La noche era oscura, pero no silenciosa. Al menos no en la habitación de Samwise Gamgee.
"Ya casi…" El hobbit murmuró en el cuello de su acompañante, aprovechando para dar un mordisco a la piel blanca y luego besar sus labios con hambre. Estaba sudado, cansado…pero muy excitado; con cada embestida de sus caderas su acompañante gemía, se retorcía, gritaba su nombre y pedía más. Era el cielo. Y Sam no creía soportar mucho más: estaba a punto de terminar. Empezó a murmurar palabras de amor e incoherencias, como hacía cuando estaba cerca del clímax; aceleró sus movimientos, cerró los ojos, y entonces lo sintió.
"¡FRODO!"
Gritó mientras llegaba al orgasmo. El hobbit jadeaba, agitado pero muy satisfecho, mientras intentaba volver a ser un ser racional. El sexo siempre lo dejaba algo mareado y fuera de lugar. Se apartó el cabello rubio de los ojos y una sonrisa tonta se formó en sus labios. Frodo. Al principio pensó que lo que tenían no era más que amistad, mutuo respeto y admiración; pero no era así. En algún momento del viaje Sam se dio cuenta de que lo sentía era diferente, más profundo; algo que no comprendía. Le tomó un tiempo entender sus sentimientos, pero lo hizo. Estaba enamorado. Sam estaba locamente enamorado de Frodo. Pero no se lo dijo. Pensó confesárselo alguna vez, decirle de una vez por todas que lo amaba, pero ningún momento parecía el adecuado, peor con Frodo bajo la influencia del anillo. Ni siquiera se lo dijo cuando a las afueras del volcán pensaron que iban a morir, antes de que llegaran las águilas… Porque Sam era un cobarde. Lo único que pudo hacer por su señor fue demostrarle en acciones –más no en palabras- lo mucho que lo apreciaba. Y eso dolía. Dolía no poder estar a su lado como deseaba.
Por eso esa noche se había mostrado tan… vigoroso. Como una 'venganza' por todos aquellos meses y años en que lo había deseado pero no pudo tenerlo. Sam realmente amaba a Frodo, ahora más que nunca. Aunque tal vez debió llegar a esa conclusión antes de casarse y gritar su nombre mientras yacía con su esposa.
"SAMWISE GAMGEE!" El gritó de Rosita Cotton se escuchó en toda la Comarca. Su esposo aun no se había 'retirado' de ella, pero no le importó: de un empujón lo arrojó de la cama que compartían. Sam cayó al suelo, desnudo y desorientado. "¡¿De nuevo?!" La hobbit se cubrió con las sábanas, de pronto humillada y al borde de las lágrimas. "Eres un… ¡imbécil!"
Como habíamos dicho antes, el sexo siempre lo dejaba algo mareado y fuera de lugar, y le tomó un tiempo darse cuenta de que la figura que lloraba sobre la cama no tenía ojos celestes ni se llamaba Frodo. Maldijo por lo bajo, sabiendo que era demasiado tarde. Lo había hecho otra vez. "¡Rosita! No… no escuchaste bien, yo no dije nada… ¡Nada malo!" Intentó justificarse, mientras intentaba volver a la cama y calmarla, pero no Rosita no era estúpida y ya estaba harta de él.
"¡¿Por quién me tomas?! ¿Crees que soy sorda? ¿Idiota?" Le arrojó la almohada más cercana. "¡Medio año! ¡Por medio año he tenido que aguantar que cada vez que hacemos el amor grites su nombre y me digas que no es nada, que no volverá a pasar! ¿Crees que me gusta acostarme con mi esposo y saber que no me ama? Saber que… que mientras está conmigo cierra los ojos y se imagina a otro… ¡A otro! Ni siquiera es una mujer. Si fuera una mujer… tal vez lo comprendería y estaría dispuesta a aceptarlo… ¡porque te amo! Pero…" abrió la boca para seguir gritando, pero su voz se quebró y nuevas lágrimas la invadieron. Siempre era así.
