La hija de Glimmer es preciosa. Bueno, supongo que lo es, en algún punto. Porque ahora es una masa de piel roja y todos dicen que se parece a la mamá de Peeta, pero yo no le encuentro parecido a nadie. Tiene mucho pelo castaño, por lo que se ve rara. No lo sé, hace mucho que estaba cerca de un bebé, Peeta me tenía agarrada de la cintura mientras mirábamos a su sobrina en su pequeña cunita, después de que me lavé las manos, me dejaron tocarle la cara y era la cosa más lisa del mundo, como masa de pizza cruda. Glimmer estaba tomando una siesta desde que llegué asique no he podido hablar con ella bien, pero Peeta me dijo que el trabajo de parto duró 13 horas, y sentí, sin exagerar, como mi vagina se contraía del puro miedo. Yo no sobreviviría a eso.

- ¿No es hermosa? – susurró el papá de Peeta entrando a la habitación con su mujer detrás.

- Lo es – mentí. No quiero ser mala, pero un bebé no debería admirarse por su belleza cuando claramente no la hay. O quizás yo era muy poco maternal.

- Le traje el bolso a Glim – anunció mamá de Peeta - ¿ustedes irán a dormir ya?

Peeta me miró, no quería irme sin saludar a la nueva mamá, pero estaba durmiendo y, después de que pujó un ser humano por su vagina, no iba a molestarla. – Creo que sí.

- Vaya, descansen, y nos vemos mañana. Quizás nos dejen llevarnos a mis niñas a casa. - Uno podía notar de lejos la emoción de la señora Mellark. Sus ojos brillaban cuando miraba a alguna de las dos y hablaba con tanto orgullo de Glim, que me hacía sentir un poco fuera de lugar.

- Bien – Habló Peeta por fin – Nos vemos mañana, avísenme si necesitan algo. Cuando llegamos al estacionamiento libre de todas las inapropiadas personas que nos tomaron fotos en el interior del hospital, Peeta para junto a un auto negro y me toma de la cintura para que pare de golpe.

- ¿Qué? - me asusté.

Peeta mira directamente a los labios así que ya sé qué pasa. - ¿No vas a saludarme como se debe?

Me reí - No quería chuparte la boca frente a tu familia.

- Bueno, ahora no está mi familia.

Asiento - Tienes razón.

Me acerco a él y tomo su rostro en mis manos. Peeta cierra sus ojos y sonríe antes de que nuestros labios se junten. Suspiro. Lo extrañé. Peeta, ni tonto ni perezoso, quiso meter la lengua de inmediato y me agarró el trasero para apegarme más a él. Me separé riendo.

- Calma, bestia.

Él hace el puchero más falso de la historia y mete su cabeza en mi cuello - Pero te extrañé.

- Yo también, amor.

Pude sentir como inspiró fuerte y me apretó más contra él.

-Sube tu hermoso trasero al auto para que pueda ponerte sobre una cama y quitarte la ropa.

No puse resistencia, no soy idiota. Y enserio necesitaba un buen revolcón con mi novio. Entré al auto dejando que Peeta me cerrara la puerta y casi corrió al lado del conductor. Salió a toda prisa del estacionamiento y se incorporó al tráfico realmente rápido.

- Ya, pero tienes que calmarte. Es mejor llegar unos minutos más tarde a tener sexo que no llegar.

- Está bien - dijo rodando los ojos, así que cambio la velocidad por tocarle la bocina a cuántos autos se cruzará.

- Espero que tú desempeño sea extraordinario comparando con el riesgo que estoy tomando al subirme a un auto contigo.

- Amor, estoy tratando muy fuerte de no parar a un costado de la pista y follarte ahí mismo así que si quieres eso dímelo, o sino, no me pongas más caliente.

- ¿Cómo es que eso te puso caliente? - reí.

- Tu voz me pone.

- Wow - hice una mueca. Este hombre está muy necesitado - ¿Qué no te has masturbado estos días o algo?

- Claro que sí. Vi nuestro vídeo al menos cincuenta veces - suspiró - y …estás haciendo que me caliente aún más. Ya basta.

-Por Dios …- solo para molestarlo, puse lentamente mi mano en su muslo. Él me miró queriendo parecer molesto. Reí más fuerte - ¿dónde rayos vamos?

Este no es el camino a casa de sus padres.

- Estoy quedándome en un hotel.

- ¿Por qué?

- Mi papá quería renovar la casa completa para hacer una habitación para la bebé. Pero lo convencí para que usara la que era mía.

