Muy buenas!

He de decir que es mi primer fanfic en esta página, he hecho otros fics pero de eso hace mucho tiempo pero por fin me decidí a hacer uno de mi pareja favorita después de leer tantos fics. Añado de que a parte de escribir también dibujaré ciertas escenas puesto que tengo una web en DevianArt y para aprovechar. Je.

También deciros que iré actualizando cuanto me sea posible, puesto que estoy en una época importante de mi vida. Sobre el futuro.. En fin. Ah, otra cosa. La he calificado como "Fiction M" pero no quiere decir que sea Lemon. Es más por precaución, porque tendrá violencia, amor y seguramente escenas subiditas de tono. Bueno, os dejo leer, espero que os guste! J


Oscuridad. Soledad. Calma. Calidez. Remordimientos. Tristeza. Añoranza.

No, eso último eran sentimientos y él no tenía donde guardarlas. Era algo que no dejaba de repetirse a sí mismo hasta creérselo. Pero a su alrededor, allí estaba él. Rodeado de todas esas emociones en una negrura infinita. ¿Acaso estaba muerto? ¿Era por eso por lo que tenía esas emociones a su alrededor? No, no las quería. Nunca las quiso. Le dolía. ¿Doler? Frunció el ceño al pensar en eso. Él era un arrancar, un Espada. Él era el mismo vacío, su agujero en el pecho lo demostraba. Quería todo eso fuera de él, pero no podía moverse. Ni siquiera abrir los ojos y una sensación de suspensión se lo confirmaba. Estaba muerto, seguro.

"No te tengo miedo"

¿Qué? ¿Qué fue eso? ¿Un recuerdo? Ah, la mujer. Ahí estaba. Otra vez en sus pensamientos. ¿Por qué? ¿No tenía suficiente con estar muerto que también ella tendría que atormentarlo? No, mentira. Eso fue lo último que oyó de ella y no recordaba que le causara esa sensación. Todo lo contrario. En su último aliento de vida él mostró su interés por ella. ¿Por qué siempre en el último momento? Ya no importaba. Esas últimas palabras le dieron paz. Mientras la recordara no le importaría estar en este lugar, solo. Vacío.

- Que egoísta. – Se oyó una monstruosa voz en la oscuridad.

Sintió una punzada en el pecho y al momento todo a su alrededor se veía irradiado por esa voz. El ambiente estaba siendo invadido por otros sentimientos que amenazaban por aflorar. Egoísmo.

- ¿Acaso piensas dejarme morir a mí también por esas estupideces?

El arrancar no podía hablar. Solo escuchar y eso le reconcomía. ¿Quién era? Frustración.

- Me decepcionas. Te di mi fuerza, mi poder, solo por tu simple ambición de superioridad. ¿Y así me lo pagas? Dejándote vencer por un simple humano.

No era un simple humano. Su fuerza le sobrepasada. Sí, eso era. Lo subestimó. Aceptación.

- ¡Y una mierda! – Recriminó la voz. Por un momento en la oscuridad se pudo ver sus afilados dientes, tan blancos. - ¿Es eso lo que te dices a ti mismo? Solo mentiras, para no afrontar la realidad de que te volviste débil.

¿Débil? ¿Él? Imposible. ¿Por qué motivo se hubiera vuelto débil? Incomprensión.

- Eres débil. Te dejaste manipular por todos y cada uno de ellos. Yo siempre he estado a tu lado, fortaleciéndote pero entonces… - Calló durante unos segundos y gruño. - … esa luz. ¡Esa maldita luz! ¡La dejaste entrar y por eso estamos aquí!

No. No era cierto. El solo seguía órdenes. Algo en su interior se perturbó. ¿Acaso no significaba lo mismo? Nunca se cuestionó dichas órdenes, las seguía como la máquina en la que se había convertido. ¿Y a que luz se refería? Basta. No quería seguir escuchando. De todas formas, ya no importaba. Tolerancia.

- Maldito. ¿No vas a reaccionar, eh? – Por un momento se formó una horrible sonrisa en él. – Así vamos a acabar. Habiendo sido simples marionetas de los demás, sin haber demostrado nada. A parte de débil, patético.

Odiaba esas palabras y él no paraba de repetirlas. ¿Pero porque las decía? Él era el arrancar más fuerte, lo era, e incluso había escondido esa fuerza a los demás arrancars y a Aizen-sama. ¿Por qué lo había hecho? ¿Para no ser utilizado? ¿Por orgullo? ¿Acaso no le debía esa lealtad a quien le creó? ¿Por qué tantas preguntas? Él no era así. Intranquilidad.

