Confort

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Lame sus labios, pero sigue sin sentir nada en especial. La pelinaranja no lo termina de entender. ¿Es qué…acaso…él no sentía nada?

¡Acababa de besarlo, de besarlo maldita sea! Y él se mostraba totalmente indiferente, haciendo un pequeño gesto de duda al girar la cabeza.

—Eso fue raro Nami. Pero en fin, ¿qué es lo que me querías mostrar?

Lo que dijo fue cruel y descuidado, Nami sabía que el chico no comprendería el que esas simples palabras dichas, sin malicia, la dañaban en lo más profundo. Pero ella también debía admitir algo. Tampoco sentía nada en particular por Luffy. Luffy sabía de lo que se trataba un beso (y en la boca), —como el mismo dijo una vez— y sabía de qué eso conllevaba a tener sentimientos por otra persona. No obstante, el continúa confundido, como si eso no acababa de ocurrir.

Pero Nami y Luffy se veían de la misma manera, amigos muy preciados e irremplazables, pero amigos en fin de cuentas. Allí, en la cubierta del Sunny Go, no había ocurrido nada especial o memorable. Solo una navegante que por uno que otro sentimiento de remordimiento por sentirse rechazada, había besado a su capitán. Sin embargo, la persona que amaba no era su capitán.

—No, nada Luffy. Solo quería desahogarme.

El del sombrero de paja levantó una ceja, —"¿Desahogarse de qué?" —pensó. Aun así, dio un paso y abrazo a la joven. Entonces la chica rompió a llorar, su capitán era un tonto, grandísimo idiota, pero su amigo. Alguien amable en quién podía confiar.

Entre nakamas no hay secretos. Y por lo mismo, ella confió en él y le contó acerca de su amor contrariado por el cocinero. Su capitán era terriblemente lento en lo que respectaba al amor, pero acabaría por comprender.

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