- ¿Oh, qué se siente salir de casa de tus padres, hombre adulto? - Piqué

- Muy bien considerando que puedo tener sexo tan fuerte como quiera con mi novia - negué con la cabeza. Cualquier tema que sacar ahora lo llevaría al sexo - Hablando de eso, la corredora de propiedades me dijo que no le contestas los correos con sus sugerencias de casas.

- Qué chismosa.

- ¿No quieres mudarte de casa?

- Sí, pero es que es aburrido verla sin ti. No sé. No me gusta nada -me encogí de hombros.

- Mírate -dijo Peeta rozando mi mejilla con sus dedos - Toda extrañando a su hombre.

Rodé los ojos - Que no se te suba a la cabeza.

- Aprovecharemos de verlos más tarde entonces.

- Bien – Sonreí.

- Después del sexo y la siesta.

- Estupendo – sonreí.

Por fin, después de lo que pareció un largo rato pero que en realidad sólo fueron 10 minutos, entramos al estacionamiento del hotel. No tuve tiempo de fijarme en la decoración ni nada porque la bestia que tenía al lado, después de fijarse que el elevador iba desocupado, me agarró del trasero, me pego a él y comenzó a besarme desesperadamente. Podía sentir ya la firme erección que guardaba en sus pantalones, así que cuando sonó la campanilla que indicaba nuestro piso, lo rocé como si fuera un accidente antes de bajarme y esperarlo en el pasillo. Él solo me miraba apoyado en la pared sonriendo. Negó con la cabeza y salió para llevarme abrazada hasta la puerta. Un segundo después me levantó y me empotró contra esta cuando la cerró una vez adentro. No voy a mentir, fue caliente.

Peeta, del apuro, se tardó varios minutos más que lo normal quitarme los pantalones en quitarme los pantalones. Me reí de él, que me miró con la peor cara de frustrado que tenía. Finalmente, sólo para que se calme un poco, le ayude a pasarme los jeans por el trasero junto con mis bragas, para despejar el camino de una buena vez.

- Por fin - murmuró para sí mismo Peeta acomodando mis piernas otra vez alrededor de sus caderas. Le bajé rápidamente los pantalones, con una destreza de la que me sentía orgullosa, cuando se lo hice ver mira burlón, Peeta sacó su miembro de esos bóxeres y lo pasó por mi piel un par de veces para provocarme. Lo logró. Gemí fuerte y él sonrió satisfecho entrando por fin en mí. Sentía que en cualquier momento me caería, pero Peeta me tenía agarrado el trasero tan fuerte que probablemente me dolería mañana, y eso, sumándole que cada vez que embestía sus caderas contra mí, mi espalda golpeaba la madera de la puerta (que espero que nadie escuche).

- Te extraño mucho – susurró Peeta con voz ronca en mi oído, quise responderle, pero lo único que salía de mí eran gemidos mientras Pete aceleraba más movimientos. No sé cómo no se cansa, yo pensaba varios kilos. Supongo que la calentura es mayor. No me di cuenta de que tenía los ojos cerrados hasta que los abrí y puede observar el rostro de Peeta. Tenía la boca entreabierta mientras le escapaba sonidos de placer me encantaba que él no fuera la clase de hombre que se lo guardaba para hacerse más machito. Su ceño estaba fruncido, muy concentrado, sus ojos estaban puestos en mi pecho, aún cubierto por mi camiseta y el brazier que llevaba.

- Mierda- Medio jadeo dándose un impulso para sostenerme con una mano y así liberarme las tetas con la otra. Este hombre estaba haciendo maniobras difíciles para mantenernos follando contra la puerta, e iba a disfrutar cuánto durará. La mano de Peeta jugueteando con mi pezón me dio ese subidón que no sabía que necesitaba, ahí ya empecé a gemir vergonzosamente fuerte, a Peeta le encantaba, podías ver en su cara como una pequeña sonrisa se escapaba por la comisura de su boca. Podía sentir como literalmente interior día y moví mis caderas para encontrarlas con las embestidas de cita en busca de más fricción. Eso de alguna manera desestabilizó un poco a Peeta que terminó por tomarme del culo último viéndonos a una mesa que estaba por ahí dónde me acostó sobre ella. El frío material chocó contra mi piel haciéndome soltar un quejido.

Peeta se acomodó una vez más y me tomó de los muslos para abrirme de piernas. Se me quedó mirando a la cara, sonriendo como el hombre raro que es. Sabía que era tierno, pero estoy demasiado caliente para eso en estos momentos.

-Peeta …

-Si, mi amor -respondió ensanchando la sonrisa.

