Disclaimer: Victorious y sus personajes no me pertenecen.
Lullaby
Well, I know the feeling
Of finding yourself stuck out on the ledge
And there ain't no healing
From cutting yourself with the jagged edge
I'm telling you that, it's never that bad
Take it from someone who's been where you're at
Laid out on the floor
And you're not sure you can take this anymore
La pequeña Victoria Vega de solo 7 años de edad estaba exhausta, pero se reusaba a irse a dormir sin terminar su libro.
Sabía que era una meta perdida. Iba a la mitad y por más que este tenía muchos dibujos y colores, no podría terminarlo para esa noche.
Miró el reloj de su mesa y como este aun marcaban las 2:35 am. Su padre se enojaría si la descubría aun despierta.
Un gran bostezo salió de su boca y sintió su mirada muy cansada. Ya había sido suficiente para ella.
Cerró su libro mientras acariciaba la imagen. Era la tercera vez que lo leía. Para una chica de su edad era aún difícil avanzar rápido en la lectura, pero estaba segura que había mejorado a pasos agigantados en este último tiempo.
"La Bella durmiente" leyó de nuevo el titulo mientras admiraba el bonito dibujo de la princesa.
La lluvia golpeando su ventana la hizo distraerse de la portada. Se puso de pie y se dirigió al mojado vidrio.
Podía ver como llovía a cantaros en Puerto Rico. La piscina mostraba la irregularidad de su superficie debido a las gotas que caían.
Su habitación estaba en el segundo piso y desde allí podía ver el patio de la Mansión Vega. Sus anaranjados tinglados y sus paredes color natural. A lo lejos se podía ver lo verde de la vegetación que rodeaba la casa, todo meticulosamente cuidado, y la carretera.
Recordó entonces que al día siguiente tenia escuela y debería viajar con Wally, su gracioso chofer. Podrían recorrer en el camino a Marissa y llegar antes. Quizás podrían ir a la sala de música y aprender más de majestuoso piano de su escuela.
Su padre puso al instante un piano en la sala en el preciso momento en que Tori le comento su interés… pero algo más tenía el piano de su escuela, algo especial… o quizás no era el piano, sino la amable profesora de música que siempre le sonreí y alentaba a seguir.
Los pensamientos de la pequeña se detuvieron al divisar unas luces rojas cerca del lago a un costado de su casa, entre la maleza que ya no les pertenecía. Dichas luces dejaron de verse al instante y otras del mismo color aparecieron al lado de la carretera, solo para desaparecer de nuevo.
La latina se quedó esperando a ver otra señal como esas, pero nada más paso.
Era típico en esos días ver luces de colores. Era 8 de diciembre, había armado el arbolito junto a los demás criados de la casa y su nana. Su padre había estado afuera todo el tiempo pero se les unió a la noche.
Si, ver luces de colores no era nada extraordinario y con un nuevo bostezo decidió que lo mejor era regresar a dormir.
Se metió entre sus sabanas y apago la luz dejo la luz del velador encendida, le temía a la oscuridad y a los monstruos que pudieran aparecer de debajo de la cama o en su armario. Aun creía fervientemente que la luz ahuyentaba a los seres de sombra…
… cuanto se equivocaba.
Sus ojos se abrieron al tiempo que sus oídos sentía el zumbar de algo que le pareció lejano. Un especie de chirrido que cada vez se iba acercando, como una pava a punto de ebullición, y cuando finalmente creyó que no se podía acercar más… sucedió.
Una enorme explosión sacudió la casa, moviendo amenazadoramente su cama y haciendo que se sentara completamente despierta del susto.
A la primer explosión le siguieron dos más… y luego dos más.
Tori se puso de pie, saltando de su cama lo más rápido que pudo. La puerta de su habitación estaba cerrada e intentó acercarse a ella cuando un sonido muy agudo entro por sus oídos, tan agudo que le hizo doler la cabeza al instante y obligarla a tirarse al suelo.
