Disclaimer: Los personajes y menciones pertenecientes al Universo HP son propiedad de J. K. Rowling, no son míos, solo los tomo prestados para presentar esta historia que es de mi autoría.

Nota de autora 27.05.2017: estoy editando la historia, arreglando acentos y formatos. La historia se mantendrá EXACTAMENTE COMO ESTA.

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I. Palabras Prestadas

¿Cuándo había sido la última vez que había hablado con alguien del mundo mágico? ¿Hacia cuánto tiempo no intercambiaba correo con sus amigos? Si sus cálculos no le fallaban, y estos lamentablemente no fallaron; hacia unos 5 largos años que no sabía nada de sus amigos. Quizás ya era hora de dejar de considerarlos sus amigos; ellos no estuvieron allí para ella. Ellos quedaron ciegos por la gloria y la fama; y ella simplemente trato de reunir fuerzas y continuar con lo que le quedaba de vida luego de la guerra. Una guerra que termino en victoria para el bando bueno, para los suyos. Pero que perdió más; y sufrió más. Ella sufrió. Sufrió muchísimo más. Cuando finalizo la guerra, cuando el ultimo clamor de la batalla se disipo; tomo lo necesario y salió en busca de sus padres.

¿Por qué no pidió a sus amigos que la acompañaran? ¿Por qué simplemente les dejo una nota? Tal vez fuera porque para cuando ella estaba partiendo, ellos eran foco de cámaras mágicas, de preguntas periodísticas, eran el centro del mundo; olvidando que su núcleo esencial, siempre había sido ella. Pero se ahorró aquello, y simplemente salió de la Madriguera con su bolso y su varita olvidada en algún rincón del mismo.

Tardo algunos días, en rastrear a sus padres; el haberles cambiado las identidades e instalarles la urgencia por conocer el mundo, los había llevado lejos de las costas británicas. Canadá. Olvido que era bruja, se sentía asqueada de aquel mundo paralelo; necesitaba normalidad, necesitaba silencio, y necesitaba a sus padres. El vecindario donde Vivian era sencilla, casas de dos plantas, con pequeñas cercas blancas y jardines delanteros cuidados. Pero en el jardín delantero de sus padres, la maleza crecía por aquí y por allá despareja; tratando de tragarlo todo a su paso. Su corazón se salteo un latido, dos; cuando comenzó a caminar por el pequeño camino de baldosas hacia el pórtico. Había levantado su puño para tocar la puerta, pues no había un timbre a la vista; cuando una voz a su espalda la sobresalto.

—Disculpe jovencita, si está buscando a la pareja que vivía aquí, lamento decirle que se marcharon— Le dijo una anciana mujer, vestida de oscuro.

— ¿Dónde han ido?— Pregunto Hermione, los labios de la anciana temblaron; y su mirada era triste cuando dijo.

—Fallecieron niña, tuvieron un accidente con el coche hace unos días.

Aun hoy podía jurar que esas últimas palabras le quemaban el alma y aporreaban su corazón. Recordó haberse sentado en la entrada de la casa, cuando la anciana se marchó; dejando que el día cumpliera su curso y la noche se abriera paso en el basto cielo. No lloró ese día. Ni los que siguieron, ni jamás. Pero es capaz de asegurar, que su corazón late más despacio, más lento, más pesado. Porque sabe que si hubiera llegado antes, ellos estarían a salvo. Porque si no se hubiera involucrado en la guerra, ellos estarían vivos. Porque si no hubiera aceptado su capacidad mágica. Ellos. Estarían. Vivos.

Pero no se engañaba. Ellos hubieran querido que ella estudiara en Hogwarts, que conociera a Harry y a Ron; que fuera su amiga, que luchara hombro con hombro con ellos por un bien mayor. Más eso no era consuelo, no era consuelo.

Tuve que recoger del suelo, los restos de mi vida, rearmarme y tomar una decisión.