"Rosita…" gateó por la cama hasta acercarse a ella. "Sabes que no es así… Sabes lo especial que eres para mí, que… que nunca me he sentido así por otra mujer."
Intentó suprimir sus sollozos. "¿Y por un hombre?" En silencio, sus miradas se encontraron. Agitó fuertemente su cabeza. "No, Samwise, no me mientas. Ya he tenido suficiente de esto, suficiente de ti." Se levantó de la cama y trastabillando fue hacia la cajonera donde guardaban su ropa. Abrió con violencia un cajón y empezó a arrojar las prendas que allí había.
"¡¿Qué haces!?" Sam gritó.
Rosita gritó más fuerte. "¿Qué crees que hago? ¡Empaco por ti! ¡Quiero que cojas todas tus malditas cosas y te largues! ¡Ya! ¡Ya no quiero verte más, no soporto estar un día más contigo!" Tiró el cajón al piso con violencia.
"Pero… pero eres mi esposa." Sam tragó saliva, observándola con grandes ojos marrones.
Rosita lo miró fijamente. "Era. Era tu esposa. O intenté serlo mientras duró la ilusión de que podrías amarme, de que superarías eso que sientes por... por Frodo." El veneno inundaba su voz. "Pero se acabó. Y en caso de que no lo entiendas seré clara: Te estoy pidiendo el divorcio. Ahora… ¡LÁRGATE!" Le arrojó sus prendas en la cara y corrió de la habitación, intentando reprimir sus lágrimas.
Sam se quedó en shock, demasiado ofuscado para poder moverse o reaccionar de alguna forma. Se quedó con la mirada perdida, intentando agarrar todo lo que había ocurrido. Sintió frío, y se dio cuenta de que seguía desnudo. "Lo arruiné." Murmuró mientras a tientas buscaba algo que ponerse. Maldijo por lo bajo al tiempo que propinaba una fuerte patada al suelo. "Felicitaciones, Samwise Gamgee. Acabas de arruinar tu única oportunidad de tener un matrimonio y ser casi normal." Furioso consigo mismo se echó boca arriba sobre la cama. "Soy un idiota." Suspiró.
Por mucho que le hubiera gustado quedarse allí y recriminarse su estupidez hasta morir, un vaso de agua helada fue derramado sobre su rostro lo regresó al mundo real. Rosita lo tomó del cuello de la camisa, demostrando que tenía mucha más fuerza de la que aparentaba, y por segunda vez en la noche lo arrojó de la cama. "¡Fuera de mi casa!"
Sam casi se ahoga con el agua. Jadeando, respondió. "No tengo a dónde ir, ¡lo sabes!"
"Y no me importa. Por mi puedes dormir en la calle." Su voz era hielo y lo cogió de la muñeca, clavando sus uñas en la piel hasta sacarle sangre. "O mejor aún, ¿por qué no vas donde tu querido Frodo y le pides posada? ¡Con suerte podrás comértelo al fin!" Lo arrastró por el pasillo y entonces lo echó por la puerta. El brazo de Sam dolía y sangraba, aterrizó sobre el pasto y unas rocas rasparon sus rodillas.
"Espera." Suplicó desde el suelo. "Mi ropa. No la he cogido, déjame al menos hacer una maleta y no volverás a verme. Lo prometo."
"Ya te he dado muchas oportunidades, Sam. Mira tú cómo te las arreglas."
La puerta se cerró de un golpe, y Sam supo que nunca más sería bienvenido ahí.
¡Hola! Ojalá les haya gustado el primer capítulo de mi nueva fic, sé que tengo otras más de las qué encargarme pero la inspiración simplemente llegó.
Por favor dejen sus reviews y díganme qué opinan, eso me hace muy feliz :3 Si quieren pueden mensajearme también. El segundo capi ya está listo, pero lo subiré cuando vea que a alguien le interesa esto :3