Junto a ese sonido las ventanas y los cristales de su habitación comenzaron a estallar y ella no era capaz más de taparse sus orejas fuertemente intentando alejar esa terrible sensación.
Paso varios minutos en el suelo hasta que fue capaz de alejar sus manos y comprobar que sea lo que sea que había sido ese sonido ya no estaba.
La tormenta que comenzaba a acontecer afuera ocupaba sus sentidos. Aun se sentía muy aturdida por todo, pero el miedo regresó a ella haciéndola reincorporarse con una sola cosa en la cabeza.
Buscar a su padre y que este la proteja.
Había varios sonidos que cortaban la lluvia, que aunque parecían los truenos que esta traía, se distinguían muy bien de ellos. Detonaciones que se escuchaban en varias direcciones, gritos de personas que no conocían y gritos de personas que si reconocía, más detonaciones.
Logró llegar a la puerta y abrirla solo un poco. La habitación de su padre estaba al final del pasillo del segundo piso. Solo tenía que caminar de manera lineal y estaría con él.
Pero no estaba sola. Podía distinguir figuras oscuras en esa planta, bajando y subiendo por las escaleras, más disparos se escucharon.
Tori aprovecho su pequeñez para escabullirse en la oscuridad. Podría lograrlo, sabía que podía, solo quería estar al lado de su padre, si lo lograba todo iba a estar bien, todo estaría bien.
Su vista visualizó la puerta de la habitación a la que quería llegar, pero tuvo que esconderse nuevamente cuando dos hombres cubiertos de negro con una máscara de gas salieron de ella.
Pudo ver las pesadas armas en sus manos, hablaban entre ellos.
La latina esperó con temor que se fueran, pero no lo hacían. ¿Su padre aun seguiría allí? ¿Qué hacían estas personas en su casa? ¿Eran los buenos? ¿Eran los malos? ¿Eran policías especiales? ¿Qué eran?
Todas esas preguntas parecieron encontrar respuestas al tiempo que un destello cerca del suelo hizo que su vista se concentrara.
Era un reloj de oro. Un reloj que ella conocía muy bien. El mismo reloj que su madre le había regalado a su padre ese año… y con el reloj estaba una muñeca, con su mano y parte del brazo, cubierto de sangre.
Tori sintió que sus pulmones no eran capaz de llevarle el aire que necesitaba y de repente se sentía nauseabunda.
-¡Hey!
Levantó su vista cuando vio que Wally se abalanzaba a uno de los enmascarados. El chofer le cortó la garganta con una navaja y lo usaba de escudo mientras su compañero le apuntaba con un arma.
Gritaban pero Tori no entendía lo que decían. Se movió con rapidez aprovechando el escándalo, ya estaba llegando a su habitación nuevamente cuando regreso su vista solo para ver como un nuevo enmascarado salía de detrás de la cortina y, apuntándole con un arma pequeña a su empleado, la detonaba.
El cuerpo de su amigo, aquel que la llevaba todos los días a la escuela y largo viaje amas llevadero gracias a sus adivinanzas, se desplomó y se quedó inmóvil en el suelo.
La pequeña latina no fue capaz de moverse de su lugar mientras veía como un líquido oscuro salía de la cabeza de Wally y se extendía. Levantó su vista a los dos sujetos y estos parecían mirarla, fue entonces cuando abrió su puerta e ingreso a su habitación.
Dio una rápida mirada a su cuarto, donde la lluvia entraba por el ventanal roto. Tenía que esconderse, sabía que tenía que esconderse.
Había jugado con sus criados a las escondidas por la mansión ciento de veces, y en esos momentos no había un escondite en su cuarto que ella considere bueno. Finalmente un enorme cesto de ropa a la par de la puerta fue lo que decidió.
Su aun pequeño cuerpo cabía a la perfección y se cubrió con la ropa sucia que allí se encontraba. Ya estaba tapando las últimas partes que se dejaban ver cuando la puerta fue abierta con violencia de una patada.