- Parece que por fin lo vas entendiendo. – Se rio para sí al ver un atisbo de ira en él al apretar el puño. – Nosotros ya existíamos antes de que ese shinigami nos acogiera. Éramos débiles, sí, pero él solo nos aceleró el proceso. – Su voz retumbaba por toda la sala, si es que podía llamarse así. – Pero fui yo quien te ayudó a superar todos los obstáculos y a superarte a ti mismo. ¡Te di la ira, la fuerza, la indiferencia, la frialdad, la maldad que necesitabas para que nada ni nadie se interpusiera en nuestro camino! ¡Pero ese muro se destruyó cuando te hicieron el perro faldero de esa humana!

Es cierto. Había que admitirlo. Incluso el criajo de pelo anaranjado se lo recriminó una vez. Se había vuelto más… humano. ¿Él? ¿Cómo dejó que pasará? ¿Por qué? Preguntas y más preguntas. ¡Basta! ¡Él era un arrancar antes que un Espada, era un hollow antes que un humano! Su orgullo había sido pisoteado. ¿Desde cuándo le importaba? Daba igual. No quería acabar así, no iba a morir así. Ira.

- Entonces. ¿Te has decidido ya? – El monstruo, que solo dejaba ver sus enormes dientes, abrió su boca. – Dime. ¿Vas a dejar que crean que moriste por sus manipulaciones? ¿Quieres tener el poder sobre ti mismo? ¿Quieres ser más fuerte?

¡Basta de preguntas! ¡Lo quería! Hizo un amago de querer hablar pero al no poder se conformó con un gesto de ira en su rostro. Esa voz le carcomía la cabeza pero no le importaba porque tenía razón. Sentía hervir su sangre. Dentro de su ser sentía que había un sentimiento que reprimía. Otra vez con eso, sentimientos. A estas alturas que más daba. Es lo que sentía. Venganza.

- Bien. Veo que has tomado una decisión. – Su enorme boca se fue acercando al cuerpo del joven arrancar y le hablaba cual susurro. – Puedo ayudarte, pero tendrás que aceptarme, a mí. Y todo lo que conlleva. Yo soy tu orgullo, soy la crueldad que escondes, la ambición que anhelas, la arrogancia que transmites, la impulsividad que reprimes y la posesividad que quieres. – El arrancar sentía el aliento de esa bestia casi en su rostro. - ¿O preferirás quedarte aquí solo, con todos estos sentimientos que solo hacen más que acrecentar tu debilidad?

No, no quería quedarse aquí… solo. Hubo un tiempo en que le hubiera importado bien poco estarlo, o no hacer nada. Pero había algo, una cosa que le impulsaba a querer abandonar aquel lugar que solo hacía más que darle dolores de cabeza. No quería pensar más, solo actuar. E iba a hacerlo. Quería ser más fuerte, quería demostrarse a sí mismo que podía coger las riendas de su vida. Confianza.

¿Pero cómo iba a hacer ese monstruo algo que es imposible? ¿Es que acaso no estaba muerto? Quería verlo con sus propios ojos lo que provocaría al responderle. No sabía el motivo pero por fin pudo abrirlos y no veía nada. Estaba todo tan negro. Pero como sin quererlo, sus ojos esmeraldas se encontraron con otros enormes ojos. Eran tan oscuros, que se podían confundir con el mismo lugar en el que estaban, pero un destello en ellos le delataba.

- ¿Me aceptaras? – Su voz revoloteaba a su alrededor, aunque podía oír un tono de burla en ella. - ¿O te pudrirás en la oscuridad infinita de este asqueroso lugar?

- No… - Su voz sonaba ronca después de tanto tiempo reprimiéndose salir. – No me gusta la oscuridad.

Para ese monstruo esas simples palabras fueron la respuesta deseada y en un simple segundo desapareció en la oscuridad, dejando atrás de si una serie de carcajadas que hacía temblar todo el lugar. ¿Pero quién o qué era esa cosa? El arrancar intentó incorporarse pero antes de que pudiera hacerlo unas grandes alas negras le rodearon, atrapándole en ellas. Y como si hubiera leído su mente, la bestia le respondió a esa ferviente pregunta con una simple palabra.

- Murciélago.