terminar ya con tu capricho de separarnos. La más perjudicada con todo esto soy yo. Todo el mundo me mira mal y me piden que te haga entrar en razón. En verdad estoy harta…
—No me manipules —le advirtió, apuntándola con su dedo índice.
—Pero...
—Eres como la hija que nunca tuve y lo sabes, pero ten consciencia de que cualquier cosa que hagas de ahora en adelante me va perjudicar, y no solamente como director de la preparatoria, sino que también como tu tío. Así que por favor, espero no volver a verte en circunstancias como las de hoy.
La de cabellera rojiza sonrió sarcásticamente.
—Y luego dices que la manipuladora soy yo.
Nick exhaló el aire de los pulmones, preguntándose internamente que qué momento de su vida había decidido educar adolescentes...
Seguramente cuando era tan subversivo como ellos.
El teléfono móvil de la jovencita comenzó a sonar y Natasha rápidamente lo cogió, sonrió al ver de quien se trataba.
—¡Hey!
—¿Quién es? —interrogó Fury.
—Pepper —respondió con simpleza. Observó al hombre en frente de ella y con un gesto de manos le pidió que abandonase la habitación. Sin embargo, Fury no lo hizo—. Necesito platicar en privado con ella, me puedes dejar sola.
Lleno de indignación, dirigió sus pasos hacia la puerta y finalmente salió. Aunque de igual forma, Natasha le siguió, se aseguró de que su tío se alejase lo suficiente y con rapidez volvió a llevarse el celular al oído.
—Pepper, ya estoy sola.
.
.
—¿Recuerdas lo que hablamos hoy? Bueno, se lo acabo de comentar a las chicas.
En casa de Frigga, se encontraban Jane Foster y Darcy junto a Pepper, las tres jovencitas mantenían sus cabezas pegadas al celular de su amiga mientras escuchaban con atención las palabras de la pelirroja.
—Pregúntale si consiguieron algún lugar —siseó Jane.
Loki, hijo de Frigga y hermano menor de Thor, frunció el ceño al encontrarse con las tres chicas en el pasillo de la segunda planta de su casa. El joven de tez pálida y profundos orbes verdes les miró con intriga mientras levantaba una de sus cejas. ¿Qué demonios hacían esas tipas ahí? Nunca había conseguido llevarse bien con la custodiada por su madre, Pepper Potts le parecía una intrusa que lo único que hacía era invadir su hogar, era alguien con quien realmente jamás iba a congeniar, pues pese a llevar más de dos años conviviendo con ella, Loki sentía que no la conocía... aunque no le sorprendía, él no se llevaba bien con ninguno de sus estúpidos e inmaduros compañeros, y esa chica no sería la excepción.
No entendía cómo es que su torpe hermano Thor la considerara y hasta llamara «hermana», pero en realidad Loki si lo entendía, ambos rubios eran de la misma calaña...
Inmaduros y superficiales.
Al menos agradecía que en esos momentos Thor no estuviese en casa, de lo contrario, podría apostar su vida a que el muy idiota estaría haciéndose el galán con las acompañantes de Potts.
Sentía repulsión con solo imaginarlo.
Pepper notó la manera en que el chico de cabellos oscuros le miraba y no pudo evitar alarmarse. En otras ocasiones, él ya la había delatado con Frigga, pues cada vez que la descubría haciendo planes con sus amigas iba corriendo a contárselo. Frunció el ceño concentrando su mirada en el rostro del petulante muchacho.
—Dame unos segundos, Nat.
Loki disminuyó la distancia que los separaba. Se apoyó cómodamente en una de las paredes y con gesto burlesco la enfrentó. No se molestó en saludar a las patéticas amiguitas de Potts, ni siquiera las conocía y no le interesaba hacerlo, estaba seguro de que eran otras tipas tan banales como ella.
—Loki, ¿te puedes ir? —El joven sonrió de medio lado—, no sé si lo notaste, pero estamos hablando por teléfono.
—Oh en serio, no lo había notado —contestó, irónico—, supongo que es una conversación muy privada, ¿no?
—Eso a ti no te importa —farfulló la adolescente.
—Claro que me importa, tu vida es muy interesante —refutó, sin dejar de lado el sarcasmo.
No articuló nada más, solo se alejó y a medida en que lo hacía, escuchó como una de las amigas de Potts comentaba lo insoportable que era. Cosa que le causó gracia, amaba no ser del agrado de nadie.
Sin embargo, repentinamente decidió frenar sus pasos, pues antes de alejarse por completo, Loki tuvo una idea brillante.
Tal vez, oír de qué hablaba Pepper con Romanoff sí podía serle de utilidad.
Con la mayor cautela que pudo, logró ocultarse en el cuarto de Frigga, apegó su oído a la puerta y procedió a escuchar lo que esas tipas planeaban.
—¿Qué me decías? —retomó Pepper—, sí… está bien, me parece una perfecta idea. Correcto, dame la dirección.
Fue por una hoja, sacó un lápiz de su escritorio y comenzó a registrar la dirección que Natasha le indicaba.
—¿Con bikini? —miró a sus amigas y las tres sonrieron entusiasmadas. Al parecer las cosas se pondrían bastante buenas—, ¿y eso es en la casa de quién?
Esperó a que la pelirroja le respondiera, pero cuando oyó la contestación quedó igual de intrigada que antes.
—Ok, entonces nos veremos en casa de ese chico.
—¿Y? —averiguó Darcy.
—Tenemos una junta con nuestros compañeros en casa de un tal… Tony Stark, básicamente para saber cuáles son los planes a seguir, no sé cómo lo haremos, chicas, pero no dejaremos que Fury nos gane —les informó Pepper, al tiempo en que formaba una enorme sonrisa en los labios.
Sin saberlo y de manera irónica, Loki realizó exactamente el mismo gesto.