Tori chilló, pero al instante se tapó la boca. Aun se escuchaban demasiados ruidos pro toda la casa y la tormenta no cesaba su marcha.
Desde la posición en la que estaban pudo ver a los dos sujetos vestido de un traje militar negro con sus máscaras de gas. Ambos parecían llevar las mismas armas pesadas.
Estos se quedaron de pie registrando el lugar desde su posición.
Tori se mantuvo con ambas manos cubriendo su boca con firmeza mientras los veía intentando que sus lágrimas salieran sin llanto.
Uno de los sujetos se acercó a la cama y reviso debajo, luego se volvió a su compañero negando con la cabeza.
Un claro "Beep, beep" se escuchó en la habitación.
-¿Si?- preguntó el hombre que aún se encontraba en la puerta, llevando uno de sus dedos a su oreja, su compañero se le unió- Si, ya no encargamos... no, la hija no está… a la orden… entendido.
-¿Y bien?- pregunto el otro sujeto con notable impaciencia
-Ya está todo colocado. Tenemos 10 minutos para salir del perímetro.
-¿Y la niña?
-La casa está en llamas en toda la zona de abajo y no tardara en consumir esta parte… morirá. Aparte, el jefe tiene una sorpresa para nuestro "Especialista" Sera mejor que nos larguemos.
-Bien.
Pudo ver como los dos hombres le daban una última mirada a la habitación y uno de ellos se dirigió cerca de su armario, creyó que lo iba a abrir pero en un rápido movimiento apunto su arma a este y comenzó a disparar.
Los ruidos hicieron que la latina apretara más su boca y cerrara sus ojos. El miedo y los ensordeceros sonidos de la metralleta la dejaron inmóvil por mucho tiempo.
No se atrevió siquiera a abrir los ojos hasta que sintió que los invasores ya se habían marchado del todo. Solo entonces intento salir del cesto, cayendo con este y toda la ropa.
Un humo muy oscuro había comenzado a llegar a su habitación y no tardó mucho en comenzar a toser. Volvió a su cama, agarrando su frazada azul, la misma con la que se cubría para defenderse de los mounstros imaginarios.
Se cubrió la espalda y tapo su boca, intentando no aspirar el humo. Apenas salió al pasillo, diviso las llamas que ya subían por las escaleras, era imposible bajar. Su vista volvió a donde estaba el cuerpo de Wally, cerca de la habitación de su padre.
Había otra salida por el balcón de esa habitación.
Su tos y el humo en sus ojos le impedían avanzar con rapidez. Pero ni siquiera llego a su cometido. Unas nuevas botas negras salieron de la habitación de su padre y Tori rápidamente se volvió a esconder debajo de una mesa en el pasillo, tapándose entera con su frazada.
-No, eso no era parte del trato- escucho decir al sujeto en el pasillo- te di lo que querías, no me pidas más.
-Solo te pido que te asegures de que mis hombres hicieron bien su trabajo- se escuchaba una voz masculina a través de un comunicador
-Tus hombres son basura- la voz se escuchaba a través de un distorsionador de voz, haciendo que pareciera más tenebrosa para Tori, quien no se animaba a moverse y se mantenía lo más agazapada posible.
-Dime que tengo lo que quería… y se termina todo.
-David Vega está muerto. Igual que todo en esta casa. Tus hombres se encargaron inclusive de matar hasta los perros de caza. Robe toda la información que necesitabas. Mi parte está más que hecha… ya terminamos.
-No…
-¿No?
-Quiero saber… que todo está muerto en esa casa.
-La maldita mansión esta prendida fuego. Mataron a todos y cada uno de los sirvientes y criados del lugar que se supone que…
-Quiero a su hija- se escuchó claro del otro lado del comunicador.
Sin volver a contestar nada, Tori escuchó como el sujeto daba los pasos necesarios hasta su habitación. Escucho como su puerta era abierta y como la respiración por del individuo a través del distorsionador le indicaba donde estaba. Aún muy cerca de ella.