-No empieces -dije, le encantaba este estúpido jugueteo. Soltó una carcajada que terminó cuando entró en mí y empezó a moverse lento - más fuerte.

Lo que pasó a continuación fue algo confuso, pero resulta que la mesa no era tan persistente como la puerta por lo que después de que volviéramos a hablar el ritmo, la mesa empezó a tambalearse demasiado y Peeta me alcanzó a tomar justo antes que cediera y se rompiera. Lo miré medio riendo, pero estábamos tan calientes qué terminamos teniendo nuestro orgasmo en el sofá.

Desperté después de dormir como 30 horas seguidas, aunque puede que esté exagerando un poco, Peeta no estaba en la cama así que después de media hora dándome vueltas, reuní la suficiente fuerza para levantarme e ir en busca de él. Lo encontré en el sofá, por supuesto, estaba con el torso desnudo viendo su teléfono mientras tomaba una especie de sopa.

- ¡Miren quien despertó! -exclamó cuando me sintió acercarme.

- Buenos días -le dije acortando la distancia para besarlo rápidamente, él, aprovechó la circunstancia y me retuvo más tiempo para intensificar el beso y abrazarme fuerte.

- Buenos días.

- ¿Cuál es el panorama para hoy?

- Mi mamá dijo que estaban preparándose para ir a casa, asique podríamos ir a comprar comida y hacerles el almuerzo – murmuró no poniendo real atención en la conversación porque sus manos se estaban paseando por mi cuerpo, una vez que dejó el plato con sopa en la mesita que había a un lado.

- Suena bien, ¿Cómo a qué hora quieres ir? – le pregunté, pero él seguía mirándome ¿me está viendo la vagina este maldito? - ¿Peeta?

- ¿Qué mierda tienes en las piernas? – dijo confundido. Ah. Si. Mis moretones por tomar clases de Pole Dance con Seynep aun estaban ahí, no eran muchos ni muy notorios, pero Peeta me conocía de pies a cabeza asique por supuesto que lo notaria.

- Te dije que estaba haciendo ejercicio con mi nueva super amiga -me reí. Su cara no podía estar mas preocupada. Es un exagerado.

- ¿Y que rayos hacen que tienes las piernas así? - ¿él estaba enojado?

- Cálmate, dios… - Peeta puso su cara seria. – estamos haciendo pole dance subes a un tubo… no se… es básicamente practicar para ser stripper, pero sin nada sexual. Son muy enfáticos en eso. Pero la cosa es que soy bastante mala y me caigo todo el tiempo.

- Pero, mi amor …- decía Peeta negando con la cabeza. Me acarició las piernas con cuidado. – Ten cuidado, por favor.

Me encogí de hombros – Es divertido. Te mostraré mis habilidades algún día, mis cuatro clases no han sido para nada – reí.

- Siempre que no te caigas de cabeza, lo disfrutaré – se burló, ya dejando su cara de amargado a un lado.

- Oye, tenme más fe.

- Como tú digas – se rio – ahora, que tal si antes de salir, nos vamos a duchar.

Peeta se levantó para agarrarme del trasero y subirme a él, no voy a mentir, me dolía un poco todo el cuerpo. - ¿Juntitos?

- Juntitos - dijo besándome.

Peeta tiene esta cosa, qué toca cada una de las cosas antes de elegir una y ponerla en el carro. Que me ponía de los nervios, pero me aguantaba solo por ser una buena persona. Así, después de tocar todos los tomates, eligió los que ya había manoseado en un principio y los echo al carrito.

- Glim ¿necesitará algo? - le preguntó mirando hacia el pasillo de mujeres. Peeta, muy inútilmente, se encogió de hombros. - iré a ver que hay.

No sabía muy bien qué es lo que hacía, pero apuesto que Glim está pasando por un hermoso y difícil momento así que busque algo que podía ayudarle, básicamente agarre cremas y unas pantuflas, soy muy mala para estas cosas. Pude sentir una mirada sobre mí, cogí lo que llevaría y me di vuelta para ir a buscar a Peeta, pero antes de salir del pasillo sentí una mano posarse fuerte en mi trasero, dura sólo un segundo, pero fue tan bruto, que la sentí aun cuando ya no estaba sobre mí.

- No …-alcance a murmurar antes de que la adrenalina no me dejara hacer nada más que alejarme de ahí. Ese no era Peeta, así que me fui lo más rápido posible a buscarlo sin parar con las dos personas que se acercaron a hablarme. El corazón mi late a 1000 por horas y aún puedo sentir la presión en mi trasero. Me da un escalofrío, es asqueroso.