Declaimer:Naruto NO me pertenece, es de Kishimoto, pero la historia se es mía.

Sumary: -Naruto, por favor, sácame de aquí, mándame a una misión lejos de todos estos recuerdos que me atormentan día y noche. Solo… solo quiero olvidarme de todo. –-Deberías de dejar de hacer caminatas nocturnas, Haruno-san –-Aun me es difícil conciliar el sueño –. Simplemente, y por alguna extraña razón, terminamos acercándonos como dos mentes en tormento y con ganas de desahogarse

xSouh

Tormentus

Cap I: Caminando en la Oscuridad

La guerra había acabado, la mitad del mundo ninja como se conocía había cambiado, los edificios estaban en ruinas y los hogares destruidos, las calles eran pantanosas y las alambradas abajo. Si, la guerra había acabado. Miles de muertes, aun se encontraban cadáveres al levantar escombros, cuerpos de ninjas, señoras amas de casa y niños, había sangre, mucha sangre, era una pesadilla.

Y es que nadie contaba la guerra como era, en los libros de historia venían las heroicas batallas, y los muertos como una cifra, una estadística, no como el verdadero holocausto que era.

Mi mente estaba en stop, ¿cómo podía seguir? Hace unas horas, el grito de victoria sonó en mi cabeza, salió de pecho, haciéndome recordar el respirar, porque todo fue un giro rápido de hechos y situaciones que no sabía controlar. Habíamos ganado. Sí. Madara y Akatsuki estaba muerto. Las naciones ninjas habían ganado la gran guerra.

Hasta ese momento mi cerebro había actuado como robot. Matar, sobrevivir, esquivar, matar, correr, protegerme, no morir, matar.

Ahora regresaba a Konoha, consiente de todo lo que pasaba, viendo gente llorando sus pérdidas humanas, ya no importaba el deplorable estado de la aldea, la mayoría de los edificios estaban en ruinas, camine hasta los restos del hospital, después de la muerte de la quinta Hokage, yo misma había desertado de las filas de los medininj para ir directo a matar a Kabuto, el muy mal nacido había sido el asesino de mi maestra. Un golpe duro después de la muerte de mis padres.

Me sentí sola en este mundo... todo lo que había hecho había salido mal, todos a mi alrededor siempre terminaban sufriendo, Naruto y Sasuke habían trabajado en equipo para matar a Madara, sin embargo él no regresó a la aldea.

Naruto, él fue nombrado Hokage poco después de la muerte de Tsunade.

Pocos volvimos, Neji, Kiba, Ino, Hinata, Chouji, Shikamaru... otros no lo hicieron, RockLee, Shino, Tenten. Todos dieron sus vidas para proteger lo que más querían.

Juntos, tratamos de reconstruir lo que quedó, primero se habían hecho viviendas comunitarias, donde varias familias se quedaran mientras se construía todo de nuevo, el ánimo de Naruto era de mucha ayuda al igual que su infinita energía y sus cientos de clones, pero yo sabía todo, sabía que él también lloraba por las noches y se culpaba a sí mismo. Pero no era su culpa, de todas las personas, él era el menos culpable, el bueno de Naruto...

Tal vez algo realmente bueno debí de haber hecho en otra vida para ganarme el amor de Naruto, su amor incondicional, su gran amistad, el que me considerada de su familia. Pero yo no la merecía, no merecía acongojarlo más con mi tristeza.

Mi cara era la de un muerto en vida, mi cabello rosa chicle ahora era opaco, más descolorido que nunca, mis ojos ausentes y sin brillo, cristalinos, como si siempre estuviera a punto de llorar. Nada lejos de la verdad.

No tenía ganas de vivir, pero también era muy cobarde para siquiera pensar en quitarme la vida.

Fue más de un mes el tiempo en que me encerré en el hospital, solo curando a los heridos de guerra, me había refugiado en aquellas nuevas paredes blancas que no se comparaban en nada con el gran hospital que en un tiempo estuvo a cargo mi maestra. Alejarme del mundo exterior era lo mejor que podía hacer.

...

-Naruto, por favor, sácame de aquí, mándame a una misión lejos de todos estos recuerdos que me atormentan día y noche. Solo... solo quiero olvidarme de todo. –le grité al pobre de mi amigo, ese día ya no había podido mantener la calma, y mi pobre mascara que había tratado de mantener, se derrumbó.

Era una cobarde, peor que escoria, una mala amiga, y por sobre todo era débil, no daba honor al título de mejor mediNinj del mundo shinobi.

-Sakura-chan... -su voz se desgarró, se levantó y fue a abrazarme como hace tiempo no lo hacíamos, recordando que éramos amigos y talvez pidiendo con lágrimas que no me fuera.

-perdóname Naruto, no soy tan fuerte para poder soportar este infierno. –le dije en un murmullo. –tampoco quiero esperar algo que jamás llegara.

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Una ventisca entró por la ventana, el frio invierno en el desierto me calo en los huesos, me levanté a cerrar los cristales, pero ya no pude conciliar el sueño, un vaso de leche tibia, pensé que sería el fin a mi tormento.

Bajé por los fríos pasillos de aquella enorme mansión, era terriblemente silenciosa, llegué a la cocina sin mucha dificultad, tenía un par de meses viviendo allí, sin poder dormir bien, con sueños llenos de sangre, ese olor metálico que noche a noche parecía tan real. El camino a las cocinas me era ya conocido, y para las paredes y cuadros también ya les eran familiares mis oscuras caminatas nocturnas.

Más sin embargo, esa noche, algo cambió, porque la cocina estaba iluminada.

-Deberías de dejar de hacer caminatas nocturnas, Haruno-san –me pilló Gaara No Sabaku, mi anfitrión, pero que hasta ahora contadas veces había visto.

No Sabaku Gaara no era una persona de muchas palabras, pero era un líder innato, que había levantado a su pueblo después de la guerra haciendo lo mejor posible. Él y Naruto se habían convertido buenos amigos, y el echo de que yo estuviera aquí, era un favor personal que mi rubio amigo le había pedido.

-Aun me es difícil conciliar el sueño –fue lo único que dije, observándolo detenidamente. Su cabello era de un rojo oscuro, y su piel bastante blanca para vivir en un lugar donde los rayos del sol eran casi matadores, su semblante serio y cansado, con unas pequeñas ojeras bajo sus ojos aguamarina.

Él también la había pasado difícil, Temari No Sabaku había muerto en la guerra, Kankuro aún estaba en el hospital en cuidados intensivos. Pero no pude darle palabras de aliento, no pude decir nada más y creo que él tampoco, solo nos quedamos sentados, en silencio por un par de horas, hasta que él sol salió y cada uno nos fuimos a hacer nuestros deberes, sin despedirnos.

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