Cerró los ojos y se dispuso a esperar a que el peligro se fuera, pero lejos de eso, pudo escuchar las botas caminando de manera lenta a donde ella se encontraba.
Las sintió muy cerca cuando los pasos pararon y de repente todo estuvo en silencio, solo se escuchaba la lluvia y los truenos, pero no los pasos, ya no la respiración tenebrosa.
Tori dejo escapar una corta respiración… justo antes que algo tomara su manta y la arrancara con búsqueda de ella, tirando la mesa a un lado en el proceso.
Abrió grande los ojos y miro con terror a quien tenía en frente. Un individuo muy parecido a los que invadieron su habitación. Mismo traje militar negro y mascara de gas, llevaba una capucha negra también, pero lo que más la asusto fue ver como una luz infrarroja se colaba de los protectores visuales de la máscara.
Todo un espectro negro de ojos rojos.
-Es… es una niña- dijo el individuo por el distorsionador. Tori podía ver que llevaba un celular en su mano y lo tenía cerca de su máscara, en la parte de las orejas.
-Sí- escucho que contestaban a través del teléfono- mátala.
Por varios segundos ni la niña ni el soldado se movieron. La lluvia seguía cayendo y unos rayos iluminaron mejor la escena.
-Este no es mi trabajo- contesto la voz distorsionada.
-Mátala, y se cierra el trato.
-¡No! el trato ya está cerrado, yo cumplí mi parte, tu cumple la tuya.
-No estás en posición de negociar. Quiero mi trabajo bien hecho. ¿Quieres tu parte? Dame lo que quiero. Mata a la niña.
Otros segundo de inmovilidad. Tori no sabía qué hacer, solo estaba allí sentada, con las manos apoyadas detrás suyo, contemplando al ser que parecía tener su merced sobre ella.
Su cuerpo escarmentó e intento pegarse más a la pared cuando vio como el brillo de la mira de una pistola la apuntaba a la frente.
-Mata a la niña- volvió a ordenar la voz del otro lado del teléfono. El individuo tenia apuntando firmemente a Tori con una negra pistola Beretta.
-Lo lamento, no es nada personal- dijo el sujeto poniendo toda su atención en la niña que tenía en frente, esta temblaba pero era incapaz de cerrar los ojos, concentrada en el cañón que la apuntaba.
-¡Maldita sea, mátala de una vez!- se volvió a escuchar por el teléfono mientras se podía ver como la pistola temblaba un poco en la mano del invasor-¡Mátala!
Y lo último que vio Tori fue que la pistola dejo de temblar y el agarre que la envolvía se volvió firme mientras el arma era ejecutada tres veces.
Las detonaciones hicieron eco en el pasillo, parecía que había hecho callar a las gotas afuera.
-Todo… en esta casa… está muerto- se expresó la voz.
-Bien… Un trato es un trato- se escuchó nuevamente por el teléfono.
-¿Cumplirás tu palabra?
-Claro que sí, soy un hombre de palabra… sin embargo… No recuerdo que nuestro trato incluyera que sigas con vida… ¿verdad?
El enmascarado rompió el comunicador cerrando con fuerza su puño y dejo caer los restos a su costado.
Volvió su vista a la niña que tenía en frente, seguía temblando y tenía bien abierto los ojos y justo a la par de su oreja se podían ver tres huecos pequeños de bala marcados en la pared.
Puso una de sus rodillas en el suelo y acercó su máscara al rostro de la latina, analizándola, no tardo en notar que se había orinado encima.
Tori sentía que su mandíbula le temblaba sin control al igual que sus dedos y no era capaz de cerrar sus ojos o decir nada. Solo contemplaban esos protectores brillantes, que parecían dos enorme ojos rojos viéndola detenidamente. La respiración del otro lado de la máscara seguía siendo tan terrorífica como al primera vez que al escucho.