Abandoné el mundo mágico para siempre, aquel día que salí de la Madriguera no lo supe; pero el camino se fue abriendo a mi paso, y poco a poco había más distancia entre aquella vida y la vida que debí haber vivido junto a mis padres. Ya no sé si estarían o no orgullosos, si lo comprenderían o siquiera si me apoyarían. Pero es que el dolor es tan grande; que no podría vivir en aquel mundo el cual salvé a costa de la muerte de mis padres. Y aunque no hayan muerto fruto de la guerra misma, fueron mis acciones, mi modo de protegerlos el cual les costó la vida. Y es imperdonable. En el mundo mágico la fama y gloria me aguardaban; pero ¿Por cuánto tiempo? No sería reconocida por mí, por mi mente; si no por mi ayuda para con el niño que vivió, y vivió (y asumo siguió viviendo). Nunca por mérito propio, nadie me señalara y dirá: "Oh es Hermione Granger. La chica que sacrificó la vida de sus padres por un mundo que la aberró desde siempre por ser hija de muggles." No. Gracias, pero no.

Empecé de cero; me instalé en la casa que mis padres compraron en Canadá, busqué un empleo flexible y con un sueldo que me alcancé; y comencé a estudiar, en dos años tenía 3 carreras universitarias en curso. Medicina, abogacía y psicología. Recuerdo que el primer año de cursada, era el bicho raro; pues pasaba todo el día yendo de clase en clase desde la primera clase del día hasta la última de la noche; y luego trabajaba como camarera en un concurrido pub del centro de Vancouver. Ya el segundo año, todos tomaban mi anormalidad como algo natural. Había hecho un par de amistades en las tres carreras. No Volví a utilizar magia. Mi varita quedo guardada, como un recordatorio de mi pasado en una estantería. En 5 años, no recibí un solo Patronus, o carta o nada de Ron o Harry. Yo tampoco traté de ubicarlos, por un lado prefería no hacerlo; ellos estaban en su mundo, a donde siempre pertenecieron, pero por otro lado me dolía. Me dolía en el alma pensar que jamás se preguntaron ni se esforzaron por encontrarme.

Aunque no tenía una vida social activa, por no decir que mi vida social se limitaba a las amistades de las carreras, o a los clientes recurrentes del pub; salí con varios chicos. Ninguno era Ron, ninguno se asemejaba a mi primer amor; y no me molestaba. Pero mis relaciones no prosperaban. Llegaban siempre a un punto muerto, un punto de no retorno; cuando no me entregaba como pedían, cuando no daba como querían, cuando ponía delante de mi muchos escudos para protegerme. Y es que inconscientemente, el miedo de la guerra se manifestaba en mi vida todos los días; cuando dormía, esas pocas horas de sueño entre trabajo y universidad, las pesadillas me asaltaban, el terror me agobiaba. No quería darme el lujo de entablar una relación seria y que por arte de magia, caput. Desapareciera.

Entonces, siempre volvía a mi mente el viejo director de Hogwarts; con su tupida barba grisácea por las experiencias sumadas, con sus ojos cansados tras sus lentes de media luna. Y siempre era la misma frase la que repetía; " No sientas pena de los muertos, sino de los vivos, y sobre todo de aquellos que viven sin amor. " Y lograba sentir pena por mí. Una pena horrenda, porque sabía que por más carreras que estudiara, o libros leyera, siempre había un vacío en mí; siempre faltaba algo.

En mis relaciones jamás sentí Amor real, y tampoco lo entregaba. No podía recordar cómo es que se amaba. Porque cada vez que trataba de evocar amor; mis padres serpenteaban por mi mente, como un recordatorio del amor que me fue arrebatado por los azares del destino. No quiero vivir sin amor; pero el miedo me paraliza, la inseguridad y el terror me desbordan. Amar es dar el poder para ser destruidos dicen; si yo me enamorara, en algún momento tendré que contar mi pasado, tendré que confesar que soy bruja, que puedo utilizar magia; que soy una estúpida heroína de guerra con más pena que gloria, que fui olvidada por quienes se decían mis amigos. No puedo. No puedo hacer eso. Y quizás no lo hubiera pensado nunca; quizás estas dudas jamás hubieran surgido en mi mente si no fuera por este sobre que sostengo en mi temblorosa mano.

Tendría que haberlo sospechado, aquella carta no venía en el correo por la simple razón que en lugar de estar en el buzón, estaba sobre mi escritorio, en mi habitación. Realmente no sé cuánto tiempo estuvo allí esperándome; no lo había notado antes, hacia días no dormía en mi habitación pues al dormir poco más de 3 horas por noche usaba el sillón del living. El papel del sobre era grueso, añejo, la magia latía en él. Pensé en tirarlo, quemarlo o dejarlo en algún cajón olvidado; pero no puedo, la curiosidad, mi curiosidad es mayor.