El individuo le extendió una mano enguantada de negro, y la dejó inmóvil al alcance de Tori.
-La tomas- dijo con el distorsionador de voz agravando su tono- o te mueres.
La latina solo tuvo unos segundos para reconocer las palabras que se le dijeron cuando varias explosiones se hicieron escuchar en alguna parte de la planta baja y aun costado de su casa.
Finalmente grito tapándose los oídos y cerrando los ojos, pero se sentía incapaz de moverse. Para su sorpresa cuando volvió a abrir sus parpados, el individuo seguía exactamente en la misma posición. Aun le ofrecía una mano.
Más explosiones se comenzaron a sentir más cerca, pero el sujeto seguía inmóvil. El calor comenzó a hacer abrazador y el humo comenzaba a invadir cada rincón de la segunda planta, pero esos ojos brillantes seguían enfocándola. Sin moverse un centímetro pese a los agraviantes.
Una muy asustada Tori alejó una de sus manos de su rostro y lo comenzó a extender, buscando la que le ofrecían, cuando una nueva explosión hizo que la distancia se cortara de golpe y agarrara fuertemente la mano enguantada.
-Buena decisión, niña.
No supo en que momento paso, pero el desconocido la había agarrado de la cintura y la cargaba en uno de sus costados.
Corrió hasta entrar nuevamente a la habitación de Tori y viendo desde el ventanal, pudo comprobar que toda la zona de abajo estaba en llamas. La estructura no resistiría mucho tiempo más.
Buscó al salida más inmediata pero no pudo encontrar nada. Su vista se posó en el balcón de unas habitaciones cerca. Intento volver al pasillo, pero el suelo se derrumbó antes de poder llegar a la puerta.
Tori gritaba y lloraba ya sin ningún tapujo. La posición le incomodaba, estaba siendo agarrada con mucha fuerza y todo el miedo de esa noche finalmente comenzaba a brotar de su garganta.
Un nuevo movimiento rápido del enmascarado la ubico en sus brazos, cargándola de frente. Se acercó nuevamente al ventanal y analizando con poco tiempo, tomo distancia hacia atrás.
El cuerpo de Tori se agito en sus brazos al momento que la carrera tomo su máxima velocidad e impulsándose fuertemente con sus piernas salto a través de la ventana.
La morena sintió como su cuerpo era suspendido en el aire y como el tiempo pareció detenerse por unos momentos. Luego volvió a correr normalmente mientras caían y de repente un brusco golpe hizo que todo se apagara.
Sentía que su cuerpo flotaba y que estaba rodeada de algo frio. Abrió los ojos y todo era azul y borroso, luego una mano negra la tomo del cuello y comenzó a jalarla hacia arriba.
Tosió estrepitosamente cuando su rostro dio finalmente con la superficie. El desconocido la arrastro hasta el borde de la piscina y nuevamente la cargó mientras salían de esta.
Creyó escuchar nuevas detonaciones y gritos, pero ya ni siquiera podía enfocar la vista. Sentía que su rostro era golpeado por ramas y daba sacudidas cada tanto.
Lo último que pudo sentir era como la lluvia que golpeaba sus mejillas comenzaba a cesar.
Vomitó todo lo que traía, principalmente agua, y siguió dando arcadas cuando nada más quedaba.
No sabía dónde estaba. Una llovizna seguía cayendo sobre ella. Podía ver las gotas aun cayendo sobre las negras piedras a la par de donde su mano estaba apoyada.
Levantó la vista y pudo ver a unos metros delante de ella una figura vestida de traje militar negro, golpeando con brusquedad el suelo, gritando irritado con voz distorsionada, se agarraba y se arañaba el traje con brusquedad y luego volvía a golpear el suelo.
Era una imagen que realmente aterraba, pero lo que congeló a Tori fue ver que el enmascarado se daba vuelta y esos protectores seguían brillando con la misma luz roja intensa.