Rompí el sello de Hogwarts con recatada lentitud, retrasando el momento con agónica espera. Retiré la carta del sobre, y dejé el sobre en el escritorio, y sin mirar el blanco papel en mi mano, me senté sobre la cama. Sospechaba que era mejor estar sentada al leer lo que sea que esa carta dijera.

Estimada señorita Hermione Jean Granger;

Queda usted invitada, a la velada de recuerdo y memoria de la guerra contra el Lord Oscuro; conmemorando el 5to aniversario de la victoria del Niño que Vivió; como heroína de guerra e invitada de honor.

Se espera su presencia, el día 2 de Mayo a las 20hs en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.

Confirme asistencia respondiendo SI/NO tras esta misiva.

Directora; Minerva McGonagall.

Cada palabra era un puñal pulcramente escrito; siento mis ojos arder, pero no me voy a dar el lujo de llorar. No. Que McGonagall me recordara, no es como si todo pudiera ser salvado, hay aún mucho dolor. Y no estoy lista. No. No iré. En aquel mundo no hay nada para mí. Pero aún faltan 2 semanas para la celebración, sería demasiado apresurado responder ya. Y de todos modos no tengo tiempo; aun debo prepararme para mi turno de esta noche. Dejé la carta en el escritorio, al lado del sobre; y me encerré en el baño para prepararme. Es viernes una de las mejores noches del pub, las mejores propinas de la semana.

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Debía admitir que los muggles si sabían como divertirse; aunque no estaba asombrado de su ingenio e inteligencia, una cosa era trabajar con ellos y otra muy distinta salir de fiesta con ellos. Pero bien, los tiempos corren, las cosas cambian. Luego de la guerra el apellido de mi familia estaba más arruinado que la ruina misma. Cuando nos libramos de las condenas, por la ayuda de mi madre al cara rajada y porque no pudieron probar que de mi varita salió la maldición imperdonable.

Por eso, cuando terminamos de entregar Malfoy Manor al Ministerio para que lo convirtiera en un museo para la memoria y blablablá; mis padres se instalaron en su casa de Francia a tratar de sanar esas heridas que la guerra dejo en ellos. Se establecieron allí, y comenzaron desde cero, pocos sabían que eran los Malfoy aliados del Lord Tenebroso, que cedieron su mansión como cuartel para aquel genocida psicótico. Así que como único heredero, tuve que comenzar a hacerme cargo de los negocios de la familia; innovando e invirtiendo en empresas muggles, comencé de a poco, limpiando la fortuna familiar de las gotas de sangre que la guerra salpicó.

Primero invertí en un casino muggle en las afueras de Londres, en la primer semana duplicó la inversión; con aquel dinero invertimos en otro casino, en Barcelona, España; y así sucesivamente hasta que concretamos un difícil contrato con un casino de Canadá que aunque se venía abajo no quería una inversión por parte de mi empresa. Pero soy persuasivo, soy astuto, y soy una serpiente; por ende, supe exactamente de qué cuerdas tirar para que todo saliera según lo acordado.

En aquel negocio de invertir aquí y allá, y recibir más del doble de la inversión; comencé a sacar un porcentaje de aquellas ganancias y a donarlo en San Mugo y Hogwarts, como un benefactor anónimo. Quizás para todo el Londres mágico; mi apellido y reputación estuvieran arruinados; pero no para el resto del mundo. Por eso fue que me enfoqué plenamente en mi trabajo, aislándome de todo aquello que me recordara a la guerra; escribía a diario a mis padres, pero nunca volví a comer con ellos. Nunca me senté en una habitación con ellos a tomar el té; dentro de mí, sabía que no aguantaría. No quería verlos. Era por mi padre que había sido marcado; fue por mi madre y por protegerla que estaba a un paso de vender mi alma. Por ellos perdí a mi padrino, por ellos perdí la oportunidad de elegir realmente mi vida. Sé que si me paseara por el Callejón Diagon, seria señalado, apuntado y oiría los murmullos, porque para todos ellos yo era un cobarde mortifago de cuarta, una vil serpiente que prefirió huir con su familia que dar la cara en el momento final. Ninguno de ellos parece comprender que solo era un niño sin opciones, obligado por el miedo, bajo el yugo de un padre rígido, y una madre sin opinión.