Al verla parecía que el sujeto intentaba calmarse. Luego de unos segundos, mirándose entre ellos, ya parecía que el ataque había pasado.
Escuchó unos estallidos a la distancia y se dio la vuelta. A sus espaldas estaba el lago y más allá de este podía ver su casa… lo que quedaba de esta.
Estaba envueltas en llamas y pequeñas explosiones salían de diferentes partes. Nadie gritaba o pedía auxilio, solo estaba esa estructura… haciendo ignición.
Tori se paró de repente y caminó unos pasos en dirección del lago, intentando acercarse a su casa, cayendo de rodilla a los pocos metros, totalmente abrumada.
El enmascarado se puso de pie, luego de asegurarse que la niña no tenía intenciones de volverse a meter al agua. Cruzar ese lugar había sido un verdadero tormento.
Miro a sus espaldas, donde unas ramas parecían haber sido cortadas. Se acercó y jalo de ellas hasta descubrir una brillante moto roja deportiva, al lado de ella un bolso negro impermeable colgaba de un costado.
Se acercó y lo abrió, buscando en su interior hasta encontrar el objeto que necesitaba. Tomó el celular y marco rápidamente, volviendo a esconder el artefacto en el bolso y ubicándose el manos libres en la oreja luego de quitarse la capucha.
-Si… estoy bien- dijo al momento de quitarse también la máscara y con ella el distorsionador- ¿cumplió con su parte? Me alegra saberlo. No… el maldito me tendió una trampa, pensaba sepultarme con el resto de la mansión Vega… Ya te dije que estoy bien, no necesito de tu interés. Solo llamaba para saber si el trato había finalizado con éxito… de acuerdo, adiós… ¿Qué?
Volvió su vista a la niña, que seguía mirando su casa, mientras escuchaba lo que le decían y sacó de su bolso una chaqueta roja antes de acomodárselo al hombro.
-No… no necesito nada… asegúrate de todo por allá estará bien... gracias… No… con suerte no volverás a saber de mí por un buen tiempo… Adiós.
La latina podía escuchar los pasos acercándose a ella por las piedras mojadas a su alrededor, lo que no espero fue sentir como algo cálido y pesado la cubría desde su cabeza de la llovizna.
Su mirada se hizo hacia arriba cuando vio las botas negras a la par suya. Finalmente conocía la cara del encapuchado. Una mujer muy joven de cabellos dorados, ahora mojados y desalineados por la lluvia, veía también en dirección a su casa.
Tori siguió contemplando ese rostro desde abajo, el cual tenía una expresión muy duro y atento hacia su hogar. Finalmente la desconocida bajo su mirada a ella y vio en esos ojos claros cierta indiferencia que nunca antes había experimentado.
La mirada era hasta agotadora y sus pestañeos eran pesados, solo se sintió contemplada por unos segundos antes que la rubia volviera su vista a la mansión de nuevo. Tori la imitó.
Pudo ver que cerca de la ruta y de la entrada de la mansión, unos autos oscuros comenzaban a alejarse del lugar, con tanto silencio y armonía que asustaba.
La latina apretó con sus dedos la chaqueta roja que había recibido y sintió lo dura y segura que esta parecía ser… comprendiendo que, aunque aún el frio se sentía y toda su ropa estaba mojada, parecía lo más cálido que había recibido en toda su vida.
Nota del autor.
Lullaby es una canción de Nickelback, particularmente me gusta mucho esta banda, tiene canciones muy "potentes" y me pareció apremiante comenzar con este título este fic.
Si leyeron el summary verán que es contrastante con el primer capítulo, pero iré armando la idea con paciencia.
Si les gusto como pinta, dejen un comentario ;) Los Review me animan y me motivan :P
Sí, es Jori, sí, va a ser largo, sí, es AU. Sí, estoy emocionada. Si, va a ser genial... o por lo menos me esforzare mucho para que asi lo sea.
Y eso… que aquí vamos de nuevo.