Al comienzo, descubrí que si quería limpiar la fortuna de la que tanto me galardonaba de joven; debía cambiar mi apariencia, por alguna razón aquel detalle superficial llevaba a la desconfianza, y me cerró muchas oportunidades. Así que con un simple hechizo, oscurecí mi cabello, rubio platinado herencia de los Malfoy hasta que quedo de un tono negro, oscuro y penetrante. No cambie mis ojos, sentía que si los cambiaba perdería mi real esencia, mi vida y mi alma dejarían de pertenecerme. Simplemente cambiando mi cabello con una poción, y mi reflejo en el espejo me devolvía a un completo desconocido. Deje de usar el apellido Malfoy, y comencé a usar el apellido de mi madre. Era Draco Black para el mundo desde hacía aproximadamente 4 años. Evidentemente los muggles no conocían sobre la guerra que se había gestado años atrás; pero los magos, dispersos en distintos países conocían el apellido Malfoy y lo susurraban como si fuera pecado decirlo en voz alta. En cambio, el apellido de mi madre era difícil de asociar con la guerra, y yo podía pasar como un primo de aquel infame cobarde Draco Malfoy.

Pero aquí estaba. En un pub muggle, celebrando el cierre de contrato con el Casino Grand Vancouver de Canadá, bebiendo con dos de mis empleados muggles y mi amigo y abogado Theodore Nott; quizás el único contacto con mi pasado. Nott era un caso aparte, mago sangrepura; cuando finalizo la guerra comenzó a estudiar abogacía en una universidad muggle y se recibió con honores mucho antes que sus compañeros, siendo el más joven graduado en aquella institución educativa. Desde entonces sin nada que perder, se había mantenido a mi lado; ayudándome legalmente con los negocios muggles, y amasando una fortuna nada envidiable.

Estábamos sentados en uno de los apartados del pub. Habíamos comenzado la noche brindando con un champagne, y luego cada uno pidió su trago. Los muggles bebían cerveza negra, Nott había pedido una copa de vino tinto, y yo un escoces a las rocas. Los muggles del lugar estaban desparramados en grupitos, algunos en la barra, conversando animadamente, otros en la pista de baile; había parejas besándose, mujeres de todas las edades mostrando más piel que ropa, hombres actuando de galanes y ganadores. Cuando Nott sugirió la idea de celebrarlo a lo muggle, pensé en oponerme; pero cuando llegamos cambie de opinión. No era un gran lugar, dudaba de que los baños estuvieran limpios del todo, pero había mucha gente, cada quien en sus cosas.

Recordé entonces las palabras del fallecido Dumbledore, palabras que en los últimos 5 años trate de convertir en mantra para seguir adelante con este cambio: "Las personas no se dividen en buenos y en malos, todos tenemos luz y oscuridad en nuestro corazón, lo importante es que parte decidimos potenciar". Cuando me dijo aquella frase, no la comprendí. Porque en aquel entonces, para mí, por mi crianza las personas se dividían entre sangrepuras o sangresucias. A veces, luego de ver de qué me servía en el mundo real ser una sangre pura; sentía grandes deseos de volver en el tiempo y patearme el trasero para no cometer los mil errores que cometí. Pero no podía, y aunque pudiera probablemente no lo haría; aquello era parte de la madurez. Y yo había madurado. Prueba de eso era estar aquí sentado bebiendo una bebida muggle rodeado de muggles e invirtiendo dinero en ellos.

Uno de los empleados, Josh Matthews se llama; elevó su mano para pedir otra tanda de cervezas para él y Michael Linken mi otro empleado. Bebí el último trago de mi vaso, cuando la camarera se acercó para tomar el pedido; Nott me pegó una patada bajo la mesa y levanté mi mirada para maldecirlo, cuando mis ojos se toparon con alguien que no creí volver a ver.

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Buenas. Bienvenidxs a mi nuevo Fic. No tengo mucho para decir respecto a este proyecto, porque surgió de golpe y porrazo mientras laburaba y bueno, se planeó en 3 días y ya tengo varios capítulos adelantados por lo que esta historia se va a actualizar mucho más rápido que Maiastra. Probablemente se actualice martes y jueves.

Nos leemos el Martes!

Gracias

Maiastra.—